EL GUAIRA y A VILLA RICA DEL ESPIRITU SANTO
Poesías de F. RUIZ ELBA
EL GUAIRA
Maravilla de la tierra
paraguaya -don del cielo-
es el vasto y rico suelo
del ubérrimo Guairá.
Maravilla es por sus campos,
alta sierra, fauna y flora
y la mano labradora,
que fecunda la heredad.
Región de las densas selvas,
por donde llevan la vida
del hacha aleve escondida
lapacho, cedro y timbó,
que al afán del maderero
da el oro a manos llenas
y las más duras faenas
al hachero tumbador.
Por tan vastas soledades,
donde el hombre apenas llega,
carga un hombre, en dura brega,
todo el peso de la cruz;
es el brazo de las selvas
y es su suerte la de un paria,
que en su vida proletaria,
lleva el alma del MENSU.
Arrojado a la guarida
de felino carnicero,
sierpe, erizo y hormiguero
del prolífico Guairá,
sólo el rezo de la madre
ruega a Dios que lo devuelva
del suplicio de la selva
al regazo del hogar.
Sazonando con sus besos
al PACURI rubicundo,
todo el oro de su luz;
y algún genio de la sombra
deja en hábil pincelada
densa noche retratada
en la faz de YBA-PURU.
En un árbol solitario,
en las siestas del estío,
roto acaso su amorío
gime, gime la torcaz;
y el hornero allí edifica
el hogar de sus amores,
que no abaten los calores,
nieves, lluvias ni huracán.
El carancho enseña vuelo
a la víbora rastrera;
al buey viejo el cuerpo opera
con su pico bisturí;
del veloz halcón no hay pájaros
que salvase ya volando;
desde entonces, cabalgando,
vive el tordo en su rocín.
CARAÜ pasa amarga vida
por la llanura desierta,
llorando a la madre muerta
de su profundo dolor,
quien bailando se mofaba
de la madre moribunda,
es el ave gemebunda,
que no puede hallar perdón.
Si el mugido melancólico
de la vaca siente el hijo,
en vaivén de regocijo
él berrea sin cesar;
escena de amor que halaga
al tenorio toro padre
de quien lleva aquella madre
el inquieto recental.
La llegada de diciembre
a esta tierra ¡hay que verla!
Mes que enjoya de oro y perla
las mazorcas del maíz,
y hace ver con su llegada
la esperanza satisfecha
mandioca, papa y maní.
Llueve, llueve aquí en agosto,
pero lluvia que embalsama,
que la brisa desparrama
del florido naranjal,
donde echando larga siesta
en su hamaca está el labriego,
si del sol estivo el fuego
arde el valle sin piedad.
Quién no aparta de sus horas
los minutos más aciagos
si al oriente de estos pagos
viendo está YBYTY.RUZU?
No hay motivos de emociones
más vibrantes de esta tierra,
que esa larga y alta sierra
tan serenamente azul.
Al pasar cortando valles
calma sed un arroyuelo
pececillos da al anzuelo
y fresco baño estival.
Arroyuelo presuroso,
que en desagüe va al estero
escondrijo y nadadero
del carpincho y del caimán.
Y difícilmente pasa
ese extraño viajero
sin quedarse prisionero
por las mallas de una red,
red de amores que a su paso
se la tiende una guaireña
para hacerse eterna dueña
de su más tierno querer.
El chirrío persistente,
del rodar de las carretas,
las nativas cancionetas
y el monótono azuzar,
son la música del alba
del desfile por las calles
al arribo de los valles,
que despierta a la ciudad.
Es costumbre, yendo al baile
donde el arpa agreste suena,
de los prados de azucenas,
pasionaria y azoté,
flor llevarse por las trenzas
las zagalas de este suelo,
y en el nudo del pañuelo
los zagales flor también.
Si un extraño viajero,
ya de andar y andar camino
de ignorado en pos destino,
lento pasa dando adiós,
alla, amigo, pan y sombra:
bien de práctica diaria
en la choza hospitalaria
del guaireño labrador.
Esa moza lugareña,
es la reina de su valle
de ojos negros, ágil talle,
tostadita por el sol,
porque es ella labradora,
que en el predio de labranza
en presteza de labor.
Y ella misma con los frutos,
al sostén de la cabeza,
si va rumbo a la ciudad.
Maravilla de la tierra
paraguaya -don del cielo-
es el vasto y rico suelo
del ubérrimo Guairá.
A VILLA RICA DEL ESPIRITU SANTO
En el IV Congreso Eucarístico
(OFRENDA)
-I-
"Rica", tal como eres, haz que se alfombre
tu iglesia de flores y eleve en coro
el Eucarístico Himno sonoro:
Salmo de la f e y el amor del hombre.
Ciudad opulenta, haga de tu nombre
sublime ofrenda de amor y decoro
al Espíritu Santo, en letras de oro
grabado en tu ser como sobrenombre.
El Magno Congreso, fiel, reverente,
acoge al Hijo de Santa María
bajado del cielo en la Eucaristía.
Sedienta implora la grey penitente
el perdón de Cristo, ¡a Quien ama tanto!
Villa Rica del Espíritu Santo.
-II-
Con tus luces y amores vas echando
raudales del bien, Jesús Nazareno,
que el rostro huraño lo hiciste sereno
del hombre que vive de ti olvidando.
Del cielo en la tierra, estás perdonando,
Salvador del mundo, al Congreso en pleno;
pronto a llorarte al partir de su seno,
mientras no vuelvas ¡quién sabe hasta cuándo!
Divino Señor, tu ausencia no sea
de años sobre años, sumando añoranza
que ahoga al frágil de, fe y esperanza.
El pueblo guaireño así lo desea,
sintiendo en el alma el ansia de verte
como en la vida después de la muerte.
- III -
La feligresía, amante leal
de su Redentor, del Pan indulgente
nutrida su alma, tan grande la siente
de esperanza en El. ¡Supremo ideal!
Vida amorosa de la paz rural,
emprende el regreso de aire sonriente
por llevar consigo a Cristo presente,
como si el viaje fuera celestial.
Tras de la JORNADA: irradie este suelo
de divina luz, feliz, sin desvelo
ni amarga escena del hogar sin pan;
donde la temprana voz de plegarias
y las asiduas labores diarias
no darán qué hacer al fiero Satán.
Fuente:
EL PARMASO GUAIREÑO
Obra de ROMUALDO ALARCÓN MARTÍNEZ
Ediciones INTENTO.
Asunción – Paraguay
1987 (1ª edición – 407 páginas)
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ENLACE A DOCUMENTO RELACIONADO:
ANTOLOGÍA DE LA
LITERATURA PARAGUAYA
Editorial El Lector,
Asunción-Paraguay 2004
Edición digital:
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IMÁGENES DE NUESTRO HERMOSO PARAGUAY
Fotografía de FERNANDO ALLEN