TRES DESEOS DE NAVIDAD
Domingo, 1º de enero de 2012
Tiempo propicio para agradecer y pedir, la Navidad nos reúne a creyentes, no creyentes e indiferentes en un mismo espíritu, en el que por lo menos nos damos la oportunidad de reflexionar sobre muchas cosas, desde la marcha de nuestra vida personal hasta llegar a las grandes aspiraciones colectivas que tiene cualquier sociedad que anhela vivir días mejores. Con esa idea en mente, escribimos estos tres deseos de un 25 de diciembre:
1- Aceptación: muchas veces somos soberbios en nuestra miseria, creyendo y transmitiendo erróneamente conceptos en los que pretendemos sobrevalorarnos artificialmente como sociedad. Instalamos ideas autoritarias y xenófobas con la excusa del patriotismo y, sin embargo, no hacemos patria ayudando a mejorar la calidad de vida de nuestros compatriotas menos favorecidos. Quizá debiéramos aceptarnos más como lo que somos: una nación tratando de salir de una pobreza estructural espantosa en la que solamente con verdadera justicia social se podrá comenzar a revertir una dura realidad de violencia e inseguridad.
2- Tolerancia e inclusión: son valores que todavía necesitamos reforzar como conceptos fundamentales para mejorar nuestra convivencia social. La semilla del odio y el resentimiento siguen anidándose en nuestros espíritus profundamente y afloran ante cualquier atisbo de conflicto. No hay un país posible ni una sociedad viable cimentada sobre las ansias de venganza, de aniquilación del que no piensa como yo o de desconocimiento de las minorías. Hay momentos en los que todo parece enfrentarnos, desde el fanatismo religioso hasta el político o incluso el deportivo. Ninguno de esos caminos nos conducirá a un mejor modelo de convivencia. Los paraguayos hemos demostrado sobradamente que podemos ser solidarios y pelear por causas comunes.
3- Renunciamiento: una de las cosas que más nos estanca en nuestra vida colectiva es la permanente confrontación que establecemos entre nuestros privilegios particulares o sectoriales y el bien común. Y si bien es natural que cada uno defienda lo suyo, no hay manera de construir nada si todos no cedemos una pequeñísima porción de nuestras ventajas. Ocurre con el IRP, con la construcción de obras de infraestructura que ya no pueden seguir esperando la lenta reacción de la burocracia e incluso con las reformas políticas que con tanta elocuencia solicita la gente. En cualquiera de los casos si los sectores afectados no están dispuestos a ceder parte de sus privilegios, nunca será posible conseguir un avance sostenido. Cuando prima el egoísmo sobre las grandes necesidades o requerimientos colectivos hay una señal clara de que no nos estamos guiando con justicia y equidad.
Puede que algunos consideren que la formulación de estos simples deseos constituye una utopía y no pasa de un mero ejercicio retórico. Sin embargo, en el mundo y en la historia hay decenas de sociedades que han caminado por senderos parecidos y han logrado modificar positivamente sus respectivas realidades. El Paraguay tiene más condiciones a favor que en contra para mejorar. ¿Por qué no desearlo fervientemente en plena Navidad?
25 de Diciembre de 2011
LOS -GUAY DEL MERCOSUR
Catorce asesinatos en los primeros seis días del año. La oposición y los medios exigen al gobierno el cambio de Ministro del Interior. Los fiscales y jueces hablan de la creciente inseguridad como resultado del malestar social y del avance de la pasta base de cocaína. Se estudia tipificar la tenencia ilegal de armas como delito grave.
La sequía acecha y amenaza un año durísimo para la producción agrícola. Hay temor por la reaparición de la aftosa en la región. El dólar baja más que en todo el año pasado y la Argentina impone nuevas medidas proteccionistas que afectan a las exportaciones de productos alimenticios a dicho país.
Funcionarios públicos, principalmente de la banca estatal y de la policía, amenazan con paros y movilizaciones para obtener respuestas del gobierno a sus peticiones, fundamentalmente relacionadas al aumento de sus ingresos en materia de sueldos y otros beneficios. De todos modos, la temporada explota y el retorno a la capital luego de cada fin de semana se hace caótico en las principales rutas y avenidas. No alcanzan los operativos de la Policía Caminera ni las sanciones a los infractores.
En lo económico, gran esperanza es que el mercado brasileño siga creciendo en consumo y que no imponga medidas tan proteccionistas como la Argentina. Casi una utopía. Entre tanto, se buscan mercados alternativos y se considera que el ingreso de Venezuela al Mercosur puede ser una de esas alternativas, pero con fuerte oposición y escándalo de los sectores más conservadores de la clase política.
Incendios en parques y vertederos se suman a la ola de calor que promedia los 40 grados. En la capital, la basura llega al cuello de los habitantes. Las multas por infracciones de tránsito aumentarían hasta el 300 %, pero los accidentes no disminuyen. Entre tanto, el principal diario del país editorializa: Cárceles, un drama sin solución, fustigando a la alianza gubernamental por no haber cumplido sus promesas de campaña.
En fútbol, los dos equipos más populares del país anuncian más contrataciones millonarias que aquellas que finalmente son capaces de concretar, y los dirigentes discuten agriamente las distribuciones de ingresos por derechos de televisación.
De a poco se va terminando la euforia de la llegada del Año Nuevo y hay que comenzar a trabajar fuerte para un año que no se presenta difícil. La resaca de los festejos va pasando. El recambio de las vacaciones ya está en pleno curso y en un par de semanas más ya estaremos de lleno encarando el segundo mes del 2012.
Todo lo dicho anteriormente puede aplicarse a nuestro país, pero en realidad fue escrito tras quince días de descanso en el Uruguay, un país con el que compartimos no solamente el mismo sonido final de nuestros nombres, sino que un destino histórico común en el que debemos intentar sobrevivir en medio de nuestros propios dramas, a los que suman aquellos que nos aportan de los dos grandotes de la vecindad.
15 de Enero de 2012
EL ORO Y EL MORO
En los EE. UU., mientras los republicanos se matan en su largo camino a la convención que designará candidato a la presidencia para las elecciones de este año, Barack Obama espera tranquilo. A pesar de la enorme desilusión que generó su gestión, que muchos esperaban como un milagro que lógicamente terminó no ocurriendo, el primer presidente afroamericano de los EE. UU. tiene casi el 50 % de aprobación del electorado. La esperanza, por lo visto, perdura y prevalece.
En Brasil y Argentina, a la Rouseff y a la Fernández también los especialistas les presagiaban gestiones magras y resultados electorales cercanos al fracaso. Ni lo uno ni lo otro: la gente no solo las sigue apoyando, sino que avala la gestión de cada una de ellas con un respaldo popular sin precedentes. Nada tienen que envidiar a la popularidad que ostentaban sus antecesores varones y, en el caso de la Kirchner, ya ha superado lo conseguido en ese sentido por su difunto marido.
En Chile, Piñera trata de comenzar un año más tranquilo que el anterior, sobre todo en materia de relacionamiento con los combativos estudiantes secundarios y universitarios de ese país, aunque el ministerio del ramo haya comenzado el año con la propuesta de eliminar nada menos que la expresión dictadura militar para reemplazarla por régimen militar en los nuevos planes de estudio.
En Uruguay, Mujica ya no parece tan mimado como al principio por los sectores conservadores de dicho país, que ven con temor los gestos lógicamente progresistas de un hombre formado políticamente en la guerrilla de los años 70. La luna de miel se acabó y ahora hay que discutir desde posiciones claramente opuestas la construcción de una sociedad más igualitaria. Todo un dilema para un país que fue blanco o colorado durante casi toda su historia.
Entre tanto, Ahmadinejad recorre el vecindario del Tío Sam generando lo que ya muchos llaman “la guerrita fría”. Bolívar y Khomeini se encuentran, y Fidel propone que un robot haría mejor papel como presidente de los EE. UU. que cualquiera de los candidatos actuales.
Europa exhibe al mundo el culebrón asombroso de su economía descarrilada, un barco a la deriva casi tan grande como el Costa Concordia, que sucumbió en la Toscana ante el terror de casi cinco mil pasajeros y la impericia increíble de sus tripulantes (¿Una triste metáfora de la Eurozona?). Mientras tanto, las calificadoras de riesgo, antiguamente tan implacables con Latinoamérica, ahora rebajan las notas de países como Francia y Alemania, ¡nada menos!
Y aquí en Paraguay, en medio de la aftosa y la sequía, la única idea que prevalece es la del juicio político al presidente de la República. Una especie de espada de Damocles permanente que, de tan esgrimida, ya parece una broma. Conste que todavía falta un año para que estemos a punto de caramelo, ese momento en el que todos prometerán el oro y el moro para convencernos de lo imposible.
22 de Enero de 2012
SOCIEDAD ADICTA
“El problema no está en la sustancia, sino dentro de cada uno”, expresan como premisa la mayoría de los programas de recuperación de adicciones. Por eso, la discusión acerca del avance del crack entre los jóvenes paraguayos, o los debates sobre la despenalización, resulta irrelevante cuando el grave problema de la enfermedad adictiva ya se ha instalado en el seno de una familia.
Definida como una enfermedad física, mental y espiritual, la adicción no discrimina el tipo de sustancia consumida ni la condición particular de cada persona. Una vez que comienza a modificar drásticamente las conductas del consumidor hasta generar hábitos compulsivos, la situación se convierte, más temprano o más tarde, en un verdadero problema de salud pública, con derivaciones evidentes en ámbitos como la seguridad ciudadana, la convivencia familiar e incluso poniendo en peligro los rasgos más elementales de la convivencia social.
Por eso, las conclusiones de un nuevo estudio del Observatorio Nacional de Drogas, publicadas parcialmente por este diario el domingo pasado, no nos sorprenden pero tampoco logran aclararnos cuáles serán los pasos posteriores. El diagnóstico es siempre contundente: alto consumo de alcohol entre los jóvenes como puerta de entrada posterior a todo tipo de sustancias, elevada precocidad (con casos comprobados de niños adictos menores de 10 años) y sostenido crecimiento de la oferta y la demanda.
Tampoco han variado mucho los motivos por los cuales nuestros jóvenes y no tan jóvenes adquieren conductas de consumo compulsivo: por curiosidad, para olvidar los problemas, para compartir con amigos, y otras explicaciones similares aparecen como justificación inicial de lo que más tarde podría derivar en adicción.
Lo que no aparece en ningún estudio es qué vamos a hacer con el problema. ¿Seguir quejándonos amargamente? ¿Utilizar el drama como fuente inagotable de sensacionalismo informativo? ¿O realmente estamos dispuestos a tomar el toro por las astas? Si nuestra respuesta o intención fuera responder a la última pregunta, no hay otro camino más que el de una fuerte inversión en salud pública, habilitando no menos de una veintena de centros de rehabilitación en todo el país. Lugares a los que los niños y jóvenes adictos puedan ser derivados antes de convertirse en delincuentes, iniciando un proceso de rehabilitación, que nunca es inmediato y que, en verdad, debiera replantearles totalmente su forma de vida. Sitios dirigidos por especialistas en colaboración directa con adictos recuperados, tal como se hace en los países más avanzados en el tema, intentando conjuntamente la recuperación de quienes ya han perdido todo, incluso la voluntad de vivir.
Si así no se hiciera, seguiremos en la misma: unas treinta camas disponibles por un par de semanas en el Centro de Prevención de Adicciones para más de cincuenta mil adictos y la vana ilusión de que la mano dura u otra tontería similar podrá solucionar un problema que está conectado directamente con la descomposición sistemática de nuestros valores morales y la inequidad cada vez más acentuada de nuestra sociedad.
29 de Enero de 2012
