LAS ANTIGUAS SEÑALES, TU DEBES COMPRENDERME
y AUN NO PERCIBO…
Poesías de ALEJANDRO RAMÓN MARIN IGLESIAS
LAS ANTIGUAS SEÑALES
Serena contemplación, dulce sosiego guaireño,
Quietud de la noche, profunda y estrellada.,
Brisa que, acaricia mi atormentada frente.
Amanecer que renueva los viejos afanes.
Es mirífico el aire, transparentes son las horas;
Puro arpegio de cristal es el canto del ave;
El agua fresca proviene del hontanar profundo;
Los azahares no tienen símil en la tierra.
Largas tardes de Villarrica, de tules azulados
Envuelta en un hondo panteísmo primitivo:
Las voces del crepúsculo se perciben distantes,
Sencillas y puras como cantos de eglogas.
Colinas verdemar que en las horas transmutan
Sus colores, por toda la gema del espectro solar;
Ocre pro fundo de tus sendas serpeantes ;
Misterio y sugerencia en tus noches consteladas.
¡Mañanas de mi infancia, tarde de una adolescencia!
Cara al cielo intenso, con los ojos bien abiertos,
Sueños que se hilvanan en la plazuela umbrosa
De árboles antiguos, viejos amigos míos.
Vives en mi mente, vieja y alta torre enhiesta,
Que señorea la villa, vigilante y austera:
Desde tus ventanas y cornisas oteaba horizontes
¡Oh, sueños lanzados al aire al batir tus campanas!
¡Qué romance de señoríos, qué alucinantes consejos,
Escuché de mi vieja nodriza en tus noches!
Las vetustas casonas, las antiguas recobas
En los vesperales silencios dialogaban recuerdos.
Los patios familiares tienen aromas secretos,
Florecidos de jazmines, madreselvas: flores de la tierra;
Rosa mosqueta y menta, albahaca y romero.
Embalsaman mis jamás olvidadas reliquias.
Fuente del recuerdo, agua de la tierra roja,
Hontanar que cautiva a la sandalia viajera;
En el cuenco de mis manos recibí tus cristales,
Que calmaban mis vanos sueños abrazados.
Cadena de esmeraldas, verdura y piedra en alto:
Invitación al sagitario, llamadas al ignoto:
Cerros del YBYTYRUZU, enmarcas el paisaje,
Con tus armoniosas curvas legendarias.
Campana de la escuela sonora como un canto,
Colegio de anchas aulas y vetustas galerías,
Blancos sueños, inquietas ansiedades.
Vivencias perdurables de hondas añoranzas.
En cada línea esbelta de mujer toda blanca,
Que pasa sugerente, aromada, señera,
En la hora mañanera o al vésper melancólico,
El romance está vivo, como en el salmo sagrado.
En la calle nocturna, ancha y solitaria,
Umbría, densa, noble, acogedora.,
Los ojos se alargan y los pies tórnanse alados:
Mi alma te recorre en el sueño y el recuerdo.
Nostalgia de la tierra, del árbol, de la flor,
Del tibio hogar amable, dulce paz;
Del (lía riente, de la noche muy, honda,
De los afanes vividos en la vieja ciudad.
En las noches consteladas de otros cielos,
En el andar marinero encontradas al azar,
Los brazos se agitan y al desgranar recuerdos,
Te hacen, Villarrica, las señales entendidas,
Los hondos llamados, las antiguas señales.
V. Rica. 1926
TU DEBES COMPRENDERME
Tú debes comprenderme hoy,
Porque es nuestra la hora azul:
Ya están en fuga las sombras
Como estatua envuelta en las tiniebla
Han emprendido las roces malogradas
Las sendas olvidadas del silencio
Es clara la mañana de mi espera,
Y no hay las ansiedades dolorosas,
Que, otro tiempo hacías imposible
Nuestro sueño, nuestro encuentro
Yo te espero, atalayando aún
Las más ocultas oquedades del paisaje,
Yo te espero, con los mismos rasgos,
Tan antiguos, permanentes,
La hora es tuya y mía ...
Imperturbable.
Villa Rica, 1925
AUN NO PERCIBO. . .
Aún no percibo la razón de tu rasgo
Generoso, en el empeño en curar oís heridas.
¡Qué dulce paz me brindas, deliciosas.
Cuando me acarician tus manos tan suaves!
Yo sé que nunca tu alma será mía;
Que tu alba piel de seda tiene un dueño;
Yo sé que tu boca no sonríe enamorada,
Cuando mis ojos ansiosos interrogan.
Yo sé que mi canto a tus oídos,
Sólo llega como música distante;
Que en el alba, al enviarte mis mensajes,
Sólo piensas en otra boca y otras manos.
Yo comprendo y presiento un destino
Y el destino cruento de este fuego mío;
No hay paz en mi alma, y, sin embargo,
¿Qué dulce paz me brindas este día?
¿Hay, acaso, piedad en estos pasos
Al contemplarme con serena diligencia?
Mírame con otros ojos imposibles,
Y déjame entrever la razón de tus empeños.
Villa Rica, 1926
Fuente:
EL PARMASO GUAIREÑO
Obra de ROMUALDO ALARCÓN MARTÍNEZ
Ediciones INTENTO.
Asunción – Paraguay
1987 (1ª edición – 407 páginas)
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ENLACE A DOCUMENTO RELACIONADO:
ANTOLOGÍA DE LA
LITERATURA PARAGUAYA
Editorial El Lector,
Asunción-Paraguay 2004
Edición digital:
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Fotografía de FERNANDO ALLEN