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CRISTINO BOGADO

  ROSICRÁN / ROSICRACK - Por CRISTINO BOGADO - Domingo, 07 de Julio de 2019


ROSICRÁN / ROSICRACK - Por CRISTINO BOGADO - Domingo, 07 de Julio de 2019

ROSICRÁN/ ROSICRACK

 

Por CRISTINO BOGADO

 

kurubeta@gmail.com

Texto preliminar del poeta Cristino Bogado para la reedición bilingüe de Nandé Ypykuera de Rosicrán (Narciso Ramón Colman, Ybytymí, 1876-Asunción, 1954), que será publicado por Editora de los Bugres en agosto de este 2019, año del 90 aniversario de su aparición en 1929. La exhumación del Anacreonte guaraní se debe al paciente trabajo de rescate de sus obras (inéditas o no) por parte de Fernando Colmán, su bisnieto. La tapa del libro, como otras ilustraciones que acompañan la edición, es obra de la artista paraguaya Otilia Heimat.

«Rosicrán erigió un monumento imperecedero a la lengua guaraní»Bartomeu Melià

Si fuera pretencioso, tuviera casa en París o zoquete con los jesuitas, hablaría de poema enciclopédico, como Las Geórgicas de Virgilio, pero en el caso de Ñande Ypykuera, con sus 27 cantos y 2800 versos en guaraní, pienso que es más bien una enciclopedia que abarca también saberes no falsados, por su inverosimilitud manifiesta o prestigio popular, pues las verdades de la poesía no coinciden con las verdades de la historia, como sabía Aristóteles, que definía al historiador como ese que narra las cosas que han sucedido, mientras que el poeta narra y canta cómo las cosas pudieron haber sucedido…

En su ensayo sobre los caníbales, Montaigne, que tiene la oportunidad de charlar vía trujimán con un indio tupi-guaraní raptado de Brasil, y oír dos poemas, llega a la fantástica conclusión condescendiente: parece Anacreonte. De allí salen Eloy Fariña Núñez, Gecé y, claro, Rosicrán, esa constante vecindad entre lo griego y lo guaraní.

Montaigne, Borges, Lovecraft, Charles Fort, Houellebecq, De Quincey, Olson… Nombres y obras que inmediatamente resuenan en el lector actual de Rosicrán. Así Pawels y Bergier, con sus mapas borgianos que despliegan derroteros sudamericanos precolombinos a lo San Brandán, a lo fenicio recalando en Brasil, los vikingos en el Tiahuanaco, etc., etc. En Rosicrán se trata de los atlantes procreando la raza guaraní. El Asesinato considerado una de las Bellas Artes de De Quincey en Rosicrán se convierte en: «Hasta las malas obras se aplauden si se realizan con arte».

Candidatos para el Borges paraguayo: vacilo entre Natalicio (González) y Rosicrán (Narciso Ramón Colmán). Natalicio, inventor de etimologías fantásticas. Rosicrán, inventor de toda una mitología fantástica, trucha. Borges, ya lo sabemos, inventor de zoologías, teologías, mundos, taxonomías fantásticas.

«En guaraní, el pensamiento marcha al revés que en castellano, y al pasar una frase de un idioma a otro, sufre una inversión completa, un vuelco radical» (Natalicio). Mas Rosicrán, inventando lo greco/guaraní, lo cario y sus cariátides, ha superado hasta a Borges en inventiva.

Al final, la serotonina (Houellebecq) semeja la kaa ruvicha de Ñande Ypykuera (Rosicrán): quien la toma está condenado, si intenta al mismo tiempo tener vida sexual. En Serotonina ese efecto deletéreo y fatal queda anulado; en Ñande Ypykuera no, pero las dos partículas elementales juntas son imposibles, el transgresor muere fatalmente. La duplicidad del coger, de larga data en el idioma guaraní (por ejemplo, en el verbo poru o poro’u, coger y comer), se vuelve a encontrar en el poema donde coger implica ese peligro: coger, ergo desaparecer, morir, para dejar descendencia.

Como con el anhelo de totalidad y síntesis en el Enrique de Ofterdingen de Novalis, fragmento típico del espíritu romántico, también aquí todo el poema puede ser encontrado y visionado en una parte: la muerte de Zumé como petrificación o metamorfosis en piedra.

A Charles Olson, con su fascinación por los símbolos esotéricos (Artaud fue a México a exhumar ese lenguaje oscuro para la humanidad sovietizada) de los petroglifos mayas, la poesía dormida en las piedras lo une a Rosicrán, amante de grutas, Moñái cuaras, ídolos de piedra, héroes petrificados, etc. Yucatán y Yariguaá. «Nuestra obra no es más que el resultado interpretativo de los jeroglíficos» vislumbrados en una gruta, no te lo vas a creer, hoy ya desaparecida. La poesía como exégesis abusiva, catacresis pura.

Lovecraft con su mitología monstruosa que revela una filosofía esencialmente pesimista y, sobre todo, una metafísica negra que supura horror cósmico, tiene a Rosicrán y su genealogía maldita, sietemesina, grotesca, como gemelo.

Charles Fort y su célebre declaración de principios me rebota en el cerebro no bien releo el final de Ñande Ypykuera (las apariencias del gran cinematógrafo de Ñande Ypykuera):

«De modo que todas las apariencias son falsas, puesto que forman parte de un mismo espectro. La pata de una mesa no tiene nada de positivo, no es más que una proyección de algo. Y nadie de nosotros es una persona, puesto que físicamente somos un continuo con lo que nos rodea, puesto que psíquicamente no llega hasta nosotros nada más que la expresión de nuestras relaciones con todo lo que nos rodea. Mi posición es la siguiente: todas las cosas que parecen poseer una identidad individual no son más que islas, proyecciones de un continente submarino, careciendo de contornos reales».

Un alemán dice en 1928 que los indios (de Brasil) son fenicios; ya en 1606 un franchute llamado Marc Lescarbot dice que los indios son hijos de Noé, y Rosicrán, que los guaraníes ¡son atlantes! Estaba en el aire por siglos esa discusión del origen de los indios del nuevo mundo y nuestro «Anacreonte avá» resolvió la cuestión poéticamente.

Su galería de personajes es abrumadora; tiene la nobleza del Guaa sabio, la misoginia de Taú, la cura de la pereza tupí con la receta médica de la visita del Mbaeveraguazu guaraní, la melancolía schopenhaueriana del profeta Tumé, que ya ha visto el futuro de su pueblo, la agonía de la llegada de Colón… ¡y los gemelos atlantes, uno perezoso y el otro industrioso!

«¡Atlántida!

¿Por qué hebreos, aztecas, caldeos, arameos, mayas, hindúes, toltecas, zoroastrianos, chipíuas, griegos y delaware tienen mitos sobre una gran inundación?

Herodoto escribe sobre los atlantes, nombre proveniente de Atlas, que ellos llaman Pilar del Cielo, porque su cumbre está siempre oculta por las nubes.

¡Atlántida! Según Platón, hace nueve mil años la Atlántida, esta raza antaño divina y nada codiciosa se había vuelto más humana e «indigna», Zeus decidió castigarla con terremotos y con un diluvio que destruyó la Atlántida y la mayor parte del territorio de la virtuosa y platónica república de Atenas, que nunca se recuperó.

¡Atlántida! Aristóteles dice que la inventó Platón. Amelio dice que era una metáfora para referirse a las estrellas. Diógenes Laercio dice que no era más que un diálogo ético. Jámblico y Ciriano afirman que es cierto que la Atlántida existió. Orígenes y Porfirio opinan que es sólo una alegoría. Arnobio y Tertuliano creen que existió. Plutarco y Plinio el Viejo lo ponen en duda.

¡Atlántida! ¿Por qué el dios romano Júpiter lleva relámpagos en la mano y el dios mexicano del trueno, Mixcóatl, lleva un haz de flechas?

William Blake:

En esos vastos y sombríos montes entre la costa de Albión y América, hoy cubiertos por el océano Atlántico, llamados Montes Atlánticos, pues desde sus brillantes cumbres se puede acceder al mundo Dorado, ¡Atlántida!

El catalán Jacint Verdaguer, escribió un poema épico nacionalista clásico del cristianismo: L’Atlántida. Dios castiga a la Atlántida por su codicia perdonándole tan sólo las virtuosas tierras de España.

La obra maestra de Donnelly, The Antediluvian World, de 1882, reúne pruebas increíbles para demostrar que la Atlántida fue el origen del mundo civilizado, que Europa y América fueron colonias atlánticas; que los reyes, reinas y héroes de la Atlántida se convirtieron en los dioses y diosas de las mitologías del mundo entero; que la Edad de Bronce y el alfabeto nacieron allí y que las historias que contaron los supervivientes de la catástrofe originaron los mitos mundiales del Diluvio.

¿Por qué Homero cita a una antigua raza de navegantes llamados cares, nombre parecido a caribes?

¡Perdida Atlántida! Todo fue un sueño de los abisales holotúridos»

(Eliot Weinberger).

Todo Ñande Ypykuera (poema de 2800 versos escrito en la «lengua de los asesinos», en el «engañoso lenguaje de los abuelos» del cacique Lambaré, como lo define el escribano del señor gobernador Irala antes del ahorcamiento de éste frente a la Catedral, es decir, en guaraní) no es más que:

(1) Un escolio (dictado por Tupã a través de su médium Guaa a Tumé) de un petroglifo.

(2) Una fata morgana vislumbrada como el «gran cine de los Ancestros Guaraníes».

(3) Todo el poema es un intento de exégesis de unos jeroglíficos grabados en una gruta desaparecida. Como en El péndulo de Foucault, de Eco, donde la novela es el monumental despliegue exegético de una nota de lavandería.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Suplemento Cultural del diario ABC COLOR

 Domingo, 07 de Julio de 2019

Páginas 2 y 3

 www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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