LUIS MARÍA MARTÍNEZ, OBRERO DE LA PALABRA

Por JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO

Luis María Martínez es un poeta paraguayo, pendiente de la realidad más oscura del país y, por qué no decirlo, de los hábitos del poder a extirpar. Marcado por su ideología izquierdista, siempre ha diseccionado aspectos que el fuerte no desearía contemplar. Su poesía es una rica heredera de la mejor tradición del género social. Muy inspirada en autores como Miguel Hernández o el Alberti de los años treinta y la de sus compatriotas Manuel Ortiz Guerrero y Elvio Romero, merecía un análisis riguroso. Un autor con veintisiete poemarios no puede ser arrastrado por las tormentas del tiempo.

La obra presenta la particularidad de estar encabezada por un prólogo del propio Luis María Martínez. Como bien señala en el primer párrafo, ser juez y parte es un acto complejo. El prólogo es imprescindible como revelación de la poesía del autor, puesto que justifica sus pautas de escritura y sus motivaciones a la hora de componer sus versos. Afirma que escribe “sin mucha premura” y “que bebe de las fuentes generosas de las vivencias cotidianas”. Piensa en la lectura como fenómeno colectivo, a diferencia de ese sentido individual que se le ha otorgado desde época moderna. Su concepto es su pensamiento: “El pueblo es protagonista de la historia”, y no lo expresa con sentimiento fingido. Así, Luis María Martínez se muestra crítico con el poder en todos los momentos de su obra, con lo cual demuestra la coherencia de sus ideas y su poesía. También, ataca la pobre difusión de la literatura paraguaya y la poca presencia en los medios de comunicación, aunque este hecho es prácticamente universal.

Augusto Casola, por su parte, construye una época de más de medio siglo a partir de la poesía de Luis María Martínez. En sus palabras preliminares advierte los motivos por los que llevó adelante este trabajo. Afirma no adoptar posturas de la crítica amable, de loa al autor sin motivo, práctica bastante habitual. Comparte esa afirmación que suscribo por la que consideramos que, salvo que ganes un estipendio, uno realiza una crítica de las creaciones que realmente le gustan y son las que reseña, sin perder un concepto: el análisis por delante de la valoración. Es lógico que si Augusto Casola plantea un libro sobre Luis María Martínez, se debe a su gusto por su poesía. ¿Para qué ha de justificarlo? En suma, palabras de Casola que no tienen desperdicio y que nos permiten reflexionar sobre la poesía, la crítica, el mundo, la vida y tantos conceptos humanamente literarios.

Estamos ante una antología comentada dividida en tres partes. La primera está dedicada a las revistas donde participó el autor, Estudios y la Revista Martiana. Son muy atinadas las valoraciones sobre la revista Estudios y el recuerdo de su significado ante la dictadura de Stroessner en aquella librería Comuneros. La segunda parte está dedicada a antologías y compilaciones realizadas por Luis María. Todos los estudiosos de la literatura paraguaya contemporánea tenemos aún los dos tomos de El trino soterrado como un punto de referencia, sin olvidar Poesía social del Paraguay, excelente y voluminosa recopilación que nos permite conocer el subgénero y dotarle de alas por la historia.

La parte más voluminosa del libro es la tercera, dado que es una antología muy representativa de los veintiséis libros poéticos de Luis María Martínez. Casola nos invita a viajar por una poesía que nunca abandonó la fe en el hombre y la búsqueda de una mayor justicia social para los desvalidos. A pesar de poemarios personales como El jazmín azorado o el erotismo de Hoja y hoja, es la influencia de los poetas antologados en El trino soterrado lo que adquiere presencia permanente. Por ello, es una poesía firme, densa, que huye de los tópicos sin perder la raíz de su sentido contextual histórico. Es una poesía bien seleccionada por Casola, bien estructurada y bien comentada, sin alardes mnemotécnicos gratuitos.

Pero el antólogo se ha detenido en las épocas de escritura de cada obra. De esa forma, el libro se convierte en un testimonio crucial para conocer el contexto de la escritura de la literatura paraguaya desde la dictadura de Stroessner hasta nuestros días; desde la represión hasta el desencanto de una transición democrática no culminada y resuelta con el mantenimiento de los privilegios y malos hábitos adquiridos y actualizados. Resulta curiosa la conjunción entre la esperanza y fe en el hombre del poeta Martínez y el escepticismo, a veces nihilista, del antólogo. Por ello, es muy curioso el planteamiento crítico para resumir el trabajo de Martínez: “Enseñar, testimoniar, dejar constancia de nuestro paso por este mundo, o, simplemente, permitir al artista liberar a esas criaturas…”.

Por tanto, estamos ante un trabajo que no pierde las bases conceptuales de la antología comentada pero va más allá por su sentido. Quienes quieran conocer el mundo que rodeaba al creador paraguayo desde 1950 deberá consultar esta obra. Casola no pretende ser un crítico: pretende ser crítico con la sociedad paraguaya en la que Luis María Martínez ha desarrollado su obra, que es la misma donde Casola ha desarrollado la suya. Vale la pena leer versos como los de Merece el caballo verde, esos donde el poeta se pregunta para qué escribe.

Es difícil sostener un pulso entre una obra poética coherente y su crítica. Casola lo resuelve perfectamente y sale vivo, aunque en ocasiones esté a punto de quemarse por el riesgo de superponer siempre el comentario de la época, lo cual no es un demérito sino una estrategia crítica como cualquier otra y aquí muy valiosa. Y, además, nos obliga a que no despreciemos esa poesía social. No podemos despreciar versos como los de Luis María Martínez. Incluso algunos que se creían obsoletos y anacrónicos por su sentido reivindicativo, ahora mismo vuelven –si es que alguna vez se han ido, lo cual no creo– a cobrar vigencia ante la revolución ultraliberal que padecemos en estos principios del siglo XXI, que empiezan a parecer ascuas candentes del siglo XIX.

Fuente:  www.abc.com.py

Suplemento Cultural de ABC Color

Domingo, 04 de Noviembre de 2012

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