|
.
EL HOMBRE DEMORADO
.
(Recordando a Hérib Campos Cervera)
.
Las mañanas más cálidas
te recuerdan mis años,
floreciendo en tus cantos
la canción del trabajo
del hermano del campo
agachado en su arado.
Te recuerdan los años
del amigo y hermano,
al calor de tus frases
y al calor de tu mano.
Te recuerdan mis días
sin arados ni espigas
del labriego que siembra
amarguras y llanto.
El labriego que sufre
la maldad del hermano,
la maldad del hermano,
sin medida ni asombro.
Volverás algún día,
con tu pluma de acero,
a cortar las malezas
que cubrieron las tierras
despojadas de amigos
que surcaban su lecho.
Volverás floreciente,
desde el fondo del mundo,
con tu canto al trabajo
y tu amor al hermano
que te sigue esperando.
.
(Agosto de 1985.
Revista Estudios N° 13,
Febrero de 1989).
.
FLORES QUE NO MUEREN
José, naciste en la playa
entre flor de camalotes
y aquel verdor de sus hojas
te dio aliento de vida.
Asunción, llena de flores
te saluda en la distancia
y la patria toda entera
te recuerda en tus canciones.
Flores, tu tierra te espera
para perfumar sus noches
con el cantar inefable
de las eternas guaranias.
Nuestros niños un mañana
no lejano y primoroso,
cantarán todos en coro
la alegría de tu encuentro.
.
(Setiembre de 1986.
Id. Revista Estudios N° 15,
junio de 1989).
.
La expresión del Paraguay histórico y combativo,
en esfuerzo por su libertad y por su grandeza,
en la voz rumorosa de sus poetas.
Criterio Ediciones – Intercontinental Editora
Asunción-Paraguay 2005 (738 páginas)
.
|
