Portal Guaraní - CADETE AMARILLA, MI HIJO - Por MARISOL PALACIOS

El documental Cadete Amarilla, mi hijo, está en cartelera en cines de Asunción e interior del país. La cinta describe la vida de un joven cadete asesinado en el Liceo Militar de Encarnación, los detalles que rodearon su misterioso fallecimiento y el clamor de su madre por justicia.

“¿Podés venir urgente? Tu hijo se accidentó”. Esta escueta frase cambió la vida de la familia Amarilla para siempre. Fue solo la punta de una maraña que nunca se pudo desenredar. Una fría noche del 2 de junio de 1988 Marco Antonio Amarilla Benítez, cadete del Liceo Militar N.º 2 Juan Francisco López, de Encarnación, e hijo mayor del capitán de Navío DEM (SR) Víctor Hugo Amarilla y la doctora Teresita Benítez de Amarilla, perdía la vida en extrañas circunstancias. Tres décadas después, siguen buscando respuestas.

Así surgió Cadete Amarilla, mi hijo, un largometraje de 66 minutos, dirigido por Patricia Aguayo Royg, basado en el testimonio de una madre que busca incansablemente esclarecer el supuesto suicidio de su hijo de 17 años, ocurrido en el Liceo Militar en 1988, una historia más de las tantas ocurridas en las instituciones militares. Marco era menor de edad y estaba bajo la tutela del Estado.

“El objetivo del documental es hacer prevalecer la memoria, como el caso de Marco, que al igual que muchos otros fue quedando sin conclusión, sin respuesta, para que no queden en el olvido y rescatar esa memoria, decidimos hacer algo desde nuestro lugar de artistas, madre, hermana, hija y de mujer”, explica Sonia Amarilla, productora de la película y hermana del cadete.

La trama repasa una breve reseña de la infancia de Marco con testimonio de sus padres, pero más bien se enfoca en su vida en la época de adolescencia en el liceo. El audiovisual es el clamor de una madre que no ha dejado de buscar justicia y el esclarecimiento de la muerte de su hijo, asesinado durante la dictadura, y la escasa respuesta de la justicia paraguaya durante los gobiernos militares que atendieron el caso, ocurrió a finales del régimen stronista y al inicio de otro gobierno militar.

El hecho fue presentado por las autoridades militares como un suicidio ante su familia; sin embargo, tras pericias hechas por insistencia de su madre, se concluyó que fue un asesinato. “No es que nosotros pensamos que fue un asesinato, sino que a partir de las pericias que se hicieron en la época se corroboró que él no pudo haberse suicidado. Se presentó el caso como un suicidio, pero como fue una teoría que no convenció a mis padres, ellos comenzaron a investigar por su cuenta”, relata.

En primer lugar, se realizaron dos necropsias; luego pericias caligráficas por tres peritos diferentes, porque, supuestamente, Marco dejó una nota en la cual contaba el motivo de su drástica determinación. “Todos concluyeron que la esquela que dejó no era de su puño y letra”, asegura. También se hicieron pericias balísticas, en las que se determinó la trayectoria de la bala y la distancia del arma que fue disparada. Gracias a esas pericias se llegó a la conclusión de que no pudo haber sido un suicidio, sino que fue el disparo de un arma larga, fusil, y a dos metros o más de distancia y de arriba para abajo”, resalta.

Estos datos determinaron que era imposible que el joven se disparara de esa manera. El disparo fue con fusil, se determinó el tipo de bala, de arma, la trayectoria y la distancia. Surgieron teorías sobre el motivo del asesinato; una de ellas fue que vio algo que no tenía que ver. Una situación de homosexualidad entre superiores. “Fue lo que comentaron los compañeros, pero nunca fue probado”, refiere.

No obstante, hubo un principal sospechoso, quien querelló a la madre del cadete por daños y perjuicios. “El tema fue que mi madre lo denunciaba a viva voz y en donde podía, esa fue la razón por la que la querellaron. Adujeron daños y perjuicios, y difamación y calumnia, pero no hubo sentencia”, señala.

Sonia recalca que el propósito del documental es, principalmente, fortalecer la memoria y que tanto este caso, como muchos otros, no quede en el olvido y que se conozca, ya que nunca hubo una respuesta del Estado ni se hizo responsable por la tutela de un menor de edad. “Que la gente sepa cómo funciona, o no, a veces, la justicia militar. Al final de la película salen los nombres de otros cadetes y soldados muertos en las mismas circunstancias”, expresa.

Cuenta que realizar el documental tomó unos nueve años porque es un proceso bastante largo y muy costoso. “Trabajó mucha gente. Tenemos la suerte de contar con muchos amigos que nos apoyaron y a la causa con su conocimiento y su arte”, subraya. Según Sonia, el audiovisual estará en cartelera en los cines una semana. “Eso dependerá del público. Ojalá que más. La idea es primero hacer las proyecciones en un circuito comercial y luego en circuitos alternativos: ciudades, barrios, cine móvil”, concluye.

Desde el 12 de setiembre, el largometraje está en cartelera de cines de Asunción, Gran Asunción, Caaguazú, Coronel Oviedo, Ciudad del Este y Encarnación.

Una llamada les cambió la vida, les dijeron que Marco tuvo un accidente en el liceo militar y al llegar allí, él estaba muerto, pulcramente uniformado, su cabeza estaba vendada y dentro de un ataúd, rodeado por otros cadetes que estaban haciendo una guardia de honor. El comandante de la unidad y el del Cuerpo de Cadetes intentaron sustentar la teoría de un suicidio, pero ningún forense intervino en el caso. Algo estaban queriendo ocultar.

• Productores asociados: Karen Fraenkel, Patricia Sánchez y Estefanía Ortiz - Chamaca Productora

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