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JORGE RUBIANI

  CUADERNOS DEL BICENTENARIO (TERCER VOLÚMEN) - Por JORGE RUBIANI - Año 2011


CUADERNOS DEL BICENTENARIO (TERCER VOLÚMEN) - Por JORGE RUBIANI - Año 2011

CAMINO AL BICENTENARIO - CUADERNOS DEL BICENTENARIO

Por JORGE RUBIANI

 

TERCER VOLÚMEN

“LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY EN EL CONTEXTO

DE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA AMERICANAS.”


CUADERNOS DEL BICENTENARIO reproduce el contenido de las charlas desarrolladas en el local de FAUSTO CULTURAL, entre los meses de Octubre y Noviembre de 2008. Las mismas han sido pautadas sobre los hechos más importantes acontecidos durante la constitución de la Provincia del Paraguay e inmediatamente después de concretada la República independiente. Ediciones posteriores darán cabida a otros temas de históricos nacionales, como parte de un programa de publicaciones de homenaje al BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY, concretada ésta entre el 14 de Mayo y el 20 de junio de 1811.

 

PRIMER VOLUMEN

·         La Provincia del Paraguay y el camino a la Independencia.

·         Desencadenantes de la revolución de Mayo de 1811.

SEGUNDO VOLUMEN

·         La Revolución de la Independencia y sus actores.

·         Primeros gobiernos. Protagonistas y destinos.

TERCER VOLUMEN

·         La Independencia del Paraguay en el contexto de las guerras de independencia americanas.

CUARTO VOLUMEN

·         El Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, el jacobino que consolidó la Independencia.

·         Protagonismo en los gobiernos del Paraguay Independiente.

 

Autor: Jorge Rubiani

Contacto: jrubiani@click.com.py// Página web: www.jorgerubiani.com.py

Ilustraciones: Roberto Goiriz y Juan Moreno. De HISTORIAS SECRETAS DE PARAGUAY de Jorge Rubiani. Editado por ABC Color

Diseño gráfico: María del Carmen Cabrera


FAUSTO EDICIONES – faustocultural@gmail.com

Eligio Ayala N° 1060, Asunción.- Tel: 221996/ 7

Archivo de documentos y fotografías:

CENTRO DE DOCUMENTACIÓN Y ESTUDIOS DE LA HISTORIA DEL PARAGUAY – CEDEHISTORIA. San Francisco 863 - Asunción/ Paraguay


 

INDICE DEL TERCER VOLUMEN

1.       PARAGUAY Y CHILE, NOMBRES PROPIOS

·         Etimología de Paraguay

·         El Paraguay de otras partes

·         Etimología de Chile

·         Los otros países

2.       GRITOS DE INDEPENDENCIA EN AMÉRICA

·         Brasil y Uruguay ... sin gritos

3.       ¿PORQUÉ LA INDEPENDENCIA AMERICANA?

·Revueltas populares y guerrilleros por todas partes

·Proclama de la "junta Tuitiva" de La Paz

4.       LAS IDEAS QUE MOVILIZARON A LOS PADRES DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA

·El San Martín Monárquico o el Bolívar autoritario

·Los paraguayos en la independencia americana

·El coronel José Félix Bogado

5.       CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA

·Ni tan libres ... ni tan iguales

·La "económica" independencia del Paraguay

6.       LOS VECINOS ... (¿HERMANOS?) DEL PARAGUAY

·Nuevo gobierno en Buenos Aires. Nuevas presiones al Paraguay

·"Asfixiar" al Paraguay

·Reconocimientos en cadena



PARAGUAY Y CHILE: NOMBRES PROPIOS


Durante el desarrollo de las charlas que anticiparon a los dos primeros "Cuadernos del Bicentenario" ha causado sorpresa en el público asistente -por no decir incredulidad- la afirmación de que el Paraguay es la única nación de América del sur que le había dado a su territorio, el nombre que el sitio tenía desde antes del arribo de los europeos a estas tierras.

Tenían razón los incrédulos. No es la única, pues Chile comparte ese sitial. Y también existen ciudades americanas que han conservado sus nombres toponímicos u originales, pero los de Paraguay y Chile -hoy naciones- recibieron a las huestes de Alejo García, Magallanes, Gaboto, Almagro, Ayolas y Valdivia, los que por la selva o la montaña, el océano Pacífico como por el río del Paraguay, fueron tras las sierras doradas del Perú.

Y esos nombres serían una referencia fundamental para mover "la rueda de la historia" en esta parte del continente.

En el caso paraguayo, la denominación se usa hasta hoy cuando la gente del interior profundo del país viene hasta el "Paraguay" (con acento gutural sobre la "y") significando que "viene a Asunción", la capital "original y secular" mentada por Ramón J. Cárcano.



ETIMOLOGÍA DE PARAGUAY.

 

Pero la etimología del nombre Paraguay no proviene de lo que comúnmente se repite -creo que erróneamente- en las escuelas del país. Que es la siguiente:

· PARA = mar

·GUA = originario de

·Y = agua, corriente o río.

Conjunción de voces que nos llevaría a un significado también equívoco: "agua que viene del mar". Los indígenas no eran tan tontos para ignorar de dónde venía el río... y hacia dónde iba.

LEON CADOGAN, de indiscutible prestigio como indigenista y guaraniólogo afirma que dicha etimología respondería sin embargo a otra composición, la que se forma sólo con dos vocablos:

· PARAGUA = corona de plumas

· Y = agua o corriente

PARAGUAY significa entonces: "AGUA DE LA CORONA DE PLUMAS".

Agrega Cadogan que también sería el "nombre de un cacique que pactó con los españoles y colaboró para avasallar a los Mby'a y otras parcialidades. Y concluye que "...Como patronímico guaraní figura en los Registros de Nuestra Señora del Rosario de los Ajos (la actual Coronel Oviedo) y en los de los pueblos de Misiones".

También le suma a la anterior, una afirmación que nadie discute: Que el vocablo ha dado su nombre al territorio en el que se asienta actualmente el Paraguay; y al río homónimo. Que dicha nomenclatura es anterior al arribo de los europeos a estas regiones.

Tanto que en algunos de los primeros mapas de América se denomina PARAGUAY a una vasta zona que excede al territorio mencionado. En esos mismos mapas, el río conserva el mismo nombre desde el centro del continente hasta su desembocadura en el Atlántico. Y gran parte de la costa cercana al estuario, también lleva la denominación: MAR DEL PARAGUAY.




Algunos de los primeros mapas de América, como el de la imagen, denomina PARAGUAY a una vasta zona que excede al territorio en el que se contiene actualmente el país. Como puede notarse, el río conserva el mismo nombre hasta su desembocadura en el Atlántico. Y gran parte de la costa cercana al estuario, también lleva la denominación: Mar del Paraguay.




EL PARAGUAY DE OTRAS PARTES.


Sólo como una referencia al extendido del territorio en el que predominaba la lengua Guaraní; o los significados adjudicados al componente " Paragua" como al mismo vocablo Paraguay, el Diccionario Enciclopédico Universal ESPASA CALPE (Editado en Madrid, en 1920), ofrece las siguientes acepciones:

·PARAGUAY: en el Perú, penacho morado de la espiga del maíz.

·HACER UN PARAGUAY: en Chile, robar animales para aprovecharse de su servicio para devolverlos a sus dueños originales, después.

·ROJO DEL PARAGUAY: también llamado tintura de Pará, tintura obtenida del Spilanthes oleracea y de la raíz del pelitre y que se usa como enjuagatorio para los dientes.


El mismo diccionario mencionado trae otros vocablos con la misma raíz:

·PARAGUA: río de Venezuela.

·PARAGUAMUSI: río de Venezuela.

·PARAGUACHI: población de Venezuela.

·PARAGUAIPOA: población de Venezuela.

·PARAGUÁN: en Venezuela. ¡Alto!. Voz de mando para detener o suspender un trabajo.

·PARAGUATÁN: en Venezuela. En los pueblos del bajo Orinoco, riña entre muchos hombres armados con objetos contundentes. De ahí la expresión: "la disputa acabará en un paraguatán". También se usan las expresiones: "Si te he visto no me acuerdo, paraguatán"."Ir a pedir misericordia y recibir un paraguatán". Esto equivale a: "Ir por lana y salir trasquilado".

Y finalmente:

·PARAGUATÁN: en Venezuela, guerrero indio de las huestes araguas y teques, últimos en rendirse a los conquistadores españoles.




José de San Martín, Libertador de Chile y Perú.

Pero básicamente, uno de los visionarios que concibió la independencia de toda América,

peleando cada palmo de su territorio, a las fuerzas realistas.


 

José Gervasio Artigas, procer de la Independencia uruguaya.

Peleó por la autonomía de la Banda Oriental, a los porteños,

a los brasileños y pretendió la formación de los "pueblos libres",

con la unión de Entre Ríos, Corrientes y eventualmente el Paraguay.





4. LAS IDEAS QUE MOVILIZARON A LOS PADRES DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA


         I. EL SAN MARTÍN MONÁRQUICO O EL BOLÍVAR AUTORITARIO


         Se derrumbaba un imperio de siglos de vigencia. El que había acumulado un poderío económico y militar que le convirtiera en potencia mundial en gran parte de la historia moderna. No habría sido tarea fácil encontrar mecanismos -que la simple declaración de independencia- para suplir semejante entidad imperial cuando ella faltara. O administrar la rebelión americana en medio de las carencias que caracterizaban a aquel vasto territorio y con una falta absoluta de referencias institucionales con las que apuntalar los nuevos estados. Y aun menos, en medio de tantas ambiciones e intereses contrapuestos. Considerando que esta desorientación -para llamarlo de alguna manera- era también el producto de la ignorancia generalizada del pueblo, y de algunos líderes que sólo vieron en aquellas luchas la oportunidad para ejercer los mismos atributos y vicios que el poder recientemente depuesto.

         No en balde, el general Francisco de Paula Santander, advertía: "Hay que hacerle entender a los primeros jefes de la república que sus servicios y heroicidades no son salvoconducto para vejar a los ciudadanos". Pero la mayoría de los que adquirían algún protagonismo se habrían sentido con derecho a "...recibir el poder que había pertenecido a los españoles".

         Parecía inevitable entonces que las revoluciones armadas en procura de la emancipación, siguieran el camino de la anarquía. Fue la ocasión en que algunos de los líderes sacaran a relucir el talento, la capacidad y sentido de la responsabilidad que los diferenciaba del resto. Y los encumbraría a la calidad de próceres, patriotas o libertadores. Con justo derecho.

         Simón Bolívar -de impecable formación académica- definía por ejemplo al tirano como a alguien "que se pone en lugar del pueblo", para concluir, tajante, que "las elecciones populares ponen el gobierno en manos de ineptos e ignorantes".

         Frente a las inquinas y dispersión en las que se ahogaban los esfuerzos libertarios, José de San Martín, nombrado Protector del Perú "con supremos poderes, militares y civiles", se había convencido de la necesidad de un "gobierno fuerte" para superar la anarquía en la que había caído la revolución. Y para superar la situación, llegó a proponer una monarquía para el Perú recientemente libre.

         En tanto Bolívar, consciente que "la sociedad no puede ser cambiada por un simple decreto" también pregonaba la necesidad de gobiernos fuertes para imponer las reformas que los nuevos países reclamaban para "ser felices". A propósito, expresaba: "Estoy penetrado hasta dentro de mis huesos que solamente un hábil despotismo puede regir a la América (...) Nosotros somos el compuesto abominable de esos tigres cazadores que vinieron a América a derramarle su sangre y a encastar con las víctimas antes de sacrificarlas, para mezclar después los frutos europeos de estos enlaces con los frutos de esos arrancados del África. Con tales mezclas físicas, con tales elementos morales, ¿cómo se pueden fundar leyes sobre los héroes y principios sobre los hombres?".





         Y es que en la mayoría de los casos, el liderazgo mas esclarecido estuvo a cargo de quienes habían accedido (como se explica en el 1° Cuaderno), a la lectura, el conocimiento y colectado informaciones de valor estratégico y favorables para el proyecto de independencia. Conocimientos o datos tal vez desconocidos para el común de los mortales, pero en los que se fundaba un liderazgo útil, aleccionador y pedagógico. Sin esa sustentación los hombres no llegan a la dimensión de una rebeldía liberadora. Se convertirán tal vez en anárquicos alborotadores pero en revolucionarios, ¡jamás!. Y aun ocasionalmente triunfantes, no podrían sostener su lucha ni organizar las instituciones que requiere una verdadera revolución.

         Líderes como Simón Bolívar, José de San Martín, Pedro Domingo Murillo, Eugenio Espejo, Francisco de Miranda, Bernardo de Monteagudo, Bernardo de O'Higgins, Francisco de Paula Santander, Juan José Castelli, Antonio José de Sucre, Mariano Moreno, José Gaspar Rodríguez de Francia, entre otros tantos, habrían tenido la capacidad o visión de lo que sucedía en España, o asimilado los ejemplos de las revoluciones americana y francesa; y accedido - por contacto directo o al menos por referencias- a las luces de un John Locke, Adam Smith, René Descartes, Charles Louis de Secondat, Señor de la Bréde y Barón de Montesquieu, François Marie de Arouet -Voltaire-, Denis Diderot y Jean-Jacques Rousseau, entre otras lecturas "revolucionarias" de entonces.

         Aunque no siempre la acción de aquellos próceres, sirviera para cristalizar mejores gobiernos. Faltaría en la composición, la comprensión de todos los fenómenos que enfrentaban y combatieran especialmente, tan tenazmente como pudieran, la capacidad autodestructiva que incuban las revoluciones. A las fuerzas -casi siempre ocultas- que siempre impiden, retardan o frustran los grandes proyectos de gobierno.

         Nos consolamos entonces -en la mayoría de las veces- en el reconocimiento a los grandes hombres, a los "padres de la patria", a los próceres. Quemamos inciensos y elevamos preces en su memoria. Alguna vez tendríamos que pensar también en seguir su ejemplo y concretar los sueños que albergaron.

         Alguna vez, los americanos al sur de Norteamérica, tendríamos que "ser felices".


         II. LOS PARAGUAYOS EN LA INDEPENDENCIA AMERICANA


         "Mas de 4000 paraguayos (...) perecieron en las luchas por la independencia", declaraba el 15 de Septiembre de 1845, el presidente de la República del Paraguay, Carlos Antonio López. Tal estadística estaba contenida en un memorándum escrito por el mandatario al encargado de negocios de los Estados Unidos de América en Buenos Aires, William Harris. Y López, que en 1811 contaba con 19 años, sabía de lo que hablaba. Y hasta habrá tenido mayores detalles de estos acontecimientos por boca de sus mismos protagonistas.

         Es posible que el número incluyera a los que pelearon también durante las invasiones inglesas al Río de la Plata, pero también estaban los que acompañaron al ejército libertador en su cruzada por los Andes. Pues en el mismo escrito, el presidente López afirmaba que "....en los campos de Ayacucho se encontraban hijos de todos los Estados Sudamericanos"; mencionando que junto a paraguayos como el coronel José Félix Bogado, los capitanes Patricio Oviedo y Patricio Maciel y el teniente Vicente Suárez, estuvieron los miles de compatriotas "...que servían en las estancias, saladeros, buques y otros establecimientos industriales de Buenos Aires y Montevideo". Entre los primeros también se encontraba un tal Mateo Acosta quien, junto a Bogado, fueron los paraguayos pedidos por el Gral. José de San Martín para el intercambio de prisioneros con los españoles tras la batalla de San Lorenzo.

         El historiador Julio César Chávez afirma por su parte, que entre todas las provincias que componían el antiguo virreinato del Plata, "... ninguna ha dado un contingente más crecido de sus hijos que la del Paraguay". Y centenares de ellos "que murieron ignorados, treparon los Andes, esgrimieron sus espadas en Chacabuco, Maipú y Talcahuano; salvaron el Pacífico, participaron en la gloria de Pichincha, Riobamba, Junín y de los desastres de Torata y Moquegua".

         Además de otros como Xara (Jara) y Leguizamón que "... tiñeron con su sangre las aguas del Plata, en los combates navales de 1826 y 1827", para el desalojo de la armada imperial brasileña de la Banda oriental.

         Tras la última batalla, en Ayacucho -9 de Diciembre de 1824- regresaron a Buenos Aires los 78 veteranos de la campaña de los Andes. Solo siete de ellos eran sobrevivientes del regimiento original que tuvo su bautismo de fuego en el combate de San Lorenzo el 3 de Febrero de 1813. Además de Bogado, ellos fueron: el sargento Ayudante Paulino Rojas, el capitán Francisco Olmos, los sargentos segundos Patricio Gómez, Damacio Rosales y Francisco Sargas; y el trompa Miguel Chepoja, indígena guaraní "de la reducción de Santa María la Mayor, en Misiones". Llegaban a la estación del Retiro junto a otros 72 veteranos incorporados en distintas etapas de la campaña.


         III. EL CORONEL JOSÉ FÉLIX BOGADO




José Félix Bogado, coronel de los Granderos a Caballero.

Peleó con San Martín y Bolívar por la Independencia de América.

Fue uno de los tantos paraguayos que arriesgó la vida por la causa americana.


         Habría nacido en Villarrica aunque muchos le atribuyen otros sitios como cuna. En algún momento residente en Ñeembucú, el ambiente litoral le habría otorgado también la habilidad de lanchero. Existe otro dato que legitimaría su procedencia: en el regimiento de Granaderos a Caballo del que formó parte desde sus inicios, le decían "el guaireño".

         Falleció siendo Comandante Militar, en la localidad de San Nicolás de los Arroyos, Argentina, el 21 de Noviembre de 1829. En dicha ciudad, residía "en la calle Francia N° 223, donde aún se conserva el solar". A su fallecimiento y sepultado sus restos en el viejo cementerio adyacente a la catedral de la ciudad, la ubicación del féretro se perdió durante el traslado del mismo al nuevo Cementerio "en el Barrio Alto Verde". Esto aconteció durante el año de 1835.

         Muchos cronistas le atribuyen la nacionalidad argentina por la que habría optado al abandonar el Paraguay "a raíz de su intervención en sucesos derivados del pronunciamiento de Mayo de 1810". El hecho le haría partidario de los porteños, una de las tres fuerzas junto a las de los patriotas y realistas- que pugnaban por el poder durante aquellos conflictivos años. Es posible el abandono del país por ese inconveniente si el mismo fuera cierto, pero no tiene fundamento la nacionalización por la simple razón de que pertenecientes todos al mismo territorio y todavía sin la constitución de las entidades nacionales, no existía siquiera entonces la figura de la nacionalización.

         En el Sur, Bogado desenvolvía sus actividades en el litoral donde fue capturado por "las fuerzas expedicionarias españolas que operaban en el río Paraná". Tras el combate de San Lorenzo y el canje de prisioneros propuesto por los realistas a San Martín, éste pidió por el lanchero guaireño, el ya mencionado Mateo Acosta, por el "teniente Díaz Vélez y un marinero". Bogado y Acosta pasaron a formar parte entonces de "la Segunda Compañía del Tercer Escuadrón" del Regimiento de Granaderos a Caballo.

         En ese mismo año de su incorporación, 1813, Bogado fue ascendido en dos ocasiones, "marchando como sargento al ejército del Alto Perú". Luchó en toda la campaña y siendo ya teniente coronel, participó de la última batalla por la independencia: la de Ayacucho. Fue ascendido por el mismo Simón Bolívar a coronel de caballería, en 1825. Iniciaba el camino del retorno un año después con el resto de las tropas. Sólo siete de los granaderos que habían partido con él, regresaban en aquel contingente de poco menos de 80 hombres.       

         Eustaquio Frías, argentino, que lo había conocido, hizo de Bogado una descripción física en una carta dirigida a su compatriota Adolfo Carranza, residente entonces en Asunción: "Era el Coronel Bogado un hombre de regular estatura, grueso, de un color blanco-pálido, de ojos negros y mirada muy viva, nariz recta, boca regular, cabello negro, la barba la usaba como casi todos los guerreros de aquella época, es decir, bigote, mosquita y patillas a la española. Era en fin lo que se puede llamar un buen mozo y de ser grueso, su figura á caballo era gallarda, pues fue muy jinete".


        

 


5. CONSECUENCIAS DE LA INDEPENDENCIA AMERICANA


         I. NI TAN LIBRES... NI TAN IGUALES


         A pesar de las proclamas de Bolívar y los de los demás luchadores por la libertad, los americanos tampoco hemos podido cumplir el presupuesto de la igualdad previsto para los ciudadanos de los pueblos emancipados. De hecho, muy pocos revolucionarios querían una igualdad real y la esclavitud tardó décadas en ser proscripta de los gobiernos ya auténticamente americanos. Durante las luchas por la emancipación, muchos de los patriotas habían considerado a los indios y resto de las castas "inferiores" como aliados, es cierto, "....aunque no como iguales". A propósito, Lynch escribe una cáustica observación: "...Los criollos querían razas igualdad para sí mismos y menos para sus inferiores, indios y mulatos". En los ejércitos de la independencia y junto a americanos de linaje, patricios y criollos, también formaron indígenas de distintas etnias, mestizos, mulatos además de negros, libres y esclavos. Llaneros de Venezuela y guerrilleros del Alto Perú, militares y ciudadanos de condición original civil, sacerdotes y aventureros de diverso pelaje. Y aun a pesar de la generosa participación de aquellas castas en esas luchas (a San Martín le salvó la vida el sargento Cabral: indígena guaraní según algunos; soldado negro según otros), la emancipación para esos estamentos se hizo esperar mucho tiempo más. Aunque su masivo enrolamiento en los contingentes militares tiene una simple explicación. Pues la exposición al peligro en cualquiera de los combates no se comparaba con la vida de privaciones, de crueldad y humillaciones a las que eran sometidos durante el ejercicio de "bajos oficios" en los centros poblados y "en los de peonaje en el campo". Además de las variadas prohibiciones que hacía la vida de estas castas inferiores poco menos que un infierno. El mismo origen de la palabra mulato, equivalente al de mestizo, establecía una jerarquía social comparable a la "naturaleza del mulo" pues "la unión de blanco y negro era considerado tan monstruoso" como el que habían engendrado el caballo y el asno. Y como tales, ni siquiera tenían derecho a la enseñanza y mucho menos a acceder a la lectura y escritura por sus propios medios. En Catamarca, por ejemplo "....fue azotado un mulato por haberse descubierto que sabía leer y escribir".


         II. LA "ECONÓMICA" INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY


         Los datos conocidos sobre los costos humanos de la independencia americana, son aterradores. Frente a ellos, resalta la economía de vidas -tanto en el logro como en el sostenimiento- de la independencia paraguaya.

         En toda la guerra de la independencia mexicana habrían muerto 600.000 personas. En Venezuela murieron 262.000 personas. En ambos países, la población se redujo drásticamente cuando ya fueron desalojados los españoles y sus partidarios. En varios tramos de aquellos sangrientos conflictos que duraron 10 años y aun más, revolucionarios y realistas llegaron a declararse la "guerra a muerte". Esta decisión asumida explícitamente por Bolívar, Morelos y algunos comandantes de las fuerzas realistas, significaba que tras los combates, no se tomaban prisioneros. El que no caía en la lucha y no llegaba a salir a tiempo del campo de batalla, era fusilado. Y en cuanto una fuerza ocupara un bastión del enemigo, inmediatamente se aplicaba la política de "tierra arrasada". Nadie quedaba vivo. Nada quedaba exento del pillaje de las tropas vencedoras.

         Las "provincias unidas" del Río de la Plata estuvieron desunidas hasta prácticamente las vísperas de la Guerra de la Triple Alianza. Desde 1810 hasta 1859, cuando la firma del Pacto de San José de Flores entre Unitarios y Federales, el antiguo virreinato fue ensangrentado por una lucha constante entre cada "ista" agregada al apellido de algún caudillo, contra cualquier otro que se le opusiera. En consecuencia y además de los ya mencionados partidos de unitarios y federales, se incorporarían a las interminables guerrillas: gauchos, montoneros o mazorqueros, con una secuela de muertes y anarquía que cada bando dimensionó como quiso.

         Frente a estos hechos y estos números, y aun si se aceptaran como ciertos los datos con los que se estigmatizara "el terror francista" como el "despotismo de los López", las víctimas del Paraguay durante las mismas épocas, no fueron más que un insignificante porcentaje comparadas a las pérdidas sufridas en aquellas, como en otras regiones de América.




6. LOS VECINOS… (¿HERMANOS?) DEL PARAGUAY


         El Paraguay se independiza de España (y de Buenos Aires) el 15 de mayo -en realidad el 23 de junio- de 1811. El hecho es difundido y comunicado oficialmente, en especial a la junta constituida un año atrás en Buenos Aires, mediante la nota del 20 de julio de 1811. La comunicación es contestada a fines de Agosto indicándose que "... si es la voluntad de esa Provincia gobernarse por sí y con independencia del Gobierno Provisional, no nos opondremos a ello con tal que estemos unidos y obremos de absoluta conformidad para defendernos de qualesquier agresión exterior, uniendo, o convinando nuestras respectivas fuerzas, según lo exigen la necesidad y conveniencia general".

         Cuando aún los paraguayos no habían recibido esta respuesta, el Gral. Manuel Belgrano y el Dr. Vicente Anastasio de Echevarría, enviados por la junta de Buenos Aires, estaban ya en la frontera del sur en espera de una autorización para ingresar al Paraguay.

         Accedido el pedido, ambos arribaban a Asunción el 4 de Octubre siguiente y el 12, luego de "una laboriosa negociación", principalmente con el Dr. Francia, se celebraba la firma de un Tratado con la junta de Asunción, aunque el mismo se hallaría sujeto a la aprobación de las autoridades de Buenos Aires. En el documento se acuerdan los esenciales propósitos de convivencia sustentados por los dos gobiernos: se reconoce la Independencia del Paraguay, se establecen mecanismos de ayuda mutua; y que, "...el peso de sisa y arbitrio que anteriormente se pagaba en Buenos Aires (...) se cobre en adelante en Asunción (…)Podrá sin embargo.."- aclaraba el Tratado- "…establecerse para los mismos fines por la junta de Buenos Aires, algún moderado impuesto a la introducción de los frutos en Buenos Aires, siempre que una urgente necesidad lo exija".

         Pero a pesar de la independencia de las Provincias del Sur y del Paraguay, los españoles aún dominaban los ríos (gracias a la indulgencia que la junta de Buenos Aires había tenido con el virrey Francisco Javier de Elío). Ante la situación, los patriotas -por acuerdos pactados- deberían prestarse mutuo auxilio. Sin embargo, en Mayo de 1812 la junta del Paraguay enviaba al sur una embarcación con frutos del país con el objeto de allegar fondos. La embarcación es retenida en Santa Fe alegándose peligro por la cercanía de naves realistas. Cuando finalmente parten, los paraguayos son asaltados -presuntamente por españoles- y a su comandante Rafael de la Mora le sustraen 53.000,oo pesos. Cuando la nave, la carga y el dinero son finalmente recuperados, las autoridades de Buenos Aires niegan a las paraguayas su devolución. Llevó una larga gestión y mucho tiempo para que aquellas resolvieran devolver al Paraguay sus legítimas pertenencias.


         I. NUEVO GOBIERNO EN BUENOS AIRES. NUEVAS PRESIONES AL PARAGUAY.


         Pero mientras aquel Tratado del 12 de Octubre, era tramitado en Asunción, en Buenos Aires asumía un nuevo gobierno: el Triunvirato. Comienza el sinuoso camino marcado -de hecho- por la inestabilidad política del Plata. Las instituciones aún no estaban firmes. Los hombres que formaban el gobierno tenían ideas propias o respondían a grupos políticos de determinados intereses; los que se proyectaban a la acción del estado, en contradicción con los acuerdos o tratados pactados. "Conviene observar que Buenos Aires ya desde entonces se veía agitado por la ambición de sus partidos, que el personal de su gobierno era repetidamente cambiado, que la senda de innovaciones radicales y desconocidas estaba abierta, queriendo cada una de ellas preponderancia y supremacía sin economizar medios para conseguirlo".

         Como prueba de las contradicciones, además de otros conflictos planteados después del 12 de Octubre, el Triunvirato de Buenos Aires sancionaba el 1° de Septiembre de 1812, un Reglamento que restablecía los odiosos gravámenes que habían castigado a los productos paraguayos durante toda la colonia. Los mismos se agregaban a otros cobros indebidos, ya protestados por el gobierno paraguayo. En tales ocasiones, el Triunvirato se había apoyado en la aparentemente inofensiva frase incluida en el artículo 2° del Tratado y que posibilitaba un "moderado impuesto" por parte de Buenos Aires "siempre que una urgente necesidad lo exija".

         Pero en esta oportunidad, se imponían "…a los tabacos estrangeros o de Provincias separadas" impuestos duplicados en relación a los nacionales. Era una vuelta al pasado. Tras las explicaciones requeridas por el gobierno del Paraguay y el duelo de reproches suscitado por el incidente, culminan las relaciones entre los gobiernos.

         "…Y era cierto" dice el historiador Julio C. Chávez "…¿Qué podía esperar el Paraguay de un aliado que represaba sus buques, se apoderaba de sus caudales, vejaba a sus representantes, gravaba sus productos?".


         II. "ASFIXIAR AL PARAGUAY".


         El mismo Supremo Poder Ejecutivo que sucede en Buenos Aires al Triunvirato, reconoce que la actitud agresiva del anterior gobierno "había alejado al Paraguay". El nuevo gobierno resuelve el envío de un nuevo emisario: Don Nicolás de Herrera. Este llega a Asunción el 20 de Mayo y de inmediato es recibido por la Junta. Desde los primeros reportes enviados a su gobierno, Herrera hace notar la impopularidad de los agentes de Buenos Aires. Sugería su pronto retorno "... para no excitar con su presencia al populacho que ve en cada enviado (...) un espía o un seductor".

         Pero el emisario no desmantela estos prejuicios. Por el contrario, los agrava o les da carácter de certeza. Aunque recibe reconvenciones de sus mandantes, por los errores conceptuales sobre los que conduce su misión, Herrera hacía especulaciones sobre la conducta a ser asumida por el Supremo Poder Ejecutivo si el Congreso Extraordinario convocado para entonces en Asunción, se negaba a nombrar y enviar diputados a Buenos Aires. "...Había que considerar al Paraguay como neutral o como enemigo" –escribía- "Si lo primero, retirar inmediatamente la misión, prohibir el comercio, cerrar los puertos a sus frutos y a su ganado. Si lo segundo, obligarle por las armas a cumplir el acuerdo del 12 de Octubre".

         Pero en sus "informes secretos", donde motorizaba sus verdaderos pensamientos, revelaba las actitudes que campeaban en la política del Plata: "...O la incorporación del Paraguay a las "Provincias Unidas" o la asfixia económica", sentenciaba. "El Paraguay" -agrega Chávez- "...estaba amenazado de muerte por el aislamiento político y las barreras económicas".

         Es posible que luego de 1814, ya instalado el Dr. Francia en el poder, su actitud y criterios de gobierno pudieran haber desalentado el establecimiento de relaciones razonablemente normales entre el Paraguay y Buenos Aires. Relación ésta en la que descansaba -tal vez- la posibilidad de contactos más fluidos con las demás provincias de la región. Pero habían pasado casi dos años de sinuosos procedimientos de las autoridades bonaerenses; procedimientos que afectaron la credibilidad hacia los propósitos de concordia proclamados en los documentos pero desmentidos permanentemente en los hechos.


         III. RECONOCIMIENTOS EN CADENA


         En Buenos Aires se especula permanentemente sobre el futuro de "la provincia rebelde". O se elaboran distintos proyectos para la "solución del problema paraguayo", desde la invasión hasta la reconstitución del Virreinato del Río de la Plata. Ninguna contempla el reconocimiento de la Independencia del Paraguay. Ya muerto el Dr. Francia y envueltos los paraguayos en el trauma sucesorio de su larga dictadura, el 14 de Septiembre de 1844, Brasil producía el reconocimiento del status del Paraguay independiente. El Presidente de la Confederación Argentina, Gral. Juan Manuel de Rosas, indignado, instruyó a su Ministro en Río de Janeiro plantear una formal protesta ante el Imperio contra tal medida.

         Pero la diplomacia brasileña, resuelta a irritar aún más a Rosas y ganarse las simpatías del ya instalado Presidente Carlos Antonio López, fue más allá de su reconocimiento. Promovió que otras naciones realizaran el mismo gesto. Bolivia ya la había reconocido en 1843. Pero en Enero de 1845, con la ayuda de Oribe, su aliado en el sitio de Montevideo, Rosas ya había completado un bloqueo completo contra el Paraguay "...por agua o tierra". El comercio paraguayo quedó reducido "a las exiguas proporciones" que se filtraban desde el Brasil en la época "francista".

         No obstante, el Uruguay reconocía la Independencia del Paraguay en 1845. El Emperador Fernando de Austria, en 1846 y un año más tarde, Venezuela. Rosas también protestó el reconocimiento de Austria. Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Cerdeña, declinaron -inicialmente- la invitación del Brasil. Lo harían más tarde, luego del reconocimiento de la Argentina, en 1852. En Febrero de 1853, lo hicieron Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Un poco más tarde, Prusia y Cerdeña.

         Paraguay se hallaba ya colocado en el "tablero internacional".



Documento que certifica la firma del Presidente Carlos Antonio López en el Decreto que legitima el Acta de Reconocimiento de la Independencia del Paraguay, por parte del imperio del Brasil. Reproducido del libro "El Presidente López. Vida y Gobierno de Don Carlos", del Dr. Julio C. Chávez.





BIBLIOGRAFÍA


·AMARILLA FRETES, Eduardo. INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY. Edit. "El Arte"- Sociedad Científica del Paraguay. Asunción, 1941.

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·Varios autores.   PRIMERAS JORNADAS DE HISTORIA DEL GUAIRÁ - ACTAS Y LABORES. Villarrica, julio, 1970.

 

 

 

 

 

 

 

 

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