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ALEJANDRO NIETO

  JUAN DE AYOLAS (Por ALEJANDRO NIETO)


JUAN DE AYOLAS (Por ALEJANDRO NIETO)

JUAN DE AYOLAS

Por ALEJANDRO NIETO

Galería de Paraguayos Ilustres Nº 11

Editorial Don Bosco

Asunción – Paraguay (14 páginas)

 

 

JUAN DE AYOLAS

 

 

"EL SOLDADO DE BRIVIESCA"

 

Aunque no se pueda precisar, parece que el Capitán de la conquista Juan de Ayolas vino al mundo con los albores del siglo XVI, en el pueblo castellano de Briviesca, provincia de Burgos.

Hijo de un hidalgo pobre, estudió cierto tiempo en Palencia y luego sentó plaza como soldado, destacándose en las campañas de Italia, primero con el gran Capitán Gonzalo de Córdoba y luego como ayudante del gentilhombre guadijeño don Pedro de Mendoza, acompañante a su vez del Emperador Carlos V.

Es posible que, pese a sus concomitancias cortesanas y a su amistad con don Pedro de Mendoza, Juan de Ayolas haya tomado parte en la guerra comunera junto a Padilla; pero no hay pruebas concretas de ello.

Pero lo cierto es que, vuelto de Italia, permaneció cierto tiempo en Guadix con don Pedro de Mendoza, y luego en Granada, a donde el guadijeño le llevó como mayordomo, a la corte viajera de Carlos V, a la sazón en la ciudad de Alhambra.

Estando precisamente junto al Genil, fue que don Pedro de Mendoza gestionó ante el Emperador el primer adelantazgo del Río de la Plata, y encargó a Ayolas la selección de capitanes y tropas para la magna empresa.

 

 

"EL BRAZO DERECHO DEL ADELANTADO"

 

En uno de esos fabulosos potros andaluces de Baena que le regalara don Pedro, Juan de Ayolas marchó a su pueblo natal, en el que se dio a la tarea de reclutar gente para la expedición. Mientras estuvo en Briviesca y en la capital de Burgos, casi todos los capitanes y soldados que alistó eran castellanos del norte, en especial de Burgos y Palencia. Luego se trasladó a Avila, para seguir allí reclutando castellanos, uno de ellos, hidalgo de esta ciudad, fue Rodrigo de Cepeda y Ahumada, hermano predilecto de Santa Teresa, quien trabó pronto cordial amistad con el burgalés.

Cuando Ayolas se encontró en Sevilla con don Pedro de Mendoza, presentó al adelantado una aguerrida tropa de la meseta. El guadijeño observó a los secos y duros hombres, y sonriendo dijo:

- Buenos soldados parecen y lucen como los de Italia... ¿Son todos castellanos..?

- No señor, hay uno que no lo es... Aquel mocetón alto es vasco, de Vergara. Se llama Domingo Martínez de Irala.

-¿Y aquel pequeño..?

- Ese es doctor por Salamanca y comendador de Santiago... Se llama Juan de Salazar y Espinoza, pero es castellano de Medina Pomar.

- No son doctores lo que necesitamos. .. dijo con sorna don Pedro...

- Tenéis razón..., pero a fe que también es buen soldado. . .

- Bueno... Poneos en contacto con Galán y Osorio para que ultiméis entre los tres los detalles que faltan, antes de partir...

 

 

"LA MAGNIFICA EXPEDICIÓN"

 

El 24 de agosto de 1.535, la expedición de don Pedro de Mendoza, primer adelantado del Río de la Plata, partía hacia las Indias del Hemisferio Sur, desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda. Era la mayor armada salida de España hacia el Nuevo Mundo, y el Capitán Ayolas tenía la satisfacción de ser el segundo hombre en ella, con su cargo de mayordomo.

Ante la costa del Brasil zozobró una de las naves, perdiéndose otra poco después, por lo que el Adelantado decidió recalar es la bahía de Guanabara con sus once navíos y hacer aguada allí.

El campamento en la hermosa bahía era enorme, y Ayolas hubo de trabajar mucho en organizarlo. Había 1.200 hombres y varias mujeres. No todos eran españoles; pues también se contaban varios alemanes y flamencos, y hasta un par de ingleses.

Apenas desembarcado, Pedro de Mendoza dividió la expedición, enviando una parte de ella hacia el Río de la Plata sin demora, a las órdenes de su hermano Diego, almirante de la armada.

Ayolas se entrevistó con el comandante de la guarnición portuguesa, un tal Gonzalo Monteiro, y luego se dirigió con algunos compañeros a la toldería de los indios tamoyos. Entró en buenos tratos con éstos, y volvió rápidamente al campamento castellano, pues un soldado corrió a avisarle que había un pequeño revoltijo entre la tropa española.

Enterado de que el disturbio era provocado por el maestre de campo Juan de Osorio, Ayolas lo comunicó a Mendoza, haciéndole conocedor de ciertas especies que aquél había hecho circular en Cabo Verde contra su autoridad.

El Adelantado ordenó a Ayolas que prendiese a Osorio, y éste fue detenido por el mayordomo, mientras conversaba en la playa con su amigo el factor Carlos de Guevara.

Inmediatamente; Mendoza ordenó matar a Osorio y así lo hicieron los soldados Galaz de Medrano y Pedro de Luxán.

 

 

"NUESTRA SEÑORA SANTA MARTA DEL BUEN AIRE"

 

Tras este escarmiento, se había fortalecido la autoridad de Ayolas cuando las naves dejaron Guanabara, nuevamente proa hacia la Cruz del Sur.

En enero de 1.536 desembarcaron en la ribera suroeste del Río de la Plata, y Mendoza fundó allí la ciudad de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire, o de los Buenos Aires.

Durante catorce días hubo paz con los indios querandíes de la zona, hasta que, al decimoquinto, los salvajes atacaron, matando a diez españoles. Salió entonces de batida don Diego de Mendoza; pero los querandíes lo derrotaron, matándole, junto con muchos españoles. Por cierto hubieran muerto todos de no haber organizado enseguida Ayolas un auxilio previendo la posibilidad de la derrota. De la fuerza auxiliadora, Ayolas destacó a Salazar e Irala con varios infantes, y éstos alcanzaron a salvar a Ruí Galán y a Sancho del Campo con algunos peones.

Al llegar el otoño, don Pedro de Mendoza despachó río arriba a Juan de Ayolas en viaje de exploración, y en junio fundaba éste el fuerte de Corpus Christi, cerca de la confluencia de los ríos Paraná y Carcarañá, donde Sebastián Gaboto había fundado a su vez, el fuerte de Sancti Epíritu, destruido más tarde por los indios timbúes.

 

 

"JERÓNIMO ROMERO"

 

Estando en las inmediaciones de Corpus Christi, Ayolas encontró a un sobreviviente de la expedición de Gaboto, desnudo y viviendo como un indio en medio de las bajas capueras ribereñas del Carcarañá: era Jerónimo Romero.

Este conversó con Ayolas sobre la Sierra de la Plata, y el de Briviesca decidió retornar enseguida a Buenos Aires para dar la noticia al Adelantado, luego de dejar en Corpus Christi al Capitán Alvarado, al frente de una pequeña guarnición.

Al presentarse Ayolas y Romero en Buenos Aires al Adelantado con su información, éste decidió salir enseguida rumbo al norte, llevando siempre a Ayolas como su segundo, y a Romero como guía.

Recalaron en Corpus Christi unos días, y luego don Pedro de Mendoza fundó el fuerte de Nuestra Señora de la Buena Esperanza. Allí, dio a Ayolas la orden de seguir río arriba, mientras él retornaba a Buenos Aires.

El 14 de octubre de 1.536, Ayolas partía de Buena Esperanza hacia el norte con tres bergantines. Llevaba como su segundo a Domingo Martínez de Irala, al mando de un bergantín, y al factor Carlos de Guevara al frente del tercero, y como guía, a Jerónimo Romero. Contaba con ciento setenta hombres; y unos poquísimos sacos de harina por todo bastimento.

 

 

"EN EL RÍO PARAGUAY"

 

Ayolas remontó el Paraná hasta un lugar al que llamó "Tres Bocas", en el cual le sorprendió una fuerte tormenta zozobrando uno de los bergantines.

Luego se internó en el río Paraguay, donde le atacaron una multitud de piraguas cargadas de indios agaces, con los que debió combatir incesantemente, siendo heridos algunos de sus hombres.

Al llegar a la desembocadura del río Ypytá o Bermejo, Ayolas pensó internarse por él; pero Jerónimo Romero le disuadió, diciéndole:

-Hasta aquí llegamos con Gaboto y los indios nos dijeron que había que seguir muchas leguas hacia el Norte por el río Paraguay, antes de torcer hacia la izquierda, rubricó Jerónimo. Y Ayolas optó por seguir sus indicaciones.

En enero de 1.537, la expedición divisó sobre la banda de estribor de sus bergantines un cerrito cónico de base muy ancha, luego del cual una vía de agua penetraba hacia la derecha.

-Entremos ahí antes de seguir, para ver si hacemos aguada y cazamos algo..., ordenó entonces Ayolas a sus pilotos.

 

 

"EN LA BAHÍA DE CARACARA"

 

Jerónimo Romero había aprendido la lengua de los timbúes y, como ésta se parecía a la de los indios vecinos del pequeño cerro, logró entenderse con ellos, Ayolas hizo amistad con el cacique, de nombre Caracará, y decidió descansar en su aldea, junto a las tranquilas aguas de lo que él en principio creyó ser un afluente del río Paraguay, y resultó en cambio, una acogedora bahía.

Caracárá regaló a los de Ayolas mucho maíz, habas y batatas, mientras los soldados cazaban y pescaban en asombrosa confraternidad con los carios o guaraníes de la comarca.

Aunque a nadie se le haya ocurrido decirlo, o lo hayan callado adrede para que lleve otro el mérito, lo cierto es que el hombre que inició la conquista y colonización del Paraguay fue Ayolas, y fue su buen trato y entendimiento con Caracará, los que hicieron posible que luego Irala se entendiera a su vez con los nativos, o que Salazar fundase en esa misma bahía la ciudad de Asunción.

Ayolas puso los cimientos de la magna obra y sin esos cimientos nada hubiera podido hacerse, mal que pese a quienes no han reparado en ello o no han querido mencionarlo.

 

"CANDELARIA"

 

Caracará informó a Ayolas que para hallar la Sierra de la Plata debía seguir hacia el norte por el río a una luna de remo. Luego entrar hacia el noroeste por tierra de payaguáes hasta la de los mbayáes, y seguir hasta hallar la Sierra.

Y los conquistadores abandonaron el paraíso guaraní, en pos de la grandiosa quimera de la Sierra de la Plata.

El 2 de febrero de 1.537, Ayolas decidió bajar a tierra en la margen occidental del río Paraguay y fundar la aldea de la Candelaria.

La zona estaba habitada por tribus de indios payaguáes, con los que trató de ponerse en buenos términos como con los carios, encontrando entre ellos a un indio que había sido esclavo del portugués Alejo García. El tal indio narró al de Briviesca que había ido con el lusitano hasta la tierra de los charcas, volviendo luego a la costa de Santa Catalina cargado de oro y plata.

Sin mayores vacilaciones, Ayolas decidió partir inmediatamente, dejando a su secretario Domingo Martínez de Irala al frente de Candelaria, y con la orden terminante de esperar allí hasta su regreso.

El cacique vecino, Tamatiá, dio al jefe español treinta indios cargadores, y con ellos decidió el burgalés emprender la marcha, dejando a Irala la hija del mencionado jefe régulo, dada por éste a Ayolas en prueba de amistad.

 

"LA ENTRADA"

 

El 12 de febrero, Ayolas se internaba en el Chaco hacía el noroeste llevando ciento veintisiete españoles, y entre ellos a Rodrigo de Cepeda y Ahumada, el hermano de Santa Teresa, y al escribano Martín Pérez de Haro.

Lo que Ayolas intentaba con tan escasa gente era descomunal, cruzar el Chaco hasta la tierra de los indios charcas, y sin imaginar lo que era el Chaco. Pero lo consiguió. Primero vencieron los esteros y luego las plantas espinosas. Después el polvo que flotaba como harina sucia por el aire, y siempre... la sed... la terrible sed..!

Racionando el agua con castellana austeridad mientras la había, y comiendo frutas o bebiendo sangre de animales salvajes. Ayolas y los suyos vencieron al Chaco, y llegaron por fin a la ondulada tierra de los indios charcas, a través de la de los mbayáes.

Nunca habían tenido problemas con los nativos, puesto que el capitán de Briviesca impuso a los suyos una severa disciplina, y nadie se desmandó jamás con los indígenas, ante lo cual éstos socorrieron repetidamente a los expedicionarios, generalmente dándoles sipoy para calmar su sed.

 

"LA INMENSA VICTORIA"

 

Entretanto, don Pedro de Mendoza, muy enfermo, regresaba a España para morir en alta mar, luego de haber designado sucesor y jefe absoluto de la expedición a Juan de Ayolas, resolución de la cual éste no se enteraría jamás.

En la Candelaria, Irala lee y relee el escrito de Martín Pérez de Haro con la orden de Ayolas de esperarle allí "mientras estoviera la tierra adentro o veays mi firma de lo que deáays hacer".

La hija del cacique Tamatiá se había escapado del bergantín de Irala, y los payaguáes se volvieron repentinamente indóciles. Esto, sumado al hambre y al mal estado de los bergantines, decidieron a Iala a trasladarse al puerto indígena de Tapuá para calafatear las embarcaciones.

Simultáneamente, Juan de Salazar remontaba el río por orden de don Pedro de Mendoza, con el fin de socorrer a Ayolas en caso de necesidad. Al propio tiempo el de Briviesca veía ante sí las serranías azules de la tierra de los charcas, mientras los indígenas se la señalaban con los ojos brillantes.

La Sierra de la Plata hallábase a la vista. Juan de Ayolas y sus compañeros habían vencido al terrible dragón que la custodiaba: el Chaco.

El mayordomo de Pedro de Mendoza levantó su espada con gesto triunfal, mientras su compañero Rodrigo de Cepeda y Ahumada, dejándose caer en el polvo reseco del yermo que acababan de vencer, púsose a orar en acción de gracias por la increíble victoria de su capitán de la cual también él era partícipe. Sí... En cuanto pudiese hacerlo, él escribiría a su hermana Teresa, allá en Ávila, narrándole esta prodigiosa gesta castellana, de su capitán Ayolas, en la cual también él, Rodrigo, había tenido el orgullo de integrar.

 

"LA SEGUNDA VICTORIA"

 

Ayolas levantó un pequeño fuerte junto a la Sierra de la Plata y en él dejó a Rodrigo de Cepeda y Ahumada con algunos soldados, para volver con la mayoría, algo más de cien, hacia el río Paraguay.

Españoles e indios venían cargados con piezas de oro y plata, y pese al cargamento vencieron por segunda vez la hostilidad chaqueña.

Terminaba febrero de 1.538 cuando Ayolas avistó nuevamente la costa del río Paraguay. Habían realizado la portentosa hazaña... ¡Qué cara pondría Chomin de Irala cuando le viese llegar con el fabuloso cargamento que traía...!

Pero a Chomin de Irala no lo encontraron en la costa. Ayolas no podía saberlo: en ese momento se hallaba en Tapuá prisionero de Ruí Galán, quien le disputaba el mando de la provincia. Durante una semana Ayolas patrulló la ribera con el agua hasta la cintura, esperando ver los bergantines de Irala, pero éstos no aparecieron y la desesperación fue ganando el alma del mayordomo de Mendoza. Al fin optó por permanecer con los suyos en la fangosa orilla, esperando que Irala o algún otro apareciesen, y si no, cuando fuera posible, haría construir bergantines o balsas con los cuales seguir hasta Asunción.

 

"LA TRAGEDIA"

 

Fue entonces cuando se acercaron a Ayolas los payaguáes trayéndole bastimentos e invitándole a descansar en su vecina aldea:

Ayolas, confiado, aceptó, internándose con los indios en la espesura.

No se habían alejado una legua del río, cuando los payaguáes que le escoltaban, en número de quinientos, se abalanzaron de improviso sobre los españoles matando a Ayolas y a todos sus acompañantes, menos a un indiecito chanés llamado Gonzalo, a quien le perdonaron la vida por su extrema juventud, reteniéndole como esclavo.

Sólo dos años más tarde, en febrero de 1.540, recorriendo Irala y Salazar la zona, encontraron al indio Gonzalo, quien les contó, con gran pesadumbre lo que había ocurrido al capitán Ayolas y a sus compañeros de expedición.

Sus cadáveres ya no serían hallados; pero sí los restos del fuerte fundado por el mayordomo de Mendoza al pie de la Sierra de la Plata.

También fue hallada la Sierra de la Plata por Nufrio de Chaves, enviado más tarde por Irala en otra entrada; pero para entonces, ya se les habían adelantado los españoles del Perú, a la sazón gobernados por el sacerdote La Gasca.

 

 

EPÍLOGO

 

Rodrigo de Cepeda y Ahumada llegó hasta el Perú y combatió a las órdenes de Blasco Núñez de Vela contra los quechúas, como lo había hecho a las de Ayolas contra characaráes, gorgotoquíes, payaguáes y chiriguanos, y en sus largas campañas del Perú fue encontrándose con cuatro de sus hermanos: Lorenzo, Pedro, Jerónimo y Agustín Cepeda y Ahumada.

Los cinco hermanos se batieron en la batalla de Iñaquitos, ya en 1.546. Cuando, librada ésta, los jefes preguntaron a Rodrigo cómo había llegado al Perú, el hermano mayor de Santa Teresa, cubierto de gloria y heridas les contestó:

-Desde el río Paraguay y a través de la selva, con el capitán Juan de Ayolas.

El 10 de agosto de 1.557, luego de haber cruzado los Andes varias veces, Rodrigo moría junto con su hermano Agustín, luchando en Chile, contra los terribles araucanos.

Cuando en 1.537, Irala y Salazar retornaban de la Candelaria, no soñaban que Ayolas hubiera podido ir hasta la Sierra de la Plata y volver, con lo poco que tenía; pero lo había hecho, y ésa fue una proeza que ni Irala ni siquiera Alvar Núñez Cabeza de Vaca pudieron repetir, si bien el vasco estuvo cerca, pero con una expedición mucho mayor y mejor organizada; y sobre todo con el auxilio de miles de carios amigos.

Sólo Nufrio de Chaves pudo repetir la hazaña de Ayolas; pero con muchos elementos de todo tipo, en sus marchas hacia occidente. En una de ellas llegó hasta el Pacífico, siendo el segundo español que lo hacía, yendo desde el Río de la Plata o el Atlántico Sur. El primero había sido Rodrigo de Cepeda y Ahumada, llevando consigo el recuerdo inmortal de Ayolas y el relato de su viaje de asombro, hasta las huestes de Pizarro, que habían seguido las calzadas del imperio incaico desde Túmbez hasta el Altiplano.

 

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DOCUMENTO RELACIONADO:

JUAN DE GARAY

Por ALEJANDRO NIETO

Galería de Paraguayos Ilustres Nº 13

Editorial Don Bosco

Asunción – Paraguay (14 páginas)

 

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