EL PACTO DE SAN JOSÉ DE FLORES
Por JUAN BAUTISTA RIVAROLA PAOLI
LA SITUACIÓN EN EL RÍO DE LA PLATA LA BATALLA DE CASEROS. EL FIN DE JUAN MANUEL DE ROSAS.
Al iniciar el movimiento revolucionario, que conducirá a la organización nacional, el gobernador de Entre Ríos justo J. de Urquiza: carecía para consumarlo, entre otros elementos, de una escuadra destinada a la defensa del cruce de los ríos. Esta falta lo conduce a solicitar la cooperación bélica del Brasil. Así lo declara abiertamente en carta de 20 de mayo de 1851 al plenipotenciario del imperio en Montevideo Rodrigo de Souza da Silva Pontes: "Si el Brasil que tiene tan justos motivos para hacer la guerra a Rosas me custodia Paraná y el Uruguay, yo le prometo por mi honor derribar a ese monstruo político enemigo del Brasil y de toda nacionalidad organizada" En la situación institucional de un estado confederado, era facultativo de sus miembros el contraer alianzas.
El 4 de febrero justo J. de Urquiza se aposenta en la antigua zona de Rosas en Palermo de San Benito. El mismo día dirige al pueblo de Buenos Aires una proclama, que circula en hoja suelta salida de la imprenta de Arzac. Anuncia el olvido de los agravios y la fusión de los partidos y el imperativo de lograr unidos la organización de la República. La puesta en práctica de tales propósitos aparece en el nombramiento de gobernador interino de la provincia de Buenos Aires recaído en el doctor Vicente López, quien fuera funcionario de la dictadura.
La pompa y alegría que el pueblo porteño manifestó ese día, para rendir a sus libertadores el homenaje de su gratitud, es indescriptible. Ningún general en la prolongada guerra de la independencia, mereció una ovación más popular y grandiosa que el general Urquiza y el Ejército Libertador, expreso un contemporáneo. "El diecinueve el general Urquiza hizo su entrada triunfal a la cabeza de todas su, tropas, veintiocho mil hombres, de los cuales quince mil de caballería".
LA BATALLA DE CEPEDA
El 23 de octubre de 1859, tuvo lugar la batalla de Cepeda. El general victorioso fue Urquiza. Mitre, jefe del ejército vencido, se retiró hacia Nicolás de los Arroyos, en cuyo puerto se embarcó, dejando en poder de los vencedores el material pesado, que había en dicho pueblo.
Al seguir la marcha para Buenos Aires, el general Urquiza se dirigió al pueblo de esa provincia con una proclama. Llegaron las fuerzas nacionales que comandaba hasta San José de Flores, entonces en los suburbios de Buenos Aires para no penetrar a sangre y fuego en la misma ciudad, con un ejército de diez y seis mil hombres. El ejército no quiso incendiar la ciudad, donde vivían, mujeres, ancianos y niños.
El presidente Urquiza dispuso inmediatamente la retirada del ejército. La caballería por tierra y la infantería embarcándose en el puerto de Tigre, a donde él se dirigió. Todas las caballadas de reserva, más de diez mil, fueron cedidas al gobierno de la provincia. Percibió Urquiza el pago de la caballada?
A la par que el organizador de la República Argentina era unánimemente aplaudido, sin embargo, ya no era el general Urquiza, sino el general Mitre quien mereció los elogios. No paso así, mucho tiempo, sin que Urquiza volviera a ser el usurpador, el caudillo. Todos los que aspiraban a elevarse, creían que no lograría su objeto, si antes no trataban de achicar, de deprimir, la gran figura del libertador, expresa Victorica.
EL PACTO DE SAN JOSÉ DE FLORES. INTERVENCIÓN DEL GENERAL FRANCISCO S. LÓPEZ
En ese ínterin, el 6 de octubre de 1859, llego al Paraná, en el Tacuari, buque de la armada paraguaya, el ministro de Guerra y Marina del Paraguay, el general Francisco Solano López, con el objeto de ofrecer su mediación, para evitar la guerra con Buenos Aires. Señala Julio Victorica, en su libro Urquiza y Mitre que:
"En la ciudad de Buenos Aires ocurrió entonces algo muy curioso. Tanto en los partes oficiales, como en sus proclamas, el general Mitre describía con todos los detalles la victoria que había obtenido en Cepeda. Sus fuerzas habían hecho prodigios, venciendo la derecha, la izquierda y el centro del ejército de la República. Una parte de la opinión así mistificada, debido también a que la prensa pregonada a todos vientos la victoria, resistía al principio, las tentativas de arreglo, pero la verdad no tardó en abrirse paso y se iniciaron con decisión las negociaciones de paz, auspiciadas por el general López, ministro paraguayo mediador. Se allanaron todos los inconvenientes para la unión, y ésta se firmó en San José de Flores el 10 de noviembre de 1859, siendo ratificada por ambas parte el día 11."
Por el "Convenio de Unión" firmado por las partes intervinientes, se declara parte integrante de la Confederación Argentina y verificará su incorporación por la aceptación y jura solemne de la Constitución Nacional, bajo la garantía del Paraguay.
El Presidente de la Confederación Argentina suscribió un manifiesto el 11-XI, expresando:
“Antes de concluir debo recomendar nuevamente a las más elevada estimación los esfuerzos por la paz del ilustre mediador del Paraguay. A él se debe, en gran parte, tan fausto resultado. Ninguna demostración de gratitud será demasiado para honrar su amistad. La República Argentina le debe una muestra de aprecio; la ciudad de Buenos Aires le debe una palma". Por su parte, el Ministro y Plenipotenciario doctor Carlos Tejedor, en nombre de la Provincia- Estado de BUENOS AIRES, escribió al Brigadier Solano López el 13 del mismo mes: "... La acción diplomática del Paraguay, ACERCANDO los miembros de una misma familia y allanando las dificultades que hasta, hoy habían parecido INSUPERABLES, ha contribuido poderosamente a la resolución, por la paz, de las cuestiones que JAMAS habrían podido ser resueltas honorablemente para TODOS por el empleo de las armas". Todavía más, el General Urquiza obsequió al Brigadier Francisco Solano López una espada, que acompañó con carta del 27-XII en que decía: "... Quiero tributar a V.E. un testimonio del aprecio que hago de sus virtudes, y no he encontrado un objeto qué pueda recordarlo mejor que la espada que ceñí en CEPEDA. Le presento a V.E. eso modesta ofrenda de amistad. Dígnese V.E. aceptarla. Siempre me será agradable la ocasión de PROBAR al gobierno del Paraguay y a V.E. Mi AMISTAD Y GRATITUD".

LA POLÍTICA INTERVENCIONISTA DEL BRASIL
Bajo la bandera "imperialista" de la reconstrucción del Río de la Plata, propugnaron Argentina y Brasil la organización de una nueva y grande República, que comprendería entre sus límites el Paraguay, Uruguay y a las provincias brasileñas de Mato-Groso, Corumbá y Rio Grande do Sul.
Este sueño de desmembrar las nacionalidades vecinas, es el leiv motiv de la política portuguesa durante un periodo de siglos, como lo fue de Buenos Buenos Aires, que provocó una constante hostilidad hacia el Paraguay.
Es la sucesión forzosa de los antagonismos y prejuicios de Portugal contra España. De la colonia pasaron a los nuevos estados independientes. Aunque el "restaurador de las leyes", (Rosas) tenía propósitos de anexar al Paraguay, la política interna de su mando, no le permitía hacer frente sino a continuos conflictos internos de caudillos regionales que lo hostigaban permanentemente. Carecía de ambiente, de voluntad y de recursos militares para lanzarse a la conquista de otras nacionalidades.
En 1875 reapareció, en efecto, contra la República y en forma significativa, el leit motiv internacional. El vizconde de Rio Branco (José María da Silva Paranhos) tradujo al portugués y anotó la obra publicada en Alemania por Schneider sobre la guerra del Paraguay.
"El proyecto favorito de Rozas dice Schneider- y que aún hoy alientan todos los políticos argentinos- era absorber el Estado Oriental del Uruguay y la República del Paraguay, reconstruyendo el antiguo virreinato español del Río de la Plata. La política internacional del Brasil, creada por el partido conservador y principalmente por el ilustre ministro Paulino de Souza, vizconde del Uruguay, consistía entonces, como aún hoy, en mantener la independencia de ambos Estados, amenazada por la ambición argentina".
No obstante la autoridad del informe, la historia del Brasil nos dice que Paulino José Soarez de Souza, más tarde vizconde do Uruguay (1854), adoptó una política preexistente desde el período colonial respecto del Río de la Plata. La influencia notable de Paulino en la cancillería del Brasil se sintió en su segundo ministerio de relaciones exteriores de 1843 a 1853 y trató de la tendencia intervencionista en el Plata. Pero esta política era anterior a la batalla de Ituzaingó, que no fue sino su consecuencia inmediata y desgraciada para el Imperio. Apenas dos años después de suscrito el tratado de 1828, el Brasil tornaba a agitar sus anhelos de descomposición en el Río de la Plata con esta fórmula precisa: anexión del Estado Oriental y debilitamiento de la República Argentina. He aquí la prueba diplomática e histórica.
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LOS ALIADOS (GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA)
Por JUAN BAUTISTA RIVAROLA PAOLI
Colección 150 AÑOS DE LA GUERRA GRANDE - N° 02
© El Lector (de esta edición)
Asunción – Paraguay
Setiembre, 2013 (104 páginas)