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THOMAS L. WHIGHAM

  GANADERÍA EN LOS GOBIERNOS DE FRANCIA Y LÓPEZ (Obra de THOMAS WHIGHAM)


GANADERÍA EN LOS GOBIERNOS DE FRANCIA Y LÓPEZ (Obra de THOMAS WHIGHAM)

LA CRÍA DE GANADO A COMIENZOS DEL PERIODO NACIONAL

Obra de THOMAS WHIGHAM

 

La producción ganadera no pudo escapar a los estragos de la independencia y la guerra. Las tropas que pasaban confiscaban animales fácilmente, malogrando en un día el trabajo de años. Por oposición a las zonas madereras y yerbateras, que tenían la ventaja de estar situadas en las zonas aisladas del norte de la región, las principales zonas ganaderas se encontraban en las fronteras del sur. Los rebaños estaban al alcance de los abigeos de Entre Ríos y Río Grande, cuyo número se multiplicó a causa de la falta de ley de aquellos tiempos. En los distritos cercanos a una capital provincial, la situación era por lo general más estable, pero los estancieros contaban con pocas opciones comerciales. A causa de la incertidumbre en la navegación del río, la mayoría prefería permanecer fuera del comercio y dejar que sus rebaños se reprodujeran. Una decisión razonable pues, mientras que los cosecheros no tenían otra opción que vender su tabaco, los estancieros podían permitirse esperar, vestir prendas de cuero y no de tela, mirar cómo crecían sus futuras ganancias. En aquellos tiempos, por lo general, el mercado más seguro para el ganado se encontraba dentro del Alto Plata; como en tiempos coloniales, el Paraguay absorbía el grueso de las exportaciones de Corrientes. Sin embargo, aquel fenómeno estaba condicionado por un clima político desfavorable y que permitía poca flexibilidad.

Hasta 1821, las guerras civiles provocaron una disminución de la producción correntina de ganado. Primero llegó el desorden asociado con la expedición de Belgrano. Poco después se produjeron las invasiones portuguesas a lo largo del río Uruguay, que destruyeron cuanto quedaba de las misiones guaraníes. Luego, en rápida sucesión, se dieron las campañas de Artigas y Francisco Ramírez. Aquellos acontecimientos dejaron el lugar "infestado de desertores e invasores malvados cuyos atributos comunes eran el asesinato, robo y secuestro. (33) La devastación fue generalizada. Algunas zonas de cría, como Curuzú Cuatiá, fueron destruidas varias veces, primero por los portugueses y luego por los artiguistas. (34) Las únicas áreas ganaderas del Alto Plata salvadas de la destrucción fueron el centro y este del Paraguay.

La ganadería paraguaya recibió un fuerte impulso hacia 1815 porque las demás actividades lucrativas, en especial la exportación de yerba mate y tabaco, se habían vuelto difíciles. Las personas que anteriormente habían desempeñado tareas menores en el comercio de la yerba descubrieron que la cría de ganado era la mejor de sus limitadas opciones. Francia gozaba de considerable apoyo entre aquellas personas y entre los chacareros del interior del Paraguay, y por lo general recompensaba su adhesión no molestándolos, si bien promulgó leyes a su favor en dos ocasiones. En 1830, habiendo obtenido grandes excedentes en las fincas del Estado durante varios años seguidos, decidió abolir el diezmo (el impuesto del 10 por ciento a la producción agrícola, normalmente pagada en ganado por los ganaderos), reemplazándolo con una contribución del 5 por ciento. Dos años más tarde, Francia disminuyó aún más la carga del sector rural suprimiendo la cuatropea, o impuesto nominal sobre el ganado. (35)

El Estado del Paraguay independiente heredó del régimen colonial unas cuarenta estancias del Rey, formadas en parte por las tierras confiscadas a los jesuitas en 1767. (36) Rebautizadas como estancias de la república en 1813, esas fincas variaban en tamaño y productividad, y se encontraban repartidas en toda la región central. No se las

dividió y vendió, como en otras partes de Hispanoamérica, sino que se las aumentó e hizo más eficientes. Como afirmó un observador, mientras que los funcionarios coloniales habían ignorado las estancias del Rey, el Dictador "se había esforzado desde el comienzo de su gobierno para hacerlas más productivas y, al hacerlo, había creado una fuente de ingresos que, con el tiempo y un buen gobierno, podía resultar suficiente en sí misma para cubrir todas las necesidades del Estado”. (37)

A causa de la amenaza exterior, Francia pensó que necesitaba esas estancias para la provisión de sus soldados. Ellas proveían caballos para la caballería, charque para las guarniciones de frontera, ganado en pie y cueros para la talabartería y perneras. El Dictador quería que las estancias del Estado produjeran todo lo necesario para alimentar a las tropas, incluyendo mandioca, yerba y carne. El ejército proveía la mano de obra necesaria.

Las estancias del Estado también producían una parte importante de los artículos negociados por el gobierno en Itapúa y Pilar, donde Francia se procuraba las mercaderías no disponibles en el Paraguay. Incluso durante los primeros días de su dictadura, Francia desarrolló un comercio de ganado y cueros curados. (38) Aunque los cueros no estaban monopolizados como la yerba o la madera de construcción, el Estado paraguayo desempeñó un rol principalísimo en su exportación. Los comerciantes extranjeros habitualmente compraban del gobierno mil o más cueros a un peso cada uno. (39)

El sistema de las estancias del Estado creció en forma continuada con el paso del tiempo. En 1816, Francia se enteró de que la próspera finca de Surubiy (anteriormente jesuita) había atraído a los abigeos, quienes se habían apoderado de muchas cabezas de ganado; prontamente estableció puestos militares en el área para proteger los animales del Estado. Francia también reubicó muchos de los pobladores locales en otros sitios y creó una estancia subsidiaria, adonde se llevaron los prósperos rebaños. (40) Surubiy se convirtió en una comunidad floreciente por sí misma, una fuente mayor de remonta para las campañas indias en el norte lejano y para la provisión de carne para las prisiones de la capital. A veces salían de Surubiy rebaños de número considerable para ayudar a los colonos de la frontera del norte cuyos propios animales habían sido diezmados por las incursiones indias. (41)

Hacia 1835, un resumen del gobierno indicaba la existencia de cincuenta estancias del Estado (tres de ellas eran conjuntos de varias) y veinte y dos pequeños puestos o guarniciones militares con suficiente ganado a mano para su propia provisión. Aunque la mayoría se encontraban al este, más allá de las Cordilleras, unas cinco estancias y seis puestos estaban situados a lo largo de la orilla norte del río Paraná. (42) Otras catorce estaban situadas en un radio de unas diez leguas de Asunción (el sitio de los cuarteles mayores), diez cerca de Villarrica, diecisiete a lo largo del río Tebicuary en la antigua zona jesuítica del sur; cuatro en el distrito de Pilar, y varios más cerca del centro yerbatero de San Pedro. En el interior aislado se encontraban pequeñas estancias cerca de las mayores como de las de Yhu y San Estanislao.

Ya importante para 1810, la red de estancias del Estado aumentó sustancialmente como consecuencia de la inestabilidad política. En 1820, Francia descubrió una conspiración contra su régimen organizada por las familias Montiel, Yegros, Acosta y otros miembros de la elite criolla. Esas personas tenían grandes fincas ganaderas y por ello el interés de aumentar la producción de cueros ingresando al mercado exterior. Por oposición a los chacareros, no afectados por las consecuencias de una economía cerrada, aquellos estancieros eran adversarios del régimen de Francia. En un año, después de haber encarcelado a centenares, el Dictador hizo ejecutar sesenta y ocho de los conspiradores y confiscó todas sus propiedades. (43) Entre los ajusticiados se encontraban algunos de los hombres más ricos del Paraguay, y cuya fortuna y poder por lo general se derivaban de sus enormes estancias y de las conexiones con el comercio porteño.

De aquel modo, Francia agregó muchas de las mejores estancias privadas del Paraguay al dominio público. Aunque parte de aquellas tierras se vendió o alquiló, una buena parte se incorporó al sistema de estancias estatales. La medida alcanzó a Manuel Atanasio Cabañas, estanciero, oficial de milicias y participante del movimiento de la independencia paraguaya. Implicado en la conspiración de 1820, Cabañas se salvó de la ejecución sólo para morir en la cárcel varios años después. Al tiempo de su muerte, un inventario parcial mostró que su considerable riqueza abarcaba dos estancias en Tebicuary, 23 esclavos, 3.727 vacunos, 1.680 caballos y 21 mulas. Todo aquello pasó al Estado. (44) Otras familias, como las de Yegros y Montiel, perdieron propiedades aún mayores. (45)

Además del uso del ganado en el' comercio efectuado por el gobierno en Pilar e Itapúa, el ganado del Estado se vendía a veces en mercado abierto en el Paraguay para obtenerse dinero en efeCtivo46. Según parece, aquello no se hacía tanto por necesidad financiera sino para disminuir el gran número de de animales del Estado, que por momentos agotaban la pastura de ciertas estancias.

El excedente de animales, especialmente después de 1820, permitió al Dictador emplear el ganado para otros fines. Villarrica sufría a causa de las frecuentes pérdidas de sus cultivos, y por eso Francia enviaba a veces ganado de las estancias del Estado de las proximidades de aquella ciudad para ayudar de los pobres del lugar. (47) Las estancias del Estado también entregaban ganado como pago parcial de los salarios de los maestros rurales de las escuelas públicas. Los ocho maestros del área de Concepción, por ejemplo, recibían cada mes un buey además de un magro salario en efectivo. (48)

Los historiadores afirman que la empresa privada sufrió mucho en el Paraguay entre los años 1814 y 1840; hay mucha verdad en ello con relación al comercio exterior. En la ganadería, sin embargo, el ya mencionado crecimiento de las estancias de la república se vio acompañado por el crecimiento del sector privado. Las grandes confiscaciones de tierra de Francia nunca se generalizaron en el sector rural después de la supresión de la conspiración de 1820. Francia no molestaba a los ganaderos que mantenían buenas relaciones con el gobierno, y esta afirmación vale incluso para los terratenientes ricos. Muchos años después de la muerte de Francia, un observador extranjero señaló el caso de José Mauricio Casal, un rico estanciero de Caapucú:

El padre de don Mauricio había sido uno de los estancieros más ricos del país durante el antiguo régimen colonial, pues poseía ocho estancias muy grandes. Esas estancias tenían de tres a ocho leguas cuadradas de extensión y millares de cabezas de ganado [...] En aquella casa, la vajilla de plata debía pesar centenares de libras, sino toneladas; en ella se guardaban las compras de las sedas, brocados y damascos más finos y bordados con hilos de plata y oro. [...] Don Mauricio se convirtió en el heredero de ese gran patrimonio en los primeros tiempos del régimen de Francia. [...] Durante la larga estadía de Francia en el poder, don Mauricio pudo sustraerse al destino de casi todos los de su clase en el país, y sobrevivió al Dictador. Nunca provocó la enemistad ni sospechas de Francia sino que, por lo contrario [...] se congració con él mediante sus liberales donaciones de vacas y caballos al Estado"'.

 

(33) José Ignacio Aguirre, comandante de San Roque, citado en Mantilla, Crónica histórica, 1:182. El problema de los bandidos y vagabundos en los distritos ganaderos latinoamericanos ha sido muy estudiado. Ver Mario Góngora. "Vagabondage et société pastorale en Amérique Latine (spécialement au Chili centrale)", Anales E. S. C. 21: 1 (enero-febrero 1966), 159-77; y especialmente Silvio R. Duncan Barreta y John Markoff, "Civilization and Barbarism: Cattle Frontiers in Latin America", Comparative Studies in Society and History 20 (Octubre 1978), 587-620. Las implicaciones políticas del desorden rural en Corrientes se estudian en José Carlos Chiaramonte, "Organización del estado y construcción del orden social: la política económica de la provincia de Corrientes hacia 1821-1840", Anuario. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes. U. N. Rosario, 11 (1985): 229-50.

(34) Maeder, "La evolución de la ganadería", 9; Hernán Félix Gómez, La ciudad de Curuzú Cuatiá. Antecedentes de su fundación y su dominio jurisdiccional, (Corrientes), 1919).

(35) Decreto de Francia. Asunción, 24 de octubre de 1830. ANA. NE 1862; Decreto de Francia. Asunción, 26 de abril de 1832, ANA. SCD 25, n° 14.

(36) John Hoyt Williams, ."Paraguay's Nineteenth-Century Estancias de la República"', Agricultural History 47 (julio 1973): 206-15; Luis Armando Galeano Romero, "Unidades productivas agropecuarias y estructura de poder en Paraguay (1811-1870)", Revista Paraguaya de Sociología 9 (enero-abril 1972), 91-105; Manuel Peña Villamil, "Breve historia de la ganadería paraguaya", Historia Paraguaya. Anuario 13 (1969-70): 83-97.

(37) Rengger and Longchamps, The Reign, pp. 174-75.

(38) De Francia al comandante Ramírez. Asunción, 17 de marzo de 1829, ANA. SH 240, n° 2. El traslado de ganado de las estancias a los mercados de Itapúa y Pilar, en realidad, precedió a la orden de Francia. Ver expediente "Estancia de San Antonio de cuenta de la patria", 1812. ANA. SH 224, n° 13.

(39) Manuel Ignacio Pinto, Itapúa (petición de compra de 1.000 cueros a 12 reales cada uno), 10 de febrero de 1837, citado en Williams, 'Paraguay 's Nineteenth-Century Estancias", p.208.

 (40) Decreto del 25 de junio de 1816. ANA. SH 226, n° 1. El abigeato era el delito más frecuente en los distritos rurales. Ver Proceso de Juan de la Cruz Cano. Concepción. 14 de diciembre de 1815, ANA. SCJ 1818; y Proceso de José Domingo Leiva. Villarrica, 26 de enero de 1820, ANA. SCJ 1521.

(41) Williams, "Paraguay's Nineteenth-Century Estancias", p. 209. Con relación a las luchas contra los indígenas, ver Williams, "The Deadly Selva"; de Francia al juez de Capiatá. Octubre de 1816, ANA. SH 226, n° 2; de José Miguel Ibáñez, comandante de Concepción, a Francia. 1 de julio de 1816. ANA. SH 367, n° 1.

(42) White, Paraguay 's Autonomous Revolution, pp. 263-64.

(43) Chaves, El supremo Dictador, pp. 271-82; como ejemplo de aquellas confiscaciones, ver notas de Gill a Francia. 7 de noviembre de 1825 y 22 de junio de 1826, ANA. SH 393.

 (44) Citado en Williams, "Paraguay 's Nineteenth-Century Estancias", p. 210.

(45) Ibíd.; Chaves, El supremo Dictador, pp. 276-77.

(46) Recibo de 606 pesos y 5 reales. Tesorería General (referente a ventas de ganado de las estancias del Estado). 13 de enero de 1823, ANA. SLC 22.

(47) Juan Peralta, comandante de Villarrica, a Francia. 21 de mayo de 1829, ANA. SH 403, n° 1

(48) De Francia al comandante de Concepción. 5 de junio de 1831. ANA. NE 3412; ver también Williams. "Paraguay 's Nineteenth-Century Estancias", p. 211.

(49) Washbum, The History of Paraguay , 1:443-44.

Hacia 1845, bajo la presidencia de Carlos Antonio López "los negocios del señor Casal dejaron de prosperar. [...] Una estancia tras otra se perdió en los tribunales de López; las mejores pronto se encontraron en manos de la familia gobernante. Después le tocó el turno a la platería que, paso a paso, siguió el mismo camino en su totalidad. (50) Casal no fue el único en correr esa suerte.

(50) Ibidem, p. 444. Está bien documentada la codicia de la familia López en materia de tierras y propiedades. Ver, por ejemplo, la Orden suprema del Presidente del 4 de abril de 1853, por la cual López ordena que el ganado de propiedad de la estancia de Yacarey se transfiera a su estancia privada. ANA. NE 2713

 

GANADERÍA PARAGUAYA: LA ERA DE LÓPEZ

 

El Paraguay conoció el éxito disfrutado en otras partes del Alto Plata. Con los ríos abiertos, habían aparecido mercados externos para los productos paraguayos, y los cueros y extractos animales podían ingresar al creciente comercio.

La ganadería paraguaya se había extendido a áreas no explotadas anteriormente. El fenómeno se debía en parte a la necesidad de contener las incursiones indias y brasileras en el norte, para lo cual Carlos Antonio López estableció unos treinta fuertes y puestos entre los ríos Apa y Aquidaban. Antes que abastecerlos directamente desde Concepción o la capital, López decidió promover la ganadería en la misma región. El viajero belga Alfred Marbais du Graty observó con un exagerado optimismo que el "área al norte del Aquidaban se presta bien a la ganadería y ahora que la seguridad (bajo la forma de puestos militares) ha quedado garantida por el presente gobierno, [la región] se ha llenado rápidamente de grandes establecimiento rurales [...] Todo ha contribuido a darle gran importancia a este vasto territorio”. (86) Tanta importancia, en verdad, que en 1858 López ordenó se hiciera un censo de las estancias en el departamento de Concepción. Así se censaron cuatro estancias y un puesto del Estado, con un total de 5.447 cabezas de ganado vacuno y 463 caballos. Las estancias privadas llegaban a ochenta y ocho, con 40.321 cabezas de ganado vacuno y 1.671 caballos. (87) Las estancias privadas generalmente tenían menos ganado, aunque en su conjunto superaban ampliamente al poseído por el Estado. Así continuaba el patrón básico sentado en tiempos de Francia y aceptado por López, siendo la diferencia que, mientras Francia se proponía adquirir tierras para el Estado, López parecía más interesado en usar el Estado. para aumentar las propiedades privadas de su familia. (88)

Aunque López manifestó gran interés en las innovaciones técnicas de naturaleza militar, mostró muy poco interés en la modernización de la ganadería. Puesto que el ganado paraguayo crecía entre 25 y 27 por ciento al año, no vio la necesidad del cambio. (89) Aquella situación tenía su buena dosis de ironía: sin ningún cuidado, los animales se reproducían rápidamente y enriquecían a sus propietarios, aun cuando los mercados tradicionales de las provincias de abajo se encontraran cerrados; en esto, el ganado era más conveniente que los productos agrícolas perecederos. Aquella ventaja propia de la producción pastoril no incentivaba el cambio. Al mismo tiempo, los bajos costos operativos compensaban con creces el atraso del sector ganadero.

Sin embargo, los estancieros paraguayos no podían sentirse complacidos de ningún modo; López no era su aliado como lo había sido Francia. López les hizo sentir cuáles eran sus intenciones cuando, en 1842, restableció el diezmo. (90) Aquella medida procuró ingresos al Estado, pero a costa de los estancieros.

El sistema de precios internos del Paraguay reflejaba los prejuicios y valores específicos asignados a los varios animales durante la era de López (ver tabla 5.4). Las yeguas no se mencionan en la lista, sin duda a causa "un absurdo prejuicio contra su uso, aun como bestias de carga; un hombre montado en una yegua provocaría una sensación tan grande y excitaría tanto ridículo como un dandy montando un burro en una de nuestras calles de moda". (91) En todo el Alto Plata, los estancieros tenían yeguas sólo para la cría y para extraerles la grasa.

 NOTAS:

(86) Marbais du Graty, La república del Paraguay, pp. 144-45.

(87) Relación de haciendas. Villa de Concepción, 25 de enero de 1858, ANA. NE 1567.

(88) Los miembros de la familia podían adquirir estancias del Estado. De esa manera, los López se hicieron de varias propiedades, incluyendo las estancias de San Joaquín, Catiguá y San Ignacio, con todo el ganado de las mismas. ANA. CRB 1-30, 24, 38; I-30; 8, 54;1-30, 6, 98 y 1-29, 30, 46.

(89) Marbais du Graty, La república del Paraguay, . 331.

(90) Decreto de López. Asunción, 24 de noviembre de 1842, El Repertorio Nacional n° 25. Sobre la aplicación del diezmo en el campo, ver Eberhard Munck of Rosenschóld, Algunas cartas del naturalista sueco escritas durante su estadía en el Paraguay , 1843-1868 (Stockolm, 1956), pássim.

(91) Page, La Plata, p. 269.

 

TABLA 5.4 - PRECIOS DEL GANADO EN EL PARAGUAY HACIA 1859 (EN PESOS FUERTES)

Vaca (silvestre), de 2 a 4 años : 8

Vaca (domesticada), de 2 a 4 años : 12

Vaca (engordada para faenarse) : 22

Buey (engordado para faenarse) : 24

Buey (para tirar carros) : 28

Cerdo : 21

Mula : 20

Caballo : 10

Asno : 7

Oveja : 1

Cabra : 1

FUENTE: Marbais du Graty, La república del Paraguay, p. 332. Los cálculos se basan en un cambio de 4 francos por peso fuerte (ver p. 361).

 

En importancia, los cueros ocupaban por lo general el tercer puesto de las exportaciones paraguayas, después de la yerba mate y el tabaco. Los cueros, sin embargo, permanecieron libres del monopolio del Estado y por eso recibieron menor atención de las autoridades. Sin embargo, los registros de las exportaciones del Estado muestran un estable, aunque limitado, comercio de cueros del Paraguay desde 1851 hasta 1855 (ver tabla 5.5). López y los especuladores privados sabían que no podían competir con Corrientes en ese rubro, y mucho menos con las provincias de abajo, por lo cual no trataron de hacerlo.

 

LA DÉCADA DE 1860

 

A comienzos de la nueva década, las perspectivas de expansión de la ganadería eran promisorias en todo el Alto Plata. La derrota de Rosas había puesto fin a la anarquía rural demasiado frecuente en la región y, con los ríos abiertos a todas las banderas, los comerciantes extranjeros de cueros pronto comenzaron a navegar con rumbo al Norte. En algunos pocos puntos, y especialmente en Corrientes, comenzaron a aparecer los inmigrantes europeos, aportando nuevas actitudes hacia el trabajo pastoril. En realidad, hasta mediados de la década prosiguieron las exitosas tendencias de 1850 e incluso fueron superadas: el comercio florecía, se construían nuevos saladeros y la ganadería parecía más rentable que nunca.

 

TABLA 5.5 - EXPORTACIONES DE CUERO DEL PARAGUAY, 1851-65

Año - Cueros crudos (en pesadas de 35 libras) -  Cueros curtidos (número de cueros)

1851 :  1.044

1852 : 17.535

1853 : 39.545

1854 : 39.996 - 15.566

1855 : 35.000(¿?) - 12.000(¿?)

1856 : 36.424 - 10.353

1857 : 38.605 - 8.230

1858 : 21.246 - 3.952

1859

1860 : 46.947  -  5.715

1861 : 36.567 -  5.455

1862 : 38.382  -  8.113

1863 : 26.736 -  3.608

1864 : 46.263  -  2.345

1865 : 15.904 - 1.893

(enero junio)

FUENTE: Cálculos basados en el Semanario, 1 de octubre de 1853; 8 de octubre de 1853; 24 de diciembre de 1853; l l de enero de 1855; 16 de febrero de 1861 al 8 de julio de 1865; Page, La Plata, p. 243; Marbais du Graty, La República del Paraguay, pp. 346-50; Herken Krauer, "Proceso económico", 83-116.

 

En las zonas ganaderas de la costa del río Uruguay, se había gestado un movimiento muy activo, por imperio de los intereses ganaderos entrerrianos. Entre enero y septiembre de 1864, él distrito de Curuzú Cuatiá envió 33.720 vacunos y 5.046 caballos a los saladeros de Entre Ríos. (El Progreso, 4 de diciembre de 1864) Esto implica una cierta racionalización de las opciones regionales en vez de una orientación exclusiva hacia Buenos Aires. El desarrollo de Rosario como un puerto alternativo frente al de Buenos Aires cumplió una función similar, aunque limitada, en el río Paraná. Sin embargo, el verdadero alcance de esas dos nuevas posibilidades de exportación permanece incierto, debido a la continuación del dominio porteño en los embarques y el crédito y también a la Guerra de la Triple Alianza.

Antes de la captura del Marqués de Olinda en noviembre de 1864, la actitud predominante en el comercio del Alto Plata era la de dedicarse a los negocios de forma regular. Los envíos regulares de cueros paraguayos a los mercados de las provincias de abajo lo demuestran claramente. El bajo nivel de las exportaciones de cueros de 1865 se debe al establecimiento de un bloqueo casi total del río Paraguay en julio de aquel año. El restablecimiento del comercio fluvial debió esperar hasta la conclusión de la guerra.

La ganadería de otras parte del Alto Plata se vio muy perjudicada por el conflicto, en especial cuando las tropas paraguayas ocuparon las zonas ganaderas fronterizas de Corrientes y Río Grande del Sur. Como se señaló más arriba, los paraguayos se apoderaban del ganado y quemaban estancias al marchar hacia el sur bordeando los ríos. Los aliados actuaron en forma muy similar durante la contraofensiva. Las 100.000 cabezas de ganado que los paraguayos llevaron de Corrientes en su retirada no beneficiaron mucho al ejército. Un ingeniero militar inglés que trabajaba para el gobierno de López señaló que aquel ganado "en su casi totalidad murió de fatiga, o por falta de alimento (había poca pastura cerca de Paso de la Patria), o por comer una hierba venenosa [...] que abunda en el sur del Paraguay, y que sólo los animales del lugar tienen el hábito de evitar. Durante meses, fue terrible ver aquella cantidad de animales muertos los alrededores de Itapirú y algunas leguas más allá". (Thompson, The War in Paraguay, p. 97.) La ganadería del Alto Plata sufrió un severo golpe, dejando las estancias al sur del Paraná exhaustas y las del norte, destruidas. De acuerdo con una fuente muy confiable, el ganado del Paraguay disminuyó, de 2.000.000 de cabezas al comienzo del conflicto, a sólo 15.000 seis años después.

 

Fuente:

LO QUE EL RÍO SE LLEVÓ

ESTADO Y COMERCIO EN PARAGUAY Y CORRIENTES,  1776-1870

Obra de THOMAS WHIGHAM

Biblioteca de Estudios Paraguayos - Volumen Nº 75

Director: JOSÉ ZANARDINI ,

Colección Bicentenario a cargo de IGNACIO TELESCA

Biblioteca de Estudios Paraguayos

CEADUC – CENTRO DE ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS

DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA "NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN"

Página web: www.ceaduc.uca.edu.py

Asunción – Paraguay, 2009 (372 páginas).






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