En el Chaco la guerra ardía sin piedad. En Asunción había desconcertantes noticias con respecto al creador de la Guarania y servidor de ametralladoras del Regimiento de Infantería "2 de mayo", JOSÉ ASUNCIÓN FLORES -nacido el 27 de agosto de 1904 en Asunción-. Algunos decían que había muerto en combate. Otros, que era prisionero de los bolivianos.
A oídos de su madre, MAGDALENA FLORES, llegaron las versiones imprecisas. Entonces acudió, con el corazón atribulado y el llanto contenido, junto a MANUEL ORTIZ GUERRERO, el gran amigo de su hijo. El poeta se fue al fondo de su casa, donde tenía la imprenta Suruku'a y, al rato regresó habitado de ancha sonrisa.
- No se preocupe, señora. Nuestro José Asunción vive. Acabo de hablar con él-, le dijo
- ¿Y cómo se encuentra?-, preguntó doña Magdalena, crédula
- Tiene mucha sed, pero de ánimo está bien. Pronto vendrá a Asunción-, le aseguró sin pestañear.
Desde esas palabras consoladoras, la madre del músico recobró la esperanza. Volvió a su casa tranquila. Quien quedó intranquilo fue Ortiz Guerrero. Algo tenía que hacer. Y pronto, para salvar de las balas inmisericordes a su hermano del alma. Consiguió como emisario a FACUNDO RECALDE, FA RE. Éste, ya en el Chaco, llegó hasta el Mayor LORENZO MEDINA, comandante de Compañía del 3er. batallón. Le explicó que JOSÉ ASUNCIÓN FLORES iba a ser mucho más útil a la patria fuera de la línea de fuego antes que en la trinchera. El militar-que escribió la poesía Reikuaa nga'u rae a la que Flores le pondría música como un gesto de gratitud- mandó llamar a su ta'yra y le dio permiso, junto a ANICETO VERA IBARROLA, para abandonar el regimiento.
Después de sobrevivir a una enfermedad, José Asunción retornó a la capital. Luego de abrazarse con su madre, a pie, se fue hasta San Lorenzo, donde vivían MANUEL ORTIZ GUERRERO y su esposa DALMACIA. Eran ya los últimos días de vida del que le había puesto letra a KERASY, INDIA, NE RENDÁPE AJU, PARAGUAÝPE y PANAMBI VERA.
Flores le contó de qué manera había sido testigo calificado de la crueldad de la guerra. Ortiz Guerrero, que era antibelicista declarado, no le escuchaba ya casi. Sus ojos cobraron vida sólo cuando su amigo le contó que se estaba preparando para viajar a Buenos Aires. Manuel, entonces, le manifestó que quería escribirle un poema que le sirviera de carta de presentación al llegar. El compositor aceptó la idea. Tras convencerle, después, de que debía volver a Asunción para ser atendido por un médico, le acompañó en una carreta. En el trayecto, le cantaba ÑASAINDÝPE, con letra de FÉLIX FERNÁNDEZ.
"El 7 de mayo, a la siesta y a pedido mío, empezamos a elaborar en los versos de BUENOS AIRES, ¡SALUD!. Él no podía trabajar casi, pero como era inminente mi partida, procuró ayudarme. Me dictó los primeros versos con mucha dificultad. Luego de decirme el último verso de la segunda estrofa, me advirtió que no podía seguir, con un dramático ademán...", le contó el maestro Flores a ARMANDO ALMADA ROCHE. (1)
Al día siguiente, 8 de mayo de 1933, el Mal de Hansen llevaba a la tumba a MANUEL ORTIZ GUERRERO. El 14, por barco, Flores salió rumbo a Buenos Aires. Allá terminó la música y ELADIO MARTÍNEZ completó los versos que faltaban. Se nota claramente la diferencia en la métrica y en el vuelo poético de las dos primeras estrofas con el trozo final, ya muy breve. Aquí se evidencia aún más cómo la obra quedó a medio camino.
JOSÉ ASUNCIÓN FLORES escribiría luego en homenaje a Manú PYHARE PYTE, con tres movimientos : oración leprosa, andante fúnebre y Aleluya. Las letras de esa guarania sinfónica son de ELVIO ROMERO y MAURICIO CARDOZO OCAMPO. Además, bautizaría su orquesta con el nombre de MANUEL ORTIZ GUERRERO, para que siguiera volando en la música las alas inquietas de su entrañable amigo.
(1) ALMADA ROCHE, ARMANDO. José Asunción Flores, pájaro musical y lírico. Asunción, El pez del pez, 1984.
BUENOS AIRES, ¡SALUD!
El ave parlante que canta y solloza de noche y de día
la Guarania alada de la melodiosa selva guaraní,
presa en seis por ocho como un homenaje de agreste armonía
traigo la Guarania, bella Buenos Aires, traigo para ti.
Tu gorgeo arpado te trae la cadencia de nuestra floresta
que amarán tus niños, tus músicos vagos, tu pueblo gentil,
cruzará llorando tu calle Florida y entrará en tus fiestas
a dejar los ecos de alguna silvestre romanza en tu atril.
