A Manuel Ortiz Guerrero o simplemente Manú, como lo llamaban, las palabras le gustaron desde pequeño. Con el tiempo, aprendió a combinarlas en sus dos lenguas, el guaraní y el castellano, y creó numerosos poemas, que se ganaron la admiración de sus contemporáneos. Y cuando conoció al músico José Asunción Flores, sus versos se transformaron en letras de guaranias que perviven en el cancionero nacional. Una temida enfermedad, que padeció desde joven, no le impidió seguir produciendo textos que hasta hoy emocionan a los lectores.

«Él tiene un sentimiento caudaloso, prodigioso, transparente, que como nunca necesitamos los que estamos viviendo en este país». 

RUDI TORGA, poeta y dramaturgo.