TALLER LITERARIO UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA
SOBRE LOS INICIOS DEL TALLER
DELFINA ACOSTA - delfina@abc.com.py
Era un día soleado, magnífico, del año 2003, y yo me encontraba en un estado de ánimo emprendedor. Creo que mi espíritu ansioso y optimista fue el que me avisó sobre la necesidad de llevar la poesía a los muchos paraguayos (sin distinción de edad) que necesitaban contar las flores y las espinas de su alma a los demás.
Y me animé.
Y fui al Colegio Iberoamericano a charlar con Sanie Romero, hija de Nidia Sanabria de Romero, mujer de grandes valores, que honró al teatro nacional y convirtió durante mucho, tanto tiempo, las oficinas del local educativo en sitios donde se reunían los miembros de la comisión directiva de La Sociedad de Escritores del Paraguay para trabajar, debatir...
Con Sanie, visité las aulas en plena exposición de cátedra, y hablé, y conté que existe un aire más lánguido, más hermoso, que éste que respiramos diariamente.
Me refería a la Poesía.
Las clases comenzaron con éxito. Creo que ellos, los “alumnos” del Taller, aprendieron mucho. Cuánto les hablé sobre la importancia de leer - con disciplina - a los poetas españoles de la generación del 27; cuánto les resumí el valor de la versificación y de la rima en la construcción de un poema.
Les acerqué el evangelio de los chilenos Pablo Neruda y de Gabriela Mistral. Y por supuesto, alabé la palabra clara, perfumada, nostálgica y sencilla del poeta español Antonio Machado.
Entrábamos en la atmósfera de los debates.
No faltaban los remisos.
Pero abundaban los que se entusiasmaban y traían, sábado tras sábado, sus poemas. En esos poemas latían las ganas de cambiar el mundo.
El Taller funcionó desde la necesidad de hablar, sacar la aguja, la espina de adentro, y contar las dificultades para expresarse según los dictados del ímpetu y de la razón.
Yo aprendí bastante de mis alumnos.
Publicamos dos antologías: DEL - FIN AL PRINCIPIO I y DEL - FIN AL PRINCIPIO II.
Guardo dentro de mi memoria, con gran cariño, esa etapa afortunada de mi existencia, en que entendí que la poesía tiene siempre un efecto liberador en los seres humanos.
En el segundo ciclo, Elsa Wiezell hizo su aparición en las charlas. La poetisa aportó su cuota de sabiduría a aquellas sesiones poéticas.
Luego, por un problema de salud, me vi obligada a abandonar mis charlas, mis mensajes sabatinos, que tanto bien nos hacían a los alumnos y a mí.
Tomó la posta el escritor y poeta VICTORIO V. SUÁREZ, un ser humano de mente lúcida, brillante, y de sensibilidad poética exquisita.
