SIN TÍTULO, 2013
Obra de LUIS FRACCHIA
DUETO. Año 2003
Serie GEOGRAFÍAS
Técnica: Óleo sobre lino, de 100 x 160 cm.
LUIS FRACCHIA Y EL ESCENARIO DE LA VIDA.
Fracchia es un pintor inteligente que desde la selección de la pose, la iluminación y el tratamiento vacuo de los fondos da origen a una masa crítica de significados que van más allá de lo que el ojo percibe, por ejemplo la definición sutil de una unidad femenino-masculina constante en sus imágenes. Aunado a esto, hay en la semántica de los cuerpos una serie de objetos que sirven de puntos de contraste y similitud con la presencia humana. Como en la iconografía cristiana, el aura de los sujetos se extiende y se complementa en la presencia de los objetos.
Estos elementos externos, que de modo general pueden clasificarse como cosas que encierran una temporalidad, sirven de clave de entrada a la reflexión sobre la esencia de lo humano.
Las pinturas de este artista devienen un tipo de teatro que recuerda al del director estadounidense Robert Wilson, cuyas puestas en escena se caracterizan por crear espacios vacíos que únicamente incorporan la presencia de algún elemento pictórico, escultórico o lumínico. El escenario vacío, la presencia omnipresente de la luz y los fondos desvanecidos, son parte de esa gramática que pone énfasis en el cuerpo como signo y símbolo. Wilson y Fracchia no utilizan el objeto como utilería sino como parte esencial de la metáfora o la alegoría teatral.
En las pinturas de Luis Fracchia, por ejemplo en LA SIESTA DE ANA (2002), los personajes femeninos están sumidos en la reflexión, inconscientes de que son observados. De ellos emana un carisma que seduce al pensamiento del observador y lo llama a introducirse en los pensamientos y sentimientos de la modelo-personaje, los cuales puede intuir a través del lenguaje corporal. La percepción de que los sujetos no se sienten vigilados lleva a pensar en que la suya es una actitud más cercana a lo histriónico, pues sus gestos toman un valor retórico y descriptivo de su interioridad. En este tipo de cuadros Fracchia se vale de la sinécdoque, el significado del todo expresado por la parte, como puerta de entrada hacia una percepción ampliada del ser.
Ya se trate de figuras cerradas o abiertas, la dirección compositiva dirige la mirada hacia ciertos puntos de tensión, eso que Roland Barthes llama el punctum de la imagen en su análisis de la fotografía, ese elemento visual donde se concentra el significado que da vida a la composición y es el punto de partida de la construcción del aura de la imagen, que resulta evidente en pinturas como DESNUDO CIRCULAR FEMENINO (2001-2002). En pleno dominio y madurez de su oficio pictórico y su talento para la escenificación del cuerpo Fracchia incursiona actualmente en una estrategia distinta: trasladar el significado del sujeto al objeto, creando una asociación de formas que son una transposición de sentimientos complejos. (véase el tríptico Hilando cabos, 2002).
En GEOGRAFÍA PARTIDA (2003) la madera veteada refleja la complejidad del ser , la rugosidad de la piedra describe los pliegues que envuelven una interioridad amalgamada por experiencias que dejan su huella. Fracchia describe de la totalidad de la experiencia con representaciones directas, dejando de lado la anécdota para enfocarse en todo lo que deja huella indeleble en el ser.
En sus obras más recientes Fracchia sigue el principio denotativo de menos es más. A través de la nitidez con la que pinta sus cuerpos y de la fidelidad de sus superficies despierta en el observador a una serie de connotaciones complejas. Tal es el caso de pinturas como CIELO VERDADERO (2004) y FALSO cielo (2004). La almohada deviene en cielo símbolo de las religiones masculinas, o se convierte en un terreno de donde emergen plantas, que aluden a la dupla simbólica tierra-mujer. Este sencillo recurso de trastocar la morfología verosímil de un objeto tan simbólico como la almohada y la piedra potencia la descripción de naturaleza al convertirla en el cuadro en una suerte de milagro que recuerda las transubstaciones (del agua en vino, de la piedra en pan), y nos provee de un simbolismo acorde a nuestro contexto actual, con lo cual logra que la mirada contemplativa de la pintura se vuelva una especulación activa sobre lo onírico y la fantástico. A fin de cuentas la pintura de Fracchia se conecta con la tradición y el presente al convertirse en un foro donde la sola presencia apunta a una escenificación de mitos y ritos en los que todos participamos. Nos permite darnos cuenta de que la realidad es en principio un proscenio donde todos actuamos las escenas de nuestra vida e historia, que al verlas en sus pinturas resultan tan familiares como enigmáticas.
Por José Manuel Springer
TORSO, 1997
Serie: Naturaleza peregrina
Técnica: Acuarela de 71 x 52 cm. - Obra de Luis Fracchia
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