DEMETRIO ORTIZ -nacido el 22 de diciembre de 1916 en Piribebuy y fallecido en Buenos Aires el 18 de agosto de 1975- y el Conjunto de FÉLIX PÉREZ CARDOZO actuaban en el populoso barrio La Boca, de Buenos Aires. Los fervorosos aplausos eran el parámetro del éxito. Muchos paraguayos exiliados -por motivos económicos, políticos o sentimentales-, formaban parte del auditorio. El contacto con sus raíces a través de la música les llenaba de fervor.
Allí estaban también hijos de paraguayos ya nacidos en la Argentina y argentinos que amaban las polcas y guaranias. El público era numeroso y entusiasta.
A pesar de ese clima festivo, una joven parecía ajena a ese bullicio. "Había una muchacha frente al escenario que me llamó la atención por la actitud de indiferencia que adoptaba; mientras el resto del público pedía bis o bien solicitaban otras canciones, ella se veía tranquila, sin demostrar con gestos si le gustaba o no. Confieso que hasta me dio un poco de fastidio", cuenta DEMETRIO ORTIZ en el libro de sus memorias UN HOMBRE, UNA GUITARRA...
En la pausa del espectáculo, un amigo vino a presentarle a esa mujer de ojos hermosos que parecía no vivir las emociones que transmitían las composiciones. Ella era Élida Maidana. Se saludaron y compartieron algunas palabras. Con el tiempo, Demetrio se enteraría que ella estaba tiesa por la emoción que le había producido el ver por primera vez al gran FÉLIX PÉREZ CARDOZO y escuchar las canciones de su añorada y lejana tierra.
Pasó el tiempo y el azar hizo que volvieran a encontrarse Demetrio y Élida. Ahondando ya en la amistad, él le contó sus desencantos amorosos en el vaivén de su vida de artista. Ella le alentaba y le daba fuerzas. De a poco, el músico y compositor iba recuperando la esperanza que se le había marchitado por los golpes que su corazón sensible había recibido.
"La apreciaba tanto que llegué a enamorarme de ella y un día tuve que declararme pidiéndole que me aceptara pues en ella había encontrado todas las cualidades de acuerdo a mis sentimientos y se había convertido en la esperanza de una nueva etapa de mi vida", confiesa DEMETRIO ORTIZ.
Un día -en la década del 50- estando en Córdoba para cumplir unos contratos con un trío, se acordó de la proximidad del cumpleaños de su amada que había quedado en Buenos Aires. Sin muchas vueltas compuso ESPERANZA MÍA a la que entonces era su novia y luego sería su esposa. La grabó y le envió como regalo de cumpleaños junto a una carta. Aquella canción quedó para testimoniar el amor que había nacido como sin querer y fue creciendo casi en silencio.