RAQUEL ROJAS
María Raquel Rojas Rodríguez nació un 15 de noviembre, a mediados de la década del 50, en Asunción. El general Alfredo Stroessner acababa de hacerse dueño de la situación del país, pero pocos podían imaginar siquiera que con el tiempo impondría una férrea dictadura, que se mostraría implacable con sus adversarios, ya sean demócratas o de izquierda. Él crearía el lema: “El que se opone es comunista”.
Su padre fue Julio José Rojas y su madre Doña Tita Rodríguez. Más que nada ellos fueron responsables de la sólida formación que Raquel vendría a adquirir con el tiempo, pues posibilitaron que sus estudios primarios y secundarios realizase en una de las instituciones tradicionales de mayor renombre en el Paraguay, “Las Teresas”, atendida por las “teresianas”, monjas antes que todo rigurosas.
Raquel llegó a su adolescencia en plena dictadura. Así, siendo estudiante de “Las Teresas” supo que fueron estudiantes de la secundaria, de su edad y un poco mayores, los que iniciaron las vigorosas jornadas de protesta que se desarrollaron a partir de junio de 1969, después de la visita de Nelson Rockefeller al Paraguay, figura estadounidense que los jóvenes paraguayos relacionaron con los tristes sucesos que envolvieron la Guerra del Chaco o “Guerra del Petróleo”, entre 1932 y 1935.
Supo que las fuerzas policiales reprimieron con violencia y que jóvenes estudiantes secundarios como ella, como Juan Carlos Herken e Ignacio Iramain, fueron a parar en los calabozos de la dictadura. Supo, también, que las protestas prosiguieron, así como que a ellas se vincularon de manera directa personas muy respetables, que sobre todo se respetaban a sí mismas y no estaban dispuestas a dejarse pisotear. Esa jornada la marcó de manera muy especial, por lo que tempranamente se inclinó por las ideas progresistas de la época, si bien pocos eran los materiales que circulaban sobre esas corrientes.
Concluido el curso secundario, Raquel optó por estudiar Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica de Asunción, UCA, lo que no fue una determinación accidental, por cierto, pues ella estaba perfectamente informada sobre que la intelectualidad progresista, casi sin espacios para desarrollar sus ideas y desarrollarse ellos mismos, había convertido la Católica en una suerte de refugio o retaguardia; la Universidad era vista como un lugar relativamente seguro para replegarse y esperar tiempos mejores.
Un tiempo después, y motivada por diversas inquietudes, viajó a Buenos Aires y prosiguió la misma carrera en la Universidad de Buenos Aires. Pero al retornar al Paraguay le resultó imposible concluir la carrera, pues debido a presiones de todo tipo la Universidad Católica se vio forzada a clausurar el curso de Ciencias de Comunicación. En rigor, todas las carreras humanísticas se cerraron, como ser Sociología, entre otros. Para el stronismo, esos cursos “fabricaban comunistas”.
BAUTISMO DE FUEGO
El tema del “bautismo de fuego” es realmente importante, entendido esto como la primera experiencia en la vida profesional de una persona; los militares utilizaban el término para referirse al “primer combate”, más o menos similar, por cierto. Y las oportunidades varían para cada cual, teniendo algunas más suerte que otras, sin lugar a dudas.
Ese fue el caso de Raquel Rojas, de hecho, quien empezó a hacer teatro con Tiempo Ovillo, un laureado grupo, que pudo realizar incluso giras en el exterior, experiencia que brindó una formación profesional y personal a sus integrantes de nivel bien distinto, superior.
De todos modos, si bien Tiempo Ovillo fue una experiencia relevante y estimulante, para Raquel nada terminaba allí; tenía mayores ambiciones y mayores proyectos, con la perspectiva de cambiar radicalmente el país en el que había nacido, el espacio geográfico con el que se encariñó.
Fue así, justamente, que al retornar de una gira por Buenos Aires, Argentina, Raquel y su pareja de entonces, Antonio Carmona, decidieron crear el grupo Aty Ñe´e. La propuesta era ambiciosa, por cierto, pero de un inmenso valor, pues no apuntaba a éxitos pasajeros, ni apostaba al exterior. Era propósito confeso de Raquel y de Antonio recorrer el Paraguay para llevar el mensaje claro y contundente de que era posible ponerle fin a la dictadura.
Pero no era solamente un “Esto no va más”. Aty Ñe´e sostenía que era perfectamente posible construir en el país una sólida democracia participativa, con el concurso de todos los sectores en los procesos de tomas de decisiones. No hace falta extenderse para determinar el alto nivel de osadía de la propuesta, más aún si se tiene en cuenta que en ese período –años 70– la represión desmanteló con el empleo de su máximo potencial de violencia varios grupos políticos progresistas y de izquierda. No solamente se pegaba y torturaba, se mataba.
Teniendo presente esto es que se puede dimensionar en serio el alcance de la propuesta que se levantaba en ese tiempo. Para Raquel, la experiencia fue más que estimulante. Se podría narrar, por cierto, pero adquiere otra fuerza en sus palabras:
“Hacíamos obras de grandes escritores como Bertolt Brecht, Jersey Brotosky y apostábamos a darle una nueva dimensión al arte popular, que represente al pueblo, que se forme una escuela crítica teatral”.
Ahora bien, si bien Antonio Carmona, pareja de Raquel, compartía con ella sueños e ideales, ella nunca iría a olvidar el aporte creativo, constructivo y siempre alegre que realizaba una leyenda de la cultura popular, Arturo Pereira, gran militante confeso del Partido Comunista Paraguayo, que se encargó del programa cuando Raquel tuvo que viajar a Europa por cuestiones de estudios.
Los trabajos en cuestión se extendieron a la largo de toda una década, desde 1975 hasta el año 1986. Raquel concluía, sobre la comprometida experiencia:
“Aty Ñe’e fue una bandera artística cultural que fue sumando y formando gente como Pachín Centurión, Carlos Cáceres, Jorge Britez, Wall Msayans, que siguen vigente en la lucha cultural en nuestro país”.
LA ESCUELA TEATRAL
El contacto con Raquel lleva rápidamente a la conclusión sobre que se está en presencia de una mujer de sólida formación política. Cualquiera se imagina que ella bebió en las páginas de los autores clásicos, modernos y contemporáneos del socialismo –lo que ciertamente se dio– y que militó en todas las instancias políticas imaginables, legales e ilegales en los tiempos duros del stronismo.
No obstante, y no por falta de oportunidades, Raquel no tuvo esa experiencia imaginada. Para despejar dudas.
Raquel Rojas, en la Universidad Católica, fue compañera de dos personas que con el tiempo, aunque de diferentes maneras, vendrían a ser especialmente relevantes en la sociedad paraguaya:
Fernando Lugo, entonces religioso y actualmente presidente de la República del Paraguay. Ella se percataba que el joven tenía mucha familiaridad con las propuestas más avanzadas de la Iglesia Católica. Sabía, también, porque eso era un “secreto a voces”, que Lugo era sobrino carnal del principal enemigo político del dictador Alfredo Stroessner, el caudillo colorado Epifanio Méndez Fleitas. Ella mantuvo con el mismo una relación fraternal, lo que la llevaría mucho tiempo después a sumarse al proyecto político liderado por el ya ex obispo, muy tempranamente, desde el 2006.
Santiago Leguizamón, el mismísimo que a comienzos de la democratización sería muerto de manera vil y cobarde en Pedro Juan Caballero, ciudad fronteriza con Brasil, donde es pan de cada día el tráfico de drogas.
En la época dos cosas ya eran claras en Santiago: su aversión incontenible ante la corrupción y la mafia, así como su principal defecto, la falta de miedo.
Raquel cree haber aprendido de ambos compañeros de facultad alguna cosa. De Fernando Lugo, aprendió la serenidad con que se debe proceder, por adversas que sean las circunstancias. De Santiago Leguizamón aprendió que no habría que temer demasiado. Es decir, no era cuestión de portarse con temeridad, “casi como un suicida”, pero no habría que temer demasiado, porque el miedo paraliza, hace ceder, destruye de la peor manera.
Fernando Lugo, Santiago Leguizamón fueron mis compañeros de la universidad, pero toda mi militancia joven la hice en el teatro, fue como la escuela de ensayo, de error y una postura de ética.
PRISIÓN Y FEMINISMO SOCIALISTA
Comprometida con su tiempo y con su género, Raquel fue una de las que con esmero y coraje encaró la doble militancia, pues al tiempo en que apostaba a impulsar transformaciones generalizadas y profundas tras el derrocamiento de la dictadura de Stroessner, se esforzó, también, por hacer que las mujeres fuesen respetadas e sus derechos, no solamente en el campo laboral, sino en el político y en el cultural.
Justo en el período en que Raquel se interesó en el tema, en el mundo estaba emergiendo con fuerza el feminismo, que llamaba la atención de todos sobre una dramática realidad, pues si bien era completamente cierto que el capitalismo implicaba fuertes contrastes sociales, el machismo vigente en el período condenaba a la mujer a una condición de manifiesta inferioridad.
De las propuestas que llegaron hasta Raquel, sobre feminismo, concretamente, la que en la época la sedujo fue la que se conocía como “feminismo socialista”. No es cuestión de entrar en este punto en una inocua discusión académica, para determinar el grado de error o de exactitud de la propuesta en cuestión, pero sí habrá que resaltar con claridad que el feminismo al que adhería Raquel en ese tiempo era un feminismo comprometido con una propuesta doctrinaria clave, que se jugaba en ese entonces su propia supervivencia, en un ambiente hostil y represivo, era socialista.
Unos pocos materiales de lectura sobre feminismo socialista trajo Raquel de sus viajes, introduciéndolos de manera clandestina al Paraguay de Stroessner. Desde comienzos de los 80, Raquel y muchas militantes de izquierda divulgaban a los cuatro vientos las ideas madres del feminismo, tal como lo entendían las que militaban en el campo del movimiento socialista.
En breve paréntesis sobre el período, habrá que recordar que el stronismo estaba comenzando a experimentar la crisis que lo llevaría finalmente al basurero de la historia, por lo que si bien el tiempo se conoció y conoce como de “dictablanda”, lo cierto es que el régimen no ahorraba medidas restrictivas y represivas para enfrentar a sus adversarios, sobre todo a los sectores que desarrollaban propuestas de izquierda.
Precisamente en ese tiempo, el stronismo apuntó su batería represiva contra lo que ellos aseguraban que era “un intento de reorganización de la Organización Primero de Marzo, OPM”. La Policía Política de Stroessner apuntaba a la Revista Síntesis, publicada en México, por exiliados, como la orientadora del proceso en cuestión, y al Banco Paraguayo de Datos, BPD, una ONG, como la aliada local más importante.
En 1982 se desató la represión contra el BPD, cayendo presa en ese marco Raquel Rojas, juntamente con otras siete compañeras –además de los varones–; llevadas al Departamento de Investigaciones, donde se las sometió a interrogatorios. Posteriormente fueron procesadas y alojadas en la Cárcel de Mujeres del Buen Pastor.
Raquel Rojas estuvo presa durante seis meses y como la tendencia era convertir los centros de reclusión en centros de resistencia, allí, con algunas compañeras crearon un grupo feminista socialista, desarrollando planes acerca de cómo hacer para organizar a todas las mujeres del país para la defensa de sus derechos.
Entre otras compañeras que acompañaron a Raquel en su intento por conformar el movimiento feminista socialista en el Paraguay, recordaba a Diana Bañuelos y Sonia Aquino, otras militantes de alma.
TEATRO E INTELECTUALIDAD
Para muchos críticos paraguayos, Raquel Rojas – sin desmerecer a los y las demás– es la mejor directora de obras teatrales. Pero por circunstancias que no vienen al caso debatir, lo cierto es que el teatro paraguayo soporta condiciones muy adversas para su plena realización, por lo que el resultado final es más bien discreto.
En tiempos de la dictadura eso era más que comprensible, pues las diversas manifestaciones artísticas: poseía, música, teatro, literatura,…, eran vehículos que canalizaban vigorosas protestas ciudadanas, de una ciudadanía privada de canales de expresión más directos, como periódicos, para citar un ejemplo.
Sin embargo, aún después de la caída de la dictadura el teatro sufrió en carne propia el peso de la postergación impuesta; no del fracaso, ni de lejos, sino de la postergación impuesta. Esa realidad está comenzando a cambiar rápidamente, por lo que es de esperar que Raquel ofrezca, como luces de artificio, elementos llamativos novedosos en un futuro cercano.
De todos modos, habrá que destacar que Raquel Rojas puso en escena un total de 12 obras, cautivando a los asistentes con espectáculos que nada tenían que envidiar a los puestos en escena en espacios internacionales.
Pero las inquietudes intelectuales de Raquel no se restringieron al teatro. Aún durante el stronismo, antes del derrocamiento del dictador, Raquel realizó un trabajo de investigación sobre la comunidad indígena conocida como Ayoreos. La realización de esa investigación le posibilitó a Raquel vivir durante ocho meses con un grupo de Ayoreos.
Como resultado final del trabajo se publicó un libro de Raquel, que con el sugestivo título de “Ayoreas” narra las condiciones en que viven y se desenvuelven las Ayoreas en el seno de la comunidad en cuestión. Sin lugar a dudas, el aporte resultó clave para la comprensión del cosmos de esa comunidad.
Raquel, no obstante, tenía un recuerdo aún más especial sobre la experiencia:
Lo que logré con ese trabajo me ayudó de manera decisiva a criar a mi hijo. Tuve solamente un hijo, Ernesto Rojas; soy madre soltera y a Ernesto lo crié sola. Fue una experiencia muy contundente en mi vida que me ayudó a salir adelante.
Raquel supo sobrellevar la vida multifacética que reflejaba su múltiple condición de directora de teatro, comunicadora, investigadora, militante política, militante feminista y madre. Brilló en todos los campos y en complicadas condiciones crió a Ernesto con la sensibilidad artística, política y social de la que ella se enorgullecía.
LOS NUEVOS COMBATES
Ni bien cayó Stroessner se inició el proceso de democratización, proceso que traería aparejado nuevos problemas y nuevos desafíos. Raquel se dijo a sí misma que no se había equivocado con respecto a una aseveración que siempre reivindicó: la lucha no se agota con la caída de la dictadura.
Mantuvo el dinamismo militantes de antes, sin ceder espacio alguno: desde la perspectiva social, acompañó las luchas propias del sector de teatro, apuntalando el gremio Centro Paraguayo de Teatro; se sumó al complejo pero estimulante proceso de construcción de la Central Única de Trabajadores, CUT; y se solidarizó con una de las huelgas más imponentes nunca antes vista en el país, la de los trabajadores paraguayos de la Entidad Binacional Yacyretá.
En el terreno político, Raquel estuvo presente en los grandes combates que se dieron a pocos años de iniciada la transición a la democracia. Así, se sumó a la campaña que llevara a un movimiento independiente a la Intendencia de Asunción, APT (Asunción Para Todos) y no retaceo su apoyo a otro emergente movimiento independiente, el Encuentro Nacional, que se propuso disputar la Presidencia con la candidatura de Guillermo Caballero Vargas.
Los años 90 la encuentran realizando trabajos más sistemáticos en el campo de la comunicación: tenía una columna permanente en el diario La Nación, que Raquel tomada como una tribuna desde la cual divulgaba ideas y propuestas progresistas; contaba con un programa de radio, otra tribuna de lucha.
El año 2006 la encuentra comprometida con la lucha contra las violaciones constitucionales, en el marco de Resistencia Ciudadana, ya con Fernando Lugo, y años después en la campaña que llevaría al ex obispo a la Presidencia.
Raquel se apega a un dicho, que reivindicó por siempre:
“Todas las luchas, todo lo que uno vive, es una gran pasión y es eterna mientras dure”.
Obs.: Retrato corresponde al artista FEDERICO CABALLERO
Fuente: REBELDES POR LA PATRIA, por ROBERTO PAREDES . SECRETARÍA DE LA MUJER DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA ( www.mujer.gov.py ). Comité de género de la ITAIPU BINACIONAL. COLECCIÓN KUÑA REKO. Editorial SERVILIBRO. E-mail: servilibro@gmail.com / Web: www.servilibro.com.py. Asunción, Paraguay, 2011.
RAQUEL ROJAS (Asunción. 1953): Periodista, actriz, directora y autora teatral.
Fundadora y directora del Grupo Aty-Ñe’ẽ (1975-1985), teatro colectivo de resistencia cultural contra la dictadura de Stroessner (1954-1989), columnista regular del diario La Nación y conductora radial de programas cívico-culturales, Raquel Rojas integró el Grupo Tiempovillo, con el que viajó al exterior y participó en diversos festivales de teatro, entre ellos en los de Manizales y Caracas.
Estudió en varias ciudades latinoamericanas y europeas (Buenos Aires, Milán, París, México, Cuba y Nicaragua) y formó parte de dos grupos teatrales claves: el Teatro Experimental de Cali y el Libre Teatro Libre, dirigidos por los maestros Enrique Buenaventura y María Escudero, respectivamente.
Son de su autoría los ensayos “EL TEATRO DE LA COMUNIDAD" (1984), "EL TEATRO GUARANÍ EN EL PARAGUAY" (1986) y "LAS RECOLECTORAS. MUJERES AYOREO DEL ALTO PARAGUAY"; el poemario DE AMOR Y ARENA (2001); y tres piezas en un acto: TIEMPOS DE PAZ, LOS EJECUTIVOS y VIVIR EN PAZ, todas estrenadas en Asunción, en 1986.
Además de su larga y sostenida labor teatral de más de un cuarto de siglo, esta multifacética mujer de teatro la guionista y productora desde mediados de los años 70, tiene en su haber la adaptación teatral de más de un par de textos narrativos y la dirección de algunas obras importantes del teatro nacional (como la de El Niño Santo, de Juan Bautista Rivarola Matto, por ejemplo).
Actualmente ejerce la gerencia de CAVA Producciones de Arte y la dirección artística del Pequeño Teatro de Asunción.
Fuente: TEATRO PARAGUAYO DE AYER Y DE HOY TOMO II (H-Z). Autora: TERESA MENDEZ-FAITH - Intercontinental Editora, Asunción-Paraguay año 2001 – 613 a 1211 páginas.