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  ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE: LA HISTORIA Y SUS JUEGOS ANACRÓNICOS - Por Adriana Almada - Domingo, 27 de Junio de 2021


ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE: LA HISTORIA Y SUS JUEGOS ANACRÓNICOS - Por Adriana Almada - Domingo, 27 de Junio de 2021

ALCIBIADES GONZÁLEZ DELVALLE: LA HISTORIA Y SUS JUEGOS ANACRÓNICOS

 

Por Adriana Almada


 

 Escritora, crítica de arte, curadora.

 Sobre la importancia de la ficción en la percepción del pasado y las relaciones entre historia y literatura se explaya en esta conversación el autor de “Noticias de la #GuerraDel70”, novela que acaba de aparecer, publicada por Editorial Rosalba.

Poseedor de una obra que le ha valido muchos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Literatura en 2013, Alcibiades González Delvalle (1936) confiesa “no tener imaginación para crear acontecimientos” y se decanta por los hechos históricos como materia de su producción ficcional. Su última obra, Noticias de la #GuerraDel70, cruzada en su argumento por las prácticas contemporáneas propias de la comunicación digital, organiza los sucesos a modo de montaje de fragmentos autónomos que, reunidos, componen un cuadro de época en el que sobresalen nítidamente los personajes trazados a fuego por la historiografía nacional. El escritor –periodista, dramaturgo, narrador– cuenta en este diálogo, entre otras cosas, cuáles son sus fuentes, cómo es su sistema de trabajo y qué personajes lo conmueven, para terminar con algunas palabras sobre la política en nuestros días.

— Según datos de los últimos años, la producción editorial con mayor salida es la dedicada a temas históricos, entre análisis, debates y ficción. ¿Por qué el público lector, en Paraguay, se inclina decididamente por la historia nacional, y más particularmente por sus dos grandes guerras? ¿Por qué despierta tanta fascinación la Guerra del 70?

— Acerca de la Guerra del 70 creo que la preocupación del lector está dada, principalmente, en la búsqueda de la verdad. Pocos hechos son vistos por los historiadores con demasiadas contradicciones. Desconciertan afirmaciones rotundas y negativas igualmente rotundas. Esto es así, a mi manera de ver, por el prejuicio con  que se tratan los acontecimientos. Los documentos se interpretan de diversas maneras. Frente a los hechos todavía, por ejemplo, somos admiradores o detractores del mariscal López. Él fue uno solo, pero en la historia aparece por lo menos como dos personas distintas, que se excluyen, que se contradicen.

— No es la primera vez que usted aborda la Guerra de la Triple Alianza en su literatura: Elisa, San Fernando, Procesados del 70… ¿Cuáles han sido para usted las fuentes historiográficas más importantes para sustentar estas obras que, si bien ingresan en el terreno de la ficción, se presentan como dramas históricos?

Hay cuatro figuras históricas que me atraen particularmente: el mariscal López, madama Lynch, el obispo Palacios y el padre Fidel Maíz.

— Mis fuentes son muchas. Leo, estudio, reflexiono sobre los trabajos de quienes, a mi juicio, son historiadores nacionales y extranjeros que han investigado nuestra historia. Naturalmente, cada uno de ellos con una perspectiva distinta. ¿Con cuáles casos me quedo para tejer la ficción teatral o novelística? Con aquellos que me permiten trabajar en las contradicciones, ahondar en ellas; aquellos que, en sí mismos, parecerían de ficción pero no lo son. En este sentido, hay cuatro figuras históricas que me atraen particularmente: el mariscal López, madama Lynch, el obispo Palacios y el padre Fidel Maíz. A través de la ficción procuro acercarme a ellos, describirlos, hacerlos humanos, o sea, hacerlos reales.

— En Noticias de la #GuerraDel70 irrumpen las formas contemporáneas de comunicación propias de la era digital: Twitter, Facebook, Instagram, Whatsapp, televisión, radio… La inmediatez del espacio virtual en que se desplazan las “noticias” de la guerra en su novela afecta visiblemente la velocidad del relato. Los despachos y comentarios que circulan en las redes dando cuenta de las acciones (o retracciones) del ejército paraguayo, los cambios de humor de López, las maniobras políticas en torno a un poder que se desmorona, el acecho de los aliados, la prensa nacional y extranjera, la inminencia del desastre… todo trasunta el tono urgido y, curiosamente, casi frívolo en algunos casos, que caracteriza el intercambio cotidiano en internet: una guerra cruenta cuya narración –dentro de la propia narración– parece sostenerse en hashtags y párrafos apresurados. ¿Qué lo llevó a introducir este juego anacrónico?

— Cuando los acorazados brasileños forzaron el paso de Humaitá, y se hicieron dueños del río, en Asunción se pensó que el mariscal López y su ejército estaban perdidos. López dejó en Humaitá una dotación importante. Fue en marzo de 1868. Al mariscal no le quedaba más remedio que cruzar el río Paraguay e internarse en el Chaco. Fue cuando en la capital nada se supo de él porque la comunicación telegráfica dejó de servir. Se pensó, con razón, que habría muerto o caído prisionero. Esta idea dio lugar a uno de los hechos más trágicos: los sucesos de San Fernando. Se los podría haber evitado si la comunicación hubiese sido posible. O sea, si se disponía de los medios de comunicación actuales. A partir de este pensamiento fue que imaginé el “juego anacrónico”.

— Noticias de la #GuerraDel70 opera como un gran montaje. Es decir, una composición de fragmentos articulados que se encastran como en un puzzle. Sin embargo, y al margen del anacronismo que significa la inclusión de las redes sociales en el argumento, el relato que se genera a partir de todo ese montaje respeta la secuencia histórica oficialmente aceptada para terminar con una afirmación que bien puede ser vista como una reflexión sobre la política paraguaya. ¿Qué lecciones, si las hubiera, podrían desprenderse de este libro?

— Que nuestra historia avanza en círculo. Lo que sucede, ya sucedió. Solo que ya no hay heroísmos.

— A su criterio, ¿de qué modo y hasta qué punto puede la novela histórica moldear la percepción del pasado? Sé que hay temas muy sensibles a pesar del tiempo transcurrido y que todavía en el Paraguay es difícil, en algunos casos, aceptar las licencias literarias que imprimen tales o cuales rasgos a un personaje o modifican en uno u otro sentido algún hecho.

Los documentos en manos de los historiadores son como las leyes en manos de los jueces: sujetos a interpretaciones. Y en manos de los creadores literarios, sujetos a la invención que se parezca a la realidad.

— El rechazo a las “licencias literarias” es el riesgo que se corre cuando se abordan temas muy sensibles sobre los que caen verdades o mentiras absolutas. Pero la novela –por eso y para eso es un género de ficción– tiene la licencia para introducirse en el espíritu, el pensamiento, el humor, de las personas. Este privilegio no lo tiene la historia, aunque haya historiadores, en nombre de la historia, que dan ese paso exclusivo de la ficción. Me atrevo a afirmar que ningún libro de historia nos pinta con tanta certeza la naturaleza del Dictador Francia como la novela de Roa Bastos. Se le pide a un novelista que su trabajo sea creíble, no que esté sujeto a la “verdad de los hechos”. Además, esta misma “verdad” suele tener dificultades para desentrañarla, según las frecuentes polémicas entre los historiadores. Los documentos en manos de los historiadores son como las leyes en manos de los jueces: sujetos a interpretaciones. Y en manos de los creadores literarios, sujetos a la invención que se parezca a la realidad.

— Se cuenta que Marguerite Yourcenar, cuando escribía Memorias de Adriano, ensayaba en voz alta los diálogos en latín, antes de pasarlos al francés, para comprobar su verosimilitud. Es decir, además de todas las fuentes a las que acudió para reconstruir el personaje, hubo en ella una verdadera consustanciación con la figura del emperador. En su caso, ¿cuál ha sido su aproximación a los personajes? ¿Hay alguno de su predilección? ¿De qué manera se ajustan al relato historiográfico y cuál es su margen de invención literaria?

— Yo carezco de imaginación para crear acontecimientos. Mis obras de teatro y novelas parten de temas preestablecidos. Esto me obliga a estudiarlos a fondo, investigarlos hasta el cansancio, o sea, hasta más o menos dominarlos. Cuando al fin los tengo reunidos, anotados, examinados, reflexionados, comienzo a ver cómo los relato, cómo los enlazo. Recién en este punto interviene mi imaginación. Así he procedido con Un viento negroEl dolor de Barrett y ahora con Noticias de la #GuerraDel70. En todas ellas los acontecimientos son verídicos, menos la forma de narrar, que es ficción.

— Si bien puede entenderse el empleo del estilo periodístico –claro, fluido, ágil– como algo inherente a una narración argumentalmente mediada por lo virtual, ¿podría esto ser también visto como un recurso para conquistar nuevos públicos, especialmente entre las nuevas generaciones?

— El propósito original –como lo habíamos convenido con el editor Javier Viveros– es el intento de llegar a los jóvenes con una propuesta que les ayude a conocer mejor, o sencillamente a conocer, nuestra historia. Casi toda la historia del Paraguay –desde el 15 de agosto de 1537– es novelística; tiene el atractivo de la ficción. Si se la leyese como tal, sería verdaderamente fascinante; entonces habría más jóvenes que conozcan nuestro pasado. Historia de mi ciudad, de Carlos Zubizarreta, viene a socorrerme en esta propuesta.

— A lo largo de su obra usted ha reflexionado intensamente sobre la violencia política en el Paraguay. ¿Cuáles son sus características hoy, es decir, en qué ha cambiado con respecto a sus manifestaciones en décadas anteriores, y de qué modo la literatura contemporánea puede dar cuenta de ella?

Entre los acontecimientos políticos pretéritos, y los de ahora, hay una distancia oceánica.

— Para eso sirve la historia y para eso las novelas que la interpretan. Registran los acontecimientos y la conducta de las personas. Entre los acontecimientos políticos pretéritos, y los de ahora, hay una distancia oceánica. Para no abundar en ejemplos, tomemos uno: el Parlamento. Antes se debatía con argumentos, ahora se gruñe. No hay razonamientos por culpa de un claro déficit cultural. El poder de la palabra dio paso al poder del dinero. Esta situación, vivida cotidianamente, con toda seguridad será reflejada en una o más novelas. Por suerte tenemos novelistas jóvenes y talentosos que se encargarán de estos temas.

 

Fuente: www.elnacional.com.py

Sección CULTURA

Domingo, 27 de Junio de 2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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