Hasta 1939, en Buenos Aires, MAURICIO CARDOZO OCAMPO y ELADIO MARTÍNEZ-conformando el afamado DÚO MARTÍNEZ-CARDOZO-, compartieron su canto. Habían salido juntos en 1931, contratados por la Compañía Uruguaya de Comedias (1). Tras recorrer ciudades del Brasil y el Uruguay, anclaron en la capital argentina donde el éxito les tendió su mano generosa durante una larga y fructífera temporada.
CARDOZO OCAMPO, al quedar sin su compañero, continuó siendo un protagonista de la música paraguaya que había ganado su propio relevante espacio gracias al talento de los músicos y compositores residentes en la Argentina. Junto a Los Grandes -JOSÉ ASUNCIÓN FLORES, FÉLIX PÉREZ CARDOZO, LOS HERMANOS LARRAMENDIA, LOS HERMANOS CÁCERES, FRANCISCO ALVARENGA, JULIÁN ALARCÓN, JULIO ESCOBEIRO, JUAN ESCOBAR, AGUSTÍN BARBOZA, DIOSNEL CHASE y otros-, su aporte al repertorio del cancionero popular fue trascendente.
La soledad del artista acabó alrededor de 1940 cuando conoció a una "morena de ojos profundos" -como dice en Morena, una de sus guaranias-, que se adueñaría de su corazón. Se llamaba FIDELINA FLEYTAS, conocida por el apodo cariñoso de "Fide". Había nacido en Asunción a fines de 1914. Cuando apenas tenía seis meses, sus padres -MEDARDO FLEITAS y SILVERIA GUERRERO emigraron a Buenos Aires. Ella cantaba y era hermana de un cantor de elevados kilates que murió joven: DELFÍN FLEYTAS.
"Se habían conocido en una fiesta que se hizo en el salón ‘Verdi’ de La Boca un fin de año. Días después quién sería mi padre fue de visita a casa de mis abuelos ubicada muy cerca del puerto boquense. El romance pronto fue firme, creció con el paso del tiempo y se convirtió en algo estable a través del casamiento", recuerda su hijo ANÍBAL CARDOZO OCAMPO, quien proporciona buena parte de los datos que aquí se consignan.
La casualidad -o eso que llaman el destino, si se quiere-, hizo que los progenitores de ambos fueran oriundos de la misma tierra: Ybycuí. Mauricio había nacido en ese pueblo del Departamento de Paraguarí el 14 de mayo de 1907 y habían sido sus padres CLEMENTE OCAMPO y CRESCENCÍA CARDOZO, a quien dedicaría Che symi porã como un homenaje del hijo ausente a la madre añorada.
El amor entre Mauricio y Fidelina adquirió formalidad expresa cuando se casaron el 11 de agosto de 1941.
"Mi madre no conocía el Paraguay ya que, tras su partida, siendo criatura, nunca había regresado. El viaje de bodas le permitió conocer los distintos paisajes de su patria. Estuvieron en Ybycuí, Villarrica y otras ciudades. De este modo retomó el contacto con la tierra que la había visto nacer", rememora Aníbal.
Retornaron a Buenos Aires donde vivirían hasta la bien entrada la década de 1960. Con el correr de los años se incorporarían al seno de la musical familia sus hijos Oscar, Amambay, Mauricio ("Pinchi") y Aníbal.
De los primeros años de convivencia conyugal data la guarania Regalo de amor convertida hoy en emblemática canción para celebrar el cariño compartido.
"Papá escribió y le puso la música entre 1942 y 1943 en Buenos Aires en medio de sus compromisos artísticos. En esa época la música paraguaya estaba en lo máximo de su esplendor y había muchísimas actuaciones. La canción se la dedicó a mi mamá", afirma Aníbal.
(1) Cardozo Ocampo, Mauricio.
Mis bodas de oro con el folklore paraguayo (Memorias de un Pycháî).
Asunción, 1980, segunda edición.
REGALO DE AMOR
Un canto a la vida tengo que cantar.
Un rezo al amor tengo que rezar.
Y darle las gracias al sol que ilumina
y a la madre tierra, bendecir ... por ti!.
Canta mi corazón su íntima canción por ti dulce amada;
mi sublime oración modulando voy, muy dentro del alma.
Eres tú el mejor regalo de amor que tuvo mi ser
y eres en mi jardín, perfumada flor, gloria de mi edén.
Mamóguipa reju kuñataîmi rohayhu asyetéva.
Nde resápe reru ko'êju mimbi ñande resapéva.
Tajána mbeguemi ha torohêtû vevúi asyete
ha pe nde po mimi tacheravi'û upemi jave.
Recitado
Nadie amó jamás como te amo yo, ángel de mi vida.
Tuyo siempre será este corazón que por ti delira.
Eres tú el mejor regalo de amor que tuvo mi ser
y eres en mi jardín, perfumada flor... gloria de mi edén.