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BEATRIZ GONZÁLEZ DE BOSIO

  CELAC HACIA EL SUEÑO DE LA PATRIA GRANDE - Por BEATRIZ GONZÁLEZ DE BOSIO - Domingo, 18 de Diciembre de 2011


CELAC HACIA EL SUEÑO DE LA PATRIA GRANDE - Por BEATRIZ GONZÁLEZ DE BOSIO - Domingo, 18 de Diciembre de 2011

CELAC HACIA EL SUEÑO DE LA PATRIA GRANDE

 

Por BEATRIZ GONZÁLEZ DE BOSIO

 

beagbosio@gmail.com

Ha nacido en Caracas la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con la participación de 33 estados, para discutir su presente y coordinar su futuro.

Por primera vez, América Latina y el Caribe crean un espacio que tendrá que recorrer etapas para, como bloque unido, tener una voz propia en el concierto de las naciones. Se vio la posibilidad de una secretaría permanente en Panamá, evocando a Bolívar, que había elegido ese territorio como lugar para realizar el Congreso Anfictiónico, como la piedra fundamental de la patria grande latinoamericana. Aquel Congreso de Panamá fue un intento de creación de los Estados Unidos del Sur. Se reunieron en 1826 en el antiguo convento de San Francisco, hoy Palacio Bolívar de la ciudad de Panamá. Asistieron al mismo: Nueva Granada, Venezuela, Ecuador, Guatemala, México, Perú, las Provincias Unidas del Centro de América; Chile y Argentina no asistieron debido a su situación interna; Bolivia no pudo llegar a tiempo y Gran Bretaña envió un observador. El Paraguay del Dr. Francia, todavía considerada provincia rebelde por Buenos Aires, se negaba a participar de cualquier intento de reuniones extraterritoriales.   

Señalaba el propio Simón Bolívar en aquella oportunidad: "Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vinculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión. Debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse [...] ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración..."

El Congreso no tuvo las consecuencias que el libertador esperaba y los estados participantes siguieron el camino de la balcanización.   

Unidad en la diversidad   

El estudioso de la integración latinoamericana, Prof. Gregorio Recondo, en su magna obra El sueño de la Patria Grande, rescata algunas de las citas más valiosas y menos conocidas sobre el tema de la integración, como aquella del venezolano Rómulo Betancourt:   

"Formamos un archipiélago de veinte ínsulas arrogantes, enquistada cada una dentro de su orgullo de parroquia". Y más escueta pero no menos elocuentemente la confesión de José de San Martín, que expresaba: "Yo no soy de ningún partido; me equivoco, soy del partido americano".   

El texto de Recondo contiene una galería de grandes exponentes de la idea de la integración mucho antes de que este término se convirtiese en el usual. La misma incluye a políticos coloniales como Hernandarias, a los independentistas Miranda y Nariño; poetas como Gabriela Mistral, Andrés Bello, José Martí, Rubén Darío, José Santos Chocano y César Vallejo; ensayistas como José Enrique Rodó, Manuel Ugarte y José Ingenieros; misioneros como Bartolomé de las Casas y Juan de Zumárraga; políticos como Víctor Raúl Haya de la Torre, Joaquín Edwards, José Vasconcellos y Augusto César Sandino; militares como José Félix Bogado y Bernardo O’Higgins; sociólogos y economistas como Raúl Prebisch, Celso Furtado, Felipe Herrera y Fernando Henrique Cardoso. Cada cual en su campo fue un exponente articulado y persuasivo de la necesidad de la unión latinoamericana y, a la vez, propulsores de las ideas de fuerza de integración que animaron a las distintas generaciones por más de cuatro siglos.   

Nuestra nota del 20 de julio de 1811 anima la idea de Confederación de Estados Independientes, en un pie de iguales que se asocian para cumplir mejor los fines del progreso y la prosperidad de los pueblos.   

Se sabe que eran grandes cultores de la idea de la integración, próceres como José Gervasio Artigas, que siempre se sintió parte de la confederación argentina, aunque se oponía a la hegemonía opresiva de Buenos Aires. La intransigencia de Buenos Aires finalmente echó por tierra todos estos proyectos. Su condición de puerto principal la ubicaba también como la fuerza política hegemónica. Así fueron surgiendo las diferentes nacionalidades en desprendimiento de lo que anteriormente había sido el semiintegrado imperio español.   

Y haciendo un poco de historia, los diferentes proyectos de integrar el continente comenzó por los proyectos multilaterales como el de la Unión Panamericana de 1889, que luego se convirtió en la OEA en 1947. Los organismos formales más adelante fueron surgiendo como ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio), que luego se convirtió en ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración).   

De estos intentos globales fueron luego surgiendo los proyectos regionales como el Mercado Común del Caribe, el Pacto Andino y el Mercosur, cuyo certificado de nacimiento es el tratado de Asunción de 1991. Hoy, hablamos de Unasur y el ALBA, que reúne a los países con gobiernos de abierta tendencia progresista.   

Una observación visual de las reuniones del CELAC demostró la multietnia de nuestra América y los consecuentes aspectos culturales que ello conlleva, en el marco de este propósito de integración de América Latina y el Caribe.   

De hecho, a lo largo del tiempo, diferentes pensadores, sociólogos, historiadores y politólogos han procurado analizar la realidad cultural de esta América "en el origen, en la esperanza y en el peligro".

Dichos ensayos, estudios e investigaciones se hicieron en el marco de las respectivas historias patrias, pero también procuraron abarcar el universo de la patria grande. Recordemos nuevamente las inquisidoras reflexiones de Bolívar sobre nuestra identidad, que seguirían germinando después en otros pensadores americanos, como Martí, Hostos, Vasconcelos, Bilbao, Sarmiento, Bello, Henríquez Ureña, Leopoldo Zea y tantos otros.   

¿Quiénes somos? ¿Aborígenes? ¿Españoles? ¿Híbridos? ¿Hijos de la chingada? ¿De Quetzalcoat? ¿O enviados de Dios para poblar la tierra de la esperanza?   

Un nuevo mundo se integró al mundo con América, pero faltaron certezas para convencernos de quién éramos hijos y descubrir nuestro lugar y nuestra misión en ese universo. La identidad —esto sí lo supimos— se presenta donde existe la diferencia, señala el Dr. Recondo en sus múltiples ensayos sobre la integración latinoamericana.   

A pesar de las diversidades, la búsqueda tuvo como punto de partida el análisis de los componentes característicos y definitorios del ethos cultural latinoamericano.    

La preocupación llevó a nuestros intelectuales a ocuparse, entonces, de los elementos constitutivos que dan origen a nuestra identidad colectiva. Esto es el componente ibérico (español o portugués), el vernáculo (indígena) y el africano. Luego habría de incorporarse —sobre todo en algunos de nuestros pueblos "trasplantados"— un componente aluvional: el inmigrante, principalmente europeo en las primeras oleadas y luego asiático, característico de los últimos contingentes.   

Para los que gustan incursionar en el escenario de lo imaginativo, no debería faltar tampoco el ingrediente utópico (o cuando menos teleológico): la "raza cósmica" en el crisol americano, idealizada por José Vasconcelos en su libro del mismo título.   

El mestizaje cultural en nuestra América fue un proceso transformador que resultó expresión de la mezcla de lo ibérico con las culturas originarias y asistió al proceso de incorporación cosmopolita, con gran predominio de lo europeo.   

En consecuencia —y como formulación del discurso de la modernidad— surgieron diversas escuelas o corrientes interpretativas de la cultura latinoamericana.   

Las endógenas y exógenas, a tenor del nacimiento de las mismas dentro o fuera del latinoamericano.   

En líneas generales, exógenas suelen fundamentarse en valores culturales de carácter extracontinental o extrarregional, preferentemente europeos.   

El panamericanismo, a pesar de ser una teoría originada en América, la consideramos exógena, porque su formulación y fundamentos están fuera del espacio regional latinoamericano. Esta doctrina se fundamenta en la unidad de las Américas como tierra de promisión y se fundamenta en la teoría conocida como Doctrina Monroe. Dicha doctrina (redactada en realidad por Adams) especifica que Norteamérica asume unilateralmente la función protectora de los demás países del hemisferio. De hecho, se funda en el predominio de una nación sobre las demás: "América para los americanos".   

En las corrientes endógenas (o "del autoctonismo americano") encontramos entre ellas: el indigenismo y el nacionalismo; lo telúrico.   

En los primeros años de la independencia surgió en la conciencia de los pueblos un patriotismo continental que fue desplazado por la prédica interesada de ciertos caudillos, que exaltaron los localismos y alentaron la constitución de nacionalidades en contra del proyecto integrador. Por largos períodos, lo nacional se opuso a lo americano.   

En este esperanzador encuentro de la CELAC, los presidentes, adrede, se apartaron de realizar declaraciones líricas y altisonantes para involucrarse directamente en los problemas cotidianos de la región dentro de un contexto de profunda crisis financiera mundial. Hablaron de fortalecer un sistema financiero propio, para proyectos productivos de las comunidades, de los pequeños productores y de los estados. Se propuso al mismo tiempo repatriar las reservas monetarias de los estados de la región para un fondo regional.   

Evidentemente es algo de gran trascendencia lo que se ha vivido en estos días pues también se firmó una Declaración de Caracas de 39 puntos. Declaración política aprobada por los mandatarios reunidos en la sesión fundacional del organismo hemisférico.   

Reza esta declaración, entre otros aspectos propositivos: combatir la pobreza y proteger sus economías de la crisis económica global. Hasta ahora, los problemas económicos que agobian a Estados Unidos y Europa no han golpeado de lleno a América Latina y el Caribe.   

También se hizo hincapié en el respeto al derecho internacional, la solución pacífica de controversias, la prohibición del uso y de la amenaza del uso de la fuerza, el respeto a la autodeterminación, el respeto a la soberanía, el respeto a la integridad territorial, la no injerencia en los asuntos internos de cada país.   

De gran relevancia es la cláusula relativa a las normas democráticas y una declaración de principios compartidos, incluyendo la defensa y respeto de los derechos humanos. Fueron aprobadas resoluciones en torno al compromiso regional en contra del narcotráfico, el terrorismo y las sanciones estadounidenses contra Cuba vigentes desde 1962.   

Se expresó el interés en reducir las importaciones fuera de América Latina para evitar futuros sobresaltos y potenciar la producción interna con su secuela de empleo, educación y progreso de las comunidades.   

La próxima cumbre será en Santiago en el 2012. La selección de este país como sede del próximo encuentro no fue fortuito ni casual, y tuvo el propósito de demostrar que la CELAC era desde el principio una organización pluralista que incluyera a todos los países y a todas las tendencias.   

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, asumió la presidencia rotativa del nuevo grupo y expresó su confianza en que el foro fomentará la cooperación regional a pesar de las diferencias políticas. "Sin duda que partimos con diferencias de opinión, y viva la diferencia", expresó el presidente chileno. "Espero que a lo largo de estos meses trabajemos juntos (los tres gobiernos), guiados por los principios de la libertad, la democracia, el respeto a los derechos humanos, la justicia y, por sobre todo, nuestro profundo amor por nuestros pueblos; lograremos tener un trabajo fecundo y, en una de esas, podemos acercar posiciones", agregó Piñera en alusión a la troica o dirección ejecutiva de tres miembros que tendrá la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños o CELAC, y que comparte con Chávez y el mandatario cubano Raúl Castro.   

Los presidentes de Colombia y Argentina, Juan Manuel Santos y Cristina Fernández, respectivamente, coincidieron en que la región cuenta con materias primas, fuentes energéticas y recursos humanos para completar esa integración, pero se hace necesario fortalecer el comercio regional. "Sugiero que estás cumbres hay que tornarlas un poco más ejecutivas, abordando temas más efectivos, más conducentes a lograr mecanismos de integración, una infraestructura... y que el comercio intrazona sea una de sus prioridades", sentenció la presidenta Argentina. El mandatario boliviano, Evo Morales, manifestó que la región también tiene la tarea importante de crear organismos financieros propios que permitan que los pequeños productores, asociaciones y microempresas, puedan acceder a créditos. La aquiescencia del gigante brasileño, fue expresada por su presidenta, Dilma Rousseff, que puso en valor el momento histórico latinoamericano y caribeño señalando:   

"Esta unión latinoamericana y caribeña se hace inminente, como bloque regional más amplio".   

Los escépticos anotan que precediendo a la CELAC se halla un sinfín de organismos que si bien no totalmente superados, en algunos casos mantienen una presencia difusa.   

Últimamente, la Unasur, organismo que pretende la confederación de América del Sur, creó un Centro de Estudios Estratégicos en Buenos Aires para proyectar las necesidades de la defensa, la protección de la soberanía en un mundo altamente tecnológico y globalizado.   

Enhorabuena por esta iniciativa, que es responsabilidad de todos y cuyo objetivo último es traducirse en realidad para lograr aprehender el esquivo desarrollo, superar las asimetrías, contradicciones y desconfianzas mutuas, de modo a emprender el camino del futuro con esperanza y lograr que este siglo XXI realmente sea de ‘Nuestra América’, como también lo soñaba José Martí al vislumbrar el camino dos siglos atrás.

Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

Edición Impresa del Domingo, 18 de Diciembre de 2011

www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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