VILLARRICA y MI CAMINO
Poesías de
EDUARDO ALARCÓN
(1893 – 1920)
VILLARRICA
El corazón palpita enternecido
cuando en mis labios férvidos, vehemente
suena ese dulce nombre;
y de ternura sin igual herido,
una emoción extraña el alma siente
cual nunca sintió el hombre.
Y, cuando el sol radiante, esplendoroso
con luz de oro el universo dora,
e intenso gozo siento
a mi memoria viene presuroso
vago recuerdo que mi mente adora
sonriente al pensamiento.
Paréceme que vuelvo a esa edad dichosa
de plácida y de cándida ventura.
en esa edad de sueño,
en las horas de la infancia hermosa
a gozar la delicia y la dulzura
de aquel tiempo risueño.
Pienso que ayer, cuando apacible sueño
en sus blancos cendales me envolvía
y yo en juegos soñaba
un querube de amor con ledo empeño
junto a mi lecho alegre sonreía
y mis sueños velaba...
Cuando la luna su tranquilo manto
sobre la faz de la creación dormida
meditabunda extiende
y aún no sé qué de misterioso encanto
y de placer, la noche adormecida
al corazón enciende.
En las alas de ensueños voladores
el pensamiento juvenil, ardiente
recorre vagoroso
esos lugares bellos, soñadores
de mis primeros años, de inocente
jugaba candoroso.
Yo olvidado en la tierra, solitario,
en suelo ajeno, lejos apartado
de ese Edén del mundo
las lágrimas de mis ojos, cual sudario
cubren y oprimen el pecho lacerado
un pesar sin segundo.
Hoy yo, sobre la tierra peregrino
voy siguiendo sin rumbo la existencia,
caminando al ocaso,
arrastrado al azar de mi destino,
guiado sólo por el Alma Omnipotente,
que señaló mi paso.
Con imposible en la loca mente
mas, viviendo en fantásticas regiones
de ilusión y quimera:
hoy el pesar de mi corazón doliente
desgarra, y sólo veo en mis aflicciones
orfandad y amargura.
Hoy, es cierto, mi madre ya no existe;
me encuentro en medio de este inmenso mundo
solo y abandonado.
¡Dulce ventura de ayer! ... ¿dónde fuiste?
te invoco ahora en mi dolor profundo
¡Ah, todo ya pasado! ...
Tal vez ya nunca volveré dichoso
a ver esas campiñas esmaltadas,
esas verdes praderas,
ese diáfano cielo esplendoroso,
de los días de ayer, esas sagradas
reliquias verdaderas,
esas montañas del Guairá encantado,
esos arroyos cuyas ondas puras
deslízanse entre flores;
mi madre ya no existe, el cruel hado
me arrancó de este mundo; y, apenas duras
yo probé, y sin sabores;
y para siempre realidad sombría
¡Ah, me priva su vista cariñosa
y su cuidado tierno,
y los pedazos de la vida mía
lloran tal vez... sin guía generosa,
sin amparo paterno.
¡No importa!... En el mundo en que yo vivo
ese mundo fantástico intangible
de la imaginación;
en ese mundo ideal, despreciativo,
que sueño en mi delirio indefinible
y loca abstracción.
En ese mundo bello, nada muere
toda luz vive eterna la memoria
de los seres queridos,
allí, del mundo, la ingratitud no hiere,
es reflejo inmortal de la alta gloria
de goces no mentidos.
MI CAMINO
Es áspera la senda del camino,
que recorriendo voy hacia el ensueño,
hacia mi Cólquida, hacia el país risueño
de la quimera y de la leyenda azul,
hacia el hermoso país donde hay palacios,
cual en los dulces cuentos brilladores,
donde todo es mañana y resplandores,
hacia la plaza de mi país de azur.
Y marcho sin cesar mi ruta fiera
luchando imperturbable, cuerpo a cuerpo,
con la crudeza del destino incierto
en la conquista de un fecundo ideal;
soy proscripto con sueño de poeta,
un pigmeo con ansias de infinito,
con voluntad de bronce y de granito,
en lucha con mi lóbrega orfandad.
En medio de desprecios y pobrezas,
voy esperando un porvenir ingente,
un mundo de querubes, refulgente,
de iris y de rosas, soñador,
Me abruma la miseria de mi suerte,
mi presente terrible de tormento;
mas, una fuerza poderosa siento
arrastrarme frenética, veloz...
Allá en lejanía fluctuante,
una virgen de rosa vestidura
con su voz de armonía, de dulzura,
de arpegio y de gorjeo matinal,
con quejas de luz por cabellera,
con su rostro de encanto y embeleso,
me señala con sonrisa auroral:
Un valle de torturas y de espinas,
de martirios y de áspides surcado;
Dice: "Anda tu camino señalado
en seguimiento de tu inmenso amor;
no temas ponzoñas y peligros
de ese valle, que es no más portada
del alcázar de luz de mi morada,
que se levanta allá lejos, reidor".
Allá corren arroyos cristalinos
sobre suelo de verde y pedrería;
un beleño de mágica alegría
embriaga en un vino mecedor;
hay música de acordes insoñados,
hay salones de sedas y riquezas;
contemplarás insólitas grandezas,
que la tierra jamás imaginó.
Y en un arrullo pálido
entre mis brazos, vivirás amante,
y en un eco de beso acariciante,
tu vida, voluptuosa pasarás;
serás allí mi bien, mi dulce sueño;
seré yo tu rendida enamorada;
tu amadora seré, mi amado, ven allá.
No puedo resistir a su palabra;
me envuelve en seducción omnipotente,
en la sed de pasión incandescente,
en las garras de cruel fascinación;
y cruzo el valle de amargura cruenta
con la mente llameante, obsesionada,
llevando como guía mi jornada
la luz de mi fulgente soñación.
Fuente:
EL PARMASO GUAIREÑO
Obra de ROMUALDO ALARCÓN MARTÍNEZ
Ediciones INTENTO.
Asunción – Paraguay
1987 (1ª edición – 407 páginas)
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ENLACE A DOCUMENTO RELACIONADO:
ANTOLOGÍA DE LA
LITERATURA PARAGUAYA
Editorial El Lector,
Asunción-Paraguay 2004
Edición digital:
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