VIDA Y PASIÓN DE UNA JUSTICIA BAJO AMENAZA

Por BERNARDO NERI FARINA

nerifarina@gmail.com

La Justicia Electoral es el último bastión de credibilidad institucional restante. Casi no hay cuestionamientos mayores en las elecciones por ella organizadas. Pero desde sus inicios, en 1995, sufrió el acoso de quienes no quieren ni padrón limpio ni comicios transparentes. Ese acoso, al parecer, no cesa.

Una tarea importante en los primeros años de la transición fue organizar una Justicia Electoral eficiente. Hasta entonces, para las “elecciones” regía la Junta Electoral Central, prácticamente una dependencia más de la ANR.

La ley 635 de 1995 reglamentó la Justicia Electoral contemplada en la Sección V de la Constitución Nacional. Lo primero fue elaborar un padrón real, confiable, que hiciera respetar al voto popular. La inscripción de los electores en todo el país fue un trabajo ciclópeo que se inició sin los recursos económicos necesarios.

Hubo momentos heroicos y hasta peligrosos por los que pasaron quienes se propusieron brindarle al Paraguay una Justicia Electoral moderna, debido a sectores que se oponían terminantemente a su estructuración y a la elaboración de un padrón genuino. Incluso llegó a haber insinuaciones de violencia y situaciones que pusieron en riesgo a nuestra incipiente transición.

Por ejemplo, el Ministerio de Hacienda no proveyó de fondos a la Justicia Electoral para la inscripción ciudadana con miras al nuevo padrón, en un abierto boicot que buscaba impedir su funcionamiento.

Cuenta la historia que un amigo de don Rigoberto Zarza prestó 9 millones de guaraníes contra un pagaré firmado por los ministros y funcionarios de la Justicia, y con eso se inició, el 2 de marzo de 1996, el histórico empadronamiento en todo el país. Solo un mes después Hacienda liberó los fondos, cuando ya había un millón de inscriptos.

La Justicia Electoral comenzó a funcionar. Controló el Departamento de Identificaciones de la Policía y anuló una franja de 400 mil cédulas saltadas. Pronto instaló un servidor para el Departamento de Informática.

La irrupción del nuevo organismo hizo que la tensión subiera, pues fracciones duras de la ANR pregonaban que la Justicia Electoral estaba preparando la caída del coloradismo. Entonces corrió el rumor: hordas violentas irían a atracar la sede con el fin de destruir los equipos informáticos. Deseaban impedir un padrón depurado que posibilitaría revelar secretos bien guardados.

Ante esto, se alambró el local, se colocaron bolsas de arena y a los pocos guardias se les compró escopetas para defender la sede. El atraco, finalmente, no ocurrió, tal vez por el apoyo explícito que la OEA le brindó desde el principio a la Justicia Electoral.

Las elecciones municipales de 1996 vieron el estreno del padrón, considerado por organismos internacionales el más puro de Latinoamérica. Aquellos comicios vieron una participación inédita: el 92% de los empadronados.

Esta historia verídica, de la que se saltaron detalles por falta de espacio, expone que la Justicia Electoral nació bajo amenazas y, por lo visto, hoy constituye una amenaza para algún sector que desea acabar con el último bastión de institucionalidad que nos queda.

Fuente: ABC Color (Online)

www.abc.com.py

Sección: OPINIÓN

Domingo, 02 de Octubre de 2022

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