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IGNACIO ROLDÁN MARTÍNEZ

  DÉCADA DE 1940 (POESÍA – NARRACIÓN - TEATRO) - Por IGNACIO ROLDÁN MARTÍNEZ y RODRIGO COLMÁN LLANO


DÉCADA DE 1940 (POESÍA – NARRACIÓN - TEATRO) - Por IGNACIO ROLDÁN MARTÍNEZ y RODRIGO COLMÁN LLANO

HISTORIA DE LA CULTURA PARAGUAYA

DÉCADA DE 1940

POESÍA – NARRACIÓN - TEATRO

IGNACIO ROLDÁN MARTÍNEZ y RODRIGO COLMÁN LLANO.

 

 

DÉCADA DE 1940

La década del 40 representa un punto de quiebre dentro de la literatura paraguaya. Significa el despertar y consolidación de la conciencia artística profesional: ser artista, escritor, no es ya una mera ocupación anexa a otras que tienen mayor relevancia profesional, sino una misión y un destino escogidos: una profesión per se. Como dice PÉREZ-MARICEVICH: "La poesía paraguaya sólo alcanza conciencia de sí misma a partir del grupo del 40. Antes de esa fecha -más bien, de ese núcleo de artistas- hay poetas, sí, pero no hay poesía orgánica" (1996: 22).

Con los representantes del Grupo del 40 las letras paraguayas se abren definitivamente a la literatura universal, gracias al diálogo de nuestros autores con las composiciones poéticas de Rilke, Lorca, Valéry y otros. De esta manera, los poemas de estos referentes universales se convierten en piedra de toque de los textos del Grupo del 40, los cuales se ciñen fundamentalmente al género lírico.

Así, se puede decir que el momento en el cual adquiere madurez la conciencia de los poetas coincide, precisamente, con el de la lectura y escritura de poesía. Otro punto interesante de mención es que no se corresponde el ingente trabajo intelectual, la repercusión indiscutible y el destino de precursores de los autores de esta década con el número de publicaciones que realizan durante la misma: publican poco en estos años y, si lo hacen, lo hacen más tarde.

Sin dudas, la iniciadora de este grupo es Josefina Pla, quien con sus textos publicados en la década del 30 prefigura los rasgos esenciales constitutivos que afloran en los 40. A su tarea cultural solvente, tenaz y animosa se debe mucho ese nivel todavía -a decir suyo- inexperto pero informado de fervor que alcanzan las letras paraguayas en diálogo con la contemporaneidad. Contribuye al fortalecimiento de esta relación entre Paraguay y el mundo el movimiento político, social y económico que sienta las bases de la globalización y que, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, se irá consolidando con el paso de las décadas.

Antes de centrarnos en el género lírico, debemos hacer un paréntesis para referirnos al ensayo. Pertenecientes al mismo, y de corte fundamentalmente histórico, son

*. EL SUPREMO DICTADOR (1942) de JULIO CÉSAR CHÁVEZ,

*. EL PARAGUAY Y LA LUCHA POR SU EXPRESIÓN (1945) de JUAN NATALICIO GONZÁLEZ,

*. EL PARAGUAY, SUS GRANDEZAS Y SUS GLORIAS (1946) de MANUEL DOMÍNGUEZ, y

*. EL SOLAR GUARANÍ (1947) de JUSTO PASTOR BENÍTEZ.

De 1947 a 1951 CARLOS R. CENTURIÓN publica los 3 volúmenes de Historia De Las Letras Paraguayas.

La REVISTA DEL ATENEO PARAGUAYO se publica de 1940 a 1948, llegando a alcanzar las veinte entregas. Contribuyen con la misma firmas tales como VIRIATO DÍAZ-PÉREZ, HIPÓLITO SÁNCHEZ QUELL, AUGUSTO ROA BASTOS, HERIB CAMPOS CERVERA, JOSEFINA PLÁ, VÍCTOR MORÍNIGO, JOSÉ CONCEPCIÓN ORTIZ, RAFAEL ODDONE, EMILIO PRATS GILL, ARSENIO LÓPEZ DECOUD, NATALICIO GONZÁLEZ, PABLO MAX YNSFRÁN y ARTURO ALSINA, entre otros.

Asimismo, en esta década se suceden nuevas entregas de GUARANIA (1942-1944,1948), revista a cargo de JUAN NATALICIO GONZÁLEZ y, como vimos más arriba, una de las más conocidas internacionalmente.

 

POESÍA

El Grupo que nos ocupa reúne en su seno a poetas de la Promoción del 40, "jóvenes que por ese año realizan su ascensión a las letras" y a otros poetas de otras generaciones, los cuales se reúnen "constructivamente" para dotar de identidad a la voz lírica de esa década. Antes de este Grupo los poetas no entran en relación entre sí, trabajan de modo aislado y no existe una conciencia generacional ni un espacio para la crítica y valoración recíproca.

El espacio en que buscan, encuentran y urden, en diálogo fecundo, la voz poética es el CENÁCULO VY'A RAITY, creado y encabezado por CAMPOS CERVERA y PLÁ alrededor de 1943. El primero representa, como deja entrever HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ, el fervor contagioso, que algunas veces no encuentra correlato en la articulación de teorías que sustenten la práctica poética, aunque sí en una ejecución, depurada con el paso del tiempo y el ejercicio, que termina siendo de magnífica factura. La segunda representa la posibilidad del análisis literario que revela el sentido de la cualidad lírica, por aunar capacidad creativa y crítica, sin por ello, renunciar al fervor lírico. Ambos, haciendo bien poesía (él), y, sabiendo y haciendo bien poesía (ella) se constituyen en auténticas figuras fundacionales y directrices.

A los mencionados poetas, representantes de una generación anterior, se unen los jóvenes HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ, ROA BASTOS, GONZÁLEZ ALSINA, BILBAO y OSCAR FERREIRO, entre otros. A ellos se suman otros dos poetas, pertenecientes a generaciones disímiles: JULIO CORREA, quien puede ser considerado también como un precursor, pues trabaja creativamente en la década del 30; y el jovencísimo ELVIO ROMERO, "pionero de la generación posterior".

Son precisamente estas razones de diferencia generacional las que recomiendan denominar a esta constelación de poetas como Grupo, y no Promoción, del 40.

Estos poetas, que atraviesan la vivencia de una crisis existencial alimentada por la inestabilidad política de la época en Paraguay y los descalabros de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se avienen en diálogo por medio del ejercicio poético, potenciado en el NIDO DE ALEGRÍA, y canalizan su voz en dos corrientes, de acuerdo al análisis de Pla: intimista o introspectiva, por un lado, y extrovertida a través de la solidaridad, por otro. Y la corriente solidaria se bifurca, a su vez, en poesía de con-dolencia con el prójimo o de toma de postura ideológica por medio de la denuncia, el reclamo.

Las reuniones, que comenzaron allá por 1943 en el CÍRCULO DE VY'A RAITY, llegan a su fin con el estallido del 47: CAMPOS CERVERA, ROMERO y ROA BASTOS huyen en agosto de ese año a Buenos Aires.

Desde allí comienza la publicación continua de libros (sobre todo en el caso de Roa y Romero), desde allí sus voces comienzan a resonar y reverberar. Con el cumplimiento de sus vocaciones líricas sensibilizan las conciencias que propician el despertar de los continuadores.

A continuación, se dedicarán unas palabras, no las suficientes, a algunos de los artistas más conspicuos que trabajaron durante esa década y a quienes publicaron durante la misma -pertenezcan o no al Grupo del 40-.

 

JULIO CORREA es un poeta que forma su oficio en lengua guaraní. Más tarde, decide extender su ejercicio a las letras en castellano. En guaraní su texto es natural, como el pulso y la respiración. En castellano, se percibe cierta artificialidad, falta de manejo estilístico. Su centro de gravitación es la escena dramática, dentro del cual es el demiurgo creador del teatro en guaraní, que concitó y sigue concitando la atención y el disfrute de muchos. Es, además, actor celebrado de ese teatro. En lo que corresponde a la lírica, es poeta de denuncia, de poesía informada de ideología, de disconformidad por las brechas que separan a los grupos socio-políticos, y aíslan a los desposeídos de la historia y del poder.

En palabras de PÉREZ-MARICEVICH, CORREA se "instala con su palabra virilmente en la dimensión ética del poeta y asume su condición esencial de defensor de los valores humanos malheridos" (1996: 17).

Como queda dicho más arriba, es uno de los propiciadores del quehacer en que confluyen los poetas del 40. Publica CUERPO Y ALMA (1945) y, póstumamente, OBRA POÉTICA (1983).

 

JOSEFINA PLÁ es la artista de capacidad multiforme. Y no sólo de capacidad, sino también de clara solvencia. Descuella en varios ámbitos del quehacer cultural: poesía, cerámica, teatro, ficción narrativa, historia y crítica literaria, periodismo, historia y crítica del arte... Es, con toda propiedad, la prefiguradora, configuradora y refiguradora del Grupo del 40: lo propicia con su labor artística e intelectual durante la década anterior; establece la relación entre teoría y práctica de la poesía -en consonancia con conceptos clásicos y el ejercicio de la contemporaneidad- y además produce poemas de alta belleza; a la vez que entiende, interpreta y analiza los rasgos esenciales constitutivos del Grupo.

Según PÉREZ-MARICEVICH, su poesía "reivindica la actitud inquisitoria, exploradora del espíritu, del poeta. Inquiere el secreto del ser en las reconditeces de la noche espiritual, en una suerte de misticismo natural monotemático: el erotismo metafísico vinculado con la muerte" (1996: 17).

ROA BASTOS y HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ acuerdan en señalar que su poesía es "monotonal". Traduce, según este último, la crisis espiritual de la poetisa por la expresión de los núcleos semánticos que se repiten en bellísima monotonía: "Amor, dolor, muerte y anhelo imposible son temas que (...) dan tensión y patetismo a sus poemas" (1999, 149).

No publica poemarios en esta década, sino en la anterior y siguientes: EL PRECIO DE LOS SUEÑOS (1934), LA RAÍZ Y LA AURORA (1960), LOS ROSTROS EN EL AGUA (1963), INVENCIÓN DE LA MUERTE (1965), SATÉLITES OSCUROS (1968), EL POLVO ENAMORADO (1968), LUZ NEGRA (1975) y cinco poemarios más recientes: TIEMPO Y TINIEBLA (1982), CAMBIAR SUEÑOS POR SOMBRAS (1984), LOS TREINTA MIL AUSENTES (1985), LA NAVE DEL OLVIDO (1985) y LA LLAMA Y LA ARENA (1987).

 

HERIB CAMPOS CERVERA es, junto a Pla, el aglutinador y potenciador del Grupo. Este hecho es unánimemente reconocido, tanto por creadores poéticos de esa hora, como por los historiadores de literatura que enfocan su vista en ese tiempo. Es notable que, si bien es figura señera y dilucidador de caminos del Grupo del 40, no publica volúmenes de poesía hasta 1950.

Apuesta, como lo hace la literatura existencialista (y parafraseando a Sartre), por una palabra-signo frente a la palabra-cosa (meramente suntuaria). Palabra-signo que penetra la realidad y la abre al sentido (y, por extensión, a la comprensión y a la toma de postura y acción consecuente). Ese compromiso ético-estético lo lleva a aseverar que "toda poesía debe servir, sea como confesión, sea como bandera". Dos destierros, el primero en juventud y el segundo seis años antes de su muerte, templan su voz y dan como resultado la expresión medida, sabia y saturada de sentido de, por ejemplo, CENIZA REDIMIDA (1950). Hombre secreto aparece publicado póstumamente en 1966.

 

AUGUSTO ROA BASTOS. A su formación autodidacta que abreva en los clásicos del Renacimiento y Barroco español, y su pertenencia a una familia de tradición católica sucede, más tarde, un visceral compromiso ideológico marxista. Rechaza, inicialmente, la poesía contemporánea, sobre la cual prefiere la del Siglo de Oro. Desiste más tarde de esta decisión y se deja seducir por las nuevas voces poéticas: la de García Lorca, en particular. Estos rasgos de aprendizaje o cambio, que a veces entraña pendulación, no son menores, ya que a lo largo de toda su producción literaria, no sólo en verso, sino también en prosa, y no solo en poesía, sino también en la narración, el teatro y el ensayo trabajará en el diálogo de dos realidades, dos temas, dos fuerzas que tienen mucho de contradictorias, inicialmente, pero que, a la postre, a veces se rechazan, otras se intercalan, y otras se complementan.

Esto se pone de manifiesto en el ensayo "Sobre el sentido ascético de la poesía nueva", en el que compara al poeta con un místico religioso. Es fácil percibir en esta asociación ecos de la poesía místico-amatoria de Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. La experiencia de la oración mística, por medio de la cual se entra en la contemplación y posesión del Objeto Amado (Dios), se asocia a la metáfora poética. Por ambas vías se arriba al conocimiento, a un valor total, trascendente de verdad, de revelación.

Ve luz, en 1940, su poemario EL RUISEÑOR Y LA AURORA, "de corte clasicista y preceptivo", según Pla; "de escaso valor y de influencias diversas no bien asimiladas, [que] revela sin embargo a un escritor de singulares dotes", según Rodríguez-Alcalá. Con el correr de los años, abandonará la poesía. Justifica tal hecho por su decisión de callar una palabra meramente estética, suntuaria; y reemplazarla por otra, por medio de la cual se narra (e inquiere e intenta interpretar) el destino del hombre. Esta voz es propia, a su juicio, del género narrativo. No obstante publica, en 1960, EL NARANJAL ARDIENTE. De 1995 es POESÍAS REUNIDAS.

 

HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ. Se dedica desde 1945 a la docencia en universidades norteamericanas, razón por la cual posterga la poesía durante muchos años (Pla, 1976: 22). Pero publica, más adelante, en 1960 y 1968, ABRIL QUE CRUZA EL MUNDO y LA DICHA APENAS DICHA, respectivamente. Merece atención su rol de historiador y crítico de la literatura, ya que colabora con uno de los análisis más lúcidos de la ficción en el Paraguay: su HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA, la cual, junto a los sendos aportes de Pla, Pérez-Maricevich y Vallejos, es referencia imprescindible de los estudios al respecto. Otros poemarios suyos son PALABRAS DE LOS DÍAS (1972), EL CANTO DEL ALJIBE (1973), EL PORTÓN INVISIBLE (1983) y TERROR BAJO LA LUNA (1983).

 

ELVIO ROMERO, el por ese entonces jovencísimo escritor, pertenece a la generación posterior, pero porque trabaja con los poetas del 40 y además publica en esta década se lo considera parte del Grupo. Se erige también así en abanderado y continuador de las promociones posteriores.

Sus poemas hunden la raíz en el compromiso ideológico. Es, al igual que otros poetas del Grupo, un artista que entiende indivisibles la estética y la ética. No obstante, la calidad de sus poemas no se contamina de pasquín, sus versos no son documento, sino obra de arte. Según Plá, "dueño de un oficio rotundo y seguro, en sus últimos poemas alcanza positiva hondura y emotividad" (1976: 23).

Toma las armas en la Revolución del 47, en la cual la coalición a la que se vincula, no sólo intelectualmente como se colige, es derrotada. Se exilia, entonces, a la Argentina. Rescata, como compañero de viaje de alucinada huída por el desierto del Chaco, el manuscrito Días roturados. Así, a Buenos Aires lleva consigo "de la derrota un haz de violentos poemas escritos con el fervor de una adolescencia apasionada y combativa" (Rodríguez-Alcalá, 1999: 163). Publica sus versos en 1948. La edición se agota rápido. Sus cuadernos de poesía posteriores, que se suceden de modo feraz, reciben elogios de escritores notables, como Asturias, Gabriela Mistral y Neruda.

 

No pertenece al Grupo del 40, pero publica durante esa década, DORA GÓMEZ BUENO: FLOR DE CAÑA (1940) y BARRO CELESTE (1943). Esta poeta pertenece a la década del 30, caracterizada por voces que hablan por sí mismas, pero que no conversan entre sí: no alcanzan aún conciencia generacional ni, lógicamente, intercambio de ideas, sugerencias de lecturas, crítica de trabajos de pares. No obstante, varios críticos coinciden en señalar que los trabajos de esta poeta son la antesala al momento de consolidación de destrezas formales. El rasgo temático más resaltante y consistente de la producción poética de Gómez Bueno es el erotismo. Más allá de esta década publica, en 1954 y 1977, LUZ EN EL ABISMO y VIVIR ES DECIR, respectivamente.

 

También ven la luz en esta década

*. BAJO LA VERDE ARBOLEDA (1940) de EPIFANIO MÉNDEZ FLEITAS,

*. PÉTALOS (1942) de RAMÓN GREGORIO RIQUELME NOGUERA,

*. AMOR DE CAMINANTE (1943) de JOSÉ CONCEPCIÓN ORTIZ, y

*. EL CLARO ARROBO (1946) de JOSÉ ANTONIO BILBAO.

 

NARRACIÓN

El fecundo trabajo realizado en el ámbito de la poesía no tiene su correlato en el de la narrativa durante esta década La misma comienza en 1940 con tres publicaciones de corte narrativo: ACUARELAS PARAGUAYAS de CARLOS ZUBIZARRETA, relatos en los que se recogen el paisaje y las costumbres del Paraguay; MARIO PAREDA de GABRIEL CASACCIA, en ciertos aspectos antecedente de LA BABOSA; y la novela corta ALMA de proscrito de LUCIO F. MENDONÇA, quien durante su exilio (1936-37) publica cuentos y novelas breves, algunas en colaboración con su hermano Raúl.

En 1944, TERESA LAMAS aporta su HUERTO DE ODIOS, y en 1945, JOSÉ VILLAREJO publica CABEZA DE INVASIÓN.

La inexperiencia en la creación narrativa y la ausencia de pulso firme en el dominio de las técnicas y registros estilísticos (y polifónicos, a decir de Bajtín) caracteriza a los narradores de esta época. Eso, sumado a la ausencia de textos narrativos que penetren en la realidad viva del espacio y tiempo presentes (en el Paraguay- de la contemporaneidad), lleva a Pla a señalar, refiriéndose a este momento de la producción de textos narrativos en Paraguay, que "la tragedia no expresada del hombre se convierte en la tragedia de su narrativa" (1976: 36).

De este modo, se retoman los núcleos temáticos de décadas anteriores: el costumbrismo-folklorismo, el sentimentalismo, cierto acento nacionalista y romántico... Prueba de ello son la ya citada HUERTO DE ODIOS, y TAVA-Í (1942), de CONCEPCIÓN LEYES DE CHAVES.

Se rebela ante este modo de decir ficción JULIO CORREA. Su creación, tan viva en su lírica, de agonía por el sufriente, olvidado del poder y el dinero, y de crítica ácida del partidismo que divide y esquilma, encuentra su canal de expresión también en un puñado de cuentos publicados en esta década. Se deja entrever, no obstante, una cierta idealización del que sufre, independientemente de la veracidad del latido de su dolor. Sus cuentos son reunidos y publicados póstumamente en 1969: SOMBRERO KA'A y otros cuentos. También es póstuma la publicación de POESÍAS Y CUENTOS COMPLETOS (1996).

Las novelas de ruptura se dan extramuros, más allá de esta "isla rodeada de tierra". El generador de esas novelas de cambio: GABRIEL CASACCIA, desde la Argentina, con la ya citada Mario Pereda, 1940, y la colección de cuentos EL POZO, 1947, de ambiente urbano y, en muchos de los relatos, onírico.

Novela de la tierra quiere ser DEL SURCO GUARANÍ de JUAN FELIPE BAZÁN. Es, por fecha de publicación (1949), la primera en Paraguay, si bien hay que tener en cuenta que el proceso de creación de LA RAÍZ ERRANTE de JUAN NATALICIO GONZÁLEZ, publicada en 1953, parece estar ya concluido en 1937.

 

TEATRO

A pesar de que historiadores y críticos lúcidos como Pla y Vallejos señalen el rezago de este género en relación a los otros en la literatura paraguaya, hubo una producción considerable durante los 40 en el teatro. Aunque, eso sí, muchas de las obras demoren en publicarse o estrenarse.

Por el carácter metonímico del teatro, de intercambiable con la vida, en muchas de las piezas dramáticas más significativas de la época la lengua que hablan los personajes es la misma en que dialogan, sienten y son genuinamente los paraguayos: el guaraní. La lengua de la representación en el tablado no se lee: se escucha. En el 40, casi exagerando, se lee en castellano, pero se asiste al teatro en guaraní.

Además, en este género es más ostensible, en cuanto inmediata, la recepción, la respuesta del público, ya sea en la sala, ya sea en la crítica a renglón inmediatamente seguido de la representación. Por eso, su percepción tiene una entidad, un peso específico importante, distinto, como se sabe, de la respuesta y vivencia que generan la poesía o la novela. Y ese pueblo que asiste al teatro para mirarse al espejo de la representación escénica habla en guaraní, y, es más, lo requiere en esa lengua. Otro teatro, entiende, no lo interpelaría, ni lo divertiría como éste. Para un pueblo como el paraguayo, en que en aquel entonces como ahora el consumo de literatura no es algo frecuente o asiduamente requerido, este hecho no es menor. El estandarte de la creación teatral en guaraní del 40: JULIO CORREA.

Con este movimiento de apreciación cultural del teatro, "se gesta", según Pla, "una actitud de rechazo de todo problema que rebase el localismo en el contenido y lo reidero de la expresión. En otras palabras, teatro nacional se hace equivalente, no sólo de teatro nacionalista, sino de teatro cómico. La crítica, ajustada, salvo rara excepción, a premoldes homólogos, no contribuye a modificar el estado de cosas" (1976: 60).

A este teatro cómico en guaraní, se le suman por temática similar, en cuanto regional, las siguientes piezas en castellano: URATAÚ, 1941, (publicado en 1949), de CONCEPCIÓN LEYES DE CHAVES, pieza indigenista; y ARÉVALO, 1943, de JAIME BESTARD, teatro costumbrista.

Ahora bien, de modo concomitante se levanta otro puñado de autores teatrales que se propone abordar, urdir un teatro más emparentado con el drama que con la comedia, con la expresión de temas más universales que localistas o costumbristas. Y expresado, además, no en guaraní, sino en castellano. A este grupo pertenecen: GONZÁLEZ ALSINA con LA QUIJOTESA RUBIA, 1945 y EL GRAN RIVAL, 1947; ROA BASTOS con MIENTRAS LLEGA EL DÍA, 1946 (en colaboración con OCA DEL VALLE, director de la compañía del Ateneo). Ocupan un lugar especial en este grupo: JOSEFINA PLÁ y ROQUE CENTURIÓN MIRANDA.

Se dedica, a continuación algo más de atención a dos de los creadores teatrales de esta década, ya nombrados más arriba, que representan los mencionados canales diferenciados de expresión dramática:

 

JULIO CORREA. Fundador del teatro guaraní, realista y crítico. "Durante dieciséis años -desde 1933 a 1946- fue la figura dominante del teatro paraguayo, hasta el punto de eclipsar a los autores de lengua española. Por fin el teatro reflejaba artísticamente la vida auténtica del pueblo y con valentía y emoción denunciaba" (Rodríguez-Alcalá, 1996: 227). Correa escribe y estrena prolíficamente, alrededor de veinte obras teatrales. Las más relevantes son: SANDIA YVYGUY, GUERRA AJA, TEREHOJEVY FRÉNTEPE y PLEITO RIRE.

Y no sólo escribe, sino también dirige y actúa en sus propias obras. El público asiste, en gran número y con gusto, a las representaciones de sus piezas, tanto en la capital como en distintas ciudades. Vienen atraídos por la lengua guaraní hablada por personajes que son cercanos al hombre gregario, humilde, del campo, que atraviesa las pruebas y desafíos del desposeimiento; al que hace frente con gracia, soltura e ingenio, haciendo hincapié en el acento solidario. Por medio de la lengua, la comedia y la identificación del personaje con la audiencia se representan situaciones que revelan vivencia cotidiana, problemas actuales de ese tiempo: turbulencia de la vida social y los efectos de la posguerra, apunta WOLF LUSTIG.

Así como la poesía de Correa en castellano es de denuncia y combate, limitada en su capacidad de expresión; su teatro en guaraní es de reclamo, pero de flujo natural y continuo. Su teatro es decisivo en el ámbito de la escena paraguaya.

 

JOSEFINA PLÁ. Representa una cosmovisión creativamente opuesta a la de Correa. No sólo por la lengua de ejecución ni por los temas que aborda, más universales que regionales, sino, sobre todo, por la formación. Mientras Correa reconoce que no ha leído ni estudiado literatura (lo cual no lo inhibe de producir teatro de calidad), Pla es una lectora voraz de poesía, narración, teatro, crítica... Además, es portadora de la tesis, que intenta probar con sus ejecuciones poéticas, que el teatro no sólo se dice en guaraní, de que no sólo es reidero sino también serio, que los personajes no sólo pueden ser regionales sino también universales. No es su tarea la confrontación, sino la expansión, la misión de una auténtica trabajadora cultural.

Escribe copiosamente y con gran dominio técnico: A dónde irás ÑA ROMUALDA (1941), EL PRETENDIENTE INESPERADO (1946-1952), HISTORIA DE UN NÚMERO (1948), etcétera.

Su contribución con CENTURIÓN MIRANDA se da, entre otras, en LA HORA DE CAÍN (1938), SOBRE EN BLANCO (1941), DESHEREDADO (1942), Aquí No Ha Pasado Nada (1942) y MARÍA INMACULADA (1942).

A las piezas arriba nombradas se suman otras más, de autoría individual, que se dan a lo largo y ancho de los años, de las décadas.

Por último, también merece atención la contribución que el P. CÉSAR ALONSO DE LAS HERAS realiza a la dramaturgia paraguaya: LOA DE SAN CRIPRIANO OBISPO (estrenada en 1941), MISTERIO DRAMÁTICO (1944) y JALONES DE GLORIA (1944), escrita esta última para conmemorar el 40° aniversario del Colegio San José.

 

Fuente:

HISTORIA DE LA CULTURA PARAGUAYA – 2ª PARTE

FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH , IGNACIO ROLDÁN MARTÍNEZ ,

RODRIGO COLMÁN LLANO , CARLOS SOSA RABITO y AMALIA RUIZ DIAZ

COLECCIÓN : LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, 17

© Editorial El Lector

Director Editorial: Pablo León Burián

Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina

Director de la Colección: Herib Caballero Campos

Diseño de portada: Celeste Prieto

Diseño Gráfico: César Peralta G./ Corrección: Nidia Campos

Portada: Gabinete de Pintura de Héctor Daponte.

Colección del Ateneo Paraguayo.

Fotografías de los Autores.

El Lector I: 25 de Mayo y Antequera. Tel. 491 966

El Lector II: San Martín c/ Austria. Tel. 610 639 - 614 258/9

www.ellector.com.py

Esta edición consta de 15 mil ejemplares

Asunción – Paraguay (162 páginas)

 

 

 

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DOCUMENTO RELACIONADO:

LA GENERACION DE 1940 Y

LA RENOVACION POETICA: 1940-1947

 

Los tres poetas nombrados ya más arriba -Josefina Plá, Hérib Campos Cervera y Augusto Roa Bastos- se asocian en los comienzos de la quinta década del siglo en una obra de apostolado intelectual Cuyo propósito es poner en vigencia en el Paraguay los valores de la estética vanguardista.

No fueron propicios los años de esa década para ninguna actividad intelectual. En el año 1940 se instaura una dictadura cuyo rigor provocará la guerra civil de 1947. Émula de los regímenes totalitarios que a la sazón dominan en Europa, la dictadura declara que la democracia "exclusivamente electoralista" en un país como el Paraguay es una farsa y crea tribunales de defensa del Estado con potestad de sentenciar a muerte a reos de delitos políticos conforme "a la íntima convicción de los jueces".

Pues bien, a despecho de esa dictadura que se prolonga durante siete años, Josefina Plá, Hérib Campos Cervera, Augusto Roa Bastos y los jóvenes escritores que se adhieren a sus propósitos logran despertar en un ambiente cargado de temor y de zozobra, en una ciudad vigilada por infinitos policías, un interés profundo en la renovación que preconizan y en la poesía que ellos entonces escriben.

Oigamos a Josefina Plá evocar el Cenáculo Vy'á Raity (Nido de Alegría) -el formado por la generación de 1940-: "En el grupo figuran a más de Hérib Campos Cervera, [Hugo] Rodríguez-Alcalá y [Julio] Correa, Augusto Roa Bastos (1917), Juan Ezequiel González Alsina (1918), Oscar Ferreiro (1921) y Elvio Romero (1926); perteneciente éste en rigor a otra generación, una vocación temprana lo adscribe a la de sus decanos.

"Con este grupo, la poesía paraguaya alcanza el terreno inexperto aún, pero fervoroso de su actualización. Como se ha podido observar, esta lírica no tuvo oportunidad de pasar por las experiencias extremas que en otras literaturas sirvieron de previo ejercicio para la decantación neorromántica y neohumanista. Ingresa esta poesía en la fase mencionada sin la preliminar experiencia penitencial de los ismos, y esto se refleja en algún caso en el proceso de asimilación. Dos corrientes se formulan desde el principio en esta poesía. La buceadora de la intimidad profunda. La extroversa de solidaridad humana que trata de captar la onda de un destino universal.

"Augusto Roa Bastos, iniciado en el acento solidario de clara raíz humana, pasa luego a la faz agonística, y nos da algunos de los poemas más herméticos de esta cosecha. Campos Cervera publica Ceniza redimida en 1950. Es entre estos poemas, sin duda, el que ha alcanzado rango representativo para las generaciones posteriores. Su libro abarca prácticamente toda su producción y los dos niveles en que la considera dividida. Al principio, su poesía es agonística, traspasada por la angustia del ser para la muerte. Luego la Segunda Catástrofe Mundial, los viajes a los yerbales, la guerra civil de 1947 con sus episodios fratricidas, coinciden para remover en él los estratos, siempre a flor de espíritu, de projimidad y solidaridad; y escribe sobre las ciudades liberadas, el hachero y el mensú, los camaradas sacrificados, declarando que "toda poesía debe servir".

Pero si el grupo se disuelve en 1947 -Campos Cervera, Roa Bastos y Elvio Romero huyen a la Argentina en agosto de ese año la obra iniciada por él fructifica en el país, como se verá más adelante, y crea en el Paraguay una atmósfera espiritual en que ya resulta fácil el despertar de vocaciones poéticas que en otras circunstancias acaso no se hubiesen revelado con el vigor con que lo hicieron éstas. En las dos décadas siguientes, en efecto, surgen nuevos grupos de poetas de mérito que continúan la labor renovadora de los poetas de los años cuarenta.

 

BIBLIOGRAFIA: Josefina Plá, "Aspectos de la cultura paraguaya. Literatura paraguaya en el siglo XX". Cuadernos Americanos Año XXI, Vol. CXX. Enero-febrero, 1962, pp. 73-76; de la misma autora, "A literatura paraguaya", sobretiro de la Associaçao brasileira do Congreso pela Libertade da Cultura, 1962; "Apuntes para una historia de la cultura paraguaya", Historia edilicia de la Ciudad de Asunción, abril, 1967; Efraím Cardozo, Historia cultural del Paraguay, Vol. II, Asunción, 1963, pp. 433-435; Hugo Rodríguez-Alcalá, "Sobre la poesía paraguaya de los últimos veinte años", Revista hispánica moderna, Año XXIII, Núms. 3-4. Julio-octubre, 1957; José Antonio Bilbao, "Rememoración literaria", Época, Asunción, 23/4, año 5, octubre-noviembre, 1968; Roque Vallejos, Antología crítica de la poesía paraguaya contemporánea, Asunción, 1968; Francisco Pérez-Maricevich, Poesía y conciencia de la poesía en el Paraguay, Asunción, 1967; Rubén Bareiro Saguier. "Situación de la literatura paraguaya contemporánea", Cahiers des Ameriques; N° 1, Série Arts et Litteratures, París, 1968.

 

 

Fuente: HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA

Por HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ

Universidad de California, RIVERSIDE

Colección Studium-63 - México 1970

©  HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ/

DIRMA PARDO CARUGATI

Editorial El Lector,

Diseño de tapa: Ca´avo-Goiriz

Asunción – Paraguay . 1999 (434 páginas) 

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PALABRAS DEL HOMBRE SECRETO

Hay un grito de muros hostiles y sin término;

hay un lamento ciego de músicas perdidas;

hay un cansado abismo de ventanas abiertas

hacia un cielo de pájaros;

hay un reloj sonámbulo

que desteje sin pausa sus horas amarillas,

llamando a penitencia y confesión.

 

Todo cae a lo largo de la sangre y el duelo:

mueren las mariposas y los gritos se van.

 

Y yo, de pie y mirando la maòana de abril!

Mirando cómo crece la construcción del tiempo:

sintiendo que a empujones

me voy hacia el cariño de la sal marinera,

donde en los doce tímpanos del caracol celeste

gotean eternamente los caldos de la sed!

 

¡Dios mío! -Si no quiero otra cosa

que aquello que ya tuve y he dejado,

esas cuatro paredes desnudas y absolutas;

esa manera inmensa de estar solo, royendo

la madera de mi propio silencio

o labrando los clavos de mi cruz.

 

¡Ay, Dios mío!

 

Estoy caído en álgidos agujeros de brumas.

Estoy como un ladrón que se roba a sí mismo;

sin lágrimas; sin nada que signifique nada;

muriendo de la muerte que no tengo;

desenterrando larvas, maderas y palabras

y papeles vencidos;

cayendo de la altura de mi nombre,

como, una destrozada bandera que no tiene soldados;

muerto de estar viviendo de día y en otoño,

esta desmemoriada cosecha de naufragios.

 

Y sé que al fin de cuentas se me trasluce el pecho,

hasta verse el jadeo de los huesos, mordidos

por los agrios metales de frías herramientas.

Sé que toda la arena que levanta mi mano

se vuelve, de puntillas, irremisiblemente,

a las bodegas últimas

donde yacen los vinos inservibles

y se engendran las heces del vinagre final.

 

¡Cuánto mejor sería no haber llegado a tanto!

No haber subido nunca por el aire de Abril,

o haber adivinado que este llevar los ojos

como una piedra helada fuera lo irremediable

para un hombre tan triste como yo!

 

Dios mío: si creyeras que blasfemo,

ponme una mano tuya sobre un hombro

y déjame que caiga de este amor sin sosiego,

hacia el aire de pájaros y la pared desnuda

de mi desamparada soledad!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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