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CÉSAR L. CRISTALDO DOMÍNGUEZ

  LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA 1864 -1870 (Por CÉSAR CRISTALDO DOMÍNGUEZ)


LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA 1864 -1870 (Por CÉSAR CRISTALDO DOMÍNGUEZ)

LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA

1864 -1870 -1ª PARTE

Por CÉSAR CRISTALDO DOMÍNGUEZ

COLECCIÓN LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, 6

© Editorial El Lector

Director Editorial: Pablo León Burián

Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina

Director de la Colección: Herib Caballero Campos

Diseño de portada: Celeste Prieto

Diseño Gráfico: César Peralta G.

Corrección: Nidia Campos

Portada: Batalha do Avahy, óleo de Pedro Américo,

Museu Nacional de Belas Artes, Rio de Janeiro.

Fotografías del Museo e Instituto de Historia Militar de Asunción.

Hecho el depósito que marca la Ley 1328/98

I.S.B.N. 978-99953-1-078-3

Esta edición consta de 15 mil ejemplares

Asunción – Paraguay 2010.
 


CONTENIDO

PRÓLOGO/ INTRODUCCIÓN

-. ANTECEDENTES DE LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA: Cuestiones de límites/ Expansionismo brasileño / Deseo de reunificación del antiguo Virreinato del Río de la Plata/ Posición agresiva de la diplomacia imperial hacia el Paraguay/ La Alianza de 1851-1852/ La Alianza entre la Confederación Argentina y el Imperio del Brasil/ El Tratado de Paraná de 1856/ El Tratado de Paraná de 1857

-. LA CRISIS POLÍTICA URUGUAYA: Antecedentes de la cuestión uruguaya/ Revolución en el Uruguay/ Puntas del Rosario 18 de junio de 1864/ Prosecución de la guerra civil en el Uruguay/ Recusación del general Francisco Solano López como árbitro en la cuestión uruguaya

-. EL ULTIMÁTUM PARAGUAYO DEL 30 DE AGOSTO DE 1864

-. LA INVASIÓN BRASILEÑA

-. DEFENSA LEGÍTIMA DEL PARAGUAY

-. TRANSFONDO ECONÓMICO DE LA GUERRA:
El Imperio del Brasil y sus intereses económicos en el Uruguay/ El Imperio del Brasil y la amenaza de sus intereses económicos por el Paraguay/ Exportación de Yerba Mate

-. EL APRESAMIENTO DEL MARQUÉS DE OLINDA

-. LAS NEGOCIACIONES BRASILEÑAS CON BUENOS AIRES:
Protocolo Saraiva - Elizalde del 22 de agosto de 1864/ El Protocolo Elizalde-Pereira Leal de octubre de 1864:

-. LOS EMIGRADOS PARAGUAYOS EN BUENOS AIRES: La Sociedad Libertadora de la República del Paraguay

-. LA ASOCIACIÓN PARAGUAYA: Antecedentes/ Creación de la Asociación Paraguaya

-. LA LEGIÓN PARAGUAYA: Negociaciones de los legionarios con el Imperio del Brasil/ Negociación de los legionarios con la Argentina

-. LOS PROYECTOS MONÁRQUICOS ATRIBUÍDOS AL MARISCAL LÓPEZ: La boda imperial/ La corona imperial

-. LA CAMPAÑA DE MATO GROSSO: Inicio de las operaciones militares/ La primera batalla de la guerra contra la Triple Alianza/ El regreso triunfal de los jefes de la expedición

al Alto Paraguay
-. EL CONGRESO EXTRAORDINARIO DEL 5 AL 19 DE MARZO DE 1865

-. LAS OPERACIONES DE LA DIVISIÓN DEL SUD:
 Negociaciones del general Francisco Solano López con el general Urquiza/ Solicitud del gobierno paraguayo para el paso de tropas por territorio argentino/ La traición del general Justo Urquiza al gobierno del Paraguay      

-. CAMPAÑA DE CORRIENTES: Ocupación de Corrientes/ Batalla del Río San Lorenzo/ Batalla de Corrientes/ Batalla Naval de Riachuelo/ Ejecución del general Wenceslao Robles/ Combate en Romero Guasú / Evacuación de la Provincia de Corrientes
-. CAMPAÑA DE URUGUAYANA: Organización de la División del Uruguay/ San Borja. El paso de la División del Uruguay/ Batalla de Mbutuy  / Batalla de Yatay/ Capitulación en Uruguayana

-. EL TRATADO SECRETO DE LA TRIPLE ALIANZA

-. CAMPAÑA DE HUMAITÁ:
Batalla de Corrales  / Batalla de Estero Bellaco/ La gran batalla de Tuyutí/ Divulgación del Tratado Secreto de la Triple Alianza Batallas de Yataity Corá, Boquerón y Sauce/ Conferencia de Yataity Corá/ Batalla de Curupayty/ Otros intentos por alcanzar la paz / Batalla de Isla Tajy/ Batalla de Tatajyvá/ Batalla de Potrero Obella/ Segunda batalla de Tuyutí

-. SITUACIÓN ECONÓMICA DEL PARAGUAY-1864-1867

-. SITUACIÓN SOCIAL DEL PARAGUAY 1864 -1867

-. CONCLUSIÓN PARCIAL

-. EL AUTOR

-. FUENTES CONSULTADAS

 
 
 
 

PRÓLOGO

En esta primera parte de la GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA (1864-1870), sexto volumen de la Colección la Gran Historia del Paraguay escrito por CÉSAR CRISTALDO DOMÍNGUEZ, quien es uno de los exponentes de la nueva generación de historiadores connacionales, que contribuyen con nuevas miradas a los procesos históricos de nuestro país.

En este libro el autor presenta todos los aspectos de las causas de la Guerra de la Triple Alianza, lo que para muchos historiadores fue la primera guerra total del mundo occidental. Este conflicto fue un punto de inflexión en la historia paraguaya.

Cristaldo explica detalladamente los diversos acontecimientos que fueron configurando las condiciones en las cuales estalló la conflagración en la que se vieron involucrados todos los países de la Región del Río de la Plata. Dicha guerra está muy presente en la memoria colectiva de la sociedad paraguaya con el apelativo de "GUERRA GRANDE".

La "Guerra Grande", fue una debacle para el sistema productivo paraguayo, se constituyó en una catástrofe demográfica, por lo tanto su estudio es más que recomendable para comprender el desarrollo histórico de nuestra sociedad a partir del derrumbe de un estado y de una nación que tuvo que rehacerse desde las cenizas.

El libro rescata la rivalidad comercial en torno a la yerba mate entre los productores paraguayos y los productores del Río Grande del Sur, siendo este rubro una de las causas de la queja de los productores y ganaderos brasileños en contra de las formas de producción en el Paraguay.

En esta línea Cristaldo, aporta interesantes datos que proveen una mirada actual sobre un conflicto que en pocos años más se recordará su sesquicentenario. Con un lenguaje ameno y práctico el autor presenta las negociaciones entre el gobierno del Uruguay y del Paraguay, las causas de la invasión brasileña al Uruguay y la implicancia de dicha medida en la decisión del gobierno de Francisco Solano López de intervenir en defensa del gobierno uruguayo.

El volumen desarrolla las tres campañas ofensivas: Mato Grosso, Uruguayana y Corrientes, así como la campaña defensiva de Humaitá, relatando las diversas batallas, sus consecuencias y los pormenores que permiten al lector conocer los inicios de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870).

Por lo tanto, esta primera parte de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) se constituye en un valioso material bibliográfico para todos los lectores que desean conocer la evolución de la sociedad paraguaya a lo largo del tiempo.
 
 
 

INTRODUCCIÓN

La Guerra contra la Triple Alianza constituyó una de las conflagraciones más grandes que haya sucedido en la América del siglo XIX, pues arrastró a cuatro países en una de las vorágines guerreras más sangrientas hasta entonces, siendo el Paraguay el país más castigado por los hechos de la guerra.

Los antecedentes y las causales que han detonado este conflicto bélico son varios, en primer término podemos mencionar, las eternas disputas de las coronas española y portuguesa por las posesiones territoriales en América del Sur, las ambiciones desmedidas de ambas coronas por atesorar las tierras y las riquezas que encontraron en el nuevo continente.

En segundo orden encontramos el incumplimiento de los Tratados, tanto de Tordesillas, de Permuta y de San Ildefonso. Principalmente la falta de acatamiento, respeto y cumplimiento del Tratado de Tordesillas, firmado en 1494, por parte de Portugal, quien nunca renunció a llevar la marca de Tordesillas hasta ganar las costas del Pacífico.

Los Tratados de Permuta y de San Ildefonso, tampoco dieron los resultados esperados para encontrar una salida honorífica y honrosa a la antigua querella territorial que sufrían ambas coronas. La primera, antes de brindar una solución pacífica, fue la causante de la Guerra Guaranítica, debido a que la Compañía de Jesús no acataba la disposición de que algunos pueblos guaraníes pasen a la jurisdicción portuguesa. La segunda que estableció la creación de una comisión demarcadora de límites que nunca pudo entrar en funciones. Recordemos que don Félix de Azara y el capitán Juan Francisco de Aguirre, fueron los representantes españoles para el estudio correspondiente de los límites en disputa.

La jurisdicción paraguaya sobre las Misiones (Argentinas y Uruguayas) era irrefutable, pero colisionaba con la tesis del gobierno de Buenos Aires de que todas las Intendencias y las Gobernaciones Subordinadas que integraban el extinguido Virreinato del Río de la Plata, automáticamente formaban parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta postura bonaerense chocaba con la decisión paraguaya expresada en la nota del 20 de Julio de 1811 enviada al gobierno de Buenos Aires, donde se le informaba la decisión irrenunciable del Paraguay de constituirse en una nación soberana, manteniendo relaciones amistosas con Buenos Aires. Sólo después de un cambio en la política interna argentina que se dio como consecuencia del triunfo del general Justo Urquiza en 1852, posibilitó el reconocimiento de la independencia del Paraguay.

Con el Imperio del Brasil existían antiguos problemas territoriales, debido en primer lugar por la falta de establecimiento de los límites entre ambos países. La vieja política lusitana de llevar la marca de Tordesillas hasta el punto más occidental del territorio sudamericano lo han cumplido con creces sus herederos brasileños, invadiendo territorios paraguayos durante más de tres centurias.

El Tratado firmado por el Paraguay con el Imperio Brasil en 1850, representaba una garantía para el mantenimiento del Equilibrio político del Río de la Plata, pero justamente uno de los signatarios del tratado mencionado, fue quien violando lo acordado desencadenó lo que más tarde sería la Guerra contra la Triple Alianza. Además del aplazamiento por seis años del estudio de las cuestiones limítrofes entre el Paraguay y Brasil, ocasionó que ese impase diplomático vaya agudizándose con el correr de los años.
El presente capítulo Volumen VI La Guerra contra la Triple Alianza 1864-1870 Parte 1ª 1864-1867, trae temas atrapantes e interesantes, muchas veces escritas por reacciones viscerales y emocionales, que impedían tener una visión más amplia de las causales de la guerra ya sea exógenas o endógenas y el objetivo del presente capítulo es llevar a la opinión pública el relato de los hechos en la manera más objetiva posible.

Iniciamos el recorrido histórico con la alianza entre la Confederación Argentina y el Imperio del Brasil, que trajo consecuencias muy graves para la estabilidad política en el Río de la Plata. En esta alianza los dos países más poderosos de Sudamérica se atribuían el derecho a decidir sobre los destinos de dos naciones pequeñas: El Paraguay y el Estado Oriental del Uruguay.

La crisis uruguaya es considerada como la detonante del conflicto que desembocó en la gran Guerra del 65. Y precisamente la intromisión brasileño-argentina en los asuntos internos del Uruguay ahondó la gravedad de la crisis arrastrando al Paraguay en el conflicto, del cual terminaría siendo la víctima de esta insensatez. Se analizan también los trasfondos económicos de la guerra.

La Doctrina del Equilibrio del Plata, era defendida por el gobierno de la República del Paraguay, debido a que la independencia del Uruguay era considerada vital para el devenir del Paraguay, por ello es que la invasión del ejército brasileño al territorio uruguayo fue considerado "Casus Belli", lo que llevó al gobierno paraguayo, primero advertirle y luego declararle la guerra al Imperio del Brasil a consecuencias de dicho atropello.

La declaración de guerra al Imperio del Brasil obedeció a dos hechos fundamentales que nosotros consideramos:

1) La falta de respuesta del gobierno brasileño a la nota paraguaya del 30 de agosto de 1864 y

2) La invasión del territorio uruguayo por el Imperio del Brasil, violando de esa manera el Tratado firmado con el Paraguay en 1850.

Una vez declarada la guerra al Imperio del Brasil, el gobierno paraguayo inicia la campaña de Mato Grosso, con dos objetivos:

1° Estratégico: eliminar cualquier fuerza de ataque que el Imperio del Brasil pueda utilizar a través de la retaguardia paraguaya.

2° Político: recuperar los territorios considerados pertenecientes al Paraguay y que se hallaban en discusión con el Imperio del Brasil.
El gobierno paraguayo nunca tuvo una animadversión hacia el gobierno de la República Argentina, pero éste tuvo una actuación injusta al no permitir el paso del ejército paraguayo por su territorio, pero sí autorizó al ejército brasileño el tránsito por sus territorios y sus ríos. Ante esta circunstancia el gobierno paraguayo no tuvo otra alternativa que declararle la guerra a la Argentina, por considerarlo ligada a los intereses del Imperio del Brasil, en sesión del Honorable Congreso Nacional del 9 de marzo de 1865.

Mientras se debatía la existencia de la República del Paraguay, en Buenos Aires los emigrados paraguayos que no estaban de acuerdo con los gobiernos de los López, fundaban la Asociación Paraguaya en sesión del 21 de diciembre de 1864, por la cual la flamante organización, afirma el historiador paraguayo Juan B. Gill Aguinaga, pretendía erigirse en algo así, como un gobierno nacional en el destierro.

El 20 de marzo de 1865, el mariscal Francisco Solano López dispuso la creación de la formación de la División del Sud bajo el comando inmediato del brigadier general Wenceslao Robles, para la campaña de Corrientes. Para engrosar las tropas que ya estaban situadas en Humaitá y en Paso de Patria, desde el gran Campamento de Cerro León fueron trasladados diez batallones. Además las tropas que estaban siendo instruidas por el Sgto. mayor Pedro Duarte en Villa de la Encarnación y en Santa Teresa, constituían las fuerzas sobre las cuales se iniciarían las campañas de Corrientes y Uruguayana.

Una vez que terminó la campaña de Corrientes, el Presidente de la República, mariscal Francisco Solano López, dio las instrucciones, para el regreso del contingente paraguayo que operaba en la Argentina. Allí se inició la campaña de Humaitá, donde se desarrollaron las principales batallas de la guerra contra la Triple Alianza.

La situación económica al inicio de la guerra comenzó a resentirse por la imposibilidad de exportar o importar productos, ya que la única salida del Paraguay al exterior estaba bloqueada por la Escuadra brasileña.

Entre 1865 y 1867 casi la nación entera estaba en armas, sólo los hombres mayores, ancianos y los niños permanecían en la retaguardia en las tareas agro-ganaderas, además de las mujeres. Las escuelas de primeras letras funcionaron en la mayoría de los casos hasta 1866, debido al enrolamiento de casi todos los maestros al ejército nacional.
 
 

 
ANTECEDENTES DE LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA

CUESTIONES DE LÍMITES

Una de las cuestiones que tuvieron mayor transcendencia en el conflicto que desembocó en la Guerra de 1864/1870, fue la herencia que encontraron los nuevos países sudamericanos luego de su independencia. Nos interesa fundamentalmente analizar las cuestiones diplomáticas, primeramente entre los Reinos de España y Portugal, que a pesar de la firma de varios tratados sobre sus respectivas jurisdicciones, nunca pudieron solucionarse definitivamente, debido a que el Reino de Portugal, nunca renunció a un centímetro de sus posibilidades expansionistas y por otro lado, la excesiva tibieza de la diplomacia española.

El Tratado de Tordesillas firmado en 1494, estipulaba a favor de Portugal sólo un pequeño sector del continente recién descubierto. Para los intereses lusitanos había que romper con la marca de Tordesillas, y rehacer la conformación brasilera al compás de la voluntad de expansión ilimitada que animaba a monarcas, navegantes y diplomáticos de Portugal. En 1680 la corona portuguesa dispuso la fundación de la Colonia do Sacramento, sobre la margen oriental del Río de la Plata, en abierta violación del Tratado de Tordesillas. Esta colonia serviría de trampolín para la posterior conquista de todos los territorios del Plata

Cuando las dos coronas ibéricas negociaron un nuevo tratado, en 1750, donde se establecerían los nuevos linderos, ya nadie se acordaba del Tratado de Tordesillas y con la firma del Tratado de Permuta de 1750, las posesiones portuguesas en América se triplicaron gracias a la genial actuación del diplomático Alejandro de Gusmao, brasilero natural de Santos. La hábil artimaña consistió en la devolución a España de la Colonia do Sacramento, a cambio de las Misiones Orientales. Además consiguió para los intereses portugueses, la admisión del principio del uti posidetis como título de dominio. Y según Efraím Cardozo, la jugada maestra consistió en la falsificación cartográfica hecha por Alejandro de Gusmao, que fue aceptada sin pestañeó por las cortes.

La Colonia do Sacramento fue recuperada en varias ocasiones por las tropas españolas, pero su débil diplomacia la perdió en los Tratados de Utrech en 1715 y de París en 1763. El 1° de octubre de 1777, se firmó el Tratado de San Ildefonso, que reprodujo casi textualmente la línea demarcadora de 1750. Siempre con el señuelo de la restitución a Portugal de la Colonia do Sacramento, que en esa fecha estaba en poder de los españoles, el Marqués de Pómbal obtuvo la consagración y la homologación de las otras enormes adquisiciones que Alejandro de Gusmao obtuviera en 1750. Después de la guerra de 1801 entre España y Portugal, ésta se apoderó de los territorios de Río Grande del Sur al norte del Quarehim y en 1816, ocuparon la Banda Oriental del Uruguay, ante la pasividad de Buenos Aires, que prefería más a los brasileños que al general Artigas.

En 1856 se firmó el tratado Berges - Paranhos, el cual establecía la prórroga por seis años del estudio de las cuestiones de límites entre el Paraguay y el Imperio del Brasil. Esta prórroga expiró en 1862 sin que se pudiera encontrar una solución, y en esos momentos falleció el Presidente don Carlos Antonio López. El nuevo presidente del Paraguay, general Francisco Solano López, heredó esta carga pesada, además de que tampoco se habían solucionado con la Argentina las cuestiones de límites. A espaldas del Paraguay, la Argentina y el Imperio del Brasil, establecieron según sus conveniencias sus futuros límites con el Paraguay, según quedó establecido en el Art. XVI del Tratado de la Triple Alianza.
 

EXPANSIONISMO BRASILEÑO

Entre las tantas herencias legadas del Reino de Portugal al Imperio del Brasil, se encuentran dos aspectos fundamentales que tuvieron repercusión en el río de la Plata: Una excelente diplomacia, y la visión expansionista como política de gobierno. En 1822 don Pedro I rompió todo lazo de sujeción a Portugal y se ciñó la corona de Emperador. Siguiendo el nuevo imperio con la política expansionista anexó el Uruguay, al que denominó Provincia Cisplatina. Esto generó la guerra contra Buenos Aires. Pero gracias a la intervención de Inglaterra, se resolvió salomónicamente un viejo pleito: El Uruguay, no sería ni de Buenos Aires ni del Imperio del Brasil. El expansionismo brasileño no tenía fin, por ello tuvo dificultades territoriales con casi todos los países de América del Sur, salvo Chile.

El expansionismo brasileño, heredado de los portugueses, casi causó la guerra con el Paraguay, ya en 1850, cuando construyeron en territorio paraguayo el fuerte Pan de Azúcar. Mediante una enérgica reacción del presidente paraguayo don Carlos Antonio López, quien dispuso que una fuerza militar desaloje por las buenas o por las malas a los usurpadores del territorio patrio, lo cual fue cumplido. Si el expansionismo brasileño hubiese tenido un poco de mesura, el problema de límites se hubiera solucionado en 1856, en el Tratado Berges - Paranhos, si renunciaba a su ambición sobre los territorios comprendidos entre los ríos Blanco y Apa.
Afirma el politólogo brasileño Luiz Alberto Moníz Bandeira, que "puede afirmarse que el Brasil, en siglo XIX, realizó una política colonial e imperialista sobre los países de la cuenca del plata, contando con la organización, la ideología, la experiencia y la tradición de dominio del viejo Estado portugués. Como cualquier potencia de la época, recurrió a las operaciones diplomáticas, militares y financieras, a fin de asegurar la consecución de sus propios objetivos económicos y políticos que podían a grosso modo, servir a la expansión mundial del capitalismo.

 
POSICIÓN AGRESIVA
DE LA DIPLOMACIA IMPERIAL HACIA EL PARAGUAY

La posición agresiva de la diplomacia imperial se inició en 1854, en este sentido el politólogo brasileño Luiz Alberto Moniz Bandeira menciona una afirmación del diplomático imperial Duarte de Ponte Ribeiro en 1854, de utilizar todos los medios posibles para derrocar al presidente Carlos Antonio López y resolver los problemas pendientes con el Paraguay. Inclusive recomendó la detención del hijo del presidente paraguayo, general Francisco Solano López, procedente de Europa, cuando llegue a tocar cualquier puerto brasileño.

También el senador Joao Antonio de Miranda, representante de la provincia de Mato Grosso, abogó por el uso de las armas contra el Paraguay, respaldando la opinión del Vizconde del Uruguay, en varios de sus discursos ante el Parlamento brasileño, durante las sesiones de 1857-1858. Ese mismo año el Almirante Marqués de Lisboa fue comisionado a adquirir 10.000 rifles y seis navíos de guerra, además de otros pertrechos de guerra. En 1857, por el Tratado firmado con la Confederación Argentina, ésta le dejaba las manos libres para someter al Paraguay en caso de guerra. No cabe duda de que el Imperio del Brasil se preparaba para dirimir sus problemas con el Paraguay a través de las armas.
 

DESEO DE REUNIFICACIÓN
DEL ANTIGUO VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA

Desde aquel 14 de mayo de 1811 en que los criollos paraguayos tomaron el poder en la provincia del Paraguay, se inició un proceso de segregación de Buenos Aires confirmado por los siguientes hechos: la nota a Buenos Aires del 20 de julio de 1811 y la firma del Acta de la Independencia en 1842.

Conocida la pretensión del gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas, de restaurar el Virreinato del Río de la Plata mediante la reincorporación del Paraguay, la diplomacia del Imperio del Brasil hizo una jugada política, que eliminó cualquier intento de anexión del Paraguay como provincia: fue el reconocimiento de la independencia del Paraguay en 1844.

Aún así el Dictador Rosas, a pesar del pedido del gobierno paraguayo, nunca reconoció la Independencia del Paraguay. Pues hasta el congreso argentino le autorizó a disponer de los recursos necesarios, en aras de la reincorporación del Paraguay.

En el Artículo XVI del Tratado de la Triple Alianza se estampó parte del antiguo sueño de restauración del virreinato, que decía: La República Argentina quedará dividida de la República del Paraguay por los ríos Paraná y Paraguay, hasta encontrar los límites del Imperio del Brasil, siendo éstos, en la ribera derecha del río Paraguay, la Bahía Negra.

Es decir, se adueñarían de la totalidad del Chaco boreal paraguayo. Por suerte este artículo no se cumplió, ni tampoco el sueño del Ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina Rufino de Elizalde, quien expresó al Encargado de Negocios de la Gran Bretaña en Buenos Aires Mr. E. Thornton, que "esperaba vivir bastante para ver la incorporación de las Repúblicas Oriental, Paraguaya y Boliviana a la Confederación Argentina".
 
 
 
 
LA ALIANZA ENTRE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA Y EL IMPERIO DEL BRASIL

LA ALIANZA DE 1851-1852

La batalla de Caseros en 1852, donde el general Justo Urquiza derrotó al Dictador Rosas, significó el inicio del dominio brasileño en ambas márgenes del Plata. Por los tratados de 1851, impuestos al nuevo gobierno de Montevideo en mayo de 1852, la República Oriental pasó a ser política y financieramente un protectorado imperial. Era inútil que la inmensa masa de la población oriental rechazara esta dependencia: ahí estaban los tratados, los patacones, los buques de guerra y las fuerzas de ocupación para que la hegemonía imperial se cumpliera.

La Argentina de Urquiza y Mitre no podía oponerse al predominio brasileño sobre la tierra hermana; Urquiza lo había convenido antes de la caída de Rosas y sería inútil que después de Caseros quisiera borrar con el codo sus escritos. Tenía que resignarse a su triste suerte de satélite, enjugándola con el pedido de patacones a título de "aliado del Emperador". No era Rosas como lo temió en su momento el Enviado del Emperador, Honorio Hermeto. Además la situación política del general Urquiza no estaba consolidada en Buenos Aires y el mismo Enviado Imperial se encargaba de moverle el piso. Lo habían obligado a dar la garantía argentina exigida por el Brasil a los tratados de 1851. Con ella no solamente aceptaba el protectorado brasileño en el Estado Oriental sino renunciaba en nombre de la Argentina a las Misiones Orientales.

El cisma entre Buenos Aires y las trece provincias restantes, prolongado de 1852 a 1861, fue aprovechado por el Imperio del Brasil como por Inglaterra, Francia y Estados Unidos, para arrancar bocados a la soberanía argentina. En 1853, por los tratados de San José de Flores, Urquiza entregó los ríos argentinos a la navegación de las tres últimas potencias a cambio de ayudarle a escapar de los porteños. Al empezar ese año, e iniciarse el sitio de Buenos Aires, habían sido las tropas de desembarco inglesas, francesas y brasileñas de las escuadras de estación en el Plata quienes impidieron la entrada a la ciudad del ejército federal de Hilario Lagos.

Según el historiador argentino José María Rosa "No se conocen los detalles de las negociaciones del Vizconde de Abaeté con el general Urquiza, porque los documentos de la Confederación se extraviaron misteriosamente". Sin embargo Ramón Cárcano afirmó que se convino una alianza militar entre el Imperio del Brasil y el general Urquiza, que no fue confirmada en Río de Janeiro, porque no estaba el Imperio del Brasil con intención de emprender una guerra contra Buenos Aires además del Paraguay.

De todos modos al imperio del Brasil le bastaba un tratado de amistad con el general Urquiza donde se incluyese la libre navegación del Río Paraguay y la obligación del general Urquiza de sustentarla ante don Carlos Antonio López; si surgía un conflicto paraguayo-brasileño por esa causa, el general Urquiza quedaba maniatado al Imperio del Brasil.

 
EL TRATADO DE PARANÁ DE 1856

En febrero de 1856 llegó a Paraná el vizconde de Abaeté Limpo de Abreu, Ministro de Negocios Extranjeros del Imperio del Brasil. Se debe su presencia a la difícil situación del Imperio del Brasil con el Paraguay, que estuvo en 1854 al borde de una guerra evitada por haber cedido el imperio en sus pretensiones. Esto podría reanudarse y el Imperio del Brasil necesitaba de apoyo.

El general Justo Urquiza quería que el Imperio del Brasil se desentendiese de los liberales porteños, y a este precio firmaría cualquier compromiso. El Imperio del Brasil pidió que le dejase las manos libres en Paraguay y en la República Oriental y el presidente argentino aceptó.

El 7 de marzo de 1856 se firmó el Tratado de Paraná, entre el representante imperial Limpo de Abreu, Vizconde de Abaeté y el general Justo José de Urquiza, presidente de la Confederación Argentina. La firma de este tratado no era sino uno de los reflejos políticos de la alianza de 1852, cuando el general Urquiza con la ayuda de tropas brasileñas, logró derrocar al Dictador, don Juan Manuel de Rosas.

Lo firmado en Paraná, era un Tratado de Amistad y Navegación argentino-brasileño donde se estipulaba la libertad del Imperio del Brasil para actuar en el Paraguay y la República Oriental, y también para navegar los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay, tanto por embarcaciones mercantes como de guerra (Art. 14), obligándose a emplear los medios a su alcance para que la República del Paraguay adhiriera a las estipulaciones que preceden (Art. 20).

Ante un eventual conflicto entre el Paraguay y el Imperio del Brasil, (por el Art. 19) quedaba permitido el transito y abastecimiento de la escuadra imperial por el Paraná sin sufrir molestia alguna. Además, la Confederación neutralizaba la isla Martín García para mejor seguridad de la navegación brasileòa (Art. 18).

Comenta Ramón Cárcano "todas estas cláusulas del Tratado de Paraná consagraron el triunfo de la diplomacia brasileña, sancionaron y afianzaron su política tradicional respecto al Paraguay y al Uruguay y a la libre navegación de los ríos que ya estaba resuelta por la legislación argentina y aseguraron al gobierno de la Confederación como su colaborador y aliado". Sigue diciendo el historiador argentino R. Cárcano, que "el imperio del Brasil pidió al general Urquiza que le dejase las manos libres en Paraguay y Uruguay, y el presidente argentino aceptó".

Agradecido al general Urquiza, el Emperador del Brasil don Pedro II le mandó las insignias de la Orden del Cruzeiro; por Caseros le había dado en 1852, además de las insignias de la Orden del Cristo.

 
EL TRATADO DE PARANÁ DE 1857

En 1857 se habían agravado las relaciones diplomáticas entre la República del Paraguay y el Imperio del Brasil. El presidente paraguayo, don Carlos Antonio López estaba disgustado con la ley de los mares, como llamaba a la libre navegación fluvial, que firmaron la Confederación Argentina y el Imperio del Brasil el año anterior, que querían imponerse al río Paraguay, y menos deseaba allanarse a las pretensiones de límites y de injerencia política de los brasileños. La guerra estuvo por estallar.

En Buenos Aires los periodistas liberales (menos el oriental Juan Carlos Gómez que dirigía "Tribuna") eran partidarios de la causa de la libertad, es decir la causa del Imperio del Brasil, en cambio los federales de la confederación, no obstante la atadura del Tratado de Abaeté, se manifestaron favorables al Paraguay, que llamaban causa de América. Para la política exterior imperial era necesario ratificar de manera firme el apoyo del general Urquiza para neutralizar a su partido; con el general Urquiza de su lado, el Imperio del Brasil podría presionar mejor a López o hacerle en condiciones más favorables la guerra.

El gabinete de San Cristóbal liderado por el Marqués de Olinda envió a Paraná a José María de Silva Paranhos, luego Vizconde de Rio Branco, quien debía hacerle aceptar al general Urquiza un posible tránsito de tropas brasileñas por territorio de la Confederación Argentina en caso de guerra con el Paraguay, y luego seguir a Asunción a fin de resolver pacíficamente, si podía, el grave conflicto paraguayo-brasileño. El Tratado fue firmado por José María Paranhos y el general Justo José de Urquiza en enero de 1857.

Paranhos conocía muy bien a Urquiza y sabía el lenguaje que le gustaba: el patacón. Según el historiador argentino José María Rosa el levantamiento del general Urquiza en alianza con el ejército brasileño contra Rosas en febrero de 1852 1e costó 400.000 patacones. Tan propicio encontró Paranhos al general Urquiza, que no le sacó solamente el importante compromiso que ponía militarmente al Paraguay a merced del Imperio del Brasil. También le hizo firmar tres tratados:

1° De navegación, mejorando las condiciones del anteriormente firmado por el Vizconde de Abaeté.

2° De extradición, por sobre la Constitución Argentina de 1853, que decía que los esclavos brasileños no perdían su condición servil por pisar territorio argentino.

3° De límites, renunciando la Confederación Argentina a la parte de Misiones que le correspondía al oeste de los ríos Pepiri Guazú y San Antonio.

Pero los acuerdos entre la Confederación Argentina y el Imperio del Brasil, no pararon y prosiguieron esta vez en el campo económico. Para el efecto llegó a Paraná don Ireneo Evangelista de Souza, recientemente agraciado con el título nobiliario de Barón de Maúa, dueño del banco más poderoso de Sud América (y uno de los más fuertes del mundo en esa época), venía a establecer una filial del Banco Maúa en la ciudad argentina de Rosario con privilegio de institución oficial de gobierno y facultada para emitir billetes de papel. El control financiero de la Confederación Argentina lo tendría una institución bancaria brasileña.

La oposición a la injerencia brasileña en la Confederación Argentina comenzó a tener eco, tanto en Buenos Aires como en el interior y un ejemplo fue la denuncia hecha por el periodista Carlos Bouquet en el periódico cordobés El Imparcial, señalando que el tratado de límites despojaba a la Confederación Argentina de 4.500 leguas y acusaba al Ministro Santiago Derqui de la infamia. Además denunciaba que la Constitución Nacional Argentina, consagraba en su Art. 15 "que los esclavos que de cualquier modo se introduzcan queden libres por el solo hecho de pisar territorio de la República", pero es letra muerta para el emisario signatario de nuestro oprobio con el Imperio del Brasil.

Con poca habilidad el diario oficial Nacional Argentino de Paraná salió a la defensa de los tratados diciendo: "La propiedad de esclavos por súbditos brasileños debe respetarse constitucional-mente... porque es un acto constitucional el respeto a la propiedad extranjera".

Por sobre la Constitución Nacional Argentina, jurada en 1853, el general Urquiza, antepuso sus intereses y compromisos personales antes que los intereses superiores de la Confederación que gobernaba y firmó tratados con el Imperio del Brasil, enemigo histórico de los países del Plata por su política expansionista, que apeligraba la existencia misma de todas ellas.

Pero esa oposición a la que deben agregarse los furibundos artículos de Juan Carlos Gómez en Tribuna de Buenos Aires pidiendo una inmediata guerra al Imperio del Brasil, consiguió algún resultado; la Cámara de Diputados de la Confederación Argentina modificó el tratado de límites borrando las pretensiones brasileñas. Eso no era lo convenido con Paranhos, y éste se negó a canjearlo en esas condiciones. Había que aguardar mejores tiempos: "El Imperio debió esperar la liquidación de la próxima guerra del Paraguay, que ya se diseñaba, para reanudar la campaña", dijo Ramón Cárcano.
 
 
 

CONCLUSIÓN PARCIAL

En presente tomo VI LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA 1864 PARTE I 1864- 1870, hemos presentado los principales antecedentes y hechos que se convirtieron en las causales exógenas de la gran guerra contra la Triple Alianza, donde elaboramos las siguientes conclusiones:

a. La cuestión de límites y el expansionismo brasileño: lamentablemente la terrible herencia de los tratados de Tordesillas, Utrech, París, Permuta, San Ildefonso, dejaron a los nuevos Estados emancipados, un problema de antigua data, que no pudo ser salvado por medios diplomáticos, debido a dos factores: la política expansionista brasileña, que impidió a la diplomacia imperial renunciar a los territorios comprendidos entre los ríos Apa y Blanco. Esta concesión hubiera evitado las periódicas crisis entre el Paraguay y el Imperio del Brasil. También la Argentina tuvo su grado de responsabilidad al otorgarle paso libre (en su momento) a la escuadra brasileña y negarle el transito a las tropas paraguayas por territorios que aún estaban en litigio y que ancestralmente pertenecieron al Paraguay.

b. La crisis del Uruguay: el Paraguay fue víctima de la vorágine que lo arrastró a la guerra contra la Triple Alianza, porque salió en defensa del Uruguay, en consecuencias a dos situaciones: primeramente por el Tratado de 1850, firmado entre el Paraguay y el Imperio del Brasil, por el cual las dos naciones se comprometían a defender la integridad del Uruguay ante una agresión internacional. Paradójicamente el Brasil, uno de los signatarios del Tratado de 1850, lo incumplió e invadió el Uruguay, respaldado en el Tratado de 1851 firmado entre el imperio del Brasil y el Uruguay, que perimió en 1861 y que no fue revalidado. Además de la complicidad del gobierno argentino, el cual brindó todos los apoyos necesarios al general Venancio Flores violando el principio de neutralidad que tanto defendía su cancillería.

c. El sistema de alianza contra el Paraguay: estos acuerdos fueron urdidos lentamente desde la década de 1850, ampliada desde la misión del Vizconde de Abaeté a Paraná y consolidado por José María Paranhos ante el general Urquiza al año siguiente. Las alianzas fueron apuntalándose en 1864, con los acuerdos de Puntas del Rosario, los protocolos Saraiva - Elizalde (22/08/1864) y Pereira Leal - Elizalde (22/10/1864), en momentos en que el Paraguay aún no había declarado la guerra a ningún país de la Alianza.
d. El trasfondo económico de la guerra: sobre este punto se concluye que incidieron dos factores:

1) La competencia que significó la yerba mate paraguaya para los productores brasileños de las provincias de Paraná, y Río Grande del Sud.

2) La recuperación de la soberanía arancelaria por parte del gobierno uruguayo de don Bernardo Berro, que se contraponía a los intereses de las saladeras brasileñas, que funcionaban tanto en territorio uruguayo como en territorio del imperio.

e. Ingenuidad diplomática paraguaya: a nuestro criterio la diplomacia paraguaya pecó de ingenua, teniendo en cuenta que se enfrentaba al cuerpo diplomático más astuto de América. El gobierno paraguayo confió en las gestiones de los Encargados de Negocios, que tenían funciones limitadas, además no contaban con la infraestructura correspondiente a una legación formal. Es decir, la falta de embajadas en Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires y por extensión en Europa y los EE. UU., impidieron contrarrestar al efecto producido por el enjambre de diplomáticos imperiales diseminados en América y Europa.

f. El heroísmo paraguayo: en las Campañas de Mato Grosso, Corrientes, Uruguayana y Humaitá, no ocurrió otra cosa que la confirmación del heroísmo paraguayo, parafraseando a don Manuel Domínguez, en donde el ejército y el pueblo paraguayo en su conjunto, escribieron con letras inmarcesibles, la gran hazaña, de luchar hasta la muerte por la defensa de la independencia del Paraguay. Coimbra, Mbuty, Yatai, Riachuelo, Corrales, Estero Bellaco, Tuyutí, Curupayty Tatajyvá y otras batallas, no fueron sino ejemplos del denuedo con que el pueblo paraguayo, defendió su derecho a existir como un país libre y soberano en el concierto de las naciones, cumpliendo con el lema sagrado de: "Independencia o Muerte".




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