Rastrear las borrosas huellas de algunas composiciones, a veces, es tarea más que ardua. Se siguen las pisadas, pero de repente, abruptamente, desaparecen. Con fortuna, se las vuelve a encontrar para que de nuevo se esfumen por la falta de testimonios que puedan llevar a un destino seguro.
Con ITAPÚA POTY, la cédula de identidad musical de Encarnación, sin embargo, la historia fue diferente. Desde el instante en que el profesor RUBÉN AMARILLA, infatigable difusor y defensor de nuestra música en el séptimo departamento, proporcionó la primera pista, el resto se dio por añadidura. "Un sobrino de él, de apellido Soria, trabaja en la Municipalidad de Encarnación", dijo el docente. Luego fueron la guía telefónica, la pregunta a la telefonista y el primer hallazgo relevante: LUIS CARLOS SORIA, sobrino de JUAN CARLOS SORIA -cuyo nombre, en realidad, es Tranquilino, nacido en la compañía Independencia, no lejos de Encarnación, el 6 de agosto de 1919 y fallecido en un accidente rutero el 4 de mayo de 1985 cerca de San Juan Bautista de las Misiones-, autor de la música de ITAPÚA POTY.
"Mi hija Rocío, profesora de danza, hizo una tesina sobre la vida de Juan Carlos Soria", respondió Luis Carlos con toda confianza. La madre de Laura Rocío, la profesora Hilda Valenzuela de Soria, fue, finalmente la que tomando el estudio realizado por su hija-que estaba en su trabajo, enseñando-, brindó la información que aquí compartimos con los lectores.
Juan Carlos tenía a quién salir: su abuelo MANUEL SORIA, padre de su madre, CIRÍACA SORIA, era músico. Con él, a los 12 años, aprendió a tocar la guitarra. Pronto se destacó en el arte del canto. Muy joven, combatió en la Guerra del Chaco. Cuando cesaron los fogonazos de los cañones, volvió a su oficio de músico. Recorrió el Brasil y ancló en Buenos Aires en 1937 cumpliendo un itinerario idéntico al de muchos de sus colegas que hicieron lo mismo.
En 1942, en un barco, viajó a los Estados Unidos de América donde obtuvo el dinero para realizar sus grabaciones ya al frente de su orquesta, en la capital argentina. "Tuvo su propio salón bailable. Lo llamó 'MI RANCHITO'. Estaba Isla Maciel. Allí se encontraba con los músicos paraguayos, sus amigos", menciona doña Hilda a partir del texto de Rocío.
"La obra ITAPÚA POTY tuvo que haber compuesto en 1953 más o menos cuando vivía en Buenos Aires. De allí regresó a Encarnación, ya para quedarse, en 1958. Nunca había olvidado su tierra. Volvía esporádicamente para encontrarse con sus familiares y sus compañeros músicos como Germán Bogado, Filisberto Zarza, Patricio Bartomeo, Vidal Riveros, las hermanas Díaz (cantantes), Johnny Benítez, Walter Giménez y Herminio Gómez. Con éste cantó a dúo ITAPÚA POTY. Contaba que la canción le nació de la añoranza, del deseo de volver. Cuando dice que salió de su pago 'en pos de un amor' es porque había ido a buscar a la dueña de su corazón. Luis Acosta, poeta que vivía en Corrientes y no era encarnaceno -no sé de dónde era-, pero venía a Encarnación, le puso la letra de acuerdo a sus indicaciones", relata la sobrina política de Juan Carlos Soria quien conoció a su tío en 1978.
"Era un señor que vestía con elegancia, de traje y corbata. Bohemio. Quería darle realce a nuestra música. El donó al obispado encarnaceno el terreno en el que actualmente está el santuario de la Virgen de Itakua", concluye.