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  CARTAS CIUDADANAS (20 JUNIO a JULIO 2008) - Por CHESTER SWANN


CARTAS CIUDADANAS (20 JUNIO a JULIO 2008) - Por CHESTER SWANN

CARTAS CIUDADANAS DESDE EL PARAGUAY


(20 JUNIO a JULIO 2008)


Por CHESTER SWANN

 

 


Reflexiones trasnochadas


de un pertinaz buscador


de pelos en la leche


y moscas en la sopa


en estos tiempos de


TRANSICION


“a la paraguaya”.


 

 


ACERCA DE UN PROBLEMA NACIONAL, LLAMADO “REFORMA EDUCATIVA”.

 

Luque, junio 20 de 2008

 

Estamos, de un prolongado tiempo a esta parte, asistiendo impotentes a un fenómeno llamado “Reforma Educativa”, que sólo ha servido para impregnar de mediocridad las mentes de los educandos desde dos generaciones atrás.  Este engendro ya tiene sus antecedentes en 1957, cuando Alfredo Stroessner partidizó la educación secundaria con su primera “reforma”, financiada por el BID, eliminando materias esenciales y dando cada vez más facilidades —si como tales se entienden la permisividad, la alienación, la superficialidad y otras lacras parecidas—, tanto a educandos poco afectos a atarear neuronas, como a instructores cada vez más ocupados por los seccionaleros como operadores del partido.

 

Las distintas “reformas” que se sucedieron hasta hoy, todas financiadas y teledirigidas por entes financieros multinacionales, fueron empeorando cada vez más el nivel de rasero cognoscitivo e intelectual de nuestros niños y jóvenes.  Hasta son eximidos de escribir, leer, redactar, argumentar sus conocimientos, en “exámenes” cada vez más permisivos.  Las ciencias humanistas son relegadas a meros manuales tan sintéticos, tan superficiales, que dan lástima por su pauperrimidad conceptual.

 

Los actuales “libros” para “rellenar”, y que sólo sirven para un período lectivo se convirtieron en fuentes de corrupción y negociados con imprentas y editoriales de largos tentáculos en el aparato gubernativo.  Recuerdo que, en mi niñez, los manuales eran bastante completos y podían transmitirse de padres a hijos, salvo alguna que otra adenda y puesta al día de tanto en tanto.  Teníamos cuadernos caligráficos (Navarini) para aprender a comunicarnos con buena letra y, al menos un libro o dos al año para leer y analizar su contenido (esto incluía lexicografía, ortografía y análisis, materias hoy des-conocidas e ignoradas) en clase.

 

Así, hemos entrado al universo de la informática y las comunicaciones on-line totalmente desprovistos de herramientas culturales, estando atrasados más de cincuenta años (y créanme que soy harto indulgente), con respecto a otras naciones de la vecindad y del resto del planeta.   Gracias a esas “reformas” todavía estamos en la edad de píedra, actuando como neandertales garroteros en nuestras calles y como paleolíticos en la política, valga el ejemplo.  Ahora me pongo a analizar los conocimientos que me inculcaron en mi pasantía por escuelas y colegios.

 

Debíamos conocer las raíces latinas o grecolatinas del lenguaje y la práctica del “buen decir”, sin dejar de mencionar historia universal, y, sobre todo, historia nacional.  Bastante más de nuestros abreviados textos actuales, como para que un bachiller pudiera ingresar a la universidad por sus pórticos académicos y no a través de chicanas, reduciendo puntajes a los exámenes de ingreso por vía judicial.

 

Además, el respeto a los mayores y a los maestros era proverbial y fuera de discusión.  Las faltas y actos de violencia fuertemente sancionados, y con anuencia de los padres, quienes no veían con malos ojos la disciplina de las instituciones de enseñanza.  Ahora los colegios son apenas aulas de gamberraje y patoterismo, desprovistos de ética, de disciplina y, peor aún, de conocimientos valiosos para el presente y el futuro.  Nuestros graduados —salvo honrosas excepciones más debidas a sus propios afanes autodidácticos—, dan lástima por sus faltas ortográficas y de sintaxis, por su paupérrimo lenguaje oral y su carencia de coherencia moral. 

 

Si una institución educativa cualquiera no inculca a sus educandos estos tres valiosos pilares que son: Pensamiento, Palabra y Acción, han perdido su tiempo y el de la generación educativa.  Han malogrado el esfuerzo de padres responsables y han legado al futuro una masa ignorante, aliterada y acrítica, poco digna del calificativo de “ciudadanos paraguayos”.

 

Siento que debemos echar abajo esa perversa estructura llamada “reforma”, así, con minúsculas, y rediseñar el programa para las futuras generaciones, recuperando el tiempo perdido por la tiranía colorada y sus  delictuales continuadores. 

 

 

 

 

CARTA ABIERTA A LA COMUNIDAD CULTURAL ¿QUÉ ESTAMOS SEMBRANDO AHORA PARA COSECHAR EN EL FUTURO?

 

Luque, junio 24 de 2008

 

En medio del tráfago urbano y la supervivencia cotidiana solemos pasar por alto lo obvio, y dedicamos afanes —dignos de mejores causas—  a disputar a otros lo que creemos merecer de la vida, o de la sociedad que alberga nuestros huesos.  Una sociedad aldeana que ignora supinamente nuestros esfuerzos de superación consciente y nos mira con indiferencia, ocupada en sus propios problemas, azuzada, además, por las poco nobles urgencias “vendedoras” de los exégetas de la mediocridad asumida.

 

Vivimos rodeados de máquinas programadas, que creen vivir y ser dueñas de sí mismas.  Máquinas de cuyos ajustes periódicos se encarga otra supermáquina llamada “Reforma Educativa”, a su vez manejada con mando a distancia desde lejanos despachos climatizados situados en el Orbis Primus, a bastante distancia de las miserias y carencias de nuestra sub-américa tercermundista.  

 

Todos creemos ser dueños de nuestra Voluntad, sin percatarnos de la realidad.  Mientras no seamos conscientes de esa realidad, poco podremos hacer; poco podremos sembrar y, dado que hoy es el resultado de nuestro ayer, el mañana deberá ser igual que el hoy.  Si no despertamos y si no desprogramamos nuestras mentes de la dependencia de la supermáquina, nuestra voluntad estará uncida al carro de la dependencia.  Seguiremos siendo involuntarios (y pasivos) pasajeros de una nave con piloto automático y guiada por una brújula con excesivo norte.  Nuestra identidad estará cautiva de un poder oculto que se empeña en estandarizarnos al rasero más bajo e inofensivo, para mantener el dominio de unas elites intelectuales al servicio del Mercado.

 

Si la organización de la llamada “comunidad Cultural” sólo responde a intereses mediáticos —como el reparto de la torta del mercado del arte—, seguiremos siendo las máquinas de ajenos albedríos.  Nuestros ojos sólo van a poder contemplar a través de cautivos cristales, llámense “tendencias” o “modas”.

 

Nuestras manos sólo se limitarán a “crear” con patrones prefijados por el dios Mercado Internacional y nuestras voluntades seguirán carentes de timón y velamen en la galerna de procelosos mares desconocidos.

 

Es menester abrir los ojos y despertar a este nuevo tiempo de oportunidades.  Si no recuperamos nuestro albedrío creador, si no compartimos nuestros conocimientos, si no desprogramamos a las máquinas que nos tienen rodeados, sólo estaremos condenados a seguir siendo profetas sin tierra en nuestra propia patria.  Y no olvidemos nunca, que nuestra patria es el Universo.

 

Si hoy no sembramos semillas de liberación mental en nuestros niños y jóvenes con crisis de identidad, mañana sólo hemos de cosechar indiferencia.  Y, de seguro, nos la mereceríamos.

 

 

 

 

NACIONALISMO… ¿O CHAUVINISMO ENCUBIERTO?

 

Luque, junio 26 de 2008

 

Algunos intelectuales, a quienes respeto y admiro, insisten en que nuestro país es único e irrepetible, por el hecho fortuito de tener dos idiomas de uso cotidiano (que conste que en esto no es único, pues hay naciones con más de cinco lenguas oficiales).  Por una parte hay algo de cierto, ya que, a diferencia de otros países sometidos y conquistados por ahí, al menos aquí los conquistadores debieron aprender el guaraní, tanto para mover a su mano de obra encomendada con algo más que látigos, como para vendernos buenas nuevas y cielos ultrasepulcrales sacramentados o sacramentidos.  Si no, que lo digan Irala, Hernandarias, Montoya, Bolaños, Roque González y otros ilustres invasores que bajaron de los bergantines, arcabuces y espadas en mano, o nacieron aquí engendrados por aquéllos. 

 

Sin embargo, los europeos, de consuno preferían imponer sus lenguas a los colonizados; indígenas, orientales o negros sometidos a sus metrópolis.  Tal lo hicieron en el resto de América, en Asia, en África y en Oceanía, sin molestarse en aprender los idiomas nativos, por una cuestión de superioridad mal entendida.  Al menos en eso fuimos diferentes, asociándonos con el invasor por lazos de parentescos truchos engendrados en serrallos forzosos, cuando no bastardos. 

 

Tras la guerra de la triple alianza, por recomendación de los aliados vencedores, se intentó suprimir el guaraní para quitarnos lo poco que nos quedaba en pie: nuestras raíces ancestrales.  Hasta los partidos, recién creados tras la hecatombe, anatematizaron lo que ellos —eurocentristas como eran—, llamaban guarangadas.

 

Pero el tiempo, que todo cura y cicatriza sin apuro, permitió la pervivencia en la semiclandestinidad de nuestro lenguaje materno, burlando a los cipayos de la tríplice.  Tanto, que en plena guerra del Chaco, se lo utilizó para burlar a la inteligencia del estado mayor del Altiplano, en comunicados, en propaganda y otros menesteres lingüísticos bélicos, luchando por sus fueros como gato panza arriba y acompañando al “pila” en los combates.

 

En estos nuevos tiempos de transacciones y transiciones, el guaraní se ha convertido en vehículo idóneo de ideas, conceptos y razones de la clase popular, bastante va-puleada por los sucesivos desgobiernos colorados y sojeros trasplantados.  Pero no debemos olvidar que también otras etnias originarias tienen sus lenguas, ricas en expresividad oral aunque no escritas, pero algunas condenadas a la desaparición, avasalladas por el castellano… y el guaraní, además del alemán mennonita del Chaco Central.  No somos sólo un país bilingüe y bicultural.  Somos mucho más que eso, ante el mosaico de culturas originarias y las transmitidas por inmigrantes y descendientes: judíos, árabes, orientales, catalanes, italianos (¿a quién no le gusta una buena pizza o un vermicelli a la putanesca?), hindúes y hasta brasileños (penetración cultural sin vaselina, me parece), bolivianos, argentinos y, vaya uno a saber cuántas comunidades más, incluidos los afrodescendientes. 

 

Creo que, mal que nos pese, somos multiculturales al punto de tender a la universalización, aún sin desearlo. 

 

No veo nada de malo en defender el guaraní —como pretenden don Bareiro, Trinidad, Zarratea, Verón, González Delvalle y otros firmantes de la misiva al nuevo presidente—, pero no caigamos en el chauvinismo de creernos el ombligo de la galaxia.  No rechacemos a los otros, que se han integrado a nosotros, a falta de algo mejor, y que también han aportado lo suyo para enriquecernos, como integrantes de la aldea global; sin perder nuestra identidad nacional ante el mundo, aún utilizando con urbanidad los toilettes públicos  de París, Londres o Barcelona, en lugar del clásico arbolito, de las veredas y parques de su país. 

 

 

 

 

APOSTAR A LA ¿CULTURA?… O AL DIVERTIMENTO. - THAT’S THE QUESTION.

 

Luque, Julio 1º de 2008

 

En casi todos los debates y mesas de trabajo de los operadores culturales en que me ha tocado participar, seguía pendiente la exacta definición de esa elusiva, nebulosa, vaga y pizpireta palabreja trisilábica: CUL-TU-RA. 

 

Para muchos, es sólo arte, artesanía, música y otros productos lúdicos del intelecto humano, y de sus manos, debidamente (o no) convertido en “tradición” y conservada en alcohol para la posteridad o para consumo del mercado de coleccionistas de arte “típico”, o de las distracciones pasatistas de los dilettantes metidos a antropólogos de entrecasa; de ésos que tocan de oído melodías poco conocidas.

 

Otros —entre los que se incluye este servidor—, sospechan que la dichosa palabreja oculta una semántica más profunda, relacionada con el día a día de la agitada cotidianeidad de una nación, tribu, o sociedad, independientemente de su producción artística, artesanal o intelectual. 

 

Comencemos por la raíz latina: cultum, cultivar.  Reflexionemos un poco acerca de la necesidad de cultivar valores identitarios.  No sólo universales, humanistas, éticos, sino también los que hacen a la identidad de una sociedad, independientemente de su localización geográfica.  Que después de todo, las fronteras no son accidentes geográficos, sino políticos, y todos somos humanos, descendientes de Mono Sapiens.

 

No se espera que la cosecha a coger sea diametralmente diferente de la semilla previamente sembrada.  Es decir que, de acuerdo a la simiente, hemos de tener la cosecha que nos merecemos.  Al mirar críticamente a nuestra sociedad, nos preguntamos en qué se han equivocado nuestros abuelos, nuestros padres y, ahora… nosotros, cuando vemos crímenes, violencia callejera, falta de respeto a las normas de convivencia, desprecio a la naturaleza, negación de valores sociales como la honestidad, exégesis de la ignorancia y la mentira, en fin… la lista sería larga y nutrida, pero da para comenzar a reflexionar, acerca de lo que NO es la cultura.

 

No es posible que un país como el nuestro, aún pequeño y mediterráneo pero rico en recursos, pueda contener tantas desigualdades, tanta corrupción, tanta mediocridad y tanta pobreza conceptual.  ¿Es que alguien confundió las semillas?  Una tendencia muy “tradicional” de nuestros coterráneos (no me atrevería aún a llamarlos ciudadanos), es echar la culpa a segundos o terceros.  Si se derramó la leche, si se aplazó su hijo mimado, si le multaron por conducir ebrio, si le sobrefacturaron el teléfono, si nos apedrearon en la cancha… no demorará en hallar culpables.  Y en ciertos casos, podría tener razón, pero, siempre hay un pero, ¿Qué semilla errónea se ha cultivado, por generaciones, para producir semejante cosecha de aberraciones?

 

Nuestras instituciones educativas y nuestros padres, encargados de la siembra de semillas de cultura, se la pasaron fabricando héroes militares acartonados, patriotas de cafetín conspiraticio, citando batallas gloriosas que siempre perdimos, actuando de operadores oficialistas… y olvidaron la exégesis del intelecto, las virtudes del conocimiento y la honestidad.  Olvidaron, quizá adrede, de letras creativas, de números científicos, de los sublimes sacerdotes de la música culta y de los creadores que han construido las bases de una civilidad, cristiana o no, pero tolerante.

 

Por cada nombre de artistas, maestros y pensadores, hay una veintena de calles con nombres precedidos de grados militares.  Es decir, se siembra la semilla de la destrucción, militarizando las mentes y poniendo armas en manos irresponsables de analfabetos funcionales, productos internos brutos de sucesivas “reformas” ¿educativas? Desde 1957 en adelante.  El humanismo ha muerto o ha sido momificado desde entonces.

 

La cultura, es lo que se vive cotidianamente.  Se la puede apreciar en el correcto comportamiento ciudadano (en algunos países de Europa, claro); se la puede percibir en el ético desempeño de los administradores; se la puede palpar en el ordenado tráfico automotor donde se respetan normas, señales y preferencias; se la percibe en hogares, en calles, parques y plazas verdes, limpias, y en ciudadanos cuidadosos de su medio ambiente.  Pero hay más.

 

Si el léxico diario del pueblo se “enriquece” con vocablos como pókare, malevo, barra-brava, coima, yvapara, peajero,  popinda, mordida, campana, rollotráfico, narcotráfico, ka’úrapo, contramano, tarova, caballo loco, pirañita, hora-paraguaya, y cientos de otros vocablos de la infamia ¿A quién echaremos la culpa de que el arbolito salga torcido desde la raíz?  ¿Al gobierno?

 

El Estado es el fiel reflejo del nivel cultural de una nación.  Si hay deshonestidad y afán de enriquecimiento ilícito, es que los mandatarios crecieron en ese ambiente.  Entonces, miremos en nuestro entorno y hurguemos en nuestras conciencias.

 

Es hora de mirarnos al espejo.  Si tenemos un estado corrupto, ese estado somos todos nosotros, los paraguayos.  Si tenemos una sociedad egoísta, deshonesta, logrera, ignorante e impuntual… es el reflejo que nos devuelve el espejo.  Mientras tanto, no miremos a la “cultura” como un divertimento de elites, ni como desahogo catártico de danzas de academia folclórica, ni como pinturas de ex simios artistas.  Nos equivocaremos de nuevo y seguiremos siendo el furgón de cola del subdesarrollo.  Ténganlo por seguro..

 

 

 


ACERCA DE UN RECTOR POCO RECTO.

 

Luque, 5 de julio de 2008

 

Está la cosa que hierve en Filosofía UCA por el reciente nombramiento del controvertido político, abogado, ex diplomático, docente, colorado y masón, Dr. José A. Moreno Ruffinelli. Según los profesores de Filosofía de esa universidad confesional, no objetan sus lauros académicos, sino su pasado autoritario, defensor de una dictadura atroz y otras flojedades juveniles, no ajenas a una mayoría de la población.  Una mayoría que, por cobardía, por necesidad, por necedad o por comodidad, ha apoyado al tirano mayor.

 

Lo que parecen olvidar estos profesores y alumnos de la benemérita institución académica con fines de lucro, es que la propia Iglesia —alma máter autoritaria y verticalista de dicha universidad—, no sólo tiene un pasado atroz, como sostenedora de regímenes imperiales, monárquicos, feudales y dictatoriales, sino que sigue en esa tesitura; aún despojada de sus verdugos seglares y piromaníacos de antaño quienes no contentos con quemar libros, hacían lo propio con sus autores si podían echarles mano.

 

No debe olvidarse que fue el Obispo de Alejandría, Cirilo, quien ordenó a sus mesnadas cristianos el incendio de la biblioteca del lugar.  Ardieron, merced al celo evangelizador del patriarca, miles de pergaminos, rollos, papiros, palimpsestos y tablillas que contenían el saber acumulado de la humanidad.  Todo un historicidio en regla, en el año 345, a poco de integrarse el cristianismo al imperio romano, merced al Concilio de Nicea y al edicto de Milán.

 

No es que yo defienda al ilustre “réprobo” ahora atacado por la jauría estudiantil y docente, de una institución cuyo pasado también merece un mea culpa siempre postergado.  La membrecía masónica del rector, actualmente ya no causa escozor en la jerarquía, ya que el ex rector Oscar Usher lo fue, y el propio obispo y ex ordinario castrense, pertenece, entre otros clérigos, a dicha augusta Orden de filósofos de cafetín conspiraticio.

 

Simplemente he oído mencionar varias veces la palabra ética entre los detractores del ex político, ahora metido a académico y se me ocurrió preguntarles si qué filosofía enseñan en la UCA, y si ellos alguna vez se preguntaron acerca de la guerra al conocimiento y a las ciencias naturales,  emprendida por la Iglesia, con saña digna de mejor causa. 

 

Muchos mártires ha costado al mundo, la exégesis forzada de las Escrituras.  Desde Hypathia, ejecutada bárbaramente “por su paganismo recalcitrante” en tiempos del obispo Teóphillus, hasta Miguel Servet y Giordano Bruno.  Y no hablemos de Galileo Galilei, que se me achica el espacio.

 

Tampoco olvidemos al biblioclasta: Domingo de Guzmán, fundador de la non sancta Inquisición y el no tan santo Oficio, grandes cazadores de brujas divertidas y herejes imaginarios, en una Europa empobrecida y envilecida por sus amos seglares y religiosos. 

 

Hay mucho techo de vidrio allí en la UCA, para que sus alumnos, profesores y unos que otros referentes de antiguas oposiciones cuestionen una simple decisión administrativa de encumbrar a un ex soplón y adherente a la pasada tiranía, de la cual fue víctima mi padre y el que esto escribe. 

 

Sugiero dejar de rasgarse vestiduras y razonar fríamente si a qué Iglesia, a qué ética y a qué “filosofía” defienden quienes atacan a Moreno Ruffinelli a quien no he tenido el gusto de conocer. 

 

Y creo que me seguiré dando el gusto de no conocerlo.  Pero a la Iglesia, a esa Iglesia, sí que la conozco bien  Y demasiado bien. 

 

Y me sigue lastimando el haberla conocido.

 

 

 


¿TENEMOS SUFICIENTES CIUDADANOS?

 

Luque,  julio 10 del 2008

 

El aún elevado desinterés de los paraguayos de ambos sexos por la política se refleja indubitablemente en el elevado porcentaje de abstencionismo electoral.  Miles de jóvenes mayores de edad, aún no se inscribieron en el RCN, como si el porvenir del país les importara un comino y fuesen indiferentes a los exacerbados problemas que nos aplastan a todos o casi todos.  Cuando digo casi, es porque algunos supieron crearnos problemas a la mayoría para solucionar los suyos.

 

En Atenas, la palabra idiota —neologismo creado por Solón el legislador— aludía a toda persona (o caricatura de persona) que no se interesara por los asuntos públicos.  De aplicarse esto en nuestro país, aproximadamente el 58 % de la población merecería tal calificativo soloniano.  Claro que, existen quienes figurando en el 42 % restante, sí se interesan por los asuntos públicos, pero sólo en función a sus negocios privados. 

 

Éstos, autoproclamados “empresarios” (o empresaurios, que les quedaría mejor), licitan bajo la mesa; son proveedores del estado, eluden impuestos, hacen lobbies para conseguir contratos sobrefacturados, corrompen al funcionariado con sobornos y sub-facturan importaciones, entre otras cosas.  Son quienes pervierten a la política, y hasta les divierte hacerlo, a costa de nosotros, sus víctimas.

 

Lamentablemente en el Paraguay no existe una ciudadanía organizada como para romper los siete sellos de los “secretos de estado” y transparentar, de una vez por todas, los negocios públicos que no son sino una manera de privatizar ganancias y socializar pérdidas.

 

Pero para ello, se requieren ciudadanos educados y cultos; no analfabetos funcionales que apenas se solazan con lo escabroso de la prensa amarilla, empresaria del escándalo.  Claro que, últimamente, el escándalo ya no tiene el impacto de antaño y, poco a poco, se diluye homeopáticamente en proporciones inocuas, del diccionario social. 

 

Muchos años estuvimos sujetos a leyes represivas, y el miedo, o ahora la abulia y el desinterés marcan las pautas de la política, como quien mueve hilos titiritescos en la sociedad; sólo que para inmovilizar, antes que para motivar.   Mas si ahora que ha caído la ominosa y sempiterna “lista huno” —de los nuevos atilas del subdesarrollo—, no nos animamos a concurrir a comicios donde se decidirá nuestro futuro, seremos verdaderos idiotas; y no sólo metafóricamente.

 

 

 

 

¿SEGUIMOS SIENDO GOBERNADOS POR EL PREJUICIO?

 

Luque, julio 14 de 2008

 

Desde el mirador de mis días multicolores (no todos los otoños son grises), puedo contemplar, ajeno a toda indiferencia, las múltiples manifestaciones de los prejuicios —ideológicos, sociales, culturales u otros menos definidos— con que intentan embarrar la cancha de la “gobernabilidad” del presidente electo; y ello, mucho antes de que asuma como tal.  Digo prejuicios porque el “apriorismo” es una enfermedad adolescente de nuestra sociedad (¿o se dice zoociedad?) que no acaba de madurar, y que no pierde oportunidad para denostar a personas que no a proyectos o ideas.

 

La “escandalosa” renuncia de la Dra. Milda Rivarola (Última Hora dixit), sumada a los enroques poco ajedrecistas del presidente para completar su irresoluto gabinete y “cargos de confianza”, no son sino el resultado de prejuicios.  Creo sinceramente que no podemos descalificar a liberales, solamente por estar pintados de azul; al menos no antes de probar su desempeño in situ.  En la cancha se ven los pingos y a los metilenos no les queda otra que hacer un buen papel; a menos que extrañen la planicie de la cual salieron gracias a una sotana colgada.  Creo que Mateo es un tipo preparado en lo atinente a ingeniería eléctrica; más no ha sido fogueado en los juegos malabares de la diplomacia de Itamaraty y  sus maquievélicas maniobras de alta sofística, edulcoradas con retórica plagada de latinajos poco jurisprudentes.  En todo caso, habría que acompañarlo con los más preparados diplomáticos nuestros.  Y de ser posible, que manejen portugués, latín y guaraní, que en el Mercosur el ingles no es conditio sine qua non y aún tenemos un latinismo asumido.

 

Resulta que el equipo brasuca está formado por individuos con un mínimo de dos a tres doctorados en ciencias jurídicas, además de ingenieros y técnicos de alto nivel.  Una asimetría brutal que aplasta a nuestros pobres seccionaleros y recomendados de escasa longitud de lápiz, aunque sí de insaciables faltriqueras prestas a la recepción de sobornos en dólares.  He ahí la principal debilidad de nuestra posición negociadora.  No sólo Taiwan practica la diplomacia de la chequera; que también Eletrobrás y Eletrosul la ejercen a discreción y sin rubores.

 

Nuestro problema principal, será la idoneidad, la honestidad y el patriotismo de jugarse por los intereses nacionales.  Si Lugo elige algún referente, sea liberal o del amplio abanico de izquierdas, dejémosles hacer.  Ya sobrará tiempo para evaluar sus gestiones y, de haberlo menester, reprobarlas y tirotearlas.  No debemos caer en la tentación de juzgar a priori las decisiones del presidente electo por la simple (y subjetiva) razón de no simpatizar con un color o con una persona determinada.

 

Intentemos madurar, como ciudadanos, y evitar cáscaras de banana y palos a las ruedas, que el tiempo de transición recién empieza.  Eso sí, a los que se están yendo no les perdamos del ojo, pues ya han demostrado sobradamente su ineptitud y sus dotes de traidores a la patria.   Y en eso, sí que tienen doctorados magna cum laude.

 

 

 

 

 

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