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ANA JAVALOYES

  MARTA SALVADORES (Cuento de ANA JAVALOYES)


MARTA SALVADORES (Cuento de ANA JAVALOYES)
MARTA SALVADORES
Cuento de
ANA JAVALOYES
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
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MARTA SALVADORES
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Premio Plaqueta y
Diploma de Honor de la Fundación Givré.
Buenos Aires - Argentina

“Qué fue, quién fue Pedro Salvadores?.
¿Lo encarcelaron el terror, el amor,
la invisible presencia de Buenos Aires y,
finalmente la costumbre?".
Pedro Salvadores - Jorge Luis Borges
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Así de simple como su nombre fue su vida antes de casarse. No tenía muchas ambiciones, sólo las propias de su edad y de su condición de muchacha campesina de allá del norte chaqueño, calcinado por el sol del verano con un eterno norte que cubría de polvo colorado cuanto había en el pequeño pueblo. De su rancho no salía sino para ir a traer agua, jamás a una fiesta; eso sí, los domingos bien temprano iba para el pueblo vecino adonde acudía a misa. Era muy devota. Un día su padre decidió venden todo y se vinieron a desafiar a la gran ciudad. Al principio se sintió un poco perdida, pero sus 18 años florecientes hicieron que pronto se adaptara. Estaba en la edad del amor y soñaba con su príncipe azul.

Al atardecer acostumbraba asomarse al balcón de su casa; y estaba horas mirando pasar a la gente. Una tarde lo vid. Si, ése era su príncipe azul, ese mozo ves tido de militar, alto, delgado y gallardo que entraba en la casa vecina. Un día y otro y otro pasaron sin que notara la Presencia de María. Pero una tarde, quizá atraído por la, mirada magnética de la moza el joven la miró y quedó prendado de esos ojos negros y brillantes que lo miraban, Pedro Salvadores se acercó tímidamente pero pronto la juventud y la símpatía de ambos los llevó a un amor profundo. Las visitas se sucedieron. Hablaban de todo: de sus padres, de su Chaco caluroso, de política. Supo que él peleó contra Rosas, que soòaba con tenerlo un día apretado del cuello pidiendo la misericordia que el Tirano no tenía con sus enemigos políticos. El noviazgo fue corto. Quedaron a vivir en la casa del joven, un antiguo caserón de paredes anchas, ventanas grandes, con rejas y techo alto. Los cuartos eran enormes y la cocina importante. Esta cocina tenía debajo un sótano que servía para guardar cosas viejas, nunca María se animó a bajar a él temiendo encontrarse con ratas y como les tenía miedo puso encima una vieja alfombra que cubría la tapa.

María y Pedro vivían aún las emociones del- mutuo conocimiento, el joven se sabía perseguido y salían poco de la casa, sólo a misa iban los domingos y feriados bien temprano. Desde el día que un vecino anotició que habían preguntado por Pedro él no salió más. Una noche escucharon fuertes golpes en la puerta de calle. Sabían que era la Mazorca y que venían por el marido. Rápidamente Pedro Salvadores levantó la alfombra, destapó el sótano y se metió en él. María extendió de nuevo la pesada alfombra, puso encima una mesa, alrededor las sillas y fue a abrir la puerta a los impacientes visitantes nocturnos. ¿Por qué será que todo lo sórdido, lo malo, lo ruín se hace de noche?. ¿No será porque ni los mismos autores quieren mirarse la cara donde van a ver reflejada su negra conciencia.

Entraron los hombres, preguntaron del combatiente unitario, María les dijo que hacía días había ido a la Banda Oriental. No obstante los intrusos se metieron en todos los rincones, tiraron sillas aquí, mesas allá, abrieron todos los cajones y también levantaron la alfombra, la tapa del sótano y miraron adentro, vieron el negro pozo pero, ¿quién se metería allí? Se fueron pisando fuerte como para hacer sentir su autoridad. María cerró la puerta, colocó la enorme tranca y se quedó ahí recostada en ella pensando en su nuevo papel, en el de defensora de su amor. Se sintió tigresa peleando por sus cachorros y se juró que nadie le arrebataría a su Pedro. Y esta campesinita sumisa, obediente y hasta un poco tonta planeó con precisión su vida futura, la que durase mientras El Tirano estuviese en el poder.

Esa noche bajó al sótano, lo limpió, lo hizo habitable y ahí acomodó a su marido y habló mucho, mucho con él. Pedro quería salir y hacer frente a la situación pero María le convenció de la inutilidad de esa lucha, del poder que poseía "el otro" y que ante personajes de esta clase, a quien todos le temen, menudean los delatores, que es una forma ruín de ponerse bien. María se plantó ante Pedro. No perdería a su amor. Desde el día siguiente abrió puertas y ventanas de la calle para que todos vieran que Pedro no estaba en la casa, a sus vecinos informó de su partida y ni siquiera sus padres y Hermanos sabían la verdad.

Esta frágil mujercita todos los días quitaba la pesada alfombra luego de mover la no menos pesada mesa, satisfacía las necesidades de su marido y cuidadosamente lo cubría de nuevo; cumplía con todos los quehaceres de una mujer sola, además cosía ropa para el ejército. Cuando quedó en cinta se dio cuenta de su difícil situación y prefirió sufrir afrentas y calumnias, miradas hoscas y desprecio hasta de su familia, ¡Caramba con la Sra. de Salvadores! ¡Qué forma de guardar la ausencia de su marido! Algunos más vivos pensaron que el esposo estaría escondido en alguna parte y se dieron en seguirla cuando iba a misa, al mercado o a por el trabajo. El nacimiento del hijo trajo un poco de luz a estas vidas oscuras; pronto se presentó el 2° y nuevamente las conjeturas de los demás. Estoicamente María entregaba sus amarguras, todo lo daba con gusto por mantener cerca de sí a su Pedro, a su amor, a ese amor que se había vuelto temeroso no por sí sino por su familia. A medida que iba pasando el tiempo María se iba convirtiendo en una mujer flaca y desmejorada en cuyo rostro sólo le brillaban los ojos con ese afán y esa decisión inquebrantable de ganarle la partida al Tirano. Su sacrificio era enorme. Le habían sacado todo lo que tenia: su hacienda, sus otras casas y solamente le habían dejado el viejo caserón donde vivían y día y noche temblaba pensando que en cualquier momento vinieran a echarla de ahí. Sus hijos no sabían nada del sótano y su misterio y hacía todo lo posible para que no lo supieran. Para ellos también el padre estaba en el país vecino.

María informaba diariamente a su marido sobre los acontecimientos políticos, siempre temerosa de que a él se le ocurriera salir y enfrentar los hechos, cosa que muchas veces deseó hacer pero le detenían los ojos suplicantes de María. Así pasaron 9 años. Y un día corrió como reguero de pólvora la noticia de la huída de Rosas.

Pedro salió del sótano. Era un hombre gordo, pálido, fofo, casi ciego y de hablar tan bajo que casi no se le oía y María una anciana de 30 años. ¿Quién de los dos sufrió más? El hombre falto de libertad, prisionero por amor o aquella valiente mujercita que por 9 años defendió a su amor contra viento y marea?
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ANA JAVALOYES
(Concurso a nivel latinoamericano en
Homenaje a Jorge Luís Borges
con motivo del aniversario de su natalicio,
el 24 de agosto).
 
TALLER CUENTO BREVE
Dirección:
Imprenta-Editorial
Casa América,
Asunción-Paraguay1985 (172 páginas).
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