Las armas fratricidas habían enmudecido, pero la intolerancia seguía cometiendo tropelías en voz alta. Estamos en 1948. La guerra civil -porque no era revolución-, había dejado apostados los centinelas del miedo y la barbarie en todo el país. MANUEL ACHÓN LÓPEZ -nacido el 6 de mayo de 1929 en Acahay, Dpto. de Paraguarí-, cumplía su servicio militar en ese tiempo candente de la historia paraguaya.
La Delegación de Gobierno de Paraguarí había sido su lugar de conscripción inicial. Como sabían que no era colorado, al inicio del trueno en el 47, le dieron un mes de permiso. Al cumplirse el plazo, volvió. "Nde rova’atâitépa ajeve reju jey (Sos caradura. Por eso volviste"), le vociferó uno de sus jefes, antes de comunicarle que se trasladaría a la no muy distante comunidad de Quiindy.
Con su guitarra y su canto, el soldado vestido de verde mate, pronto gana amigos. Su arte le abre las puertas de una joven de la sociedad local de la que enamora. Ella se llama Emiliana Articanaba, según recuerda el poeta en su casa de Acahay.
El tahachi -palabra que provendría de tahachea, voy a hachear, de connotación peyorativa-, en silencio todavía, se entrega a su ilusión. Y he aquí que aparece un segundo pretendiente, que, siendo conocido de él y aprovechando su acceso a la familia, lo escoge como kurupi, que, en este caso significa intermediario. De ese modo se convierte en el correo de los dos. Dado que la situación era inevitable, él urdió un plan para quedarse con la dama y desplazar al otro. Cuando él exteriorizó sus verdaderos sentimientos, sin embargo, la joven morena amada le dijo que no.
Herido y triste y derrotado, el 3 de abril de 1948, escribió su despedida. TAHACHI NDAHA’ÉI GENTE afirma el refranero popular que refleja un punto de vista acerca del agente policial. Y Manuel aplica el refrán a su caso real para expresar su grito de dolor, pero también de rebelión contra esa concepción generalizada acerca del conscripto de alcaldía. Por eso dice si che niko tahachi/ en el mundo desdichado/ y por todos despreciado.
No correspondido en su amor, con una música que él le había puesto, canta sus versos y Emiliana escucha la composición. El poeta-soldado no le dice que es para ella, pero sin duda debió percatarse de que su destinataria no podía ser otra.
Años después, Manuel viene a Asunción y forma parte del CONJUNTO LOS DE LA SELVA, de los hermanos Arroyo, con el arpa de Cristino Báez Monges. Hacía de presentador y de cómico. Un buen día, en la década del `50 ya, le encuentra a DIOSNEL CHASE en el cine España y le entrega su poema. El compositor acorta la poesía y le pone la música que hoy se conoce. Anexadas, van las dos versiones del poema.
En 1958, el DÚO QUINTANA-ESCALANTE graba la obra y se convierte en un éxito inmediato. En 1960, MANUEL ACHÓN LÓPEZ cobra 60.000 guaraníes por derechos autorales. Y de esa pequeña fortuna salía el dinero para que su hijo Miguel Angel Achón tuviese su primer kasômbuku.