PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
RICARDO DE LAFUENTE MACHA脥N (+)
  LA VIRGEN DE LA ASUNCI脫N Y SU ORATORIO (R. DE LAFUENTE MACHAIN)


LA VIRGEN DE LA ASUNCI脫N Y SU ORATORIO (R. DE LAFUENTE MACHAIN)

LA VIRGEN DE LA ASUNCI脫N Y SU ORATORIO

R. DE LAFUENTE MACHAIN

I

LA VIRGEN DE LA ASUNCI脫N

PATRONA DEL PARAGUAY


El ritmo acelerado que la vida moderna ha impreso a todas las actividades, va dejando de lado primero, y olvidando luego, las tradiciones que nuestros mayores se complac铆an en conservar como el fuego sagrado de los hogares romanos. Estas tradiciones han contribuido a formar las actuales generaciones, y qui茅ranlo o no 茅stas, tienen un valor que no debe ser despreciado, y para quienes hemos sentido su influencia, es un deber el recogerlas como un homenaje de respeto hacia nuestros progenitores y a fin de que nuestra posteridad tenga elementos de juicio para apreciar la manera c贸mo sintieron y actuaron los que les precedieron.

Una de las tradiciones que m谩s ha perdurado gracias al respeto de un pueblo y a la devoci贸n de una familia, renovados hasta hoy, es la del culto tributado a Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, Patrona del Paraguay.

Asiento sin titubear tal titulo al comenzar este estudio, por haber sido el que ostent贸, indiscutido, hasta hace relativamente pocos a帽os.

Con motivo de los diversos actos que origin贸 la inauguraci贸n de su altar en el Oratorio y el traslado de la hist贸rica Imagen al mismo, se evidenci贸 el desacuerdo entre el titulo usado por las autoridades gubernativas y religiosas sin interrupci贸n durante varios siglos, sancionado por las C谩maras Legislativas en 1878, y el de 鈥淧atrona de la Capital鈥, que la daban en decretos y discursos recientes.

Iniciado el cambio en nuestros d铆as, paulatinamente va haciendo camino ante la indiferencia de los m谩s y la falta de conocimientos de otros, no obstante la resistencia pasiva de quienes permanecen fieles a la tradici贸n, que en este caso se ajusta a la verdad hist贸rica.

Esto no implica pretender que dicho t铆tulo sea intangible, ni mucho menos, pero s铆 que resolviendo cambiarlo la autoridad competente, corresponde haga saber tal determinaci贸n en forma expresa, a fin de poderle dar acatamiento como corresponde.

Mientras eso no suceda, siempre cabe pensar en un error que involuntariamente se va repitiendo y difundiendo, no obstante la uniformidad conservada desde hace varios siglos, a pesar de los cambios pol铆ticos que se han sucedido en el Paraguay.

Para determinar en forma documental y cierta, cu谩l de los dos le corresponde, ya sea por derecho o por una tradici贸n continuada durante largo periodo de tiempo, fuente tambi茅n de derechos, inici茅 una investigaci贸n cuyo resultado expongo en estas p谩ginas.

Como se sabe, todas las agrupaciones castellanas ten铆an su Patrono, y a veces varios. Su designaci贸n no era privilegio de nadie en las Indias Occidentales. Unas veces las hacia el fundador, otras el Cabildo, etc.

Asunci贸n, por el proceso que la origin贸, carece de acta fundacional, as铆 como de documentos que asienten el punto inicial de muchas instituciones que al formarse la ciudad, 茅sta tom贸 de la Casa-fuerte preexistente.

Una de ellas ha de haber sido el del Patrono. Al menos no se conoce menci贸n escrita respecto a su designaci贸n, as铆 como tampoco nada relativo al mismo asunto en los a帽os in铆ciales de su vida comunal.

Como el Patronato no era requisito indispensable para el funcionamiento legal de la nueva entidad, es l贸gico suponer que la Imagen que presid铆a la vida espiritual desde la modesta capilla de la Casa-fuerte, continuara haci茅ndolo desde la Catedral que el gobernador Domingo Mart铆nez de Irala ayud贸 a levantar, en reemplazo de la iglesia Mayor, intermedia entre ambas, construida por Cabeza de Vaca sobre el mismo solar del Fuerte primitivo.

Pero esto no es sino una conjetura, por no conocer documentos que traten este punto anteriores al siglo XVIII, m谩s si tenemos en cuenta la fuerza de la costumbre en aquella 茅poca, cabe suponer que continuaron acatando lo establecido desde tiempo atr谩s.

El acta capitular del 7 de julio de 1727 se ocupa de los festejos a celebrarse el 15 del mes siguiente con motivo de la festividad de 芦Ntra. Se帽ora de la Asumpon Patrona titular de esta Prova 禄. (1)

Con fecha 14 de agosto del mismo a帽o vuelve a tratarse dicho asunto, esto es, 芦la festividad de nuestra se帽ora de la Asumpon Patrona de esta Prova禄. (2 )

芦Patrona titular de esta Prova 禄 se repite en actas del 27 de julio y 14 de agosto de 1769, con an谩logo motivo. (3)

El 6 de agosto de 1770 se asienta: 芦Patrona titular de esta Prova禄. (4)

En el acta del 25 de agosto de 1789 introducen una peque帽a variante que bien puede ser obra del escribiente, o interpretaci贸n del copista, dice: 芦Patrona tutelar de esta Prova禄. (5)

De manera que en todo el curso del siglo XVIII, el Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de la Ciudad de la Asunci贸n, emplea el mismo t铆tulo.

Su repetici贸n constante aleja toda idea de un posible error o descuido.

Del siglo XIX conocemos el decreto fechado el 14 de agosto de 1816, firmado por el supremo Dictador Perpetuo del Paraguay, doctor Francia, relativo igualmente a la 芦Patrona Titular de esta Provincia禄, al organizar los 煤ltimos festejos religiosos que autoriz贸. (6)

Suprimidas las ceremonias del culto, es explicable que no se encuentren otros documentos oficiales en lo que sigui贸 de su gobierno dictatorial.

De los a帽os presidenciales de don Carlos Antonio L贸pez y de su hijo y sucesor Francisco Solano, tampoco puedo invocar documento oficial referente a este punto, pero si, muchos equivalentes, pues desde 1858 al 67, 芦El semanario de avisos y conocimientos 煤tiles禄, que fue un peri贸dico escrito bajo la direcci贸n personal y directa de dichos presidentes, sin cuya conformidad previa no publicaba nada, repite todos los a帽os en ocasi贸n de las fiestas del 15 de agosto; 芦Patrona de la Rep煤blica禄, 芦Patrona titular del Paraguay禄, 芦Patrona titular y tutelar de la Rep煤blica禄. Adem谩s inserta poes铆as de los se帽ores Talavera y Bermejo, dedicadas a la 芦Patrona de la Rep煤blica禄.

(1) y (2) Arch. Nac. del Paraguay, Vol. 44, N掳 3.

(3) Y (4) Idem, Vol. 64, No 3, - S.H.

(5) Idem, Vol. 44, N潞 1.

(6) Ver p谩g. 76.

En dicho peri贸dico; donde, lo repito, no se escrib铆a ni una l铆nea sin la anuencia del Presidente, con fecha 10 de enero y 7 de octubre de 1864 se publicaron noticias relativas al estado de las obras del Oratorio dedicado a la 芦Patrona de la Rep煤blica禄 y 芦Santa Patrona del Paraguay禄.

La devoci贸n de Nuestra se帽ora de la Asunci贸n se extend铆a fuera de la Capital, vener谩ndosela con el mismo t铆tulo en otros pueblos. As铆 en 芦El semanario禄 de agosto

del 67, se dio cuenta de las fiestas celebradas en Yt谩, en honor de dicha Se帽ora, 芦Patrona titular de la Rep煤blica禄. De modo que durante todo el periodo que abarca las presidencias de los L贸pez, la Virgen de la Asunci贸n no recibe sino un 煤nico tratamiento el de 芦Patrona titular禄 del Paraguay o de la Rep煤blica.

Del periodo constitucional posterior a la guerra contra la Triple Alianza, tenemos constancias m谩s probatorias a煤n, si cabe.

En 1877 se tramit贸 un juicio contra do帽a B谩rbara Macha铆n de Haedo, sobre la propiedad de la Imagen Patrona. Fue actor el Excelent铆simo Se帽or Presidente de la Rep煤blica don Higinio Uriarte, vale decir que se la consideraba de propiedad nacional, pues de serlo municipal, como seria en el caso de tratarse de la Patrona de la Capital, la personer铆a de actor la hubiera ejercido el Intendente Municipal, a quien ni siquiera se nombra durante todo el curso del juicio.

En el mismo expediente intervino el reverendo padre don Claudio Arr煤a, vicario y Administrador Eclesi谩stico, es decir la m谩s alta dignidad religiosa del Paraguay, as铆 como el presidente Uriarte era la m谩s alta autoridad pol铆tica, y ambos, lo mismo que el ministro don Adolfo Saguier y el Rector de la Catedral reverendo padre Daniel sosa y el Juez actuante don Od贸n C谩ceres todos a una, sin discrepar y en numerosas oportunidades, la llaman siempre 鈥淧atrona titular de la Rep煤blica鈥. (7)

Y por 煤ltimo, terminado el juicio por convenio entre ambas partes, la se帽ora de Haedo don贸 la Imagen 鈥渁 la Naci贸n e Iglesia del Paraguay鈥 y el Gobierno Nacional con fecha 7 de agosto de 1878, la nombr贸 鈥淢ayordoma de la Imagen de Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, Patrona titular de esta Rep煤blica as铆 como de la fiesta que se celebra anualmente el 15 de agosto鈥, y unos meses m谩s tarde, la Curia Eclesi谩stica en nota a la se帽ora de Haedo, igualmente se refiere a la Imagen de la 鈥淧atrona Titular de la Rep煤blica鈥', seg煤n documentos originales firmados por el Ministro de Justicia, Culto e Instrucci贸n P煤blica, don Adolfo Saguier, y reverendo padre Dionisio Riveros. (8)

La v铆spera del nombramiento acordado por el Poder Ejecutivo, el Congreso hab铆a dictado una ley que dice:

芦El Senado y C谩mara, etc., etc.

Decreta:

芦Art. 1o - Autorizase al Poder Ejecutivo para que de las entradas generales de la Naci贸n, destine la suma de cien pesos fuertes para gastos de la funci贸n de la Virgen de la Asunci贸n, patrona de la Rep煤blica.禄

芦Art. 2掳 - Comun铆quese al poder Ejecutivo.禄

芦Dada en la sala de sesiones del Congreso Legislativo, a los seis d铆as del mes de Agosto de 1878.禄

鈥淛os茅 Falc贸n, Presidente del senado. - Pascual G贸mez, Secretario. - Jos茅 del R. Miranda, Presidente de la C. de D.D. - Climaco Valdovinos, Secretario禄.

(7) Arch. de los Tribunales (Asunci贸n), Vol. 5 - Seca 4, N掳 30.

(8) Orig. en poder de la Sra. Mar铆a Haedo de Abente. Ver ap茅n. C.

Y el Presidente la promulg贸 as铆:

鈥淎sunci贸n, 8 de Agosto de 1878.

鈥淐煤mplase y d茅se al R. O.

Uriarte. - C. Bareiro鈥. (9)

De manera que todos los poderes civiles y religiosos de la Naci贸n Paraguaya, reconocieron en forma expresa que Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, era Patrona de la

Rep煤blica, y el Congreso, expresi贸n de la voluntad soberana, lo dej贸 establecido en una ley que no ha sido revocada. Podr铆an citarse adem谩s, circunstancias que tomando su origen en lo anterior, apoyan y robustecen lo expuesto, demostrando que el consenso popular ratific贸 siempre las disposiciones de las autoridades.

Mas habiendo expuesto 茅stas, considero superfluo extenderme en detalles secundarios, que s贸lo son confirmatorios.

Por lo cual, despu茅s de esta rese帽a de hechos perfectamente comprobados documentalmente con piezas existentes en archivos paraguayos, se puede concluir que

Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n fue considerada oficialmente por el Estado y la Iglesia, como 芦Patrona del Paraguay禄, ya fuera 茅ste, Provincia o Rep煤blica.

Es de notarse tambi茅n, que dicho patronazgo no lleva consigo la exclusividad de manera que pueden haber otros, y en efecto son muchos los Patronos designados en diversos momentos y por variadas circunstancias.

Sin haber hecho una investigaci贸n prolija sobre esta materia, el azar ha puesto en mis manos diversos documentos que as铆 lo prueban.

La referencia m谩s remota que encuentro, es la relativa a San Blas.

El gobernador Domingo Mart铆nez de Irala al testar en 1556, dispone las misas que ser谩n rezadas en sufragio de su alma y dice: 鈥渁 se帽or sant blas patr贸n deste pueblo otras dos禄 (10) y el Cabildo en acuerdo de 10 de junio de 1596 se ocupa de 鈥渞reedificar la yglesia del bienaventurado se帽or san Blas patr贸n fiesta cibdad禄. (11)

No he seguido la historia de su culto, ni de las fiestas patronales del 3 de febrero, pero es indudable que ten铆an lucimiento incomparablemente menor que las del 15 de agosto, d铆a de la Virgen de la Asunci贸n.

En este asunto ha tenido, seg煤n se dice, ingerencia algo que debiera ser completamente ajeno a 茅l, cual es la pol铆tica, que tanta influencia tiene en pueblos j贸venes.

Ella cre贸 la rivalidad entre los devotos de una y otra imagen, vali茅ndose de un detalle fortuito. Como es p煤blico, el manto de la Virgen es de color celeste y roja la capa de San Blas. La casualidad ha hecho que estos colores hayan sido los distintivos usados en pa帽uelos y divisas, por los partidos Liberal y Republicano, cuyas luchas forman la historia contempor谩nea del Paraguay.

De ah铆 que la virgen atrajera la devoci贸n de un partido, mientras San Blas agrupa al otro.

(10) Archivo Nacional del Paraguay, Vol. 177, N掳 9.

(11) ver el ap茅ndice I.

Adem谩s del Patronato conferido a San Blas sobre la ciudad, tenemos un acta capitular del 27 de octubre de 1707, donde a propuesta de Diego de Yegros, resolvi贸 jurar por patronos y abogados a todas los santos de la Corte Celestial y pedir se declare d铆a de precepto el de la Vigilia y se mande decir una misa solemne en la Catedral, asistiendo el Cabildo y 鈥渆stableci茅ndose por d铆a tabla y costeando las luces necesarias para dicha solemnidad鈥.

Pero la devoci贸n de los fieles parece no haberse mostrado satisfecha y recabaron una protecci贸n especial para determinados casos, seg煤n se desprende de otra acta capitular del 13 de septiembre de 1779, la cual nos hace saber que los cabildantes resuelven reparar el olvido en que tienen a Santa B谩rbara, declarada tiempo atr谩s patrona para que hiciera cesar las tormentas, rayos, truenos y rel谩mpagos, igualmente que las muertes repentinas, para lo cual se cantar谩n en la Catedral, tres misas siendo la 煤ltima el d铆a de la Santa, perpetuamente por cuenta del Cabildo, con serm贸n que ofrecieron costear varios cabildantes.

Estos datos los da el doctor Fulgencio R. Moreno en su art铆culo 芦Los patronos del Paraguay禄 publicado en Guaranias, lo cual induce a creer que se trata de la Provincia.

PARTIDA Y NAVEGACI脫N

Un desusado traj铆n de personas que pasaban de un lado para el otro, subiendo y bajando las planchadas de las naos surtas en el puerto de Sanl煤car, indicaba que algo fuera de lo usual ocurr铆a en aquellos meses estivales de 1535. A quienes inquirieran la causa de la extraordinaria animaci贸n, habr铆ales sido dicho que se aprestaba la m谩s brillante armada de cuantas hab铆an partido de Castilla para las Indias, y que su punto de destino era un r铆o llamado 鈥渄e la Plata鈥, nombre mir铆fico, alentador de las ambiciones que las noticias llegadas del Per煤 hab铆an despertado en toda Espa帽a.

Las conquistas de Cort茅s y Pizarro, con su secuela de fantas铆as, f谩bulas y exageraciones, se expandieron pronto, y lo que de aqu茅llas se sab铆a era suficiente como

para hacer posible cuanto agregara una imaginaci贸n enardecida.

No es pues de extra帽ar que gentiles hombres del Rey, mayorazgos e hijosdalgo, se pusieran a las 贸rdenes de don Pedro de Mendoza, reciente Adelantado de dicha regi贸n, contando regresar a poco, en nav铆os cargados de oro, pata y piedras preciosas, trayendo adem谩s, seres, p谩jaros y plantas como jam谩s se vieran en Europa.

En Sevilla, grupos numerosos, pintorescos y heterog茅neos, se formaban y deshac铆an en el limitado espacio que media entre la Catedral y la Casa de Contrataci贸n, comentando, modificadas y deformadas, cuanta noticia pod铆an alcanzar a o铆r.

All铆 se organizaban las flotas, reclut谩ndose el personal con elementos llegados de todos los lugares y con muy diversa antecedencia. Otros que no part铆an, tambi茅n cooperaban en su formaci贸n. Mercaderes jud铆os, y cristianos que se les asemejan mucho, del Levante o de Italia, 鈥済enoveses鈥 como se dec铆a corrientemente por predominar los de ese origen, arriesgaban sus escudos, haciendo confianza a la firma de quienes part铆an sin m谩s capital que su espada y su 鈥渄ecencia personal鈥, as铆 como sus remotos antecesores hab铆an hecho cr茅dito al Cid, cuando empe帽贸 un cofre lleno de arena, sabiendo que la palabra de un hidalgo bien val铆a el oro de las arcas israelitas.

La armada de don Pedro de Mendoza, por la cantidad de nav铆os, n煤mero y calidad de los expedicionarios y vasta empresa a realizar, requiri贸 sumas importantes,

no f谩ciles de obtener, y mayor tiempo del calculado para sus preparativos, causando todo ello, las sucesivas demoras que dilataron la partida hasta el 24 de agosto.

Para muchos, las despedidas hab铆an comenzado en lejanos lugares, donde los futuros conquistadores recibieron la bendici贸n materna y los adioses de las novias, con recomendaciones y consejos que reforzaban entreg谩ndoles una medalla milagrosa, un saquete de polvos para curar todos los males del cuerpo y las penas del alma, o un amuleto que alejara la mala suerte.

Pero en el puerto se cruzaban los 煤ltimos adioses y veces se repet铆an por cent茅sima vez, las mismas promesas y consejos.

Luego part铆an las naos entre gritos, saludos y 贸rdenes, para irse poco a poco, esfumando en lontananza.

Los de tierra ve铆an聽 c贸mo se alejaban, mientras ellos volv铆an a sus tareas diarias cambiando comentarios sobre el porvenir de riquezas y honores que esperaba a quienes acababan de partir, bien ajenos unos y otros, por cierto, de que eran muy pocos los que volver铆an a ver las costas que dejaban en pos de una ilusi贸n.

Los navegantes, paulatinamente tambi茅n, se retiraban de las bordas, yendo unos a sus tareas y otros a recorrer la embarcaci贸n que durante meses hab铆a de ser todo su mundo.

En esos nav铆os de las flotas conquistadoras se confund铆an y mezclaban, hijosdalgo, frailes, mercaderes y gente con un pasado dudoso; alguna dama y mujeres avezadas en tratos con marineros y soldados, por la frecuentaci贸n tenida durante los a帽os pasados en diversos puertos; elementos de los m谩s variados que amalgamaba un com煤n deseo de riqueza, ambici贸n de poder y esperanza de gloria.

Los d铆as eran largos y tediosos para quienes no ten铆an alg煤n trabajo a llenar. De vez en cuando una rencilla nacida en una intriga de juego o amores, introduc铆a cierta animaci贸n, contribuyendo a borrar diferencias sociales, creando amistades o fomentando rivalidades. La esperanza hac铆a soportable todas las privaciones sufridas mientras duraba el viaje en barcos estrechos, malolientes a brea y mugre; d铆as con el agua racionada, a veces sin tenerla, pasados escrutando el horizonte en busca de una nube anunciadora de la lluvia, para preparar velas y vasijas donde recoger un agua doblemente 鈥渃a铆da del cielo鈥.

Dentro de ese mundo que encerraba las maderas de un nav铆o, alentaban, cual en la caja de Pandora, todas las pasiones de la Humanidad, a veces exacerbadas por el aislamiento, hasta alcanzar una virulencia desconocida en tierra.

As铆 part铆an y as铆 ven铆an, cruzando el oc茅ano, llamado hasta poco tiempo antes, 聽聽聽鈥渆l mar tenebroso鈥, muchas veces sin piloto ni cartas de navegar, soldados y frailes, la espada y la cruz, obscuros artesanos de la grandeza de un mundo que hac铆an aparecer a su conjuro; la mayor铆a an贸nimos y casi todos olvidados de quienes hoy disfrutamos del resultado de sus penurias.

La conquista de Am茅rica no fue una empresa gestada 煤nicamente por m贸viles altruistas. En general interven铆a un factor mercantil.

Las naves se hac铆an a la vela trayendo soldados para la conquista, pero adem谩s, y a la sombra del pabell贸n militar, part铆an otras sin m谩s incentivo que el de colocar su pacotilla con ventaja. Estas naos buscaban la protecci贸n de las armadas contra los azares de tan larga navegaci贸n, en la cual a los peligros inherentes de la traves铆a, se un铆an los derivados de encuentros peligrosos, en mares casi solitarios.

La expedici贸n de don Pedro de Mendoza no ten铆a por qu茅 escapar a dicha caracter铆stica y cont贸 con varias naves agregadas con fines puramente comerciales.

Una de ellas, llamada 芦La Concepci贸n禄, era una carabela de 70 toneladas, adquirida ya usada, por el piloto Diego Garc铆a, mediante la suma de 150 ducados.

Seg煤n uso de la 茅poca, en sitio preferente de la c谩mara se ve铆a una imagen de bulto representativa de Nuestra Se帽ora de la Concepci贸n, Patrona de la carabela. Desde all铆 presid铆a la vida en com煤n, en sus m煤ltiples y variadas manifestaciones, los rezos cotidianos, las conversaciones que distra铆an las veladas, alternadas con la lectura del 鈥淎帽o cristiano鈥, libro que nunca falt贸 en manos espa帽olas; y hasta ella llegar铆an mezclados los relatos de aventuras pasadas, esperanzas de grandeza futura, penas y alegr铆as sufridas al tocar las realidades de la vida. Tambi茅n oir铆a las promesas de los tripulantes y las interjecciones tan sonoras, con que la soldadesca y gente de mar matizan sus relatos.

El viaje de la armada se realiz贸 sin novedad digna de menci贸n hasta las islas Canarias, entre cuyos puertos se dividi贸 para fondear, pues el crecido n煤mero de nav铆os no les permit铆a hacerlo en uno solo.

La Gomera fue el destinado para 芦La Concepci贸n禄. Su propietario, Diego Garc铆a, navegaba en otro buque pero tambi茅n recal贸 en el mismo puerto. All铆 enferm贸

y muri贸 el 28 de septiembre de 1535, bajo testamento otorgado la v铆spera.

En el autorizaba al adelantado Mendoza para servirse de la carabela, sin ser pasible de satisfacer suma alguna por ello, limitando su obligaci贸n a devolverla a su viuda e hijos, cuando le pareciera conveniente o fuera su voluntad.

De esta manera y a partir de dicho momento, 鈥淟a Concepci贸n鈥, fue agregada a la armada de don Pedro de Mendoza, como componente de la expedici贸n.

Ya era una carabela bastante usada cuando Garc铆a la compr贸, seg煤n resulta del precio pagado. Su construcci贸n no la preparaba para una traves铆a tan larga, ni para alta mar. Por estas circunstancias y los calores pasados en la zona del Ecuador, es f谩cil comprender cu谩l ser铆a su estado al llegar al ri贸 de la Plata.

Examinada por los pilotos de la armada, fue declarada inepta para volver a navegar en el oc茅ano y como su calado la hac铆a impropia para los r铆os, se resolvi贸 鈥渞ebajarla鈥 a bergant铆n, esto es, sacarle parte de la obra muerta, aliger谩ndola para poder emplearla en las frecuentes traves铆as impuestas por la necesidad de buscar v铆veres en las islas del delta y lugares cercanos.

Adaptada a su nuevo destino y calafateada en la mejor forma posible dados los escasos elementos disponibles, el flamante bergant铆n qued贸 en condiciones de volver a prestar servicios.

HACIA LA SIERRA DE LA PLATA

La pobreza natural de la regi贸n donde asentaron el puerto de Buenos Aires y la resistencia opuesta por los castellanos para cuanto no fuera el servicio de las armas, hizo que no contaran con otras vituallas fuera de las obtenidas del trueque con los indios, pero el mal trato de que les hicieron objeto, caus贸 su alejamiento y hostilidad, agregando as铆, un motivo m谩s de preocupaci贸n a las muchos que ya ten铆an, y cansando a los soldados con una guardia permanente que deb铆an montar para prevenir una sorpresa.

Pocos meses hab铆an pasado desde la llegada a Buenos Aires, cuando las condiciones de vida se hab铆an vuelto casi insostenibles por falta de 鈥渂astimentos鈥 y hostilidad de los abor铆genes.

Los expedicionarios deseaban continuar la conquista, abandonando esta regi贸n pobre y dirigirse hacia los territorios hospitalarios y ricos, objetivo de la expedici贸n. Defraudadas sus esperanzas de fortuna y quejosos del Adelantado, cuya mala salud le hab铆a agriado el car谩cter y vuelto muy dif铆cil su trato, no ve铆an el momento de salir del puerto.

Don Pedro envi贸 al capit谩n Juan de Ayolas a recorrer el r铆o hacia el norte, en procura de v铆veres y noticias, y a su vuelta trajo ambas cosas. Hab铆a hallado una regi贸n m谩s abundante en bastimentos y con indios menos brav铆os. Estos le hab铆an anoticiado de pueblos ricos en metales, confirm谩ndose las noticias o铆das en Sevilla. Desde ese momento aument贸 entre los expedicionarios, el af谩n de continuar la entrada.

El Adelantado se dio cuenta de la situaci贸n creada por el c煤mulo de circunstancias apuntadas y dividi贸 sus fuerzas, confiando una parte de ellas a su segundo, el capit谩n Juan de Ayolas, con la misi贸n de remontar el r铆o Paran谩 hasta encontrar un territorio que estuviera de acuerdo con sus necesidades y el camino a la regi贸n de los metales.

Tan pronto como se resolvi贸 la marcha, pusieron manos a la obra para concluir los preparativos en el m谩s corto plazo posible. No tardaron mucho. Antes de mediar octubre de 1536 se encontraban prontos para salir desde el puerto de Buena Esperanza, adonde se hab铆an trasladado. Tres nav铆os llevaban a los expedicionarios. Uno de ellos era 芦La Concepci贸n禄, ex carabela de Garc铆a convertida en bergant铆n.

La navegaci贸n fue penosa y llena de imprevistos. Casi siempre ten铆an que avanzar empujando el nav铆o a fuerza de brazos con largas p茅rtigas que iban clav谩ndose en el barro del fondo, conforme se adelantaba.

No perd铆an de vista la costa y los naturales de las comarcas cercanas acud铆an a la orilla para contemplar asombrados, buques y gentes antes nunca vistos por ellos. Unas veces a ese asombro se un铆a el temor y hu铆an, otras suponi茅ndoles enemigos, les lanzaban flechas y piedras. Los espa帽oles por su lado, contestaban con descargas de arcabuces que el eco repet铆a contribuyendo a desbandarlos. Cuando esto suced铆a cerca de alguna poblaci贸n ind铆gena, los navegantes desembarcaban y revisaban los boh铆os abandonados en busca de provisiones que rara vez encontraban, pues no era su h谩bito ser previsores y guardar para el futuro, los excedentes del presente.

El camino se alargaba y las necesidades iban en aumento. Para completar el negro cuadro, se desencadenaron tales tormentas, que a帽os despu茅s, Francisco de Villalta en su conocida carta, aun las recordaba y dec铆a que 鈥渆ran tan malos los tiempos que en esta tierra hacia que visiblemente parec铆a que en los aires hablaban los Demonios鈥.

鈥淟a Concepci贸n鈥 reparada de manera deficiente por improvisados carpinteros y herreros, faltos de herramientas adecuadas y debilitados por el hambre y las enfermedades, no resisti贸 al desgaste de la navegaci贸n, ni a los calores de esas latitudes y durante una tempestad naufrag贸 poco antes de entrar en el r铆o Paraguay.

Los otros nav铆os hubieran corrido la misma suerte 鈥渟i no fuera Dios serbido que tomaran un r铆o o laguna do los dos se repararon hasta otro d铆a que abonancio el tiempo y recogio la gente del nav铆o que se perdi贸鈥.

Los castellanos lograron salvar del naufragio de 鈥淟a Concepci贸n鈥 una gran parte del cargamento cuya distribuci贸n entre los otros dos nav铆os se hizo tan pronto como las circunstancias lo permitieron. Pero no pudieron cargar todos los bultos, ni embarcar a todos los expedicionarios, bajo peligro de perder otro buque por exceso de peso. Por lo cual 鈥減uestos todos juntos se determino que unos fuesen por tierra y otros por el r铆o en el qual viage fue tal y tan trabajoso qual nunca hombres pasaron鈥.

Uno de los objetos primeramente salvados fu茅 la imagen de Nuestra Se帽ora de la Concepci贸n, mencionada antes como Patrona de la carabela de Garc铆a, y tambi茅n uno de los primeros recogidos en otra embarcaci贸n, donde la colocaron junto a la de su Patrono, donde continuo recibiendo culto con la veneraci贸n y respeto que le tributaban los castellanos, devotos y creyentes.

Cuando llegaron m谩s o menos a Angostura, mejoraron las condiciones del viaje; los indios eran m谩s mansos y serviciales, acarreaban v铆veres y voluntariamente cargaban los bultos que desde el naufragio llevaban los espa帽oles a cuestas, atravesando bajo su peso, por pantanos y picadas abiertas a golpe de machete.

Los expedicionarios fueron recuperando fuerzas al encontrarse mejor alimentados y aliviados en sus trabajos por los indios. Adem谩s un clima suave favorec铆a el restablecimiento de su salud.

El panorama tambi茅n cambiaba. A la costa mon贸tona en su aridez, le suced铆a otra m谩s risue帽a. La selva en plena floraci贸n de primavera, era un regalo para los ojos y alternaba con verdes campi帽as salpicadas de flores. Las aguas tranquilas del r铆o Paraguay, rotas solamente por la estela que dejaban los nav铆os de Ayolas, reflejaban ondulantes, un cielo azul pur铆simo.

La imaginaci贸n no alcanza a representarnos cu谩l ser铆a el 谩nimo de esos rudos soldados habituados a luchar con los elementos y los hombres, al contemplar semejante cuadro, pero no es posible creerles insensibles a lo imponente de la Naturaleza y a la hermosura de las regiones que iban descubriendo.

Habituados, sobre todo los originarios del norte de Espa帽a, a panoramas cuyo horizonte dista pocos kil贸metros del observador, pues las monta帽as, impiden a la vista llegar m谩s lejos, y a rientes valles cortados por peque帽os cursos de agua, sembrados de pueblos cuyos campanarios se distinguen el uno desde el otro, han de haber sentido una impresi贸n de anonadamiento al encontrarse frente a la inmensidad americana, con r铆os cuyas m谩rgenes no se alcanzan a divisar, con campos cuyos l铆mites van m谩s all谩 del horizonte, y 茅ste que parece alejarse cuanto uno m谩s marcha.

Cuando leemos en las viejas cr贸nicas o en las informaciones de servicios, los relatos de esas traves铆as, nos parecen narraciones fant谩sticas, inveros铆miles frutos de la imaginaci贸n; acostumbrados a las comodidades modernas no comprendemos c贸mo seres humanos han podido atravesar, casi siempre a pie, el inmenso continente americano, abri茅ndose paso a trav茅s de montes inacabables, cortando lianas, cruzando r铆os, pantanos y territorios desconocidos, sin saber a ciencia cierta hacia d贸nde se dirig铆an, ni qu茅 encontrar铆an al final de la jornada.

Cuando contemplamos la inmensidad del Paran谩 que ellos remontaron casi por la primera vez, en reducidas embarcaciones, carcomidas y mal calafateadas; cuando se admira la soledad del Chaco, imponente a煤n despu茅s de cuatro siglos de colonizaci贸n y se piensa que all铆, en medio de esos lugares acamparon y durmieron noches y noches, 鈥渙yendo el silencio鈥 o escuchando mil ruidos que ignoraban si proven铆an del viento o de los 谩rboles, o presagiaban un ataque de indios o el avance de las fieras, y se medita sobre lo hecho por un pu帽ado de hombres, sin elementos de movilidad, mal equipados, hostigados por el hambre, sin defensa contra las inclemencias de un clima tan diferente al de su pa铆s, en lucha con los abor铆genes, debilitados por las enfermedades, sin v铆veres, perseguidos por millares de insectos desconocidos; uno llega a pensar que no eran seres humanos sino superhombres, pues solamente una raza de h茅roes ha podido llevar a cabo con tan pocos y malos recursos, la mayor epopeya que los siglos han visto y como no volver谩n a ver jam谩s, otra semejante.

Su magnitud no permite a nuestro juicio limitado, abarcarla en toda su grandeza y se llega a mirar con absoluta indulgencia los errores y las faltas que fariseos de la Historia les achacan, sin comprender que las faltas eran humanas y sus actos heroicos.

Volviendo de nuevo al capit谩n Ayolas y su gente, veremos que a poco de haber entrado al r铆o Paraguay, fueron atacados por tribus de indios que parec铆an cuidar la puerta de la hermosa regi贸n, sufriendo la p茅rdida de varios soldados, pero despu茅s de ser rechazados por los castellanos, 茅stos continuaron la jornada.

Poco m谩s adelante encontraron tribus labradoras y hospitalarias, de las cuales recibieron ayuda personal, v铆veres y canoas para el transporte de la carga que hab铆a sido llevada hasta all铆, a hombros.

Con los percances relatados por la Historia, ajenos a la 铆ndole de estas notas, continuaron su empresa hacia el norte, llegando para febrero de 1537, a un puerto que llamaron de 鈥淟a Candelaria鈥, donde el capit谩n Juan de Ayolas despu茅s de delegar el mando en el capit谩n Domingo Mart铆nez de Irala, secretario del Adelantado, y nombrarle su lugarteniente general, dividi贸 su gente, y con una parte se intern贸 en el Chaco, resuelto a llegar hasta la 芦sierra de la Plata禄, una de las tantas ilusiones que no alcanzaron a ser realidad.

Irala llevaba nueve meses largos de soledad absoluta, cumpliendo la consigna recibida de su jefe Ayolas, para 芦que de all铆 no se partiese y le esperase禄, cuando avistaron dos nav铆os que llegaban a La Candelaria, enviados por el adelantado Mendoza, bajo las 贸rdenes de los capitanes Juan de Salazar y Gonzalo de Mendoza, llevando socorros y en procura de noticias de Ayolas.

La situaci贸n de Irala era sumamente cr铆tica; los indios empezaban a rebelarse, se negaban a seguir provey茅ndoles de v铆veres y el estado de los bergantines hac铆a peligrar la vida de sus tripulantes por causa del calor y la carcoma.

De Ayolas no sab铆an nada. Los naturales refer铆an que se encontraba en el interior, sin pensar en volver. Contempladas las circunstancias por los jefes, acordaron bajar a un puerto de indios carios, donde hablan sido bien recibidos y abastecidos, para proceder al arreglo de los nav铆os de la mejor manera posible, dados los reducidos elementos disponibles.

As铆 se hizo, colaborando en la tarea la gente de ambos grupos, pero la deficiencia de los medios a su alcance llegaba a tal extremo, que tuvieron necesidad de usar sus ropas para tapar los agujeros abiertos en los cascos por la polilla y la broma. A pesar del empe帽o puesto por los trabajadores, la obra no pudo ser tan eficiente como era indispensable para la seguridad de los navegantes, y uno de los bergantines de Irala, precisamente aquel a cuya bordo se hallaba la imagen de Nuestra Se帽ora de la Concepci贸n, se reput贸 inservible para navegar hasta el puerto de La Candelaria y continuar la espera de Ayolas, a causa de su estado que hac铆a imposible una permanencia prolongada en las mismas condiciones por cuyo motivo Irala, despu茅s de parlamentar con Salazar, obtuvo su permuta por uno de los llevados por este capit谩n.

Durante, la indicada permanencia en el puerto de los carios para el calafateo de los barcos de Irala, los capitanes trataron y 鈥渄eterminaron de hacer una casa-fuerte do todos se metieran鈥; construcci贸n que entonces se llamaba apeadero o asiento, y ten铆a un car谩cter provisorio; ser铆a un lugar para servir a la vez, de abrigo y refuerzo para los navegantes 鈥渓legados de abajo鈥, pues la feracidad del suelo y la buena disposici贸n de los naturales presentaba f谩cil el abastecimiento en cantidad tal como para poder acumular bastimentos suficientes para proveer a las futuras armadas que se internaran a descubrir.

Con esta obra realizaban los deseos del adelantado Mendoza y del capit谩n Ayolas, pues uno y otro hab铆an manifestado su voluntad de tener una casa en el Paraguay, a los fines enunciados.

Despu茅s de reparados los nav铆os y acordada la formaci贸n de la 鈥淐asa-fuertes鈥, ambos destacamentos se separaron e Irala con sus compa帽eros regresaron nuevamente a La Candelaria, para continuar esperando la vuelta de Ayolas, y Salazar bajo con los suyos el r铆o Paraguay basta llegar al sitio elegido, en comarca de los carios, donde procedi贸 a levantar la construcci贸n para la Casa-fuerte, y las empalizadas de defensa, llam谩ndola 鈥淣uestra Se帽ora de la Asunci贸n鈥 por celebrarse dicha festividad en aquella fecha, 15 de agosto de 1537.

As铆 naci贸 con car谩cter precario, la Casa-fuerte de Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, que robustecida por un c煤mulo de circunstancias, se convirti贸 a los pocos a帽os, en la ciudad del mismo nombre y capital de la Provincia del R铆o de la Plata.

Al instalarse los castellanos en Asunci贸n, como era lo usual, levantaron una capilla y desearon tener en ella, una imagen de la Patrona cuya protecci贸n imploraban y a quien deb铆an rendir los homenajes correspondientes a su investidura.

El justo deseo pudo ser satisfecho de inmediato, por la circunstancia de haber dos im谩genes en el bergant铆n devuelto por Irala, la de su Patrono y la de Nuestra Se帽ora de la Concepci贸n, salvada en el naufragio de la ex carabela de Garc铆a.

Este hecho permiti贸 complacer a la guarnici贸n de la Casa-fuerte y desembarcada la imagen de la Virgen de la Concepci贸n, fue instalada en la capilla del Fuerte y consagrada bajo la nueva advocaci贸n de Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, comenzando a recibir el culto correspondiente.

Despu茅s de estos sucesos pasaron cuatro a帽os empleados por las fuerzas espa帽olas en expediciones de conquista y sucesos pol铆ticos ajenos por completo al asunto del presente relato. Durante ellos, luego de comprobarse la muerte de Ayolas, se afirm贸 la autoridad del capit谩n Irala en su car谩cter de teniente de gobernador acatado por los Oficiales Reales y pobladores.

El asiento formado originariamente por la guarnici贸n con car谩cter provisorio, iba arraigando y requer铆a complementos que aseguraran su estabilidad.

En lo que se refiere a la parte eclesi谩stica, el 11 de agosto de 1539 se nombr贸 primer capell谩n al padre Francisco de Andrada, a quien el teniente de gobernador Irala agreg贸 el 10 de junio del a帽o siguiente, el racionero Juan Gabriel de Lascano.

Carecemos de datos que se refieran al culto que entonces se prestara a la Patrona, lo cual nos permite suponer que ser铆a el habitual en casos an谩logos.

La diseminaci贸n de las fuerzas castellanas entre diversos centros de poblaci贸n, acordaba a cada uno de ellos, un n煤mero de pobladores tan reducido que hac铆a imposible no s贸lo acrecentar la conquista, sino hasta darle seguridad. Su n煤mero los condenaba a perecer bajo el ataque de los indios, incomparablemente m谩s numerosos.

Con el objeto de obviar este peligro y no anular los sacrificios realizados, se despobl贸 el puerto de Buenos Aires, de vida estacionaria y l谩nguida, reconcentr谩ndose todo el elemento europeo en Asunci贸n.

De regreso, ya en este puerto, el general Irala procedi贸 a convertir la Casa-fuerte en Ciudad el 16 de septiembre de 1541, con el nombramiento de cabildantes, reparto de solares y otras medidas conducentes al fin propuesto, de robustecer la conquista.

Tambi茅n dispuso la ampliaci贸n de la Capilla, cuya capacidad resultaba insuficiente ante el aumento de la poblaci贸n.

El templo estuvo bajo la advocaci贸n de Nuestra Se帽ora de la Encarnaci贸n y fue el parroquial primitivo.

Un incendio producido el 4 de febrero de 1543 redujo a cenizas la mayor parte de la Ciudad y entre los edificios destruidos se cont贸 la iglesia. Pero al d铆a siguiente se reuni贸 el Cabildo en acuerdo y resolvi贸 se edificara otra de mayor tama帽o.

El gobernador Cabeza de Vaca dispuso que se alzara sobre el mismo sitio donde estuvo la Casa-fuerte, n煤cleo de la poblaci贸n, y daba el ejemplo a los pobladores, ayudando personalmente en las obras de construcci贸n.

Al partir Cabeza de Vaca para el norte, orden贸 se continuara el trabajo con especial dedicaci贸n, como se hizo, termin谩ndola durante su ausencia el teniente de gobernador Juan de Salazar de Espinosa.

Mientras tanto la Ciudad sucesora de la precaria Casa-fuerte provisoria se convirti贸 en el centro desde el cual irradiaron las expediciones que conquistaron y poblaron una vasta porci贸n del territorio americano para la Corona de Castilla, mereciendo el dictado de 鈥渃iudad madre鈥, por el n煤mero de las que form贸 con sus hijos.

Unos a帽os m谩s tarde, el gobernador Irala ante el desenvolvimiento alcanzado por la Ciudad y la importancia adquirida con la erecci贸n de su Iglesia en Obispado, resolvi贸 hacer edificar un nuevo templo con categor铆a de Catedral, y se hallaba ocupado en inspeccionar el corte de maderas para dicha obra, cuando enferm贸, falleciendo el 3 de octubre de 1356.

LA CONQUISTADORA

Hasta aqu铆 hemos historiado la imagen que era llamada con toda justicia 鈥淟a Conquistadora鈥, por cuanto vino en la primera armada destinada a conquistar el Rio de la Plata, acompa帽贸 a los castellanos en sus empresas in铆ciales, siendo su consuelo en horas de desaliento, cuando el hombre se reconoce inmensamente peque帽o y dirige sus miradas a quien lo puede todo, implorando su ayuda.

Particip贸 en jornadas verdaderamente conquistadoras, subi贸 hasta La Candelaria en uno de los bergantines de Ayolas y asisti贸 a la fundaci贸n de la Casa-fuerte de la Asunci贸n, como se ha visto.

De manera que su nombre lo adquiri贸 en buena ley. Fue realmente la primer imagen conquistadora que conozcamos, por su origen y las empresas a que concurri贸.

No he hallado referencias relativas a las ceremonias celebradas durante los primeros a帽os de Asunci贸n coma Casa-fuerte y ciudad en ocasi贸n de la fiesta que la Iglesia le dedica el 15 de agosto.

Es de suponer que no habr谩n diferido de lo que fueron sus similares en otras ciudades de Am茅rica. La situaci贸n econ贸mica de cada vecindario era lo que graduaba su mayor o menor esplendor.

Indudablemente, dentro de lo que se pod铆a hacer en Asunci贸n, habr谩n tenido un brillo excepcional, seg煤n se desprende de las actas capitulares que de fecha algo posterior, me ha sido dable consultar. En ellas se mencionan los festejos p煤blicos, religiosos y demostraciones oficiales que autoriz贸 y reglament贸 el Cabildo de la Ciudad.

En la Iglesia Catedral se celebraba un novenario de misas cantadas que terminaba la v铆spera de la festividad del 15 de agosto, siendo a cargo del Cabildo la limosna acostumbrada, costeada con los propios de la Ciudad.

Pero el pueblo, a pesar de la larga tradici贸n que rodeaba a la Imagen, de las muchas generaciones que le hab铆an confiado sus cuitas, implorando su consuelo en momentos de dolor y del respeto que inspiraba a los fieles, comentaba descontento, que se tuviera por Patrona, a una imagen que representaba a Nuestra Se帽ora de la Concepci贸n, siendo titular, la de la Asunci贸n.

El can贸nigo de la Catedral, doctor don Alonso Delgadillo y Atienza, dando o铆dos a la continua protesta de los asuncenos, encarg贸 una imagen de dicha advocaci贸n a un taller de N谩poles, de donde lleg贸 a la capital del Paraguay el a帽o de 1742.

Despu茅s de recibirla, parece que el can贸nigo doctor Delgadillo desisti贸 de propiciar la sustituci贸n de 芦La Conquistadora禄 por la nueva efigie, pues la regal贸 a su sobrina do帽a Lorenza Delgadillo, casada recientemente con don Juan Antonio de Zavala, y al ofrec茅rsela dijole que la colocara en el oratorio de su casa y la tomara por protectora en el trance de dar a luz a su primog茅nito pr贸ximo a nacer, y que luego fue el can贸nigo lector doctor don Juan Antonio de Zavala y Delgadillo.

La Imagen Patrona estaba entonces, al cuidado de do帽a Mar铆a de Garay, madre de do帽a Lorenza y dama de grandes prestigios en la sociedad asuncena, por sus dotes personales y antecedencia familiar.

Do帽a Lorenza cumpli贸 los deseos de su t铆o y la imagen pas贸 a ocupar un sitio preferente en el oratorio particular de los Zavala, donde la visitaron personas de todas las clases sociales, atra铆das por la fama de su hermosura, largamente comentada.

Poco a poco fue creciendo el deseo de pedirla para el culto p煤blico, como Patrona del Paraguay, en reemplazo de 芦La Conquistadora禄.

Los ruegos llegaron a ser tan insistentes que la misma Curia Eclesi谩stica dirigi贸 un petitorio al general don Juan Antonio de Zavala y a do帽a Lorenza Delgadillo, quienes accedieron a los ruegos, pero bajo la condici贸n de conservarla en su poder y propiedad, aun cuando fuera llevada a la Catedral para tributarle all铆, el homenaje y culto que le correspond铆a.

鈥淟a Conquistadora鈥 fue desarmada y guardada cuidadosamente en la casa de Zavala, para quienes adem谩s de la veneraci贸n que les merec铆a como objeto sagrado, representaba una tradici贸n de familia, por tenerla a su cuidado de padres a hijos.

Sigui贸 as铆, envuelta y depositada hasta ya entrado el siglo XIX, en que do帽a Petrona de Zavala, nieta de do帽a Lorenza Delgadillo y casada con el capit谩n don Juan Jos茅 de Macha铆n, ante el pedido de su hija Marta, accedi贸 a armarla de nuevo para su oratorio y a帽os m谩s tarde, la colocaban en el altar que siempre o habitualmente adornaban para la procesi贸n de Corpus.

El presidente L贸pez la dese贸 y as铆 lo hizo saber a la se帽ora de Macha铆n por medio de don Manuel Pedro de Pe帽a. La Imagen le fue entregada y la puso en el oratorio de su casa particular.

Al terminar la guerra contra la Triple Alianza, se la encontr贸 en la iglesia de Villa Occidental, donde se la veneraba bajo el titulo de Nuestra Se帽ora de las Victorias, sin saberse las circunstancias que la llevaron all谩, donde estuvo hasta que un incendio destruy贸 el templo. Entonces la retiraron, pero con tantos desperfectos que se consider贸 imposible su restauraci贸n.

La cabeza casi carbonizada, fue entregada a do帽a Andrea G. de Guerrero, quien la ofreci贸 a do帽a Joaquina Macha铆n, y 茅sta, despu茅s de alg煤n tiempo, la dio al doctor Manuel Dom铆nguez, a cuyo fallecimiento parece que ha desaparecido.

As铆 concluy贸 la Imagen que bajo las sucesivas denominaciones de La Concepci贸n, La Asunci贸n y Las victorias, particip贸 de todas las alternativas del pueblo paraguayo desde el momento en que un pu帽ado de soldados castellanos llego a la tierra de los carios y con valor legendario coloniz贸 el Rio de la Plata.

De ella s贸lo subsisten las andas y el arco de plata cuyos rayos flam铆geros alternan con otros rectos. Dichas piezas fueron mandadas hacer por el general don Juan Antonio de Zavala, como albacea del Maestro don Jos茅 Canales, donante de la plata necesaria para la obra. El friso de las andas est谩 adornado con una hermosa guarda repujada, muy t铆pica de la 茅poca. En la parte superior del arco, se lee una inscripci贸n que dice: 鈥淣os da en synco letras Marya gran aplauso y alegrya鈥, teniendo en los montantes laterales as铆 como en el sost茅n posterior, otros dibujos igualmente repujados; constituyendo un valioso ejemplar de plater铆a art铆stica colonial.

El arco en cuesti贸n no es meramente decorativo, como creen muchas personas al verlo cubierto por las flores con que suelen adornarlo. Al contrario, forma parte integrante y distintiva de las im谩genes espa帽olas de la virgen, desde 茅pocas remotas.

El reverendo padre Guillermo Furlong Cardiff, S. J., refiri茅ndose a una imagen de la cual me ocupar茅 enseguida, dice: 鈥淚m谩genes de la Virgen con aureola de rayos a la manera de los que decoran el lienzo santafesino abundan ciertamente. Desde fines de la Edad Media hasta nuestros d铆as y aun en pueblos alejados de toda influencia hisp谩nica鈥, etc. y cita numerosos ejemplos reproduciendo algunas de ellas. (1)

Seg煤n el mismo autor, es probable que tuviera su origen en las palabras del Apocalipsis, capitulo XII, que dice: 鈥淯n gran prodigio apareci贸 en los cielos. Una mujer vestida de luz y la luna debajo de sus pies, en su cabeza una corona de doce estrellas.鈥

Efectivamente muchas im谩genes antiguas tienen la aureola y se la ve en especial, en las espa帽olas con la advocaci贸n de Nuestra Se帽ora de la Concepci贸n, desapareciendo en casi todas con el transcurso del tiempo, aunque subsiste en algunas como ser la de Nuestra Se帽ora de Guadalupe, en la de Luj谩n y en otras que se encuentran en capillas o viejas iglesias coloniales esparcidas por nuestro territorio y colecciones o museos. La imagen a que se refiere el padre Furlong, es la llamada Nuestra Se帽ora de los Milagros, que se venera en Santa Fe; posiblemente reproducci贸n de la que el beato padre Roque Gonz谩lez de Santa Cruz llevaba en sus misiones catequ铆sticas y fuera destruida en el momento de su martirio.

La circunstancia de ser llamada 鈥淟a Conquistadora鈥 como la Patrona del Paraguay; de haber sido pintada probablemente en Asunci贸n, de donde sali贸 el padre Roque y la existencia de una aureola semejante a la suya, nos autoriza a pensar que el cuadro del beato Gonz谩lez de Santa Cruz, fue una reproducci贸n en tela, de la imagen en bulto que se veneraba all铆, desde su origen. M谩xime si tenemos presente que el nombre com煤n con que se conoce a ambas im谩genes, no es el de ninguna de las advocaciones de la Virgen y califica mejor las actividades castellanas que las de los hijos de Loyola, quienes fueron misioneros, pero no conquistadores.

(1) Nuestra Se帽ora de los Milagros.

NUESTRA SE脩ORA DE LA ASUNCI脫N

Despu茅s de adoptada la nueva Imagen como representaci贸n de la Patrona, comenz贸 a recibir el culto p煤blico y ser objeto de la veneraci贸n de los fieles, reemplazando totalmente a 鈥淟a Conquistadora鈥. La sustituci贸n no modific贸 nada los usos establecidos desde el origen de Ciudad y la familia de Zavala continu贸 con el cuidado y arreglo de la nueva, como lo hab铆a hecho con la antigua.

Algunos a帽os m谩s tarde, el ilustr铆simo se帽or obispo don Manuel Antonio de la Torre dispuso que se levantara un inventario general de los bienes sagrados y as铆 se hizo con fecha 9 de julio de 1763. (1)

Entre dichos bienes debieron figurar las alhajas, ornamentos y objetos de pertenencia de la Imagen Patrona, muchos de los cuales eran donativos del general Zavala y de su esposa do帽a Lorenza Delgadillo.

Cerca de un siglo pas贸 despu茅s, sin ocurrir nada digno de se帽alarse en la historia de la sagrada Imagen, a pesar de los acontecimientos pol铆ticos que tanto cambiaron el curso de la vida institucional del Paraguay. La religiosidad del pueblo, el respeto devoto de sus guardadores y la consideraci贸n general que 茅stos merec铆an, la preservaron de cualquier accidente que de otro modo hubiera podido sufrir con el cambio de r茅gimen que trajeron la Independencia y los gobiernos dictatoriales que vinieron luego.

(Ver ap茅ndice A)

Al finalizar la guerra contra la Triple Alianza, el mariscal presidente L贸pez oblig贸 a los habitantes de la Capital, a retirarse de ella y seguir al ej茅rcito en su marcha hacia la Cordillera, con abandono completo de sus hogares y bienes.

La Imagen Patrona estaba entonces, en poder de do帽a Marta Macha铆n y do帽a B谩rbara Macha铆n de Haedo, las cuales tuvieron igualmente que salir de la Capital.

Al hacerlo llevaron lo m谩s estrictamente necesario para su uso personal, pero temerosas de dejar abandonada la sagrada Imagen en la casa cerrada, expuesta a las contingencias de una ocupaci贸n por tropas extranjeras, la llevaron consigo, as铆 como, todos los objetos que pertenec铆an a la Virgen.

Se hallaban cerca de Caacup茅 en v铆speras de las festividades patronales de agosto, cuando el padre Fidel Ma铆z en nombre de madama Linch pidi贸 la Imagen 鈥渁dornada con todas sus joyas鈥, para disponer la fiesta del 15, en el templo de dicho pueblo. El 鈥渄eseo鈥 de la favorita fue satisfecho y la Imagen enviada como hab铆a ido solicitada.

Desde ese momento no volvi贸se a saber nada de ella ni de sus alhajas.

Varias versiones corrieron respecto a la suerte que hab铆a cabido despu茅s del desastre final. Unos la dec铆an perdida durante la retirada de L贸pez; otros, que los brasile帽os se hab铆an apoderado de ella y llevado entre los objetos que tomaron a los paraguayos cuando 茅stos fueron alcanzados; algunos cre铆an que hab铆a sido escondida en los montes para evitar su profanaci贸n y p茅rdida.

Todas eran suposiciones, pues nadie sab铆a nada.

Paso bastante tiempo y cuando ya no se ten铆a esperanza de recuperarla, una ma帽ana al limpiarse los altares de la Catedral, se vio sobre uno de ellos, un bulto envuelto en un pa帽o negro. Abierto result贸 contener el busto de la virgen, algo estropeado, pero f谩cilmente restaurable.

Inmediatamente se avis贸 al doctor Facundo Macha铆n, sobrino de do帽a Marta Macha铆n y do帽a B谩rbara Macha铆n de Haedo, para que les comunicara el hallazgo al Rosario de Santa Fe, donde se encontraban en aquel momento. Y poco m谩s tarde, fu茅les enviado para su arreglo.

Un tiempo despu茅s apareci贸 una mano en Humait谩, sin que se supiera c贸mo habla ido a parar all铆.

A poco de haber regresado a Asunci贸n, en 1872, cuentan en casa de Macha铆n, que en el barrio de 鈥淵heua-rasa鈥 se encontraba la otra mano. Enseguida fueron all谩 y efectivamente la hallaron en un rancho, cuyos ocupantes la entregaron sin oponer ning煤n inconveniente, quedando completa, desde entonces.

En 1877, la Iglesia del Paraguay se hall贸 en entredicho, por cuya raz贸n la se帽ora do帽a B谩rbara Macha铆n de Haedo, se neg贸 a prestar la Imagen para la funci贸n habitual del 15 de agosto.

Como consecuencia de esta actitud, el gobierno que presid铆a el se帽or Uriarte entabl贸 una acci贸n judicial reclamando la entrega de la efigie. Sosten铆a que era propiedad del pueblo paraguayo y que la se帽ora de Haedo solamente estaba encargada de la guarda y cuidado para su conservaci贸n y adorno.

Durante el curso del juicio, varias personas conocedoras de los sentimientos piadosos de la se帽ora de Haedo y de los motivos que la hab铆an guiado, intervinieron para que arribaran a un acuerdo y lo consiguieron. Mediante 茅l, la se帽ora do帽a B谩rbara Macha铆n de Haedo ced铆a la Imagen a 鈥渓a Naci贸n e Iglesia鈥 del Paraguay y se le reconoc铆a el cargo y t铆tulo de Mayordoma de la Virgen, con los mismos derechos tenidos hasta entonces en lo referente a su guarda y cuidado.

Con motivo del proceso se levant贸 un nuevo inventario de los objetos que eran de pertenencia de la Virgen.

Queda por mencionar las dos esculturas que se colocan a ambos costados de la Imagen, representando unos ni帽os. Proceden de los objetos de la Compa帽铆a de Jes煤s, subastados despu茅s de su expulsi贸n y adquiridos por el can贸nigo doctor don Juan Antonio de Zavala y Delgadillo. A su fallecimiento ocurrido el 26 de diciembre de 1796; los dej贸 para que acompa帽aran siempre a la Virgen de la Asunci贸n, como se viene cumpliendo.

En el inventario y tasaci贸n testamentaria de sus bienes se les menciona, en los siguientes t茅rminos: 芦Dos ni帽os el uno de Pacion y el otro de Gloria ambos de bulto en 80 pesos cada uno禄, y en la partici贸n: 鈥淪epar谩ndose ambos ni帽os efigies de bulto de N. Se帽or, el uno de Pasi贸n y el otro de Resurrn cuyo valor es de 80 pesos plata鈥.

LAS FIESTAS DE LA VIRGEN

Se repite continuamente que durante el periodo colonial la vida era mon贸tona y se deslizaba con un ritmo invariable, pues era raro que acaeciera 聽un suceso que lo alterara.

Esto es una verdad muy relativa. Efectivamente en nuestras ciudades no repercut铆an los acontecimientos mundiales como sucede en el presente, pero ello no implica ausencia de asuntos que pudieran preocupar a sus habitantes. Los hab铆a y seguramente alcanzaban una trascendencia que hoy nos parecer铆a desproporcionada con su causa, aunque otra cosa pensaran entonces.

Un rozamiento entre Gobernador y Obispo por un detalle de etiqueta; la rivalidad entre dos comunidades religiosas; un chisme social y las noticias llegadas de la Metr贸poli u otras ciudades americanas, bastaban para sostener el comentario en tertulias y corrillos por largo tiempo, apasionando los 谩nimos y originando conflictos hasta llegar a alterar la vida de la Ciudad.

A estas causas imprevistas se sumaban las que no por ser peri贸dicas y esperadas, interesaban menos, como suced铆a con las ceremonias del culto, renovadas cada a帽o y siempre propicias para festejos y expansiones p煤dicas.

Los motivos eran variados y abundantes pues a los dias se帽alados para honrar a los titulares de los templos, conventos y cofrad铆as, se agregaban las festividades de los diversos Patronos que en el curso de los a帽os los creyentes hab铆an designado por variadas causas.

A estos festejos religiosos se sumaban otros organizados por las autoridades civiles, que se asociaban a aqu茅llos dando mayor realce a las ceremonias.

Sin embargo y a pesar de todo, las festividades de los Patronos primitivos, Nuestra se帽ora de la Asunci贸n, del Paraguay, y San Blas, de la Ciudad, (Ver ap茅ndice I) alcanzaban el mayor brillo y subsist铆an siempre; especialmente la primera, que en raz贸n de su investidura se festejaba en otros pueblos al mismo tiempo.

Las Casas Capitulares se aderezaban y en la plaza se colocaban palcos y empalizadas para celebrar el t铆pico 芦juego de ca帽as禄, infaltable en todos los regocijos castellanos.

Evocativo de los torneos de la Edad Media, con influencia de las fantas铆as 谩rabes, era ocasi贸n propicia para mostrar destreza en el manejo de las armas, dotes de jinete y pretexto para lucir prendas ostentosas, pues en esas oportunidades tomaban parte, por los menos, cuatro cuadrillas cuya presentaci贸n en la Plaza era festejada con aclamaciones por el p煤blico y aplaudidos sus vistosos indumentos y lujosos aderezos.

Al anochecer hab铆a iluminaci贸n general. Las calles siempre obscuras, parec铆an brillantes a la luz de las candilejas y farolillos, que puestos en las cornisas y aleros, semejaban luci茅rnagas se帽alando las l铆neas de los edificios. Luego el 芦Ilustre Cabildo y Regimiento de la Ciudad禄 montado a caballo, recorr铆a las calles haci茅ndose acompa帽ar por alg煤n gremio para mayor lucimiento. En 1769 toc贸le al de pateros, que lo hizo 鈥渃on inbenciones禄.

En el hogar de los Zavala la animaci贸n originada por los preliminares de la fiesta de la virgen, alcanzaba la mayor intensidad, pues los preparativos requer铆an bastantes d铆as de tareas y consultas, hasta tener terminado cuanto se refer铆a al arreglo de la Imagen y adornos de las andas y altar.

Parientes y amigas, a las cuales se agregaban devotas y promesantes, rivalizaban en la tarea. Mientras unas daban brillo a la plata de las andas y arco, o colocaban flores, otras se ocupaban de la vestiduras y peinado de la Imagen, inagotable tema de discusiones y conflictos por ser de excepcional importancia para el elemento femenino.

Un continuo entrar y salir de la casa se帽alaba la agitaci贸n interior. Se enviaban las cortinas y adornos para el altar de la Catedral y all谩 se dirig铆an algunas de las cooperadoras, para prepararlo, mientras las restantes prestaban ayuda o daban indicaciones para el m谩ximo lucimiento de la Imagen. Mezcladas a 茅stas nunca faltaban las que s贸lo miraban, daban consejos que nadie les ped铆a o criticaban lo que ellas no hac铆an.

Por fin llegaba el momento de conducir la Imagen al templo, generalmente la v铆spera de la festividad. De la Curia iban las autoridades que deb铆an encabezar la procesi贸n. Esta se organizaba y pon铆a en marcha.

El momento en que la sagrada Imagen aparec铆a en la puerta era de intensa emoci贸n para el p煤blico que no la ve铆a desde el a帽o anterior y esperaba fuera para acompa帽arla.

Avanzaba pausadamente por el profundo zagu谩n, destac谩ndose rutilante en el fondo obscurecido por la sombra de las plantas y del corredor en las horas crepusculares de la tarde. Al alcanzar el dintel de la puerta era necesario inclinarla algo, a fin de evitarle un tropiezo. Peque帽o movimiento de gran significaci贸n pues semejaba la reverencia con que una Reina bien amada, retribuye el saludo de sus s煤bditos.

En la calle se organizaba la procesi贸n definitivamente despu茅s del revuelo indispensable para que cada uno ocupara su sitio.

Abr铆a la marcha el portaestandarte de la Virgen, generalmente alg煤n joven de la familia; luego ven铆an el clero, las cofrad铆as y los fieles flanqueados por fuerzas militares con sus armas y banda de m煤sica.

Las andas tomadas por devotos o promesantes y seguidas por la multitud, se pon铆an en marcha hacia la Catedral, donde eran colocadas en el altar resplandeciente de luces y cubierto de flores, que previamente le labia sido preparado.

El 15 de agosto se renovaba la escena con la procesi贸n solemne de su festividad. Las autoridades civiles acompa帽aban a las religiosas en el recorrido de la plaza y calles, prestando su concurso en se帽al de homenaje y fe, mientras las campanas, echadas a vuelo, saludaban alborozadas su marcha.

Unos d铆as m谩s tarde, terminadas las ceremonias religosas, la Imagen era de nuevo reintegrada a su casa, con el mismo ceremonial y colocada en el oratorio que se preparaba en la sala principal, que permanec铆a abierta a cuantos quisieran testimoniarle su devoci贸n.

As铆 transcurri贸 el periodo colonial y se inici贸 el independiente, sin cambio apreciable en esta parte de vida religiosa de la Capital.

Las primeras referencias que encuentro relativas a las fiestas patronales posteriores al 14 de mayo de 1811, son las contenidas en el 芦Diario禄 del coronel don Jos茅 Antonio de Zavala y Delgadillo, (err贸neamente atribuido a don Juan M. de Grance, hasta hace poco tiempo).

Corresponden al viernes 14 de agosto de 1812, en cuya fecha anota que hubo bando ordenando la iluminaci贸n de las calles esa noche, por la festividad; y al siguiente d铆a, s谩bado 15 de agosto, escribe: 鈥淎l salir el sol hubo salva de artiller铆a, se enarbol贸 el tricolor y al comenzar la misa mayor arriaron 茅ste y alzaron otro pabell贸n tricolor, pero con list贸n ancho blanco en medio, colorado angosto arriba y azul abajo; con las armas de la ciudad y las del Rey por otro en el blanco. Hubo fuegos de artiller铆a al alzar y concluir la misa.鈥 (2)

Como se ve, la festividad de la Virgen de la Asunci贸n fue la fecha elegida para enarbolar por primera vez el pabell贸n que con ligeras variantes, ha sido y es, el distintivo de la Naci贸n paraguaya.

Durante los primeros a帽os del gobierno del doctor Francia como dictador, parece que las ceremonias en homenaje a la Virgen matrona no fueron interrumpidas.

Al menos as铆 lo hace suponer un decreto pregonado pocos d铆as despu茅s de asumir la Dictadura Perpetua, que dice as铆: 芦Por quanto ma帽ana quince del corriente se celebra la festividad de la Asunci贸n de Nuestra Sa. Patrona Titular de esta Provincia, cuya memoria debemos festejar con todas las demostraciones visibles que manifiesten nuestro regocijo. Por tanto ordeno, que se iluminen generalmente en esta noche todas las calles de esta Ciudad, y que ma帽ana concurran las Corporaciones e Individuos de ambos sexos a la Santa Iglesia Catedral a rogar por el aumento de la Religi贸n, y felicidad de la Rep煤blica.,禄

鈥淒ado, en esta Ciudad de la Asunci贸n, Capital del Paraguay, a catorce de Agosto de mil ochocientos diez y seis. Jos茅 Gaspar de Francia.禄 (3)

Seg煤n el doctor Justo Pastor .Ben铆tez esta ceremonia fue la 煤ltima que el Supremo Dictador Perpetuo del Paraguay permiti贸 realizar p煤blicamente, pero parece que no obstante la prohibici贸n de car谩cter general en cuesti贸n, tendiente a evitar aglomeraciones que pudieran encubrir motines o atentados, a veces se alcanzaba venia para interrumpirla mediante la gesti贸n de un permiso que deb铆a ser solicitado y acordada en cada caso. Al menos 茅sta es la consecuencia que se saca de lo escrito por los se帽ores Mongester y B贸glich, en una obra donde se encuentran muchos datos recogidos de labios de personas que hab铆an vivido bajo la dictadura y contaban numerosos sucesos de aquellos que por su 铆ndole no se documentan, a pesar de caracterizar perfectamente una 茅poca o persona. (4)

En la p谩gina 160, al hacer la cr贸nica de 1836, dicen: 芦En los primeros d铆as de agosto, el vicario y algunos sacerdotes solicitaron permiso al Dictador para festejar con una procesi贸n el 15 del mismo mes, fecha conmemorativa del tercer centenario de la llegada a la Capital de la Imagen de la Asunci贸n, para cuyo efecto se entrevistaron primero con Do帽a Francisca Macha铆n, que era la que pose铆a la imagen, habiendo accedido gustosa al pedido que se le habla hecho, y acto continuo visitaron al Dictador exponi茅ndole los prop贸sitos que ten铆an. 禄

(2) Revista Nacional - 111, 251.

(3) Justo Pastor Ben铆tez. La vida solitaria del Dr. Jos茅 Gaspar de Francia. 210.

(4) El Dictador del Paraguay, D. Jos茅 Gaspar Rodr铆guez de Francia.

鈥淓l dictador les contest贸, que como concesi贸n especial otorgaba el permiso solicitado para la procesi贸n, siempre que dicha imagen quedase colocada en el altar mayor de la Iglesia de la Encarnaci贸n, pues ese era el lugar adonde deb铆a estar y consultada Do帽a Francisca Macha铆n por el vicario si conceder铆a desprenderse de la Imagen para ser colocada en el sitio indicado por el Dictador, contest贸 que lamentaba mucho no poder desprenderse de la Imagen, porque era una antigua reliquia de la familia, que deseaba conservar en casa. Con este motivo la procesi贸n no se efectu贸鈥.

鈥淓l clero conoc铆a el origen glorioso de tan venerada Imagen y por eso quer铆a festejar el d铆a 15 de agosto del a帽o 1836 con una procesi贸n, recordando que el mismo d铆a y mes del a帽o 1536, el Capit谩n Espa帽ol Don Juan de Salazar Espinosa desembarc贸 con ella en el mismo puerto adonde se encuentra hoy la Capital del Paraguay鈥.

La persona aludida por los autores en cuesti贸n, no era do帽a Francisca Macha铆n, sino su cu帽ada do帽a Petrona de Zavala, reciente viuda de Macha铆n.

Este incidente al parecer insignificante, sirve para poner de manifiesto el temple de un alma y demostrar c贸mo no hay poder humano que consiga doblegar por medio de vej谩menes y persecuciones a una persona consciente de la justicia y dispuesta a conservar inc贸lume el honor de sus mayores.

As铆 lo demostr贸 do帽a Petrona de Zavala, pues seg煤n veremos, en esa fecha hacia apenas dos meses y medio que su marido don Juan Jos茅 de Macha铆n, hab铆a sido fusilado por orden del dictador Francia despu茅s de tenerle encarcelado alrededor de catorce a帽os, y est谩ndolo a煤n, varios de sus hermanos.`

De los a帽os que siguieron sometidos a la dictadura, no he encontrado datos en cuanto tengan atingencia con el objeto del presente estudio.

A帽os sombr铆os, durante los cuales pareci贸 obscurecerse el cielo asunceno y nublarse su sol.

A帽os que pasaron arrastr谩ndose angustiosamente, llenos de l煤gubres presagios y dolorosas realidades. A帽os de incertidumbre permanente, vividos en la espera sin tregua, de un peligro oculto, de una amenaza en acecho, de una desgracia presentida.

A帽os de desconfianza, en que se tem铆a todo y se sospechaba de todos, del pariente, del, amigo, del esclavo, del confesor, de la sombra que proyecta un 谩rbol, de la esquina que avanza en la acera, de una puerta que golpea el viento...

A帽os que desorganizan la familia, persiguiendo a los padres, apresando a los maridos, castigando a los hijos, prostituyendo a las hijas, bastardeando a los nietos.

A帽os que cerraron las escuelas y llenaron las prisiones.

A帽os que mataron el comercio y amordazaron la justicia.

A帽os de atmosfera de plomo, irrespirable, que acallaron las guitarras, las arpas y los cantos y oyeron los quejidos de los presos y los ayes de la 鈥淐谩mara de la Verdad鈥.

A帽os que bajo la m谩scara de mejoras edilicias, el temor a un atentado manej贸 la piqueta y el hacha, derribando casas, talando arboledas y naranjales que alegraban la vista, perfumaban el aire y anidaban p谩jaros.

A帽os que no construyeron nada, dejaron escombros cubriendo el suelo de la Ciudad y luto en los hogares.

A帽os de lento pasar, de recuerdo imperecedero, piadoso para las v铆ctimas, de horror para el victimario.

A帽os a los cuales pueden aplicarse lo que T谩cito escribi贸 sobre el terror en Roma: 鈥淛am谩s como entonces rein贸 la consternaci贸n y el sobresalto en Roma. Se temblaba aun estando entre los parientes m谩s pr贸ximos. Nadie se atrev铆a a acercarse a nadie, ni menos a hablar. Conocido o desconocido, todo o铆do era sospechoso. Hasta las cosas inanimadas y mudas inspiraban recelo: sobre los muros y los tabiques se paseaban las miradas inquietas.禄 (5)

Y cuando al fin desapareci贸 esta opresi贸n y los hombres, de nuevo recuperaron su condici贸n de seres humanos, se lleg贸 al gobierno presidido por don Carlos Antonio L贸pez, que aparece brillante por contraste con el anterior del doctor Francia y el siguiente del mariscal Francisco Solano L贸pez.

Las ceremonias p煤blicas del culto fueron restablecidas y volvieron a tener el auge de otros tiempos.

No me ha sido dable encontrar cr贸nicas de las primeras ceremonias con que el pueblo de Asunci贸n festej贸 el d铆a de la Virgen, pero en los n煤meros de 芦El semanario de avisos y conocimientos 煤tiles禄 que hac铆a las veces de publicaci贸n oficial, se hallan los siguientes datos.

En 1858 dice: 芦Pocas veces hemos visto el templo tan concurrido. Desde la v铆spera se anunci贸 la festividad con iluminaciones, fuegos artificiales y continuado y alegre repique de campanas. Despu茅s de la misa mayor del d铆a designado, hubo procesi贸n, aparecieron por los aires, infinidad de vistosos papeles de colores con armoniosos y sentidos cantos en loor a la Sant铆sima Virgen y compuestos por devotos paraguayos.禄

En la secci贸n 芦Revista del mes禄 se confirma esta impresi贸n diciendo: 鈥淓l d铆a de la Asunci贸n, patrona del Paraguay, hubo solemnes funciones religiosas en nuestra Santa Catedral, adonde acudi贸 una concurrencia numerosa鈥.

En 1859: 鈥淔estividad de la Asunci贸n. El a帽o de 1859 se ha singularizado de una manera notable en la festividad que se ha consagrado a Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n patrona de la Rep煤blica鈥.

芦La Santa Iglesia Catedral ha solemnizado este aniversario con una pompa extraordinaria. La funci贸n del primer d铆a llam贸 la atenci贸n de los fieles concurrentes a estas sagradas ceremonias. La Iglesia ha desplegado un lujo y un fausto que pocos a帽os han conocido igual. Durante los tres d铆as ha estado de manifiesto su Divina Majestad, el templo ha estado muy concurrido y los ritos observados con aquella santa contemplaci贸n que inspiran semejantes actos. La m煤sica del coro, un excelente piano pulsado por una mano diestra han contribuido a inspirarnos un santo y melanc贸lico recogimiento con sus dulces y tranquilos aires.禄

鈥淟a procesi贸n estuvo lucida y excesivamente concurrida, d谩ndole nuevo brillo las tropas de la guarnici贸n.禄

鈥淢ucho nos ha complacido ver tan festejada por los fieles a la Santa patrona de la Rep煤blica del Paraguay. 禄

En 1861: 鈥淔unciones. Se ha solemnizado a Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, patrona de la Rep煤blica con la pompa y entusiasmo de costumbre.禄

鈥淗ubo gran funci贸n en la Santa Iglesia Catedral, vistosa y concurrid铆sima procesi贸n, serenata militar la v铆spera y el mismo d铆a de la patrona, y la Comisi贸n del Club Nacional dio una tertulia en los salones de aquel establecimiento que dur贸 hasta altas horas de la noche鈥.

A帽o de 1862. 芦La Patrona de la Rep煤blica.禄 鈥淓sta festividad ha sido聽 solemnizada con la pompa acostumbrada en todos los a帽os. La Catedral estuvo extraordinariamente concurrida, al estremo de haber quedado la mayor parte de la

(5) Los anales - 1V - 69.

(6) Delegado apost贸lico. N. del A.

concurrencia en la calle. Asistieron a esta funci贸n dos ilustres prelados, Nuestro obispo diocesano y Monse帽or Marmi arzobispo de Palmira, (6) acompa帽ado de su secretario. Predic贸 el Sor Pati帽o a satisfacci贸n del auditorio. Despu茅s de la funci贸n celebrada en la Santa Iglesia Catedral, sali贸 la procesi贸n seguida de un pueblo numeroso y devoto a la santa imagen y de un batall贸n del regimiento de l铆nea vestido de gala. Al salir la procesi贸n de la iglesia volaron unos versos que el pueblo recogi贸 con af谩n,

Helos aqu铆:

A NUESTRA SE脩ORA DE LA ASUNCION

PATRONA DE LA REP脷BLICA DEL PARAGUAY

Se帽ora, dulce y clemente

que presencias desde el cielo

nuestra s煤plica vehemente

d谩 tu amoroso consuelo

a este pueblo reverente

Con fervorosa espension

te rogamos, madre m铆a,

que en esta santa ovaci贸n,

alivies con mano p铆a

los ayes del coraz贸n.

Oye nuestro humilde acento

la voz del alma sentida,

que entre el placer y el contento

sube ansiosa y repetida

hasta el alto firmamento.

Espejo de la verdad

madre que por nos te afanas

con celeste caridad

riega de flores lozanas

este valle de horfandad.

Y Labra cosecha abundante

en este campo de abrojos

pues alumbrar谩 constante

la luz pura y rutilante

de tus celestiales ojos.

J. A. BERMEJO

Asunci贸n, 15 de Agosto de 1862.

Y haciendo un comentario general agrega;

鈥淓l pueblo se divierte鈥.

鈥淒esde las 10 de la noche hasta las 4 de la ma帽ana ha recorrido las calles de la Capital una brillante serenata seguida de un p煤blico, cuyo n煤mero se ha calculado que debi贸 haber ascendido a unas cuatro mil personas. Se cantaron coplas alusivas a la festividad del d铆a y a la patria.

鈥淟o que hay m谩s que admirar es que a pesar del gran concurso no se oy贸 ni un grito de desorden ni el m谩s leve signo de pendencia. Esto es de recomendar al pueblo paraguayo. Jam谩s se desmanda en presencia de estos desahogos de regocijo y algazara鈥.

Pero los a帽os sombr铆os de la dictadura del doctor Francia hab铆an marcado demasiado el car谩cter de los habitantes de Asunci贸n, para que fuera posible un cambio completo de su vida, a producirse en tan poco tiempo.

De ah铆 que si bien el gobierno que presidi贸 don Carlos Antonio L贸pez era m谩s suave, no obstante persist铆an las mismas normas para regular la vida exterior, que no se transform贸. La autoridad sigui贸 se帽alando las manifestaciones de pena y alegr铆a de los habitantes y gradu谩ndolas de acuerdo con su criterio.

Al toque de queda se suspend铆a toda actividad visible y las calles, sin alumbrado, se volv铆an desiertas. Apenas se ve铆a de tarde en tarde, cruzar la luz vacilante de alg煤n farolillo de manos con el cual un esclavo alumbraba el camino a su amo, llamado o retenido fuera de su casa por asunto impostergable; o acompa帽ando al sacerdote que se dirig铆a junto a un enfermo, en ejercicio de su sagrado ministerio.

El silencio era casi absoluto en la Ciudad.

Sol铆a romperlo de vez en cuando, el ruido acompasado de alguna patrulla que recorr铆a las calles, recordando por acto de presencia, que la autoridad velaba la tranquilidad de sus habitantes.

De rato en rato, un grito m谩s o menos estent贸reo del sereno, anunciaba al vecino desvelado, la hora siempre semejante a todas las otras, cuando no espera nada de ella.

En esas condiciones una fiesta religiosa era buscada ansiosamente, sirviendo de pretexto para expansiones.

No se desperdiciaba y romp铆a la monoton铆a de una vida sin alegr铆as.

A las ceremonias de la Iglesia, se un铆an otras en las cuales participaba el Gobierno, con la cooperaci贸n de todas las clases sociales y la Ciudad tomaba por un momento, aspecto de fiesta y animaci贸n inusitada en ella.

Uno de los n煤meros m谩s populares en dichos festejos, era la retreta, continuadora del cortejo colonial que organizara el 鈥渋lustre Cabildo y Regimiento鈥.

Un oficial encabezaba el desfile al frente de un grupo de soldados marchando en fila, portadores de faroles, cuyo n煤mero as铆 como la composici贸n de la banda de m煤sica depend铆a de la importancia de la fiesta.

Despu茅s segu铆a el pueblo, mezclados hombres y mujeres en marcha regulada por la m煤sica. La banda alternaba sus piezas con el redoble del tambor que combinado con otros sonidos formaban un curioso conjunto, cuyo comp谩s permit铆a no interrumpir el ritmo de la marcha, durante los momentos de descanso de los ejecutantes.

Aqu茅lla era continuada, salvo ciertas paradas que sol铆an hacerse frente a la casa de alg煤n vecino o ministro extranjero a quien se quer铆a honrar de una manera especial.

En las casas del trayecto, amigos y parientes se un铆an a los due帽os, en la puerta y bajo el alero del frente, para ver pasar el desfile y luego de terminado, continuaba la tertulia animada por los j贸venes, bajo la mirada ben茅vola de los mayores.

Generalmente para las diez de la noche deb铆a estar concluido el programa. La tropa volv铆a a su cuartel, en cuya puerta tocaba la 煤ltima pieza, despu茅s de la cual sonaban las campanas de la queda. Los vecinos se retiraban en grupos, comentando los detalles de 鈥渓a funci贸n鈥 mientras las luminarias se extingu铆an paulatinamente y la Capital se sum铆a de nuevo, en un silencio profundo que el ladrido de alg煤n perro hacia parecerlo aun mas.

Poco despu茅s de las fiestas de la Virgen, de 1862, falleci贸 don Carlos Antonio L贸pez y asumi贸 el gobierno su hijo Francisco Solano, quien trat贸 de imprimir mayor brillo a todos los actos de la autoridad, llegando a ser de rigor, manifestar alegr铆a y entusiasmo, aun cuando el dolor y la incertidumbre dominar谩n los esp铆ritus.

Hace pocos a帽os un peri贸dico de Asunci贸n, (7) public贸 unas cr贸nicas oficiales que dan cuenta de las ceremonias celebradas en los a帽os de esa presidencia. Aunque no lo dice el articulista, todo hace suponer que han sido tomadas de 芦El Semanario禄, lo cual no me ha sido posible verificar a causa de no haber conseguido hallar los n煤meros correspondientes a esas fechas. Por ello las transcribo como all谩 se leen:

鈥淓l 15 de agosto de 1863, ofici贸 todav铆a la misa pontifical del d铆a, el anciano obispo Urbieta y una vez m谩s, acaso la 煤ltima, (pues falleci贸 el 11 de enero siguiente) se tuvo ocasi贸n de admirar el melodioso eco de su clara y potente voz, cuyos met谩licos acentos no lograron apagar ni su avanzada edad, ni su estado valetudinario鈥.

鈥淧redic贸 el Pro. Policarpo P谩ez, ex cura de Limpio; y el De谩n Palacios presidi贸 la procesi贸n que sali贸 luego de terminada la misa, con numeroso acompa帽amiento del pueblo estasiado en devoci贸n y un l煤cido batall贸n de infanter铆a de l铆nea de la guarnici贸n de la capital, mientras de las torres echaron a volar profusamente unos impresos alados conteniendo unos versos que el poeta Natalicio Talavera habla escrito dedicados;

A NUESTRA SE脩ORA DE LA ASUNCI脫N

PATRONA DE LA REP脷BLICA DEL PARAGUAY

Humilde elevar queremos

Hasta el cielo donde moras

En estas tranquilas horas

Nuestro acento y nuestro amor,

Pero pobre nuestro canto

Nuestra voz sin armon铆a,

No pueden con melod铆a

Interpretar nuestro ardor.

Vos que veis, Madre amorosa,

Nuestro af谩n ardiente y Santo,

Recibid con nuestro canto

Nuestro coraz贸n tambi茅n:

Recoged de nuestra alma

La devoci贸n que respira

Y lo que puro le inspira

Cuanto hac茅is por nuestro bien.

Mirad, pur铆sima Madre,

Por nuestros hijos queridos,

Que a vuestros pies hoy rendidos

Ofrecen su devoci贸n.

Escuchad nuestra plegaria,

Y aceptando nuestro anhelo,

Alcanzadnos el consuelo.

De constante protecci贸n.

Derramad, Santa Patrona,

Vuestra mirada amorosa

En la tierra do reposa

Vuestros hijos en uni贸n;

Y pues hoy le prodig谩is

La felicidad que alcanza

En vos su bella esperanza

Tendr谩 siempre la Naci贸n.

NATALICIO TALAVERA

芦En el a帽o 1864 pontific贸 el obispo Palacios, con la pompa y solemnidad de costumbre, ocupando la tribuna evang茅lica el presb铆tero cura de Limpio, Ram贸n Ferriol, que como siempre ha dado pruebas de sus dotes oratorias. Terminada la misa sali贸 la procesi贸n de la imagen por la plaza 14 de mayo, presidida por el obispo Palacios con acompa帽amiento del clero, una numerosa concurrencia y un l煤cido piquete de tropas con su banda de m煤sica, dando brillo a la ceremonia religiosa. La festividad sigui贸 tres d铆as como de costumbre, durante los cuales permaneci贸 de manifiesto Su Divina Magestad. La Iglesia y los ministros del altar, agrega la relaci贸n, han contribuido a solemnizar con magnificencia y esplendor tan gran d铆a para la religi贸n y especialmente para el Paraguay. 禄

芦La funci贸n del segundo d铆a ha sido dedicada a la prosperidad del Exmo. Se帽or Presidente de la Rep煤blica. En la noche del 15 hubo un gran baile en la estaci贸n 芦San Francisco禄 (la del Ferro-Carril reci茅n terminada) dado por los se帽ores empleados del departamento de Hacienda y dem谩s ministerios en obsequio al cumplea帽os de S. E. el se帽or presidente (festejado desde el 16 de julio) quien concurri贸 al baile de las 10 de la noche a la 1 a.m. Hizo uso de la palabra el oficial 1掳 del ministerio de hacienda se帽or Luis Caminos.禄

鈥淓n 1865, estallada ya la guerra, no fue menor la magnificencia del festival religioso de la Santa Iglesia Catedral suntuosamente engalanada. La misa principi贸 a las 8 a.m., oficiada por el Vicario general can贸nigo Rom谩n con asistencia de todo el Clero, cuerpo civil y militar y numerosa concurrencia (el Obispo hab铆a partido acompa帽ando al Mariscal). El cura y rector de la Catedral, Jos茅 Gaspar Tellez hizo un elocuente serm贸n. 鈥淚mplor贸 el triunfo para las armas nacionales a esta Reina de los 脕ngeles y Patrona titular del Paraguay鈥. La procesi贸n fue escoltada por un l煤cido piquete de guardias nacionales. 鈥淓sta funci贸n dur贸 tres d铆as consecutivos seg煤n costumbre y en todos los actos de ella los fieles se han dejado ver llenos de aquella devoci贸n y entusiasmo que caracteriza al pueblo paraguayo. Las misas de estos d铆as han sido ofrecidas por la salud y felicidad del muy digno Mariscal Presidente de la Rep煤blica, por el acierto de los valientes Ej茅rcitos Nacionales en operaciones y por la prosperidad de la Patria.鈥

Como sucede siempre, y es humano, cuanto m谩s sufre un individuo o un pueblo, se exterioriza con mayor fervor el esp铆ritu religioso y las oraciones se elevan m谩s ardorosas y vehementes.

Esto tambi茅n acaeci贸 en el Paraguay. La campa帽a militar arreciaba en 1867 y los acontecimientos repercutieron en las ceremonias patronales de la Virgen.

芦El Semanario禄 hizo un llamado con anticipaci贸n.

En 3 de agosto dec铆a: 鈥淔estividad de la Asunci贸n鈥.聽 鈥淓speramos de la piedad del pueblo y especialmente de las se帽oras, que pondr谩n todo el esmero posible para que la festividad de la Sant铆sima virgen, Patrona de la Rep煤blica, se celebre con la solemnidad y pompa que corresponde en los instantes supremos de la Patria鈥.

A estar a la cr贸nica publicada con fecha 17 del mismo mes, los festejos superaron a los de otros a帽os.

芦La festividad de nuestra Se帽ora la Virgen de la Asunci贸n.禄

鈥淗a tenido lugar con la mayor pompa, solemnidad y esmero en la聽 Santa Iglesia Catedral en los d铆as quince, y diez y seis y diez y siete鈥.

鈥淓sa Seren铆sima Se帽ora, Reina de Cielos y Tierra, Patrona titular de la Rep煤blica ostentaba una magnificencia toda divina en su elegante docel, entonces aun m谩s por los delicados y lujosos ornatos que se le hab铆an agregado y su sant铆simo Hijo el Divino Verbo estuvo durante los tres d铆as manifiesto en el augusto Altar que estaba igualmente arreglado con ornamentos y extraordinarias iluminaciones que presentaban una vista religiosamente encantadora鈥.

鈥淟os dem谩s ornatos con que las piadosas se帽oras de la Capital han hermoseado el interior del templo para celebrar dignamente las fiestas religiosas de San Francisco Solano, exist铆an a煤n鈥.

鈥淓n medio de esas grandezas propias del culto Divino y ante la adorable presencia de tal Madre y tal Hijo, el Pueblo Paraguayo dobl贸 sus rodillas con el plausible motivo de celebrar como correspond铆a el d铆a que la Iglesia dedica en honor de la sant铆sima Asunci贸n, o milagroso tr谩nsito de Mar铆a a los Cielos, y de implorar con ardiente fe y confianza, interceda ante su amant铆simo Hijo mire con benignos ojos a la Rep煤blica que se ufana de haberla elegido su Patrona titular y tutelar, y segur铆sima gu铆a de su existencia pol铆tica鈥.

鈥淐ada d铆a terminan las solemnes funciones de ma帽ana con una procesi贸n realizada a toda pompa y magnificencia, dando un incomparable realce a tales actos la muy magestuosa y bell铆sima presencia de Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n cuyos ojos fijos al Emp铆reo, parecia implorar aquellos momentos los auxilios, o contingentes que muy pronto nos van a traer el triunfo final de las armas Nacionales鈥.

芦Los tres d铆as ocuparon sucesivamente la sagrada tribuna el Presb铆tero Ram贸n Ferriol, y los Di谩conos Ciudadanos Roque Campos y Alejandro sosa, sus discursos alusivos al d铆a y la obra magna de la Patria, contribuyeron a elevar el m谩s alto grado de solemnidad e importancia a dichas funciones religiosas. El padre Ferriol luci贸 como siempre, llamando la atenci贸n de su auditorio con su elocuencia e ideas oportunas.禄

芦A las cinco de la tarde del anterior d铆a se solemniz贸 la reserva a m谩s de los actos de costumbre con un discurso que pronunci贸 el presb铆tero Ciudadano Eustaquio Estigarribia haci茅ndose no menos recomendable que los dem谩s mencionados S. S..禄

鈥淗acer menci贸n de la concurrencia, es 煤nicamente \ para expresar a este respecto la m谩s justa y grande satisfacci贸n: el primer d铆a, el d铆a de esa Madre que nos acoge bajo su manto protector, asisti贸 tambi茅n S. E. el Se帽or vice-Presidente con el acompa帽amiento de costumbre.禄

鈥淣o dejaremos de mencionar tambi茅n las elegantes iluminaciones que de noche durante los tres d铆as han tenido lugar en la Plaza 14 de Mayo, casas particulares y especialmente en frente de la Santa Iglesia Catedral donde bajo una forma nuevamente ideada y en verdad muy bonita, han motivado una concurrencia poco com煤n鈥.

鈥淭uvimos pues tres d铆as de verdadera devoci贸n y demostraciones de religiosos efectos, dignos de la Sant铆sima Madre de Dios y Nuestra tambi茅n por doble motivo, de quien tan confiadamente esperamos su soberana protecci贸n en los momentos supremos de la Patria鈥.

Del a帽o 1868 no conozco cr贸nica. Posiblemente la situaci贸n militar y los sucesos de San Fernando, donde fue fusilado el obispo Palacios por orden del presidente L贸pez, no era propicia para festejos.

El 15 de agosto de 1869 se帽al贸 una fecha memorable en los anales del Paraguay.

La Ciudad de Asunci贸n que hab铆a visto comenzar el a帽o con el saqueo de sus comercios cerrados y casas vac铆as, despu茅s de haber sido bombardeada pocos d铆as antes, amaneci贸 engalanada y sus calles habitualmente desiertas, volvieron a ser transitadas por personas que se dirig铆an a la Plaza y Catedral dispuestas a presenciar las ceremonias que se hab铆an anunciado.

Eran 茅stas las que tendr铆an lugar con motivo de instalarse el Gobierno Provisorio, primer gobierno patrio que tomaba a su cargo la enorme tarea de organizar el Pa铆s, establecer las instituciones y resta帽ar las heridas abiertas por la terrible guerra de cuatro a帽os. Efectivamente, esa ma帽ana, en un tablado levantado en la Plaza, se proclam贸 el Triunvirato y sus miembros prestaron juramento en medio de la ovaci贸n de los asistentes, concurriendo luego, al Te Deum que se cant贸 en la Catedral, hall谩ndose ausente la Imagen Patrona por encontrarse all谩 lejos, cerca de la Cordillera, donde los vecinos de Asunci贸n, hambrientos y miserables; hab铆an sido obligados a seguir con los restos del ej茅rcito que el Mariscal L贸pez arrastraba tras de s铆.

En los a帽os siguientes las ceremonias religiosas de las fiestas de la Virgen tuvieron apenas variantes impuestas por la desaparici贸n de su sagrada Imagen, ya referida.

Pero de nuevo en poder de sus due帽as y arreglados los desperfectos que sufriera, volvi贸 a su casa tradicional, cuando las se帽oras Macha铆n regresaron de Buenos Aires, en 1872.

Desde entonces se retomo el culto como por el pasado, sin m谩s interrupci贸n que el originado en 1877, por el entredicho en que estuvo una parte de la Iglesia del Paraguay, felizmente solucionado pronto.

Los cambios pol铆ticos introducidos por el nuevo r茅gimen no alteraron en nada las ceremonias religiosas que volvieron a tener el brillo de 茅pocas anteriores.

La sagrada Imagen era llevada a la Catedral la v铆spera de la fiesta y el 15 de agosto, sacada en solemne procesi贸n que recorr铆a la Plaza. El batall贸n militar que la escoltaba hacia una salva al salir del templo y al pasar por frente al Cuartel de Artiller铆a, hoy demolido, se disparaban 21 ca帽onazos.

Era costumbre que las andas fueran cargadas por algunos oficiales del Ej茅rcito, y asist铆an a las ceremonias las altas autoridades del Estado y la Iglesia. Luego las fiestas se modificaron, simplific谩ndose, pero a pesar de todo, siguen siendo las m谩s imponentes y populares en Asunci贸n; no obstante tener menos magnificencia que en otras 茅pocas.

LAS MAYORDOMAS DE LA VIRGEN

Puede ser aplicado este t铆tulo con o sin derecho legal a llevarlo a todas las se帽oras que tuvieron el cuidado de la Imagen Patrona desde su llegada a Asunci贸n en 1742, puesto que han desempe帽ado las funciones correspondientes a tal cargo, con celo y devoci贸n. Todas ellas, damas ejemplares tanto en sus d铆as de esplendor como en los de persecuciones y pobreza, no han titubeado ni un instante al cumplir su misi贸n en la forma m谩s elevada, sin que vacilara su fe, se aminorara su caridad, ni descuidar谩n las atenciones propias del hogar y rango social que ocupaban.

Corresponder铆a tambi茅n tener un recuerdo para otras se帽oras de la familia y relaciones de su intimidad, que han aportado la ayuda personal o consejo en los momentos necesarios, pero siendo tan numerosas, es imposible hasta hacer un ensayo de enumeraci贸n.


Do帽a LORENZA DELGADILLO

Es la primera a quien le correspondi贸 ocuparse de la actual Imagen. 脕 ella le fue regalada como he dicho, y lo mismo que su marido el general don Juan Antonio de Zavala, se entreg贸 con fervor a su cuidado y culto.

Naci贸 en Asunci贸n. Hija del capit谩n Nicol谩s Delgadillo y de do帽a Mar铆a de Garay. Por ambas l铆neas tenia sangre patricia de conquistadores y ocupaba uno de los lugares m谩s preeminentes de la sociedad paraguaya. Cas贸 con don Juan Antonio de Zavala, maestre de campo general, familiar y alguacil mayor del Santo Oficio, adem谩s de haber ocupado todos los cargos a que pudiera aspirar un vecino durante el periodo colonial.

Due帽os de cuantiosa fortuna, realizaron muchas obras de piedad y beneficencia, singulariz谩ndose su generosidad en donaciones a la virgen de la Asunci贸n, como consta en inventarios y el testamento del general Zavala.

Tuvieron varios hijos, entre los cuales debo citar al doctor don Juan Antonio de Zavala y Delgadillo, doctor en Teolog铆a, can贸nigo lector, comisario del Santo Oficio y provisor del Paraguay. Su devoci贸n a la virgen de la Asunci贸n le movieron a donarla los ni帽os que la acompa帽an (1). Otro de sus hijos fue el coronel don Jos茅 Antonio de Zavala y Delgadillo, de quien me ocupar茅 m谩s adelante.

Do帽a Lorenza Delgadillo falleci贸 en Asunci贸n el 24 de abril de 1794, despu茅s de llevar muchos a帽os de viudez, y la memoria de su piedad subsisti贸 por largo tiempo.

DO脩A MARIA JOSEFA RODRIGUEZ DE LA PE脩A

Naci贸 en Buenos Aires el 24 de octubre de 1757 y se form贸 en hogar de tradiciones. Su padre don Alonso Rodr铆guez de la Pe帽a, natural de dicha ciudad, tuvo actuaci贸n en ella y en la de san Juan de la Frontera, en Cuyo, donde cas贸 con do帽a Damiana de Funes y Quiroga, procedente de antiguas familias de conquistadores de Chile y de Cuyo. Tuvo por hermanos a los precursores de la Independencia y pr贸ceres argentinos don Nicol谩s y don saturnino Rodr铆guez Pe帽a.

Su gracia y belleza le valieron el dictado de 芦la Estrella del Norte禄, por vivir en la vecindad del templo de la Merced, considerado en su 茅poca, barrio norte de la Capital del Virreynato.

Cas贸 el 24 de diciembre de 1775 con don Jos茅 Antonio de Zavala y Delgadillo y despu茅s de nacer su primog茅nito, se trasladaron a Asunci贸n, donde radicaron su hogar y nacieron los dem谩s hijos.

Don Jos茅 Antonio de Zavala y Delgadillo, de ilustre ascendencia colonial y espa帽ola, ocup贸 los m谩s altos cargos p煤blicos de la Provincia a la cual prest贸 importantes servicios, mereciendo especial menci贸n la fundaci贸n del Fuerte Borb贸n, hoy Puerto Olimpo, que detuvo el avance portugu茅s que amenazaba apoderarse del Chaco, y ha servido hasta hoy, para fijar en forma indiscutible el dominio paraguayo sobre aquella zona. El Rey premi贸le con el h谩bito de la Orden de Montesa, en 1794. Luego dirigi贸 el ataque contra Corrientes, en 1810, destinado a recuperar los buques paraguayos que hab铆an sido detenidos en aquel puerto, acci贸n que le vali贸 el ascenso a coronel.

(1) Archivo de la se帽ora de Aliente.

Durante las gestiones para delimitar las fronteras entre Espa帽a y Portugal, se vincul贸 con los se帽ores don F茅lix de Azara y don Juan Francisco de Aguirre, a quienes ayud贸 mucho con sus conocimientos del Archivo del Paraguay, para la redacci贸n de las obras que uno y otro escribieron sobre la Historia del Paraguay. La amistad que naci贸 entre ellos a favor de su afinidad intelectual, se continu贸 luego por correspondencia durante a帽os, cuando aqu茅llos regresaron a Espa帽a.

Don Jos茅 Antonio de Zavala ocup贸 cargos militares y de Cabildo varias veces y fue figura conspicua entre los vecinos de la Capital de la Provincia, siendo consultado y escuchado en todas las ocasiones importantes. Tuvo a su cargo la direcci贸n de las obras de reconstrucci贸n de la Catedral cuando por su mal estado se hizo necesario reemplazar la existente.

Tambi茅n fue uno de los designados para integrar la terna dentro de la cual deb铆a elegirse el diputado que representar铆a a la Provincia en las Cortes a reunirse en Espa帽a en momentos de la invasi贸n francesa.

Era persona de cultura que pasaba la normal y tuvo singular afici贸n por la Historia. Adem谩s de haber cooperado a la obra de sus amigos Azara y Aguirre, reuni贸 una vasta documentaci贸n sobre los antecedentes de sus progenitores en todas sus ramas, desde la llegada al Rio de la lata y dej贸 varias memorias relativas al desempe帽o de las comisiones que le fueron encomendadas, conoci茅ndose, hasta ahora, la referente a la fundaci贸n del Fuerte Borb贸n.

Tambi茅n llevaba un 鈥淒iario鈥 de los sucesos ocurridos en Asunci贸n. Desgraciadamente, accidentes como el saqueo de su casa por las tropas brasile帽as al ser ocupada la Capital en 1869, y otras vicisitudes, han hecho que no se conserve sino una parte, que err贸neamente ha sido atribuida a don Juan M. de Grance. (2)

El dictador Francia le persigui贸 durante a帽os en su persona y en su bienes, vengando el rechazo de sus pretensiones matrimoniales con do帽a Petrona de Zavala, su hija. Apresado y multado diferentes veces como dirigente presunto de la reacci贸n espa帽ola, tuvo una vejez intranquila y mortificada, hasta su fallecimiento ocurrido en 1815. La sa帽a del 鈥淪upremo鈥 le persigui贸 hasta despu茅s de expirar, pues no permiti贸 que se rindieran a sus restos, los honores que le acordaban los servicios de una larga vida bien cumplida, alegando que 鈥渁ll铆 donde est谩 el Pr铆ncipe no se debe tributar a otros禄.

Do帽a Mar铆a Josefa vivi贸 el final de su vida amargada por las persecuciones del dictador Francia contra su marido, sus hijos y su yerno. Castigada en sus m谩s caros afectos y reducida en su fortuna por las multas y confiscaciones, se encerr贸 en su hogar, donde sigui贸 practicando las virtudes cristianas en la medida posible dadas las condiciones que impon铆an las circunstancias pol铆ticas del pa铆s.

Cu茅ntase que una vez la vieron contemplando un retrato que la representaba en sus d铆as de belleza y esplendor; despu茅s lo hizo descolgar y destruir para evitar comparaciones que produjeran amarguras a sus descendientes y los incitara a rebelarse contra la voluntad de Dios, que los somet铆a a tales pruebas.

Do帽a PETRONA DE ZAVALA

Fue nacida en Asunci贸n el 21 de febrero de 1787. Hija del coronel don Jos茅 Antonio de Zavala y Delgadillo y de do帽a Mar铆a Josefa Rodr铆guez de la Pe帽a.

Solicitada en matrimonio por el doctor Jos茅 Gaspar Rodr铆guez de Francia, se rechazaron sus pretensiones, originando el rencor que m谩s tarde desahog贸 en persecuciones contra todos los componentes de las familias de Zavala y Macha铆n.

Cas贸 el 12 de octubre de 1806, con el capit谩n don Juan Jos茅 de Macha铆n, persona distinguida y con actuaci贸n en la vida comunal.

Hasta el advenimiento del dictador Francia al poder, la existencia no les habla ofrecido sino halagos.

Do帽a Petrona reun铆a dotes excepcionales de belleza, inteligencia, car谩cter y cultura, que le daban un lugar destacado entre las personas de su 茅poca.

A consecuencia del encarcelamiento de su marido y hermanos, tuvo que hacer frente a la educaci贸n de su numerosa familia, adem谩s de verse obligada a satisfacer las multas, contribuciones y cargas que continuamente le impon铆an bajo cualquier pretexto.

Por ello vio desaparecer sus fincas, alhajas, vajilla y cuanto valor poseyera. Su misma casa habitaci贸n se redujo, por haberle sido intimada una demolici贸n destinada a rectificar las calles vecinas, teniendo que recurrir a la industria personal a fin de lograr los medios para hacer frente a las necesidades de su hogar y la subsistencia de su marido y hermanos presos.

Uno y otros estaban encerrados en diversas prisiones, penando cargos generalmente ignorados, y a ella toc谩bale enviarles los alimentos, que no siempre les llegaban, pues los soldados de la guardia despu茅s de recibirlos, bajo cualquier pretexto los arrojaban por tierra, dejando sin comer al destinatario.

A las preocupaciones materiales se unieron las angustias morales, consecuencia de las mismas persecuciones. Uno de sus hermanos; el doctor don Jos茅 Luis de Zavala, sacerdote, falleci贸 en la prisi贸n, de hambre seg煤n se dijo. Hasta el 煤ltimo instante de su vida carg贸 con los grillos que le hab铆an puesto y expiro sin que le permitieran recibir los auxilios de la Religi贸n, aunque por una excepci贸n inexplicable, el dictador permiti贸 al doctor Rengger que le visitara cuando ya la muerte era inevitable, seg煤n cuenta 茅ste en su conocido libro. Otro enloqueci贸 en la prisi贸n y el tercero alcanz贸 la libertad a la muerte de Francia, pero las miserias soportadas le hab铆an reducido a tal estado, que qued贸 inh谩bil para cualquier tarea mental o material por el resto de sus d铆as.

Los presos se ve铆an privados de todo. No se les permit铆a tener libros, ni hacer ning煤n trabajo que pudiera servirles de distracci贸n. Encerrados en celdas l贸bregas sin luz ni aire, ve铆an pasar lentamente los d铆as sin vislumbrar el fin de un cautiverio cuya causa cierta muchos de ellos ignoraban.

Una resignaci贸n ilimitada era lo 煤nico que pod铆a sostenerlos. Los alimentos se les llevaba cuando sus carceleros quer铆an y en cualquier estado. La infinidad de ratas que se criaban en la suciedad de la c谩rcel, sal铆a al olor de la comida y la compart铆an con los presos, que en su desamparo hab铆an hecho un motivo de distracci贸n el amaestrarlas, despu茅s de domesticarlas.

Ante el temor de que en un momento de desesperaci贸n atentaran contra su vida, les hab铆a sido quitado todo instrumento cortante o punzante, as铆 es que ni siquiera dispon铆an de cubiertos para comer, ni de tijeras o cortaplumas para el cabello y las u帽as, que s贸lo pod铆an cort谩rselos poniendo en juego su ingenio.

El capit谩n don Juan Jos茅 de Macha铆n permaneci贸 preso durante catorce a帽os; acusado seg煤n se presume, de haber participado en la conjuraci贸n de 1821, pero no se tiene la certeza de los cargos imputados, ni siquiera se sabe si los hubo.

La mitad de dicho tiempo lo pas贸 con un par de grillos, y el resto con otro m谩s que le agregaron luego. Durante todo ese tiempo no recibi贸 ninguna visita, su incomunicaci贸n era absoluta, pero se cuenta que su hermana do帽a Joaquina logr贸, una vez, visitarle disfrazada con el traje de los hombres del pueblo, esto es de poncho largo y sombrero de alas anchas que cubren el rostro. Esta versi贸n no puede darse por exacta, pero, es probable que lo sea, pues el car谩cter resuelto de do帽a Joaquina, permite creerlo. Fue ella quien desafiando el enojo del Supremo Dictador, recibi贸 y aloj贸 en su casa al obispo Garc铆a Pan茅s, cuando perseguido por 茅l, fue obligado a abandonar sus sagradas funciones. Al cabo de catorce a帽os el 芦Supremo禄 orden贸 la ejecuci贸n de don Juan Jos茅 y despu茅s de renovarle diariamente al caer la tarde, durante seis meses la notificaci贸n de su fusilamiento al salir el sol del d铆a siguiente, se llev贸 a cabo en la ma帽ana del 26 de mayo de 1836, en la plaza o descampado que exist铆a frente a la quinta del dictador, quien seg煤n versi贸n corriente, observaba los detalles de las ejecuciones desde una ventana de su casa.

El refinamiento de la persecuci贸n lleg贸 al extremo en dicha oportunidad. Al ser llevado al sitio de la ejecuci贸n, don Juan Jos茅 pidi贸 al jefe del piquete que no le tiraran a la cabeza para que sus hijos le vieran muerto, pues no le conoc铆an porque fue separado de ellos siendo peque帽os y la menor habla nacido a poco de estar 茅l en la c谩rcel.

No obstante su ruego, o tal vez debido a 茅l, los tiradores procedieron en tal forma que dejaron su cabeza y cara deshechas, al punto de haber tenido que descalzar su cad谩ver para recoger en los zapatos los pedazos de cr谩neo y cerebro esparcidos por el suelo. Seg煤n costumbre impuesta por el Dictador, los cad谩veres de los ajusticiados no pod铆an retirarse hasta el d铆a siguiente, debiendo quedar expuestos al p煤blico para escarmiento. Pero debido a la intervenci贸n de varias personas, entre ellas do帽a Joaquina de Macha铆n, se consigui贸 la entrega de sus restos antes de dicho plazo y despu茅s de conducirse a la casa de su familia, recibieron sepultura en la Catedral, acompa帽ados por sus hijos, parientes y unos pocos amigos.

Estas escenas macabras hab铆an ocurri贸 menos de tres meses antes de la gesti贸n que relatan los se帽ores Wisner y Boglich, referente a la procesi贸n de la Virgen, a que alud铆 en uno de los cap铆tulos anteriores.

Por cuya raz贸n dije que la actitud de do帽a Petrona Zavala de Macha铆n, en ese momento, demostraba el raro temple de su alma y un car谩cter excepcional, no desmentido nunca durante el largo curso de su vida. Parecer铆a que las heridas recibidas en sus m谩s profundos afectos, en vez de doblegarla hubi茅ranle servido de acicate para fortalecer su resistencia pasiva, sorda y tenaz, sostenida sin desfallecimiento durante largos a帽os, contra el perseguidor de los suyos.

Sabedora que el Dictador Perpetuo hab铆a dicho que no cesar铆a de perseguirlos hasta ver a los Macha铆n tan ca铆dos que se confundieran con la plebe, se propuso impedirlo y sacando fuerzas de la misma lucha, logr贸 vencer todas las dificultades y al final de su existencia tuvo la satisfacci贸n de comprobar que sus sacrificios no hab铆an sido vanos, pues la rodeaba una familia numerosa, intachable en su vida p煤blica y privada, que hab铆a cruzado el largo periodo de la tiran铆a sin salirse de las normas morales, tradici贸n de los suyos, tan arraigadas que salv贸 a sus componentes de sucumbir en medio de la desorganizaci贸n social impuesta por el Dictador con el prop贸sito de bastardear a las familias de la antigua aristocracia colonial.

En ese resultado, que pudo mirar como un triunfo suyo, ha de haber encontrado, seguramente, el mejor galard贸n de su larga vida de sufrimientos, llevada con resignaci贸n cristiana y ejemplar dignidad.

La muerte del dictador ocurrida despu茅s de m谩s de veinte a帽os de sostener esa lucha, puso tregua a sus preocupaciones, y ya con sus hijos independientes, pudo entregarse m谩s libremente a sus pr谩cticas piadosas y caritativas, en medio del respeto general que sus virtudes hab铆an suscitado y del cari帽o de los suyos, rayano en veneraci贸n, y que transmitieron a su descendencia, la cual contin煤a reverenciando la memoria de 芦Mam谩 se帽ora禄.

Si bien nunca olvid贸 las persecuciones de que fueran objeto los suyos, observ贸 el principio cristiano de perdonar las ofensas y no alent贸, ni acept贸, nada que implicara venganza.

Tuvo siempre la misma serenidad y los sufrimientos pasados no amargaron su coraz贸n, aunque como es l贸gico, imprimieron un sello a sus actos.

Refi茅rese que en cierta ocasi贸n, una se帽ora se admiraba en su presencia, de la fortaleza de 谩nimo que demostraba en toda oportunidad, y en prueba de ello hac铆a notar que nunca la labia visto llorar. Al o铆r esto, do帽a Petrona le pregunt贸 suavemente: 鈥溌縴 me ha visto re铆r?鈥.

En 1862, durante la visita que hiciera a Asunci贸n el Delegado Apost贸lico monse帽or Marmi, Arzobispo de Palmira, se aloj贸 en una casa situada frente a la de la se帽ora de Macha铆n, hoy calle chile, y pas贸 a visitarla. La se帽ora le rog贸 que la escuchara en confesi贸n y despu茅s de hacerlo, monse帽or Marmi le dijo que no hab铆a, lugar a darle la absoluci贸n, pues no ten铆a pecados y que se ir铆a al cielo en cuerpo y alma.

Do帽a Petrona qued贸 cavilosa ante esa manifestaci贸n que estaba en desacuerdo con sus sentimientos profundamente humildes de sincera creyente.

Pocos d铆as m谩s tarde, el 28 de agosto, se hallaba rezando el rosario en su habitaci贸n, cuando recost贸 su cabeza en el respaldo del sill贸n, como si el sue帽o la venciera, y as铆 sin un suspiro, falleci贸 tranquilamente, mientras su pensamiento se elevaba a Dios en la oraci贸n. Hasta su 煤ltimo instante conserv贸 los modales y actitudes de gran dama, cuya refinada educaci贸n le fuera inculcada en su hogar. Cu茅ntase en la familia, que en momento de fallecer, una de sus hijas que se hallaba en la habitaci贸n contigua, se sorprendi贸 al verla recostada en una postura desacostumbrada en ella y se aproxim贸 para inquirir la causa de tal anomal铆a, hall谩ndola ya sin vida.

Su existencia merece ser relatada por quien tenga dotes para ello, a fin de servir de ejemplo de todo lo qu茅 puede hacer una mujer fuerte, virtuosa e inteligente, cuando la anima un sentimiento elevado cual es el cari帽o a los suyos y el culto de la dignidad de su nombre.

Do帽a MARTA MACHAIN

Naci贸 en Asunci贸n el 28 de julio de 1816, contando por consiguiente poco m谩s de cinco a帽os cuando su padre fue encarcelado.

Toc谩ronle las 茅pocas m谩s aciagas de las persecuciones del dictador Francia. Su ni帽ez la pas贸 en el hogar dolorido que dirig铆a su madre do帽a Patrona Zavala, con entereza ejemplar. Luego cooper贸 con sus hermanas en los menesteres de la familia para aliviar a do帽a Petrona. Sinceramente creyente y piadosa busc贸 tranquilidad y consuelo en las pr谩cticas religiosas que la ayudaron a sobrellevar el periodo sombr铆o del gobierno del Supremo Dictador y las miserias materiales y morales que fueron su consecuencia.

A pesar de todo hall贸 tiempo y forma para ayudar a quienes consideraba m谩s infortunados que ella. Al fallecimiento de do帽a Petrona de Zavala continu贸 cuidando la Imagen Patrona, con la misma devoci贸n que hab铆a visto hacerlo hasta entonces.

As铆 llegaron los a帽os de la presidencia del general L贸pez y las terribles pruebas de la guerra contra la Triple Alianza, hasta que ordenada la evacuaci贸n de la Capital, do帽a Marta sali贸 de ella en uni贸n de sus hermanas y sobrinas, corriendo la suerte de tantas familias que se vieron obligadas a seguir al ej茅rcito durante la retirada hacia la Cordillera, haciendo abandono de su casa e intereses.

En agosto del 69 se hallaban en Caacup茅, como he dicho, donde les fue quitada la sagrada Imagen con todas sus alhajas.

All铆 pudieron quedar, cuando el Mariscal con los restos del ej茅rcito sigui贸 la retirada.

Regresaron a Asunci贸n despu茅s de ser ocupada por las tropas brasile帽as y encontraron su casa saqueada, los muebles destrozados y amontonados en el patio los objetos que no hab铆an querido o podido llevarse los autores del atropello.

Poco despu茅s con sus hermanas las se帽oras do帽a B谩rbara Macha铆n de Haedo y do帽a Asunci贸n, y sus sobrinas Haedo Macha铆n, pasaron al Rosario de Santa Fe y luego a Buenos Aires, llamadas por sus hermanos, permaneciendo fuera de Asunci贸n hasta fines de 1872, restableciendo su salud quebrantada por los sufrimientos y privaciones pasados durante la guerra.

Estando en Rosario supieron que la Imagen habla sido recuperada y recibieron su busto, para hacerlo restaurar cuidadosamente.

De regreso a Asunci贸n, inici贸 una colecta entre las personas de la familia a fin de adornarla con una corona de oro en reemplazo de la que perdiera en Caacup茅, logrando realizar su deseo en corto tiempo, no obstante la estrechez econ贸mica en que se hallaban.

Alta, delgada, de ojos azules y claro mirar, con las manos peque帽as y finas que distingu铆an a los Zavala, sin tener la belleza que hiciera famosas a su madre y abuela, era atrayente e inspiraba simpat铆a por su bondad y la distinci贸n de sus modales.

Falleci贸 piadosamente el 15 de abril de 1877.

Do帽a BARBARA MACHAIN DE HAEDO

Hermana de do帽a Marta, naci贸 en Asunci贸n el 4 de diciembre de 1814. Comparti贸 con su madre y hermanos las penas y necesidades impuestas por el dictador Francia, cuyo nombre la hac铆a estremecer a煤n en los 煤ltimos a帽os de su vida, cuando en la tranquilidad de su hogar, refer铆a a las nuevas generaciones, los episodios presenciados por ella, en los terribles a帽os de su tiran铆a. Como a todos los componentes de la familia Macha铆n, le estuvo prohibido el matrimonio, salvo que lo hubiera realizado con negro o mulato.

Por eso solamente pudo tomar estado despu茅s de la muerte del sombr铆o gobernante y lo hizo con su pariente don Pedro Pascual deHaedo.

Los cuidados de su familia ocuparon su edad madura, hasta que la guerra contra la Triple Alianza la priv贸 de todos sus hijos varones, muertos en ella.

Con sus hermanas do帽a Marta y do帽a Asencio y sus hijas do帽a Vicenta, do帽a Teresa y do帽a Mar铆a Haedo Macha铆n abandon贸 la Capital y juntas pasaron a la Argentina, terminada la guerra, como he dicho.

Al fallecimiento de su hermana do帽a Marta asumi贸 el cuidado de la Patrona del Paraguay, ayudada especialmente por su hija do帽a Vicenta, y poco tiempo m谩s tarde, se vio obligada a sostener un pleito con el Gobierno Nacional que la hab铆a demandada por la propiedad de la Imagen. Por intermedio de don Angol D. Pe帽a y otros amigos, se lleg贸 al acuerdo mencionado en su lugar y como consecuencia recibi贸 el cargo oficial de Mayordoma de la Imagen matrona de la Rep煤blica y de sus fiestas, acatado por la Curia Eclesi谩stica, a帽o 1878, siendo pues la primera a quien el Gobierno del Paraguay, acordara tal distinci贸n en forma expresa.

Los a帽os de su ancianidad los pas贸 rodeada del cari帽o de los suyos y del respeto general.

Falleci贸 el 14 de julio de 1904.

Do帽a VICENTA HAEDO MACHAIN

Naci贸 en Asunci贸n el 18 de julio de 1848.

Se educ贸 con los ejemplos de su madre do帽a B谩rbara Macha铆n de Haedo y de su abuela do帽a Petrona de Zavala.

Toc谩ronle tambi茅n los tristes a帽os de la presidencia del general Francisco Solano L贸pez y las miserias de la guerra del 64 al 70.

Desde su m谩s extremada juventud se dedic贸 al cuidado de la Imagen tradicional, ayudando a sus mayores en su aderezo y conservaci贸n.

Estos afanes alternaban con los de su casa, actos de caridad y atenciones religiosas, entre los que distribu铆a su tiempo. Tuvo tambi茅n el cargo de Mayordoma de la Catedral.

Por fallecimiento de su madre, asumi贸 la mayordom铆a de la Virgen y en su desempe帽o puso todos sus cuidados, observando escrupulosamente cuanto hab铆a visto o sabido, practicaran sus antecesoras, velando con celo para conservar pura la tradici贸n familiar.

Muri贸 el 21 de octubre de 1926.

Do帽a MARIA HAEDO DE ABENTE

Nacida tambi茅n en Asunci贸n, desde su infancia cooper贸 en el cuidado de la Imagen que asumi贸 铆ntegramente al fallecimiento de su hermana do帽a Vicenta.

Toc贸le a ella vivir el momento de terminarse el Oratorio cuyos cimientos viera abrir a pocos metros de su casa natal en los d铆as de su ni帽ez y levantar los muros que permanecieron inconclusos durante los a帽os de su juventud y madurez.

Como consecuencia le pidieron la entrega de la Imagen donada por do帽a B谩rbara Macha铆n de Haedo a la Naci贸n e Iglesia del Paraguay.

En esa oportunidad el Excelent铆simo se帽or Arzobispo la distingui贸 con un nuevo nombramiento de Mayordoma, agreg谩ndole el de Mayordoma del Oratorio, seg煤n nota concebida en t茅rminos muy conceptuosos, consagratorios de una vida de virtud.

As铆 pues con profundo dolor, pero respetando las disposiciones de las autoridades pol铆ticas y eclesi谩sticas, ha visto salir la Imagen Patrona, del solar de sus mayores, donde ha sido amorosamente cuidada durante siglos para tomar posesi贸n del templo ofrecido por un Gobierno que se hizo int茅rprete de la voluntad del pueblo paraguayo.

II

EL ORATORIO DE LA VIRGEN

CONSTRUCCI脫N

Alza sus muros en la esquina de las calles Palma y Chile, recortando su esbelta c煤pula sobre el azul pur铆simo del cielo paraguayo, uno de los edificios m谩s caracter铆sticos de la Capital de la Rep煤blica, conocido con el nombre de 芦El oratorio de la Virgen禄, estrechamente unido a la historia de la Imagen Patrona.

La elegancia de sus l铆neas la destaca entre el caserio urbano y atrae la mirada de todo aquel que vuelve la vista hacia la ciudad, desde un punto apartado de ella.

Poetas como don Victorino Abente y literatos como don Daniel Mu帽oz, se han inspirado en su contemplaci贸n.

Mu帽oz escribi贸: 鈥淟a he mirado y admirado por todos lados y a toda hora; por la ma帽ana, cuando la doran los primeros reflejos del sol naciente entre n谩caros arreboles de la aurora: al mediod铆a, cuando la ba帽a de lleno la fina lluvia de oro que derrite el zenit fulgurante: de tarde, cuando enrojecen sus ladrillos los resplandores purp煤reos del ocaso: de noche; cuando emerge dominante en las sombras de entre el valio lunai que latea, y siempre la encuentro igualmente hermosa; y es tal la armon铆a resultante de la elegante esbeltez de su silueta, que se cree o铆r la vibraci贸n de un dulc铆simo acorde, como si sus l铆neas formasen el enrodado de una lira sonora a la caricia blanda de la brisa鈥.

芦La Asunci贸n tiene en su Oratorio, un monumento que dif铆cilmente ser谩 creado en el noble clasicismo de arquitectura, en la que dormir谩n las l铆neas fundamentales del arte edilicio, excluyendo todos los caprichos de la fantas铆a y esquivando todos los amaneramientos de rebuscar los efectos; y tengo por cierto, que si el para mi ignorado artista que concibi贸 la obra admirable, hab铆a sido el llamado para construir otra de mayor magnitud se habr铆a despedido de la c煤pula del Oratorio, como se despidi贸 Miguel 脕ngel, de la que Brunelleschi erigi贸 sobre la Catedral de Florencia, al partir para Roma, donde iba a edificar la famosa c煤pula de la Bas铆lica de San Pedro, dici茅ndole: 鈥渙r vado a Roma a far la tua sorella. Pi煤 grande la far贸 ma non pi煤 bella鈥.

Tuvo su origen en un decreto del presidente Francisco Solano L贸pez, de 13 de octubre de 1863, ordenando la construcci贸n en el sitio se帽alado, de una capilla destinada al culto de la imagen de Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, cuya guarda y conservaci贸n tenia la familia de Macha铆n, edificio que deb铆a estar en armon铆a con el titulo de Patrona que invest铆a esa efigie.

La obra se confi贸 al artista italiano Alejandro Ravizza, y comenz贸 pocos meses despu茅s del decreto inicial seg煤n noticia aparecida en el n潞 508 de 芦El Semanario禄, correspondiente al s谩bado 16 de enero de 1864, que dice:聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽

鈥淣ueva Capilla. Con agradable placer hemos visto el lunes de esta semana, empezar a colocar los primeros cimientos para la nueva capilla destinada a la Virgen de la Asunci贸n, Patrona de la Rep煤blica. El gobierno nacional deseoso de ver colocada con esplendor la imagen de la Asunci贸n, ha dispuesto que se edificase una nueva capilla exclusiva para esta imagen. Esta se halla situada en la calle 25 de Diciembre, entre las de Estrella y Palma, frente al Club. Hemos visto el plano y juzgamos que va a ser uno de los m谩s elegantes edificios que tendremos en la capital. La direcci贸n y construcci贸n est谩 encomendada al distinguido se帽or Ravisa鈥.

Las obras han de haber proseguido con actividad, pues el mismo peri贸dico, en su n掳 546, del 8 de octubre del 64, dice:

芦La nueva capilla que se est谩 construyendo para la Santa Patrona del Paraguay, nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, no tardar谩 en quedar terminada seg煤n el empe帽o que observamos en el trabajo.禄

La guerra contra la Triple Alianza vino a interrumpirlos y durante m谩s de setenta a帽os ha sido peculiar en la fisonom铆a de la capital paraguaya, su silueta inconclusa, que hizo exclamar al poeta Abente:

鈥溌uan triste en las ruinas y humillado

Reposa lo pasado!

Los recuerdos de hist贸rica grandeza

Que a la memoria trae el pensamiento,

Mueven el sentimiento,

Con vagas emociones de tristeza.

El alma 谩 otras edades se transporta,

Reflexiva y absorta,

Y escucha entre las sombras del olvido,

Que atr谩s el implacable tiempo deja,

Una silente queja

Que a lo futuro env铆a lo que ha sido.

En mi esp铆ritu infunde igual efecto

El trist铆simo aspecto

De ese hermoso edificio abandonado,

En donde va la acci贸n demoledora

Del tiempo, hora tras hora,

Dejando el sello destructor grabado.

Magestuosa en el especio y bella

La c煤pula descuella,

Y en el 谩pice ver se me figura

Que el genio de las artes, con encono,

Maldice el abandono

En que yace tan noble arquitectura.

驴Y 谩 qui茅n que aprecie el arte no quebranta

El ver incuria tanta?

Corintios capiteles sin adornos,

Rotas cornisas, desnudez en todo,

Que en lastimoso modo

Presentan los art铆sticos contornos.

Sombr铆a, descansando en los seguros

Desmantelados muros,

Muestra en el centro su amplitud interna

La b贸veda del triste santuario,

Desnudo y solitario

Como el vasto interior de una caverna.

Por las altas ventanas descubiertas,

A la intemperie abiertas,

Que circundan la base del cimborio,

Las r谩fagas del viento entran y zumban,

En la altura retumban,

Y parece que gime el Oratorio.

隆Cuantas veces su art铆stica estructura

Mire con amargura,

Cuando de noche su perfil sombr铆o

Se dibuja sim茅trico y redondo,

Sobre el oscuro fondo

Del anchuroso y t茅trico vac铆o.

Melanc贸licos son los pensamientos,

Que en aquellos momentos

De soledad, despiertan la conciencia,

Mirando el abandono de aquel templo,

Como un funesto ejemplo

Del triunfo de la imp铆a indiferencia.

El almo sentimiento de lo bello,

Inefable destello

Del infinito Ser, que el alma eleva,

All铆 se encuentra fr铆o, inanimado,

Pidiendo el inspirado

Vivificante aliento que le mueva.

Sentimiento pur铆simo que inspira

Los ritmos de la lira,

Que d谩 luz al pincel, alma a la austera

Forma brutal de la materia inerte,

Que refleja la suerte

De los pueblos, y educa y regenera.

驴Y cuando ese divino sentimiento

隆Oh, triste monumento!

Vendr谩 de la ruina a preservarte.

E imprimiendo su sello 谩 tu belleza

Demuestre en su grandeza

Culto a la Religi贸n y amor al Arte?

Presiento con placer cercano el d铆a,

En que abata 谩 esta imp铆a

Indiferencia la virtud cristiana,

Y lo que es hoy bald贸n que nos reprime,

Si el arte lo redime,

Art铆stico primor ser谩 ma帽ana.

En varias oportunidades se cubri贸 de andamios, haciendo renacer la esperanza de ver terminadas las obras. Tambi茅n hubo quienes pensaron cambiar su destino, adaptando el edificio a otros usos. En una oportunidad las C谩maras Legislativas sancionaron una ley; destin谩ndolo para Museo Hist贸rico, pero el P. E. la vet贸, considerando que deb铆a conservarse el fijado por el decreto de su creaci贸n. Los fundamentos del veto estaban concebidos en los siguientes t茅rminos:

鈥淐onquistado el Paraguay bajo la bandera del cristianismo y catequizados y civilizados sus habitantes en los dogmas y pr谩cticas de la Religi贸n Cat贸lica Apost贸lica Romana, se formo, una naci贸n eminentemente cat贸lica y puso su Capital bajo la advocaci贸n de la Asunci贸n de la Virgen Mar铆a鈥.

鈥淓n vista de esta circunstancia y en m茅rito de que la religi贸n de la totalidad de los habitantes era la Cat贸lica Apost贸lica Romana, el presidente de la Rep煤blica don Francisco Solano L贸pez, dict贸 el Decreto Ley del 13 de Octubre de 1863 ordenando se construyera una capilla que estuviese en armon铆a con el titulo de Patrona de la Ciudad de que estaba investida la imagen de Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, que estaba confiada 谩 la guarda y conservaci贸n de la familia Macha铆n, determin谩ndose en el mismo decreto el sitio en que dicha capilla deb铆a ser erigida, que es 茅l en que actualmente se encuentra el 鈥淥ratorio de la Asunci贸n鈥.

鈥淎hora bien HH. RR., los habitantes del pueblo Paraguayo en masa, con rar铆simas excepciones, ahora como antes, conservan su predilecci贸n por la Iglesia Cat贸lica tan capaz de asociarse 谩 todos los progresos humanos y tan necesaria para afianzar los futuros destinos de Am茅rica鈥.

鈥淓l sentimiento religioso de los habitantes no ha menguado ni variado en lo m谩s m铆nimo desde la era de la conquista hasta el presente. El Pueblo Paraguayo, ahora como antes, sigue siendo genuinamente cat贸lico. El P. E. que por su misi贸n especial, est谩 en contacto m谩s continuo y directo con la poblaci贸n que ninguno de los otros poderes, palpa esta circunstancia. Por esta raz贸n creo que el motivo determinante que ha obligado al presidente L贸pez para dictar el Decreto Ley del a帽o 1863 no ha desaparecido a煤n, subsiste con todo su vigor y por lo tanto ese decreto debe continuar imperando, porque una ley no debe ser derogada sino cuando ya no exista el motivo que haya servido de fundamento 谩 su sanci贸n, de lo contrario la ley derogativa tiene que ser forzosamente extempor谩nea, impropia 茅 inconveniente y por consiguiente injusta鈥.

En consecuencia la ley no entr贸 en vigor y todo continu贸 sin variaci贸n.

En 1936, a ra铆z del mot铆n que llev贸 al poder al coronel Rafael Franco, se orden贸 la terminaci贸n de las obras de dicho edificio, y cuando parec铆a posible habilitarlo; se dict贸 el decreto n掳 4834, el 14 de septiembre, design谩ndolo Pante贸n Nacional, con destino 鈥渁 conservar los restos de los pr贸ceres benem茅ritos de la Naci贸n que se hicieron merecedores de la gratitud de la posteridad por sus virtudes excepcionales al servicio de la Patria鈥, y se orden贸 el traslado de los del Mariscal Presidente Francisco Solano L贸pez, al recinto central del edificio, donde tambi茅n se depositar铆an los de un soldado an贸nimo, muerto en la guerra del Chaco.

Los comentarios abundaron, siendo el m谩s corriente el de que esa medida implicaba un despojo hecho a la Virgen de la Asunci贸n, propietaria indiscutida del Oratorio, desde tantos a帽os antes.

La religiosidad tradicional del pueblo se ve铆a herida y opon铆a resistencia por cuanto no pod铆a olvidar, tampoco, que el mariscal L贸pez hab铆a muerto incurso en excomuni贸n mayor, impuesta por el santo Padre a causa de haber hecho fusilar al obispo Palacios, lo cual impide que sus restos reciban sepultura en lugar sagrado.

Por otra parte hab铆a dudas sobre su autenticidad, ya que ninguna verificaci贸n precedi贸 al traslado.

El buen sentido popular, dolorido en su fe, y desconfiado, hizo todo g茅nero de comentarios. En el Mercado de Asunci贸n, especie de 谩gora del pueblo, se repetia corrientemente: 芦og眉enojh茅 Tupas欧-g眉i og眉eru hjacgu谩, cabay煤 cang眉ecu茅禄.

El 12 de octubre del mismo a帽o se llevaron all铆, las urnas conteniendo los presuntos restos del Mariscal L贸pez y los del soldado desconocido, presenciando la ceremonia esa masa de pueblo que nunca falta donde hay ruido o concurren las autoridades.

Los comentarios llegaron al Presidente Provisorio coronel Franco, y se contaba en los primeros d铆as de agosto del 37, que habia tenido un sue帽o, durante el cual se le present贸 una se帽ora vestida de blanco, reclam谩ndole su casa. Al d铆a siguiente, en familia, el coronel Franco lo coment贸 y dijo: 芦debe ser la Virgen y me dan ganas de devolverle su Oratorio禄.

Ignoro si esta an茅cdota es cierta, pero en todo caso no se tradujo en hechos.

Mientras tanto ya se hab铆a comenzado a conspirar contra su gobierno y se dice que los oficiales dirigentes del movimiento, a iniciativa de la se帽ora de uno de ellos, juraron devolver el Oratorio a la Virgen.

El 13 de agosto se produjo el golpe que cambi贸 el Gobierno, sin efusi贸n de sangre ni grandes sacudimientos. El consenso popular atribuy贸 su 茅xito a milagro de la Virgen de la Asunci贸n, que ofendida por el despojo, volv铆a as铆, por sus fueros de propietaria cuyos derechos hab铆an sido atropellados.

Muchas personas no lo ocultaban, pero los intereses creados no permit铆an darles satisfacci贸n de inmediato, debiendo seguir a la expectativa del momento oportuno para hacerlo, desagraviando p煤blicamente a Nuestra Se帽ora, con la entrega de su templo. Y la oportunidad no tard贸 en llegar.

CONSAGRACI脫N

Con motivo del primer Congreso Eucar铆stico Nacional a celebrarse en agosto de 1937, se congreg贸 en Asunci贸n un elevado n煤mero de peregrinos argentinos que acompa帽aron desde Buenos Aires a S. E. el Cardenal doctor don Santiago Luis Copello, Legado Pontificio.

Terminadas 茅stas, y hall谩ndose de nuevo la Imagen Patrona en casa de la Mayordoma, algunos peregrinos argentinos propiciaron la idea de hacer oficiar un solemne sufragio en memoria de los ca铆dos en el Chaco, debiendo celebrarse en la Catedral y ante la hist贸rica Imagen. Obtenida la aceptaci贸n y el apoyo de las autoridades competentes, una comisi贸n solicit贸 el permiso de la se帽ora Mar铆a Haedo de Abente, para volver a llevar la Virgen a la Catedral, comprometi茅ndose 谩 devolverla inmediatamente despu茅s de concluido el acto religioso. Como era de suponer, la Mayordoma accedi贸 inmediatamente a tan piadosa solicitud y la Imagen fue conducida procesionalmente al templo, donde el d铆a 23 tuvo efecto la funci贸n solemne.

Este acto fue resuelto en breve tiempo y realizado sin ninguna publicidad. Era casi intimo, una demostraci贸n de la cordialidad argentina al margen de los actos oficiales. Por ello fue poco conocido y motiv贸 sorpresa a los transe煤ntes, ver una procesi贸n desacostumbrada, siguiendo a la virgen por la calle Palma.

Los prop贸sitos del nuevo Gobierno respecto al destino del Oratorio, no eran un secreto, y por ello muchos creyeron que la ceremonia que presenciaban ten铆a por objeto la toma de posesi贸n del edificio, por la virgen, su leg铆tima due帽a en el sentir del pueblo.

Convencidas de que era as铆, bastantes personas halladas al paso, se agregaron a los fieles y al enfrentar el Oratorio, comenzaron a pedir en alta voz, que la entraran all铆, y algunos grupos que acompa帽aban con banderas y estandartes tomaron colocaci贸n formando calle.

Pero otras personas sabiendo que no era posible acceder a la solicitud a pesar de ser inspirada por sentimientos muy dignos de atenderse se opusieron al paso de las andas, en forma tan resuelta que los prelados argentinos que presid铆an el acto, se informaron de la causa del revuelo que ve铆an en la multitud, y al enterarse resolvieron atenerse estrictamente al compromiso contra铆do con la se帽ora de Abente y devolverle la Imagen sin modificar el programa trazado y la procesi贸n continu贸 sin producirse nueva incidencia, dejando el acto realizado, un recuerdo de sincera confraternidad en cuantos participaron de 茅l.

Esos sucesos comentados, sirvieron para actualizar el asunto del cambio de destino de lo que a pesar de todo, segu铆a siendo 芦el Oratorio de la Virgen.禄

El conato de revuelta producido el 7 de septiembre, v铆spera de la natividad de la virgen, confirm贸 la creencia popular de su intervenci贸n y el nuevo Gobierno presidido por el doctor F茅lix Paiva trat贸 de resolver satisfactoriamente las gestiones tendientes a dar su destino primitivo al edificio discutido eludiendo los inconvenientes.

Pero la presi贸n de la voluntad popular aumentaba. Una h谩bil combinaci贸n allan贸 las dificultades y permiti贸 solucionar el conflicto, acordando dejar la cripta para 芦Pante贸n禄 y consagrar la parte superior como templo. En m茅rito de ello se dict贸 el decreto n潞 1273, con fecha 21 de octubre.

Mas como el edificio carec铆a de lo necesario para celebrar las ceremonias religiosas, el Excelent铆simo se帽or Arzobispo doctor Bogar铆n nombr贸 una Comisi贸n de Damas, a la cual encomend贸 la tarea de arbitrar los medios para poder erigir el altar principal. (1)

Al mismo tiempo el Intendente Municipal don Jos茅 Bozzano (h.), dirigi贸 una nota al Ministro del Interior don Ram贸n L. Paredes, historiando las gestiones relativas a las 煤ltimas obras realizadas para la habilitaci贸n del Pante贸n, los gastos que irogaron, la proveniencia de los fondos empleados en su pago y terminaba sugiri茅ndole la conveniencia de dictar un decreto que fijara la entrega del edificio a la Curia Eclesi谩stica; la determinaci贸n de la entidad a quien corresponder铆a la propiedad de los predios vecinos comprados por la Naci贸n, y a cargo de que poder se imputar铆an los gastos sucesivos, necesarios para la terminaci贸n de las obras.

Mientras tanto, elevadas personalidades civiles y eclesi谩sticas gestionaron ante la Mayordoma de la virgen, su consentimiento para llevar de nuevo la Imagen Patrona a la Catedral y luego a tomar posesi贸n de su templo. Obtenida su conformidad, el Excelent铆simo Se帽or Arzobispo dispuso la forma a que se ajustar铆an las ceremonias, en fecha 6 de noviembre. (2)

Pocos d铆as m谩s tarde se public贸 el programa oficial de festejos a celebrarse el 25 de noviembre, en conmemoraci贸n del 67 aniversario de la jura de la Constituci贸n Nacional, entre los cuales se inclu铆a la entrega del 芦Oratorio禄 a la Curia Eclesi谩stica y toma de posesi贸n por la Santa Imagen.

La parte pertinente de dicho programa dice:

鈥淎 las 8 horas.- Conducci贸n solemne de la Santisima Virgen de la Asunci贸n, de la casa de la Mayordoma a la iglesia Metropolitana鈥.

鈥淎 las 8.30 hs.- En la Catedral: Solemne Te Deum con asistencia de los altos poderes del Estado, Cuerpo Diplom谩tico, Jefes y Oficiales del Ej茅rcito y Armada, Clero聽 secular y regular鈥.

鈥淎 las 9 hs.- Conducci贸n de la Stma. Virgen de la Asunci贸n de la Catedral a su Oratorio, con asistencia del Ej茅rcito y Armada, de las escuelas p煤blicas y privadas y asociaciones religiosas鈥.

鈥淎 las 9.30 hs. - Lectura del Decreto del P.E. por el que se restituye el Oratorio al Culto Cat贸lico. Lectura del Decreto del Arzobispado disponiendo el cumplimiento del citado Decreto gubernativo鈥.

鈥淏endici贸n solemne del Oratorio por el Exmo. Rvmo. Sr. Arzobispo de Asunci贸n, Monse帽or don Juan Sinforiano Bogar铆n鈥.

鈥淒iscurso del Exmo. Sr. Ministro de Justicia, Culto e Instrucci贸n P煤blica, Dr. don Luis A. Arga帽a鈥.聽

(1) ver ap茅ndices D y E.

(2) Ver ap茅ndices F.

鈥淒iscurso del Exmo. y Rvmo. Sr. Arzobispo鈥.

鈥淭erminadas las ceremonias, la Sagrada Imagen, instalada en su Oratorio, permanecer谩 todo el d铆a a la p煤blica veneraci贸n鈥.

El d铆a designado, amaneci贸 esplendoroso, con un cielo de pur铆simo cobalto y sol radiante.

Desde las primeras horas de la ma帽ana, la Ciudad ofrec铆a aspecto de fiesta y sus habitantes, en gran numero se fueron reuniendo en la Plaza de la Constituci贸n, donde tendr铆a, lugar una concentraci贸n escolar.

Terminadas las ceremonias que la originaron, se cant贸 el Himno Nacional, coreado con entusiasmo y patriotismo por el p煤blico, y a los cortos momentos se comenzaron a o铆r las notas de las bandas militares que se dirig铆an al mismo sitio para tomar colocaci贸n seg煤n el orden determinado de antemano y rendir los honores oficiales.

M谩s o menos a las 8, un toque de clar铆n anunci贸 la salida de Palacio, del Excelent铆simo Se帽or Presidente Provisional doctor F茅lix Paiva, en compa帽铆a del Ministro de Justicia, Culto e Instrucci贸n P煤blica, doctor Luis A. Arga帽a y sus edecanes.

En el atrio de la Catedral se le reunieron los dem谩s ministros y despu茅s de ser cumplimentado por el Excelent铆simo Se帽or Arzobispo y Cabildo Eclesi谩stico, se dirigi贸 al sitial que le estaba destinado dentro del templo adornado con sus mejores galas y desbordante de concurrencia.

Finalizado el Te Deum oficiado con toda la solemnidal del ritual, comenz贸 la parte que realmente correspond铆a al homenaje preparado para honrar a Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n, en su Imagen tradicional.

Poco antes de la ceremonia religiosa habla sido llevada desde la casa de su Mayordoma a la Catedral, e instalada en su altar para presidir la ceremonia.

Desde all铆 fue conducida en procesi贸n que encabezaban el Presidente de la Rep煤blica, Arzobispo, Ministros, Prelados, altos jefes del Ej茅rcito y Armada, Cuerpo diplom谩tico, funcionarios civiles y eclesi谩sticos.

Un grupo de damas llevaba las cintas que pend铆an de las andas de la Virgen.

Segu铆a una muchedumbre excepcional. Sin exageraci贸n puede decirse que la Ciudad entera le tributaba as铆, una vez m谩s, el homenaje de su devoci贸n secular, que en esta oportunidad implicaba la voluntad de desagraviarla por lo que hab铆a considerado un despojo. La columna sigui贸 por las calles Independencia Nacional y Palma, que bordeaban un cord贸n de guardias militares haciendo los honores hasta frente mismo al Oratorio, donde se hallaba formada la Escuela Militar.

Cuando un toque de clar铆n anunci贸 la llegada de la Virgen a lo que hab铆a de ser su morada, las puertas se abrieron de par en par, en signo de acogimiento para que penetrara en el recinto. Fue el momento culminante de la ceremonia, cuya emotividad no escap贸 a ninguno de los presentes.

La Santa Imagen avanz贸 rutilante su arco de plata adornado con flores, a los acordes del Himno Nacional ejecutado por las bandas militares, como para significar que la Naci贸n paraguaya era quien le devolv铆a su casa y la instalaba en ella.

El Excelent铆simo Se帽or Arzobispo, revestido, la recibi贸 solemnemente al p铆e del improvisado altar, levantado dentro del templo que consagrara poco antes en sencilla ceremonia.

Se ley贸 el decreto n潞 1273, para mejor conocimiento del auditorio y a continuaci贸n el se帽or Ministro de Justicia, Culto e Instrucci贸n P煤blica, doctor Arga帽a, pronunci贸 una brillante alocuci贸n historiando a grandes rasgos, los antecedentes de la Sagrada Imagen. (3)

(3) Ap茅ndices G y H

Despu茅s el Excmo. se帽or Arzobispo doctor Bogar铆n hizo uso de la palabra pronunciando un discurso que ha sido conceptuado como una de sus mejores obras. (4)

Con esto termin贸 la ceremonia oficial y las altas autoridades se retiraron saludadas por el aplauso de la multitud, que quiso significarles as铆, su alegr铆a al ver interpretado su intimo deseo y satisfecha su piedad, con un acto que acallaba definitivamente el temor y sobresalto que despertara la resoluci贸n del mandatario anterior.

Dentro del templo perfumado por el incienso, brillante de luces, quedaba la Sagrada Virgen venerada, con las manos tendidas maternalmente hacia los fieles, en adem谩n de presentarlos a su Divino聽聽聽 Hijo, con una mirada llena de fe y tierna sonrisa, que parecen apoyar los ruegos que traen los millares de personas que desfilan llenas de unci贸n ante su altar.

As铆 transcurrieron r谩pidas, las horas de ese memorable d铆a y lleg贸 el momento de ser devuelta a su Mayordoma en el solar donde ha sido guardada tan largo lapso de tiempo, con un respeto y veneraci贸n que no ha hecho sino acrecer.聽聽聽聽

Por la noche grandes reflectores iluminaban la hermosa c煤pula del Oratorio que se destacaba tan resplandeciente como hab铆a estado durante el d铆a, bajo la gloria de un sol ideal de primavera.

La Comisi贸n de Damas que tom贸 a su cargo la construcci贸n del altar, llen贸 pronto su cometido y pocos meses m谩s tarde comenzaron los trabajos para armarlo en el sitio correspondiente, dentro del Oratorio.

En agosto de 1938 ya pod铆a recibir la sagrada Imagen y se tomaron disposiciones para que fuera instalada antes de las fiestas patronales, con el prop贸sito de que la procesi贸n del 15, pudiera salir desde all铆. A dicho efecto el 13 de agosto fue llevada desde la cercana casa de Haedo y el 14, se la condujo con solemnidad a la Catedral, de donde regres贸 en igual forma el 17, despu茅s de lo cual fue devuelta nuevamente a su Mayordoma.

Durante su breve permanencia en el Oratorio, se celebro por la primera vez, el santo sacrificio de la misa, oficiando el Excelent铆simo se帽or Arzobispo en presencia del poder Ejecutivo de la Rep煤blica, en pleno y de tanta concurrencia, que desbordaba del templo. Unos d铆as antes, el 6 de agosto, el Excelent铆simo se帽or Arzobispo dirigi贸 una conceptuosa nota a la se帽ora do帽a Mar铆a Haedo de Abente, recordando la dedicaci贸n que ella y sus mayores hab铆an puesto en el cuidado de la Imagen patrona, por cuya raz贸n la confirmaba en el cargo de Mayordoma que tenia vinculado a su familia y lo ampliaba confi谩ndole el del nuevo Oratorio y su altar. (5)

La se帽ora de Abente contest贸le con fecha 6 de septiembre, agradecida al honor de tales designaciones, pero rehusando encargarse del cuidado del Oratorio y altar, por razones ajenas a su voluntad. (6)

M谩s todav铆a faltaba la entrega oficial del nuevo edificio a la Curia Eclesi谩stica y terminar los detalles finales del altar.

El celo y la actividad de las personas encargadas de ello, lograron salvar las dificultades y entonces se resolvi贸 realizar las ceremonias pertinentes en los d铆as de la festividad patria de mayo.聽聽聽

聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 (4) Ap茅ndices G y H

聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽聽 (5) y (6) Ver ap茅ndice J

A dicho efecto la sagrada patrona fue llevada casi privadamente al Oratorio y en la ma帽ana del 15 de mayo de 1939, la Comisi贸n de Damas pro Altar, hizo entrega de 茅l, a las autoridades eclesi谩sticas y seguidamente el Excelent铆simo Obispo Auxiliar Monse帽or Aquiles J. Mena Porta celebr贸 un oficio religioso consagr谩ndolo en acto que apadrinaron el presidente de la Rep煤blica doctor F茅lix Paiva, y se帽ora Silvia Heisecke de Paiva, el Ministro de Justicia, Culto e Instrucci贸n P煤blica doctor Juan F. Recalde y se帽ora Sally Moreno Gonz谩lez de Recalde.

Luego se ley贸 el acta de la ceremonia por Monse帽or Serafini y el Intendente Municipal doctor Luis P. Frescura hizo entrega de las llaves del Oratorio al Excelent铆simo Obispo Mena Porta, designado representante de la Curia Eclesi谩stica, diciendo unas palabras alusivas. Monse帽or Mena consagr贸 el altar y coloc贸 en el, unas reliquias del paraguayo Beato Roque Gonz谩lez de聽聽聽聽 Santa Cruz, primer rioplatense que ha merecido los honores del altar y se dio por recibido del Oratorio y altar en representaci贸n de la Iglesia paraguaya, afirmando el celo religioso y patri贸tico con que custodiar谩 el templo que guarda la sagrada Imagen, tan cara al sentimiento piadoso del Paraguay. En seguida la se帽ora do帽a Teresa Lamas de Rodr铆guez Alcal谩, en nombre de la Comisi贸n de Damas Pro Altar, pronunci贸 un discurso poniendo fin a su misi贸n.

INDICE

I - La Virgen de la Asunci贸n

Patrona del Paraguay

Partida y navegaci贸n

Hacia la Sierra de la Plata . .

芦La Conquistadora禄.

Nuestra Se帽ora de la Asunci贸n

Las fiestas de聽la聽Virgen

Las Mayordomas de la Virgen

II. - El Oratorio de la Virgen

Construcci贸n

Consagraci贸n聽聽聽聽聽

AP脡NDICES

A. - Inventario de las alhajas y efectos de la Virgen- 1763

B.- Inventario de las alhajas y efectos de la Virgen- 1877

C - Ley del Congreso sobre fiestas de la Virgen y Decreto sobre la Mayordom铆a. 1878 y 1879

D - Decreto N掳 1273. del P. E. de la Rep煤blica, 1937 .

E- Nombramiento de la Comisi贸n pro Altar. 1937.

F- Decreto N掳 924, del Excmo. se帽or Arzobispo. 1937

G - Discurso del Excmo. se貌or Ministro de Justicia Culto e instrucci贸n P煤blica, doctor Luis A. Arga帽a. 1937 .

H- Discurso del Excmo. y Rvdmo. se帽or Arzobispo doctor Juan Sinforiano Bogar铆n. 1937

I.- Acta capitular - 1.596

J - Notas relativas a la Mayordom铆a. 1939

K - Discurso de la se帽ora Teresa Lamas de Rodr铆guez Alcal谩. 1.939

El 15 de agosto de 1940, festividad de NUESTRA SE脩ORA DE LA ASUNCI脫N, se termin贸 de imprimir este libro en los talleres gr谩ficos de Sebasti谩n de Amorrortu e Hijos, calle Ayacucho 774, Buenos Aires, habiendo sido compuesto a mano con caracteres N. Cochin. Las ilustraciones fueron ejecutadas por Ra煤l Veroni. Cuid贸 el aspecto t茅cnico de la obra Pedro F. Anzilotti. La edici贸n consta de mil ejemplares numerados; los primeros doscientos impresos en papel Crosley Super Brochure, el resto en papel Evensyde.





Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
HISTORIA
HISTORIA DEL PARAGUAY (LIBROS, COMPILACIONES,



Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2025
Somos la mayor Base de Datos Cultural, Art铆stica y Hist贸rica del Paraguay
Todos los derechos reservados
Asunción - Paraguay
Centro de Cont谩ctos ingrese aqui!

  Logros y Reconocimientos del PortalGuarani.com
- Declarado de Interés Cultural Nacional por la Secretar铆a Nacional de Cultura
- Declarado de Interés Cultural por la Municipalidad de Asunci贸n
- Declarado de Interés Cultural por la Municipalidad de Luque
- Declarado de Interés Ling眉铆stico por la Secretar铆a de Pol铆ticas Ling眉铆sticas
- Declarado de Interés Tur铆stico por la Secretar铆a Nacional de Turismo
- Doble Ganador de la Premiaci贸n del World Summit Award WSA