PAPI MEZA -cuyo desconocido nombre es JUSTO MEZA ROA, nacido el 14 de mayo de 1937 en Luque-, con el dinero que había ganado en la música compró una casa en el barrio Julio Correa de Luque. Era feliz porque su arte le había dado la oportunidad de alcanzar un techo propio.
Una tarde de comienzos de 1960 su dicha era mayor porque le acompañaba su novia, la caazapeña ÉRGICA ESCOBAR. Como ya había hecho algunas composiciones, esperaba que llegara el momento propicio para convertir en melodía su sentimiento hacia ella. PAPI MEZA, de niño, había sido pantalonero con su tío SECUNDINO ROA, hermano de su madre, que era sastre en Luque. En sus ratos libres, no perdía la ocasión para estar cerca de los músicos. Su otro tío Francisco Roa -bandoneonista-, también hermano de su mamá, era el nexo más importante que él tenía con la música.
"Comencé tocando la batería, luego la guitarra y, finalmente, el acordeón. A los 14 años, todavía con pantalón corto, formaba parte de la orquesta de los HERMANOS ROA", recuerda Papi Meza.
"Hubo una casualidad: mi tío compró un acordeón y me prestaba para que intentara sacar alguna melodía por mi cuenta. Cuando me fui al cuartel, en la cooperativa policial, me tocó ejercer mi profesión de sastre. Encontré por ahí un acordeón ajeno. Y tocaba. COLORADO, KILÓMETRO 11 y alguna que otra música más me salían bien", continúa rememorando.
Una siesta estaba de guardia. Para matar el sueño, ensayaba con un acordeón que había en el lugar. En eso llega un hombre que le pregunta si qué había puesto debajo de la mesa antes de saludarlo. Le contó. El recién llegado le preguntó si estaba a gusto allí o no. Papi le respondió que no porque su intención era aprender mejor su instrumento.
-Después de terminar su guardia a las 3, lo espero en mi oficina-, le dijo el señor extendiéndole su tarjeta personal.
Alrededor de las cuatro de la tarde Papi llegó a Estrella y Montevideo. Era el Ministerio del Interior. Grande fue la sorpresa del acordeonista cuando descubrió que había sido el ministro Edgar L. Insfrán el que lo había invitado a su despacho.
"Me dijo que me quedara allí, con él. Así fue. A veces, me iba a actuar con QUINTANA-ESCALANTE, pero el ministro no se enojaba porque le traíamos serenata", cuenta con su característica y permanente sonrisa.
Cuando salió del cuartel, se quedó en Asunción formando parte de varios conjuntos, ya como acordeonista.
Retomando el relato de la tarde que el músico compartía con su novia, él le estaba tomando unas fotos cuando llegó el músico y compositor HILARIÓN CORREA.
-Jajapomína chéve peteî música ko che rembiayhúpe guarâ (Querría componer contigo una música para mi novia)-, le propuso enseguida Papi a Hilarión, de cuyo conjunto formaba parte ya por entonces.
Correa aceptó la idea y se concentraron en la tarea. "Tenía delante de mi casa un jardín donde había muchas clavelinas. Eso nos ayudó a inspirarnos y por eso le pusimos el nombre de MI CLAVELINA a la obra. Ibamos haciendo la letra y la música. Cuando terminamos le tocamos a su dueña, que había sido testigo de nuestra creación", cuenta Papi Meza, quien en 1964 se casó con su clavelina.
MI CLAVELINA
Veo en tu risa tanta dulzura
y la gracia pura del Tupâsy
veo en tus ojos tierna ternura
omongueráva che vy’a’ÿ.
Cariño mío vengo a ofrecerte
aunque sé que no puede ser
pero asimismo soy delirante
de tu arrullo y de tu querer.
Siguiendo el cauce de mi destino
en tu camino aju apyta
una mañana tibia y temprana
nemandu’ápa jajotopa.
Upe guivénte che korasôme
opytaitéva ne ñe’êngue
mamo aimehápe romomorâva
ahayhuétegui nde rekove.
Entre pimpollos flor aromada
enterovégui ne porâve
alla en el cielo hay una estrella
nderesapéva ko’ê jave.
Quiero que sepas mi clavelina
este anhelo que llevo yo
antes que acabe de mí esta vida
quiero entregarte mi corazón.