MUJERES DE MI TIERRA
(Boceto fragmentario del cuadro)
Témpera sobre papel, 28 x 40 cm.
Obra de ANDRÉS GUEVARA
Colección CAV/ Museo del Barro
Fuente:
Capítulo II: LA TRANSICIÓN del libro:
UNA INTERPRETACIÓN DE LAS ARTES VISUALES EN EL PARAGUAY
Por TICIO ESCOBAR
Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay 2007
COMENTARIO DE TICIO ESCOBAR SOBRE LA OBRA DE ANDRÉS GUEVARA
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MUJERES DE MI TIERRA
por: OLGA BLINDER
(Artista plástica y docente)
Cuando Guevara murió, en 1963, lo recordamos en una nota que se publicó en el No.32 de Alcor. Comenzaba diciendo: ”Se fue Guevara, pero está con nosotros y estará siempre en sus cuadros, en sus dibujos, en los diseños que diagramó, en los poemas que ilustró, en sus cartas…y en el feliz recuerdo de las horas que sus amigos pasamos con él”
Josefina Plá, en un artículo publicado en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, de México, en enero de 1965 y en el que analizaba la obra de tres pintores paraguayos, siendo Guevara el primero, decía: ”En las obras de Guevara se distinguen dos planos o niveles bien definidos y al parecer contradictorios, articulados, sin embargo, sobre un fondo común de sensibilidad y humanismo. El primero lo constituye su obra humorística, realizada principalmente en Brasil, sobre escenas de la tierra. El segundo nivel lo contituyen sus obras de un patético expresionismo construido contraria pero paralelamente al primero, sobre aquello que en el individuo sella lo inmerecido del drama eterno: el contraste entre sueño y destino”. Más adelante observaba la escritora que ”es desconcertante esta doble personalidad de Guevara, y al propio tiempo contribuye a comprender el desnivel ontológico disimulado tras el más inocente alarde caricatural”.
El humorismo que volcaba Guevara en sus caricaturas también estaba presente en sus cartas, y quienes le conocimos tenemos recuerdos muy precisos de dicha característica a la que Josefina Plá se refiere cuando comenta ese aspecto de su personalidad. Osorio Borba, un periodista que escribía para una cadena de diarios del Brasil, decía en diciembre de 1943 que nuestro compatriota ”llegó a marcar una época en la prensa de Río de Janeiro” porque completó su modernización con las novedades que introdujo en la compaginación y la presentación de los diarios en los que trabajó.
El 28 de marzo de 1945, cuando el diario Clarín de Buenos Aires salía con su No.1, año I, presentaba a sus colaboradores, y el primero entre los ”cuatro malababaristas del trazo” era Andrés Guevara. En esa presentación se decía de él: ”Es un teorema artístico en acción. El número, la línea, la escuadra y el compás puestos al servicio del arte en un equilibrio armonioso que cobra alto relieve en nuestras páginas”. Y añadía una observación sobre los lectores que, sin ser técnicos, aprecian en el diario un estilo indefinible que no saben en qué reside, y ese estilo se debía a Guevara, que ”no necesita firmar una página para que se sepa que su escuadra y su lápiz y, sobre todo su imaginación, han trazado el plano cuidadosamente dentro del cual se encerrarán las notas y las ilustraciones. Porque Guevara es algo más que un nombre; es una nueva manera de presentar las cosas y una nueva forma dentro de cuyo molde se cuecen las ideas y las informaciones”.
Era asombroso lo que este hombre hacía con la diagramación. Conocía, seguramente, todos los secretos del oficio porque era, al mismo tiempo, artista y artesano en el más amplio sentido de ambas palabras. Pero no habrá sido fácil para ”el paraguayo fabuloso”, como lo llamaban los cariocas, ganarse ese nombre. Cuando llegó a Río solamente llevaba los bolsillos llenos de lápices y ”una visión confusa de lo que era el mundo a través de su temperamento”. Y con ese único bagaje logró imponerse porque valía y sabía lo que quería. Quería llegar a ser un gran pintor y sabía que podía serlo, pero nunca estaba del todo satisfecho con sus cuadros y los soñaba y hacía cada vez mejor. Esa característica llevó a Alejandro Sirio a escribirle: ”Es Vd. uno de esos artistas que por mucho que hagan son siempre promesas de mucho más”
Cuando tenía 50 años me escribía una larga carta, en enero de 1954, y en uno de los párrafos decía: ”…por mi vigorosa resistencia a la vejez me siento alentado para pintar en forma joven permanentemente. Quisiera ser siempre un adolescente, así no me den cuero y huesos…”. Y más adelante continuaba diciendo, con relación al grupo Grupo Arte Nuevo: ”Creo, mi estimada amiga, que el grupo de Udes. debe abrirse brechas, agrandar huecos y rumbear por nuevos senderos…Nada de trajinar por los viejos caminos… Es hora de ponerles calas y crespones a las normas académicas…Alguna vez estaré con Udes. en alguna exposición. Lo deseo patrióticamente, por el paraguayismo circulatorio de mis venas”.
Después de la exposición del Grupo de Arte Nuevo realizada en la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, en Buenos Aires, algunos de los componentes del Grupo tuvimos oportunidad de realizar exposiciones en diferentes galerías de esa ciudad, y al volver a Asunción después de una muestra Guevara me pidió que trajera un paquete de ”papeles” suyos. Ese paquete contenía apuntes, cartas, fotografías, aquellas hermosas témperas que él llamaba ”apuntes para…”, los calendarios de Alpargatas que había ilustrado con sus caricaturas y muchos papeles más que, según me explicó después, ponía en mis manos porque quería que se guardaran en nuestro país. En relación con esos ”papeles”, en una carta que recibí en diciembre de 1957 me decía: ”Sigo deseando me relate las impresiones y reacciones que pudieran haber causado mis bocetos llevados por Ud. Escríbame. Quiero pulsar a través de su informe el clima que tendría allí para realizar alguna vez una exposición”. Y más adelante, con esa extraña combinación de seguridad y modestia que lo caracterizaba, me pedía: ”Cuénteme cuántos me propinaron garrotazos y los pocos crédulos de mi arte, en carta extensa y franca”.
** Al año siguiente ya acariciaba la idea de realizar en agosto una exposición individual en Asunción –un sueño que nunca vio cumplido en vida- porque quería ”conocer a nuestro ambiente artístico y las posibildades de estudiar cómo podría yo contribuir en activar en algo el movimiento renovador que Udes. están realizando”.
Sus cartas y mensajes venían casi siempre acompañados de bocetos, dibujos y fotografías, y diagramados con el gran sentido estético que él ponía en todo lo que realizaba, de tal modo que en cada carta era un retrato suyo lo que se recibía. En una revista de Río, llamada Directrizes, en enero de 1944, contestando una pregunta del periodista le decía que ”un artista, pienso yo, nunca debe perder estas dos virtudes: sinceridad y espontaneidad. La producción constante acentúa la evolución de más espontánea. Tal vez sea el trabajo de todos los días, nunca interrumpido, a lo que yo debo las mudanzas fundamentales de mi estilo y de mi técnica”.
Octubre 2000
(x) Del diario ÚLTIMA HORA (El Correo Semanal),
7-8 de octubre de 2000 (Asunción, Paraguay).
Fuente digital:
http://www.musicaparaguaya.org.py/andresguevara.htm
Actualizado: Enero 2012
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