ENCUESTICIDIO PLANIFICADO

 Por ALFREDO BOCCIA PAZ

galiboc@tigo.com

Desde 1991 midieron el pulso de las elecciones paraguayas. Fueron útiles mientras fueron confiables. Últimamente, algunas empezaron a dar cifras raras. Pero nunca antes, como este año, hubo sospechas tan fundadas de que las encuestas "dibujadas" formaban parte de una estrategia de manipulación. Los errores tan groseros no existen. Cuando nos decían que Mario Abdo aventajaba a Efraín por más de 25 puntos estaban orquestando un engaño colectivo.

Se dirá que la intoxicación ambiental con datos falsos afecta por igual a ambos candidatos, lo cual no es cierto. Es posible que los partidarios del candidato favorito, al creer que la elección ya está definida, bajen los brazos y relajen el ritmo del trabajo. Pero es innegable que la consecuencia más demoledora la sufren los simpatizantes del supuesto perdedor. No hay nada más temible en una campaña electoral que la desmoralización de los militantes.

Igualmente nefasto es el efecto sobre potenciales aportantes, gente a la que no le gusta tirar su plata al río. Supongo que cada vez que los recaudadores de la campaña de Alegre golpeaban la puerta de algún financista, se les venía a la mente la reflexión que Fontanarrosa puso en boca de Mendieta, el fiel y filósofo perro de Inodoro Pereyra, cuando el gaucho, viéndose rodeado por un malón de indios, anunció: "¡Venderemos cara nuestra derrota, Mendieta!". La respuesta fue "¿Quién va a querer comprar una derrota y pa' colmo cara?".

Aun los más desconfiados periodistas se vieron afectados por las encuestas falsas. A falta de otros elementos para intentar adivinar el futuro, sus datos indujeron a conclusiones y comentarios sesgados. Hasta el tratamiento que se les da a las noticias se vio influenciado. Recuerdo que luego del debate presidencial concluí ingenuamente que lo había ganado Efraín por puntos, pero que él necesitaba vencer por nocaut para cambiar las cosas. Estaba erróneamente influenciado por la percepción artificial de una enorme ventaja colorada.

¿Qué hubiera pasado si el electorado sabía un mes antes que ambos candidatos estaban cabeza a cabeza? ¿Se hubiera dicho, acaso, que era una campaña muy aburrida? Nunca sabremos si los resultados hubieran podido ser distintos, ni pretendo justificar la derrota de la Alianza. Pido que se mire el fenómeno sin fanatismo: hemos sido víctimas de una estafa colectiva. Y creo que las bocas de urna igualmente falsas que daban más de 15 puntos de ventaja a Marito sirvieron para confirmar la premisa de las encuestas y asegurar la desmovilización de los perdedores.

Esto fue un encuesticidio planificado. Quedará impune, porque la figura penal no existe. Pero los medios de prensa que se hicieron cargo de esos datos tóxicos –por incautos o por cómplices– deben plantearse una profunda discusión sobre la seriedad de las encuestas.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Sábado, 28 de Abril de 2018, 02:00

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