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EFRAÍM CARDOZO (+)
  BREVE HISTORIA DEL PARAGUAY, 1994 - Por EFRAÍM CARDOZO


BREVE HISTORIA DEL PARAGUAY, 1994 - Por EFRAÍM CARDOZO

BREVE HISTORIA DEL PARAGUAY

Autor: EFRAÍM CARDOZO

Editorial EL LECTOR;

Colección Histórica Nº 23

Tapa: LUIS ALBERTO BOH

Asunción-Paraguay,

1994. 179 pp.

 

ÍNDICE

I. EL TERRITORIO

II. LAS CULTURAS PRIMITIVAS

III. DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA

IV. LAS GRANDES FUNDACIONES

V. HERNANDARIAS

VI. JESUITAS Y "BANDEIRANTES"

VII. LA REVOLUCIÓN DE LOS "COMUNEROS"

VIII. LAS FRONTERAS CON EL BRASIL

IX. LA CULTURA DURANTE LA COLONIA

X. LA HISTORIOGRAFÍA COLONIAL

XI. LA REVOLUCIÓN DE LA INDEPENDENCIA

XII. LA JUNTA GUBERNATIVA

XIII. EL PRIMER CONSULADO

XIV. LA DICTADURA

XV. EL SEGUNDO CONSULADO

XVI. PRESIDENCIA DE CARLOS ANTONIO LÓPEZ

XVII. LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA

XVIII. LA CONSTITUCIÓN LIBERAL

XIX. LA CULTURA ANTES DE LA GUERRA DEL CHACO

XX. LA GUERRA DEL CHACO

XXI. ECLIPSE DE LA DEMOCRACIA LIBERAL

XXII. LA CULTURA CONTEMPORÁNEA

XXIII. LA ENSEÑANZA

BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL

 

PRÓLOGO


EFRAÍM CARDOZO EN LA HISTORIOGRAFIA PARAGUAYA


1. FORMACIÓN Y VIDA PÚBLICA

Nace EFRAIM CARDOZO en Villarrica, el 16 de octubre de 1906, y su infancia transcurre en esa ciudad, en la que por ese tiempo Ramón I. Cardozo, su padre, pedagogo e historiador, es uno de los animadores de la vida cultural con Simeón Carísimo, Delfín Chamorro, Nicolás Sardi y otros poetas, periodistas y políticos.

Singular resulta el caso de esa comunidad relativamente pequeña, en la que por ese tiempo se publican periódicos, se cultivan la poesía y el ensayo, se innova en materia educacional, se traen conferencistas de afuera y se sostienen polémicas sobre diversas cuestiones: en una frase, en la Villarrica de comienzos del siglo se vive intensamente la cultura. Contribuyen a contrarrestar lo reducido de su población su secular tradición urbana, muy presente en la conciencia de sus naturales, su carácter de influyente centro regional en los diversos órdenes y de nudo de comunicaciones con los yerbales y los bosques de maderas duras a través de su estación ferroviaria, y una floreciente actividad agrícola, a la que se va sumando una incipiente industria.

En tal ambiente y en la década de 1910 al 20, Efraim Cardozo cursa la escuela primaria, y como anticipo de su futuro intelectual, con otros niños de nueve ó diez años edita un periódico manuscrito, cuyo recuerdo ha sido recogido en las crónicas locales.

Trasladado su padre a la capital, con las altas funciones de Presidente del Consejo Nacional de Educación y Director General de Escuelas, proseguirá Cardozo sus estudios secundarios en el Colegio Nacional, del que ha de egresar en 1925 con el título de Bachiller. Son de su promoción, entre los ya fallecidos, R. Antonio Ramos, Hipólito Sánchez Quell y Juan Mol eón Andreu. Ha de culminar esa generación su formación universitaria en las vísperas mismas de la guerra del Chaco.

Llevado de su vocación por la historia, integra Cardozo el personal de la Comisión Nacional de Límites y comienza su extensa serie de publicaciones de la que nos ocupamos en otro apartado.

Si fuerte es su inclinación por los estudios históricos, no menor resulta la que siente por la política. En el ya recordado Colegio Nacional, ha de ser candidato a la presidencia del Centro Estudiantil, enfrentándose con las corrientes radicalizadas que en ese ámbito y por entonces lideraba OBDULIO BARTHE. En la vida pública, es sucesivamente Secretario de la Presidencia de la República, diplomático en Río de Janeiro, miembro de la delegación paraguaya a la Conferencia de paz del Chaco, Diputado nacional, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, y Ministro plenipotenciario en Buenos Aires. En este campo, su "cursus honorum ", se corta abruptamente con un prolongado exilio que comienza en 1940, cuando él está cumpliendo los treinta y cuatro años, y que se ha de extender por toda una década.

Más, si el acceso a la función pública se le cierra entonces, no por eso dejará de hacer política.

Militante desde su juventud el Partido Liberal, ha de integrar su Directorio de 1938 al 40, y varias veces, a partir de 1954. Exilios, prisiones y un confinamiento jalonan su actividad cívica. En 1971 y 72, será Presidente de su partido; y a partir de 1968 y por dos períodos constitucionales, los únicos en los que aquél tiene representación parlamentaria, Senador de la Nación. Siéndolo, ha de fallecer repentinamente, el 10 de abril de 1973.

Más adelante, hemos de dar noticia de su incorporación a la cátedra universitaria.


2. EL PERIODISTA

En estrecha vinculación con su vocación histórica y política, Cardozo es periodista. Así, hacia 1930 ejerce la dirección de “El Liberal”, y en su exilio, será colaborador permanente de "La Razón”, de Buenos Aires, y con frecuencia, aunque no de modo ininterrumpido, de "La Prensa", de la misma ciudad. Entre 1951 y el 53, nuevamente exiliado, participará de la redacción de “Heraldo", vocero del Partido Liberal, dirigido por José P. Guggiari, hoja que por ese tiempo entra clandestinamente en el país y cuya distribución significa riesgo cierto para quienes participan de ella.

Ya de regreso más o menos definitivo en la década del 60, Cardozo se reincorpora activamente al quehacer periodístico; escribe en "El Enano", modesto semanario de cuatro páginas, ilustrado con dibujos litografiados, que es el decano de la prensa en guaraní; publica esporádicamente breves monografías históricas y ensayos, en "La Prensa", de Buenos Aires; y se convierte en colaborador permanente de "Comunidad", órgano de expresión de la Conferencia Episcopal Paraguaya, en el que además de su participación en la elaboración de un "PEQUEÑO DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA", por entregas semanales, que ha de quedar trunco por la clausura policial del periódico católico, en 1964 han de aparecer 33 artículos suyos, tal vez los de mayor impacto en la opinión pública, relativos a "LOS DERECHOS DEL PARAGUAY SOBRE LOS SALTOS DEL GUAIRA", que con ese nombre serán reunidos en volumen prologado por el Arzobispo de Asunción. Estas publicaciones hallan una entusiasta acogida en la opinión pública, preocupada por la situación del problema de límites con el Brasil, y también la de reacción adversa de quienes parecen ver con ellos menoscabada su gestión pública en la materia.

En "La Tribuna”, de Asunción, y por espacio de un año, sostiene una columna cotidiana, "HOY EN NUESTRA HISTORIA", de cuya reedición en libro daremos noticia, y de 1965 al 70, en el mismo periódico "HACE 100 AÑOS", crónica diaria de la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, basada en fuentes paraguayas y extranjeras, amigas y adversas éstas, maneja das todas con proba objetividad y rigor científico. "HACE 100 AÑOS", cuya reproducción en nueve volúmenes ha de completarse después del fallecimiento del autor constituye la más completa obra de origen paraguayo, con manejo de fuentes paraguayas y extranjeras algunas de ellas pasadas por alto hasta entonces.

Culmina Cardozo su labor periodística con la dirección de “El Radical”, órgano oficial del Partido Liberal, que por imperio de circunstancias de hecho insuperables se ve en la precisión de denominarse entonces Partido Liberal Radical. Como en el caso de “Comunidad", también "El Radical" será silenciado por arbitraria clausura.

Es ése un mal momento que vive el liberalismo paraguayo. Pero Cardozo sólo verá la etapa en la que los intentos divisionistas y de entrega al régimen antiliberal imperante, manifestados desde 1962, son neutralizados con notorio éxito por líderes y pueblo concientizados. El ha de fallecer en la fecha indicada, antes de producirse la crisis de 1977, más grave que la anterior por la mayor entidad política de algunos hombres que en ella comprometen sus antecedentes de lucha y sus convicciones en un pragmatismo muy discutible.

Esto último ya no lo verá Cardozo, como tampoco la notoria recuperación del civismo de la juventud paraguaya de los años más recientes.

Quedan, sí, su inquietud y su mensaje porque alguna vez vuelvan las aguas a su debido cauce.


3. EL DOCENTE

La vocación docente de Efraim Cardozo, heredada de su padre, es otra de las facetas de su personalidad Siempre en el campo de la vida cívica y de las humanidades, él no fue hombre de negocios ni empresario, ni tan siquiera ejerció -al menos de modo permanente- su profesión de abogado: fue, sí, historiador, periodista y político, y a estas actividades sumó la función docente en los niveles medio y universitario.

A la docencia llega relativamente tarde, cuando ya sobre-pasa los cincuenta años: una intensa vida pública, un periodismo que no deja tiempo libre y una actividad política también absorbente, sumados a las frecuentes restricciones de su libertad que hemos mencionado, le han impedido encontrar antes en la docencia, si no la más profunda de sus vocaciones, una muy, fuerte, a la que ha de dedicar en los quince últimos años de su vida el más fervoroso entusiasmo y su reconocida versación.

Las circunstancias de ese tiempo, el ambiente de suspicacia que pese a su reconocido talento se hace sentir en torno de su labor, quizá sean los factores por los que en tantos años Cardozo no haya dejado discípulos, gente formada por él que continúe su obra, salvo tal vez en el ámbito familiar y fuera de la cátedra.

Desde 1958, Cardozo es por concurso profesor de Historia del Paraguay, en dos cursos sucesivos de la Facultad de Filosofía, de la Universidad Nacional, y desde que la Universidad Católica abre sus puertas en 1960, ha de profesar la misma materia en dicha casa de estudios superiores, de cuyo Consejo Superior llega a formar parte y en la que también ha de incorporarse al claustro de la Facultad de Ciencias Jurídicas, en la cátedra de Historia Diplomática del Paraguay.

No para ahí su inquietud por el magisterio: también lo desempeña en una escuela profesional, el Instituto de Relaciones Públicas, donde dicta el curso de Periodismo; y aún llega a la enseñanza media, como profesor de Historia de la Cultura en el Paraguay, para adolescentes, en el 6o. Curso de Bachillerato del Colegio de San José. Para sus alumnos de ese nivel ha de preparar dos volúmenes mimeografiados de "HISTORIA CULTURAL DEL PARAGUAY", a los que hacemos referencia más adelante.


4. SU LABOR HISTORIOGRÁFICA

Sin su labor historiográfica, seguramente Cardozo hubiera igualmente ocupado un lugar destacado en la relación del acaecer paraguayo; pero es aquélla la que singulariza y confiere especial relieve a su personalidad.

En la vasta obra de Cardozo, cabe distinguir una diversidad temática, con notorio predominio de lo relativo al Para-guay independiente, materia en la que pueden destacarse su proba objetividad y su insuperada maestría.

Cronológicamente, ocupan el primer lugar sus estudios anteriores al primer exilio y referidos a los derechos del Paraguay sobre el Chaco en el conflicto con Bolivia. Otros gran des temas por él tratados en profundidad son los relativos a los antecedentes y el estallido de la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, y a los derechos de nuestra Patria sobre el Salto del Guairá, de muy oportuna aparición en horas en las que se cernía sobre esa zona la sombra de una apropiación de hecho por un país limítrofe. Podemos mencionar también lo que denominaríamos obras generales, su análisis de situaciones contemporáneas y de materia polémica, y su incursión en el ensayo; y por último aquellas de sus obras que creemos culminantes, cuales son "PARAGUAY INDEPENDIENTE", "HACE 100 AÑOS", e "HISTORIOGRAFÍA PARAGUAYA", a las que como brevísimo pero informado resumen de contenido general podemos sumar la "BREVE HISTORIA DEL PARAGUAY".

Deben recordarse también gran número de conferencias, folletos y artículos en revistas y periódicos, en algunos de los cuales adelanta ideas que ha de desarrollar luego en libros.

Desde que AUDIBERT, primero, publica "LOS LÍMITES DE LA ANTIGUA PROVINCIA DEL PARAGUAY" (1892), y BÁEZ, años después y en edición bilingüe (en español e inglés), "EL CHACO PARAGUAYO" (1904), el terna de los derechos del Paraguay sobre el Chaco cuestionados por Bolivia ha de ocupar a los más lúcidos talentos paraguayos. Báez, Domínguez, Moreno, todo el equipo de la Cancillería orientado por Gondra, y otros autores han de contribuir en alguna medida a la dilucidación de tan trascendente cuestión.

Cardozo, treinta y hasta cuarenta años menor que ellos, se incorpora a ese magno esfuerzo nacional con tres libros sucesivos, "EL CHACO EN EL RÉGIMEN DE LAS INTENDENCIAS" (1930), con prólogo de Eusebio Ayala, "ASPECTOS DE LA CUESTIÓN DEL CHACO" (1932) y "EL CHACO Y LOS VIRREYES" (1934). Pese a lo mucho y valioso que hasta ese momento se ha escrito sobre el tema, él tiene algo nuevo que decir. Determina qué jurisdicción correspondía a los territorios que constituyeron Bolivia al fundarse esa República, profundiza en materia institucional y acumula información fidedigna que comprueba sus aseveraciones.

En la misma materia, Cardozo interviene también de modo principal en la elaboración de la "EXPOSICIÓN DE LA CAUSA DEL PARAGUAY EN SU CONFLICTO CON BOLIVIA", presentada a la XV Asamblea de la Sociedad de las Naciones, en setiembre de 1934, con un rico anexo documental, y publicada ese mismo año en Asunción.


5. PARAGUAY INDEPENDIENTE

Su paso por altas funciones públicas y un largo exilio en gran medida absorbido por el trajín cotidiano del periodista, a los que ya hemos aludido, parecen trazar una suerte de ce sura en la labor historiográfica de Cardozo, aun cuando en 1936 y 37 ordena y cataloga la colección de copias de documentos del Archivo General de Indias obrante en la Biblioteca Nacional, de Buenos Aires.

El referido exilio, sin embargo, resulta fecundo: en 1949, en uno de los volúmenes de la "HISTORIA DE AMÉRICA Y DE LOS PUEBLOS AMERICANOS", dirigida por Antonio Ballesteros y Beretta y con el sello de Salvat Editores, aparece "PARAGUAY INDEPENDIENTE", de Cardozo.

Aún cuando es fundamentalmente historia política y diplomática, la consideramos una de sus obras fundamentales y de consulta insoslayable para quien desee profundizar el estudio del desarrollo del Paraguay contemporáneo, entendido por tal el periodo de vida independiente. La relación de hechos se extiende hasta 1948, y cada afirmación tiene apoyo en fuentes debidamente comprobadas. No significa esto que constituya palabra revelada cuanto allí se dice, pero, sí, que afirmamos el rigor científico de la investigación y la trascendencia y calidad de la obra.


6. LOS ANTECEDENTES DE LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA CONTRA EL PARAGUAY

En dos libros, documentados en fuentes nacionales y extranjeras y frutos, ambos, de estudio y reflexión, se ocupa Cardozo de los antecedentes y el estallido de aquella gesta heroica que vivió el pueblo paraguayo en la segunda mitad del siglo XIX. Son ellos "VÍSPERAS DE LA GUERRA DEL PARAGUAY" (1954) y "EL IMPERIO DEL BRASIL Y EL RÍO DE LA PLATA" (1961).

Ninguna de ambas obras puede dejar de ser tenida en cuenta en cualquier trabajo que se escriba sobre tan importante tema.

7. UN ENSAYO Y TRES OBRAS GENERALES

En 1959, publica Cardozo el único ensayo extenso que de él conocemos, "EL PARAGUAY COLONIAL". De esquema organicista, aunque no sea ése el pensamiento predominante en el con tenido, se exponen en dicho libro las raíces de la nacionalidad, tales como las concibe el autor.

Hemos aludido ya a su labor docente, inclusive en la enseñanza media, y a la publicación de dos volúmenes mimeografiados de "HISTORIA CULTURAL DEL PARAGUAY", que en 1985 serán reeditados por la revista “ESTUDIOS PARAGUAYOS”; de la Universidad Católica, con prólogo de JERÓNIMO IRALA BURGOS.

En "LA TRIBUNA", sostiene Cardozo por un tiempo una columna evocativa, "HOY EN NUESTRA HISTORIA", cuyos artículos son reunidos después en un tomo de "EFEMÉRIDES DE LA HISTORIA DEL PARAGUAY" (1967).

Aquí también corresponde mencionar su "BREVE HISTORIA DEL PARAGUAY" (EUDEBA, 1965), cuya segunda edición estamos prologando y de la que volveremos a ocuparnos al final.


8. PARA EL ESCLARECIMIENTO DE UN TEMA POLÉMICO

Durante años y hasta décadas, en gran medida amparada en la represión de los medios capaces de darle respuesta, se ha hecho propaganda política con la distorsión de la historia. Uno de los grandes temas de ese verdadero monólogo difamatorio, aunque no el único, ha sido lo relativo a los sucesos del 23 de octubre de 1931.

En 1956 Cardozo aborda la materia, con pasión, sí, pero con manejo riguroso de fuentes que nunca habían sido puestas de manifiesto en los largos años de, prensa silenciada o monocorde, y lo hace sin omisiones.

El libro es un fruto más del exilio del autor, y en él se presenta un cuadro de la situación política y social del Paraguay en las postrimerías de la década de 1920 y los comienzos de la del 30. A raíz de su aparición, se han producido otras publicaciones para darle respuesta o refutarle; pero del cotejo de todo, queda el trabajo de Cardozo como el más objetivo en el lenguaje y en el manejo de conceptos y datos. Un saldo positivo innegable deja el mismo: muchos lugares comunes de la propaganda de extrema derecha y extrema izquierda, indiscutidos públicamente por un cuarto de siglo largo, dejan de usarse por febles e infundados.


9. EL SALTO DEL GUAIRA

En la década de 1960 una cuestión preocupa seriamente a la opinión paraguaya, cual es la conservación de nuestra soberanía sobre el Salto del Guairá. No pocos compatriotas la tratan con diversos argumentos, históricos, jurídicos, técnicos. Uno de ellos es Cardozo, que desde la tribuna de conferencias y desde la prensa esclarece situaciones y define los alcances de nuestros derechos.

Parte de su campaña la desarrolla en 33 artículos publicados en 1964 en "Comunidad”, semanario de la Iglesia Católica. Los mismos, más un apéndice y con el correspondiente apoyo documental y bibliográfico, son reunidos en un volumen, "LOS DERECHOS DEL PARAGUAY SOBRE LOS SALTOS DEL GUAIRÁ", con prólogo de Mons. ANÍBAL MENA PORTA, entonces Arzobispo de Asunción (1965).

Se complementa este libro con "20 preguntas sin res-puestas sobre los Saltos del Guairá" (1971), recopilación de 24 artículos aparecidos en "El Radical", más tres pedidos de informes presentados en el Senado en 1968 y 1970, con su ex-posición de motivos.

Cuando los historiadores del futuro juzguen el manejo de este problema, han de valorar con justicia el aporte de Cardozo a la concientización sobre el mismo.


10. HISTORIOGRAFÍA PARAGUAYA

Deliberadamente hemos dejado para el final "HISTORIOGRAFÍA PARAGUAYA" y "HACE 100 AÑOS", dos obras que se cuentan entre las de mayor trascendencia de Cardozo, antes de entrar a referirnos en particular a su "BREVE HISTORIA DEL PARAGUAY"

El primer volumen de "HISTORIOGRAFÍA PARAGUAYA" es editado en México, en 1,959, por la Comisión de Historia, del Instituto Panamericano de Geografía e Historia.

Son más de 600 páginas de material sobre "LOS AUXILIARES Y LAS FUENTES DE LA HISTORIOGRAFÍA GENERAL", "HISTORIOGRAFÍA DE LA TIERRA", "HISTORIOGRAFÍA DE LAS CULTURAS ABORÍGENES", "HISTORIOGRAFÍA DEL DESCUBRIMIENTO, LA CONQUISTA Y LA COLONIA", "HISTORIOGRAFÍA DE LAS MISIONES DEL PARAGUAY", e "HISTORIOGRAFÍA DE LA DEMARCACIÓN".

Hay allí precisiones sobre bibliografía y corpus documentales, en general y en particular; geología y paleontología; lingüística y etnografía de las parcialidades indígenas de ambas regiones -la oriental y la occidental o Chaco- del Paraguay; las crónicas, memoriales y otras fuentes de los siglos XVI y XVII; el libro de Ruy Díaz de Guzmán, primera obra histórica escrita por un paraguayo; los relatos e informes de los jesuitas, y sobre Azara y Aguirre, con información completa y actualizada a la fecha de la publicación que comentamos.

De metodología rigurosa y de lenguaje claro y accesible, sin concesiones a la retórica vana, esta obra de Cardozo agota los temas que trata y se afirma en investigación sobre fuentes de distintas lenguas, practicada en repositorios documentales y bibliotecas de América y Europa.

Es de lamentar que solo haya aparecido el tomo I del contenido que reseñamos. Sabemos, sin embargo, que al producirse el fallecimiento del autor estaba terminado un segundo volumen. Formulamos un voto porque alguien acometa el empeño de publicarlo: prestará así un invalorable servicio a la historiografía paraguaya y americana.


11. HACE 100 AÑOS

Entre 1965 y 1970, publica Cardozo en “LA TRIBUNA" una columna diaria con el título de "HACE 100 AÑOS": son efemérides o crónicas cotidianas del desarrollo de la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, coincidentes con la conmemoración del centenario de la misma.

Se trata de casi 2000 artículos basados en investigación exhaustiva sobre fuentes de los países beligerantes y de los neutrales. Si bien por el carácter periodístico y de divulgación de la columna se omiten citas, todo el material tiene su debida fundamentación, en muchos casos completamente inédita y novedosa, como los libros copiadores de correspondencia de comandantes paraguayos, o poco conocida en nuestro medio. La serie fue reeditada, como ya lo henos referido, con el mismo título y en nueve volúmenes que no habían terminado de aparecer cuando se produjo el fallecimiento del autor. Valdría la pena que algún deudo o discípulo de Cardozo, con acceso a sus ricos ficheros, elaborara con los mismos un décimo tomo, de referencias documentales y bibliográficas.

Con todas las limitaciones propias de su inicial carácter cotidiano, por el que se tiene que dedicar espacio equivalente a hechos de muy diversa trascendencia, y a la circunstancia de constituir fundamentalmente crónica, "HACE 100 AÑOS" es una de las historias más completas de esa épica lucha que singulariza al pueblo paraguayo en América.


12. LA "BREVE HISTORIA DEL PARAGUAY"

Se trata de una síntesis muy apretada de la historia para-guaya, desde los pobladores prehispánicos hasta 1954, centrada en lo político interno e internacional, pero con noticia breve y concreta de la vida cultural en las diversas épocas.

El hecho de que a tan vasto tema se le dediquen solo 170 páginas "in 85" (159 de texto neto) no permite un desarrollo en detalles, ni la referenciación. Aún así, ese resumen es ágil, se apoya en la labor historiográfica del autor, de la que hemos intentado dar noticia, y al final trae una lista bibliográfica con 101 títulos seleccionados que ilustra y puede servir de orientación para profundizar lecturas.

Como acabamos de señalarlo, es un resumen, necesariamente muy comprimido. Algunas de sus afirmaciones o interpretaciones quizá podamos no compartirlas, pero debemos poner de manifiesto que la fundamentación de las mismas se halla en las demás obras del autor, todas ellas apoyadas en fuentes de comprobación posible. Sirve el estudio mencionado para ayudar al lector a formarse una idea del desarrollo histórico del Paraguay.

Por lo arriba expresado, creemos oportuna la reedición de la "BREVE HISTORIA DEL PARAGUAY": no conocemos otra síntesis actual de esas características.

Como síntesis final de esta aproximación a la obra historiográfica de Efraim Cardozo, nos creemos autorizados a sostener que la misma es capaz de resistir el paso del tiempo, ha de perdurar y en su conjunto constituye una de las contribuciones más trascendentes a los estudios históricos, no sólo en el Paraguay, sino que también en Hispanoamérica en general.

Asunción, noviembre de 1987

RAFAEL ELADIO VELÁZQUEZ



LA JUNTA GUBERNATIVA


LA IDEA DE LA FEDERACIÓN. Con calculada demora, las resoluciones del Congreso no fueron comunicadas a Buenos Aires sino el 20 de julio de 1811, en nota en que, por primera vez en el Río de la Plata, se lanzó la idea de la federación como medio de evitar la disgregación del Virreinato. En esa nota se declaró que la voluntad del Paraguay no era entregarse nuevamente al arbitrio ajeno, pues en tal caso "nada habría adelantado ni reportado otro fruto que el de cambiar una cadena por otras, mudar de amos". En las críticas circunstancias por qué pasaba la causa revolucionaria, en Buenos Aires se reputó peligrosa la idea de la federación. Belgrano fue destacado a Asunción, esta vez como diplomático, para tratar de persuadir al Paraguay de que quedara sujeto a Buenos Aires por la necesidad de fijar un centro de acción para la lucha contra españoles y portugueses. Si no lo lograba, debía proponer una alianza militar, aun a trueque del reconocimiento provisional de la independencia. 


EL TRATADO DEL 12 DE OCTUBRE. Francia se había retirado de la Junta disgustado por las intromisiones de los militares y fue llamado apresuradamente para tratar con Belgrano, a quien acompañaba el juez Vicente Anastasio Echevarría. La misión no fue admitida hasta haberse recibido la aceptación de los puntos contenidos en la nota del 20 de julio. En estas condiciones, todos los triunfos de la negociación estuvieron en manos de Francia, quien obtuvo el 12 de octubre de 1811 la firma de un Tratado, por el cual Buenos Aires reconoció la independencia del Paraguay y ambas Provincias se comprometieron a auxiliarse mutuamente contra los enemigos de su común libertad. El Tratado fue recibido con júbilo en el Paraguay, pues se creyó resuelto el espinoso problema de las relaciones con Buenos Aires sin menoscabo de la independencia nacional. La idea federal, mero expediente circunstancial, fue abandonada y nunca más alegada por el Paraguay.


LA CUESTIÓN DE AUXILIOS. A poco, Francia volvió a separarse de la Junta, y desde su retiro se dedicó a minar los prestigios de sus colegas, haciendo cundir la versión de sus inclinaciones porteñistas. Estas se pusieron a prueba cuando el Triunvirato, que acababa de asumir el gobierno en Buenos Aires, después de aprobar muy a regañadientes el Tratado del 12 de octubre, reclamó los auxilios militares convenidos. La Junta paraguaya alegó la imposibilidad de enviar tropas por falta de armas y por los peligros de la amenazante vecindad portuguesa. La opinión pública era contraria al envío de soldados, por el recuerdo de las penurias sufridas por los contingentes destacados cuando las invasiones inglesas. Además, el jefe de los Orientales, José Artigas, no cesaba de avivar las desconfianzas sobre las intenciones de Buenos Aires. Se entabló una larga y áspera polémica en que se pusieron de relieve graves diferencias de criterios entre ambos gobiernos.


PROMOCIÓN DEL PROGRESO. A pesar de las graves dificultades, la Junta emprendió la realización de un vasto plan de reformas en todos los órdenes, sobre todo en la economía y la cultura, según anunció en bando del 6 de enero de 1812. Fue creada una Academia Militar, una cátedra de matemáticas, y una Sociedad Patriótica Literaria, organismo al cual se encomendó la dirección de la instrucción pública, Se dispuso la reapertura del Seminario, cerrado con motivo de la guerra porteña, y fueron adquiridos libros en Buenos Aires para los maestros de escuela consignaron avanzados principios pedagógicos. También se tomaron medidas para promover la agricultura, el comercio, la navegación y la población de los desiertos del Chaco.


GESTIONES DE ARTIGAS. Artigas, ya decidido a romper con Buenos Aires, gestionó una alianza militar y llegó a ofrecer sus tropas al Paraguay. La Junta excusó todo entendimiento a espaldas de Buenos Aires, pero los emisarios cambiados con motivo de estas negociaciones intensificaron los resentimientos del Triunvirato. Este inició una política de sanciones económicas, y las relaciones entre Buenos Aires y Asunción llegaron a su punto crítico. Aun los más enconados adversarios de Francia le imploraron el retorno al gobierno. No lo hizo sin condiciones: los presuntos partidarios de Buenos Aires debían ser neutralizados y uno de los batallones puesto bajo su comando.


DENUNCIA DE LA ALIANZA. Francia imprimió, de entrada, máxima virulencia a la polémica con Buenos Aires. En nota del 25 de noviembre de 1812, sostuvo que los vínculos federativos solo subsistían en apariencia, pues no había "armonía, amistad y correspondencia" de parte de Buenos Aires. "Por ventura -preguntaba la junta al Triunvirato- sólo se nos estimuló a la revolución y a desechar el predominio de los antiguos mandatarios para establecer sobre sus ruinas el imperio de un nuevo yugo?". Abandonando la controversia epistolar, Buenos Aires destacó a Asunción a Nicolás de Herrera con la misión de persuadir al Paraguay de las ventajas y necesidad de su adhesión al sistema federativo, concurriendo a la Asamblea General Constituyente que inició sus sesiones en febrero de 1813.


PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA. Una estudiada política de dilaciones enervó y exasperó al emisario de Buenos Aires durante varios meses. Se pospuso la consideración de sus propuestas a un Congreso general, que, postergado varias veces, al fin se reunió el 30 de setiembre de 1813. En vano intentó Herrera que la asamblea escuchara su alegato en favor de la reincorporación lisa y llana del Paraguay al sistema encabezado por Buenos Aires, con la amenaza de la asfixia económica, en caso de oposición. El único diputado que intentó alzar la voz en su favor fue expulsado del recinto, y el Congreso resolvió, por unanimidad, no enviar diputados a Buenos Aires. Al mismo tiempo, el 12 de octubre, proclamó la República, la primera instituida en América del Sur. Al estilo romano, fueron creados dos consulados, a turnarse en la dirección gubernativa. Francia y Yegros fueron designados para desempeñarlos. El Paraguay rompía simultáneamente todo lazo de unión con España y Buenos Aires.



EL PRIMER CONSULADO


HEGEMONÍA DE FRANCIA. Aunque iguales en jerarquía ambos cónsules, Yegros no pudo evitar que el verdadero director del gobierno fuera Francia. Dos curules fueron instalados en el despacho del gobierno, uno con la inscripción de César y el otro con la de Pompeyo. Francia ocupó el primero y se agenció para que le correspondieran dos turnos de cuatro meses del período anual. Antes de poner término a su misión, Herrera intentó la renovación de la alianza. El Consulado reprodujo las razones alegadas para rehusar el auxilio militar, pero Francia prometió no entrar en tratos con los enemigos comunes de la independencia americana. Poco convencido, el gobierno de Buenos Aires resolvió la aplicación de nuevos y prohibitivos impuestos a la yerba y el tabaco, cumpliendo las amenazas de Herrera. Mientras tanto, el partido españolista comenzaba a levantar cabeza. El Consulado lo fulminó con severas medidas, imponiendo a los peninsulares enormes multas y extrañándoles de la vida civil. El matrimonio de españoles con mujeres blancas quedó prohibido.


DELEGACIÓN DE NEUTRALIDAD. Artigas, en su guerra con Buenos Aires, enarboló la bandera federal, abandonada por el Paraguay, y quiso sacar provecho de las desinteligencias entre los dos gobiernos. Pero el Consulado no escuchó sus sugestiones, y cuando el delegado de Misiones, Vicente Antonio Matiauda, unió sus tropas a las de Artigas, lo destituyó y desautorizó. Se comunicó a Buenos Aires que el jefe Oriental no contaba ni con el apoyo ni con la simpatía de la República. "Nos debemos reducir -instruyó el Consulado a los comandantes de frontera- a conservar la paz, la quietud y la tranquilidad interior y exterior, evitando cuanto sea posible una guerra civil que debe mirarse como el mayor de todos los males, especialmente en el período actual de la revolución”. El Paraguay había trazado las orientaciones de su política en las décadas siguientes: no concurriría a la guerra por la independencia americana, encabezada por Buenos Aires, y tampoco se aliaría con los enemigos de esta.


EL CONGRESO DE 1814. Ni Yegros ni sus partidarios pudieron evitar que Francia copara una por una las posiciones que le llevarían al poder supremo unipersonal. Aquél continuaba gozando de prestigio en el ejército, pero en las masas se hizo cundir la creencia de que solamente un hombre del carácter y talento de Francia sería capaz de afrontar la grave situación ocasionada por la ruptura con Buenos Aires. Fue traído a colación el ejemplo de Roma, que en emergencias semejantes dejaba en manos de un dictador la defensa de la patria. Las opiniones no eran unánimes pues muchos temían el advenimiento del absolutismo. Por eso, cuando el 3 de octubre de 1814 se reunió un nuevo congreso, la proposición de Mariano Antonio Molas de designar dictador a Francia por un período de cinco años, causó disgusto y vacilaciones. Estas desaparecieron cuando la guardia del recinto se desplegó en sospechoso movimiento. Francia fue ungido Dictador Supremo de la República. 



LA DICTADURA DEL DOCTOR JOSÉ GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA


PROTESTAS Y DESCONTENTOS. Ya no fue permitida ninguna clase de actividad política que no fuera la emanada del Dictador. Yegros tuvo que refugiarse en su estancia del interior y Caballero debió acallar descontentos en las tropas. Una voz se alzó, en protesta por la designación de Francia, pero fue en Buenos Aires. Fray J. M. Velazco lanzó una proclama apostrofando a sus compatriotas por la exaltación al mando supremo de un hijo de extranjero (el padre del Dictador fue portugués o brasileño), con posposición de tanto patricio benemérito y de 'ideas liberales", y señalando las características típicas del nuevo gobernante, por todos conocidas: "genio hipocondriaco y atrabiliario; corazón lleno de amargura y de hiel; espíritu egoísta; pensamientos caníbales; ideas tortuosas, engreimiento sin ejemplar; audacia insufrible; presunción exclusiva; operaciones maquiavélicas".


IDEOLOGÍA DE LA DICTADURA. Parecía un contrasentido que el Paraguay de la Revolución de los Comuneros desembocara en una dictadura. Por cierto, Francia no buscó antecedentes en la historia nacional, sino en la de Roma. Y no hizo sino desarrollar la teoría rousseauniana de la "voluntad general" hasta sus últimas consecuencias, por el mismo proceso que llevó a Robespierre al mando absoluto y al Terror. En el Contrato social se propugnaba la suspensión del poder de las leyes cuando lo requería la salud de la patria y el otorgamiento a un "jefe supremo" de poderes de vida y muerte, pues "hay ciertas situaciones desgraciadas en que no se puede conservar la libertad, sino a expensas de la de los demás, y en la que el ciudadano no puede ser enteramente libre sin que el esclavo sea sumamente esclavo". En aras de la libertad nacional, amenazada por las pretensiones de Buenos Aires de restaurar el virreinato, había que sacrificar todas las libertades individuales. Tal fue la doctrina oficial de la dictadura de Francia.


INVITACIÓN PARA TUCUMÁN. Buenos Aires intentó una vez más obtener el concurso paraguayo para la guerra por la independencia americana. Alvear solicitó, "en nombre de nuestra Patria común que es la América", tropas y yerbas, ofreciendo fusiles a cambio de los soldados. El trueque propuesto indignó a Francia, quien dejó sin respuesta las notas argentinas, iniciando un sistema que mantuvo durante su largo predominio: al exterior ya no salió una sola comunicación oficial. Depuesto Alvear, sus sucesores reiteraron "la empecinada súplica' e invitaron a participar en el Congreso de Tucumán, en oficios dirigidos al "Supremo Dictador de la República del Paraguay", lo que implicaba el reconocimiento de la independencia. Pero Francia los reputó insultantes, "porque pretender que una República independiente envíe diputados a un Congreso de las provincias de otro gobierno, que precisamente han de ser en mayor número, es un abuso y despropósito de marca", según informó a uno de sus comandantes.


HOSTILIDADES DE ARTIGAS. A todos los recursos apeló Artigas para atraer al Paraguay a su causa. Sabiéndole a Francia celoso republicano, le reveló los planes monarquistas de Buenos Aires y reiteró su invitación para unir sus esfuerzos. El Dictador ni siquiera quiso recibir a su emisario, antiguo condiscípulo de Córdoba. Entonces el caudillo oriental escribió a Cavañas, ofreciéndole el apoyo de sus tropas para derrocar a Francia de acuerdo con Yegros. Al mismo tiempo, ordenó el bloqueo fluvial desde Corrientes y anunció su propósito de invadir el Paraguay. Cavañas se negó a seguir las directivas de Artigas, cuyos planes subversivos fueron ignorados por el Dictador hasta muchos años después. No rodeó el mismo misterio a los designios bélicos de Artigas, y Francia organizó un ejército de 4.000 hombres para esperar la invasión que no se produjo.


LA DICTADURA PERPETUA. La amenaza de Artigas fue pretexto para que Francia, sin esperar los cinco años asignados a la Dictadura, reuniera en mayo de 1816 un nuevo congreso con el propósito de obtener la perpetuidad de su gobierno. Molas, hasta entonces su partidario, encabezó la oposición alegando que la dictadura perpetua atentaba contra los principios republicanos. Largo tiempo deliberó la asamblea hasta que, como en la ocasión anterior, el movimiento de tropas la decidió al fin, el 1 de junio de 1816, a acceder a la propuesta. "En atención -estipuló el acta- a la plena confianza que justamente ha merecido del pueblo el ciudadano José Gaspar de Francia, se le declara y establece Dictador perpetuo de la República durante su vida con calidad de ser sin ejemplar". El mismo congreso decretó después su receso indefinido, y hasta 1840 no se reunió otro en el Paraguay. Desde entonces la única ley fue la voluntad del Dictador.


ABSOLUTISMO Y AISLAMIENTO. Sin amigos, consejeros o confidentes, viviendo una vida de recoleto, aislado de todos, aunque en contacto asiduo con los más apartados rincones del país mediante una vasta red de espionaje y un servicio de postas veloces, el doctor Francia ejerció, hasta su muerte, un poder absoluto como no se había conocido otro en América. Su mano era implacable. No tenía compasión. Se solazaba en el castigo. No admitía excusas ni reconocía privilegios. Ricos o pobres, militares o civiles, eran medidos con el mismo rasero. Hasta la Iglesia pasó a ser dependencia del Estado. Los conventos fueron suprimidos. Caracterizó este largo período de la historia paraguaya el enclaustramiento total del país, so pretexto de preservarlo de la anarquía en que se debatían los demás pueblos del Río de la Plata. Cesó toda navegación. Los barcos se pudrieron en los puertos. Ningún paraguayo pudo salir del país y nadie ingresar a él, como no fuera en calidad de cautivo. El Paraguay se descuajó de la vida exterior.


PROYECTOS DE PUEYRREDÓN. El ejemplo del Paraguay, que no aportaba su concurso a la sacrificada guerra por la independencia americana, ni sufría los estragos de la anarquía, perturbaba a los pueblos argentinos del litoral, donde se decía que "los paraguayos son los que entienden". El director supremo Pueyrredón creyó necesario remover la piedra del escándalo, y en 1817, después de escuchar el parecer de algunos paraguayos residentes en Buenos Aires, proyectó la conquista del Paraguay. Antes de intentarla, fue destacado en misión secreta el coronel Balta Vargas, quien buscó contacto con los principales caudillos militares, sin otro resultado que ir a parar con sus huesos a la cárcel. La presencia de Artigas en Corrientes fue obstáculo para el cumplimiento del plan porteño, finalmente relegado con el alejamiento de Pueyrredón del poder.


LA CONSPIRACIÓN DEL AÑO 20. En el Paraguay, de larga tradición cívica, no se aceptaron de buen grado y con unanimidad los rigores de la Dictadura, cada día más severos. Un vasto complot revolucionario fue tramándose en las sombras. El Viernes Santo de 1820 debía ser ultimado el Dictador en la calle. Fulgencio Yegros tenía que asumir el gobierno, y los comandantes Montiel y Caballero el mando de las tropas. Uno de los complotadores reveló el plan en el secreto de la confesión; y el sacerdote le obligó a delatarlo al Dictador. Este dirigió personalmente la prisión de los complicados, tantos, que hubo necesidad de habilitar nuevas cárceles. Yegros, Caballero, los Montiel y muchos otros fueron sometidos a tormento y luego ajusticiados el 17 de julio de 1820. Caballero prefirió suicidarse. Segadas todas las cabezas salientes, Francia quedó solo en la escena, ya sin posibles rivales.


EL REINADO DEL TERROR. La abortada conspiración señaló el comienzo del Terror. La inhumanidad del Dictador no tuvo límites. No solamente eliminó a sus enemigos políticos, sino también a los personales. Canceló, una por una, viejas cuentas de la juventud. La familia Machaín pagó cruelmente el casamiento de uno de los suyos con la niña que había rechazado a Francia. Los santafecinos, aun los ancianos y niños, fueron arrojados a la cárcel porque Estanislao López capturó una partida de armas destinadas al Paraguay, y ni siquiera supieron la causa de su prisión. Para evitar emboscadas, a que se prestaban las tortuosas callejuelas de Asunción, sombreadas de árboles, Francia trazó un plan urbanístico, y muchas casas y árboles cayeron abajo. Extremando precauciones, ordenó que puertas y ventanas se cerraran a su paso. Si algún desprevenido transeúnte se cruzaba con él, debía darle las espaldas. Las procesiones religiosas fueron prohibidas, y hasta la guitarra enmudeció. Una espesa sombra se cernió el Paraguay.


ASILO DE ARTIGAS. En lo más agudo del Terror, Artigas pidió permiso para asilarse. Larga era su cuenta de agravios, pero las puertas del Paraguay se abrieron para acoger al caudillo oriental, contra quien acababa de rebelarse su lugarteniente Francisco Ramírez. "Era un acto no solo de humanidad sino aún honroso para la República -explicó Francia- el conceder asilo a un jefe desgraciado que se entregaba". Por última vez, intentó Artigas persuadir a Francia a que asumiera la dirección de la guerra contra Buenos Aires. El Dictador ni siquiera le admitió en su presencia. Le confinó a la lejana población de Curuguaty, después de señalarle una pensión y socorrerle con ropas. Ramírez pidió la entrega de Artigas y, ante la negativa de Francia, se aprestó a invadir el Paraguay. El Dictador organizó la defensa, pero la muerte de Ramírez alejó, una vez más, el peligro de invasión. Artigas no fue molestado mientras vivió y ya no quiso volver a su patria.


CAUTIVERIO DE BONPLAND. El famoso naturalista francés Aimé Bonpland, compañero de Humboldt, pagó cara su amistad con Ramírez, que le protegió para establecer un yerbal en las Misiones. En 1821, tropas paraguayas destruyeron su campamento y llevaron preso a Bonpland. El cautiverio del sabio produjo consternación en el exterior. Bolívar, Sucre, el Emperador del Brasil, el rey de Francia, el Instituto de Francia se interesaron por su libertad. Diez años estuvo confinado en Santa María, al cabo de los cuales, Francia, sin darle ninguna explicación, le obligó a repasar la frontera, orden que cumplió con desgano, pues había sido muy feliz conviviendo con los campesinos paraguayos.


MISIÓN DE GARCÍA DE COSSIO. Dominada la anarquía en Buenos Aires, el gobierno porteño procuró nuevamente un entendimiento, pero Francia no contestó ninguna de las notas del gobernador Martín Rodríguez. Sin desalentarse por este resultado, Rivadavia volvió a escribirle en 1823, dándole el título de "Exc. Sr. Dictador supremo, perpetuo, vitalicio de la República del Paraguay". Destacó como emisario al doctor Juan García de Cossio, quien no pudo pasar de Corrientes y ni siquiera logró la libertad de los portadores de sus notas, a quienes Francia mandó apresar. El propósito aparente de la misión era buscar la adhesión paraguaya a la Convención preliminar de paz con España, pero su verdadero, impedir la alianza del Paraguay con el Imperio del Brasil, con el cual el Dictador mantenía sospechosas relaciones.


CORREIA DA CÁMARA. Desde 1823, el Dictador permitió a los comerciantes brasileños allegarse hasta Ytapúa, donde efectuaban, bajo severo control, un trueque que le permitía al Paraguay colocar los sobrantes de su producción y abastecerse de los artículos de que carecía. Alentado por esta acogida, el Emperador del Brasil comisionó a Manuel Correia da Cámara, a quien, haciendo excepción a todas las reglas, Francia permitió en 1825 su ingreso hasta Asunción. El emisario imperial procuró la alianza paraguaya para la inminente guerra con la Argentina, pero el Dictador le formuló reclamaciones sobre las tropelías brasileñas en las fronteras septentrionales, solicitó armas en compra y exigió un tratado de formal reconocimiento de la independencia paraguaya. Prometiendo satisfacer estas exigencias, Correia da Cámara viajó a Río de Janeiro y regresó en 1827 ya habilitado para el efecto. Esperó en Itapúa hasta el 12 de junio de 1829, en que el Dictador le comunicó su negativa a recibirlo nuevamente, porque sus actitudes "no manifestaban sinceridad y buena fe, sino más bien siniestros fines y sospechosas intenciones".


PROYECTOS DE BOLÍVAR. Ofendido por la ninguna respuesta de Francia a sus mensajes, Bolívar concibió en 1825 el proyecto de conquistar el Paraguay, para deponer al Dictador, liberar a Bonpland y entregar el país a Buenos Aires. El gobierno argentino se opuso al plan, alegando serle odioso obligar a una provincia a ingresar en la unión argentina, porque temía que el Paraguay al primer amago se entregara al Brasil y, finalmente, porque abrigaba esperanzas de conquistar por las buenas "el corazón rebelde del gobernador Francia". La actitud de Buenos Aires estaba dictada por el temor de dejar introducir a Bolívar con sus ejércitos victoriosos en el Río de la Plata, y porque en esos momentos todas sus preocupaciones se centraban en el conflicto con el Imperio.


OFRECIMIENTO DE FERRÉ. Las provincias argentinas, en pugna nuevamente con Buenos Aires como resultado de la Constitución unitaria dictada en 1826 bajo la inspiración de Rivadavia, pusieron, una vez más, su vista en el Paraguay. El gobernador de Corrientes, Pedro Ferré, pidió una entrevista al Dictador, alegando la representación de su provincia y la de Córdoba, Tucumán, Salta, La Bajada y Santa Fe, que solicitaban la protección paraguaya para las luchas contra Buenos Aires. Francia contestó que no deseaba ganar reputación de "entrometido y provocador sin causa y sin necesidad" y que "sólo Don Quijote andaba metiéndose en querellas ajenas".


DORREGO Y RIVERA. Terminada la guerra entre el Imperio y la Argentina, en Buenos Aires resurgió la idea de someter al Paraguay. En 1828, Dorrego sugirió la empresa al general Fructuoso Rivera, quien no se prestó a ello, pues sospechó que el verdadero objetivo era alejarlo de Buenos Aires. Con todo, Rivera acarició el proyecto de reconstruir el gran Estado mesopotámico de Artigas, con el Paraguay a la cabeza, y para ganarse la buena voluntad de Francia le denunció el proyecto de Dorrego. Francia, como de costumbre, ni siquiera contestó sus comunicaciones.


RELACIONES CON ROSAS. Advenido Juan Manuel de Rosas al poder, se estableció un tácito entendimiento entre ambos gobernantes. Rosas admiraba a Francia y no permitió que su prensa le hostilizara ni acogió los proyectos bélicos de Quiroga, que pretendió traer la guerra al Paraguay. También hizo fracasar las diligencias, en el mismo sentido, del gobernador de Corrientes, Pedro Ferré, quien en 1832 declaró por sí la guerra, en represalias por la ocupación del territorio misionero entre el Uruguay y el Aguapey, ordenada por Francia para garantizar el comercio con el Brasil.


NI PAZ NI GUERRA. Los alardes de Ferré alarmaron al Dictador. Prudentemente mandó desocupar el campamento del Salto, frente al río Uruguay, alegando la falta de militares experimentados. "No hablarían esos salvajes -escribió- si el Gobernador del Paraguay tuviera un militar instruido en el arte de hacer la guerra y de capacidad para ir de General aunque no fuese sino con dos mil hombres de todas las armas a saquear Corrientes en pago de sus ladronicidios". Ferré, desalentado por la falta de cooperación de las demás provincias, desistió de sus proyectos y abandonó las Misiones a las fuerzas paraguayas. Francia le hizo saber que "el Paraguay no quería paz ni guerra con nadie".


ORDEN Y QUIETUD. Cuando Bonpland, después de liberado, llegó a Corrientes, le robaron los caballos. "Cómo se ve ya no estamos en el Paraguay", escribió en su diario. La verdad era que, bajo la férula del Dictador, reinaba el orden más rígido. "El contraste es en todo concepto sorprendente con los países que he cruzado hasta ahora -escribió Grandsir, enviado por el Instituto de Francia para gestionar la libertad de Bonpland-: se viaja en el Paraguay sin armas; las puertas de las casas apenas se cierran pues todo ladrón es castigado con pena de muerte, y aun los propietarios de la casa o comuna donde el pillaje sea cometido, están obligados a dar indemnización. No se ven mendigos; todo el mundo trabaja". El Paraguay era un oasis de paz en medio de la crepitante anarquía americana.


VACÍO CULTURAL. En la paz impuesta por el Dictador se extinguieron todas las manifestaciones del espíritu público, aun las de orden cultural. El ambicioso plan de la junta de 1812 fue totalmente olvidado. El Seminario fue suprimido, y cuando también desaparecieron los conventos, el Paraguay ya no tuvo institutos de enseñanza superior. Algún esmero se puso en la instrucción primaria y hasta llegó el Dictador a pensar en abrir una biblioteca pública. Pero nada hizo para formar dirigentes, ya que ni siquiera en el ejército permitió graduaciones superiores a las de alférez. En la etapa más difícil de la vida nacional, se paralizó, durante un cuarto de siglo, el proceso de la formación cultural, vacío que habría de ser de irreparables consecuencias en el porvenir.


MUERTE DE FRANCIA. El doctor Francia falleció de muerte natural, a la una y media de la tarde del 20 de setiembre de 1840. Nada dejó dispuesto acerca de su sucesión, de modo que los comandantes de los cuarteles se hicieron cargo del gobierno. El pueblo se dividió en dos bandos: unos lamentaron su desaparición, otros se lanzaron a la calle pidiendo congreso y execrando su memoria. Solemnes fueron sus funerales, pero no se encontró sacerdote paraguayo que quisiera pronunciar la oración fúnebre. Debió decirla el cura cordobés Manuel Antonio Pérez. Tiempo después, manos vengativas destruyeron el túmulo levantado para conservar sus restos, y estos fueron arrojados a las aguas del río Paraguay.



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