MÁRQUEZ, LAURA. PUERTAS INÚTILES.
Ambientación montada con 50 estructuras metálicas
cubiertas con tela blanca de 3 x 0,50 m. cada una,
ocupando un espacio de 2 x 0,70 m., 1967.
Foto JESÚS RUIZ NESTOSA.
CAV/Museo del Barro.
Donación Constancia Gómez.
Aunque Laura Márquez había estudiado durante 11 años (1949-1960) en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires, pudo desarrollar un espíritu antiacadémico y versátil y una actitud de búsqueda constante que pocas veces dejó oportunidad a resultados definitivos. Esta postura suya la llevó a acercarse al Instituto Di Tella y, particularmente, a Jorge Romero Brest, de quien recibió influencias. A su regreso a Asunción, a mediados de la década del '60, entra en contacto con jóvenes artistas, especialmente con LOS NOVÍSIMOS, a quienes apoya y estimula. Sus continuos viajes a Buenos Aires sirven como un medio de información que conviene bien a la sed de novedades del momento.
Su obra inicia hacia 1960 una abstracción que se abre tanto a una imagen suelta y espontánea como a una geometrización basada en ritmos y círculos, que; progresivamente simplificados, le acercan al minimalismo. Sus series de LOS PECES y LOS SOLES integran diferentes concepciones plásticas y soluciones sobre el fondo de una común preocupación por la materia pictórica y sus alcances expresivos. En sus series de LOS ÑANDUTÍ, desarrolladas a partir de formas geometrizantes, investiga materiales, técnicas (mimbre, varillas de hierro, pintura) y distintas formas (circulares y esféricas), siempre con un sentido de búsqueda que dio resultados diferentes. Posteriormente, realizó diversas experiencias que al-ternó con la pintura. Su serie SEIS MESES DE SILENCIO, basada en la tensión de la tela sobre un relieve del bastidor, constituye una de sus más significativas obras. A partir de 1970, Laura Márquez vive en Nueva York.
LAS PUERTAS INÚTILES fueron presentadas en la IX Bienal de São Paulo y, posteriormente, en el aeropuerto de Carrasco, en Montevideo; en el Museo Nacional de Bebas Artes de Buenos Aires y en el Banco Central del Paraguay, en Asunción, donde fueron realizadas en madera y tela roja. La obra, concebida como un bosque de puertas entrecruzadas, sugiere un absurdo espacio escenográfico y tiene un sentido laberíntico de confusión y desencuentro. Su intrincada estructura interna parece permitir muchos accesos y muchas salidas, pero ninguno de ellos será definitivo: detrás de cada plano habrá otro plano, una abertura sin destino o cien caminos que siempre conducen a puertas cerradas.

Comentario sobre la obra y el autor en el CAPÍTULO IV: La apertura, página 500 del libro UNA INTERPRETACIÓN DE LAS ARTES VISUALES EN EL PARAGUAY . Autor: Ticio Escobar , Editorial Servilibro. Octubre 2007.
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Asunción (Paraguay)