-Emigdio, nde niko ágâ ne famoso. Rejapo pe iporâitéva MI DICHA LEJANA. Mba'égui piko nde rejapomíri avei ko ñande puéblope peteî musicami (Ahora eres famoso. Creaste la muy bella "MI DICHA LEJANA". Por qué no le hacés a nuestro pueblo una composición)-le pidió en Escobar un amigo de infancia a EMIGDIO AYALA BÁEZ, quien había nacido en esa comunidad del departamento de Paraguay, ubicada sobre la vía férrea, el 5 de agosto de 1917.
-Cómo no, ajapóta-, le prometió en el transcurso de una cena que le ofrecían en su terruño luego de volver, con el TRÍO OLÍMPICO, de Europa. Con ELADIO MARTÍNEZ y ALBINO QUIÑÓNEZ - arpista-, había ido a cantar en las Olimpiadas de Londres, en 1948 porque el azar les había sido grato. Desde la capital inglesa habían pedido tres atletas. Como no había ni la mitad de uno, gracias a un diplomático que había estado en el Paraguay, las piernas fueron sustituidas por las manos y las voces de los tres músicos.
El viaje, en un barco francés, duró una eternidad. La embarcación fondeó primero en Dákar, luego en El Havre y, por fin, en Southampton. En ese trayecto, Emigdio y Eladio compusieron ORACIÓN A MI AMADA.
Los éxitos, en Gran Bretaña, fueron inmediatos. Fruto de ello fue la actuación en la BBC. Después, cuando terminaron las olimpiadas, pasaron a París. De ahí a Madrid. Anclaron luego en Lisboa. Cruzaron de nuevo el océano y recalaron en Montevideo, donde fueron contratados por la empresa Alpargatas y recorrieron, durante varios meses, buena parte del territorio uruguayo, para emprender el regreso a su patria, después de una gira de seis meses.
Ayala Báez se quedó por un tiempo en Asunción. Y luego del agasajo recibido en Escobar, volvió a Río de Janeiro donde cantaba con la orquesta de Radio Nacional, integrada por 40 profesores, bajo la dirección del Maestro Herminio Giménez.
Allá, con su guitarra, reconstruyó mentalmente el paisaje peculiar de su pueblito natal, ubicado junto a un desprendimiento de la Cordillera de los Altos y enlazó los recuerdos de su vy'aha con los de su viaje al viejo mundo, para dar aliento duradero a una melodía sencilla pero cautivante.
En la última estrofa expresaba el sueño de su vida: volver a los amados aires de su infancia feliz, el único paraíso de la existencia. Y, efectivamente, con polvos de mil caminos, volvió a la estación de su niñez, convirtiendo en realidad lo que expresara en sus versos. Después de haber sido, en Buenos Aires, "tenedor de libros", en una empresa de Alberto , J. Armando, presidente del club de fútbol Boca Juniors durante muchos años, se jubiló. "Chéngo cuarto gradomínte, pero che letra porá hendy múndope (Tenía apenas el cuarto grado, pero una inigualable caligrafía). Ese fue mi 'mérito' para que se me contratara en la Contaduría de la firma", recordaba el que también compusiera, con Eladio Martínez, Mi dicha lejana, en el transcurso de un homenaje que se le rindió en el Atlético Talleres, de Sapucai, en 1991.
Como quería, vivió sus últimos años en Escobar, rodeado del cariño y el reconocimiento de la gente de su tierra. Murió el 24 de febrero de 1993.