ATILIO J. BENÍTEZ (+)

PERFILES DEL AUTENTICO SOLDADO (SR) ATILIO J. BENITEZ - Por ALEJANDRO LEVI RUFFINELLI

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PERFILES DEL AUTENTICO SOLDADO (SR) ATILIO J. BENITEZ - Por ALEJANDRO LEVI RUFFINELLI

PERFILES DEL AUTENTICO SOLDADO

REFLEXIONES A PROPÓSITO DE LA VIDA DEL TTE. CNEL. DE INFANTERÍA

(SR) ATILIO J. BENITEZ

SEÑOR DE LA HIDALGUIA Y CABALLERO DE LA GLORIA

MONOGRAFÍA DE UN SOLDADO DE INNATA VOCACIÓN MILITAR

PECULIARIDADES DE SUS DOTES DE MANDO

COMBATES Y MANIOBRAS, SACRIFICIOS Y TRIUNFOS Y DESVENTURAS

LA GUERRA DEL CHACO

 

Por Mayor de Inf. DEM (SR)

ALEJANDRO LEVI RUFFINELLI

 

 

 

UNA LECCIÓN IMPERECEDERA

-“Un libro puede tener su origen -dice STEFAN ZWEIG, en el prólogo de “MAGALLANES”- en sentimientos de muy variada especie. Hay quien escribe impulsado por el entusiasmo, o inspirado por un sentimiento de gratitud, pero también puede inflamar a la pasión intelectual la amargura, la ira o el disgusto. A veces es la curiosidad la que se convierte en impulso, el placer psicológico de explicarse a sí mismo, escribiendo, los hombres o los acontecimientos, pero también hay motivos de carácter dudoso tales como la vanidad, la codicia o el deleite de la autocontemplación, los que -con demasiada frecuencia- inducen a la producción. Es por eso que el autor debería rendirse cuenta a sí mismo, al escribir un libro, de cuáles han sido los sentimientos, cuál la necesidad personal que le han determinado a elegir el tema”.

-Con relación a esta monografía tengo una idea perfectamente clara de su origen espiritual. Es el producto de un sentimiento muy íntimo que acicatea mi conciencia: el bochorno.

-He aquí su historia: cierto día me sentía angustiado por un pesar indefinido que me hundía en un profundo desaliento. No estaba yo enfermo, ni había razón o circunstancia valedera para tal estado de ánimo que obnubilaba mis pensamientos con una intensa depresión. Fue entonces cuando, sin explicarme el porqué, resolví visitar al Tte. Cnel. ATILIO J. BENITEZ, que en ese entonces vivía en un pequeño departamento del edificio “HIMALAYA”, ubicado en la intersección de las Avdas. PERÚ y PETTIROSSI. Y allí fui con mi carga de pesares difusos, pero no por eso menos desagradables.

- Lo encontré enfermo, delgado, macilento y con fuertes dolores en las articulaciones, de particular intensidad en las rodillas. Casi no podía moverse y su voz era ronca. Previo los saludos del caso, hablamos breves minutos de sus dolencias reales y de mis males imaginarios. A poco de iniciada la cordial conversación, ésta se orientó hacia temas de interés general y recuerdos de amigos comunes.

-Hablando con cierta dificultad, pero siempre con tono autoritario, me refirió que sus dolencias lo tenían postrado más de lo previsible y que estaba luchando -ATILIO J. siempre lucha- para superarlas. No tuvo expresiones de conmiseración para consigo mismo, ni apeló al aliciente de mis palabras. Su voz se fue, aclarando y, con la energía propia de su carácter, me aseguró que nos volveríamos a encontrar el domingo próximo: “ya estaré totalmente restablecido y fuerte”. Su fuerza espiritual superaba, manifiestamente, sus dolencias físicas.

-Estreché la mano de ATILIO J., que la tenía fría y sudorosa, y me dirigí hacia el auto que lo había estacionado en las proximidades. Fue entonces, cuando regresaba a mi casa, que surgió en mi el pensamiento imperioso de escribir la monografía de este soldado que, enfermo, demacrado, casi sin poder articular los movimientos, me había dado UNA LECCION IMPERECEDERA: AQUELLA QUE NOS ENSEÑA QUE LA INTENSIDAD DE LOS MALES NO RESIDE EN ELLOS MISMOS, SINO EN LA RELACION CON LA VOLUNTAD Y CAPACIDAD DE SUPERARLOS. Me sentí avergonzado de mis supuestos males ante el vigor espiritual de un hombre a quien, parecía, se le estaban escapando las fuerzas de la vida y que, sin embargo, afirmaba tan categóricamente su plenitud de vivir. Esta fue la causa primaria, el impulso espiritual que me indujo a relatar las alternativas y peripecias de su vida.

NACE UN NIÑO

-El día es cálido: una brisa apenas perceptible mita las ramas de los árboles. Las hojas están mustias, y las hiervas se retuercen por el calor del sol. El calendario indica martes, 28 de enero de 1991. En horas de la tarde, en una pequeña y rústica casa de campaña en el pueblo de “CAAPUCU”, nace un niño: es pequeño de cutis moreno, de movimientos nerviosos. El nene llora. La madre lo arrulla con cariño y se afana en hacerlo callar, pero sólo después de algunos minutos de dulce “arrorró”, queda profundamente dormido. La noticia circula entre la población en la que todos, cuando no familiares, son amigos.

-En la monotonía de la vida campesina, el nacimiento de una criatura es siempre un acontecimiento grato y propicio para comentarios que matizan la vulgaridad insubstancial de la charla de todos los días. Parientes y amigos, y algunos curiosos que nunca faltan, se apresuran a llegar a la casa de Doña. TOMASA CHAPARRO, y de don ANASTACIO BENITEZ, padres del nene, para expresar sus congratulaciones y felices augurios.

 

UN NOMBRE QUE PRESAGIA UN DESTINO

-Pocos días después surge un pequeño gran problema: seleccionar el nombre para el recién nacido. La madre quiere que sea el mismo de su esposo, pero éste, contrariamente, prefiere honrar el del abuelo. Discuten pero no llegan a ningún acuerdo. Así están las cosas cuando, de improviso, se presenta don LUIS MARIÑO, quien ha sido escogido como padrino de la criatura. Se somete el caso a su fallo y, con sorpresa para los presentes, don LUIS contesta: “ESTE NIÑO YA TIENE NOMBRE: SE LLAMARÁ ATILIO JULIAN”. Los padres le interrogan el por qué de uno tan poco común, y casi desconocido en el ambiente familiar. El futuro padrino contesta: “ES UN NOMBRE QUE ME AGRADA. NO SE PORQUE, PERO ME VINO A LA CABEZA Y ME PARECE QUE LE QUEDA BIEN”. La decisión se acepta y, pocos días después, el niño es llevado a la iglesia para que reciba el sacramento del bautismo. El “paí”, con la solemnidad propia del momento, le administra el agua bendita con la que ATILIO JULIAN ingresa en la familia universal cristiana con un nombre que tiene en sí todo el presagio y mandato de su destino.

-El curso de nuestra vida está sujeto a fuerzas y circunstancias no siempre comprensibles pero que, en un plano superior, si se me permite la expresión, diría en un plano trascendente, encuentran su explicación y sentido histórico. Dice el refrán que- “el nombre no hace la cosa”, pero MARAÑON, con la fina y profunda perspicacia de su genio, afirma: “creo que sí, que hace  a la cosa o persona”. Un niño que nace predestinado a la vida  militar en la que la disciplina y el orden jerárquico tienen su más expresiva manifestación; en la que el concepto del deber es imperativo y categórico, anal podría llamarse INOCENCIO, PLACIDO, ANGEL, CANDIDO o BIENVENIDO, porque estos no corresponden a su naturaleza espiritual. Menos todavía se adecuan a su cometido ulterior. Necesita un hombre épico que sea el blasón de su vida y, por un raro designio, la intervención del padrino hace que el azar se confunda con el destino, y así se llama ATILIO que, por paronimia, evoca a ATILA, el guerrero invencible, rey de los HUNOS.

-Todavía más.: su segundo nombre -JULIAN- se contrae y queda de él solamente una letra. Nadie, o muy pocos, saben su nombre completo y sí, todos lo llaman ATILIO J. Y sabido es que la jota tanto puede significar JULIAN como JULIO. Si recordamos que el CESAR se llamaba JULIO, podemos convenir en que nuestro héroe tiene, en su nombre, la expresión indicativa de la trayectoria de su vida.

 

NI DIFICULTADES, NI PENURIAS, IMPIDEN UN VIAJE

-ATILIO J. tiene 18 años. Su vida, como la de todos los campesinos, se desarrolla condicionada, y limitada, por el ambiente rural. Ha cursado el ciclo primario de la enseñanza escolar; trabaja en labores propias del medio. Algo conoce de la cría y cuidado de la hacienda vacuna. Sabe montar a caballo, y lo hace con prestancia y gallardía. Los sábados, y días feriados, sobre su “bayo” predilecto, recorre la ciudad y asiste a los bailes. Una doncella, morena clara, turba sus sueños con doradas ilusiones. Cuando la visita, viste sus mejores galas, cubre la cabeza con un sombrero de paño, y utiliza el “apero chapeado”, regalo de su padre. Las horas, que no tienen mayores alternativas, se suceden con monótona regularidad.

-Un día, como tantos otros, con la sorpresa de los suyos, ATILIO J. anuncia que ha resuelto viajar a la Capital. Desde ha tiempo, una sensación de angustia, una permanente inquietud turba la armonía de su espíritu. Siente que algo agita su alma pero no sabe explicarse, ni la causa., ni las razones de tan molesta sensación de desasosiego. Nadie comprende el motivo, ni atina a descubrir el misterio de tan inesperado viaje. Le insinúan que no lo haga: en su casa paterna tiene asegurado un buen pasar y, en la mesa familiar, a falta de manjares exquisitos, sobran el afecto y la armonía que derivan de intereses comunes. Tiene un brioso, “bayo”, tierra para cultivar, algunos pocos animales y, sobre todo, es considerado y querido en el pueblo donde todos lo conocen y él conoce a todos. En la Capital -le dicen- se sentirá como un extraño, sin amigos, ni familiares; en un medio de dura competencia, sin instrucción profesional, sin nada que facilite su vida. Lejos de los suyos le será difícil, todavía más, muy penoso, encontrar un buen trabajo por la competencia de otros jóvenes mejor dotados y más conocedores del ambiente.

-Pero su resolución es definitiva. Y así, cierto día, en la rústica carreta de un amigo que lleva productos para negociar en Asunción, inicia su traslado. En aquellos lejanos tiempos, cuando recién se iniciaba,

el transporte automotriz, no había todavía servicio de ómnibus, ni siquiera de camiones de carga, para la comunicación entre los pueblos. En el trayecto, enferma el dueño de la carreta y, obligadamente, se suspende el viaje por algunos días. ATILIO J., impaciente, se despide del amigo y completa el trayecto a pie. Llega a Asunción cansado, con los pies lacerados por las piedras del camino, con el peso de sus pocas y modestas ropas de reemplazo. Sin pensarlo, ingresa en la INFANTERIA, antes de ingresar en el EJÉRCITO.

-¿Qué causas tan secretas lo obligan a esta insólita decisión? ... ¿Por, qué deja las comodidades, no por rústicas menos confortables, de la casa paterna? ... Allí no le falta pan ni abrigo. ¿Por qué abandona a sus amigos y compañeros para iniciar una nueva vida en un ambiente desconocido para él, hostil cuando no impiadoso? ... ¿Por qué deja “CAAPUCU”, tan grato a sus sentimientos? ... ¿Por qué viaja ATILIO J., es la pregunta que todos formulan y nadie sabe responder. Viaja, acaso, porque le atrae el espejismo de las luces de la ciudad tan subyugantes en comparación a la opaca monotonía de la vida campesina?

-ATILIO J., no viaja en busca de mayores comodidades, ni de más lujo, de mejor empleo, de trabajo más lucrativo, de nuevas y más dilatados horizontes. Ni nuevos amores lo atraen, ni pasados desengaños lo alejan. Viaja, sí, impulsado por la imperiosa fuerza de su vocación, en cumplimiento inexorable de su Destino. Viaja para ingresar en el EJÉRCITO.

         - “El hombre poseído por un cometido superior está sujeto a leyes distintas de las comunes. Para el que ha de realizar el fin supremo de su vida, los factores emotivos, aun aquellos más profundamente gravitativos, como la familia, la tierra nativa, los amigos, los amores, todos cuentan poco, siempre menos que el cumplimiento de su destino. Solo se siente responsable ante una única instancia: la misión para la que ha nacido, y siempre le será permitido menospreciar los intereses ordinarios y no la obligación interna, espiritual, que le impone su suerte particular y su vocación peculiar”. Así se explica, y resulta comprensible, que ATILIO J., deje su familia, que rompa resueltamente con su pasado, y con valentía y la vista descubierta, cumpla el más hondo anhelo de su alma al formar fila y número en la ESCUELA MILITAR.

 

MILITAR POR ANTONOMASIA

-“FOUCHE afirma Stefan Zweig- no era un  hombre sin carácter, menos todavía,  un hombre de carácter débil: lo tenía con perfiles bien definidos. Lo que ocurre es que su carácter, era, precisamente, su permanente _falta de carácter". ATILIO J., es su antítesis. Tiene una sola e invariable expresión de su naturaleza anímica: es soldado, cualesquieran sean las circunstancias. En sus pensamientos, en el laconismo de sus expresiones, en su comportamiento diario, y hasta en su forma de caminar, en fin, en toda la dinámica de su vida, es un soldado. De ciertas personas nunca se sabe si lo que dicen es lo que piensan; ATILIO J., tiene la rara cualidad de decir lo que piensa y de pensar lo que dice. Se expresa con firmeza, en forma categórica y, muchas veces, con ocurrentes gracejos.

-La vida, juzgada con cierta ironía filosófica, es una comedia en la que todos somos actores y espectadores de nosotros mismos. Representamos un personaje ante ciertos seres y otro, muy diferente, y hasta contradictorio, ante otros. Muchas veces nos sentimos incómodos al encontrarnos, al mismo tiempo, ante dos amigos para quienes hemos representado papeles diferentes. En tales caso nos alivia la partida de uno de ellos porque nos permite, ante el que queda, recuperar la unidad espiritual comprometida.

-Mas, si tal es nuestra condición anímica, hay personas que por una vocación que se manifiesta imperiosa y definida desde los primeros años, o por una gracia muy especial de Dios, escogen una exteriorización psíquica volitiva que se adecua y corresponde a las facetas de su personalidad. Estos hombres, que son pocos, viven la feliz armonía de la vida con su destino. ATILIO J., es uno de esos afortunados: bajo su prestancia militar se trasunta su espíritu militar. Todavía más: no de otro militar, sino del mismo que aparenta. Ha escogido, sin duda alguna, con acierto y feliz acuerdo, la divisa con la que ha entrado en el escenario de la vida.

 

CUALIDADES DE MANDO

-Parafraseando los conceptos del Dr. EUSEBIO AYALA, el Presidente de la Victoria, sobre el Mcal. JOSE FELIX ESTIGARRIBIA, del Tte. Cnel. ATILIO J. BENITEZ se puede decir que ejerce el mando por impulso imperativo de su carácter. Más aún, que tiene el arte de saber mandar, cualidad que distingue a los verdaderos conductores y, sabido es que quien bien manda es bien obedecido. Todavía más, que tiene la virtud, harto singular y no menos noble, de saber obedecer. Trilogía de un guerrero por antonomasia. Jefe y soldado de sí mismo: jefe por los atributos de la jerarquía; soldado por la disciplina en el cumplimiento del deber.

- ATILIO J., es conocido y, en alguna medida, mal conocido, por sus dotes de mando que en el curso de la Guerra del Chaco tuvieron amplia y propicia oportunidad de manifestarse. No faltan quienes lo llaman prusiano, con el dejo peyorativo que tal concepto implica en cuanto a la desmedida disciplina y el mando absoluto que este vocablo sugiere.

-Sin embargo, nuestro personaje no exige la obediencia que es más sumisión que subordinación y, siempre presto a tomar decisiones, no rehuye las responsabilidades emergentes. Finalmente, con el ejemplo impulsa la acción. Impone la disciplina no como complacencia a su capricho, sino como subordinación a la voluntad superior en procura de un objetivo claramente definido. En esta forma, la disciplina está por encima de la persona que manda, y por encima de la persona que obedece. En función de un objetivo superior el impulso de mando deja de ser arbitrario, y la obediencia se ennoblece.

-Además, tiene una dialéctica simple, sin la connotación peyorativa que algunos, equivocadamente, le atribuyen a esta forma de pensar, que no implica torpeza, ni falta de profundidad analítica. Contrariamente, es una cualidad distintiva de los verdaderos conductores. “Un jefe -dice Andre Maurois - debe tener ideas simples, adquiridas por la experiencia y confirmadas por la acción. En el interior de esta armadura rígida, jefe alojará los conocimientos precisos que tiene necesidad para tal acción determinada”.

Y, por último, en sus razonamientos llega a conclusiones rápidas: no se pierde en cavilaciones sin término, ni gusta de las sutilezas que dificultan enfocar el problema en su verdadera esencia. En el orden operativo-estratégico, la rapidez -que frecuentemente permite llegar a la sorpresa- constituye un factor importante  que, muchas veces, debe ser considerado como el elemento principal del problema a resolver. Vale más un proyecto imperfecto, ejecutado en tiempo oportuno, que un proyecto perfecto que solo podría ser realizado demasiado tarde.

-Todo lo dicho no implima que la inteligencia y la instrucción del jefe no sean importantes, de primerísima importancia. Pero, entiéndase bien, un jefe de unida des en operaciones, con la, simple rapidez de sus pensamientos, puede superar las limitaciones de su preparación intelectual con la efectividad de su acción.

 

DISCIPLINA, MANDO Y OBEDIENCIA

-“Mandar -dice el Gral. Jorge R. Videla - no es solamente ordenar. Mandar es orientar, dirigir el esfuerzo del conjunto en procura de un objetivo. Mandar resolver y afrontar las responsabilidades emergentes de las decisiones adoptadas. Mandar, en última instancia, es impulsar con el ejemplo, aun a costa de cualquier sacrificio”.

-Sobre el mismo tema el Cnel. Arturo Bray, en su enjundioso libro “MILITARES Y CIVILES”, afirma “Mandar, en el hondo sentido profesional del vocablo, no significa simple y exclusivamente impartir órdenes; si tan sólo de eso se tratara, un sargento podría mandar un regimiento, y un cabo primero llegaría a desempeñarse, mal que bien, como jefe de batallón. Hay muchos, pero muchísimos, militares que alcanzan las más altas jerarquías, sin haber logrado aprender el difícil arte de mandar; han adquirido, es cierto, el dominio macánico de la operación, más sin penetrar en la substancia y esencia del mando. Su mentalidad sigue siendo la de un cabo furriel”.

-“En otros términos -agrega el mismo autor- imponen su autoridad a fuerza de rigores y sanciones disciplinarias, aplicando los reglamentos con estricto criterio simplemente normativo. El arte de mandar no se aprende en libros y academias, sino que es don natural, susceptible de ser desarrollado y perfeccionado mediante una tenaz voluntad de constante superación. Se nace para mandar como se nace poeta. Y ya se sabe que no todos los que versifican hacen poesía”.

LA PRIMERA CONDICION DEL JEFE, PARA SER RESPETADO, ES QUE SEA RESPETABLE. Lo que importa no es que la autoridad derive del grado, o del cargo, sino - contrariamente - que el JEFE tenga autoridad moral, capacidad intelectual, valor y, fundamentalmente, firmeza de carácter. En estas condiciones la disciplina tiene un proceso regular y la obediencia es aceptada por todos con un amplio espíritu de colaboración. Como las masas, los soldados -agrupados en unidades operativas- necesitan, más aún, reclaman un JEFE. Sus miembros se sienten más seguros y dan más dinamismo a sus aptitudes cuando quienes los dirigen tienen dotes de mando que permiten armonizar y concentrar el esfuerzo individual en un empeño y logro colectivos.

-Pero, cuáles son las dotes de mando que debe reunir un jefe?... Como a todas las preguntas sobre temas complejos, las respuestas breves resultan siempre incompletas. Sin embargo, podemos decir que debe manifestar el valor de la audacia sin la temeridad irreflexiva a que induce la falta de cordura. Debe ser tolerante pero no débil; estricto pero no injusto; severo pero no arbitrario; optimista pero no iluso; prudente pero no temeroso. En fin, firme en sus decisiones, responsable de sus consecuencias y generoso en sus juicios.

-Se dirá, ¡un jefe ideal!... pero, dónde encontrarlo?... Difícil, sin duda alguna, pero no se es jefe si no se tiene virtudes muy singulares de mando.

-Además, los subordinados no pedirán la evidencia de tantas virtudes. Cuanto más, que ejerza el mando con EQUIDAD, sin favoritismo ni prejuicios que motivan resentimientos. Que sea ESTRICTO y JUSTO al establecer méritos, otorgar recompensas o aplicar sanciones. No es poco, desde luego, pero mandar y, aún más, SABER MANDAR, no es tampoco una cualidad común. Contrariamente, es una de las más singulares y distintivas de la personalidad humana.

-El orden militar hace imprescindible la disciplina. La disciplina impone el juego regular del mando y de la obediencia. La obediencia involucra respeto. El mando implica autoridad y ésta, para no pecar de débil ni de arbitraria, debe tener el equilibrio de la EQUIDAD que la haga ESTRICTA y JUSTA.

 

EL SOLDADO: SUS SACRIFICIOS Y RECOMPENSAS

-El hombre puede luchar por su salud, buscando en el deporte y en los hábitos de una vida sana, un excelente estado físico; puede luchar por su cultura nutriendo su inteligencia, enriqueciéndola con los conocimientos más diversos y elevados; puede luchar por su bienestar, intensificando su esfuerzo, aumentando su salario, para independizar económicamente su vida, elevándola -inclusive- a las comodidades y placeres de una dilatada holgura; puede luchar por la choza que apenas abriga, o por el palacio donde todo abunda, hasta el lujo innecesario. Nada de todo esto, mientras sea logrado por medios lícitos, es censurable, toda vez que no constituya una preocupación obsesionante, y más perniciosa todavía si además es excluyente.

-Aunque nobles estos afanes, caracteriza al soldado su empeño en cumplir una misión que, a veces, incluso, impone el sacrificio de la vida. No lo impulsa el dinero que conduce a la riqueza, ni la especulación filosófica que es la expresión última del saber, ni el deporte que permite la armonía de las funciones orgánicas y mentales que, a su vez, brindan el goce de una juventud vigorosa y de una plácida ancianidad.

-El soldado no tiene la recompensa de la paga generosa, pecunaria o en bienes materiales, que regularmente deriva del esfuerzo realizado en otras actividades. El deber es la fuerza que impulsa y regula sus acciones. El deber le indica -con ineludible mandato- lo que debe hacer y lo que no debe hacer; el deber condiciona y orienta todas las acciones de su vida y lucubraciones mentales; el deber, finalmente, le obliga a cumplir misiones en cuya consecución no debe escatimar sacrificios. Si al sacerdote no le es lícito, ni permitido, abjurar de los dogmas y de los ritos de su fe, el soldado no puede eludir, ni soslayar, el cumplimiento de su deber.

-“El militar de verdad -afirma el Cnel. Arturo Bray - es quien ha abrazado la carrera respondiendo a una íntima y sentida vocación, para hacer de ella un sacerdocio y servirla con abnegación, desinterés y espíritu de sacrificio, sin buscar otra recompensa a sus desvelos de toda una vida que la satisfacción del deber cumplido una modesta pensión, cuando los años; el desgaste físico o una circunstancia imprevista impongan el pase a retiro, breve cuarto intermedio que precede a la postrer formación y lista. Los otros, aquellos que sientan plaza llevados por la oculta y devoradora ambición del mando por el mando, o con el propósito negativo de cobijarse a la sombra de una canonjía improductiva y parásita, o tan solo seducidos por la ridícula vanidad de llevar un sable al cinto y el dorado fugaz de las presillas, esos son los que han equivocado de camino, aunque a veces parezcan haber acertado, y acaban siendo lastre, borrón y oprobio de la noble profesión de las armas”.

-Sigue diciendo: “Un soldado profesional lleva una existencia de modalidades intrínsecamente distintas a las del resto de sus conciudadanos. La rígida y peculiar educación desde sus primeros pasos en la carrera; las características propias e inconfundibles del medio donde desarrolla sus actividades diarias; las inflexibles ordenanzas a que se halla sometido en todos los instantes de su vida en el servicio como fuera de él; el sentido de una permanente responsabilidad, a partir de los grados más modestos del escalafón; y las directrices que encausan su pensamiento y acción, constituyen factores físicos, morales y espirituales que van forjando su psicología y mentalidad de un modelo singular y único en su especie”.

-ATILIO J., soldado y guerrero por antonomasia, vivió siempre sin la exquisiteces que a veces brinda la vida con tan generosa e inexplicable largueza. Siempre austero, modesto y parco en el hablar, no reclama honores ni canonjías, pergaminos ni prebendas, mas no oculta el orgullo -muy legítimo- de no haber inclinado la frente ante los poderosos, ni cedido ante el espejismo que brinda el dinero que obnubila a tantos.

 

PECULIARIDADES DE SUS DOTES DE MANDO

-Cabe preguntar, cuáles eran las dotes de mando que hacían de él un conductor de tropas tan singular en medio de tantos no menos valientes y aguerridos? . . .

Si nunca se consideró -lo dice repetidamente- más que sus subordinados, a quienes atribuye los méritos de sus hazañas, y a los que recuerda con emotiva gratitud, entonces por qué ATILIO J.,: -sin ser más que

Otros es único? ... A nuestro juicio cuatro eran sus cualidades distintivas: 1°) Tenía una infinita confianza en sí mismo y en sus soldados, a quienes sabía contagiar su fe. 2°) Sabía adecuar los objetivos a los medios disponibles: llegaba al límite de lo posible, sin excederse nunca en ordenar la imposible. 3°) Su voz tonante, bien timbrada, daba a sus órdenes el vigoroso impulso necesario para cumplirlas y, 4°) En la firmeza de sus órdenes había siempre un algo especial, un tanto jocoso, que despertaba en sus subordinados un calor de humana simpatía y respetuosa obediencia. Así lo define la fina pluma de HUMBERTO PEREZ CACERES : “La natural tensión que precede a toda batalla se rendía vencida ante el “pahuiche” del entonces capitán ATILIO J. BENITEZ, que sabía batirla con la filosa espada del buen humor. Nadie que estuviera alrededor de nuestro personaje tenía tiempo para sufrir angustias. ATILIO J. era un manantial inagotable de “casos”, chascarrillos, “tallas”. Pertenece a la raza de varones que enfrenta la muerte con la sonrisa en los labios. Paraguayo por donde se lo mire: moreno, de movimientos flexibles, estatura normal, orgulloso de su origen campesino, sabedor de mil -refranes guaraníes, protagonista de tantas hazañas como lances pintorescos”.

- Sus soldados se sentían consubstanciados con él por los atributos comunes de la herencia y de la sangre, y lo seguían, superando fatigas y penurias, admirados y obedientes, en las marchas y contramarchas sobre las ondulantes colinas de arenas calcinadas por el sol; en los desplazamientos sigilosos que epilogaban con la captura de fortines, prisiones y material de guerra; en la angustia de los cercos de “ISYPORENDA”, “ALGODONAL” e “YRENDAGUE”, en los asaltos temerarios y en las rupturas desesperadas, en el sacrificio y en el triunfo.

 

FIRMEZA DE CARÁCTER

-Hay personas de quienes diciendo poco, se dice mucho; otras, de las que diciendo mucho, se dice poco. ATILIO J. es una de estas últimas: su vigorosa personalidad, la firmeza de sus convicciones, el tono autoritario de su voz y, sobre todo, los innumerables sucesos en los que participa con invariable postura militar, configuran un carácter singular, interesante y aleccionador.

-Cuenta Stefan Zweig que en FOUCHE, “el genio tenebroso”, vivían y convivían varios FOUCHE que actuaban en formas distintas y hasta contradictorias, según las circunstancias y ocasionales conveniencias. ATILIO J., contrariamente, siempre es el mismo: antes de la guerra y durante la guerra, como militar o como civil, como cadete de la Escuela Militar o Cmdte. de División de Ejército, sus perfiles son inalterables. No tiene la ductivilidad que algunas veces exigen las circunstancias o aconsejan las buenas costumbres: invariablemente es un soldado en el más noble sentido del término. FOUCHE tenía en su persona la pluralidad de sus personajes distintos y contradictorios; ATILIO J. tiene en la pluralidad de sus personajes la inalterable unidad de la firmeza de su carácter.

 

MITO E HISTORIA

- Tantas anécdotas se cuentan de algunas personas que nunca se sabe si son reales o simples creaciones de sus apologistas o detractores. Dice al respecto EMIL LUDWIG: “Cuando un episodio encaja y se adecua perfectamente a las facetas psicológicas y mentales de un personaje histórico, la anécdota, aunque sea de simple ficción, tiene valor histórico. Lo que importa es que los componentes y determinantes del suceso se correspondan y reaccionen en la misma forma y dirección que si fueran reales”.

-“Las leyendas que se edifican sobre la vida humana de los hombres, y no precisamente sobre la vida histórica, tienen siempre una raíz real, que esa leyenda deforma, pero a la vez fija y esquematiza: de suerte que casi siempre es más ayuda que estorbo para la reconstrucción de la exacta silueta de los personajes del pasado”. (Dr. Gregorio Marañón)

-No solamente en el orden militar, sino en toda la historia universal, el héroe siempre está rodeado, y conformado, por los cuentos y leyendas que refieren sus hazañas y proezas. De RODRIGO DIAZ DE VIVAR, más conocido como EL CID CAMPEADOR, se cuentan tantos hechos reales como otros quizá imaginarios, pero, precisamente por eso, tiene una fuerza tan atractiva y subyugante. A los hechos heroicos siempre les queda adherido un algo irreal porque se elevan tanto que más parecen relatos mitológicos. Nada impresiona tanto como una verdad que aparece como algo improbable por su grandeza. Mas, mediante eso, la humanidad reconquista su fe en sí misma por lo increíble que ha realizado.

 

AUTODISCIPLINA

-Nuestro héroe es un hombre a quien se le atribuyen numerosas hazañas, expresiones y “casos” que, aunque seguramente no todos verídicos, corresponden y armonizan con las facetas de su temperamento. Tal la anécdota de cuando, siendo Cmdte. de Rgto., durante la Guerra del Chaco, dió instrucciones al chofer de un camión “aguatero” para que, al pasar frente a su PUESTO DE COMANDO, hiciera sonar dos veces la bocina para llamarle la atención. El acudiría luego de pocos minutos, para aprovechar el viaje hacia una zona que deseaba inspeccionar.

-El disciplinado chofer cumple la orden: una, dos, tres... veces hace sonar la bocina, pero siempre en vano. El Cmdte. de Rgto. no aparece. Dudando sobre la decisión que debe adoptar, finalmente resuelve continuar el viaje en cumplimiento de su misión. Sin embargo, luego de pocos kilómetros de recorrido, le asalta nuevamente la duda: no será lo correcto regresar e insistir algunas veces más, con la llamada de la bocina? ... Así lo hace. En un recodo de la maltrecha ruta y próximo al PUESTO DE COMANDO del Rgto., estaciona el vehículo. Mas, antes que recurrir nuevamente a la bocina, resuelve ir, personalmente. Allí, en el P.C., lo espera una increíble e insólita sorpresa: sobre una rústica silla, en posición de firme, con tres fusiles colgando de cada hombro, el mayor ATILIO J. BENITEZ está rígido, inmóvil y silencioso. Haciendo un supremo esfuerzo para hacer comprensible lo que sus turbados ojos contemplan, se atreve a preguntar: “Pero, mi mayor, qué le pasa? ... Por qué está así? ... Yo lo estoy esperando”. La respuesta no se hace esperar; el penitente con voz severa, contesta: “Me estoy castigando porque el sueño me venció... y no acudí a la cita, a la señal convenida”.

 

FACETAS DEL CARACTER

-Real o, más probablemente ficticia, esta anécdota refleja una arista distintiva -y digna de elogio- de su personalidad. En efecto, la estricta disciplina que en todas las circunstancias impone a sus subordinados la practica él, aún más severamente, en la propia conducta.. Militar por profesión y, sobre todo, por natural vocación y temperamento, ejerce el mando con severidad sin excederse en un rigorismo aparatoso e inoperante; cultiva las relaciones con sus superiores sin llegar a la adulonería que envilece; manda sin recurrir a expresiones que humillan o denigran. Su lealtad firme y sincera nunca lo lleva a la apología interesada de aviesas e inconfesables intenciones. Artífice de su propio destino, no se marea con el brillo de sus triunfos, ni se sirve de ellos para peticionar prebendas que puedan afectar su insobornable conducta. Practica las virtudes que reclama en los demás, y aunque tiene la severidad de no perdonarse faltas, ni de justificar descuidos, la generosidad de su alma le permite aceptar sin amargos resentimientos las flaquezas de quienes defraudan su confianza o no se su amistad. Humano, al fin, bajo la adusta coraza de su severa postura militar, oculta un tierno y afectuoso corazón donde vive el imperecedero recuerdo de la querida LUCRECIA, su esposa, que se adelantó en su viaje sin retorno.

 

SUJETO Y OBJETO DE SU DESTINO

-Hay quienes nacen con un destino definido y determinado al que deben corresponder, y servir, con todos los pensamientos y actos de su vida. Estas personas no padecen la angustia de la insomne cabalgata que impone la vida a quienes, sin rumbo determinado, ni meta definida, se pierden en las decisiones dubitativas. No conocen esas situaciones conflictivas en las que la confusión de las ideas deja la elección a los caprichos del azar, ni tienen esas fluctuaciones que atormentan el cerebro y que tantas veces obligan a decisiones que parecen correctas y definitivas, pero que -muy pronto- la experiencia obliga a desagradables rectificaciones, cuando no a seguir la dirección opuesta. Su misión, en aquéllos, es tan excluyente e imperativa que, aunque en su consecución padezcan privaciones y sufrimientos, amarguras y pesares, no por eso dejan de sentir -más aún-, necesitan sentir la honda y muy gozosa plenitud de su realización espiritual.

El Tte. Cnel. ATILIO J. BENITEZ ha nacido soldado y este es su sino inexorable: nada de lo que la distancia del curso de su suerte le es grato; más todavía, cuanto lo separa de su imperioso cometido vital le resulta inaceptable y, como tal, incorrecto y censurable. Para él solamente rigen y tienen validez normativa, el orden castrence, los reglamentos, la disciplina militar y,   condicionando todo esto, el severo cumplimiento del deber. ATILIO J. no es soberbio, orgulloso ni, menos todavía, vanidoso: todo lo contrario. Es un hombre sincero, modesto, y hasta tímido, que no puede, ni quiere, eludir el cumplimiento de su destino militar.

 

LA AUREOLA DEL TRIUNFO

-Hay conductores, civiles o militares, de tan vigorosa personalidad, que sus hechos trascienden los límites de la realidad y se confunden con la ficción. Son personas de perfiles tan atrayentes y dominantes, que gozan de un extraordinario prestigio que, a su vez, exalta un fervor apasionado y casi místico. En la terminología moderna se los llama carismáticos.

—Tal el caso del Mcal. ROMMEL, llamado el “Zorro del Desierto”. Los éxitos de sus legiones del “AFRICA KORPS” fueron tan espectaculares, sorprendentes, rá pidos y continuos, que circuló entre la propia tropa y, todavía más, entre las enemigas, el comentario de que era un guerrero invencible. Tan gravitativa y peligrosa se hizo esta sugestiva creencia que cuando el Mcal. MONTGOMERY se hizo cargo del famoso VIII EJERCITO aliado, en el norte del AFRICA, la primera orden— general que dictó fue relativa a instrucciones  para que los comandos de todas las jerarquías explicaran a los soldados que tan. presuncion era absolutamente falsa, tendenciosa y explotada por el enemigo como poderosa arma de intimidación psicológica. Para corroborar su afirmación, dijo: “Denme catorce días y podré resistir el ataque alemán ; denme tres semanas y podré derrotar al enemigo denme un mes y podrá expulsarlo del AFRICA”. Epigramático lenguaje de larga tradición marcial, que recuerda la concisión del CÉSAR, cuando luego de vencer a FARNACES, rey del PONTO, envió a ROMA un mensaje que decía: "VENI, VIDI, VICI”

-Afirmó MONTGOMERY, categóricamente, que ROMMEL sería vencido y, en efecto, lo venció en “EL ALAMEIN”. Desde esa épica batalla de tanques, declinó la estrella del “Zorro del Desierto”, y se alzó en el firmamento de la gloria, la de MONTGOMERY, el apasionante, expeditivo e impulsivo guerrero inglés.

-El entonces mayor ATILIO J. BENITEZ, de quien dice Humberto Pérez Cáceres, que “es la viva representación de que se puede tener el coraje de AQUILES envuelto en la astucia y la gracia de ULISES”, por sus espectaculares maniobras que culminan con la captura, en dos oportunidades, del fortín “PICUIBA”; por la, decisión y arrojo que le permiten romper los “cercos” formados por el Cuerpo de Caballería del Cnel. David Toro, en “YSYPORENDA”, “ALGODONAL” e “YRENDAGUE”; por la rapidez de sus movimientos operativos en la fase de la guerra relámpago; por sus aventuras y desventuras, gana, un prestigio tan alto que supera, en la imaginación de sus soldados, los límites de la realidad. Estos comentan, asombrados y orgullosos, que para su jefe no existen situaciones insuperables, obstáculos insalvables, ni enemigos invencibles. Se repite lo que dice y, todavía más, lo que no dice. Sus “casos” y hazañas no tienen término. Todo configura, una vez más, el mágico influjo de la aureola del triunfo: primeramente es el héroe el que conquista la gloria, luego ésta lo supera y trasciende formando -y deformando- un nuevo personaje con los atributos imaginarios que le adicionan sus admiradores y devotos.

 

EL CAMINO DE LA GLORIA

-Egresa de la Escuela Militar, como Tte. 29 de Infantería, el 6 de marzo de 1926. Asciende a Tte. 19 el 24 de abril de 1929, a capitán el 14 de agosto de 1932, a mayor -por méritos de guerra- el 31 de agosto de 1934 y, a Tte. Cnel. el 31 de enero de 1940.

- Sus jefes tienen para él conceptos muy honrosos que lo definen con los nítidos perfiles de un soldado ejemplar y brillante guerrero.

-El Cnel. RAFAEL FRANCO, Cmdte. del II Cuerpo de Ejército dice que “en las acciones del 13 al 15 de agosto/34 ha actuado con un empuje y valor dignos de la tradición de gloria de las armas paraguayas”, y lo “felicita calurosamente por la brillante jornada que culminó con al captura del fortín “PICUIBA”.

-El Cmdte. de la famosa VI División de Infantería, Cnel. FEDERICO W. SMITH, “guerrero taciturno a cuyo paso -dice el Dr. Justo P. Benítez- se inclinan reverentes hasta las palabras del Chaco”, lo califica de “enérgico, de voluntad inquebrantable y muy abnegado. Buen cumplidor de las órdenes; dinámico y trabajador. Leal colaborador. Excelente conductor de tropas. Muy valiente”.

-El Cnel. JOSE A. ORTIZ, Cmdte. de la VII División de Infantería, afirma que “es muy activo y enérgico. Diligente y estricto en el cumplimiento de sus deberes. Franco y buen camarada”.

-El mayor ARISTIDES RIVAS ORTELLADO, Cmdte. del R.I. 5 “Gral. Díaz”, lo menciona diciendo que “tiene elevado espíritu militar. Digno de la mayor confianza. Jamás deja de vencer los obstáculos que se oponen al cumplimiento de las misiones que recibe”.

 

LA CRUZ DEL CHACO

-El 13 de diciembre/1934, sobre el campo de batalla, fue condecorado con la “CRUZ DEL CHACO”. Ese día, el Cmdte. en Jefe del Ejército, acompañado de varios miembros de su ESTADO MAYOR, se trasladó al Puesto de Comando de la VI División de Infantería. Frente a una gran carpa de campaña capturada al enemigo, se cumplió la ceremonia con impresionante solemnidad. Estaban presentes, en formación militar, el Cnel. RAFAEL FRANCO, el Cnel. EUGENIO A. GARAY, el Tte. Cnel. VICENTE MACHUCA, el mayor ATILIO J. BENITEZ y el Tte. 1° CEFERINO VEGA GAONA. El Gral. José Félix Estigarribia impuso sobre el pecho de cada uno de los nombrados, la insignia de la condecoración al VALOR MILITAR “CRUZ DEL CHACO”.

-Esta honrosa distinción, la más alta en el orden militar, le fue conferida al mayor ATILIO J. BENITEZ con referencia a la CITACION N° 387 del II CUERPO DE EJERCITO, comandado por el Cnel. RAFAEL FRANCO, de fecha 17 de agosto/34, por “su brillante actuación en las maniobras del “DESTACAMENTO BENITEZ” que culminaron con la captura del fortín “PICUIBA”, hoy llamado “NUEVA ASUNCION”.

 

HIJO DE LOS DIOSES DEL OLIMPO

-El mayor ATILIO J. BENITEZ, fue uno de los escogidos hijos de MARTE: el 15 de agosto de 1934, al mando del “DESTACAMENTO BENITEZ”, integrado por R.I. 5 “Gral. Díaz”, el R.C. I “Valois Rivarola” y la Batería Vickers, comandados, respectivamente, por el valiente capitán DELIO MEDINA, capitán DAMASO SOSA VALDEZ -ese lacónico guerrero en cuya espada brillan los destellos de cien victorias-, y el aguerrido Tte. 1° REGIS ROMERO, capturó el fortín “PICUIBA”, logrando uno de los éxitos más resonantes de la Guerra del Chaco. Recuperado el fortín por las tropas enemigas, lo reconquistó el 8 de diciembre de 1934, al mando de la famosa VI División de Infantería. Y es el único caso; en todo curso dé la guerra, en qué un mismo comandante de tropas en operaciones, toma y retoma un objetivo estratégico en el curso de pocos días. El nombre del mayor ATILIO J. BENITEZ, y el de sus colaboradores, quedan grabados con letras de bronce en las páginas de la historia.

- En estos cercos y rupturas de la fase de la “guerra relámpago”, el entonces capitán Dámaso Sosa Valdez tuvo singular y destacada actuación al que hace referencia el pedido telegráfico formulado por el Cnel. RAFAEL FRANCO, Cmdte. del II Cuerpo de Ejército, de fecha 25 de septiembre/34, que dice: “Solicito intermedio ese COMANDO EN JEFE, promoción al grado inmediato superior, por MERITOS DE GUERRA, del capitán de caballería Dámaso Sosa Valdez, Cmdte. del R.C. 1 “VALOIS RIVAROLA”, quien con su decisión y ejemplar conducta llevó dos asaltos contra las posiciones enemigas, rompiendo el cerco formado por el Rgto. “CHIQUISACA”, destrozándolo totalmente, causándole más de doscientos muertos, capturando prisioneros y armas automáticas, permitiendo la salida triunfal de la VI División de Infantería”.

 

EL REGRESO AL TERRUÑO INOLVIDABLE

- Con la reconquista de “PITIANTUTA” por nuestras tropas, comienza la GUERRA DEL CHACO. Tras tres años de cruenta lucha, nuestro ejército, al firmárse la paz (12-VI-35), está más allá de “CARANDAYTY”, en las proximidades de “BOYUIBE”, “MANDIYUPE-CUA” y del legendario “PARAPITI”. ATILIO J.,  el que fuera joven cadete en la Escuela Militar, se ha convertido en aguerrido conductor de tropas, conquistando glorias en acciones memorables.

-Pasan los años y las décadas. El tiempo, ese gran borrador en la pizarra del recuerdo, cumple su acción corrosiva y mengua el brillo de muchos triunfos que, en su momento, destellaron en los anales de la- epopeya chaqueña.

-El Tte. Cnel. ATILIO J. BENITEZ no vuelve a su tierra nativa y, durante prolongado exilio, vive en Buenos Aires. No ha mucho tiempo, el mayor Wilfrido Stewart, aguerrido soldado y presidente de la Comisión de Ex Combatientes de “CAAPUCU”, con especial deferencia lo invitó a prestigiar y presidir los actos programados para festejar el 12 de junio, la conmemoración del DIA DE LA PAZ DEL CHACO.

-A la recepción del prestigioso invitado no es convocado el pueblo, ni banderas patrias desplegadas al viento ondean airosas. Tambores ni platillos, cornetas ni pífanos, hacen vibrar las notas de músicas marciales. Un silencio emotivo impregnado de un hálito con unción de patria caracteriza al ambiente. Están presentes viejos amigos, vecinos del pueblo y un numeroso grupo de ex-combatientes. Algunos de éstos, debilitados por las enfermedades y penurias de la vida, apenas pueden mantenerse de pie; otros, orgullosos de la fatalidad de su suerte, muestran sus miembros mutilados por la metralla enemiga y, otros más, muy pocos, visten los jirones de sus desteñidos “verde-olivos”, recuerdos de pasadas glorias y comunes sacrificios. Todos disputan el honor de ser los primeros en estrechar las manos del soldado que vuelve a su pueblo - a su pueblo muy querido-, con la legítima satisfacción del deber cumplido. Los más efusivos lo saludan con un abrazo de hondo afecto y cálido reconocimiento. Con la emoción que brinda un anhelo satisfecho tras larga espera, los corazones palpitan embriagados por la alegría de presenciar la llegada del héroe que, tras prolongada ausencia, vuelve al terruño inolvidable del que ha partido, medio siglo antes, para cumplir el mandato imperativo de su destino militar.

 

EL REVERSO DE LA MEDALLA

-Es siempre una señal de falso respeto tratar a los hombres excepcionales con desmedida consideración para hacerlos aparecer ante sus contemporáneos, o ante la historia, como síntesis impolutas de méritos y virtudes. El retrato psicológico así concebido es incompleto, más todavía, resulta deformado por una admiración tan innecesaria como superflua. Nuestro héroe -como todos- no está libre de defectos.

-ATILIO J. no siguió estudios de perfeccionamiento en el arte y ciencia militar, ni cursó la ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA. Tampoco fueron “brevetados” de Estado Mayor, el Gral. Weygand y el Mcal. Rommel. Sus limitaciones culturales suple, ventajosamente, con el equilibrio de su buen sentido. Y, como habla poco, y siempre oportunamente, tiene la ventaja de equivocarse poco. Todavía más: sabe escuchar. En términos castrenses, se puede afirmar que tiene la intuición innata del jefe conductor de tropas, antes que el cerebro de un jefe de Estado Mayor.

-Como todos, su espíritu tiene luces y sombras: no es, ni santo aureolado, ni impúdico pecador. Al respecto dice el Dr. Marañón “La experiencia de la lectura y, todavía más, aquélla muy aleccionadora que deriva de, la vida, nos convence cada día con mayor firmeza, de esa verdad que seguramente se ha dicho muchas veces, a saber: que los hombres.- no son nunca, buenos o malo en abs luto, y que la apreciación favorable o desfavorable  depende, en mayor proporción, de factores subjetivos de quien juzga, antes que de las cualidades, o defectos, del juzgado. Cuando se hurga en el alma humana decorosamente, no hay nada que sea incomprensible. Y ese decoro no deriva, precisamente, de la inocencia del sujeto, sino del conocimiento de sus complejas y contradictorias condiciones anímicas”. Siendo así, sería impropio, y además una necedad, presentar a ATILIO J., cómo un hombre sin mácula, un jefe sin debilidades. Sí, pero pocos, muy pocos, han sabido como -dignificar el barro de su condición humana con los perfiles más severos y admirables de un soldado ejemplar.

 

NO HAY GRANDE HOMBRE

PARA SU AYUDA DE CAMARA

- Hemos analizado y formulado juicios críticos sobre las cualidades de ATILIO J., como hombre, como soldado y como guerrero. Su perfil sería imperfecto y, además, falso, si no dijéramos como lo ve su ayuda de cámara, en la intimidad de la vida privada. En la comedia de la vida actuamos en forma muy particular cuando desde el escenario observamos, complacidos, que el público se ha retirado y nos quedamos solos.

-“El historiador -dice MARAÑON - , con harta frecuencia, juzga a los hombres tan sólo por el disfraz con que se presentan en el gran escenario de la vida, sin pensar que el barro que esconden debajo de las coronas reales, de los títulos nobiliarios y del brillo de las presillas, es el mismo, en el mejor de los casos, que el que ha servido, amasado con pasiones, para modelar a la humanidad sin nombre, aquélla que se pierde en el silencioso anonimato de la historia”.

- He aquí lo que diría de ATILIO J.: habla con dificultad, a veces con frases truncas o breves monosílabos. Matiza sus expresiones con términos singulares o castrenses, de oportuna aplicación: al agua le llama “H20”, al apetito “mbareá”, y a las comidas “portiyú”. Camina con aire marcial. Habla con voz estentórea, y gesticula como un italiano disputando en la plaza de SAN PEDRO, de ROMA. Es pulcro y aseado. Rinde un verdadero culto al estricto cumplimiento del horario para asistir a las citas o reuniones.

-No juega a los naipes, ni es aficionado a las carreras de caballos; es “hincha” del “Cerro Porteño”... No fuma, no toma mate ni tereré, pero gusta -siempre con moderación- del buen vino y del whisky añejo. Admira a los ingleses. Lee con preferencia libros de historia militar. Tiene un afecto sin límites a la vigorosa personalidad del Cnel. ARTURO BRAY, cuya amistad frecuentó y cultivó hasta los últimos días del desaparecido jefe. Sus ídolos son NAPOLEON y el DUQUE DE WELLINGTON. Lee con deleite las batallas en que estos participaron, y las comenta con entusiasmo. Finalmente, tiene un respetuoso recuerdo del Mcal. JOSE FELIX ESTIGARRIBIA, su Comandante en Jefe, cuya virtudes personales y genial conducción de la GUERRA DEL CHACO, elogia con vehemencia y sin retaceos.

 

SEÑOR DE LA HIDALGUIA Y CABALLERO DE LA GLORIA

-Cuando hayan transcurrido muchos años, y el tiempo, con su lenta e inexorable acción decantadora, permita que la serenidad del juicio ecuánime separe la escoria del oro legítimo, la verdad diáfana del comentario intencionado que retacea méritos o brinda oropel inmerecido, los niños de las escuelas de “CAAPUCU” escucharán, entusiasmados y absortos, cuando el maestro les diga que un mancebo de la tierra, de esa misma tierra en la que ellos nacieron y cuyos atributos telúricos llevan en la carne y en la sangre, fue un jefe de brillante ejecutoria en la GUERRA DEL CHACO, severo en el ejercicio del mando, modesto en sus apreciaciones, de convicciones firmes y característico cutis guaraní. Y el maestro concluirá diciendo que ese héroe -arquetipo del soldado paraguayo- fue el Tte. Cnel. ATILIO J. BENITEZ : ¡Señor de la Hidalguía y Caballero de la Gloria! ...

 

IGUAL ENTRE PARES

-“La historia -afirma el Dr. Juan Santiago Dávalos - es un proceso totalizador que envuelve irremediablemente a su propio observador. El historiador, sabiéndolo o ignorándolo, no es un mero sujeto cognoscente frente a la materia histórica, no se encuentra frente a ella como el espectador frente al paisaje o como el meditabundo contemplador, acodado en la ventana, testigo del tránsito incesante de la caravana , humana”.

-El autor de una monografía no puede librarse de la natural tendencia a consubstanciarse con el sujeto motivo de su estudio, en cuyas facetas anímicas en cuentra ciertas condiciones superiores a las de todos y, como tal, también a las de quien escribe. De esta admiración nace, necesariamente, un afecto que induce, con harta frecuencia, a la apología excesiva.

-Así mismo, como observa también perfiles semejantes al común de los hombres, le resulta reconfortante advertir que su héroe no está dotado, únicamente, de virtudes admirables. Y, precisamente por eso, le estimula saber que por el vigor de la voluntad y el temple del carácter, ha sabido elevarse a las alturas de los hechos singulares. La humanidad encuentra renovadas fuerzas, siempre y en todos los tiempos, no sólo en los hombres dotados de cualidades excepcionales por la gracia de la naturaleza, sino, también, en aquéllos que, superando sus limitaciones, han sido capaces de hacer cosas extraordinarias. Y ESTO NO ES DISMINUIR EL GENIO, ES ELEVAR AL HOMBRE.

-No ha sido nuestro propósito -ya lo dijimos y creemos necesario reiterarlo- presentar la figura de ATILIO J., como mejor, o superior a la de otros com batientes tan valientes y brillantes como él. Hubo muchos, muchísimos. Seguramente, tampoco él lo desea. Rogamos a los lectores sepan disculpar las extralimitaciones, si las cometimos. Mas, pensamos en descargo de conciencia, que a los ojos de Dios y de los hombres, es más perdonable la generosidad del. panegírico, antes que la rigurosidad de la crítica. ATILIO J., es, y siempre se consideró a sí mismo: IGUAL ENTRE PARES.

 

LA HISTORIA Y LA FILOSOFIA DE LAS HISTORIA

-“En idioma espanol -afirma Juan Santiago Dávalos- la palabra “historia” es equívoca. En efecto, ella sirve para nombrar dos cosas: el proceso histórico en sí y la ciencia que lo describe, la historiografía. En sentido vulgar, es también “historia” un sinónimo para lo pasado, aquello que ha dejado de ser presente”.

-Para nosotros, la HISTORIA es el relato, más o menos verídico, de los grandes hechos de los hombres. En un sentido restringido, son los actos que por sus proyecciones sobre todos, alcanzan relieve y significación, y que deben ser analizados con la necesaria perspectiva de tiempo y espacio. Pero la HISTORIA -como todas las cosas de la Creación- es el reflejo de vidas humanas corno las nuestras mismas. Hombres son los que ejecutan el intento temerario e insólito, y hacen realidad lo imposible. Unicamente por falta de esa perspectiva no podemos ver como héroes mitológicos a aquellos cuya vida compartimos, y que aunque realizaron hazañas dignas del mito y la leyenda, lucharon y vencieron, en primer término, ante nuestros ojos, contra sus humanas flaquezas.

-El conocimiento de la historia se parcializa, y desfigura, cuando se reduce al estudio críticoanalítico de las acciones memorables. Lo que fundamentalmente interesa es el conocimiento del hombre, pero no como una abstracción filosófica o simple creación literaria, sino como un ente individual con la tipología y características propias que lo identifican y singularizan. Más aún que los hechos, es importante, y emocionante, el conocimiento psicológico de quienes, con sus limitadas e imperfectas fuerzas, le dieron nobleza al linaje de la estirpe humana.

-Las acciones guerreras, en su faz técnico-profesional, constituyen temas propios de los estudiosos especializados en temas histórico-militares. Pero son pocos y, siempre, se nuclean en institutos académicos. Para que la generación presente y, todavía más, las futuras, tengan una noción clara y real de la EPOPEYA DEL CHACO, lo que tiene contenido aleccionador y calor humano, es el conocimiento del carácter y de los perfiles anímicos de quienes fueron los jefes conductores de las acciones épicas.

-Y así llegarnos a la FILOSOFIA DE LA HISTORIA que implica el intento siempre difícil y no siempre bien logrado, de explicar las motivaciones de esos hechos grandiosos, analizando sus proyecciones sobre los hombres de su tiempo y de su futuro. Por eso la BIBLIA dice: “El sábado fue hecho para el Hombre y no el Hombre para el Sábado”, para recordarnos permanentemente que todos los sucesos de la Creación deben ser relativados a los hombres de cada tiempo. Esta adecuación valorativa de los hechos a las circunstancias en que fueron cumplidos es uno de los esfuerzos más difíciles, y problemáticos, de quienes escriben y el historiador, para ser tal, tiene que tener la aptitud de ubicarse con su mente en las condiciones humanas y ambientales que rodearon a cada suceso.

-Tengo la firme convicción de que muchos serán recordados dentro de un siglo con los perfiles de los héroes legendarios, porque sus motivaciones y sus he chos son comparables a las más elevadas gestas de la historia.

-Cómo explicar el heroísmo de los soldados de la guerra contra la TRIPLE ALIANZA, el sacrificio de las “residentas”, la inmolación de los niños en “ACOSTA ÑU”, sin profundizar en el patriotismo y la voluntad sobrehumana del Mcal. LOPEZ? ... Cómo valorar el desarrollo estratégico de las operaciones de la GUERRA DEL CHACO, sin hurgar en el carácter vigoroso, firme y equilibrado del Mcal. ESTIGARRIBIA, su glorioso comandante en jefe? ... Cómo concebir el ataque frontal boliviano contra las inexpugnables defensas de “NANAWA”, con derroche cuantioso de material bélico y desaprensivo sacrificio de combatientes, sin considerar la necesidad imperiosa que tenía BOLIVIA de un éxito espectacular a cuyo logro puso en acción la soberbia y prepotencia del teutón, Gral. KUNDT? ... Cómo comprender las hazañas del AFRIKA KORP, sin estudiar el temperamento del Mcal. ROMMEL, o la audacia del VIII EJERCITO aliado, sin profundizar en la naturaleza apasionada e impulsiva del Mcal. Montgomery? ... Los grandes hombres son los artífices de sus hazañas que llevan siempre el sello característico de su personalidad.

-Cuando el gran líder de la LIBERTAD, Sir Winston Churchill confesaba a su pueblo que solo podía ofrecer “sangre, sudor y lágrimas”, conceptualmente representaba el eco alejado de LAS TERMOPILAS, cuando LEONIDAS se felicita de que las flechas de los persas fueran innúmeras “porque así combatirían a la sombra”. Cada uno, en sus circunstancias, tuvieron la misma inquebrantable decisión de luchar hasta el último hálito de vida, y proyectaron sus ejemplos en un vuelo sin término a través del tiempo y del espacio. Porque ambos, de las duras circunstancias extrajeron el estímulo para un nuevo esfuerzo, el final y decisivo que decide la victoria.

-Otra hazaña del joven REY espartano que ascendió a la gloria en el desfiladero inmortal, cuenta que cuando vió en lo alto de los acantilados que perfila ban su posición, las luces que indicaban que los persas habían encontrado el sendero montañoso gracias al cual podían eludir la invencible resistencia griega, dijo a sus soldados: “ESTA NOCHE CENAREMOS EN EL BANQUETE QUE PROSERPINA OFRECE A LOS QUE MUEREN POR LA PATRIA”…Cuando en el CHACO, tras la marcha agotadora, los soldados caían desfallecidos por la sed y la fatiga, no realizó EUGENIO GARAY una hazaña equivalente cuando dijo a sus tropas: “Moriremos de sed, pero moriremos juntos…o conquistaremos juntos el pozo que  nos salvaran a todos”.

En LONDRES, muy próximo al “TAMESIS”, está ubcado el palacio WESMINSTER, asiento del parlamento inglés. Y allí, casi a la entrada, se levanta la estatua de WINSTON CHURCHILL, donde el publico se concentra diaria y permanentemente, a rendir su silencioso homenaje al grande hombre que encarna el heroísmos de la resitencia inquebrantable en los dias  aciagos de la implacable ofensiva nazi. Su efigie, con ekl característico sombrero de copa, largo cigarro e infaltable bastón, no tiene ningún epitafio alusivo a sus arengas patrióticas. Solamente dos palabras WINSTON CHURCHILL, porque ellas personifican la gloria del sacrificio en el momento más crítico y desesperante de la bombardeada y asediada capital del otrora poderoso inperio inglés. Y así, por los siglos de los siglos, aun despues de que se hayan olvidado las grandes batallas, el pueblo inglés le seguirá rindiendo el imperecedero homenaje al hombre que simboliza una época de su historia.

-Para que a un hombre lo consagre la historia como héroe, se requieren tres condiciones que muy rara vez se presentan en feliz coincidencia de tiempo y espacio; primero, que tenga los perfiles del héroe; segundo; que la situación haga necesaria, aún más, que imponga – por así decirlo – la actuación de tal héroe y, tercero, que tenga la suerte de tener historiadores que inmortalicen sus éxitos. Dice al respecto el Cnel. ARTURO BRAY: “No obstante el prestigio guerrero de los griegos, según una audaz tesis adelantada por algunos historiadores,  no fueron, precisamente, tan  grandes por sus hazañas en sí por haber tenido la suerte de contar con quienes escribieron sobre ellas en términos de epopeya”.

-Por eso, para la FILOSOFIA DE LA HISTORIA, el estudio y conocimiento de los ejecutares es condición imprescindible para la comprensión de los acontecimientos. Hacer la biografía de los grandes jefes y alcanzar a ubicarlos en sus circunstancias, es el paso primero para la cabal interpretación de las hazañas guerreras. Porque como en todos los órdenes, la multitud tiene el espíritu de su JEFE, y sin la élite conductora no hay pueblo glorioso. Un principio sociológico, quizás no escrito pero no menos vigente por ello, dice que cada sociedad humana levanta a su superficie almas de héroes en la proporción en que las sueña y necesita para los propósitos que lleva adelante.

-Es posible que algunos camaradas argumenten que la “ACADEMIA DE HISTORIA MILITAR DEL PARAGUAY” debe estudiar, solamente, temas de interés profesional, no precisamente los que se relacionan personalmente con uno o un pequeño grupo de jefes. Todavía más: no faltarán quienes digan que no debe servir como tribuna para la apología de pocos y el olvido de muchos. Con el debido respeto que tales objeclones merecen, nos permitimos disentir de sus conclusiones. A nuestro juicio no resultan inteligibles los hechos si, además de referirse los datos operativos y numérico-temporales, no se profundiza en el conocimiento psicológico de sus actores. La historia, más que el devenir de acontecimientos pasados, es el reflejo de la conducta y del quehacer de los hombres que en ella participaron, y así resultan comprensibles las verdaderas causas de los hechos más complejos y, al parecer, inconcebibles. “Solo entendiendo la historia -dice el Dr. García Venturini - como lo que realmente es, como la biografía de los hombres, adquiere la misma todo su sentido. La historia no es lo que ha pasado, sino lo que NOS ha pasado; estamos hechos de historia, de cada uno de los gestos, hechos y palabras que otros protagonizaron, a los cuales sumamos los propios, condicionados por aquellos”.

- Otros camaradas, con más dotes intelectuales y mejor informados, pueden -y deben- escribir sobre la personalidad de los jefes y oficiales que condujeron la GUERRA DEL CHACO. Así, solamente así, se podrá conocer más completa y verídicamente, la gesta gloriosa de quienes “merecen el bien de la PATRIA” porque “lucharon para librarla de la mutilación y la deshonra”.

 

SIC TRANSIT GLORIA MUNDI

- Cuenta la historia -más probablemente una leyenda- que en la época del IMPERIO ROMANO las LEGIONES victoriosas desfilaban por las engalanadas avenidas de ROMA, bajo los ARCOS DEL TRIUNFO, con el jefe -afortunado HIJO DE MARTE- sobre una cuadriga de blancos y briosos corceles. Detrás iban los prisioneros, encadenados y reducidos a la humillante condición de esclavos.

-Formaban las columnas carromatos con el botín de los conquistadores. El ejército marchaba con impresionante y rígido aire marcial. El espectáculo era brillante, digno de las glorias de las invencibles LEGIONES ROMANAS. El público, que pujaba por exteriorizar su orgulloso aplauso, aclamaba a las tropas victoriosas.

-El CESAR -Dios y Emperador- recibía con regia magestad el clamoroso aplauso y los vítores de sus subditos, éstos tan orgulloso como él del poder y de la grandeza del IMPERIO. Todo hacía presumir, ante el espectáculo festivo y marcial, que la GLORIA - gracia de los Dioses- sería imperecedera como la eternidad del tiempo, siempre rutilante como la luz del sol!

 -Pero los romanos, expertos conocedores de la fragilidad de los atributos humanos, y de la brevedad de las cosas del mundo, no pensaban así. Detrás del CESAR, y muy próximo, un mísero esclavo incansablemente musitaba: SIC TRANSIC GLORIA MUNDI.

 

ANTE EL ÚLTIMO COMBATE ...

-ATILIO J. BENITEZ, combatiente en “TOLEDO”, valiente comandante del R.I. 5 “Gral. Díaz”, del “Destacamento Benítez” y de la VI DIVISION DE INFANTERIA, capturó en dos oportunidades el fortín “PICUIBA”, y participó brillantemente en las rupturas de los cercos enemigos de “ISYPORENDA”, “ALGODONAL” e “YRENDAGUE”.

-Fue citado con elogiosos conceptos por quienes fueron sus jefes, los coroneles RAFAEL FRANCO, FEDERICO W. SMITH, JOSE A. ORTIS, FELIX CABRERA y PAULINO ANTOLA. Ascendió a mayor de infantería por méritos de guerra, y figura entre los cinco únicos jefes y oficiales condecorados con la “CRUZ DEL CHACO”, sobre el campo de batalla, por el propio Cmdte. en Jefe del Ejército, Gral. José Félix Estigarribia.

- Superó mil vicisitudes, peligros y penurias con la severidad de su inalterable espíritu militar; soldado ejemplar, hoy vive retraído en un departamento sito sobre la calle Cnel. Bogado casi Estados Unidos, de esta Capital. Ya fallecieron sus padres, su único hijo y su esposa, singular mujer cuyo recuerdo conserva con tierno cariño. Vive solo, con la ocasional visita de sus amigos y ex camaradas de guerra. Agobiado por una cruel enfermedad, los males lo acosan y, progresivamente, su cuerpo -debilitado por la edad- va cediendo ante el enemigo implacable.

- Con una pensión de retiro que no cubre sus necesidades personales ni, menos todavía, los ingentes gastos motivados por sus dolencias, enfermo y agobiado por sus males, ve pasar los días, los acontecimientos, y la vida toda, con silenciosa y serena placidez, orgulloso de su pobreza digna. Nada aturde su conciencia porque nunca demandó de sus soldados sacrificios que primeramente él no estuviera dispuesto a ofrendar a la PATRIA. Atilio J., en sus momentos de reflexión y al evocar recuerdos del Chaco, más de una vez habrá pensado cuanta razón tenían los romanos cuando decían: “ES BREVE LA GLORIA SOBRE EL MUNDO!...



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