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HARRIS GAYLORD WARREN (+)
  REVOLUCIÓN PARAGUAYA, 1936-1940 - PRIMERA PARTE (Obra de HARRIS GAYLORD WARREN)


REVOLUCIÓN PARAGUAYA, 1936-1940 - PRIMERA PARTE (Obra de HARRIS GAYLORD WARREN)

ASPECTOS POLÍTICOS DE LA REVOLUCIÓN PARAGUAYA, 1936-1940

PRIMERA PARTE

Obra de HARRIS GAYLORD WARREN

 

ASPECTOS POLÍTICOS DE LA REVOLUCIÓN PARAGUAYA, 1936-1940

La turbulencia ha caracterizado a la política latinoamericana por tanto tiempo, que la noticia de una revuelta o un golpe de Estado puede recibirse con un gesto de indiferencia. Los gobiernos de América Latina rara vez pierden las elecciones, excepto en las raras ocasiones en que la derrota electoral es deliberada. Por eso las minorías se distinguen por su no colaboración con el régimen, que -según creen- llegó al poder con el fraude, está decidido a perpetuarse en él por el fraude, y sólo podrá ser suplantado por la fuerza. Esta actitud ha conducido frecuentemente al sistema de partido único, a las constantes intrigas de políticos y militares, los numerosos cuartelazos y muchas guerras civiles encarnizadas. Porque las personalidades inevitablemente aparecen como centro de esos tumultos, es fácil atribuirles una importancia que a veces oculta los ideales propugnados por tales movimientos. Es cierto que, con harta frecuencia, los ideales se confunden y los programas se olvidan en medio de las luchas internas del partido que ha permanecido unido el tiempo suficiente para ganar, escamotear o imponer una elección. Esos fenómenos, que no son exclusividad de América Latina, deben aceptarse como la conducta política normal de la región.

Sin embargo, cuando uno pasa revista a la escena política latinoamericana de los últimos treinta años, nota que los ideales, programas, plataformas o planes se han vuelto cada vez más importantes. El faccionalismo ha continuado; los cuartelazos, guerras civiles e intervenciones extranjeras no han cesado, pero los ideales han adquirido una fuerza mayor que la retórica confusa por medio de la cual se expresan. Los reformadores han tratado de arrebatar el poder de las clases o regímenes en el poder, y los intereses particulares se han defendido con todas las armas a su alcance. Por momentos, esos intereses han concedido, de mala gana, reformas para apaciguar fuerzas sociales tempestuosas que amenazan destruirlos.

Políticamente, América Latina pertenece al mundo europeo. Esta verdad perogrullesca resulta evidente en la manera en que las instituciones latinoamericanas se han apropiado de la filosofía política europea. En el siglo diecinueve, las nuevas repúblicas imitaron la democracia liberal de las revoluciones norteamericana y francesa -aunque estuvieran mal preparadas para ese tipo de liberalismo-. En el siglo veinte, algunos países latinoamericanos trataron de adaptar las ideologías totalitarias europeas a su vida política y económica -la adaptación ha sido ecléctica antes que una imitación ciega-. Se pueden hallar ejemplos en el Estado Nuevo proclamado por Getulio Vargas en el Brasil, en el tipo de nacional socialismo de Juan Domingo Perón en la Argentina, y en la democracia solidarista preconizada por Juan Stefanich en el Paraguay. Este expositor del solidarismo es uno de los muchos pensadores paraguayos que han estudiado los desarrollos políticos contemporáneos en un esfuerzo por hallar algo que pueda ser aplicado provechosamente en el Paraguay. Dichos pensadores siguieron de cerca los acontecimientos de los países americanos y se dieron cuenta de que ninguna nación podía vivir en una espléndida indiferencia a las corrientes que agitan a las otras; fueron despiadados al denunciar sus deficiencias nacionales y diligentes al buscar soluciones viables para sus problemas. (Véase, por ejemplo, Juan José Soler, Hacia la unión nacional (Buenos Aires, 1943), especialmente el capítulo IX.) Una breve reseña de la política paraguaya a partir de 1870 indicará la magnitud de la tarea.

Las condiciones para una democracia política han existido en el Paraguay por menos de ochenta años, ya que un funcionamiento normal de los partidos era imposible bajo las dictaduras de Francia y los López. En realidad, no hubo partidos políticos hasta el final de la ocupación brasilera, aunque los dirigentes rivales formaran clubes, (Cecilio Báez, Resumen de historia del Paraguay (Asunción, 1910), p. 162.) y hábiles editores de periódicos aparecieran para guiar la formación de una opinión pública. (Cecilio Báez, Le Paraguay, son évolution historique et sa situation actuelle (París, 1927), p. 70. Entre los periódicos de la década de 1870 estaban La Regeneración, La Voz del Pueblo, El Pueblo y La Opinión Pública; entre los mejores directores y editores estaban Juan José y José Segundo Decoud, Cándido Bareiro y Juan Silvano Godoi)

Uno de los dos partidos tradicionales se organizó como Asociación Republicana en 1887 bajo la dirección del general Bernardino Caballero y José Segundo Decoud. El grupo, popularmente conocido como Partido Colorado, controló el Gobierno hasta 1904. (4)  El Partido Liberal, organizado por Antonio Taboada en 1887, reclamó elecciones libres inútilmente, hasta que ganó el poder en la revuelta que tuvo lugar entre agosto y diciembre de 1904, y que culminó con el Pacto del Pilcomayo. (5) A partir de entonces, los colorados se convirtieron en un grupo minoritario, pero el rol de una oposición enérgica correspondió a las facciones internas del Partido Liberal, en especial a las dirigidas por Manuel Gondra y Eduardo Schaerer. (Manuel Gondra dirigía el grupo llamado radical y Eduardo Schaerer el grupo cívico. Sobre la revolución de 1904, ver el ensayo de Warren sobre el tema. (N. del T.))

Sus luchas, reflejadas en la prensa, provocaron varias rebeliones y guerras civiles, en la medida en que los jóvenes radicales se oponían a las políticas conservadoras propuestas por Cecilio Báez. (6)

La facción gondrista o radical del Partido Liberal controló el Gobierno desde 1921 hasta 1936. (Los presidentes fueron Eusebio Ayala (1921-1923), Eligio Ayala (1923-1924), Luis A. Riart (1924), Eligio Ayala (1924-1928), José Patricio Guggiari (1928-1932) y Eusebio Ayala (1932-36). Benítez llama a Eusebio Ayala el más ilustre de los compañeros de Gondra y a Eligio Ayala el más ilustre de sus discípulos (El Solar Guaraní, p. 125).)

A esta facción llamaban sus adversarios despectivamente "el régimen" y liberalismo situacionista o gubernamental; más tarde se le aplicaron los duros epítetos de entregadores o legionarios. (Esos calificativos acusan a los liberales de traición: entregador por haber entregado territorio paraguayo a Bolivia; legionario por haber traicionado al país como los integrantes de la Legión Paraguaya anti lopista que luchó en el ejército aliado durante la Guerra de la Triple Alianza.)

Los liberales opositores que seguían a Schaerer participaron en el Gobierno de tiempo en tiempo, pero la facción disidente de Modesto Guggiari se mantuvo en un alejamiento huraño. En 1929 fracasó la tentativa de unir a las tres facciones. (9)

También los colorados estaban divididos. El grupo electoralista, despectivamente llamado infiltrista, participó en el Gobierno y ocupó bancas en el Congreso. Esa facción, dirigida por el doctor Eduardo López Moreira, se retiró del Congreso en su totalidad a causa del disturbio del 23 de octubre de 1931. Aquel hecho motivó una tentativa infructuosa de unir a los colorados abstencionistas y electoralistas con los liberales disidentes y el grupo que se llamaba a sí mismo la Liga Nacional Independiente. Los liberales de la oposición ocuparon entonces las nueve bancas dejadas vacantes por los colorados.  (10)  El Partido Liberal, bajo la benigna influencia de Eusebio Ayala, (Eusebio Ayala (1875-1942) estudió en el Colegio Nacional y en la Facultad de Derecho. Fue ministro y miembro del Congreso, y presidente de 1921 a 1923. Luego viajó por Europa y volvió para asumir la presidencia en 1932. Aunque jefe civil en la guerra victoriosa contra Bolivia, fue derrocado por el golpe de febrero de 1936. (N. del T.)) se unió para enfrentar a Bolivia en la Guerra del Chaco en 1932, pero la unión no fue profunda, porque las facciones conservaron sus propios directorios y estaban representadas en el Comité Superior de Unificación. (11)

En 1911, un grupo de cinco promisorios intelectuales dirigidos por Juan Stefanich [1889-1976] llegó a la conclusión de que la sociedad paraguaya necesitaba renovación y redención. Otros más se unieron a ese grupo, que en 1925 tenía suficientes recursos para comenzar la publicación de La Nación. Tres años después, el 14 de mayo de 1928, esos reformadores se organizaron en la Liga Nacional Independiente con el propósito declarado de revitalizar y reorientar la democracia paraguaya." Stefanich afirmaba que se debía agregar una nueva dimensión a la democracia, para permitirle sobrevivir en un mundo sometido a cambios revolucionarios. Bajo su dirección, la Liga

Nacional propuso la abolición de las líneas partidarias tradicionales y la cooperación para construir un nuevo Paraguay. (13) Y La propuesta coincidió con un periodo de crisis en la cuestión del Chaco y permitió a sus defensores adoptar una postura nacionalista para exigir una defensa decidida de los derechos del Paraguay. Los seguidores de Stefanich acusaron a los liberales de descuidar los intereses nacionales y se esmeraron en exagerar sus propios logros en la guerra con Bolivia. Stefanich afirmó que La Nación ya había iniciado una campaña a favor de los puntos esenciales de lo que posteriormente él llamaría democracia solidarista. (14)

Como muchos otros hombres de Estado latinoamericanos, Stefanich es teórico de la política, periodista, novelista y ensayista. Entre sus primeros libros se cuentan Hacia la cumbre, Aurora y La ruta de mi pueblo, que merecieron algún elogio de sus mismos adversarios políticos. Un crítico de filiación liberal lo llamó orador romántico de "elocuencia melancólica y contagiosa", cuyas "construcciones ideológicas son más frutos de la fantasía que de la lógica y observación". (15) Stefanich representó al Paraguay en varias conferencias internacionales y en 1927 fue miembro correspondiente del Secretariado de la Liga de Naciones para informar sobre los asuntos paraguayos. (16) La culminación de su carrera llegó en 1936, cuando participó en la revuelta febrerista, fue ministro de Relaciones Exteriores de Rafael Franco y asistió a la Conferencia Inter Americana para el Mantenimiento de la Paz.

En su tentativa de hallar motivos de crítica contra el Partido Liberal, los enemigos del régimen se valieron del conflicto del Chaco para fundamentar la acusación. Stefanich sabía poco de los preparativos para la guerra o prefirió ignorarlos, y lanzó la acusación de que la debilidad del Paraguay fue un poderoso estímulo para los instigadores de la guerra en Bolivia. (17) Un escritor liberal refuta la calumnia presentando en detalle las compras de armas realizadas por varios años. (18) Poco después del incidente fronterizo del Fortín Vanguardia en diciembre de 1928, (Ese choque entre soldados bolivianos y paraguayos estuvo cerca de llevar a la guerra abierta. José P. Guggiari (1884-1957) participó en la revolución de 1904 y ocupó funciones públicas importantes antes de llegar a la presidencia. (N. del T.)) el presidente José P. Guggiari formó un Consejo de Defensa Nacional de corta vida, cuya

tarea era la de buscar los medios para alcanzar la unidad y mejorar las medidas defensivas. (19) El Presidente, según Stefanich, informó al Consejo que el Paraguay no tenía recursos ni material militar y no podría contar con aliados en la guerra que se avecinaba. Por eso La Nación asumió la tarea de exigir una preparación adecuada y el surgimiento del fervor patriótico. (20)

Guggiari no reveló, ni siquiera al Consejo, el alcance de las preparaciones por temor de que la Liga de Naciones acusara al país de ser el agresor, y porque Bolivia podía atacar antes de que el Paraguay estuviese listo, (21) pero Stefanich sólo vio en ello un derrotismo que alcanzaba todas las esferas del Gobierno en 1931. (22)

El conflicto del Chaco pasó, de una serie de incidentes y crisis aisladas, a la guerra abierta. Mientras se desarrollaba el proceso de agravamiento del conflicto, la Liga Nacional trató de dar un prematuro golpe de Estado, conocido por los historiadores como el motín del  23 de octubre de 1931. Stefanich afirmó que aquella manifestación fue una reacción espontánea de los estudiantes a sus apasionados llamamientos a la acción para salvar el país de un reducido grupo de liberales traidores, (23) pero su versión no concuerda con los hechos. La agitación de La Nación por una acción más firme en el Chaco resultó en la manifestación de estudiantes universitarios del 22 de octubre, durante la cual se apedreó la casa del presidente Guggiari. Cuando la manifestación llegó a la Escuela Militar, Stefanich y Juan Natalicio González (Juan Natalicio González llegó a presidente el 15 de agosto de 1948 y fue depuesto el 30 de enero de 1949.) tenían el control de la misma. Esos dos líderes, no queriendo que muriera el movimiento, se reunieron en la casa del mayor Rafael Franco, donde González abogó por una rebelión. Hubo otra reunión el 23 de octubre, con participación de Stefanich, Adriano Irala y González; en ella -según ciertas versiones- se urdió un complot para asesinar a Guggiari y su ministro del interior, Justo Pastor Benítez. Los estudiantes del Colegio Nacional debían marchar hasta el Palacio de Gobierno, provocar un incidente con la policía y dar así una excusa para que Franco sublevara una parte de la guarnición de Campo Grande y diera un golpe contra el régimen. (Declaración de José Patricio Guggiari, octubre de 1945, en Artaza, op. cit., pp. 215-220.) Si tal era el plan, el mismo fracasó. Benítez no estaba en su oficina y por tanto no se lo podía asesinar. Pero cuando el grueso de los manifestantes, incluyendo algunos estudiantes, trataron de abrirse paso a través de la guardia del Palacio de Gobierno, hubo disparos de armas de fuego y murieron varios estudiantes.

El periodista liberal Policarpo Artaza, no sabiendo que Stefanich y los demás conspiradores estaban detrás del disturbio, atacó al Gobierno en el editorial de El Orden. (26) "El 23 de octubre", escribió Stefanich, "puso su marca de sangre y muerte en la historia política de la república. Su saldo trágico era una masacre de estudiantes frente a la casa de Gobierno por el delito de haber pedido la defensa enérgica de la patria". Los editores de los periódicos (agregó) formaron un frente unido con los obreros y estudiantes bajo el liderazgo del propio Stefanich. (27) De nuevo el filósofo del solidarismo pareciera distorsionar los hechos: si bien hubo una reunión en la oficina de La Nación, los representantes de El Orden y La Tribuna pudieron percibir los planes políticos de Stefanich y se negaron a cooperar con el proyectado frente unido. (28) Aquellos acontecimientos indicaron que la Liga Nacional Independiente era capaz de intentar una revuelta precisamente cuando las relaciones internacionales del país estaban en crisis.

Incapaces de derrocar el Gobierno, los opositores del régimen se contentaron con criticar la conducción de la Guerra del Chaco. Stefanich acusó indirectamente a los liberales de no apreciar la verdadera significación de ese conflicto: la de ser una cruzada contra la infiltración nazi en América, en que el Paraguay fue el "heroico baluarte" que detuvo el avance nazi. (29) Esta provocativa interpretación sería digna de la mayor atención si se considera el posterior episodio de Germán Busch y las actividades de Víctor Paz Estensoro en Bolivia, (30) sin embargo, la cronología de los hechos y los antecedentes de la Guerra del Chaco no la apoyan por cierto. El general Hans Kundt y otros alemanes entrenaron al ejército boliviano mucho antes de que el nacional socialismo llegara al poder en Alemania. Aunque los nazis pudieron haber participado entre bambalinas en algunos incidentes rocambolescos, sería muy difícil probar una complicidad mayor. Stefanich, sin embargo, afirmó posteriormente que la guerra se hubiera podido evitar si no hubiera intervenido "aquella pseudo filosofía con que los políticos criollos de ciertos países intentaban legitimar en América, bajo el comando nazi, la agresión, la conquista y la violencia". (31)

Varios autores, incluyendo Isidro Ramírez y Stefanich, tergiversaron los hechos relacionados con la tregua de Campo Vía para acusar a Eusebio Ayala de traicionar los intereses paraguayos. En realidad, Ayala pidió a los jefes militares que fijaran la fecha que mejor conviniera a sus planes para la tregua, y no dio participación efectiva a la Comisión del Chaco de la Liga de Naciones hasta que se lograron las victorias de la zona de Alihuatá. Sólo después, el 19 de diciembre de 1933, Ayala aceptó la tregua que duró hasta el 8 de enero de 1934.

El general José Félix Estigarribia *** necesitaba tiempo para reagrupar sus fuerzas, (32)  y el delegado paraguayo, Manuel Garay, compró todos los camiones que pudo en Buenos Aires y Montevideo para compensar la falta de transportes del ejército. (33) Antes que una traición al Paraguay, la tregua de Campo Vía fue un ardid para ganar tiempo para reiniciar el ataque. En aquel momento, Ayala no tenía ninguna intención de aceptar una paz. Igualmente absurda-según los liberales -fue la acusación de que había motivos ocultos al concederse a Estigarribia una pensión de por vida y ascenderlo en el escalafón militar después de la guerra. "Los mil quinientos pesos del general" se convirtieron en el blanco favorito de las chanzas antiliberales. (34) La rápida desmovilización después de la guerra -una medida de economía normal- fue otro motivo de descontento; se le atribuyó a Ayala el deseo de debilitar la potencial influencia política del ejército. (35)

La victoria de la Guerra del Chaco dio los medios para efectuar una revuelta exitosa contra los liberales a Stefanich y otros conspiradores. Ellos siguieron censurando las políticas del Gobierno; manipularon la susceptibilidad de ciertos oficiales resentidos (36) y esperaron el momento oportuno para dar el golpe. Para hacer justicia a los febreristas, no se debe ignorar la influencia de los cambios de Gobierno en las repúblicas vecinas, México, los Estados Unidos y Europa. Los liberales, que habían hecho relativamente poco para solucionar los graves problemas económicos y sociales en sus tres décadas en el poder, eran un fácil blanco para la crítica en aquella era de depresión de posguerra.

Los veteranos de la Guerra del Chaco formaron la Asociación Nacional de Ex Combatientes en 1935 "como una protesta contra la ineficiencia de los partidos tradicionales"." El coronel Rafael Franco ** como presidente y el coronel Manuel Garay como vicepresidente dieron a la Asociación prestigio, aunque no dirección adecuada. (38) En ella estaba el grupo que podría servir muy bien para convertirse en el núcleo de una revuelta exitosa, puesto que su presidente era también director de la Escuela Militar. (39)

Los veteranos, los miembros de la Liga Nacional, los oficiales y los políticos descontentos estuvieron involucrados en las conspiraciones que culminarían en la revuelta febrerista, aunque exista discusión acerca de quién fue el primer motor. Uno de los aspirantes a ese dudoso honor es Facundo Recalde, "poeta rebelde" convertido en periodista brillante y agresivo, y quizás en el "autor de la revolución del 17 de febrero." (40) Pero este es un título disputado, pues el doctor Gomes Freire Esteves y el coronel Federico W. Smith también fueron llamados los "dos líderes reales de la Revolución". (Carta abierta de J. Rodolfo Bordón a Federico W Smith, abril de 1946 (puesta en circulación en Villarrica como una hoja suelta), en Artaza, op. cit., p. 236.) Juan Stefanich, J. Rodolfo Bordón, Felipe Molas López, Bernardino Caballero, el coronel Camilo Recalde, Rafael Franco y el capitán Jara Troche se contaban entre los conspiradores más activos. (42)  Las actividades de aquellos hombres se volvieron tan conocidas, que los propietarios de los cuatro periódicos liberales urgieron al presidente Ayala a tomar medidas enérgicas contra ellos, pero él se rehusó a hacerlo creyendo que el coronel Smith, el comandante de Campo Grande, era leal. (43)  El general Estigarribia arrestó a Franco en la Escuela Militar (44) y el Gobierno lo deportó el 6 de febrero de 1936. (45) Cuando se le preguntó por qué no había actuado en forma más decidida, Ayala contestó que no quería restarle prestigio al Paraguay durante las negociaciones de paz con Bolivia dando la impresión de que el país no estaba unido. (46)  Para el sábado 15 de febrero, el Gobierno tenía la lista completa de los oficiales conspiradores y sabía que ellos habían elegido como jefe militar al coronel Rivas Ortellado. Estigarribia, creyendo que Ortellado no jugaría ese rol y poco dispuesto a levantar una falsa acusación en la poderosa guarnición de Campo Grande, fue al Chaco en una gira de inspección. (47)  Si lo anterior es cierto, el Presidente y su general fueron culpables de una increíble ingenuidad. Quizás Ayala y Estigarribia se dieron cuenta de que nada podían contra las tropas de Campo Grande. El general, entonces, pudo haber ido al Chaco para ponerse a la cabeza de militares  leales al régimen, con la idea de que Ayala se le uniría. Pero el presidente se refugió en un barco de guerra [la cañonera Humaitá], cuyo capitán estaba dispuesto a remontar el río hasta Concepción, pero Ayala se negó a provocar una guerra civil. (Aunque carente de apoyo documental, esta hipótesis es perfectamente razonable, aunque sólo sea una conjetura)

Después del destierro de Franco, los febreristas actuaron rápidamente. El periodista Facundo Recalde consiguió el apoyo del coronel Smith de Campo Grande, quien había estado al tanto de las maniobras desde el primer momento. El 16 de febrero, Smith decidió aceptar la conducción militar con tres condiciones: que el hermano de Facundo, el coronel Camilo Recalde, fuera ministro de guerra; que un civil fuera presidente; que él mismo se retirara del ejército. Facundo Recalde aceptó esas condiciones, organizó una reunión en la casa de su hermana en Luque a las diez de la mañana del mismo día, y una hora más tarde fue con Smith a la Escuela Militar, donde los oficiales reunidos aceptaron que Gomes Freire Esteves, antes liberal y gubernista, *** fuera presidente provisional hasta que se pudieran celebrar elecciones. (41) Los coroneles Smith y Recalde avanzaron sobre Asunción a la cabeza de las tropas de Campo Grande en horas tempranas de la mañana del lunes 17 de febrero de 1936. Viendo que sólo la Policía de la Capital lo apoyaba, el presidente Ayala se rindió después de una breve lucha, se embarcó en una cañonera anclada en el puerto y renunció definitivamente a la resistencia armada. Los hermanos Recalde aceptaron las renuncias de Ayala y del vicepresidente Casal Ribeiro. (50) El general Estigarribia regresó del Chaco en avión, se entregó a los rebeldes y comenzó un apresamiento de seis meses con el ex presidente Ayala. (51) La revuelta febrerista había triunfado con asombrosa facilidad, y la política paraguaya se adentraba en un territorio desconocido. Aparentemente, los rebeldes tenían líderes pero, como no tenían un programa, un intercambio de pareceres les convenció de que debían traer a Rafael Franco a Asunción.

En Buenos Aires, Franco había vivido bajo un control policial muy laxo en el Hotel Metropol, y don Natalio Botana, director del diario Crítica, se había interesado en él. Cuando Franco recibió el telegrama de Facundo Recalde que le pedía regresar, Botana le consiguió una avioneta después de que el presidente Justo se hubiera negado a brindarle transporte oficial. (52)  Franco llegó a Asunción el 19 de febrero, (53) acompañado de dos comunistas paraguayos, los doctores Oscar Creydt y Anselmo Jover Peralta. (54) La relación de Botana con el doctor Creydt y su influencia sobre Franco dan pábulo a la sospecha de que la revuelta febrerista no estuvo totalmente exenta de intervención argentina extra oficial. Facundo Recalde, el coronel Smith y Gomes Freire Esteves recibieron a Franco en el aeropuerto y los condujeron hasta el Palacio de Gobierno, donde otros febreristas los esperaban. Allí, según Smith, Recalde invitó a Franco a presidir la reunión; Franco interpretó el gesto como una invitación a asumir la presidencia del Paraguay, y Freire Esteves se manifestó de acuerdo. (55)

El doctor Felipe Molas López, un colorado,**** más tarde negó esa versión y afirmó que los febreristas coincidían en apoyar la presidencia de Franco. (56) También Stefanich afirmó que la versión de Smith era incorrecta, porque los febreristas habían apoyado a Franco desde el primer momento. (57)

La liquidación del régimen liberal era un objetivo inmediato de los febreristas. El liberalismo y la Constitución de 1870 fueron declarados incapaces de asegurar la paz interior y los beneficios de la libertad; los liberales representaban "un régimen bastardo" impuesto al Paraguay sin tomarse en cuenta las "realidades políticas, sociales y geográficas. (58) Con el apoyo del ejército, los febreristas querían deshacerse de quienes pudieran conspirar contra ellos. La mayoría de los funcionarios públicos liberales importantes fueron a la cárcel, donde permanecieron cerca de seis meses, mientras se buscaban inútilmente pruebas de delitos cometidos por ellos en el desempeño de sus funciones públicas. (59) Cuando ciertos amigos del general Estigarribia fueron descubiertos en una tentativa de realizar una contra revuelta, otro grupo más fue apresado y enviado fuera del país por el Gobierno de Franco. (New York Times, 1 de junio de 1936) Ayala y Estigarribia se reunieron con sus correligionarios liberales en el exilio después de varios meses en la cárcel o en reclusión domiciliaria. (61)

Molestos por la condena histórica recaída sobre el mariscal Francisco Solano López, los febreristas denunciaron, desafiantes, la "leyenda negra aceptada en el mundo" y trataron de revertir el juicio de la historia. Renuentes a seguir con la vieja práctica de limitarse a justificar a Francisco Solano López, los hombres de febrero, por el decreto N° 66 del 1 de marzo de 1936, lo declararon "Héroe nacional sin ejemplar", y más tarde ordenaron la erección de un monumento en su honor sobre el punto más alto de las cercanías de Asunción. Una comisión fue enviada a recuperar los restos del dictador de una tumba sin marca a orillas del río Aquidaban, para luego depositarlos con toda solemnidad en el Panteón Nacional de los Héroes. (Stefanich, Renovación y liberación, pp. 16-17.)

Esos actos eran parte de una tentativa de terminar con un complejo de inferioridad nacional, de enseñar al pueblo a sentir orgullo de su pasado, y de afirmar que el Paraguay, en la Guerra de la Triple Alianza, defendió a las repúblicas del Plata del expansionismo de la dinastía de Braganza. Con la inauguración del Panteón Nacional se esperaba terminar para siempre con todas las calumnias contra Solano López (Stefanich, La restauración histórica del Paraguay (Capítulos de la revolución paraguaya, I) (Buenos Aires, 1945), pp. 8-9.) y confundir a sus detractores modificando la historia por decreto.

El Gobierno de Franco procedió rápida pero confusamente a establecer un régimen totalitario: cerró periódicos el 18 de febrero e impuso una rígida censura (64) Seis días después Franco, imitando a Mussolini, anunció desde un balcón del Palacio de Gobierno que había nacido una era nueva, (65) y el 10 de marzo publicó el decreto ley N° 152, que debía ser un anticipo del programa febrerista, pues se convocaría una asamblea constituyente para determinar la "organización moderna definitiva de la república". El decreto afirmaba audazmente que "el advenimiento de la Revolución Libertadora en el Paraguay reviste la misma índole de las transformaciones sociales totalitarias de la Europa contemporánea, en el sentido de que la Revolución Libertadora y el Estado son ya una misma cosa". Toda actividad política quedaba prohibida por un año; (El artículo 3 del decreto 152 decía: "Toda actividad de carácter político de organización partidista, sindical o de intereses creados o por crear de naturaleza política dentro de la Nación, que no emane explícitamente del Estado o de la Revolución identificada con el Estado, se prohíbe por el término de un año". (N. del T.)) el ministro del interior Gomes Freire Esteves recibió el control total de las relaciones obreras e industriales, y se creó el Departamento Nacional del Trabajo. (66)

El decreto ley N° 152 pudo dar la falsa impresión de que existía un acuerdo. El Gobierno de Franco se consideraba "una mezcla heterogénea de tendencias políticas y oposiciones sociales" a las que debía imponerse una unidad de acción; en él había elementos marxistas, nazis y fascistas, que luchaban por el control de la revolución, y carecían de dirigencia, programa e ideología definidas. Stefanich se esforzó por formular y lograr aceptación para sus ideas de democracia solidarista. (67) En la reunión del gabinete del 20 de febrero se expresaron pareceres divergentes: Jover Peralta, ministro de justicia, era un marxista declarado; Gomes Freire Esteves, ministro del interior, era un ex liberal convertido en fascista; Bernardino Caballero, ministro de agricultura, absorbió la ideología nazi durante su larga estadía en Alemania. (68) Stefanich, ministro de relaciones exteriores, obtuvo una victoria parcial en posteriores confrontaciones y Freire Esteves marchó al exilio. (69) Para Stefanich, el triunfo de sus ideas solidaristas era una victoria para "la auténtica doctrina paraguaya". (70)

Mientras que el Gobierno se ocupaba de emitir decretos para "liberar" varios aspectos de la vida económica y social, adoptaba ideas totalitarias para organizar un partido político único. La Asociación de Veteranos le dio su apoyo en el mitin multitudinario del 15 de noviembre de 1936, de donde nació la Unión Nacional Revolucionaria. (71)  La UNR debía ser un partido nacionalista, idéntico al Estado, y con el objetivo de realizar los ideales de la revolución del 17 de febrero. (72) Stefanich consideró que la Liga Nacional Independiente había cumplido su propósito y podía disolverse. (73) Un crítico liberal le objetó que, puesto que la asociación de veteranos estaba compuesta de liberales y colorados, quienes juntos tenían el 90% de los votos, la UNR se creó para evitar la inevitable derrota febrerista en una elección libre. El Partido Liberal había perfeccionado la maquinaria democrática en el Paraguay (prosigue el crítico) y la "Revolución Libertadora" no hizo nada, aparte de coartar las libertades políticas y civiles con su totalitarismo. (74) El doctor Molas López, aunque febrerista, protestó contra aquella tendencia totalitaria, que significaba una traición de la revolución. (75)

El régimen de Franco, que duró hasta agosto de 1937, realizó varios cambios en su afán de reforma, aunque algunos de ellos no fueron debidamente apreciados por sus presuntos beneficiarios. En líneas generales, el programa económico febrerista trató de organizar la producción agrícola y ganadera sobre una base científica, para terminar con la "economía colonial", para emancipar las finanzas nacionales y para desarrollar un adecuado transporte nacional e internacional. (76) Los trabajadores fueron “liberados” mediante la creación del Departamento Nacional del Trabajo y la enunciación de muchos derechos y privilegios para proteger sus intereses, (77) pero demostraron su ingratitud organizando huelgas y tumultos. (78) El decreto ley N° 1060 del 5 de mayo de 1936 autorizó la expropiación de 2.000.000 de hectáreas de tierra; con ese programa, unas 10.000 familias habían recibido títulos de propiedad sobre un total de 200.000 hectáreas para el 13 de agosto de 1937. (79) Ciertamente, aquella fue una medida acertada, porque sólo un porcentaje reducido de personas era propietario en las áreas rurales (80)  Los febreristas pueden ufanarse de otros logros, como la creación de los nuevos ministerios de Agricultura y Salud; la reforma bancaria y financiera; el extenso programa de obras públicas; los proyectos para mejorar las escuelas y crear nuevos hospitales, ferrocarriles, puertos y una marina mercante. (81)

Los liberales hallaron muy poco digno de elogio y mucho digno de censura en la actuación de los febreristas: afirmaron que la reforma financiera consistió solamente en cambiar el nombre de la Oficina de Cambios por el de Banco de la República; que las medidas a favor de la agricultura y la salud pública no eran más que la continuación del programa liberal. (82) Los febreristas se jactaban de haber terminado el Panteón Nacional; los liberales replicaban que lo hicieron empleando fondos destinados a la construcción de mercados modelos. (83) El comité liberal de Buenos Aires atacó los arreglos financieros de Franco y deploró la malversación de fondos, las expropiaciones y la venta de los "trofeos de guerra" por £ 22.035 a Thorvald G. Ehrich. (84) En la diplomacia, los febreristas podían resaltar los logros en la "solución regional y continental de los problemas económicos del Paraguay, coordinándolos con un plan orgánico y nacionalizado de economía inter americana". (85)  Mientras Stefanich estaba en Buenos Aires en diciembre de 1936, para asistir a la Conferencia Inter Americana sobre el Mantenimiento de la Paz, firmó acuerdos con la Argentina (31 de diciembre de 1936) y el Uruguay (7 de febrero de 1937), que creaban comisiones mixtas para estudiar los problemas del comercio y otras actividades. Isidro Ramírez, ministro paraguayo en Brasil, firmó un tratado similar en Río de Janeiro (12 de abril de 1937) (86)

La Comisión Militar Neutral, que había tratado de transformar la tregua del Chaco en un tratado de paz definitivo, presionó a los febreristas. Según informes, Stefanich manifestó a Spruille Braden (Representante diplomático norteamericano que participó en las negociaciones de paz entre Paraguay y Bolivia. (N. del T.)) que el Gobierno de Franco se apoyaba en las bayonetas del ejército, y el ejército no aceptaría ninguna solución que no reconociera al Paraguay el territorio ganado en la guerra. (87)  En el acuerdo firmado el 9 de febrero de 1937, sin embargo, el Paraguay prometió retirar sus tropas de las posiciones avanzadas que controlaban el camino de Villa Montes a Boyuibe. (88)

 

 

(4). Policarpo Artaza, Ayala, Estigarribia y el partido Liberal (Segunda edición; Buenos Aires, 1946), p. 258. Los generales Bernardino Caballero y Patricio Escobar eran los principales líderes colorados.

(5). Soler, op. cit., p. 46. Los principales líderes del "movimiento popular" fueron el doctor Cecilio Báez y el general Benigno Ferreira. Otros líderes eran Manuel J. Duarte, Elías Ayala, Manuel Gondra, Eduardo Schaerer, Félix Paiva y Adolfo Soler.

(6). Justo Pastor Benítez, en El solar guaraní (Panorama de la cultura paraguaya en el siglo XX) (Buenos Aires, 1947), presenta un buen retrato de Báez en las páginas 79-87. Las facciones liberales prontamente se hicieron de periódicos para defender sus posturas. Aparentemente el primero en adquirir cierta importancia fue El Diario, fundado por Schaerer, Gualberto Cardús Huerta y Adolfo Riquelme en 1904. Su editor era Alejandro Guanes, asistido frecuentemente por Pablo Max Insfrán, Leopoldo Centurión y Policarpo Artaza (Artaza, op. cit., p. 16). El Liberal, fundado por un grupo para defender a Báez de los ataques de jóvenes liberales radicales como Modesto y José Patricio Guggiari, apareció en 1905; entre sus fundadores estaban Gomes Freire Esteves, Antonio A. Taboada y Luis A. Riart (Soler, op. cit., p. 47). El Orden, fundado por Cardús Huerta para apoyar a la facción schaerista, comenzó a publicarse en 1923 (Artaza, op. cit., p. 16). Artaza compró el local de El Orden en 1935 y lo llamó El País. El Diario, El Orden y El País eran órganos de la facción liberal opositora schaerista (ibídem, pp. 20-24).

(9). Artaza, op. Cit., p. 54.

(10). Ibíd., pp. 67-68. El doctor Pedro Peña dirigía a los colorados abstencionistas en aquel tiempo.

(11). Eduardo Schaerer, Enrique Ayala, Luis C. Ortellado, Blas Caballero y Policarpo Artaza dirigían a los liberales opositores (ibíd., pp. 66-67).

(12). Juan Stefanich, El Paraguay nuevo, por la democracia y la libertad hacia un nuevo ideario americano (Buenos Aires, 1943), pp. 47-51. Aliados de Stefanich eran Adriano Irala, Juan Vicente Ramírez, Pedro Pérez, Néstor E. Rivero y otros (Benítez, op. cit., p. 183).

(13). Stefanich, op. cit., pp. 51-53.

(14). Ibíd., pp. 53-54.

(15). Benítez, op. cit., p. 183.

(16). Stefanich, op. cit., pp. 5-6.

(17). Ibíd., p. 37.

(18). Artaza, op. cit., pp. 50-52.

(19). Los liberales gubernistas estaban representados por Luis de Gásperi y Justo Pastor Benítez; los liberales opositores, por Eduardo Schaerer y Policarpo Artaza; los colorados infiltristas, por Eduardo López Moreira; los colorados abstencionistas por Pedro Peña, y la Liga Nacional Independiente por Juan Stefanich (Artaza, op. cit., pp. 33-35)

(20). Stefanich, op. cit., pp. 37-41.

(21). Artaza, op. cit., p. 37.

(22). Stefanich, op. cit., pp. 41-43.

(23). Ibíd., p. 43.

(26). Ibíd., pp. 55-56.

(27). Stefanich, Paraguay nuevo, p. 54.

(28). Artaza, op. cit., pp. 57-58. La Tribuna, periódico liberal, estaba representado por Tranquilino Duarte, Blas Caballero y Arturo Bordón; Artaza representaba El Orden.

(29). Stefanich, op. cit., pp. 43-44.

(30). Busch llegó a presidente provisional de Bolivia el 13 de julio de 1937, cuando un grupo de oficiales, aparentemente con apoyo conservador, puso fin a la tentativa del coronel David Toro para imponer el socialismo de estado en 1936-37 (Stephen Naft, "Fascism and Communism in South America", Foreign Policy Reports, XIII, N4 19, 15 de diciembre de 1937, p. 235). Busch fue encontrado muerto, a causa de un asesinato o suicidio, el 23 de agosto de 1939 (Hemisphere, 9 de febrero de 1940, p. 3). Se lo acusó de haber flirteado con ideas nazis. Paz Estensoro estuvo estrechamente asociado con un complot de inspiración nazi en 1941. El mayor Elías Belmonte, agregado militar en Berlín, fue acusado de haber revelado, en una carta a Ernst Wendler, ministro alemán en Bolivia, detalles de un complot nazi que debía estallar en julio de 1941. La revelación del proyecto provocó la expulsión de Belmonte y Wendler de sus respectivos puestos. (Arthur P. Whitaker, ed., Inter-American Affairs, 1941 [New York, 1942], p. 53). Paz Estensoro, líder del pro-nazi Movimiento Nacional Revolucionario, fue un primer actor en el derrocamiento del presidente Enrique Peñaranda el 20 de diciembre de 1943, que llevó a la presidencia al desventurado Gualberto Villarroel (Arthur P Whitaker, Inter-American Affairs, 1943 [New York, 1944], p. 31).

(31). Stefanich, op. cit., p. 45.

*** José Félix Estigarribia (1888-1940) nació en Caraguatay y estudió en la Escuela de Agricultura de Trinidad, donde obtuvo el título de perito rural. Ingresó al ejército en 1910, estudió en instituciones militares de Chile y Francia. Fue el jefe militar paraguayo en la Guerra del Chaco y llegó a presidente en 1940. (N. del T.)

(32). Artaza, op. cit., pp. 79-80.

(33). Ibíd., pp. 180-81.

(34). Ibíd., pp. 99-100.

(35). Ibíd., pp. 111-112.

(36). Ibíd ., pp. 72-73.

(37). Soler, op. cit., p. 267.

** Rafael Franco (1900-1972), oficial graduado de la Escuela Militar paraguaya, realizó una importante tarea en la preparación de la defensa del Chaco en los años de preguerra. En diciembre de 1928, comandaba a los soldados paraguayos que se enfrentaron a los bolivianos en Fortín Vanguardia. Héroe de la guerra, fue presidente (1936-1937) y figura principal del partido febrerista. (N. del T.)

(38). Artaza, op. cit.,112-113.

(39). Ibíd., p.119.

(40). Benítez, op. cit., pp. 186-87.

(42). Artaza, op. cit., p. 145.

(43). Ibíd., pp. 117-119. Los periódicos liberales y sus directores eran: La Tribuna (Eduardo Schaerer), El Liberal (José P. Guggiari), El Diario (J. Eliseo Da Rosa) y El País (Policarpo Artaza).

(44). Ibíd., p.119.

(45). Current History, XLIV (Mayo, 1936), 28.

(46). Artaza, op. cit., p. 119.

(47. Ibíd., pp. 123-24. Más adelante en el mismo libro, Artaza afirma que los conspiradores habían elegido para el puesto al coronel Luis Irrazábal pero, cuando él no lo aceptó, recurrieron a Franco (Ibíd., p.152). La deportación de Franco hizo que los conspiradores pensaran en Ortellado y luego en Smith.

* A partir de agosto de 1937, las tropas de Campo Grande se convirtieron en el cuerpo de ejército más poderoso del Paraguay porque, al contingente estacionado en el lugar, se le sumaron los efectivos venidos del Chaco y Concepción para dar el golpe contra Rafael Franco. Ese cuerpo, llamado generalmente la Caballería, fue el que derrocó a Alfredo Stroessner en febrero de 1989; quizás para evitar futuros golpes, se lo dispersó durante la presidencia de Luis González Macchi (1999-2003). (N. del T.)

*** Gomes Freire Esteves (1886-1970) participó en la revolución de 1904, que llevó al poder al Partido Liberal, y luego en la de 1936, que lo derrocó. Fue el autor del decreto 152 (citado en este ensayo) y de Historia contemporánea del Paraguay (Buenos Aires, 1921). (N. del T.)

(49). Carta abierta de F. W. Smith a j. Rodolfo Bordón, abril de 1946, en Artaza, op. cit., pp. 238-239.

(50). Ibíd., pp. 125-126.

(51). Justo Pastor Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco (Buenos Aires, 1943), p.131.

(52). Artaza, op. cit., pp. 120-121.

(53). New York Times, 23 de febrero de 1936, iv, 7.

(54). Artaza, op. cit., pp. 121-22.

(55). Carta abierta de Smith a Bordón, abril de 1946, en Artaza, op. cit., pp. 239-40. El coronel Camilo Recalde se negó a aceptar un puesto en el gabinete, y el 23 de febrero salió de Asunción con rumbo a Chile, donde todavía vivía en 1946. Aparentemente, Recalde había satisfecho su rencor contra Ayala y no tenía otro interés en la revuelta (Ibíd., p. 127).

**** Felipe Molas López (1901-1954), dentista y no médico, fue presidente colorado de febrero a noviembre de 1949. En 1936, fue uno de los febreristas más activos, lo que no debe sorprender, porque en la revolución participaron personas de distintas orientaciones políticas. (N. del T.)

(56). Carta abierta a Federico W Smith, 4 de junio de 1946, en El Paraguayo, 5 de junio de 1946 citada por Artaza, op. cit. P 243.

(57). Juan Stefanich, Renovación y liberación, la obra del gobierno de Febrero (Capítulos de la revolución paraguaya, IV) (Buenos Aires, 1946), pp. 307-309.

(58). Stefanich, El mundo nuevo; una nueva teoría de la democracia (Buenos Aires, 1941), p.124.

(59). Artaza, op. cit., pp. 129-34.

(61). Benítez, Estigarribia, el soldado del Chaco, p. 134.

(64). New York Times, 12 de marzo de 1936.

(65). Ibíd.,1 de marzo de 1936, iv, 5.

(66). Artaza, op. cit., p. 68.

(67). Stefanich, El Paraguay nuevo, pp. 59-60 y El mundo nuevo, p. 121.

(68). Artaza, op. cit., pp. 145-46.

(69). Soler, Hacia la unión nacional, pp. 267-68; Artaza, op. cit., p. 26. Para junio de 1936, Germán Soler era Ministro del Interior y Emilio Gardel remplazaba a Jover Peralta como Ministro de justicia (Stefanich, Renovación y liberación, p. 56).

(70). Stefanich, El mundo nuevo, p. 122.

(71). Stefanich, El Paraguay nuevo, p. 61.

(72). Soler, op. cit., p. 268.

(73). Stefanich, El Paraguay nuevo, pp. 63-64. Los doctores Diógenes Ortúzar y Ángel Gorostiaga se opusieron a la disolución de la Liga. Artaza, Ayala, Estigarribia y el partido liberal, pp. 114-115.

(74). Artaza, op. cit., pp. 171-172.

(75). Carta abierta a Federico W Smith, 4 de junio de 1946, en El Paraguayo, 5 de junio de 1946, citada por Artaza, op. cit., p. 244.

(76). Stefanich, Renovación y liberación, p. 27.

(77). Ibíd., pp. 57-65. El Departamento del Trabajo se creó por decreto ley N° 2303 del 24 de junio de 1936.

(78). Artaza, op. cit., p. 163.

(79). Stefanich, Renovación y liberación, pp. 38-39. Más detalles sobre la reforma agraria en ibid., pp. 27-48.

(80). Benítez, El solar guaraní, pp. 28-29.

(81). Soler, op. cit., p. 268; Stefanich, El Paraguay nuevo, p. 58 y Renovación y liberación, pp. 70-131.

(82). Artaza, op. cit., pp. 166-69. Los liberales vieron muy poco que criticar en el decreto ley del 30 de marzo de 1936, que creaba la Orquesta Folklórica Guaraní bajo la dirección de José Asunción Flores (Stefanich, Renovación y liberación, pp. 176-77).

(83). Artaza, op. cit., pp. 161-62.

(84). Ibíd., pp. 42, 245-50.

(85). Stefanich, El Paraguay nuevo, p. 83.

(86). Stefanich, Renovación y liberación, pp. 191-235. Estos y otros aspectos de la diplomacia febrerista se tratan con algún detenimiento en Stefanich, La diplomacia de la revolución (Capítulos de la revolución paraguaya, II) (Buenos Aires, 1945).

(87). Artaza, op. cit., p. 186.

(88). New York Times, 13 de junio de 1937, iv, 4.

 

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Fuente:

Edición e introducción de

THOMAS L. WHIGHAM y JERRY W COONEY 
Traducción: GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ
Editorial Servilibro,
Dirección Editorial : VIDALIA SÁNCHEZ
Página web: www.servilibro.com.py
Asunción, Paraguay  - 2008 (394 páginas)





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