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Joel Filártiga (+)

  JUICIO A LA HISTORIA de ARTURO PEREIRA - Ilustración de JOEL FILARTIGA


JUICIO A LA HISTORIA de ARTURO PEREIRA - Ilustración de JOEL FILARTIGA

JUICIO A LA HISTORIA de ARTURO PEREIRA 

Ilustración de JOEL FILARTIGA

 

 

CAPÍTULO X

DURO CASTIGO

Duro fue el castigo promovido por el Imperialismo, en plena expansión agresiva en la segunda mitad del siglo pasado, a las aspiraciones libertarias de la Nación Paraguaya, iniciada en 1811 y cerrada violentamente en 1870 como consecuencia de la más feroz y despiadada guerra desencadenada por el Imperialismo Inglés y sus cómplices oligarcas del Brasil, la Argentina y el Uruguay y sus socios nativos.

Guerra en la que fueron inmoladas física, espiritual y culturalmente las aspiraciones más caras de todo un pueblo. En 1870 en Cerro Corá se cierra violentamente un proceso y se inicia un comenzar de nuevo contradictorio y difícil, que aún no ha alcanzado el corolario esperado: una utopía real que es la recuperación de la Independencia Nacional.

Ese "monstruo de la guerra que devastó la patria, destruyendo hogares, quemando corazones, inmolando todo vestigio de vida, devoró también con su lengua de fuego insaciable toda una cultura que se estaba haciendo bajo el influjo de los más noble ideales". (Juan C. Moreno González).

La guerra de cinco años, 1865-1870, en el siglo pasado fue uno de los más grandes crímenes perpetrados por el imperialismo inglés en la latitud sur de América Latina. Genocidio inmenso, huérfano aún de la narrativa latinoamericana, con un doloroso epílogo de sólo doscientos mil almas sobrevivientes de esa hecatombe, ancianos, mujeres y niños famélicos con quienes se inicia la nueva historia y donde nuevamente se imponen con violencia, pautas, ideologías, pensamientos y "culturas" ajenas a la naturaleza histórica que el hombre paraguayo ha comenzado a vivir en un pasado inmediato.

"En 1870 comienza la historia sin pueblo, la historia falsa y convencional, desfigurada por los falsificadores, la historia escrita por los ideólogos del faccionalismo político, ingeniosa creación de los vencedores foráneos del Imperialismo extranjero". (Francisco Gaona).

A esa derrota física y política se agrega la desesperanza debida a la enajenación y entrega sistemática de las riquezas nacionales celosamente guardadas por Francia y una racional distribución iniciada por Don Carlos Antonio López, a la voracidad de empresas extranjeras, tales como la "Industrial Paraguaya", "Carlos Casado", "Mate Larangeira", "Pinasco", "Fasardi", "Barthe", etc.; la destrucción de la incipiente industria, liquidación de las estancias de la Patria y la castración de toda la cultura nacional que ha venido gestándose anteriormente; se vilipendia la memoria de los héroes libertadores y en las empresas nombradas más arriba se vuelve a repetir el método de los encomenderos: el sometimiento del hombre paraguayo, criollos e indígenas, a la más brutal y cruel explotación esclavista.

El mensú y el hachero fueron los prototipos de fuerza de trabajo que han producido las fabulosas riquezas de estas empresas extranjeras, empresas que sólo han proveído y promovido en nuestro país hambre, miseria, desesperación, desnudez e ignorancia que perduran hasta hoy. Pero ese "ser paraguayo" cuyas semillas fueron cultivadas por los libertadores continúan germinando, floreciendo en gritos silenciosos, pronunciados a veces "soto voice", soterrados, en la búsqueda de esa nueva forma del "Ñande Recó".

Ese eeey! grito que el campesino lanza en su soledad inmensa en ese espacio infinito que le rodea en la hora de ORACION, CUANDO TODO ES SILENCIO, es el clamor que viene de un pasado remoto y que se proyecta hacia un futuro de esperanza y que hoy ya es un rugido de clamores libertarios.

 

 

 

 

CAPÍTULO XI

LA PSICOLOGIA DEL HOMBRE PARAGUAYO EN LA INMEDIATA POSTGUERRA DEL 70

Sabido es que como secuela de la tragedia de Cerro Corá, un numeroso contingente de personas -hombres, mujeres y niños- deambulan sin rumbo fijo por todos los caminos de la patria en busca de una madre, de un hijo, de un hermano, o de un padre perdidos en esa trágica vorágine, o en busca de un lugar donde plantar de nuevo su hogar también perdido en esa guerra.

Este hecho ha promovido, en la inmediata postguerra y hasta muy después, el carácter nativo, profundamente solidario, afectivo, generoso y confiado. Esto se observa en el afecto con que era recibida en el hogar campesino la gente de paso a cuya libre disposición siempre se encontraba el cántaro nativo y el Hy-á; también el Kambuchi " la Patria", cántaro de agua cristalina ubicados en la vera de los caminos sobre un trípode rústico de árbol ahorquetado a libre disposición del "peregrino caminante"; aparece también en esa época el arpista solitario y el "arribeño".

La cultura se desarrolla alrededor del fogón familiar y las aisladas fiestas a donde se concurre a lomo de caballo o en jornadas de largas caminatas. Entre éstas también podemos anotar la "tarea", molienda de la caña dulce para la producción de miel de consumo familiar, una verdadera fiesta comunitaria desde el corte de la caña hasta el sorbo de la sabrosa melaza.

Junto al arpista solitario el más novedoso y esperado era el "arribeño", de aparición cíclica en las comunidades, juglar, portador de noticias, compuestero, caso mombe'uhá, portador también de la épica nativa, que con su infaltable guitarra pernocta en un "bolicho", una comunidad, o un apartado rancho campesino, relatando hechos heroicos o desengaños amorosos, o trifulcas de puñales y cuchillos, o noticias sobre caudillos o hechos que afectan a la comunidad. Uno de los últimos arribeños fue sin lugar a dudas Emiliano R. Fernández.

Estos elementos reveladores de ciertos aspectos de relacionamiento social, que "algunos estudiosos" denominan folklóricos y que algunas de sus formas pervivieron hasta hace muy poco, tienen sus raíces en ese reciente pasado solidario de la independencia, raíces que continúan fuertemente prendidas en el alma del pueblo.

 

 

CAPÍTULO XIII

LAS MUJERES Y LA SOCIEDAD (DESPUÉS DE LA GUERRA DEL 70)

 

A pesar de ese extraordinario sacrificio; a pesar de esa abnegación sin límites en el seguimiento de hijos, esposos, hermanos, padres, procurando alimentos, restañando heridas, alentando la lucha, cavando con sus enflaquecidas manos la ancha tumba que es la patria, llenando de cruces -signo de su tributo de sangre- la vera de ese largo viacrucis que se extendió desde el sur hasta el extremo Norte que se llamó "La Residenta", a la mujer paraguaya se le margina y se le niega toda intervención protagónica en los hechos sociales; no se estimula ni se respeta sus opiniones y se las somete a la más baja esclavitud hogareña con una función exclusivamente servilista. La expresión "che servihá" y aquella otra muy común entre los varones: "che cherógape la amandava" o "che rembirekó" (mi objeto de lujo) muy próximo a "che rembi porú" (mi objeto de uso) revelan con claridad meridiana la relación varón-mujer en la casa y en toda la organización social.

Lo paradójico es que esta relación familiar-social es aceptada y aún incentivada por las propias mujeres como un fenómeno natural: "péichante vaerá voí" (así tiene que ser las cosas) o "pea ndahaéi kuimbaé rembiapó" ( esa no es tarea de hombres). En esta actitud "cultural" de la mujer tiene mucho que ver la influencia religiosa. La función de la mujer es: cocinar, lavar las ropas, barrer, acarrear agua, coser, planchar, tener y cuidar los hijos e infinidades de tareas no reconocidas como laborables. Si hay hijos varones y mujeres, las mujeres asumen las mismas obligaciones servilistas para con los hermanos.

Fundamentalmente en el hogar campesino, el hijo varón es más privilegiado que la mujer. Las relaciones hogareñas y sociales son absolutamente machistas. Algunos hechos han incidido para la creación de estas situaciones. Hay un fenómeno poco conocido, que ha acentuado el carácter machista de la sociedad fundamentalmente rural y relegado a la mujer como un simple objeto de uso para la producción de críos. La población del Paraguay, después de la guerra del 70 ha quedado totalmente diezmada con la casi desaparición del sexo masculino. Entonces se ha producido un hecho que pudo haber sido provocado o espontáneo, que los varones jóvenes han sido estimulados (hace años en Tebycuary-mí un anciano amigo mío me dijo que eran contratados) a quedarse en una comunidad como reproductor (toro padre). Este anciano amigo mío tenía, según él, cuarenta hijos, "mal contados". Otro señor en Caraguatay tenía treinta hijos. En la localidad de Yegros (Costa Lima) un Señor tenía 32 hijos. No hace mucho falleció en Santa Rosa (Concepción) un señor que tenía treinta y cuatro hijos. Estos hijos eran de distintas mujeres. Se habla mucho que el General Caballero repartía hijos de aquí para allá. Estas afirmaciones, que están basadas en hechos históricos comprobados muy difíciles de refutar, se han producido no por un carácter propio del paraguayo, como siempre se ha pretendido. En 1902, Carlos Rey de Castro anota, tomando referencia de un estadígrafo: "En el año de 1872 el Paraguay tenía 231.000 habitantes. En 1899 que es el último censo, 583.852, excluyendo la Capital ... en 27 años se ha triplicado la población..." y continúa nombrando a otro publicista: "la obra de la crueldad de los hombres, los estragos espantosos de la guerra, los estaba recuperando el amor". Entonces las llamadas madres solteras tienen una larga tradición provocada inicialmente por necesidades de recuperación histórica.

Estos son en mi opinión algunos de los elementos que engloban esa superestructura llamada "cultura campesina" y que se proyecta fuertemente hacia el área urbana.

En el área urbana, concentrada casi exclusivamente en Asunción después de la guerra, el elemento "cultura" es absolutamente difuso, practicada sobre modelos exclusivamente europeos, como un instrumento de élite dominante que impone su dominación basado en este modelo, con la exclusión de todo lo que significa creatividad popular o nacional. Este modelo no solamente se ciñe a la ideología sino en copias de conducta, vestido, alimentos, edificios, etc. Lo único que identifica a lo general es la marginación de la mujer que en esta área o círculo es objeto de exhibición, profusas fotografías de niñas de la sociedad y repito, el total divorcio de lo popular.

 

Fuente:

JUICIO A LA HISTORIA

DISCURSOS Y OPINIONES SOBRE CULTURA NACIONAL

VIOLENCIAS – DESPOJOS – REPRESIONES

Ensayos de ARTURO PEREIRA

© JOEL FILÁRTIGA y ARTURO PEREIRA

Editora LITOCOLOR,

Asunción – Paraguay

1992 (142 páginas).

 

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