SIN TÍTULO, 1996 (DETALLE)
FELICIANO CENTURIÓN
(San Ignacio, Paraguay, 1962 – Buenos Aires, Argentina, 1996)
Juguetes de plástico y tejido al crochet.
Colección Familia Centurión
Obras Itaú del Mes de Abril 2014:
Obra "Sin Título" de Feliciano Centurión
CENTRO DE ARTES VISUALES/ MUSEO DEL BARRO
BIOGRAFÍA
Feliciano Centurión nació en 1962 en San Ignacio, Paraguay. Se radica en Argentina en 1974. En 1988 egresa de la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano en dicha ciudad. En ese mismo año realiza su primera muestra individual. Participó en diversas muestras internacionales y sus obras integran colecciones privadas de Paraguay, Argentina, Brasil, EEUU y Suiza. Fue profesor de pintura en la Escuela Prilidiano Pueyrredón y en la Escuela de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova. Recibió el Tercer Premio de Pintura de la Bienal Martel en 1990, el Primer Premio en la Bienal Martel de Pintura en 1992 y el Premio Fundación Nuevo Mundo del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires en 1993. Fallece en 1996, en Buenos Aires.
¿Cómo puede el arte incidir en la creación de una vida bella? ¿En qué formas puede intensificar nuestra experiencia del cotidiano, para agitar el desafío de inventarnos? ¿De qué manera puede el arte producirnos felicidad o ayudarnos a sobrellevar situaciones de dolor, haciendo que nuestras vidas sean más vivibles? Estas preguntas parecen atravesar la obra de Feliciano Centurión. “Me esfuerzo por producir belleza”, le escribe Feliciano desde Buenos Aires a su amiga Verónica Torres. Toda su producción persevera, obstinada y amorosamente, en esta exigencia. Para Feliciano la experiencia del arte fue indisociable de la apuesta por construir formas de vida fundadas en una política de la amistad y el cuidado y en la invención, desafiante y alegre, de uno mismo. (…)
En el acopio de los materiales para su obra Feliciano frecuentaba la feria de San Telmo en Buenos Aires o el Mercado 4 en Asunción y se llevaba de allí pañuelos bordados, manteles en desuso y delantales. Objetos anónimos que portaban una silenciosa historia de afectos y que cobraban una entidad singular cuando, rescatados de su olvido, eran cuidadosamente cosidos sobre una frazada y enmarcados por una seda brillante. Así, ese objeto mínimo enhebrado en la trama de la tela, aparecía a la vez cobijado por la frazada que le servía de soporte e intensificado en su singularidad por el marco de seda que lo contenía. También las madres y abuelas de sus amigos y amigas solían tejer los apliques que Feliciano utilizaba en sus frazadas o las ropitas con las que en 1996 vistió (y “abrigó”) a dinosaurios, leones, caballos y otros animales de plástico.
Fernando Davis
Fragmento de “Las intensidades de la belleza”
2013
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Fachada del Museo del Barro.
