Portal Guaraní - CÓMO DEJAR ESCAPAR A LA TORTUGA - Por ALFREDO BOCCIA PAZ

El primer audio sobre la corrupción judicial se divulgó el 8 de noviembre, hace 66 días. La mayúscula indignación que provocó, eliminó la posibilidad de no hacer nada. Estaban forzados a investigar, pues la prensa lo exigía y la gente mostraba su enojo en las redes.

Había que hacer como que, gua'u, existía interés en castigar a los culpables. Lo importante era que las aguas se calmaran y que nadie se diera cuenta de la real intención: que nada cambie.

Un buen comienzo fue elegir a los fiscales correctos. Los de Delitos Económicos, no. Esos saben qué hacer en estos casos. Mejor algunos bien parsimoniosos, sin iniciativa y manejables. Esto dio resultado: pasaron dos meses y no hubo allanamientos, incautación de computadoras, bloqueos de cuentas o bienes, oficinas lacradas ni indagatorias inmediatas. Había que dar tiempo a los muchachos a ocultar sus ganancias ilegales y destruir pruebas. Fíjese usted que al fiscal Francisco Torres "no le pareció oportuno" constituirse en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados a buscar documentación, aunque había allí elementos suficientemente importantes como para justificar un arriesgado operativo nocturno de robo de papeles. ¿Investigar a los autores del hecho? Un día de estos...

Es usted muy iluso si llegó a pensar que alguno de estos fiscales tendría el coraje de allanar la oficina, el domicilio o las estancias de Javier Díaz Verón, quien sigue campantemente en funciones. Eso sería grandioso, pero no ocurrirá. Fíjese usted que ni siquiera algunos de sus colegas fiscales citados en los audios han declarado hasta ahora. ¿Meterse con el jefe? Ni pensar...

Otras dos medidas prudentes fueron intentar que las imputaciones sean solo por tráfico de influencias, el delito más leve, y que los citados a declarar no comprometan la situación de los que hay que proteger. Fíjese usted que Fernández Lippmann tuvo otras imputaciones solo después de que los periodistas pegaran el grito al cielo, y que en los audios elegidos aparecen muchos nombres, pero no el de González Daher. ¿Llamar a declarar a José Ortiz? Ni locos...

Si hay fiscales que actúan con evidente desidia y desechan pruebas que están servidas en bandeja, el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados podría actuar de oficio. Pero, ¿con qué autoridad moral? No lo harán jamás. Los que lo integraron en los últimos años –abogados, magistrados, catedráticos, juristas de larga trayectoria– sostienen sin ruborizarse que nunca se enteraron de nada, nunca escucharon nada, nunca pudieron hacer nada, pese a los rumores de podredumbre de conocimiento universal.

Estos señores y señoras que permitieron con su indolencia y complicidad que ocurrieran los delitos que se escuchan en los audios son los que pretenden distraernos mientras intentan darle tiempo a la tortuga para que escape.

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