LA INDUSTRIA MADERERA ALTOPLATENSE: LA DIMENSIÓN COMERCIAL
Obra de THOMAS WHIGHAM
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MADERA E INDUSTRIAS ASOCIADAS (PRIMERA PARTE)
Obra de THOMAS WHIGHAM
El Paraguay ofrecía muchas oportunidades a los exportadores de madera durante los últimos años del período colonial. En general, esas oportunidades venían ligadas a otras actividades comerciales más rentables. Después de todo, las jangadas eran embarcaciones temporales usadas para transportar yerba, tabaco y cueros a las provincias de abajo. Los dos primeros productos constituían en realidad el éxito económico en este orden, las maderas que formaban las jangadas se vendían casi como un recurso tardío. No obstante, dado el crecimiento del comercio altoplatense, no es de extrañar que la mayor parte de la madera del Paraguay fuera exportada hacia el sur en forma de jangadas. (Ejemplos de embarques de maderas vía jangadas pueden encontrarse en Guía de Rafael de Irigoyen. Asunción, 26 de mayo de 1784, ANA. Nueva Encuadernación (después NE) 3337, n° 160; guía de Nicolás de Gorrosurreta, Asunción, 7 de junio 1791, Archivo del Banco de la Provincia de Buenos Aires 031-2-1, no. 27; y recurso de Ramón Ybarrola. Asunción, 26 de noviembre de 1809, ANA. Sección Judicial Criminal 1890.)
Como puede verse en la tabla 6.1, la exportación anual de la madera paraguaya varía enormemente de volumen, una probable consecuencia de los problemas en el suministro.
TABLA 6.1 LAS EXPORTACIONES DE MADERAS PARAGUAYAS, 1781-1812
Año Varas Año Varas
1781 11.508 1797 1.926
1782 s/d 1798 34.100
1783 30.036 1799 s/d
1784 67.413 1800 19.084
1785 s/d 1801 23.753
1786 14.670 1802 38.101
1787 13.602 1803 9.287
1788 16.035 1804 12.308
1789 31.404 1805 31.935
1790 27.339 1806 22.143
1791 1.080 1807 14.004 aprox.*
1792 19.617 1808 31.146
1793 4.329 1809 70.725
1794 17.628 1810 16.632 aprox.
1795 11.916 1811 120
1796 8.448 1812 10.200
* Estas aproximaciones están basadas en registros parcialmente incompletos.
FUENTE: Libros de asiento de guías y tornaguías, 1783-1812, ANA. NE 11, 80, 115, 188, 418, 1149, 1159, 1167, 1186, 2536, 2900, 3089, 3337, 3341, 3345, 3356, 3360; y Félix de Azara, Geografía física y esférica del Paraguay (Montevideo, 1904.), p. 434.
Bajo el régimen colonial, los trabajos de explotación forestal paraguayos estaban relativamente libres de estrictos controles del Gobierno. Sin embargo, Francia rechazaba la idea de permitir la explotación irrestricta de un recurso que él consideraba valioso. Los ingresos del Estado estaban potencialmente en peligro y el Dictador celosamente protegía el fisco. Durante su régimen, los contingentes militares apostados a lo largo del Jejuí y el Yhaguy mantuvieron vigilados los obrajes privados y al mismo tiempo efectuaron importantes trabajos para satisfacer necesidades del Estado. En eso, como en muchas otras cosas, Francia intervenía personalmente, mostrando gran interés en que los taladores fueran tratados de manera adecuada y se les pagara a tiempo:
A los trabajadores se les debe pagar en efectivo y se les debe dar [diariamente] manutención consistente en carnes y provisiones de las estancias [del Estado].
Deberá mantenerse un informe sobre todo el trabajo a fin de que a cada hachero se le pague lo adeudado. Yo debo ser inmediatamente notificado si fuere necesaria más ayuda. (De Francia al comandante de Concepción. Asunción, marzo de 1833, ANA. NE 249)
Las jangadas que venían por el río Paraguay a Asunción, a menudo, estaban destinadas a los mercados locales o, hacia 1850, a los astilleros del Estado. Si finalmente no estaban destinadas a las provincias de abajo, las jangadas se deshacían en Asunción y los troncos y maderas aserradas pasaban a manos de los financistas de la operación. La madera que esperaba ser embarcada hacia el sur se acumulaba en la costa del río en Asunción o en Pilar, con las marcas de los propietarios o consignatarios. (22)
Los aserraderos de Asunción transformaban los troncos destinados al consumo interno en tablones y vigas. Los aserradores preferían las sierras con soportes para dos hombres como el mejor método para cortar los troncos de lapacho y cedro. (23) Esos soportes, que datan de principios del período colonial, siguieron siendo tan usuales en las colonias del Alto Plata, que el funcionamiento del mismo a menudo interfería en otras actividades urbanas. Esto no era sorprendente, dado el gran tamaño de esas estructuras, que estaban construidas sobre un hoyo que se cavaba para acomodar el movimiento bastante amplio de la sierra. En 1806, un funcionario local presentó una protesta al gobernador de la provincia del Paraguay porque, a pesar de los repetidos pedidos, el montón de madera aserrada aún obstruía las calles de Asunción y los soportes del aserrador hacían peligrar el paso de los ciudadanos por la noche. (24)
Los troncos y productos de madera que salían del Alto Plata pasaban teóricamente por la inspección de las autoridades encargadas de velar por los ingresos fiscales fijando los impuestos de exportación y emitiendo los permisos para los envíos. En la práctica, los paraguayos fueron más cuidadosos que los correntinos en el ejercicio de estas reglamentaciones. No obstante, la evasión de impuestos y el comercio del contrabando de madera dura plagaron el Paraguay.
Los gobiernos posteriores a la Independencia deseaban obtener ganancias de los productos del monte, pero los conflictos políticos limitaron enormemente el comercio exterior. En efecto, además de las carretas, pocos productos de madera terminada de cualquier tipo fueron exportados del Paraguay durante la era de Francia. (25) La exportación de madera bruta se convirtió en monopolio del Estado. Francia concedía los permisos para la exportación de madera sólo a cambio de armas y municiones. Aunque esa política retrasaba el crecimiento del comercio de la madera paraguaya, sin embargo ayudaba a procurar algunos armamentos necesarios. (26) En efecto, el intercambio de madera por armamentos sobrevivió al régimen de Francia. En 1842, George J. R. Gordon discutió este punto con Carlos Antonio López: Si [la madera paraguaya] fuese exportada sería retenida en manos del Gobierno como una prima para alentar la importación de municiones de guerra. El señor López expresó, con relación al tema, un vivo deseo de obtener provisiones de pólvora y armas y me aseguró que el Gobierno estaría dispuesto a firmar contrato por tales artículos, ya sea a cambio de madera, que sería cortada y enviada a Pilar o pagando en efectivo-aunque él prefería lo primero-." (27)
Al otro lado del Paraná, el gobierno de Ferré en Corrientes también trató de mantener alguna medida de control sobre la recolección y venta de madera. Un decreto de 1831 reafirmó los principios básicos de la ley de montes española. (28) Sin embargo, esos principios tenían poca fuerza en el Chaco e incluso en las zonas correntinas del interior. Mientras tanto, los embarques de madera hacia el sur despertaron el interés de los empresarios extranjeros, que vieron ampliarse las posibilidades para el desarrollo de los obrajes y en general para la comercialización de la madera. (29) El gobierno permitió elaborar la madera sin necesidad de pagar la licencia en Corrientes. La explotación de los montes ubicados en la orilla izquierda del río Paraná dio buenos resultados y a medida que la demanda de la madera aumentaba, la explotación de bosques se trasladó al Chaco y la isla de Apipé. (30) Los capitalistas extranjeros como Tomás Lubary, Pedro Samson y Juan Etchegaray invirtieron grandes sumas en estas operaciones. (31)
La exportación de la madera correntina, al igual que todas las otras exportaciones, fue directamente afectada por los desórdenes políticos de principios del siglo XIX. La inseguridad en el embarque de los productos exigía grandes ganancias para compensar los altos riesgos. La madera raras veces podía generar tales beneficios. Podemos ver en la tabla 6.2 que el volumen de la madera embarcada desde Corrientes permaneció bajo, sujeto a turbulentas fluctuaciones relacionadas con la guerra, como en 1838-41.
Como se dijo anteriormente, el comercio correntino experimentó un alza después de la visita del convoy procedente de Montevideo en 1845-46. Años después, el comercio del puerto de Corrientes indican un enorme incremento en el volumen de maderas exportadas (ver tabla 6.3). Tal crecimiento impresionante se debió claramente a la disminución de las tensiones en los ríos, y en particular, a la derrota de Rosas en la provincia de Buenos Aires (1852). Mientras la madera aserrada constituía la mayor parte de esas exportaciones, ciertos productos terminados, como mazos y ejes, también fueron enviados al sur.
Corrientes no era el único puerto de importancia para las exportaciones de madera, pues el área que rodeaba a Empedrado, un pequeño puerto ubicado al sur, hasta esa fecha había escapado de la destrucción de los bosques causada por las grandes operaciones de explotación. Pero solamente durante los seis primeros meses de 1854, la ciudad embarcó casi 70.000 varas de madera a Buenos Aires junto con otras 6.500 piezas hacia el norte de Corrientes. (32)
NOTAS:
(22) Los consignatarios no siempre tenían conciencia acerca de marcas o sus obligaciones de embarque. La madera podía apilarse en depósito por un año o más, confundiendo al propietario. (23) Cooney, Forest industries, pp. 192-193.
(24) De Severino Acosta a Lázaro Ribera Asunción. 9 de enero de 1806. ANA. SH 211.
(25) Ver Richard Alan White. Paraguay 's Autonomous Revolution, 1810-1870. (Albuquerque, 1978), pp. 226-36.
(26) Un resumen de 1818, señala una gran cantidad de rifles, sables y pólvora importados en el total de su valor a cambio de maderas duras. La importación de diecisiete cañones de- inferior calidad en la misma ocasión provocó el comentario de que "en el futuro la exportación de maderas será permitida únicamente a quienes traigan mercancías y armamentos útiles". Ver Cuenta general, año 1818... ANA. NE 1224.
(27) Informe de George J. R. Gordon. Hampton Wick, 1843. PRO, FO (Londres), Papers 13/202, p. 119.
(28) Decreto del 9 de junio de 1831. ROPC (1821-1859). (Corrientes, 1929-1931), 3:68-69
(29) Con relación a la promoción de la madera correntina en la comunidad de prensa extranjera de Buenos Aires, ver British Packet and Argentine News (Buenos Aires), 16 de febrero de 1839.
(30) Durante la década de 1860 se continuó con cierta explotación maderera en los alrededores de Itatí. Ver: Venta de terrenos boscosos por Mauricio Sánchez, en El Progreso (Corrientes), 13 de marzo de 1864.
(31) Las aventuras comerciales no carecieron de controversias. En 1857, Juan Etchegaray notificó a los obrajeros que cualquier venta de madera efectuada por Pedro Samson (del obraje Riacho Ancho) quedaba invalidada debido a los litigios existentes. Ver La Opinión (Corrientes), 29 de junio de 1857. Incidentalmente, Lubary obtuvo tanta ganancia del comercio de madera que fue capaz de comprar una goleta, denominada "Rosario", para el transporte de madera aserrada.
(32) Quesada. La provincia de Corrientes, pp. 21-22. Para datos sobre la producción maderera en el departamento de Saladas, ver La Opinión (Corrientes). 16 de junio 1858, 16 de junio 1858, 13 de agosto 1858 y 15 de octubre 1858.
TABLA 6.2 - EXPORTACIONES DE CORRIENTES. MADERAS Y SUS PRODUCTOS
Años 1826 1828 1830 1832 1834 1836 1838 1840 1841
Maderas (en varas)
Tirantes 2.411 2.160 2.181 4.529 4.206 6.919 6.065 1.071 303
Trozos 4 11 45 17 121 215
Vigas 100 228 90 28 16 104 40 2
Tablones 925 1.535 254 147 175 152 64
Totales 3.440 3.934 2.525 4.749 4.414 7.296 6.384 1.073 303
OTROS PRODUCTOS DE MADERA (EN UNIDADES)
Tacuaras 1.424 36 4.498 36 12 100
Mazos 2 84 291 663 402 322 235 221 44
Ejes 1.034 554 607 14 179 204 470 254 104
Tijeras de
palmas* 3.685 2.770 3.163 2.328 2.644 1.660 524
* Estas tijeras, comúnmente usadas para techados, también eran tramadas entre sí para formar un tramo de separación a través de los ríos para mantener la madera flotando.
FUENTE: AGPC-Toma de Razón de Guías, 1826-41; José Carlos Chiaramonte, "Mercado de mercancías, mercado monetario, y mercado de capitales en el Litoral Argentino de la primera mitad del XIX: el caso de Corrientes". Siglo XIX 2:4 (México, 1987), pp. 81-101.
Con la apertura de los ríos en el estuario del Plata, el mercado para los productos de madera altoplatenses creció apreciablemente. El sector privado incorporó la madera a las reparaciones de barcos y la construcción en general. El auge de la construcción de viviendas en Buenos Aires aumentó la demanda de materiales de construcción sólidos y seguros. Las ramificaciones concretas del auge de la construcción de viviendas porteñas aún son imprecisas, pero aparentemente la construcción constituyó sencillamente el elemento más importante en la nueva demanda. (33) Los gobiernos provinciales y confederados también fueron importantes clientes, particularmente para las maderas duras usadas para culatas de armas, mástiles de bandera y artículos similares.
(33) La expansión urbana de Buenos Aires es analizada por Jonathan Brown. A Socioeconomic History of Argentina, 1776-1860. (Cambridge, 1979), pp. 97-122; ver también John Lynch,
TABLA 6.3 - EXPORTACIONES DE MADERA. PUERTO DE CORRIENTES
Años 1848 1849 1850 1855
Maderas (en varas)
De urundey 29.821 98.497 92.388 90.132
de laurel 834 260 436
de petereby 145
de lapacho 214 1.534 6.396
Tirantillos 7.956 3.497 6.396 71.451
Trozos 1.869 4.248 1.270 6.716
Vigas 1.060 3.799 690 20.941
Alfajías 1.525 750 28.526
Tablas 1.501 1.525 12.316 8.307
Total madera 44.925 113.360 120.642 226.073
Otros productos de madera
Tijeras de palmas 418 5.086 312 2.954
Mazos 42 420 261
Ejes 589
Tacuaras 50 540
Picanillas 93.000 1.300
Tarugos 198
FUENTE: Comprobantes, AGPC-Comprobantes del Libro de Caxa: (1848) legajos 57-58; (1849) legajos 59-61; (1850) legajos 62-63; El Comercio (Corrientes), 6 de enero de 1856.
La competencia de los artesanos porteños redujo el margen de ganancia en los artículos terminados, tanto que el Alto Plata era de vital importancia para los consumidores de Buenos Aires únicamente en la provisión de madera aserrada. Incluso en esa actividad existía cierta competencia. Thomas Jefferson Page, en su visita a Corrientes a mediados de 1850, señaló:
Argentine Dictator. Juan Manuel de Rosas, 1829-1852 (Oxford, 1981), pp. 127-29; y especialmente José M. Mariluz Urquijo, "Fomento industrial y crédito bancario en el estado de Buenos Aires" Trabajos y Comunicaciones 19 (Buenos Aires, 1965): 128-44. Con relación a la construcción en sí, ver P Cornelius Bliss, Buenos Aires en 1864, River Plate Magazine 1:6 (Buenos Aires, 1864), donde señala que "la cal se importa de la Banda Oriental, Entre Ríos y Córdoba, el Paraguay suministra madera a las carpinterías y para la fabricación de armarios, a Rusia y Norteamérica se los tenía en cuenta en la construcción en pino blanco y materiales para la construcción de barcos. Excepto los ladrillos y la arena, todos los materiales de construcción eran traídos de afuera. Esta circunstancia no le impidió a Buenos Aires desarrollarse de modo sorprendente por diez años"
Un buque del país llegó con un pequeño cargamento de tablas y tirantillos de pino norteamericano, que eran vendidos a 12 centavos y medio el pie -el precio que yo pagué aquí y en Asunción por la yarda de tablones de maderas nativas aserradas-. Esa madera había sido embarcada a Buenos Aires desde los Estados Unidos, se desembarcó, fue nuevamente vendida y reembarcada a Corrientes donde se la vendido por menor valor que la madera nativa, pagando en cada cambio de manos un porcentaje razonable. Y no obstante la madera es uno de los artículos de exportación de esta provincia. (34)
Si el embarque mencionado por Page llegaba a Sudamérica como lastre y por ende sin el propósito de obtenerse mucha ganancia, su bajo precio se explicaba fácilmente. Sin embargo, Page también resalta que la madera norteamericana había ganado fama en el Plata para su empleo en la construcción de puertas, marcos, ventanas y revestimientos. (35) Por esta razón, se puede suponer que utilización del vapor en el aserradero de maderas de Maine permitió también la apertura de mercados lejanos. Los comerciantes trajeron gran cantidad de maderas norteamericanas a Buenos Aires, a un precio muy por debajo del equivalente altoplatense. El pino se importaba de Prusia, Suecia y la costa báltica de Rusia, y también afectó al mercado porteño.
El sector de exportación paraguayo enfrentó muchos de esos mismos inconvenientes. El ingreso a los mercados externos se veía obstaculizada por los altos impuestos a la exportación, que alcanzaban hasta un 20 por ciento para los embarques privados de madera. (36) Los observadores extranjeros constantemente advertían a Carlos Antonio López y sus ministros sobre los efectos perjudiciales de esos impuestos a la exportación. George F. Morice, un ingeniero naval británico contratado por el gobierno paraguayo, fue claro en su advertencia: "yo recomendaría encarecidamente la reducción a la mitad de todos los impuestos a las importaciones y exportaciones. No tengo dudas de que el ingreso no disminuirá, porque el comercio se duplicará por la reducción de aranceles”. (37)
A pesar de la poca visión en la en la fijación de aranceles, la evidencia sugiere que el Estado paraguayo deseó extender el comercio de la madera del país más allá del Río de la Plata, pues envió muestras de diferentes maderas a las capitales europeas para promover el comercio, aunque la Guerra de la Triple Alianza frustró esas tentativas. (38) El envío de maderas a las provincias de abajo siguió proporcionando ganancias a los paraguayos, aunque nunca tantas como el tabaco y la yerba mate. López y sus ministros sabían que la madera difícilmente sería el punto fuerte del crecimiento de las exportaciones paraguayas pero, como el Estado era el principal consumidor de maderas en el país, también era natural que López tuviera interés en su comercio.
(34) Thomas Jefferson Page. La Plata, the Argentine Confederation, and Paraguay. (New York, 1859), pp. 86-87, 302.
(35) Ibíd. Con relación a las importaciones de madera a Buenos Aires, ver Los Debates (Buenos Aires), 2 de octubre de 1857.
(36)Derechos de extracción (1856). ANA. NE 2275.
(37) G. F. Morice a Francisco Solano López. Buenos Aires, 26 de diciembre de 1859, ANA CRB 1-29, 34, 30 n° 12. Ver también William Hadfield. Brazil, River Plate, and the Falkland Islands (Londres, 1854), p. 352. El segundo propone que los aranceles de exportación sean reducidos a casi nada.
(38) Ver, por ejemplo, de J. y A. Blyth a Francisco Solano López. Londres, 8 de octubre de 1857, ANA. CRB 1-29, 35, 45, n° 27, muestras de madera enviadas a Ludovico Tenré, cónsul paraguayo en París. 21 de noviembre de 1863, ANA. CRB 1-30, 6, 27; y de Ludovico Tenré a José Berges, París, 7 de marzo de 1864, ANA. CRB 1-30,4,22, en la cual se envió a Berges el diseño para un mueble a ser realizado con maderas paraguayas como una muestra para los mercados europeos.
TABLA 6.4 - LAS EXPORTACIONES DE MADERA PARAGUAYA, 1852-1865
Año Varas Pesos fuertes
1852 32.671 4.861
1853 80.313 8.234
1854 49.050
1855 55.000
1856 46.200
1857 17.645 16.325
1858 8.430
1859 7.574 4.102
1860 14.795
1861 23.354 21.055
1862 24.408 22.536
1863 24.867 22.760
1864 22.486 20.872
1865 (enero junio) 5.434 4.566
FUENTE: Semanario (Asunción) 1 de octubre de 1853, 8 de octubre de 1853, 11 de enero de 1855, y 16 de febrero de 1861 hasta el 8 de junio de 1865; Alfred du Graty, La republique du Paraguay (Besangon, 1862), págs. 346-350.
La tabla 6.4 muestra los cambios verificados en la explotación de la madera paraguaya. Durante la década de 1850, los montos variaron mucho, de un máximo de más de 55.000 pesos en 1855, a un mínimo inferior a la décima parte en 1859. En la década de 1860, las exportaciones se estabilizaron en alrededor de 22.000 pesos por año, pero no resulta claro por qué los volúmenes de la década anterior fueron tan irregulares.
Las industrias forestales altoplatenses crecieron en importancia desde mediados de 1850 hasta principios de 1860, aunque la madera correntina dio mayores ganancias que la del Paraguay. El incremento en la demanda externa proporcionó la clave que indujo al crecimiento. El comercio llegó incluso a las comunidades más pequeñas ubicadas a lo largo del Paraná, permitiendo la explotación en gran escala de recursos hasta entonces poco utilizados; por ejemplo, Empedrado exportó más de 190.000 varas de madera en 1864, una cantidad sorprendentemente elevada. (Registro estadístico de la República Argentina. 1864, 2 vols. (Buenos Aires, 1865) I: 371).
Sin embargo, poco se dejó para la conservación de la naturaleza; los obrajeros generalmente cortaban árboles hasta agotar los bosques del Alto Plata para obtener una ganancia inmediata. Por cierto, en casi todos los informes y memorias se lee sobre "los ilimitados recursos de maderas". Pero los bosques no eran inagotables. Hacia principios de 1790, Félix de Azara se quejó de los excesos en el sistema de arrendamiento; a causa de las pocas limitaciones establecidas, los arrendatarios podían "cortar toda la madera que desearan [...] tanto que esos hombres dejaban los montes [...] en un estado de imposibilidad de producir un árbol útil". (40) Sin embargo, los gobiernos no adoptaban medidas serias para la conservación de los montes, que la opinión pública consideraba inagotables. Con el tiempo, aquella actitud tendría efectos gravísimos.
El producto forestal que recibía menos protección era la cascara. Descortezando totalmente el curupay y el timbó, se obtenía una corteza rica en ácido tánico, que servía para curtir el cuero. Como el proceso de descortezar árboles no presentaba mayores dificultades, los obreros en poco tiempo podían desnudar todos los árboles de una región. Los gobiernos no promulgaron legislación conservacionista; por eso, tanto en la era colonial como en la independiente, se suministró cáscara a las curtiembres del estuario, obteniéndose beneficios relativamente estables, aunque limitados. (41) En 1854, los paraguayos exportaron un total de 15.920 arrobas del artículo. (42)
Cuando Paraguay y Corrientes disputaban, la explotación de los bosques proveía sólo de lo necesario. Ambas partes reclamaban algunos de los mejores bosques situados a lo largo del Paraná: En 1779, el gobernador del Paraguay, Pedro Melo de Portugal, envió una expedición para fundar la colonia de Curupayty cerca de la confluencia de los ríos Paraguay y Paraná. Este pequeño puesto tuvo la intención inicial de defender una zona constantemente hostigada por los ataques de los indios del Chaco. Por mucho tiempo, las incursiones habían dificultado una activa explotación de los bosques cercanos, que se hallaban entre los más ricos del Alto Plata. De los ochenta hombres que participaron de la expedición de 1779, cincuenta eran correntinos y el resto paraguayos. (43) Desde el principio, la jurisdicción sobre el lugar fue una cuestión contestada. (44)
Lo mismo ocurrió después de la independencia en la isla de Apipé. Ubicada en el Paraná, al nordeste de Corrientes, esa enorme isla estaba densamente arbolada con las mejores variedades de maderas altoplatenses. Sin embargo, desde el punto de vista paraguayo, la isla quedaba en una posición estratégica: los rápidos de sus costas del
sur guarnecían el acceso a Candelaria, Itapúa y Misiones. (45) Los paraguayos temían que su comercio terrestre con el Brasil pudiera ser interrumpido si el Apipé caía dentro de la órbita de Corrientes, y de este modo la presencia de los taladores correntinos en la isla siguió siendo un motivo de controversia para las autoridades paraguayas.
Los taladores correntinos frecuentaban la zona de Apipé y Curupayty desde el período colonia1, (46) pero a partir de la independencia, sus excursiones tenían lugar sólo esporádicamente. Ello se debió a que, con Francia en el poder, la extracción de madera por los correntinos en territorios disputados se volvió decididamente peligrosa.
En 1832 tuvo lugar un incidente de consideración en el Apipé. Un grupo grande de taladores correntinos, financiados por los empresarios Antonio Pujol y Vicente Garay, se estableció en la isla y construyó un pequeño obraje y puesto para recoger la cáscara. Una noche, cinco miembros del grupo llegaron en una canoa hasta la costa paraguaya, donde robaron un buey y una cierta cantidad de maíz y mandioca. El Dictador respondió a este trivial incidente enviando a la isla soldados, que prendieron a catorce de los obreros, ejecutaron a uno de ellos por orden de Francia, y enviaron a los restantes encadenados al norte de Concepción. (47)
El gobernador Ferré se vengó desplegando en Misiones su caballería, que tomó los fuertes de Loreto y Candelaria. Como la posición correntina en el área de Candelaria era precaria, Ferré también pidió ayuda a Domingo Cullen, gobernador de Santa Fe. (48) En vista de que la ayuda no llegaba del sur, Ferré retiró sus tropas, contentándose con los ocasionales ataques a los puestos paraguayos y el hostigamiento a las caravanas comerciales brasileñas provenientes de San Borja. (49)
Mientras el incidente de la isla de Apipé debe considerarse en el contexto de una disputa de límites, es significativo que se haya dado por las actividades de la explotación de madera. En los años siguientes, la explotación maderera de la isla se estancó; en ausencia de un convenio político, los taladores temieron los ataques de grupos paraguayos. (50) En 1852, un tratado internacional terminó la disputa de manera efectivas. (51) El gobierno correntino quedó en libertad para otorgar permisos para la explotación forestal a lo largo de las márgenes del río Paraná hasta la frontera del Brasil y del río Paraguay hasta su confluencia con el Bermejo. (52)
Esos conflictos de límites afectaron enormemente a la explotación forestal, debido a que se hallaban en áreas disputadas muchos bosques con maderas de excelente calidad, y además situados en lugares de fácil comunicación por agua con los mercados externos y por ende comercialmente viables. Los bosques abundaban en ambas costas, en el lejano norte, en el Chaco y en Misiones, pero en esos lugares el terreno era muy accidentado y los mercados se encontraban demasiado distantes para una explotación rentable. El río Uruguay ofrece un caso en ese sentido. En el mapa, el río parece conveniente para la explotación maderera, (53) pero su curso se vuelve demasiado ancho en ciertos sitios y en dos lugares, Mbutuí y Salto Grande (Santa Rosa), estaba interrumpido por cascadas, que hacían necesario el transporta terrestre. Esos problemas posiblemente hubieran justificado la atención si la carga embarcada hubiese sido yerba mate o textiles, pero la madera y sus productos elaborados simplemente no valían el esfuerzo en un área con escasa mano de obra. Por eso, con contadas excepciones, la región del río Uruguay tuvo que esperar muchos años antes de que la actividad forestal se volviera rentable. (54)
NOTAS :
(40) Citado en Cooney, Forest Industries, p. 195; ver también Félix de Azara. "Diario de la navegación y reconocimiento del río Tebicuarí", en Colección de Pedro de Angelis. 2° ed. (Buenos Aires, 1910), 2: 392.
(41) Ver Germán Tjarks, "Panorama del comercio interno del virreinato del Río de la Plata en sus postrimerías". Humanidades 36 (La Plata, 1960): 33. Decreto de Francia, Asunción, 17 de marzo de 1826, ANA. SH 238, n° 4; Decreto prohibiendo sacar cáscara de timbó, Manual de policía de la provincia de Corrientes (Corrientes, 1840), p. 56; Decreto del 4 de agosto de 1840, ROPC 4: 269-70.
(42) Page. La Plata, p. 343; Semanario (Asunción), 6 de enero de 1855.
(43) Citado en John Hoyt Williams, "La guerra no-declarada entre el Paraguay y Corrientes", Estudios Paraguayos 1 (Asunción, 1971), p. 35.
(44) Ver Documentos relativos a la cuestión de dominio del Partido de Curupayty. ANA. CRB 1-28, 35, 62.
(45) Ver: Francia al Comandante de Concepción. Asunción, 18 de agosto de 1832. ANA. NE 3412. Para una incisiva visión de la disputa del Apipé escrita desde una perspectiva pro correntina, ver Alberto A. Rivera, "Contribuciones a la historia de la isla Apipé", Revista de la Junta de Historia de Corrientes 7 (1976): 79-104. Con relación a los rápidos del Apipé y su efecto en el comercio, ver Carlos Burmeister. Memoria sobre el territorio de Misiones (Buenos Aires, 1890), pp. 14-15.
(46) Las Actas Capitulares de Corrientes hacen alusión a muchas expediciones de explotación de bosques en la zona. Ver AGPC-Actas Capitulares 23 (1760-1769); 25 (1776-1782); 27 (1790-1799) y los Papeles del gobernador Quesada.
(47) Estos eventos se relatan en: British Packet and Argentine News. 13 de octubre de 1832, 3 de noviembre de 1832 y 1 de marzo de 1834; Rivera. Contribuciones, p. 84.
(48) Pedro Ferré a Domingo Cullen. Corrientes, 1 de septiembre de 1832, en Ferré. Memoria del brigadier general Pedro Ferré. Octubre de 1821 a diciembre de 1842. (Buenos Aires, 1921), 1:422-23, Ver también Raimundo Femández Ramos. Apuntes históricos sobre Misiones. (Madrid, 1929), pp. 209-210.
(49) Francia al Subdelegado de Itapúa. 19 de febrero de 1833, ANA. SH 242, n° 7.
(50) Como ocurrió en realidad en 1848; cuando un obraje de propiedad de Martín Dagorret fue abandonado a los paraguayos. Los taladores escaparon río abajo en una simple jangada. Alberto A. Rivera. "Poblamiento de la isla Apipé", Documento presentado en el Tercer Congreso de Historia Argentina y Regional, Paraná, 12 de junio de 1975.
(51) Tratado de límites, amistad, comercio y navegación. Asunción, 15 de junio de 1852, ANA. -,SH 298, n° 17; El Paraguayo Independiente (Asunción), 24 de junio de 1852.
(52) Los paraguayos después de esto, raras veces interfirieron. En 1855, varios barcos correntinos fueron detenidos en la desembocadura del río Paraguay. Los buques regresaron al puerto sin sus cargamentos de madera. Ver "Noticia del Paraguay", El Comercio (Corrientes), 8 de noviembre de 1855. Carlos Antonio López ordenó más tarde a sus guardias de frontera que permitieran a los barcos sacar la madera. ANA. Colección José Doroteo Bareiro, vol. IX. pág. 2.536 y El Comercio (Corrientes), 24 de enero de 1856.
(53) De las sesenta y una islas existentes en el río entre el río Arapehy y el salto de Macunan, cuarenta y siete estaban espesamente arboladas con lapacho, algarrobo y otras maderas duras. Joáo Pedro Gay. "Historia da república do Paraguai desde o descobrimento do Río da Prata até nossos días, ano de 1861”, Revista do Instituto Historico, Geográfico e Etnográfico do Brasil (1863): 788-89, 831, apéndice 3.
Enlace al documento:
MADERA E INDUSTRIAS ASOCIADAS (PRIMERA PARTE)
Obra de THOMAS WHIGHAM
Fuente:
LO QUE EL RÍO SE LLEVÓ
ESTADO Y COMERCIO EN PARAGUAY Y CORRIENTES, 1776-1870
Obra de THOMAS WHIGHAM
Biblioteca de Estudios Paraguayos - Volumen Nº 75
Director: JOSÉ ZANARDINI ,
Colección Bicentenario a cargo de IGNACIO TELESCA
Biblioteca de Estudios Paraguayos
CEADUC – CENTRO DE ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS
DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA "NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN"
Página web: www.ceaduc.uca.edu.py
Asunción – Paraguay, 2009 (372 páginas).