Luego de una larga lucha, aquel sábado 6 de agosto de 2005 los habitantes de Puerto Casado -ubicada en el departamento de Alto Paraguay, en el Chaco-, que estaban a favor de la expropiación de 158 mil hectáreas de las tierras que eran de la taninera Carlos Casado pero ya vendidas entonces a la empresa Victoria SA -de la secta Moon-, saboreaban el triunfo. La Cámara de Senadores se había expedido a favor de la causa casadeña.
La euforia y el optimismo se veían en el rostro de la gente. Entre los que vivían en Casado aquel momento de expectativas estaban el músico y compositor Rubén Domínguez nacido en esa comunidad el 18 de enero de 1957, que había venido de Suiza donde se dedica a su arte, y el periodista Charles Saldívar, por entonces corresponsal de última Hora en el Chaco, también oriundo de la localidad situada sobre el río Paraguay.
Los dos, que habían salido de aquel lugar hacía quién sabe cuántos años, se buscaban a sí mismos en cada rincón que, caminando sin destino, miraban. Les acompañaban el camarógrafo de un canal asunceno y su esposa. De pronto, Charles -según relata Rubén- vio un algarrobo. Como atravesado por algún dardo paralizador, quedó transfigurado, clavado en la tierra y con los ojos puestos en esa planta chaqueña inconfundible. Todavía en ese trance, se acercó a los escombros y los escarbó con los pies como buscando algo.
-Ahí donde estaba el algarrobo estaba mi casa-, les contó Charles.
-¿Cómo? ¿Vivían debajo del árbol?-, le preguntó Rubén pretendiendo quitarle dramatismo al instante.
"La planta, con su sombra esparcida en rededor, protegía los escombros como una leona cuidando sus cachorros", recordó el artista sin explicarse qué extraña fuerza les había conducido a ese sitio conmovedor.
Al rato, emocionado, el hombre de prensa fue sacando afuera su memoria: su madre, sus hermanos, el tiempo en que la dicha se llama infancia. "Esa situación vivida me impactó tanto que asumí la energía de esa vivencia. Entré en el espíritu de mi amigo y era yo el que había perdido su casa. Al fin de cuentas, su historia era la historia de todos los que recibimos como herencia la lucha para recuperar lo nuestro. Los que defendieron el Chaco habían peleado con armas de fuego. Las nuestras eran otras, la resistencia popular. En el fondo, sin embargo, eran las mismas, con el mismo objetivo", comenta Domínguez.
"Al volver a Neuchätel, Suiza, en homenaje a Charles y recordando a mi padre Lorenzo Domínguez Morales, excombatiente de la Guerra del Chaco, escribí la letra y compuse la polca canción que acabo de grabar en Asunción", concluye Rubén Domínguez.