Portal Guaraní - EL OJO SALVAJE, 2008 - MES DE LA FOTOGRAFÍA EN PARAGUAY

Entre las tantas consecuencias que tuvo para nuestra cultura la herencia del encierro, la prolongada dictadura y la posteriormente confusa transición a la democracia, se encuentran la falta de visibilidad, el aislamiento, la lenta madurez y la relativa escasez de las prácticas simbólicas y artísticas en Paraguay.

Una de las principales afectadas en esta historia ha sido la fotografía, y más precisamente, la fotografía de autor. De hecho, hasta no hace demasiado tiempo atrás, el concepto de autoría en fotografía era prácticamente irrelevante o al menos extraño, pues hasta los propios fotógrafos se consideraban a sí mismos como simples operadores de una técnica, en algunos casos como artesanos de un oficio –paradójicamente frente a uno de los más importantes hallazgos tecnológicos de los tiempos modernos-, o que la fotografía no estaba capacitada para decir más de lo que mostraba, y que la única función del fotógrafo era la de oficiar como una especie de “médium” entre la realidad y el espectador mediato. Cualquier relación entre artista y fotógrafo era pura coincidencia. A veces, incluso una indeseable coincidencia.

Muchas de estas cuestiones tuvieron su razón de ser, en primer lugar, porque la noción de autor implicaba la aceptación general de un “individuo creador de sentido”, alguien que valiéndose de un determinado lenguaje, pudiera realizar un análisis o una construcción crítica de la realidad. En segundo término, porque una fotografía también tiene esa inusual capacidad de convertirse en huella del acontecimiento, en vestigio de lo real (1). En consecuencia, la combinación de estos dos elementos constituía un peligroso instrumento de reflexión y, por lo tanto, acérrimo enemigo de cualquier proyecto totalitario o que no contemplara en su seno la diferencia, pero sobre todo en aquellos –como en nuestro caso– donde la mediocridad y la ignorancia se habían evidenciado desde el inicio como sus principales aliados.

En ese contexto poco propicio para las prácticas estéticas más reflexivas, entre fines de los setenta y mediados de los noventa fue consolidándose a duras penas una escena –a veces dispersa– de la fotografía documental de autor (2) en Paraguay, al margen de la cultura oficial e incluso de las élites culturales (3).

Por lo tanto, el desarrollo de la fotografía –descontando obviamente su uso comercial y aficionado– quedó prácticamente relegado al ámbito del fotoperiodismo, desde donde un puñado de documentalistas impulsó, casi por cuenta propia, una mirada más reflexiva y crítica de la realidad paraguaya. Esto al menos fue así hasta mediados de la década del noventa, cuando algunos jóvenes provenientes principalmente de las artes plásticas también encontraron en este lenguaje un amplio potencial expresivo.

Estos antecedentes, sumados a la consolidación definitiva de la fotografía en los circuitos del arte contemporáneo y la democratización que vendría de la mano con la tecnología digital, sirvieron para que finalmente la fotografía en Paraguay alcanzara, recién a principios del presente siglo, el lugar y la difusión que se merecía (4).
Ahora vamos a lo que nos compete. El Ojo Salvaje, tiene su origen en los talleres de ensayo fotográfico –y las posteriores exposiciones de los trabajos– coordinados por Jorge Sáenz desde el año 2003 (5). Lo interesante de este proyecto, es que desde el principio aglutinó a personas con diversos intereses en la fotografía –desde fotógrafos profesionales, artistas plásticos, hasta aficionados– lo que proveyó al taller de una rica base de prácticas y discusiones en torno al medio.

En el año 2007, las habituales exposiciones de los ensayos tuvieron un súbito cambio de escala, al ampliar la participación a otros fotógrafos invitados de Paraguay y Argentina que no habían participado previamente del taller. La exposición se llamó Click, Fotografía de autor en Paraguay, y tuvo lugar en el Centro Cultural de la Ciudad Manzana de la Rivera, ocupando varias salas simultáneamente y ofreciendo actividades paralelas como charlas y proyecciones de trabajos concebidos para ser exhibidos en ese formato.

La experiencia resultó tan estimulante que seguidamente se pensó, no sólo en darle continuidad a este tipo de evento, sino además en arriesgarse a proponer un proyecto mucho más ambicioso: un “mes de la fotografía”.

Para que este sueño pudiera hacerse realidad, durante varios meses recorrimos embajadas y centros culturales solicitando colaboraciones y auspicios, sobre todo para posibilitar la venida de autores y exposiciones de otros países. Felizmente encontramos un eco favorable en las embajadas de Francia, Alemania, Argentina y Brasil, además de los centros culturales Juan de Salazar (España), Centro Cultural de la República El Cabildo, Instituto Cultural Paraguayo-Alemán, Centro Cultural Paraguayo-Americano, CAV/Museo del Barro, Fundación Migliorisi, la galería Larissa Jiménez y de nuevo, el Centro Cultural de la Ciudad Manzana de la Rivera. Sin la ayuda de estas embajadas, centros y espacios culturales, hubiese sido impensable la experiencia del primer Mes de la fotografía en Paraguay. Así como también hubiese sido impensable realizar las dos ambiciosas publicaciones que lanzamos con este evento sin la valiosa participación del FONDEC, cuyos directivos vieron en el proyecto editorial de El Ojo Salvaje la posibilidad de documentar y difundir los resultados de los trabajos y las exposiciones que durante un mes harán de Asunción un centro de la fotografía contemporánea.

En tal sentido, el presente catálogo –que pretende ser el “número cero” de una futura revista de fotografía– y el libro Asunción, documentos recientes, demuestran que a casi 170 años de su aparición, la fotografía se ha establecido –pese a quien pese– como uno de los lenguajes más potentes a la hora de reflexionar sobre el mundo y los acontecimientos que lo configuran. Para culminar, quisiera agregar que El Ojo Salvaje, Mes de la Fotografía en Paraguay recientemente fue invitado a participar en el primer Encuentro de Festivales Latinoamericanos de Fotografía (6), con la participación de directores de más de quince festivales de toda Latinoamérica, y donde se ha resuelto, entre otras cosas: crear una red de festivales a lo largo de todo el continente, establecer sistemas de colaboración entre festivales y encontrarse todos los años para discutir sobre cuestiones en torno al estado y difusión de la fotografía en Latinoamérica.

La participación de Paraguay en este tipo de encuentros fortalecerá no sólo la difusión internacional de nuestra fotografía de autor, sino también posibilitará la ampliación de la participación de autores extranjeros en las actividades relacionadas a la fotografía que tenemos planeado organizar en los próximos años.

A todos los que nos han dado una mano para realizar este evento sin precedentes, así como también a aquellas personas e instituciones que han depositado su confianza en nosotros, les estamos profundamente agradecidos.

1 No obstante, una fotografía nunca es la copia fiel de los hechos -como a veces nos quieren hacer creer-, así como una huella en la selva solo nos da una idea aproximada del animal o el vestigio de un templo sólo permite conjeturar acerca de la civilización que lo edificó.

2 Tomo la distinción que hace Ataúlfo Pérez Aznar entre “fotografía de autor” y “fotografía documental de autor”, porque la primera definición englobaría también aquellas prácticas fotográficas no estrictamente documentales, como la utilización por parte del llamado arte contemporáneo, que en Paraguay aparecería recién entre mediados y fines de los noventa.

3 Cabe destacar en los años ochenta los esfuerzos realizados por Jesús Ruiz Nestosa para construir una escuela o al menos una escena, de donde posteriormente saldrían algunos de los principales referentes de la fotografía documental actual, o la Galería Fotosíntesis de Fernando Allen, la única galería hasta la fecha dedicada enteramente a la promoción de la fotografía de autor. También es importante señalar, incluso como un antecedente lejano de El Ojo Salvaje, al efímero colectivo Fotografía Asunción (coordinado por Gabriela Zucolillo, Javier Rodríguez Alcalá, Jesús Ruiz Nestosa, entre otros), que en la segunda mitad de los noventa organizara dos relevantes muestras de fotografía, la primera de ellas dedicada a las “nuevas miradas” y la segunda a los veteranos de la fotografía documental.

4 Como ejemplos podemos citar el III Salón de Arte Joven La Nación (2000), la muestra “Al Sur del Lugar” (PhotoEspaña 2000) comisariada por Ticio Escobar, las representaciones paraguayas en la Bienal de São Paulo (2002-2004) y la representación paraguaya para la IV Bienal del MERCOSUR (2003), comisariada por Javier Rodríguez Alcalá. En el ámbito editorial podemos mencionar a Ediciones Fotosíntesis que ha publicado varios libros de fotografías, principalmente del fotógrafo Fernando Allen, y la revista WILD, que desde el año 2003 hasta la fecha ha publicado más de medio centenar de ensayos fotográficos de autores nacionales y extranjeros.

5 Estos mismos talleres él los venía impartiendo en Argentina desde el año 2000.

6 El encuentro tuvo lugar del 16 al 17 de agosto de 2008, a iniciativa de los Encuentros Abiertos, El Festival de la Luz en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

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