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EFRAÍM CARDOZO (+)

  LA DICTADURA DEL 40 - POLÉMICA: EFRAÍM CARDOZO – JUAN F. RECALDE - Año 1974


LA DICTADURA DEL 40 - POLÉMICA: EFRAÍM CARDOZO – JUAN F. RECALDE - Año 1974

LA DICTADURA DEL 40

APORTE DOCUMENTAL PARA SU ESCLARECIMIENTO HISTÓRICO

ACTA DEL DIRECTORIO LIBERAL (16-II-1940)

ACTA DEL GABINETE (16-II-1940)

POLÉMICA: EFRAÍM CARDOZO – JUAN F. RECALDE

CUADERNOS REPUBLICANOS

Serie Documental N°1

Casa América S.A.I.C. Editorial Gráfica


PALABRAS LIMINARES

“CUADERNOS REPUBLICANOS” que desde sus inicios ha pretendido erigirse en vehículo cultural para el conocimiento e interpretación de la realidad nacional, inicia una Nueva Serie, esta Serie Documental en la que se tratará de allegar a toda persona honesta e imparcial los elementos que con toda objetividad le permitan abrir juicio sobre momentos culminantes de nuestra historia.

Iniciamos esta serie con la difusión de algunos documentos que hablan por sí mismos de un acontecimiento único en nuestra historia: la renuncia de un Gobierno a su investidura popular para transformarse en una dictadura fascista.

Caso singular éste, en nuestra historia, donde se asistió al hecho insólito de autodisolución del Parlamento por renuncia que hicieran sus miembros a su mandato, merece una explicación o por lo menos un conocimiento más pormenorizado que el que brindaron en su hora, fragmentariamente, los medios de difusión de entonces.

Es así que en esta entrega publicamos fragmentos de la reunión del Gabinete en la que se decide el golpe. Estos fragmentos vieron la luz en el semanario liberal “La Libertad”, y en el quincenario “Palestra”.

Igualmente publicamos el Acta de la borrascosa sesión del Directorio del Partido Liberal —entonces en el poder— en el que prácticamente se jugaba la suerte definitiva de su continuidad histórica en el escenario político nacional. Testimonio auténtico de la misma hemos podido obtener tras arduas gestiones.

Cerrando esta entrega, volvemos a dar a luz pública, una polémica entre dos caracterizados y conspicuos exponentes de las dos fracciones o tendencias más representativas del Partido Liberal de entonces: el Dr. Juan Francisco Recalde y el Dr. Efraím Cardozo. Dichas cartas fueron publicadas en un folleto en el año 1941 y no fueron de parte de sus actores ninguna impugnación ni retractación pese a que en vida tuvieron oportunidad de hacerlo, ya sea en 1946 o cuando a partir de 1962 orgánicamente el Partido Liberal retomó su sitial en el escenario político nacional.

“CUADERNOS REPUBLICANOS” no abre juicio. Deja ello librado al criterio imparcial de los investigadores que sabrán extraer las conclusiones que, por lo demás, resultan obvias. Tan sólo se ha permitido ofrecer este volumen documental, donde orgánicamente se reúnen y facilitan el estudio de los hechos que le dan motivo.



COMUNICADO AL PUEBLO DE LA REPUBLICA

Esta mañana, a las 9 horas, se reunió el Consejo de Ministros, en cuya oportunidad el Sr. Presidente de la República hizo una extensa exposición sobre la situación política e institucional del país.

Después de ser conocidos los puntos de vistas del Primer Magistrado y a objeto de darle entera libertad de acción, los Sres. Ministros Secretarios de Estado resolvieron presentar colectivamente su renuncia.

El Sr. Presidente de la República procederá de inmediato a la designación de los nuevos ministros. Por intermedio de éste Departamento se dará a conocer al pueblo de la República la constitución del nuevo gabinete.

Firmado: Adolfo Casco Miranda Secretario Privado y Director del Dpto. de Informaciones de la República

Asunción, viernes 16 de febrero de 1940



ACTA DEL CONSEJO DE MINISTROS, DEL 16 DE FEBRERO DE 1940

(Fragmento)

 “A esta altura de las deliberaciones, toma la palabra el Excelentísimo Señor Presidente de la República, General de Ejército don José Félix Estigarribia, quien expresa que en mérito a las consideraciones expuestas precedentemente, y al clima de agitación política que impera en el país, y muy particularmente en el seno de las Fuerzas Armadas, del estudiantado universitario y secundario, y del obrerismo, movidos principalmente por el “franquismo”, los colorados y los comunistas, ha llegado a la conclusión de que debe asumir la plenitud de los poderes, pero dentro del respeto a los principios de la Constitución Nacional y a las leyes, y con el único y definido propósito de asegurar su vigencia, decisión respecto de la cual, solicita opinión expresa de los Excelentísimos Señores Ministros.

En uso de la palabra el Excelentísimo Señor Ministro, General de Brigada don Eduardo Torreani Viera, expresa que en nombre de las Fuerzas Armadas de la Nación y en el suyo propio, desea testimoniar al Excelentísimo Señor Presidente de la República, su más completa y total solidaridad política. Dice textualmente lo que sigue: “Mi General: Así como estuve con Ud. en los sangrientos cañadones del Chaco, le acompaño ahora, en forma absoluta, en la decisión que acaba de comunicarnos que ha adoptado”.

En uso de la palabra el Excelentísimo Señor Ministro, General de Brigada don Nicolás Delgado, expresa que se adhiere en todo a las palabras expresadas por el distinguido camarada, General Torreani Viera.

En uso de la palabra el Excelentísimo Señor Ministro, Dr. Efraím Cardozo, manifiesta lo que sigue: “Señor Presidente: Pertenezco a una generación que ha perdido su fe en la democracia.. La democracia —Señor Presidente— es un cadáver; y en política es peligroso abrazarse a los cadáveres. Estoy con Ud. mi General”.

En uso de la palabra el Excelentísimo Señor Ministro, Doctor Justo P. Prieto, expresa que al tomar la determinación de actuar en política, se había hecho a sí mismo el juramento y la promesa de servir única y exclusivamente a los gobiernos que actuaran al amparo de la Constitución Nacional; y que por esta razón, lamenta tener que decirle al Excelentísimo Señor Presidente que discrepa con él y que, consiguientemente, a partir de este momento, se considera renunciante.

En uso de la palabra el Excelentísimo Señor Ministro, Doctor Alejandro Dávalos, dice que se adhiere a los conceptos expuestos por el distinguido colega, Dr. Justo Prieto.

En uso de la palabra el Excelentísimo Señor Ministro, Doctor Cipriano Codas, pide tiempo para analizar la situación, ya que esta es muy delicada, y luego determinar a conciencia   

Es copia. Adolfo Casco Miranda. Hay un sello que dice: Presidencia de la República. Secretaría Privada.



SESION EXTRAORDINARIA DEL DIRECTORIO DEL PARTIDO LIBERAL CELEBRADA EL DIA 16 DE FEBRERO DE 1940

En la ciudad de Asunción, a los diez y seis días del mes de Febrero de mil novecientos cuarenta, reunidos los miembros del Directorio del Partido Liberal, en el domicilio del Señor Presidente. Doctor Gerónimo Riart, sito en la calle 14 de Julio esquina Curupayty, se declaró abierta la sesión, siendo las diez horas, con la asistencia de los siguientes miembros: Dr. Gerónimo Riart, Dr., Enrique Ayala, Dr. Justo P. Benítez, Dr. Luis C. Ortellado, Dr. Juan Francisco Recalde, Dr. Alejandro Marín Iglesias, Dr. Arturo F. Bordón, Dr. Francisco Orué Saguier, Dr. Leonardo López, Don Luis Chase Sosa, Dr. Artemio Mereles, Dr. Rogelio Pereyra González, Dr. Rogelio Pavón, Dr. Lucio F. Mendonca, Don Alfonso Oddone, Dr. Emilio Saguier Aceval y Dr. Francisco Sapena Pastor, Secretario del Directorio, bajo la presidencia del primero de los nombrados. Se hallan ausentes los siguientes Miembros Titulares: Dr. Luis A. Riart, Vice-Presidente de la República; Dr. Horacio A Fernández, Ministro Plenipotenciario en Washington; Dr. Policarpo Artaza, ausente en Buenos Aires; Dr. Justo Prieto, Ministro de Relaciones Exteriores; Dr. Carlos Centurión; Dr. Carlos Gatti; Dr. Ernesto Gavilán, ausente en Buenos Aires; Dr. Cristóbal Duarte y Dr. Justo Pastor Urbieta Rojas, y los Suplentes: Dr. Salvador Villagra Maffiodo, Dr. Carlos Ros y Dr. Julio César Chaves, Ministro Plenipotenciario en Bolivia.

Además se hallan presentes en la sesión, las siguientes personas: Dr. Efraím Cardozo, Ministro de Instrucción Pública y Justicia; Dr. Cipriano Codas, Ministro de Hacienda; Don Pablo Max Insfrán, Ministro de Economía; Dr. Alejandro Dávalos, Ministro de Salud Pública; Dr. Manuel Fronciani Bordón; Ingeniero Juan B. Nacimiento, Dr. Manuel Ríos, Don Eusebio Lugo, Dr. Juan Vicente Martínez, Dr. Venancio B. Galeano, Dr. Juan Guillermo Perón!, Don José de la Cruz Franco, Don Sixto Ríos, Don Leonardo Appleyard y Dr. Pedro R. Espínola.

Seguidamente el Sr. Presidente Doctor Gerónimo Riart, informó acerca de las causas que motivan la presente sesión extraordinaria, en los siguientes términos:

Que el día miércoles, 14 de los corrientes, a las diez y seis horas, invitado por el Señor Presidente de la República, General Estigarribia, concurrió a su domicilio particular, en su carácter de Presidente del Directorio del Partido Liberal.

Que en dicha oportunidad el Señor Presidente de la República, le manifestó que lo había invitado a concurrir a su casa, con el objeto de informarle sobre la situación política por la que atravesaba el país y las medidas que tenía el propósito de adoptar para conjurar grandes males que amenazaban a la República.

Que, en su concepto, el país se hallaba al borde de una tremenda anarquía y que era indispensable evitar caer en ella.

Que después de larga reflexión y maduro examen de la peligrosa situación en que se encontraba el país, se hallaba profundamente convencido que la Constitución no proporciona al Poder Ejecutivo los recursos legales para enfrentar con éxito y dominar una situación de anarquía y que, en consecuencia, había decidido modificar la situación del Gobierno, estructurando nuevas instituciones que permitan al Gobierno disponer de los resortes jurídicos indispensables para poner término a la anarquía que está en vías de devorar al país.

Que, a su entender se le plantea dos situaciones: o someterse a la dictadura de la anarquía u organizar un gobierno fuerte, capaz de restablecer el orden. Que él entendía que su responsabilidad de gobernante, le imponía el duro trance de impedir por cualquier medio, que el país sea presa de la anarquía.

Que, a su juicio, el Congreso al dictar una Ley convocando al pueblo para la elección de Convencionales para rever la Constitución de 1870, está diciendo que la Constitución no sirve con eficacia como instrumento de progreso, ya no satisface los intereses nacionales.

Que después de pensar profundamente sobre su responsabilidad de gobernante, había decidido modificar la Constitución de su gobierno, estructurando nuevas instituciones políticas, más en consonancia con las necesidades nacionales y con el firme propósito de poner término a la anarquía.

Terminó el Señor Presidente su larga exposición, pidiendo al Señor Presidente del Directorio, que el Partido Liberal y, especialmente, el Presidente del Directorio, lo acompañen en la obra de renovación, en esta nueva etapa que la Nación iba a emprender buscando el camino de su felicidad.

Estas fueron, terminó diciendo el Doctor Riart, en síntesis, lo que el Señor Presidente de la República le manifestó.

Prosiguiendo su exposición, el Dr. Riart dijo que había manifestado al Señor Presidente, en respuesta, lo siguiente:

Que el Señor Presidente de la República, en su concepto, tenía una falsa visión del estado espiritual de la Nación. Que la huelga estudiantil y la violencia con que, a diario, se expresa del Gobierno, del Partido Liberal y de sus hombres, la prensa opositora, bajo ningún concepto, pueden considerarse como fenómenos anárquicos que están a punto de extenderse por todo el pueblo. Que al Señor Presidente le consta que todo el país permanece tranquilo, que en ninguna de las ciudades y pueblos del interior se había notado signos de agitación; que el trabajo se realiza en toda la extensión de la república sin ninguna dificultad, que como Miembro y Presidente del Directorio del Partido Liberal, no había recibido ninguna información que le permita suponer que el país esté al borde de la anarquía y menos que exista una situación social o política que exija medidas extraordinarias de carácter excepcional .

Que lo único cierto es que existe una huelga estudiantil con sus acostumbrados tumultos callejeros y una violenta campaña de la prensa de oposición. Que estos dos fenómenos los consideraba normales, dentro del régimen legal en el que vive y se desenvuelve el país, pero que bajo ningún concepto podrían considerarse como anunciadores de una próxima e inevitable anarquía política o social, capaz de estremecer los poderes constitucionales de la República.

Que, en su concepto, el Poder Ejecutivo cuenta con los medios legales para poner término a la huelga estudiantil y hacer cesar el tumulto callejero, tumulto en el que no participa el pueblo y que, hasta el presente, no ha salido del campo estudiantil. Además, el Poder Ejecutivo cuenta con la decidida colaboración del Congreso para adoptar las medidas legales que las circunstancias lo exijan.

Que miradas las cosas tal como acaba de expresar al Señor Presidente, creía que una falsa o una errónea apreciación de los sucesos estudiantiles, podrían poner al Gobierno y al país en mm peligrosa pendiente, cuyas funestas consecuencias no podríamos prever.

Que, a su juicio, la decisión del Señor Presidente de dar nuevas instituciones a la Nación, importaría un acto de fuerza, la imsición de un régimen de dictadura.

Que declaraba categóricamente al Señor Presidente, que en esa actitud política le era absolutamente imposible acompañarle, pues que su vida pública, desde muy joven, había sido combatir las pequeñas y las grandes dictaduras políticas que asomaron en el escenario nacional y que, a esta altura de su vida no podría renunciar a esa tradición, a sus ideales, quemar su bandera de lucha y hacer el sacrificio de sus más caros afanes ciudadanos.

Que deploraría profundamente que el Señor Presidente, que ha sido electo por una extraordinaria masa de ciudadanos para regir los destinos de la Nación de acuerdo a la Constitución y las Leyes de la República, bajo la falsa impresión de acontecimientos políticos o sociales inexistentes o acontecimientos políticos existentes pero sin trascendencia nacional, que se reducen a agitaciones callejeras dentro de la Capital, se aventure, por un acto de fuerza, a imponer a la Nación un régimen de fuerza.

Antes de terminar la entrevista, el Señor Presidente se extendió en nuevas consideraciones sobre la situación del país, manifestando, al final, que aún no había tomado decisiones definitivas y que, en todo caso, lo volvería a invitar para conversar nuevamente sobre el delicado asunto.

Así terminó, manifestó el Doctor Riart, la entrevista con el Señor Presidente de la República.

Seguidamente usó de la palabra el Doctor Juan Francisco Recalde, quien se expresó en los siguientes términos: Estamos en un momento histórico para la vida de la Nación y del Partido Liberal. Es necesario elegir uno de estos dos caminos: O seguir al General Estigarribia bajo el régimen de una dictadura que pretende imponer a la Nación, o seguir al Partido Liberal, luchando por sus ideales democráticos y por su brillante tradición de libertad.

Para acompañar al General Estigarribia es necesario renunciar a los ideales de libertad, que son la esencia de la existencia del pueblo paraguayo y la tradición gloriosa de nuestro partido, cosa que este Directorio no podrá hacer sin traicionar esos ideales del pueblo y la gloriosa tradición del Partido Liberal. Debemos entonces negarnos a acompañar al General Estigarribia, sosteniendo en este momento histórico la bandera de los ideales del pueblo que

son los ideales de nuestro partido, ideales que constituyen los principios que animaron a los hombres que lo fundaron y le dieron tradición honrosa en las luchas políticas del pasado, ideales por los cuales vivieron, lucharon, sufrieron y murieron muchos hombres en esta tierra. No es posible, bajo ningún concepto, que después de haber luchado el Partido Liberal más de sesenta años por hacer una verdad en este país, la democracia bajo el signo de la libertad, tenga ahora, por decisión de un Directorio, que apoyar un régimen dictatorial, que es lo que se propone el General Estigarribia.

Como ciudadano y como liberal, es mi deber,  en esta solemne oportunidad, formular idéntica declaración que la hecha por el señor Presidente del Directorio Doctor Riart, no pudiendo, en consecuencia, apoyar con su voto el pensamiento de arrastrar al Partido Liberal detrás de una dictadura.

Seguidamente usó de la palabra el Doctor Justo P. Benítez, quien lo hizo en los siguientes términos: Que para considerar la actitud que ha de asumir el Directorio en esta emergencia, es necesario ponerse frente a los hechos consumados. Que es necesario resolverse entre una dictadura del orden o la anarquía que todo lo devora. Que las doctrinas sirven solamente para inspirarse, pero que ha llegado el momento de decidirse, resolverse a corto plazo.

Que cuando le hablaron de este asunto había escogitado una base intermedia de solución al problema, pero que ella había sido rechazada por el Señor Presidente de la República, colocándolo así, frente a la realidad que ha de definir la suerte del país.

Se tiene por un lado, una gran corriente anárquica donde se hallan concentradas todas las fuerzas de oposición al Partido Liberal, como ser: franquismo, el Partido Colorado, sumados a la anarquía que existe en todos los espíritus y que va cobrando cuerpo en las masas populares, vale decir, la anarquía en unión, y, por otro lado, las fuerzas de orden que quieren defenderse apelando a su única arma que es la Constitución Nacional, que no ofrece los medios necesarios para luchar con los modernos sistemas de ataque. Que la Constitución del 70 está virtualmente muerta, sobre todo, después de la reglamentación del artículo 18, cuya Ley nunca el Gobierno la usó porque vino huérfana de toda simpatía. Lo cierto es que el Parlamento, al votar la reforma constitucional, ha reconocido implícitamente que ella ya no satisface, no solamente las aspiraciones actuales, sino que también es un instrumento inadecuado para la defensa de los intereses colectivos. Con ello no se sostiene que este cuerpo legal sea malo, pues que con él ha vivido la democracia y se ha edificado la grandeza del Paraguay hasta el presente. Pero en la actualidad puede sostenerse que ya ha cumplido ampliamente su misión. Que es necesario para vivir en consonancia con la época, estructurarla sobre nuevas bases.

El Gobierno se debate pues con órganos inadecuados en un momento de honda crisis y es necesario pensar con serenidad en salvar el orden, si es que se quiere evitar un derrumbe general. Hay que optar por lo tanto entre el orden y la anarquía. No es en absoluto cuestiones de disquisiciones doctrinarias.

Seguidamente historió los movimientos revolucionarios de 1902, 1904 y 1912, etc., sosteniendo que aquellos movimientos fueron revoluciones de forma, pero lo que se plantea en la actualidad es una revolución de estructura, de reforma, una revolución de reorganización, en una palabra. Que la democracia no es una forma estática. Ella responde al medio, al momento, a la raza. Para realizarla es necesario tocar las realidades de los acontecimientos. Esta revolución es un hecho inevitable. Ella está en el espíritu de las masas y es deber del Partido Liberal, captando este movimiento, apoderarse de su dirección para que responda a las altas finalidades de nuestro partido. Por eso el exponente entiende que el Directorio debe comprender esta situación e interpretar con espíritu avanzado, comprensivo, los enunciados de nuestro credo doctrinario. El Partido Liberal debe contemplar solo la concentración de poderes en manos del Poder Ejecutivo para atajar la anarquía. Lo que el Partido no admite es la dictadura como sistema; pero para salvar los principios en un momento de honda perturbación como la actual, no debe arrojar al país a una debacle.

Las Dictaduras no son funestas ni repudiables cuando están en manos de hombres como Don Carlos Antonio López y no hay que temerlas cuando solo importan la supresión momentánea del juego de la democracia, cuando ella no ha de ser definitiva, sino que ha de constituir solo una transacción ante un momento de confusión y una era de prosperidad, concordia y de paz.

El General Estigarribia ha dado pruebas suficientes de haber querido restaurar la democracia. A todos consta que todos sus esfuerzos han sido infructuosos. Luego hay que suspender las actividades partidarias para entrar en un período de franco reajuste institucional.

Por otro lado, es cierto que nosotros mismos no hemos podido conciliar dos realidades a las cuales se ha hecho mención en más de una oportunidad en este Directorio: el Ejército y el Partido. Luego es indispensable que una de ellas se llame a silencio para encarar con alguna serenidad los grandes problemas a que estamos abocados.

Tampoco hay que temer, continuó diciendo el exponente, a la oligarquía. Ella no puede volver por que los hombres han crecido, han evolucionado y el medio ambiente no es propicio a su desarrollo. Deben aceptar como necesaria esta transformación del Estado  Paraguayo que hoy se piensa realizar desde arriba y no desde cuarteles, como simple cambio de hombres y no de sistemas.

Con ello entiendo que no se sacrifica la libertad. Muy al contrario, se piensa perfeccionarla, poniéndose por tanto un compás de espera corto, pero decisivo para el encausamiento definitivo y juego más perfectos de los resortes democráticos. Advierte que las bases sobre las cuales ha de operarse no implica una complicidad del Partido Liberal en una dictadura. Que el Congreso no dará la plenitud de poderes al Poder Ejecutivo y que los correligionarios deben tener libertad de acción, digo, de colaboración con el gobierno, de modo que su apoyo es facultativo.

El Directorio y el Partido, a su entender, no deben lanzarse en esta oportunidad contra toda la República, que pide paz. El orden se concibe sin la libertad, pero jamás ésta sin el orden. Estima que el Directorio sin abdicar de los principios que sustenta el Partido Liberal, puede y debe votar las siguientes resoluciones que las formula como moción.

1) Que el Directorio del Partido Liberal declara llegada la oportunidad de reformar la Constitución Nacional y que esta resolución se comunique a los Señores parlamentarios.

2) Que los representantes al Congreso cancelen sus respectivos mandatos por renuncia, y

3) Que los liberales tengan libertad de colaborar con el Gobierno bajo su responsabilidad personal y sin responsabilidad alguna para el Partido.

Seguidamente hizo uso nuevamente de la palabra el Dr. Recalde, quien expresó que él no es orador, ni puede expresarse con la elegancia con que lo ha hecho el Dr. Benítez, pero que desea hacer algunas consideraciones con respecto al contenido de su exposición. Manifestó que no comprende por qué el Dr. Benítez ha de ofrecer amenazas y persecuciones, si es que el Directorio no se aviene a aceptar la fórmula que acaba de presentar. Que al citar las causas del malestar político se ha referido a los estudiantes, al Partido Colorado, al franquismo, pero se ha olvidado de citar la principal y quizá la única donde radica gran parte de nuestros males: El Ejército.

Que, a su juicio, éste es el único factor y principal de nuestros males políticos, es la causa sustancial de la crisis actual.

Declara el exponente que no ve en la exposición del Dr. Benítez el análisis real de los fenómenos político-militares. Pregunta qué fuerza es la que se levanta, quién se subleva contra quién? Es el pueblo que ha salido a la calle? Es el Partido Liberal? Son las fuerzas partidarias opositoras? Es la Constitución de 1870 la culpable de la situación actual? Ninguna de estas fuerzas de opinión disponen de los medios materiales para peligrar la estabilidad del gobierno. Entonces, pregunta, dónde está la crisis de que se habla?

Declara el exponente que no comprende tampoco por qué los Señores Diputados y Senadores han de renunciar a sus bancas, mejor dicho, imponérseles su renuncia por decisión de este Directorio. El Congreso es uno de los poderes constitucionales y sus miembros han recibido un mandato del pueblo, con facultades específicamente enumeradas en ella. Renunciar a sus mandatos para facilitar la organización de una Dictadura, sería traicionar la fe que el pueblo puso en ellos. En su concepto los Señores Diputados y Senadores no deben renunciar, no debe exigírseles su renuncia, tal como propone el Dr. Benítez. Si al General Estigarribia, en la realización de sus planes dictatoriales, estorba el Poder Legislativo, debe disolverlo por un acto de fuerza, pero nunca jamás poner su cabeza para que se lo decapite fríamente.

Las renuncias ofrecidas por los Señores Diputados y Senadores, a que ha hecho referencia el Dr. Benítez, fueron ofrecidas por motivos y por causas bien distintas. Fueron ofrecidas con el objeto de convocar nuevas elecciones a fin de facilitar al Partido Colorado su intervención en ellas y lograr hacerse representar en el Congreso. Además, entre las renuncias y la convocación a elecciones y las elecciones mismas, debió haber transcurrido un brevísimo tiempo, pero de ningún modo y bajo ningún concepto, las facultades constitucionales del Congreso pasarían a manos del Poder Ejecutivo, en ese breve espacio de tiempo.

Tampoco comprende qué razones superiores pueden impulsar a ningún político y menos a un partido político a poner la suma del poder público en manos de un hombre que desempeña las funciones de Presidente de la República, aunque este se encuentre poseído del afán de reestructurar la organización del Estado pretendiendo hacer un estado nuevo. La suma de poderes en manos de un hombre sólo servirá para aplastar a los partidos políticos y matar la libertad ciudadana.

Agrega que si la moción del Dr. Benítez es votada favorablemente por el Directorio, esta sesión será la última que realiza el Partido .Liberal-;    

En su concepto el Partido Liberal no debe renunciar jamás al  ejercicio constante de la democracia. Tiene la íntima convicción que el país nada bueno puede esperar de Campo Grande. Que, por lo visto, “El Tiempo” no era “El Tiempo” sino la voz de Campo Grande.

Termina diciendo que estima que, en los momentos actuales, ante la grave amenaza que se cierne sobre el pueblo de privársele de sus libertades, es deber del Partido Liberal apretar filas y concentrarse en el único cuartel digno de su tradición: aprestarse para la lucha, para defender las libertades públicas amenazadas. Según el Dr. Benítez el mal que pesa hoy sobre el pueblo será aprovechado por los enemigos de la democracia. Nunca había oído decir que la libertad del pueblo se defiende imponiéndole una Dictadura.

Terminó el Dr. Recalde su exposición diciendo que sus palabras son el fundamento de su voto en contra de la proposición del Dr. Benítez y de su enérgica oposición al proyecto de resolución sometido a la consideración del Directorio.

Seguidamente usó de la palabra el Dr. Lucio F. Mondones. Dijo que él también es partidario de la libertad, pero que, en mi concepto, hablando en lenguaje de verdad, la libertad hace rato, que ya no existe en el Paraguay; que como muchos otros ciudadanos, siente una profunda nostalgia por la libertad que no ha podido retornar bajo la égida de un gobierno de responsabilidad,

Entiende que la situación de crisis es muy difícil de resolver y que esa tremenda dificultad solo podrá salvarse a fuerza de buena voluntad, adoptando un temperamento uniforme y apoyando en forma decidida al Gobierno.

Luego hizo uso de la palabra el Dr. Francisco Orué Saguier, quien expresó que observa con profunda pena que el Dr. Benítez, que desde el destierro defendió con tanta altivez las tradiciones del Partido Liberal y la libertad; que hace apenas un mes, en brillantes artículos se constituyó en el reducto invencible de la democracia y de la libertad, hoy se pronuncie en los términos que acaban de oír los Señores Miembros del Directorio, proponiéndonos la organización de una Dictadura con el consentimiento y la complicidad del Partido Liberal. Que observa con profunda pena que el Dr. Benítez sea hoy partidario de una Dictadura, rectificando su brillante trayectoria de esforzado luchador demócrata. Que en su concepto, la anarquía que tanto menciona, no está sino en los cuarteles y en pequeños grupos minoritarios. Que el General Estigarribia tiene el deber de vencer la anarquía y los obstáculos a su gobierno, con el apoyo de la Ley y del Partido Liberal y no implantando una Dictadura, repudiada por el pueblo y nuestra tradición democrática, y aplastando al Partido Liberal y a las fuerzas cívicas de la Nación. Entiende que el Partido Liberal no puede ni debe aceptar, lo que el Dr. Benítez propone y el General Estigarribia desea. Que si el General Estigarribia cree que para hacer un buen gobierno debe disolverse el Congreso, esta medida debe dictarse por un acto de fuerza, sin ningún reparo, pero nunca buscar para ello la complicidad del Directorio del Partido Liberal. Concluyó pidiendo que sus palabras conste en acta, lo más fielmente posible, porque ellas fueron pronunciadas en defensa de los principios e ideales y de la tradición del Partido Liberal.

El Dr. Benítez haciendo uso nuevamente de la palabra, expresa que quiere rectificar algunas opiniones vertidas respecto a su actuación, antes de entrar a votar este asunto largamente discutido.

Agradece los conceptos de “Jefe”, vertido por sus compañeros, manifestando que en Buenos Aires defendió la libertad contra el franquismo, porque éste era la anarquía y no el orden. Que el orden fue Don Carlos Antonio López y no Franco. Que lo que se busca ahora es el equilibrio entre la libertad y el orden. Que el Dr. Recalde le dio la razón al no percibir que cuando él algo calla, es porque lo cita. Que el problema que se debate no es un problema psicológico sino objetivo, preguntando al Dr. Recalde si él aceptaría una Dictadura del Partido Liberal. Que los conceptos vertidos por él no tienen doctrinas sino preferencias. Que él no ha amenazado en forma personal. Que esta amenaza la siente en su sensibilidad de patriota, pero no en su cara. Que lo que quiere defender no es precisamente su cuerpo sino la vida misma de la Nación. Respecto de la Constitución de 1870, no ha dicho que ella ha fracasado, sino que ha cumplido su misión.

El Dr. Recalde volviendo a hacer uso de la palabra expresa que si es cierto que es necesario disolver el Parlamento y apartar momentáneamente o definitivamente al Partido Liberal y a las fuerzas cívicas con arraigo popular para rehacer la Patria, es también llegado el momento de tener vergüenza de besar las manos del que desprecia al pueblo. Que el Partido Liberal no ha elegido al General Estigarribia, para que luego de seis meses nos venga a pedir que disolvamos el Congreso, es la forma más vergonzosa que se pueda imaginar, en un acto de complicidad. Que el Parlamento integrado por liberales no le ha puesto obstáculos a su gestión gubernativa y, en cambio, le ha votado todas las leyes que necesitó para el buen gobierno del país y para que se haga fuerte con la ley en las manos, y ahora no está conforme con eso y nos pide algo más, nada menos que la vida y el honor.

Se equivocan los que creen que la anarquía está en todas partes. La anarquía no está en el estudiantado, ni en “El Tiempo”, ni en otros lugares, ni en otros grupos o partidos políticos, sino única y exclusivamente en el Ejército. Declara que él repudia profundamente tanto la anarquía como la dictadura. Que es partidario insobornable de la libertad y del orden dentro de la Ley y de la democracia. No cree que la dictadura, ni las medidas propuestas por el Dr. Benítez sea la solución de los problemas políticos del país y que, por el contrario, piensa que si esas medidas fuesen adoptadas por el Directorio, con ellas se abrirían las puertas de la anarquía y a los Gobiernos de fuerza, sobre los cuales no se puede cimentar el orden y la tranquilidad pública.

Termina haciendo moción para que el Directorio rechace la moción del Dr. Benítez y resuelva retirar su apoyo político al General Estigarribia.

Cerrado el debate, se pone a votación, en primer término, la moción del Dr. Recalde, resultado a favor los votos del proponente Dr. Recalde, del Dr. Orué Saguier y del Señor Sapena Pastor. En contra los votos de los Señores Dr. Enrique Ayala, Dr. Justo P. Benítez, Dr. Luis Ortellado, Dr. Alejandro Marín Iglesias, Dr. Arturo F. Bordón, Dr. Leonardo López, Don Luis Chase Sosa, Dr. Artemio Mereles, Dr. Rogelio Pereyra González, Dr. Rogelio Pavón, Dr. Lucio F. Mendonca, Don Alfonso Oddone y Dr. Emilio Saguier Aceval.

Seguidamente el Señor Presidente pone a votación la primera parto de la moción del Dr. Benítez, redactada en los siguientes términos:

“1.— Que el Directorio del Partido declara llegada la oportunidad de reformar la Constitución Nacional y que esta resolución se transmita a los Señores parlamentarios”.

Puesta a votación el artículo, votaron por la aprobación los Señores Dr. Enrique Ayala, Dr. Justo P. Benítez, Dr. Luis C. Ortellado, Dr. Alejandro Marín Iglesias, Dr. Arturo F. Bordón, Dr. Leonardo López, Don Luis Chase Sosa, Dr. Artemio Mereles, Dr. Rogelio Pereyra González, Dr. Rogelio Pavón, Dr. Lucio F. Mendonca, Don Alfonso Oddone y Dr. Emilio Saguier Aceval. En contra votaron los Sres. Dr. Juan Francisco Recalde, Dr. Francisco Orué Saguier y Dr. Francisco Sapena Pastor.

Puesta a votación el artículo segundo que dice:

“2.— Que los Señores representantes al Congreso cancelen sus respectivos mandatos por renuncia”.

Votaron por la aprobación del proyecto los Señores Dr. Enrique Ayala, Dr. Justo P. Benítez, Dr. Luis C. Ortellado, Dr. Alejandro Marín Iglesias, Dr. Arturo F. Bordón, Dr. Leonardo López, Don Luis Chase Sosa, Dr. Artemio Mereles, Dr. Rogelio Pereyra González, Dr. Rogelio Pavón, Dr. Lucio F. Mendonca, Don Alfonso Oddone y Dr. Emilio Saguier Aceval. En contra votaron los Señores Dr. Juan Francisco Recalde, Dr. Francisco Orué Saguier y Dr. Francisco Sapena Pastor.

Puesta a votación el artículo tercero que dice:

“3.— Que los liberales tengan libertad de colaborar con el Gobierno bajo su responsabilidad personal y sin responsabilidad alguna para el Partido”.

Votaron por la aprobación los señores Dr. Enrique Ayala, Dr. Justo P. Benítez, Dr. Luis C. Ortellado, Dr. Alejandro Marín Iglesias, Dr. Arturo F. Bordón, Dr. Leonardo López, Don Luis Chase Sosa, Dr. Artemio Mereles, Dr. Rogelio Pereyra González, Dr. Rogelio Pavón, Dr. Lucio Mendonca, Don Alfonso Oddone, y Dr. Emilio Saguier Aceval. En contra votaron los Señores Dr. Juan Francisco Recalde, Dr. Francisco Orué Saguier y Dr. Francisco Sapena Pastor.

No habiendo otro asunto que considerar, se levantó la sesión siendo las trece horas.


FRANCISCO SAPENA PASTOR

Secretario


Gerónimo Riart

Presidente




CIRCULAR Nº 26

Asunción, Febrero 29 de 1940

Señor Presidente del Comité Seccional.

Distinguido correligionario:

Con motivo de los últimos acontecimientos políticos que son del dominio público, el Directorio de nuestro Partido, consideró la situación y el deber de nuestra poderosa asociación en esta hora difícil del país y adoptó las siguientes resoluciones en su sesión del 16 de los corrientes:

I. — Que el Directorio del Partido declara llegada la oportunidad de reformar la Constitución Nacional y que esta resolución se transmita a los señores parlamentarios.

II. — Que los señores representantes al Congreso cancelen sus respectivos mandatos por renuncia, y

III. — Que los liberales tengan libertad de colaborar con el Gobierno bajo su responsabilidad personal y sin responsabilidad alguna del Partido.

Posteriormente y en vista de la renuncia aceptada de la Presidencia del doctor Gerónimo Riart, el Directorio procedió a constituir la nueva mesa directiva en la forma que se le ha informado.

El Directorio espera que ese Comité ha de saber mantener la unidad y armonía entre los correligionarios de ese Departamento y adoptar las medidas necesarias para poder concurrir a las elecciones de Convencionales tan pronto como las convoque el Poder Ejecutivo. Nuestro Partido es una agrupación de orden y de paz; tiene que servir siempre de apoyo a la tranquilidad de la Nación y conservar sus principios democráticos para hacerlos valer y triunfar en los próximos comicios. Las declaraciones del Presidente Estigarribia son terminantes en cuanto se refieren a los partidos tradicionales y a su propósito de convocar a una Convención Nacional que deberá estudiar un proyecto de reforma Constitucional, circunstancias que deben ser contempladas con espíritu patriótico y comprensivo por todos los liberales. En la Convención defenderemos con la lealtad tradicional nuestros principios democráticos.

Desde hace dos años, después del 13 de Agosto, venimos colaborando abnegadamente para la consolidación de la paz nacional. Nuestro deber de hoy es mantenernos unidos en esta línea de conducta trazada para reiniciar nuevas jornadas cívicas con fidelidad a nuestras tradiciones y comprensión de las nuevas necesidades del país.

Ese Comité continuará en el pleno ejercicio de su autoridad hasta que sea renovado de acuerdo con los estatutos de nuestra asociación y se reúnan las asambleas partidarias en su oportunidad. Asimismo hará que los correligionarios de ese Departamento no recojan ni se dejen impresionar por las propagandas tendenciosas de que echan mano en estos momentos difíciles los adversarios del Partido Liberal y se mantengan atentos a las instrucciones de este Directorio.

El Directorio cuenta con la lealtad nunca desmentida de ese Comité para salvar la situación delicada porque atraviesa el país.

ORDEN Y DISCIPLINA ES NUESTRO LEMA.

Aprovechamos esta oportunidad para saludar a ese Comité y renovar las expresiones de nuestra más alta consideración y estima.

LUIS CHASE SOSA

Secretario

ENRIQUE AYALA

Presidente



INTERESANTES CARTAS POLÍTICAS

Intercambiadas entre el Doctor JUAN FRANCISCO RECALDE y el

Doctor EFRAIM CARDOZO

“Viejos” y “Jóvenes” mentalidad “liberal”- He aquí, a dos spécimens de la mentalidad “liberal”.

Juan Francisco Recalde, “viejo liberal” echando en cara a Efraím Cardozo “joven liberal” los errores cometidos por estos camisas azules, los de la “tierna podredumbre” en contra  de los mismos dirigentes del “Partido Liberal”.

Tanto Efraím como Juan Francisco pueden atestiguar la verdad de estas cartas, y que no salgan diciendo que son apócrifas…. pues si lo dicen publicaremos los “ORIGINALES”, cuyas copias fotográficas obran en nuestro poder  por GENTILEZA de un amigo de entrambos.


CARTAS POLÍTICAS

COPIAS DEL ORIGINAL Rosario, Calle Pichincha 967 hasta el 15 de Abril de 1941

Del 6 de Abril de 1941 — Al Sr. Dr. Efraím Cardozo — Ayacucho 2171 — Buenos Aires.

Recién llegado de Clorinda le hago llegar mis saludos. Estoy aquí en casa de mi hijo médico, que perfecciona sus estudios, esperando un barco del Lloyd que me lleve a Matto Grosso. He estado aproximadamente dos meses en Clorinda y, cansado de la inacción, voy a mezclarme con aquellos que oyen todos los días el lamento del hacha por el pan material, ya que la lucha de la palabra por el ideal es cada día más difícil sobre la tierra. Ud. ha tenido la gentileza de visitarme cuando llegué a la Capital, en épocas de Estigarribia, cuando yo enarbolaba mi bandera de protesta contra sus procedimientos de gobierno. Hoy le retribuyo esa gentileza visitándole simbólicamente con esta correspondencia, a pesar de que, como en aquella época, me siento muy distante de la manera como Ud. encara la política paraguaya. He tenido siempre especial placer en cambiar ideas con los contrarios en ideales, porque la diferencia de pensamiento no debe ser motivo de enemistad, sino motivo de constante superación personal. He hablado mucho con Pastore en Clorinda. No creo factible su pensamiento que estimo ha de ser también el suyo. Nosotros los viejos liberales, queremos morir en nuestra ley y tradición. Si hemos de levantarnos nuevamente, ha de ser por nuestro propio esfuerzo, no por el que nos preste hoy el sector que nos ha postrado en el estado de desmoralización en que nos encontramos. El esfuerzo de unificación actual está destinado a paralizar todo intento de reacción...

Ud. HA SIDO COMO MARIN, COMO BENITEZ, CABEZA DEL MOVIMIENTO DESTRUCTOR DEL PARTIDO LIBERAL. COMO ES POSIBLE QUE NOSTROS NOS AVENGAMOS A COLABORAR CON UDS. EN UN OBJETIVO COMUN? YO ENCONTRARIA RAZONABLE QUE UDS. FUERAN CONSECUENTES CON SU PROXIMO PASADO, ALEJANDOSE DEFINITIVAMENTE DEL PARTIDO LIBERAL. SEÑALARIAMOS TAL HECHO COMO UNA ACTITUD LOGICA. NOSOTROS TENEMOS MUCHOS PECADOS DURANTE EL LARGO PERIODO DEL DOMINIO LIBERAL; NO QUEREMOS MAS CON ESTE. Salúdale su amigo y SS. Fdo. Juan Francisco Recalde.

Buenos Aires, Abril 8 de 1941


Sr. Dr. Juan Francisco Recalde — ROSARIO.

Estimado Dr. Recalde — Le quedo muy agradecido por el amable saludo que me trae su carta del 6 del corriente. Aprecio en su valor, la franqueza con que Ud. expone sus ideas políticas, y voy a retribuirle del mismo modo, creyendo, como Ud., que la diferencia de pensamientos, no debe ser motivo de enemistad personal.

Expone Ud. los motivos de sus disidencias con los actuales trabajos de organización partidaria y de la lucha contra la tiranía, considera que los que los dirigimos, legalmente, por contar con la mayoría del Directorio, estamos inhabilitados por haber sido ‘‘CABEZA DEL MOVIMIENTO DESTRUCTOR DEL PARTIDO LIBERAL”. Ignoro a qué movimiento se refiere y puedo asegurarle que el partido Liberal no está muerto....

Está listo para empeñar la batalla. La disidencia de Ud. y sus amigos es puramente cutánea.

MUERTO, SI, ESTABA EL PARTIDO LIBERAL EL 17 DE FEBRERO DE 1936. NO FUE CAPAZ DE NINGUN GESTO ALTIVO. Dejó escapar de sus manos, al día siguiente de una guerra victoriosa de cuyas glorias, alcanzadas bajo su dirección, no pudo participar, por culpa exclusiva de sus entonces dirigentes, que retacearon su apoyo al Presidente Ayala, no supieron defender al Partido Liberal de la calumniosa campaña de sus enemigos, pusieron al partido frente al Ejército, no quisieron organizarlo para los momentos difíciles que todos adivinaban, NI TRATARON ENMENDARSE DE LOS “MUCHOS PECADOS DURANTE EL LARGO PERIODO DEL DOMINIO LIBERAL” que Ud. mismo reconoce, entregándose en cambio, mientras ,chisporroteaba, a ojos vistas la subversión y la mezquina lucha de dominio personal.

Ese fue el Partido Liberal que vino a nuestras manos. En poco tiempo devolvimos el vigor que Uds. le habían arrebatado al convertirle en masa amorfa, SOLO UTILIZABLE PARA FINES ELECTORALES. Insuflamos al Partido Liberal, entidad jamás obstaculizada, creación viviente en perpetua y vigorosa renovación, los ideales que los nuevos tiempos reclamaban y que Uds. no supieron comprender. El pueblo liberal, sí, nos comprendió. El favor de la masa campesina estuvo con nosotros. Las convenciones nos entregaron la dirección del partido. A pesar de que los grandes caudillos insustituibles por gracia de Dios, se cruzaron de brazos a la espera de nuestro fracaso, en las elecciones realizadas bajo nuestra dirección… las listas liberales alcanzaron cifras jamás conocidas. No ha de olvidar Ud. Dr. Recalde, la clamorosa ovación que la convención de 1939 proclamó la candidatura del General Estigarribia, la más pura y alta figura del Paraguay, que nosotros ganamos al Partido Liberal, y que la masa campesina, identificada con nosotros adoptó e impuso contra la oposición sin vértebras y llena de subterfugios de los viejos dirigentes.

Si el pueblo liberal que aprobaba tan ostensiblemente nuestra política, era engañado, dónde estaban Uds. para disuadirle de su fatal equivocación? Por qué solo hoy gritan el secreto que tan celosamente lo guardaron? Les faltó energía y virilidad para plantarse frente a nosotros, en defensa de la vida del Partido, en vez de la política de comadreos y alfilerazos con que entorpecieron, pero no impidieron nuestra acción? No tuvo acaso ribete de complicidad su actitud de entonces? Y no se han parado a pensar que su disidencia actual..., puede ser juzgada por espíritus desprevenidos e injustos, también como complicidad, pero no con nosotros? Es hora ésta de revivir, avivar e inventar querellas? Siquiera esta vez en la adversidad, no hemos de desprendernos de las tachas anárquicas que tanto han desacreditado al Partido?

UD. COMO EL SR. NARCISO MENDEZ BENITEZ, HAN SIDO PROMOTORES DE TODOS LOS MOVIMIENTOS FACCIOSOS DENTRO DEL PARTIDO LIBERAL, DESDE MUCHO TIEMPO A ESTA PARTE. LOS INVITARIAMOS A ALEJARSE DEFINITIVAMENTE DE NUESTRAS FILAS… si otro fuera el concepto que tenemos del respeto entre los correligionarios, y si no abrigáramos la esperanza de que, con mayor reflexión, al fin se resolvieran a domeñar su excesivo individualismo y se decidieran a cooperar en la obra común, en el puesto que les corresponde,

Y si no queremos llegar a la eliminación de Uds. no es por necesidad y si no consentimos que simples votos personales quieran excluirnos, no es por ambición…

Pero en la guerra —y estamos en ella— se olvidan las disidencias, y se marcha, codo a codo, contra el enemigo. Ya llegará el momento de aventurar divergencias o resentimientos. De esa lucha, por difícil y áspera que sea, nadie tiene el derecho de desertar, ni menos de impedir que otros se dediquen a ella con alma y corazón.

Salúdale su amigo y S.S. — Firmado: Efraím Cardozo.

Rosario, 17 de Abril de 1941



Sr. Dr. Efraím Cardozo. — Buenos Aires.

Estimado Dr. Cardozo: En mi poder su carta del 8 de Abril corriente, por cuya atención le quedo sumamente agradecido. Contesta Ud. otra mía, rivalizamos en agresividad, evitamos, sin embargo, los golpes prohibidos por la caballería. Así siendo, la justa política puede continuar entre ambos, una vez que ella permitirá dilucidar nuestras respectivas posiciones y medir exactamente la “tierra de nadie” que nos separa.

Sin ser un exponente autorizado de mi bando, me encuentro empapado en los agravios que hemos recibido y puedo, hasta cierto punto representarlo. Ud. adopta la actitud de un “perdona vidas” y consiente en que un eterno “faccioso”, dentro del Partido Liberal, despojado de mi excesivo individualismo, entré a colaborar con Uds., en el puesto que me señalarían, contra “el despotismo más obscuro de la historia del Paraguay”. Hay indudablemente, un alarde de suficiencia, cuya calificación no conviene declarar, por motivo de que las definiciones a veces constituyen alfilerazos que hacen sangrar. Dice Ud. bien, que algún día, ha de ser el Partido Liberal el que nos diga si estamos todavía en sus filas y el lugar jerárquico que ocupamos. Es pues prematuro amenazar y más cuerdo resulta pedir al adversario que no intente forzar la puerta del Partido antes de saber si se le permite la vuelta a su seno.

ME ALEGRA SINCERAMENTE QUE UD. SE SIENTA TODAVIA, O MEJOR DICHO nuevamente, liberal. Ud. me da un buen indicio de arrepentimiento y yo le aseguro, poniendo por testigo la historia del Partido Liberal, que como hemos readmitido, como buenos camaradas a los jóvenes jaristas, chirifistas y franquistas que han vuelto arrepentidos al hogar común, absuelto de su pecado de juventud, así también no cabe duda, HA DE SUCEDER CON LOS ESTIGARRIBISTAS. Los militares han sido siempre la sombra negra de los jóvenes liberales, por poder de la seducción que han tenido y siguen teniendo sobre ellos. La prueba siempre ha resultado funesta, pero es una lección que se aprende solamente con la propia experiencia. Desde el año 1905 en que se ha introducido el juego de pelota en el Paraguay, la educación política la juventud ha superado a la formación cefálica. O sea en otros términos, el materialismo ha superado a lo espiritual. La impaciencia por escalar los altos rangos ha determinado, con la falta de respeto por la edad y la experiencia el procedimiento de abrirse caminos con los codos, no importe de qué manera, hasta llegar a la puerta del gol.

En 1904 yo era también muy joven. Me hubiera bastado una genuflexión en la puerta del Regimiento de Caballería para tener una situación. La figura, la cultura, la popularidad del Presidente de la República Coronel Escurra, me hace recordar a su símil actual en la presidencia. Los jóvenes liberales de entonces corrimos todos al campamento revolucionario, considerando afrentosa la situación política del país. Esos jóvenes de entonces son los viejos de hoy. No cabe duda que Uds. no consiguieron seducir a todos los jóvenes y que muchos de ellos están con nosotros. LOS TREINTA AÑOS DE PREDOMINIO POLITICO MILITAR QUE UDS OFRECIAN COMO GRACIA, SE ESFUMARON EN UN MOMEN TO porque el castillo estaba construido sobre un hombre y no sobre una idea.

HAN SACRIFICADO UDS. EL PARLAMENTO Y LA CONSTITUCION NACIONAL DESDE EL PUESTO QUE OCUPABAN EN EL DIRECTORIO LIBERAL, PARA ENTREGAR LA NACION MANIATADA A SU VERDUGO. HAN ESTABLECIDO LA TREGUA PARTIDARIA PARA SILENCIAR LA OPINION. SE HAN APODERADO DE LA DIRECCION POLITICA DE LA PRENSA, PROHIBIENDO TODA CRITICA Y OBLIGANDO, EN CAMBIO, A LA PUBLICACION DE APLAUSO. HAN PUESTO ESPIAS EN LA PUERTA DE LOS VIEJOS LIBERALES PARA IMPEDIRLES LA COMUNICACION VERBAL CON LOS CORRELIGIONARIOS DEL CAMPO. HAN ESTABLECIDO UNA SECRETARIA PARA SEDUCIR A LOS CORREELIGIONARIOS EN EL MISMO DIRECTORIO. HAN INVENTADO UNA CONSTITUCION EN VEZ DE AMPARAR AL PUEBLO CONTRA LOS DESMANES DE LA DICTADURA, LO DEJABAN ENTERAMENTE A SU CAPRICHO Y NO SE CONTENTARON CON AGRAVIAR AL PUEBLO HACIENDO QUE EL MISMO SE REMACHARA LOS GRILLOS SINO QUE LE HICIERON JURAR FIDELIDAD EN LA PLAZA PUBLICA.

El Directorio Militar, es el partido antiliberal por excelencia, prepara la celada destinada a desmoralizar la democracia.

La discusión se vuelve disputa y el vocabulario aumenta de calibre. Entonces se reúne el Directorio Militar y decide comunicar al Presidente la necesidad de disolver el Parlamento y de rogar la Constitución. El Presidente le llama al Dr. Gerónimo Riart y le comunica lo resuelto. Este, que parecía condescendiente cuando aceptó en nombre de su Partido el nombramiento de un militar en el Ministerio del Interior, esta vez se resistió resueltamente. Esa actitud del Dr. Riart, si bien lógica, ha sido muy festejada, por el partido y le ha devuelto la estima y consideración general. El Dr. Cardozo Ministro de Justicia, en revancha, lo sacó de nuestro lado al Dr. Justo Pastor Benítez y lo llevó al servicio de la dictadura en gestación.

Algún día se ha de publicar la memorable sesión del Directorio Liberal del sábado 16 de Febrero de 1940. El primer acto estaba bien preparado. Los conjurados asistieron en masa. Se trataba de evitar la disolución y violencia aceptando la auto-disolución. Mi vibrante oposición, sumada a la del Dr. Gerónimo Riart, Orué Saguier y Francisco Sapena Pastor, no consiguió remover a los conjurados. El Directorio autorizó por doce votos contra cuatro, la disolución del Congreso. Faltaron diez Miembros del Directorio. El 18 se reúne el Congreso y vota la autodisolución. El miércoles siguiente asume la Presidencia del Directorio el Dr. Enrique Ayala. El Dr. Benítez ensaya la defensa del “Nuevo Orden” con mi desaprobación SE COMPLETA LA MEDIDA GUBERNATIVA CONTRA LOS ORGANOS DE LA OPINION CLAUSURANDO LAS ACTIVIDADES PARTIDARIAS CON LA LEY DE “TREGUA POLITICA. Y SE INTERVIENE LA PRENSA, DESPUES SE COMPLETO CON LA LEY DE PRENSA, LOS JOVENES LIBERALES, PASADOS AL ENEMIGO, HICIERON DEL DIRECTORIO ABANDONADO LA SEDE DE SU COMANDO POLITICO. DESDE ALLI HICIERON LA PROPAGANDA DE LA CONSTITUCION DEL “NUEVO ORDEN”, ES DECIR DEL PARTIDO UNICO AL SERVICIO DE LA DICTADURA, SEGUN ELLOS, APOYADA Y CONSENTIDA POR EL PARTIDO LIBERAL QUE DEBIA DESAPARECER.

El episodio que Ud. no debe ignorar, dice de los esfuerzos que hemos hecho para reunir al Directorio Liberal. Los conjurados éramos doce, en favor de la libertad, decididos a pedir cuenta a los conjurados de la opresión, que sumaban diez. Los amigos del señor Schaerer se mantenían equidistantes de ambos bandos. Es así que Uds. esquivaron el peligro hasta el 7 de Setiembre, la fecha fatídica de los que contaban la eternidad. Le voy a nombrar a mis compañeros para que Ud. no vuelva a afirmar que tenía la mayoría del Directorio: B. Rivarola, L. Riart, Burgos, Gerónimo Riart, Orué Saguier, Dávalos, Sapena Pastor, Gavilán, Artaza, Prieto, Centurión, Saguier Aceval. Los amigos del señores; Schaerer eran cuatro. El total de los que podían asistir y votar eran veintiséis. Necesitábamos de trece miembros y el Presidente, para hacer quórum. En una palabra, una maniobra apoyada en la dictadura, consiguió desarmar al Directorio del Partido Liberal.

Cuando el Dr. Benítez pidió el apoyo del Partido a la Dictadura del General Estigarribia, se resolvió libertad de acción a los afiliados para apoyar o no; con la enmienda de que, los que apoyasen lo harían “sin responsabilidad del partido Liberal”. Esto significa que el Directorio Liberal no ha aceptado el vincularse con la Dictadura, negándole su apoyo. Hay que reconocer tres etapas en las relaciones del Partido con el General: 1º- Le elige Presidente Constitucional y le apoya políticamente sin restricciones, 2º) Nace la oposición del Partido contra el General al entregar éste la dirección política del país a un militar; y 3º) Se desvincula del General Estigarribia al declararse éste Dictador.

Ahora bien, Dr. Cardozo. No cree Ud. QUE TENEMOS RAZON EN CONSIDERARLES, A UDS. TAN ENEMIGOS DE NUESTRO PARTIDO COMO EL PROPIO GOBIERNO ACTUAL? HAN SIDO UNA VEZ MALOS COMPAÑEROS, NO LO SERAN NUEVAMENTE? Tenemos motivos para fiarnos de Uds. Conteste Dr. Cardozo. No me defienda Ud. al héroe del Chaco a quien todos reverenciamos. No lo necesita. Defienda Ud. al mal político que ha resultado y trate de convencernos de que le hemos apreciado mal los desgraciados errores que ha cometido. Creamos que estaré en cantado si Ud. no interrumpe esta correspondencia. Le saluda mi amigo y S.S. — Fdo.: JUAN FRANCISCO RECALDE.

Buenos Aires, Abril 30 de 1941



Sr. Dr. Juan F. Recalde. — Rosario.

Estimado Dr. Recalde: con mucho gusto contesto su carta del 17 del corriente, accediendo a su deseo que es también mió, de no interrumpir una correspondencia que, aunque no lleve a un acuerdo de opiniones, puede contribuir a dilucidar algunos aspectos de nuestra historia política.

Esto se puede decir para todos los casos, aun cuando mucha de esas disensiones, sino todas, estuvieran influenciadas por tendencias personales y ALGUNAS SE DEFINIERON A COSTA DE LA SANGRE DEL PUEBLO. Pero en ninguna de ellas se deja reconocer la traza de ideales superiores, así como también la intervención de la parte joven en favor de los mismos. La juventud Liberal ha tomado siempre parte preponderante en los movimientos de renovación de nuestro partido. El no haberlo hecho ahora hubiera sido signo de decadencia irremediable.

Desgraciadamente, en el Partido no abundaron los Gondra que comprendieron y aún alentaron todos los movimientos de juventud, sin ver en ellos otra cosa que tentativas irrespetuosas de arrebatar posiciones consideradas inamovibles. Ud. recuerda, de paso, que en 1904 también era joven y que corrió a los campamentos por considerar afrentosa la situación política del país. PERO TAMBIEN DEBE RECORDAR QUE LOS JOVENES LIBERALES DE ENTONCES, EN LAS PROPIAS CARPAS DE LOS VIEJOS JEFES FUNDADORES PARA MAS DEL PARTIDO, CONSPIRABAN CONTRA SU HEGEMONIA, SEGURAMENTE NO POR “IMPACIENCIA PARA ESCALAR LOS ALTOS RANGOS”, NI POR FALTA DE RESPETO POR LA EDAD Y LA EXPERIENCIA, AUNQUE ASI LO CREYERAN ELLOS, VICTIMADOS EL 2 DE JULIO Y COMO LO SUPONEN HOY USTEDES, LOS “JOVENES” DE ENTONCES AL JUZGAR NUESTRA CONDUCTA. Esta es una manera azas rutinaria de considerar la historia que se repite cada vez que fuerzas nuevas tienden a irrumpir en el escenario y yo desearía que Ud. Dr. Recalde, hombre que continúa siendo joven por tantos conceptos, rompa el viejo molde y sin apelar a los tan usados estribillos, quiera juzgarnos a los jóvenes con una comprensión mejor, aun cuando finalmente no comparta nuestros puntos de vista. El hecho de que Ud. haya querido abrir esta correspondencia conmigo, me hace alentar esa esperanza.

La lucha que agita a nuestro Partido no es, como se pretende, de jóvenes contra viejos. Nunca quisimos desacatar jefaturas legítimas y si como lamentable resultado de la colisión de ideales, algunas quedasen mal paradas, no habrá sido ese nuestro propósito. No nos amargan querellas personalistas. No vamos detrás ni en contra de ningún hombre. Representamos dentro de nuestro partido, las IDEAS NUEVAS QUE AGITAN A LA NACION ENTERA Y

QUE SON PRODUCTO DIRECTO DEL EPICO SACRIFICIO A QUE SE SOMETIO AL PUEBLO PARAGUAYO EN LA GUERRA DEL CHACO. Solamente un ciego y un sordo no se dará cuenta de la profunda transformación que la prueba heroica ha producido en el alma nacional. Ud. que no es ni lo uno ni lo otro y que tan de cerca y dignamente vivió el drama de nuestro pueblo lo habrá sentido mejor que nadie. Un pueblo no sufre y desangra en vano. En el crisol del dolor se funden nuevos ideales, se transforma la concepción de la vida, NACEN ESPERANZAS E ILUSIONES, EL SUFRIMIENTO HACE VER LAS COSAS DE OTRO MODO. EL PARAGUAY QUE MOSTRO POSEER TANTAS CUALIDADES VIRILES Y MORALES, PODIA SEGUIR SIENDO LO QUE HASTA ENTONCES ERA. EL ULTIMO Y MAS ATRASADO DE LOS PAISES DE AMERICA? Correspondía a la dignidad de nuestros muertos la miseria en que vivíamos? NO PODIAMOS VOLVER A OCUPAR EL LUGAR DIGNO QUE ANTES TENIAMOS ENTRE LAS NACIONES CIVILIZADAS? Eran estas las preguntas que los combatientes se hacían en las trincheras.

Terminada la guerra, UN ANHELO DE RENOVACION O MEJOR DICHO, DE RESURRECCION, BULLIA EN TODAS LAS ALMAS. Algo se tramaba en los más escondidos vericuetos del organismo nacional, algo recorría las entrañas de la tierra paraguaya y pugnaban por salir a la superficie. No quisiera repetir aquí la palabra que tanto se ha desacreditado, pero que seguirá siendo un profundo anhelo mientras no encuentre satisfacción. Lo hare solamente para recordarle que ella fue por primera vez proclamada por un ilustre Presidente liberal, ante un congreso liberal, apenas terminada la contienda. Fue el Dr. Eusebio Ayala, en ocasión de entregarle el Congreso —al que Ud. pertenecía— la “Cruz del Chaco”, en Octubre de 1935, quien dijo que la Revolución estaba en los espíritus y que era un deber de los estadistas cumplir los anhelos del pueblo combatiente.

La inquietud que devoraba al pueblo paraguayo no estaba sustancialmente amargada por entonces. Nació libre de pasiones en la feliz euforia de la victoria. Desgraciadamente, el toque del Presidente Ayala no tuvo ecos; se perdió en los PASILLOS DEL PARLAMENTO Y DEL DIRECTORIO DONDE NUESTROS PRIAMTOS DIRIMIAN CONTROVERSIAS BIZANTINAS QUE NADA TENIAN QUE VER CON LOS ANGUSTIOSOS PROBLEMAS DEL MOMENTO.

La cuestión presidencial interesaba más en los fatídicos días iniciales de 1936, que los síntomas de la conmoción tremenda que ponía en fiebre a la nación entera.

La insensibilidad que entonces demostraron las clases dirigentes del Partido, fue de fatales consecuencias. El Partido Liberal que había ganado militar, diplomática y económicamente la guerra, en vez de recoger los frutos de la victoria, se vio en picota de excecración. Nada se hizo para contrarrestar la implacable campaña de nuestros enemigos. Al Partido Liberal se le presentó como el gran muro que se oponía a la marcha de los poderosos anhelos de la nación. Los rufianes de la política paraguaya canalizaron en su provecho ese estado de ánimo popular y así se produjo el 17 de Febrero de 1936.

Una banda de aventureros enarboló la bandera de la Revolución y lanzó contra nuestro partido terrible anatema.

Pero el 17 de Febrero no fue una revolución, sino un vulgar motín, con que se deshonró al Ejército y a la Nación. No era eso lo que el pueblo anhelaba. Continuaba siendo liberal en su mayoría y no encontrando sanción a las esperanzas que había concebido en el Chaco, ponía toda su fe en nuestro partido. La dura experiencia fue provechosa. Volvimos del destierro, después del 13 de Agosto, con la decisión de mostrar que el partido no era la fuerza que se oponía a la gran transformación reclamada por el país, sino la única capaz de realizarla. Proclamamos la necesidad de que, para mejor cumplir su misión histórica, EL PARTIDO LIBERAL DEBIA TRANSFORMARSE RADICALMENTE, como que todo el país se había transformado y el propio Partido, que no debía ser un aislado islote, lo estaba ya en su entraña y en su espíritu.

Nuestra actitud en esta etapa de la vida partidaria, reflejaba un estado de opinión denso y consiente, y no estaba animada por intención subalterna de simples suplantaciones personales. Para ejecutar los grandes ideales de la hora, PEDIAMOS LA DEPURACION DE LOS METODOS, NO DE LOS HOMBRES. Queríamos capacitar al Partido para la misión que la historia le señalaba, y no decapitar comandos legítimos. TRATABAMOS DE NO INCURRIR EN ERRORES DEL PASADO. UD. MISMO ME HABLA DE LOS “MUCHOS PECADOS DURANTE EL LARGO PERIODO DEL DOMINIO LIBERAL”. Éramos nosotros los únicos inhabilitados para abjurar de ellos? rompíamos con ello la tradición? Así Uds. no lo pasaron en 1908 y 1921, y solo el amor al Partido Liberal nos guio cuando pusimos al sol nuestras llagas, para curarlas, aunque no con los baños de sangre de la terapéutica tradicional.

Las ideas que sustentamos fueron aceptadas, aunque a regañadientes por nuestros actuales opositores, mientras ellas no peligraban sus posiciones personales. Las creyeron gravemente amenazadas cuando por efecto de la voluntad liberal libremente expresada en magnas convenciones, la dirección partidaria sufrió algunas transformaciones en su tradicional constitución. EL ELENCO QUE VENIA TURNANDOSE CASI ININTERRUMPIDAMENTE DESDE LUSTROS ATRAS EN EL GOBIERNO, EL PARLAMENTO Y EL DIRECTORIO, TUVO QUE ADMITIR LA PRESENCIA DE HOMBRES JOVENES, QUIZAS SIN EXPERIENCIA, PERO DOTADOS DE GRAN VOLUNTAD Y PLENAMENTE IDENTIFICADOS CON LAS NUEVAS INQUIETUDES. Casi todos los viejos Jefes, salvo honrosas excepciones entre los que se encuentra Ud. nos hicieron la huelga de los brazos caídos. Nos dejaron solos en uno de los momentos más difíciles de la política paraguaya. Nosotros no los excluimos; ellos se eliminaron. Comenzó una sorda campaña destinada a presentarnos antes nuestros correligionarios como vulgares ambiciosos, irreverentes y apresurados. Con todo, para probar la honradez de nuestras intenciones, proclamamos y sostuvimos la Jefatura del Dr. Gerónimo Zubizarreta. Él fue nuestro candidato a la Primera Magistratura, confiados que, bajo su gobierno, la gran transformación nacional, de la cual era el Dr. Zubizarreta un convencido, se operaría sin resquebrajamientos partidarios. Su aliviamiento de la Dirección partidaria, producida por razones ajenas a la política y sobre las cuales me está vedado pronunciarme, interrumpió el proceso de reducción de aquellos sectores del partido que hasta entonces parecían aceptar nuestros ideales, pero que en realidad solo aguardaban pacientemente el encumbramiento da ese ilustre correligionario para reconstruir la vieja maquinarla, insensibles como siempre a la gran transformación que se había operado en el panorama nacional.

La guerra subió a la superficie. FUIMOS ACUNADOS DE LOS PEORES DELITOS PARTIDARIOS … La tormenta de fuego y sangre de 1932 a 1935 no había desgajado una sola rama ni removido la tierra. El pueblo suspira por la vuelta de los idílicos tiempos del “Laisser Passer” y nosotros tratábamos de aleccionarle con la fraseología inventada por los “franquistas” y solo por halagar a los militares. NO NOS MOVIA SINO LA AMBICION PERSONAL Y CON TAL DE ASEGURARNOS ALGUNA SITUACION OFICIAL ESTABAMOS DISPUESTOS A ENTREGAR EL PARTIDO MANIATADO AL EJERCITO.

Sin embargo, si en algo habíamos coincidido hasta entonces era en la política frente al Ejército. Hubiera sido estúpido desconocer la realidad de un Ejército, que venía actuando en la política activamente y en ningún momento creímos que lo más cuerdo era romperse la cabeza contra el muro, pero nunca nos atamos al carro de ningún militar.

Creíamos sinceramente que el problema militar tenía que ser resuelto pacíficamente, mediante una evolución sostenida, o por etapas, según la expresión entonces corriente Ud., Dr. Recalde, si no me equivoco, fue de los primeros en sostener la necesidad de un acuerdo con el Ejército. A Ud. pertenece la enunciación de aquella teoría de las “dos realidades”, hecha en pleno directorio, poco después de su regreso del Brasil y en cuya virtud el partido siguió determinada política en sus relaciones con el Ejército que hoy solo a nosotros se nos quiere imputar, cuando que el señor Méndez Benítez fue el único que se opuso a ella, desde el principio.

Eliminado el Dr. Zubizarreta por su propia voluntad, no había por que variar nuestra política militar. Fuera de él no había sino un hombre capaz de producir la conciliación entre las “dos realidades” y era el General Estigarribia. Si tampoco me equivoco, fue Ud. el primer liberal que proclamó públicamente su candidatura, no por cierto en una asamblea sino en una reunión de artillería. Si después consideró un pecado contra el partido apoyar un presidente militar ignoro las razones de su cambio de opinión. La verdad es que contra la opinión de algunos respetables dirigentes liberales que querían ver al General Estigarribia al frente de un Gobierno de concentración nacional,…… nosotros le ganamos al Partido Liberal sin hacerlo descender de su alto sitio de figura nacional indiscutida.

El Gobierno del General Estigarribia, en su primera etapa, fue un sincero ensayo de obtener la pacificación del país por la vía de las viejas instituciones del 70, etapa preliminar para la grande revolución que anhelábamos y que requería el marco de un país tranquilo y en paz. Esperábamos que el pronunciamiento clamoroso de la convención en favor de la candidatura del General Estigarribia hubiera servido de suficiente indicativo para quienes se empeñaban en desconocer la realidad nacional. No lo fue. La sorda campaña, continuó con mayor encarnizamiento.

En el borde de la anarquía más tremenda, EL GENERAL ESTIGARRIBIA SE PERCATO DE QUE NO BASTABAN LOS RESORTES CREADOS POR LA CONSTITUCION DE 1870 PARA DEFENDER LA PAZ DE LA NACION.

En la caldeada atmósfera, preñada de trágicos presagios, de la primera quincena de Febrero de 1940, se pronunció la fatídica palabra dictadura, pero no para excecrarla, sino para proclamar su NECESIDAD COMO UNICO REMEDIO CONTRA EL CAOS Y LA DISOLUCION QUE SE DISEÑABAN. Fue Ud. Dr. Recalde  y lo hizo en la noche del 9 de Febrero ante un numeroso grupo de jóvenes liberales reunidos para agasajar el doctorado del Dr. Enrique Sosa y lo hizo también en la histórica sesión del Directorio del 16 de Febrero. NO FUE LA NECESIDAD DE UNA DICTÁDURA LIBERAL LO QUE EN UNA Y OTRA OCASION UD. PROCLAMO EN SU CARACTERISTICA VALENTIA Y FRANQUEZA, UNA DICTADURA DEJA DE SER TAL POR EL HECHO DE SER LIBERAL? PORQUE, PUES, NOS INCREPA HOY POR LO QUE UD. PROPICIO?.

El golpe de estado del 18 de Febrero fue impuesto al General Estigarribia por la conciencia colectiva, angustiada ante la perspectiva del incendio inminente. Nuestro partido no estuvo ajeno a él. Las resoluciones adoptadas por el Directorio el 16 y por el Parlamento el 17, obedecían a un propósito del cual nadie era extraño Su oposición Dr. Recalde, sincera como la de los que acompañaban en esa emergencia, no encontró eco. El 18 de Febrero no fue como Ud. ahora dice, una conjura militar, producida esa misma noche, prueba todo lo contrario de lo que Ud. afirma. Si Ud. estuviera en lo cierto y si el partido Liberal tan mansamente puso el cuello debajo de la cuchilla afilada por el militarismo, no merecería seguir viviendo. Imperdonable sería ante la historia tenía cobardía máxime sí, como Ud. afirmaba, la siniestra conjuración no contaba con mayoría en el Directorio Liberal.

Es incierto que, después del 18 de Febrero, desde el Directorio Liberal, se hicieron la propaganda del “partido único al servicio de la dictadura” que según nosotros era apoyada y consentida por el Partido Liberal “que debía desaparecer”.

Nadie de nosotros pensó jamás en tal cosa y si dimos nuestro apoyo al General Estigarribia para el golpe de estado. DESPUES DE OBTENIDA LA AUTORIZACION DEL DIRECTORIO LIBERAL, fue con la expresa condición de que no se atentaría contra nuestro partido. Estigarribia, desilusionado por la negativa de los colorados a intervenir en el Parlamento y por la actitud de los viejos dirigentes liberales que azuzaban la campaña de sus detractores, se hallaba fuertemente inclinado a la disolución de los partidos tradicionales y a eso hubiera llegado el 18 de Febrero si no mediara nuestra resuelta oposición. La tregua política no significa la muerte de los partidos, NO ERA NI MAS NI MENOS QUE CUALQUIERA DE LOS ESTADO DE SITIO DE QUE TAN PRODIGO FUIMOS LOS LIBERALES, Y, POR LO DEMAS, NO IMPIDIO CONJURACIONES POLITICAS COMO LA QUE AHORA CONFIESA Y QUE LLAMA DONOSAMENTE “DE LA LIBERTAD”.

La Constitución de 1940 fue un resultado lógico de ese movimiento. EL PROCEDIMIENTO ELEGIDO PARA SU PROMULGACION FUE AUTENTICAMENTE DEMOCRATICO Y CON RECIENTE ANTECEDENTE QUE LE OTORGABA GRAN VALOR COMO NOVISIMA FORMULA DE EXPRESION DE LA SOBERANIA POPULAR. Ella no instauró ningún totalitarismo. Es de pura cepa democrática. CIERTAMENTE CREO UN PODER EJECUTIVO FUERTE pero así también los frenos correspondientes hasta ahora no llevados a la realidad. No están en lo cierto quienes dicen que hoy somos víctimas de nuestra obra. La Constitución del 40 no ha sido cumplida hasta la fecha. El Gobierno del General Morínigo está fuera de ella. Ninguna de sus atribuciones y persecuciones se apoya en la letra o en su espíritu… Las constituciones no crean ni hacen desaparecer, por sí solas, estados sociales. LA LIBERRIMA DEL 70 NO IMPIDIO QUE LOS LIBERALES GOBERNARAMOS CONSTANTEMENTE A SU MARGEN, SIN SALIR DE LOS ESTADOS DE SITIO, CLAUSURANDO PERIODICOS Y AUN PARLAMENTOS, DICTANDO LEYES POR DECRETOS O MODIFICANDO EL TEXTO CONSTITUCIONAL POR SIMPLES LEYES. Con todo admito, la necesidad de modificar la Constitución del 40.

Esa Constitución tiene dos partes, la social y la política. La primera representa la institucionalización del transformismo radical, o llámese Revolución que nos animaba. Es una legítima conquista del pueblo paraguayo que no podrá rever, no así en lo que respecta al aspecto político. LA PARTE POLITICA DE LA CONSTITUCION FUE DICTADA EN FUNCION DEL GENERAL ESTIGARRIBIA. EL PODER FUERTE EN MANOS DE ESTIGARRIBIA NI SIQUIERA NECESITABA EL CONTROL QUE SE CREO. AL MISMO TIEMPO EN OTRAS MANOS, CON LOS MAS PERFECCIONADOS FRENOS, ES UN PELIGRO. La experiencia nos lo está demostrando. El haber hecho obra política en función de una persona si en algunos casos no es discutible, es muy aventurado. No contábamos con la eternidad, pero tampoco con la casualidad. No fuimos vencido Dr. Recalde, por nuestros adversarios sino por el destino. Si no se hubiera interpuesto el azar, si al General Estigarribia no se le hubiera ocurrido subir el 7 de Setiembre de 1940 en un avión de 1927, otra hubiera sido la situación actual. Nuestro movimiento hubiera seguido su curso, quizás sin nosotros, pero con el mismo impulso. No dudo que Ud. y algunos muy pocos, de sus amigos, hubiera continuado en su posición beligerante. Pero muchos de los que hoy le acompañan a Ud. Y NOS PRESENTAN COMO REPROBOS DEL PARTIDO POR EL INMENSO DELITO DE NUESTRO CONCURSO AL GENERAL ESTIGARRIBIA Y DE ESA CONSTUCION, NO SE MOSTRARIAN tan enérgicos como ahora que estamos en la adversidad.

Pese a todo, me resisto a admitir que las dificultades para llegar a un acuerdo en la organización partidaria acusen su origen en la manera distinta de ver las realidades de la patria. Es posible creer sinceramente que después de la guerra del Chuco, nada ha ocurrido en el país, que ningún anhelo reformista sacudía al pueblo y que todo consiste en reconstruir pieza por pieza la maquinaria destrozada por el vendaval de la guerra? Si hay dentro de nuestro partido gente que así juzga los problemas de la hora bien merecido tendría la enemiga feroz de nuestros adversarios. Es menester, por la salud de la patria, que así no sea, que se comprenda de una vez, que el Paraguay clama por su transformación radical.

Estaré encantado si Ud. considera que en esta larga y difusa carta nada hay que pueda molestarle personalmente. Por lo menos no he tenido esa intención y sí la de hablarle con entera franqueza acerca de cuestiones que le interesan tanto a Ud. y a todos cuanto amamos a nuestra patria. Le saluda su amigo y S. S Fdo.: Efraím Cardozo. DIRECCION: Cándido Mariano Nº 20 - Corumbá (Matto-Grosso) Brasil 20 de Julio de 1941.

Sr. Dr. Efraím Cardozo — Buenos Aires

Mí distinguido amigo: Con sensible retardo ha llenado en mi poder su atenta y linda carta del 30 de Abril, que acuso y respondo con ésta que es mi tercera carta intercambiada con Ud. sobre nuestro tema político. Sin repetir los términos de su carta, procuraré seguir el hilo de su exposición para contestar una por una las argumentaciones de su densa correspondencia. Cábeme decirle, desde ya, que ha sido mi deseo encontrar alguna afinidad con sus ideas, para que la distancia que nos separa políticamente sea corta siquiera en algún sentido, pero decididamente, hablamos habíamos trillado diferentes senderos ideológicos, a pesar de haber convivido algún tiempo bajo el mismo pabellón azul.

En estas cartas intercambiadas, los historiadores futuros de los males del Paraguay de sus esfuerzos en favor de su propia evolución encontrarán material digno de consideración, por provenir de dos actores, directores que hacen en ellas la confesión de sus ideales y denuncian los motivos de su acción divergente.

El argumento Aquiles, esgrimido contra el liberalismo democrático por los izquierdistas y derechistas, se encierra en la acusación que le mueve de “dejar hacer, dejar pasar”. Ud., para defender su actitud, se alía evidentemente a los que nos acusan de “insensibles” a los males remediables con el intervencionismo del Estado.

La opresión del más fuerte se ha manifestado sobre el pueblo.

Lo que no se puede discutir dentro del partido liberal es el contenido moral y político de su nombre, que es una definición. Caer en manos de los militares, del Clero o de la Banca, es dejar de ser liberal. Nosotros les acusamos de haber pretendido entregar el partido maniatado al General Estigarribia; de haber querido desnaturalizar al Partido haciéndole servir los intereses de la opresión militar, la menos inteligente y la más brutal de las opresiones.

Reconozco de haber sido el primer liberal que ha lanzado públicamente la candidatura del General Estigarribia a la presidencia de la República. Como Senador primeramente y como Ministro después, trabajé intensamente el espíritu del Congreso, del Directorio Liberal y de todos mis amigos en pro de la candidatura. El fracaso más absoluto coronó mi propaganda. El espíritu civilista del Partido Liberal y la conciencia de poseer hombres capacitados para candidatos, sin necesidad de buscarlos fuera del Partido, influyeron decididamente en mi fracaso. Yo sabía que la guarnición militar de Asunción, deseaba esa candidatura, cuando, en eso, el Mayor Sosa Valdez me comunicó que ellos también habían abandonado esa candidatura. Me quedaba pues completamente solo. El General estaba en los EE.UU. de América. Nadie traía una voz de aliento.

No podía seguir siendo más papista que el mismo papa. No me quedaba otro camino que el abandono de la idea. En el Cuartel de Villa Hayes, algunos amigos militares me interpelaron sobre este abandono, porque ellos seguían siendo partidarios. Les contesté que mi decisión había obedecido a la pérdida de toda esperanza de triunfo después de la comunicación de Sosa Valdez. Yo ya no podía volver atrás. Hasta hoy es un misterio para mí el cui pro cuo de aquella hora. Los militares, incluso Sosa Valdez decidieron llevar adelante la candidatura. Los jóvenes se apersonaron ante el Presidente del partido, insinuando la conveniencia de proclamar candidato a Estigarribia, antes que se hiciese la presión directa militar, que no se podría esquivar. Nuevo fracaso. La presión se produjo y fue nombrada una Comisión para auscultar la opinión de los pro-hombres liberales. Yo fui consultado y responde afirmativamente. El cuadro había mudado por completo. Eran hasta ahora muy raros los que se oponían a tan promisora candidatura. Yo voté por mi candidato y le acompañé con mi simpatía hasta el día en que formó su Ministerio incluyendo a un militar en el Ministerio del Interior. Una larga tradición de colorados y liberales se rompió aquel día en que un Presidente Constitucional nombró a un militar para la dirección de la política gubernativa. Los gobiernos militares del 17 de Febrero y del 13 de Agosto podían proceder de ese modo; nunca el gobierno del General Estigarribia. Desde ese día me hice “faccioso” contra el gobierno de Estigarribia y contra los liberales que consentían la humillación de mi partido. La candidatura Estigarribia nació de la seguridad de que su presencia en el gobierno sería una garantía para los militares que volverían a sus cuarteles y una garantía para los derechos cívicos. El General, una vez en el poder , no respondió a nuestras esperanzas. Siguiendo el hilo de su carta, rectifico: El Partido Liberal ha caído del Gobierno antes del 17 de Febrero de 1936. Ha caído el fatídico día en que influyentes órganos del partido abrieron la campaña de la reelección presidencial. Sin el 17 de Febrero, la reelección hubiera tenido que enfrentar a los verdaderos liberales. El Presidente de la Victoria, que tantos méritos tiene ganados a la consideración de sus conciudadanos, no estuvo en la ocasión a la altura de otro de nuestros grandes mandatos.

El Presidente Eligió Ayala, quien ante una insinuación semejante, la rechazó categóricamente. Eligió Ayala continuó su obra de consolidación de nuestra economía y de los preparativos de guerra, desde el Ministerio de Hacienda del Gobierno de Guggiari.

El General Estigarribia no fue atraído a la órbita del Partido Liberal. Es una parte del Partido Liberal que fue atraída en la órbita del General Estigarribia. El Partido Liberal sigue en el llano desde antes del 17 de Febrero...

Estigarribia fue una gran esperanza de reacción democrática para llegar a ser, por el contrario, el ariete demoledor democracia que franqueó el camino al Gobierno totalitario que padecemos actualmente.

Por ocasión de la Convención liberal de reorganización, de Mayo de 1939, me trasladé de S. Pablo (Brasil) a nuestra Capital, con el fin de combinar la futura acción de nuestro partido en sus relaciones con los dueños de la situación. El resultado de mi trabajo fue homologado por el Directorio Liberal después de escuchar mi exposición. Fue aceptada por el Ejército, por intermedio de su Jefe Político de entonces, el Coronel Paredes y fue patrocinado por el Presidente Paiva. Aquel pacto verbal que recibió el nombre de “pacto de caballeros” consistió en lo siguiente: El Partido Liberal se comprometía, una vez victorioso en las elecciones parlamentarias, sobre su rival el Partido Colorado, legalizar la Presidencia de Facto del Dr. Paiva. El Ejército intervendría en las elecciones para ofrecer a ambos partidos el máximo de garantía. El Ejército designaría de su seno el Ministro de Guerra del nuevo Gobierno y daría plena libertad al Presidente para ofrecer el resto de los Ministerios a miembros del Partido Liberal. Los Militares respetarían la realidad     del predominio político liberal y el Partido respetaría la realidad militar en su composición actual. Ambos se daban garantía de cooperación en el Gobierno dirigido por el Dr. Paiva, el cual tendría la misión de llamar a elecciones, seis meses después de realizadas las elecciones parlamentarias, para escoger el futuro presidente Constitucional. Una vez electo el nuevo Presidente, caducaría el “pacto entre caballeros”. Volví a S. Pablo donde ejercía mi profesión de médico. Transcurrido el mínimo tiempo, me llegaron los rumores de la quiebra del pacto.

Lo demás, ya se lo dije en correspondencias anteriores, por lo que pongo punto final a esta polémica propia en hombres de mentalidad democrática. Será para mí un placer discutir con Ud. sobre estos asuntos en una próxima Asamblea Partidaria y ahí el pueblo liberal dará la razón a quien la tenga. Suyo afectísimo. — Juan Fco. Recalde.

 

 

ENLACE INTERNO RECOMENDADO

CONSTITUCIÓN NACIONAL DEL PARAGUAY DE 1940

DECRETO LEY N° 2.242 POR EL CUAL PROMULGA

LA NUEVA CONSTITUCIÓN NACIONAL


 

 

 

 

 

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