Porque te adoro, madrecita, he de cantar
mi mejor verso, mi mejor inspiración;
cerca o distante, nunca te podré olvidar,
te llevo unida dulcemente al corazón.
Mil desengaños en la vida soporté,
mil falsedades de amores falsos mil,
con las mujeres y las copas me embriagué
que me arrastraron al calvario de vivir.
II
Madre adorada, amor supremo,
nadie ni nada es como tú,
pasos inciertos me han enseñado
que el ser amado sólo eres tú.
I (bis)
Dios te bendiga, madrecita celestial,
pues no podría ya vivir sin tu calor,
sin tus ternuras, que mitigarán mi mal,
sin tus caricias, sin tu sacrosanto amor.
Quisiera siempre a tu lado yo pasar
y de tus manos recibir la bendición,
y venerarte como santa en el altar
que en tu homenaje elevó mi devoción.
Canción conocida por el cantante argentino Antonio Tormo
Letra: Héctor Marcó
Música: Manuel Ortiz Araya
En un rincón de mi alma donde las ansias duermen...
Allí, donde el cariño y la fe tienen fin.
Formé para mi madre con sueños y recuerdos,
con flores de otro mundo, un mágico jardín...
En él cantan su nombre los pájaros al vuelo
y en noches cuando el cielo se torna más azul,
mi madrecita con su voz ríe y me llama,
y en su jardín oigo mistrio de campanas...
Los lirios de sus manos se abrazan a mis besos,
me embriaga en su consejo la rosa del perdón...
y así el jardín de mi madre se riega en la paz
¡Con las aguas de mi corazón!...
En un rincón del alma, con luces de otra vida,
yo vivo con mi madre un mundo superior...
¡Sus ojos son estrellas, de luna sus mejillas!...
¡Jardín donde a su reino penetra sólo Dios!...
En él cantan su nombre los pájaros a vuelo
y en noches cuando el cielo se torna más azul,
mi madrecita con su voz ríe y me llama
y en su jardín oigo el misterio de campanas...
Los lirios de sus manso se abrazan a mis besos,
me embriaga en su consejo la rosa del perdón...
Y así el jardín de mi madre se riega con la paz
¡con las aguas de mi corazón!...