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THOMAS L. WHIGHAM

  TABACO, EN LA ERA DE RODRÍGUEZ DE FRANCIA (Obra de THOMAS WHIGHAM)


TABACO, EN LA ERA DE RODRÍGUEZ DE FRANCIA (Obra de THOMAS WHIGHAM)

TABACO. Obra de THOMAS WHIGHAM

La diosa nicotina es adorada por casi todos los paraguayos, sin distinción de sexo ni edad.

W. H. KOEBEL

Las dificultades políticas experimentadas por el Alto Plata después de la independencia tuvieron un gran efecto en la producción y comercialización del tabaco de la región. El tabaco había sido un rubro principal de la economía colonial y era el único cultivo comercial importante en el nordeste del Virreinato. Cuando el comercio sufrió un colapso en la segunda mitad de la década de 1820, el tabaco sólo tuvo colocación en un reducido mercado interno. Sin embargo, cuando las circunstancias permitieron un comercio abierto, el tabaco se recuperó rápidamente, superando con creces su rendimiento inicial.

Llamado pety por los guaraníes precolombinos, el tabaco se cultivó comercialmente en el Alto Plata al comienzo del siglo XVIII. (Cardozo, El Paraguay colonial, pp. 103-4. El gobernador Jaime Saint Just, en la década de 1750, trajo expertos del Brasil al Paraguay, en una tentativa de estimular la producción del tabaco. Uno de esos técnicos era el padre del futuro dictador José Gaspar Rodríguez de Francia. Antonio Zinny, Historia de los gobernantes del Paraguay, 1535-1887 (Buenos Aires, 1887), pp. 179-80.)

Para 1770 se había convertido en uno de los principales productos agrícolas de exportación de la región, inferior en importancia sólo a la yerba mate. En el Alto Plata, el tabaco y la yerba se usaban como instrumentos de trueque y para el pago de los impuestos, y eran productos esenciales del trabajo contractual y esclavo. (Fulgencio R. Moreno. Estudio sobre la independencia del Paraguay (Asunción, 1912) pp. 45-51) El cultivo del tabaco se concentraba en las zonas más populosas del este y centro del Paraguay: Itauguá fue la región principal durante la era colonial, mientras que Villarrica adquirió mayor importancia después de la independencia. Esas áreas contaban con una mano de obra abundante y también con una rica tierra roja. (1) Porque el tabaco agotaba el suelo rápidamente, se hizo necesario rotar los cultivos con frecuencia. En menor escala, también se cultivó el tabaco en el sur, en la campiña de los alrededores de Corrientes y Misiones.

(1) E. de Bourgade la Dardye, Paraguay: The Land and the People, Natural Wealth and Commercial Capabilities (Londres, 1892), pp. 185-87. Este autor señaló que "cuando se lo cultiva en tierra negra, el tabaco nunca tiene aroma, pero en el Paraguay se lo cultiva siempre en tierra roja, y en ello está la mejor garantía de su calidad superior. Los entendidos concuerdan en elogiarlo por su sabor delicado". La coloración del suelo se debe a su alto contenido de hierro.

CULTIVO

El sistema de cultivo de tabaco adoptado en el Alto Plata databa de los primeros días de la colonia y se mantuvo sin mayores modificaciones a lo largo del siglo diecinueve. Sembrado en mayo o junio, las plantas jóvenes estaban listas para el trasplante en unos dos meses. Aquella fase terminaba en septiembre por lo general, aunque la operación a veces continuaba por dos meses más. Las plantas se colocaban a una distancia de dos o tres pies una de la otra, y en diez semanas alcanzaban pleno desarrollo. El tiempo de maduración era mucho más rápido en el Plata que en Cuba, donde podía durar entre 90 y 110 días.

Las hojas inferiores, que eran muy cortas, se recogían primero; de ellas provenía el tipo de tabaco llamado de pito. En unos pocos días, la flor aparecía y era cortada inmediatamente; la planta para entonces medía más de tres pies de altura. Las hojas superiores se recogían a medida que maduraban, y de ellas provenían tres tipos de tabaco: bueno, regular y medio (estas expresiones no alcanzaron uso oficial hasta los comienzos del periodo nacional; en tiempos coloniales, se los agrupaba en la categoría de hoja (tabaco de hojas grandes). Cada planta producía cerca de cuatro hojas de esos diversos tipos, que se comparaban favorablemente con los tabacos de la Habana. En enero, de las plantas de septiembre y en febrero, de las plantas de octubre, se cosechaba un quinto tipo; era el llamado doble, o de hoja ancha. Sólo cinco o seis hojas se dejaban entonces para recogerse en marzo o abril, produciendo un tipo conocido como para. (Bourgade, Paraguay, pp. 185-87. Ver también "Reconocimiento y clasificación del tabaco paraguayo". Asunción, 17 de junio de 1865. ANA, SH, vol. 334) Los cosecheros o cultivadores de tabaco curaban todos los tipos de tabaco de la misma manera en el Alto Plata; todo se limitaba a dejar que se secaran durante algunas semanas, antes de empacarlas, las hojas colocadas en soportes improvisados en cobertizos abiertos.

Esas técnicas de cultivo y curado diferían en muchos puntos de las utilizadas en otras áreas productoras. En Cuba, por ejemplo, se dejaba que las hojas alcanzaran pleno desarrollo y luego se cortaba toda la planta. Un retoño nacía de las raíces, y así se obtenía una segunda cosecha (en ocasiones, hasta una tercera). El sistema paraguayo permitía que la hoja madurase en la planta; el cubano cortaba la planta tan pronto como la hoja dejaba de crecer. El método empleado en el Paraguay producía un tabaco mucho más fuerte, con un porcentaje de nicotina del 2,5 al 7 por ciento, mientras que la variedad cubana rara vez tenía más de 2,2 por ciento. (Bourgade asignaba los siguientes contenidos de nicotina: pito, 2,5 por ciento; bueno, 4 por ciento; doble, 5 por ciento y pará, 6 o 7 por ciento. Bourgade, Paraguay, pp. 185-187. Los contenidos de nicotina del tabaco cubano se dan en Fernando Ortiz, Contrapunto cubano del tabaco y el azúcar (Caracas, 1978), pp. 97-100) Para los habitantes de las provincias de abajo, acostumbrados desde la niñez a fumar los cigarros más fuertes, ese sabor fuerte constituía el atractivo especial de la variedad del Alto Plata. Los viajeros solían señalar que, en el Paraguay y Corrientes, era frecuente ver a una madre dejando que su bebe succionara alternativamente el pecho y el cigarro.

El cosechero era generalmente un pequeño agricultor, que tenía la propiedad de la finca o la alquilaba del gobierno. (El sistema de tenencia de la tierra del Alto Plata a fines de la era colonial comprendía las chacras (pequeñas y medianas propiedades), los arrendamientos, las estancias y las propiedades comunales de los indios. Ver Carlos Pastore, La lucha por la tierra en el Paraguay (Montevideo, 1972), pássim)

Cada cosechero trabajaba la tierra por sí mismo, asistido por sus familiares más próximos y a veces por uno o dos empleados. Por lo general, el cultivo del tabaco le ocupaba sólo una parte de la finca; el resto lo dedicaba al maíz, la mandioca y otros cultivos de subsistencia. El cosechero hallaba atractiva la producción del tabaco porque necesitaba poco capital o equipo para ese cultivo comercial. El dinero obtenido de la venta del tabaco le permitía adquirir implementos agrícolas y algún ocasional artículo suntuario, aunque la falta de mercado externo considerable limitaba el monto de sus potenciales ganancias. En esto, el cosechero del Alto Plata se parecía a los pequeños productores de tabaco de Costa Rica y Venezuela, también limitados por la falta de opciones comerciales. (Cam Harlan Wickam, "Venezuela's Royal Tobacco Monopoly, 1779-1810: An Economic Analysis" (tesis doctoral. Universidad de Oregon, 1975), 43-52; Harold A. Bierck, "Tobacco Marketing in Venezuela, 1789-1799: An Aspect of Spanish Mercantilistic Revisionism", Business History Review 39 (invierno de 1954): 489-502; Marco Antonio Fallas, La factoría de tabacos de Costa Rica (San José, 1972). pp. 57-63.)

LA RENTA DE TABACOS

En la era colonial, las aspiraciones de los cosecheros eran simples: mercados estables, producción ilimitada, pago justo y, sobre todo, transporte fácil en el viaje río abajo hasta Buenos Aires y Montevideo. Pero los funcionarios del gobierno veían el tabaco básicamente como fuente de ingresos muy importante; una consecuencia de esa manera de ver fue la creación de la Real Renta de Tabacos en 1779 en el Alto Plata, como un estanco o monopolio encargado de la manufactura y venta de los productos elaborados con el tabaco de la región. La Renta del Río de la Plata se estableció siguiendo el modelo de la de Nueva España y, como su equivalente mexicana, se esperaba que permitiera una buena recaudación de impuestos al régimen colonial. (8) Aunque cumplió ese propósito cabalmente, también fomentó el resentimiento contra las políticas económicas borbónicas, no solo en el Plata sino en todos los lugares donde se estableció.

Los monopolios estatales del imperio colonial español operaban bajo licencia de la Corona o, en el caso de ciertos minerales, bajo un sistema de concesiones en que los concesionarios conservaban el derecho exclusivo de producción dentro del distrito. Algunos de los monopolios, como los del mercurio y de la sal, resultaron ser más bien una molestia para el consumidor antes que un beneficio para el erario público. La Renta de Tabacos, sin embargo, pronto se convirtió en una de las fuentes mayores de ingresos públicos en Hispanoamérica y Filipinas. En Nueva España, por ejemplo, el ingreso proveniente de ese sector llegó a casi 1.500.000 pesos a principios de la década de 1770 y se triplicó en las dos décadas siguientes. En Chile y el Perú se vio un fenómeno similar. (9)

En el Río de la Plata, la Renta trató de asegurar que el tabaco cultivado fuera de alta calidad; que los precios de compra al productor fuesen bajos; que la producción no se interrumpiese y pudiese satisfacer la demanda, y el control de las ventas fuera total. Fueron esos mismos propósitos los que tenía en mente José de Gálvez, visitador general y luego ministro de Indias, al organizar la Renta en Nueva España. (Herbert Ingram Priestly, José de Gálvez. Visitor-General of New Spain, 1765-1771 (Berkeley, 1916), pp. 142-55.) En ambos casos, el gobierno diseñó un complejo plan administrativo para la distribución del tabaco, y en ambos casos la Renta enfrentó una seria oposición de los cosecheros y comerciantes en tabaco. (El mejor estudio sobre la Real Renta en el Paraguay es el de Jerry Cooney, "Paraguay and the Royal Tobacco Monopoly,1779-1810", manuscrito inédito (University de Louisville, 1990))

Un decreto del gobierno exigió que los productores paraguayos acordaran con la Renta la cantidad de tabaco que podían entregarle anualmente. Todos los cultivadores debían inscribirse en el registro de los funcionarios imperiales. El estanco, sin embargo, debió enfrentar la activa oposición de muchos productores, expresada a través de sus representantes en el cabildo de Asunción. Los cosecheros cuestionaban la conveniencia de las limitaciones impuestas a las ventas de tabaco en el Alto Plata porque, en los años malos, el límite fijado por la Renta podía provocar una carestía, mientras que el excedente de lo producido por encima de lo estipulado podía ser destruido de acuerdo con el contrato cerrado entre la Renta y los cosecheros. Además, los cosecheros y comerciantes asuncenos resentían amargamente las restricciones al comercio fuera de la provincia. Aunque los mismos pudieran obtener grandes beneficios vendiendo su tabaco en las provincias de abajo, las autoridades de la Renta decidieron que ese comercio y sus beneficios fueran exclusividad del estancos. (12)

La Renta del Alto Plata tuvo su José de Gálvez propio en la persona del Director General Francisco de Paula Sanz. (13) Como Gálvez, Paula Sanz era un burócrata peninsular que había llegado al Nuevo Mundo para colaborar en la reorganización de las finanzas del Virreinato. Considerado arrogante pero muy competente por sus contemporáneos, aprendió muy pronto cómo usar el favoritismo para promover la eficiencia. Entre 1778 y 1781, sus funciones lo llevaron al Paraguay y Corrientes, donde, como funcionario principal de la Renta, adquirió un conocimiento de primera mano de la situación, notó especialmente el peso político de los comerciantes de tabaco en el cabildo de Asunción y, al menos en una ocasión, accedió a sus pedidos. En mayo de 1779, aunque a regañadientes, permitió una producción ilimitada de tabaco en el Paraguay. Ningún productor en lo sucesivo debería ceñirse a un contrato, y el tabaco no comprado por la Renta podría ser conservado por el cosechero; sin embargo, siguió prohibida la venta fuera de la provincia. (14)

A pesar de las buenas intenciones de Paula Sanz, aquella concesión aumentó las antiguas dificultades de la Renta en el Alto Plata. La producción ilimitada implicó el compromiso del estanco de comprar todo el tabaco producido. Además, la libertad de comprar y vender tabaco dentro del Paraguay estimuló a la larga el contrabando del producto. Los cosecheros quedaron insatisfechos con los bajos precios, que eran dos pesos por arroba de tabaco de pito y doce reales por arroba de tabaco de hoja, mientras el estanco revendía los mismos productos sin procesar a nueve pesos y medio y doce pesos y medio por arroba. (15) Paula Sanz había prohibido el cultivo del tabaco en las provincias de abajo, así que los productores paraguayos realmente contando con un mercado garantizado.

La relación entre la Renta y los cosecheros funcionó bien y permitió algunas innovaciones en el procesamiento del tabaco. El cambio más importante fue la introducción del torcido negro, un andullo de tabaco oscurecido y endulzado con melaza, que tenía gran aceptación como tabaco de mascar en todo el Plata. Ese producto también se cultivaba y procesaba en las zonas fronterizas del Brasil, y su introducción ilegal en el Plata era cosa corriente. Las autoridades virreinales esperaban que la producción del torcido negro en el Paraguay reemplazara a la variedad brasilera y se evitara el envío al exterior de dinero necesario en el Virreinato. (16) Porque el proceso del torcido negro requería mucho trabajo, su producción se reducía a los pueblos de indios y Misiones, estando esta última región sometida a la Renta de Asunción en lo relativo a ese ramo. Los productores privados, aunque alentados a procesar el torcido negro, nunca mostraron mucho interés en él, aunque la Renta lo comprara al buen precio de veinte y cinco reales por arroba. (Del ministro del Tesoro Real Martín José Aramburu al director general Paula Sanz. Asunción, 10 de septiembre de 1783, ANA. SH 142.)

La Renta disfrutaba de amplios poderes discrecionales en todo lo relativo al tabaco. Los funcionarios del estanco tenían el derecho de confiscar cargamentos ilegales y de arrestar a los infractores. (18) Con esas facultades, las autoridades coloniales establecieron el monopolio sobre una sólida base y vencieron toda resistencia.

Los cosecheros pronto se adaptaron a las exigencias del monopolio. Aunque el cultivo del tabaco permaneciera relativamente libre de restricciones, las ventas y el procesamiento quedaron fuertemente condicionadas por las necesidades de la Renta. El productor transportaba su tabaco maduro en carretas a Asunción, donde lo inspeccionaban y compraban los funcionarios del estanco. Si el viaje le resultaba muy penoso, podía venderlo en finca, con un pequeño descuento, a un comerciante, quien lo transportaba al lugar de procesamiento. Después de la compra en la capital de la provincia, el tabaco no procesado (en reama) esperaba su transporte a Buenos Aires en embarcaciones privadas contratadas por la Renta. El tabaco no despachado a Asunción permanecía en el interior para venderse allí. (Juan Francisco de Aguirre, "Diario del capitán de Fragata...", Revista de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires 28 (1949), 372-77.)

Aunque los cosecheros paraguayos tuvieron reparos contra la gran diferencia entre el precio que les pagaban y el precio de la venta al por menor, no se mostraron muy descontentos mientras tuvieron asegurado el mercado. Pero en 1789 las autoridades del Virreinato ordenaron la total suspensión de la producción del torcido novel paraguayo y una reducción de la compra del tabaco sin procesar. (20) (A causa de su pobre calidad, el torcido negro paraguayo se había vuelto poco apetecible para los consumidores porteños, quienes preferían el producto brasilero de contrabando, que se podía conseguir a un precio inferior.) Como consecuencia de aquella medida, 20.000 arrobas de torcido negro y una cantidad considerable de tabaco en rama quedó en los depósitos de Buenos Aires y la Renta de la ciudad casi fue a la quiebra. (Estado que manifiestan los efectos y caudales pertenecientes a la Real Renta de tabacos". Antonio Pablo Morin, Buenos Aires, 24 de abril de 1795, MG 16d.)

Los efectos del decreto de 1789 se hicieron sentir inmediatamente y tuvieron un efecto duradero. Ya nunca más, en los veinte años siguientes del monopolio, la Renta recuperaría la confianza de los cultivadores. Algunos cosecheros simplemente abandonaron el cultivo del tabaco; con las compras de la Renta limitadas por un tiempo a 7.000 arrobas al año, era excesivo el riesgo de no recuperar lo invertido en tiempo y trabajo. Algunos productores se dedicaron a la única actividad lucrativa del momento, el contrabando.

Mientras que el cultivo del tabaco quedó limitado al Paraguay durante el periodo colonial, su venta se realizaba en todo el Alto Plata, tanto en forma legal como ilegal. Corrientes ofrece un buen ejemplo de lo que sucedía cuando la política del estanco se enfrentaba al contrabando.

Entre 1779 y 1812, la Renta de Corrientes se encargó de todas las ventas legales de tabaco en la provincia. El monopolio mantenía muchas oficinas y tiendas en el interior, en las localidades de San Roque, Saladas y Goya. (Maeder, Historia económica de Corrientes, pp. 352-361) Era difícil reclutar estanqueros o empleados para esas tiendas porque los salarios se fijaban a razón de un exiguo 5 por ciento de las ventas. Como el administrador provincial de la Renta comentó en 1789: "los estanqueros del campo están todos descontentos con sus magros ingresos y renuncian. En muchas áreas aún no se han podido establecer estancos a causa de la falta de personas interesadas en administrarlos". (23) La razón de los magros ingresos no era difícil de comprender: la competencia del tabaco de contrabando resultaba ruinosa para el funcionamiento del estanco.

El tabaco de contrabando proveniente del Paraguay desplazó fácilmente al ofrecido por la Renta; evidentemente, el contrabando estaba dirigido por muchos comerciantes asuncenos. Esos comerciantes y sus agentes, los principales promotores del tráfico ilegal, pagaban a los cosecheros un premio sobre el precio ofrecido por la renta. El producto ilegal se enviaba luego al sur, para transformarse en cigarros en talleres clandestinos. El productor disfrutaba de considerables beneficios: podía vender un producto de calidad inferior a los compradores privados y, si se le apremiaba, podía entregar el de calidad superior a los funcionarios del estanco. Con el tiempo, esta práctica tuvo el efecto de arruinar a los comerciantes honestos porque, por lo general, la renta se negaba a aceptar el tabaco de calidad inferior de los intermediarios. (De Juan José González a Lázaro de Ribera. Asunción, 9 de marzo de 1798, ANA. SH 171).

El envío del tabaco de contrabando hacia el sur pasaba por Corrientes; primeramente, allá por 1780, en cantidades reducidas. Los marineros paraguayos recibían permiso para llevar tres atados de tabaco para su consumo personal en el viaje a Buenos Aires. A menudo los marineros juntaban sus atados y vendían el conjunto ilegalmente en los puertos intermedios. (Los patrones de las embarcaciones fluviales a menudo daban informes falsos sobre el número de sus tripulantes, aumentando así la cantidad del tabaco disponible para el comercio ilegal. Ver cartas del 13 de agosto de 1779, 25 de abril de 1780 y 24 de mayo de 1780. AGPC-DG 21 (1779) y 22 (1780))

Más tarde, cuando el contrabando se convirtió en un modo de vida a lo largo de los ríos, aparecieron métodos ingeniosos para la ocultación y el transporte. Los barcos más grandes llevaban varias arrobas de tabaco escondidas bajo las esteras que los tripulantes usaban como colchones y entre los cueros llevados para venderse río abajo. Las canoas cargadas de contrabando salían del Paraguay de noche, y evitaban la parte más poblada de la costa correntina, la situada al norte de Santa Lucía.

Los contrabandistas a veces llevaban su mercadería hasta las tolderías indias de las proximidades de la costa del Chaco; los indios luego las vendían en mercados tan alejados como Tucumán y Santiago del Estero (Maeder, Historia económica de Corrientes, p. 357).

Las autoridades de la Renta eran completamente incapaces de detener el comercio clandestino, aunque se establecieron puestos de guardia en Paso del Rey, Curupayty, Itatí y, en 1787, en la Tranquera de Loreto (Misiones). Los contrabandistas podían burlar todos esos controles. En 1791, la Renta equipó un barco armado, el Santa Bárbara, para patrullar la desembocadura del río Paraguay en el Paraná. Dos años después se sumó a la tarea otro barco, el San Antonio. Entre septiembre y noviembre de 1791, el Santa Bárbara confiscó 316 arrobas de tabaco, cantidad más que suficiente para pagar los gastos de operación de la embarcación. (27) Pero por cada arroba capturada, muchas más se escapaban, a menudo con la connivencia de funcionarios y guardias de la Renta corrompidos. (En un solo puesto de guardia cercano a Corrientes se confiscaron 1.539 arrobas en 1809 y 2.144 arrobas al año siguiente. Sin embargo, todos los informes indican que esos decomisos eran de poca monta en comparación con el volumen del tabaco que escapaba a los controles. AGPC-DG 42 (1809). Cooney afirma que las operaciones clandestinas eran de un volumen igual o superior a las de la Renta.)

Sin embargo, las políticas del estanco dieron a Corrientes algún ingreso fiscal, especialmente en la década de 1790 si bien, en términos generales, la institución tuvo serios problemas en toda la cuenca del Plata. La corrupción y el contrabando minaban el monopolio, y nunca existieron suficientes incentivos para que los productores se integraran al sistema de contratos con la Renta. Ni siquiera satisfizo a los productores la propuesta lanzada en 1800: garantizar a los cosecheros la exoneración del servicio militar. A causa de la sostenida diferencia de los precios, el contrabando no disminuía, y el único cambio notable fue la desmoralización de la milicia. (29)

Aun siendo la pesadilla de la burocracia, el contrabando contribuyó a la integración económica del Alto Plata al permitir la colocación del tabaco de los cosecheros y comerciantes de toda la región. El verdadero potencial del tabaco sólo podía manifestarse en condiciones de comercio abierto, pero una política de ese tipo resultaba inconcebible para la administración colonial. Los funcionarios del estanco, al derrochar energías en la recaudación fiscal y las inútiles tentativas de reprimir el tráfico ilegal, perdieron la oportunidad de aumentar el comercio legal del tabaco.

Aunque el monopolio representaba un reconocimiento limitado del potencial comercial y fiscal del Alto Plata por parte de su Gobierno, también contribuyó indirectamente del surgimiento de una economía más moderna en la región. El monopolio hizo que, por primera vez, los cosecheros recibieran buen dinero metálico a cambio de su producto. Los empleados de la Renta también cobraban sus salarios en monedas de plata y, a partir de 1801, todas las compras de la Renta de tabaco de Corrientes se realizaron con ese medio. (30) La difusión del uso del dinero metálico tuvo consecuencias importantes para la economía del Alto Plata y fortaleció el sistema de crédito que sostenía la industria de la yerba, la más rentable. Esa economía monetaria en expansión aparejó el crecimiento del crédito para nuevos emprendimientos, especialmente los de las pequeñas tiendas de venta al menudeo, y terminó con el aislamiento económico de la región. La eliminación del puerto preciso de Santa Fe en 1779 comenzó el proceso; la introducción del numerario lo consolidó. Para fines de siglo, todas las personas dedicadas al comercio de tabaco tenían posibilidades de ganancias considerables.

Como se ve en la tabla 4.1, las estadísticas disponibles sobre las exportaciones de tabaco del Paraguay indican una considerable variación en los volúmenes. Esta variación se puede explicar mayormente por las fluctuaciones el régimen de lluvias; la cosecha extraordinaria de 1786, por ejemplo, debió su éxito al buen tiempo. La exportación excepcionalmente alta de 1810, por otro lado, se debió a los esfuerzos de último momento del estanco para enviar compradores al campo, en vez de esperar que los cargamentos de tabaco llegaran a Asunción. Evidentemente, los compradores consiguieron la parte de la cosecha que habitualmente se llevaban los contrabandistas. Si se lo compara con el de la yerba, el volumen del tabaco exportado en esos años no resulta muy llamativo pero, por lo regular, el precio de la arroba de tabaco era tres veces superior al de la arroba de yerba en el mercado porteño. Las cifras pueden ser más altas si se les suman las correspondientes al contrabando.

Durante todo el periodo del estanco, el cultivo del tabaco estuvo limitado por ley al territorio del Paraguay. Esa exclusividad molestó a los agricultores de las otras regiones del Alto Plata donde el tabaco había prosperado anteriormente, y en muchas ocasiones sus quejas llegaron hasta la Renta. En 1785 y 1788, el Cabildo de Corrientes pidió autorización para cultivarlo en la provincia, señalando que la calidad del tabaco correntino "excedía en mucho a la del Paraguay", y alegando que los costos de transporte desde los puertos de Corrientes serían menores que los desde los del Paraguay. (Félix de Azara, Viajes inéditos (Buenos Aires, 1873), p. 45.) La respuesta negativa de las autoridades de la Renta fue inequívoca: no sólo consideraban ellas desacertado el aumento de la producción, sino que además les preocupaba la imposibilidad de impedir el contrabando en el área. (Despacho del 7 de octubre de 1789. AGN IX.3.4.1) No se contempló la posibilidad de efectuar cambios significativos en la operación del monopolio. En los primeros años del siglo diecinueve, a causa de la necesidad de solventar los gastos de guerra de España y su imperio, no se permitió ninguna modificación del sistema en el Paraguay. (33) Sin embargo, a pesar de la ineficiencia, corrupción y contrabando, la Renta obtuvo ganancias y creó muchos empleos.

NOTAS: (8) Bando ... comunicando la creación del Estanco de Tabaco y Naipes", Intendente de la Real Hacienda Manuel Fernández, Montevideo, 4 de agosto de 1778, en Facultad de Filosofía y Letras, Documentos para la historia del Río de la Plata (Buenos Aires, 1912), 2:236-37. Sobre el Real Monopolio en Nueva España, ver Eduardo Arcila Farías; Reformas económicas del siglo XVIII. Nueva España. Industria. Minería y Real Hacienda, 2 vols. (México, 1974),2:113-38.// (9) C. H. Haring, The Spanish Empire inAmerica (New York, 1947), pp. 294-295. Ver también Guillermo Céspedes del Castillo, "La renta de tabaco en el Virreinato del Perú". Revista Histórica 21 (1954): 138-63; Edilberto de Jesús, The Tobacco Monopoly in the Philippines: Bureacrautic Enterprise and Social Change, 1776-1880 (Quezon City, 1980); José Rivero Muñiz, Tabaco: Su historia en Cuba, 2 vols. (La Habana, 1964-65) y Agnes Stapff, "La renta de tabaco en Chile de la época virreinal", Anuario de Estudios Americanos 18 (1961): 1-63. La situación no era muy diferente en la América del Norte colonial; ver Jacob M. Price, France and the Chesapeake: A History of the French Tobacco Monopoly, 1674-1791 (Ann Arbor, 1973) y, en términos más generales, Joseph C. Robert, The Story of Tobacco in America (New York, 1949). Una divertida historia general de las tradiciones populares sobre el tabaco se encuentra en G. Cabrera Infante, Holy Smoke (London and Boston, 1985).// (12)  Ibídem; Daisy Ripodas Ardañas, Francisco de Paula Sanz. Viaje por el virreinato del Río de la Plata. El camino del tabaco (Buenos Aires, 1977), pp. 5-16, 30-46: Juan Carlos Arías Divito, "Establecimiento de la Renta de tabaco y naipes en el virreinato del Río de la Plata, 1778-1781", Historiografía Rioplatense, 1 (1978): 15-26 y del mismo autor "Dificultades para establecer la Renta de Tabaco en Paraguay ", Anuario de Estudios Americanos 33 (1976): 1-17.// (13) De hecho, Paula Sanz era un funcionario protegido por Gálvez, y en Buenos Aires corría el rumor de que era hijo ilegítimo del ministro. John Lynch, Spanish Colonial Administration, 1782-1810. The Intendant System in the Viceroyalty of the Río de la Plata (London, 1958), p. 298.// (14) Decreto del director general Francisco de Paula Sanz, Asunción, 8 de mayo de 1779, ANA. SH 143. El Alto Plata no era la única región sometida a esas prohibiciones. En Nueva Granada, las ventas de contrabando se redujeron considerablemente al restringirse el cultivo del tabaco a cuatro áreas pequeñas y relativamente compactas que resultaban fáciles de vigilar. John P. Harrison, "The Evolution of the Colombian Tobacco Trade, to 1875", Hispanic American Historical Review 32 (May 1952):165.// (15) Decreto de Paula Sanz, Asunción, 29 de marzo de 1779, ANA. SH 143; nota del Cabildo de Asunción al Virrey Manuel Vertiz. Asunción, 23 de abril (¿?) 1779, ANA. NE 89.// (16) Del gobernador intendente Pedro Melo de Portugal al ministro de Indias José de Gálvez, Asunción, 13 de junio de 1779, ANA. SH 144; Moreno, Estudio, 1:61-65. El Brasil exportaba el tabaco torcido negro al Africa, donde servía como elemento de trueque en el comercio de esclavos. Fernand Braudel, Civilization and Capitalism 15th-18th Century (New York, 1981), vol. 1, The Structures of Everyday Life, the Limits of the Possible, 265.// (18) Las facultades otorgadas a los funcionarios de la Renta escandalizaron al gobernador intendente Melo de Portugal. De Melo de Portugal a Vertiz. Asunción, 13 de julio de 1779, ANA. SH 144.// (20) Del virrey marqués de Loreto a fray Antonio Valdez. Buenos Aires, 25 de noviembre de 1789, MG doc. 859.// (23) Despacho de José Fernández Blanco. Corrientes, 25 de abril de 1780, AGPC-DG, libro 22 (1780).// (27) AGPC-DG 31 (1791) y 32 (1792-93). Estos libros constituyen un voluminoso compendio sobre el contrabando de tabaco en Corrientes.  // (29) Expediente sobre el excesivo número de matriculados". Asunción, 1.803, ANA, NE 3399.// (30) Disposición de José Fernández Blanco. Corrientes, 29 de mayo de 1801, AGPC-DG 36 (1800-1802).// (33) Informe sobre las factorías y cultivo de tabaco en el Paraguay ", Azara, Memoria, pp. 129-132; en la misma obra, "Informe sobre los tabacos del Paraguay que surten a la Real Hacienda en el virreinato de Buenos Aires", 154-159.

TABLA 4.1 - EXPORTACIONES DE TABACO DEL PARAGUAY, 1780-1810. Año// Arrobas de hoja// Arrobas de pito// Total

1780 : ........../// ............/// 17.892 - 1781 : ........../// ............/// 14.417 - 1782 : ........../// ............///  4.950 - 1783 : 3.457/// 10.359/// 13.817 - 1784 : 4.853/// 11.859/// 16.713 - 1785 : ........../// ............/// 18.010 - 1786 : 20.736/// 31.755/// 52.491 - 1787 :18.594/// 16.373/// 34.968 - 1788 : 8.634/// 14.538/// 23.172 - 1789 : n.d/// n.d/// n.d - 1790 : 4.684/// 3.569/// 8.253 - 1791 : 3.419/// 3.812/// 7.231 - 1792 : 5.234/// 7.017/// 12.251 - 1793 : 10.997/// 13.807/// 24.805 - 1794 : 18.555/// 18.140/// 36.695 - 1795 : 10.814/// 13.197/// 24.011 - 1796 : 14.449/// 5.273/// 19.722 - 1797 : 6.177/// 6.812/// 12.990 - 1798 : 11.611/// 12.277/// 23.889 - 1799 : 12.060/// 11.920/// 23.980 - 1800 : 8.029///  6.799/// 14.828 - 1801 : ........../// ............/// 32.957 - 1802 : 28.590/// 16.402/// 44.992 - 1803 : ........../// ............/// 17.456 - 1804 : ........../// ............/// 28.154 - 1805 : n.d /// n.d/// n.d - 1806 : n.d/// n.d/// 9.125 - 1807 : 4.254/// 4.811/// 9.065 - 1808 : 4.025/// 4.068/// 8.093 - 1809 : 2.463/// 2.312/// 4.776 - 1810 : 29.414/// 25.187/// 54.601

Estas cifras representan los montos comprados por la Renta de Asunción y destinados a la exportación. Los espacios en blanco indican que no existen datos en la documentación; n.d. (no disponible) significa que yo no he podido encontrar el documento o que éste ya no existe. FUENTE: Nota de Juan José González al gobernador Joaquín de Alós, Asunción, 8 de junio de 1790, ANA. NE 376; de Juan Bautista de Achard al gobernador Bernardo de Velasco. Asunción, 5 de febrero de 1810. ANA. NE 2901; "El monopolio de la Real Renta'", 68-72; y Cooney, Paraguay and the Royal Tobacco Monopoly, pp. 157-64.

EL TABACO EN TIEMPOS DE FRANCIA : La estructura del monopolio terminó definitivamente con la independencia del Paraguay, en mayo de 1811. Un mes después, el congreso convocado para tratar la nueva situación y corregir errores pasados, resolvió que "el estanco quedará extinguido, quedando libre el comercio del tabaco, como los otros productos de la provincia. (34)  Corrientes adoptó la misma medida al año siguiente, quedando la producción y venta del tabaco libres en todo el Alto Plata. (Debe señalarse que no todos los nuevos gobiernos hispanoamericanos abolieron el estanco inmediatamente. En México, donde la institución subsistió hasta mediados de la década de 1840, los ingresos del monopolio aún eran considerables al tiempo de la independencia, y disminuyeron gradualmente a partir de entonces. En Colombia, donde el monopolio del tabaco era una cuestión importante para los partidarios del comercio libre, no se lo abolió hasta 1850. En Cuba y Filipinas, que permanecieron bajo el dominio español, se dieron dos procesos muy diferentes. En la primera, el estanco tuvo una temprana muerte en 1817; en la segunda, se sostuvo hasta 1880. Priestly, José de Gálvez, p. 154; Luis F. Sierra, El tabaco en la economía colombiana del siglo XIX (Mosquera, 1971), pp. 87-99; Rivero Muñiz, Tabaco, 2:229-40, de Jesús, The Tobacco Monopoly, pp. 178-96.)

La inestabilidad de los nuevos regímenes independientes significó la incertidumbre en el comercio. Mientras que los agricultores tenían la libertad de plantar tanto tabaco como deseasen, los comerciantes temían que el producto no pudiera llegar a venderse en las provincias de abajo. Hasta 1813, las fuerzas realistas bloquearon periódicamente la navegación de los ríos y las bandas de merodeadores hostigaban regularmente el comercio fluvial, haciendo que el comercio de exportación fuera tanto costoso como arriesgado. Los depósitos de Asunción y Corrientes se encontraban a menudo abarrotados con mercaderías que debían embarcarse con destino al sur, pero las embarcaciones no podían partir a causa de los disturbios políticos. Aquella situación perjudicaba considerablemente la venta del tabaco del Alto Plata, porque Buenos Aires y las provincias de abajo podían proveerse de tabaco de Brasil o Cuba con igual facilidad.

La incertidumbre en el comercio del tabaco aumentó poco después de la independencia, cuando el gobierno porteño impuso un impuesto extraordinario al tabaco paraguayo. Asunción decidió considerar la nueva tarifa como una violación de un tratado de 1811 por el cual el tabaco debía pagar sólo entre un real y un real y medio por arroba. (36)  Para 1812, los revolucionarios de Buenos Aires estaban irritados con la negativa paraguaya de ofrecer ayuda militar al movimiento de independencia, platense, y decidieron ignorar la instauración de la independencia del Paraguaya. (37) La consiguiente guerra comercial facilitó el ascenso de Francia al poder. Aunque para el final de aquella década los porteños finalmente abandonaron su discriminación contra las exportaciones paraguayas, siguieron considerándose dueños de todo el nordeste del antiguo Virreinato.

Durante los años de Francia, el tabaco siguió siendo importante para la agricultura paraguaya. Aunque el sector exportador declinó, el consumo doméstico continuó siendo considerable. A pesar de haberse visto afectado negativamente por la inestabilidad de las provincias de abajo, el tabaco paraguayo tenía demanda en el sur. Para dar un ejemplo, la embarcación porteña Santa Fe y Animas llevó unos 451 fardos de hoja a Buenos Aires desde Pilar en 1819. ("Guías de Aduana... 1819”. AGN X-36-1-18.) Durante la década de 1820, los primeros gobiernos unitarios de Buenos Aires, adherentes del principio del comercio libre, no pusieron tafias discriminatorias sobre el tabaco. El derecho pagado era una tarifa básica de 10 por ciento ad valorem para el tabaco sin procesar y 20 por ciento para los cigarros; lo pagado por los mismos productos procedentes de Corrientes o Misiones".

Durante los últimos diez años de la renta, las exportaciones legales de tabaco del Paraguay superaron las 20.000 arrobas anuales sólo en cuatro ocasiones. A pesar de las afirmaciones en sentido contrario, el comercio legal sólo rara vez superó esos volúmenes después de los primeros años del periodo de Francia. (40) Las cifras de la década de 1830 presentadas en la tabla 4.2 empero sugieren que la demanda de tabaco paraguayo subió por encima de los niveles anteriores en las provincias de abajo.

Obviamente, la tabla 4.2 no contiene ninguna indicación sobre el contrabando de tabaco. Es probable que el sistema de espionaje interno de Francia disminuyera el contrabando en aquel tiempo, aunque está claro que nunca lo erradicó. En los primeros años de su régimen, los contrabandistas portugueses estaban muy activos en Itapúa y Misiones. (Ver Inventario de los contrabandistas portugueses. Asunción, mayo de 1810. ANA. SPT 931.) Como se mencionó anteriormente, en 1826-27 un brote de contrabando tuvo lugar en el puerto de Pilar. Francia obligó a los mercaderes infractores a pagar una fuerte multa, pero no se hizo ilusiones de que aquello pusiera fin al contrabando. (42) Los incidentes de ese tipo demuestran que el comercio ilícito aún reportaba considerables ganancias a quienes estuvieran dispuestos a asumir el riesgo.

El control mercantilista de Francia sobre la economía de exportación impidió el comercio libre del tabaco en las décadas de 1820 y 1830. El detestado estanco había quedado reemplazado por un comercio teóricamente abierto, pero los cosecheros consideraban las políticas de exportación de Francia más arbitrarias y opresivas que las del antiguo monopolio colonial.

NOTAS: (34) Decreto del Congreso. Asunción, 22 de junio de 1811. ANA. SH 214. Con relación a la independencia del Paraguay, véase Luis Vittone, El Paraguay en la lucha por su independencia (Asunción, 1960), pássím.// (36) Tratado de amistad, unión y límites entre Paraguay y Buenos Aires. Asunción, 12 de octubre de 1811, en Benjamín Vargas Peña, Paraguay Argentina. Correspondencia diplomática, 1810-1840 (Buenos Aires, 1945), pp. 63-66.// (37) Sobre las relaciones entre Paraguay y Buenos Aires en la época, véase Chaves, Historia de las relaciones entre Buenos Aires y el Paraguay, pássim. Sobre la "guerra del tabaco" entre Asunción y Buenos Aires, ver Marcela González de Martínez, "El tabaco en la guerra económica contra Paraguay y Santa Fe", en Tercer Congreso de Historia Argentina y Regional (Buenos Aires, 1977). 4:329-36.// (39) Miron Burgin, The Economic Aspects of Argentine Federalism, 1820-1852 (Cambridge, Massachusetts, 1946), p. 71.// (40) El Semanario del 20 de agosto de 1853 afirmó que en la década de 1830 se exportaban 45.000 arrobas anuales. Alfred Demersay, Du tabac au Paraguay (París, 1851), pp. 24-27, afirma lo mismo. La fuente de ambos pareciera ser Amadeo Bonpland, quien se basaba en una suposición. Robertson, Letters  on Paraguay, 3:216-18 sugiere la cifra de 40.000 arrobas para el año 1816; una apreciación razonable que sin embargo exagera en 7.000 arrobas el monto real. Posiblemente la cifra más exagerada la dio el diplomático brasilero Antonio Manuel Correa da Camara después de una breve visita al Paraguay en 1829: en su opinión, el país podría producir anualmente 800.000 arrobas de tabaco sin procesar y 300.000 arrobas de cigarros a los dos años de abrirse al comercio internacional. Antonio Manuel Correa da Camara, "Calculo Aproximado dos Effeitos e Produgbes do Paraguai", Río de Janeiro, 1 de mayo de 1820. Ministério das Relaçoes Exteriores, Anais do Itamaraty (Río de Janeiro, 1938), 4:83-85.// (42) Seis contrabandistas fueron ejecutados el verano anterior. Williams, "Paraguayan Isolation", 108-110. Ver también nota de José Tomas Gil a Francia. Pilar, 28 de mayo de 1826. ANA. SH 238 y "Multas". Pilar, 24 de agosto de 1827, ANA. LC 27.

TABLA 4.2 - EXPORTACIONES DE TABACO PARAGUAYO. LA ERA DE FRANCIA. Año// Arrobas// Pesos fuertes

1816 : 33.196 - 82.990/// 1818 : 27.139 - 67.846/// 1819 : 28.754 - 71.884/// 1820 : 5.476 - 13.690/// 1827 : 1.995 (Exportación mínima)/// 1829 : 6.455 - 28.292/// 1832 : 6.176 - 28.888/// 1835 : 24.016 - 115.406/// 1837 : 12.964 - 59.279/// 1838 : 6.090 - 26.616/// 1839 : 2.026 - 7.826

FUENTE: Adaptación de White, Paraguay's Autonomous Revolution, pp. 227-37. White tomó sus cifras de los registros del tesoro y la alcabala del ANA. Williams, en "Paraguayan Isolation under Dr. Francia", 108, proveyó los datos faltantes de 1827.

Debido a la dificultad de adaptarse al sector exportador, muchos cosecheros se dejaron de los cultivos comerciales durante el periodo de Francia. Como hemos visto, esto tuvo como consecuencia una reorientación hacia la agricultura de subsistencia. El maíz y la mandioca se plantaron en mayores volúmenes, juntamente con el algodón, arroz, caña de azúcar y verduras. (Williams, Rise and Fall, p. 92.) Naturalmente, se siguió plantando una buena cantidad de tabaco, mas sólo para consumo casi exclusivamente interno.

Fuente:

LO QUE EL RÍO SE LLEVÓ

ESTADO Y COMERCIO EN PARAGUAY Y CORRIENTES,  1776-1870

Obra de THOMAS WHIGHAM

Biblioteca de Estudios Paraguayos - Volumen Nº 75

Director: JOSÉ ZANARDINI ,

Colección Bicentenario a cargo de IGNACIO TELESCA

Biblioteca de Estudios Paraguayos

CEADUC – CENTRO DE ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS

DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA "NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN"

Página web: www.ceaduc.uca.edu.py

Asunción – Paraguay, 2009 (372 páginas).






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