Alejados de su vy'aha –querencia-, algunos poetas populares se internaban en su memoria y recreaban la república feliz de su infancia. Otros reconstruían con meticulosidad de orfebre el paisaje que guardaban más que en la memoria, en la sangre.
No era que la nostalgia les dictara los vocablos. Tampoco era el dominio del oficio el que les colocaba en la mano las palabras que debían verter, como un vino amargo, sobre el papel. Era, sencillamente, el corazón que se les derramaba en versos.
La historia personal del cantante y compositor MARTÍN LEGUIZAMÓN -oriundo de Capiatá, donde llegó al mundo el 29 de julio de 1930-, está llena de presencias y ausencias. Su itinerario de músico le llevara a componer la melodía de una canción herida por la añoranza. Buscando un motivo original, la luna seria esta vez el pretexto para soltar las amarras del techaga'u.
De niño, vio a su padre juntar aliento y arrancarle sonidos a su trombón en la Banda de Capiatá, del que también formaba parte quien luego sería uno de los cómicos más aplaudidos del Paraguay: JOSÉ L. MELGAREJO. La influencia de su padre hizo que eligiera el camino del canto.
Todavía kasõ mbyky -de pantalón corto-, bebió el primer sorbo del éxito en Caacupé. Unos primos le enseñaron a rasguear la guitarra que acompañaba su voz alta y limpia. Cuando la toalla que habían puesto frente a él se fue cubriendo de billetes, su madre tuvo una inspiración profética. "Ko che memby opuraheiva'erã gueteri sínepe (Mi hijo ha de cantar un día en una película)", dijo para que la oyeran quienes tuviesen oídos.
Después de ser el cantor preferido de su maestra -la profesora Estela Acha- en la escuela BRUNO GUGGIARI (convertida hoy en el colegio Naciones Unidas, en el barrio Obrero, de Asunción), su garganta estuvo al servicio de varias orquestas. La Jazz Novel, Asunción Casino Jazz, Montecarlo Jazz y la Típica Pampa lo tuvieron como cantor.
"Estando un día en el Bar Ideal me abordaron JULIÁN REJALA, EULOGIO AYALA y WILMA FERREIRA. Me preguntaron si quería irme con ellos a actuar, junto a HERMINIO GIMÉNEZ, a Buenos Aires, en Radio Belgrano. No di muchas vueltas para decirles que sí. Esto fue en la década de 1950. Desde entonces canto con preferencia música folklórica", recuerda Martín, quien vive en San Lorenzo siempre ejerciendo su arte.
Algún tiempo después se cumplió el vaticinio de su madre. "En la película ‘El trueno entre las hojas’, basada en una obra de AUGUSTO ROA BASTOS, tuve la oportunidad de interpretar dos canciones: ‘EXTRAÑA MUJER’, de CIRILO R. ZAYAS y CHINITA DE NICOLA y ‘MI DICHA LEJANA’, de EMIGDIO AYALA BÁEZ. Me acompañó el conjunto de ELADIO MARTÍNEZ, director musical del filme. La película se estrenó en el Teatro Municipal de Asunción, estaba mi madre é ISABEL SARLI le felicitó. Hasta hoy no olvido aquello", relata.
En la capital argentina formó parte de varias agrupaciones musicales. Una de ellas fue el TRÍO "LOS CANTORES DEL PARAGUAY" en el que también estaban OSCAR MENDOZA y PABLO (CHIQUIRI) PÉREZ ORTIZ.
"Estando allá, en 1965, mi amigo Oscar Mendoza me trajo una letra en la que cantaba su añoranza a través de la luna. Me gustó y la fui compaginando hasta convertirla en una canción. La llamamos LUNA DE MI TIERRA, pronto la grabamos y otros hicieron lo mismo. La habíamos estrenado en una audición de ‘Ecuatoriana de aviación’ que teníamos en Radio Belgrano", rememora Martín Leguizamón.