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LUIS VERÓN

  UN CÓNDOR EN EL CHACO - Por LUIS VERÓN - Domingo, 23 de Diciembre de 2012


UN CÓNDOR EN EL CHACO - Por LUIS VERÓN - Domingo, 23 de Diciembre de 2012

UN CÓNDOR EN EL CHACO

 

Por LUIS VERÓN

 

surucua@abc.com.py

El conflicto bélico que enfrentó a nuestro país con Bolivia en la primera mitad de la década de 1930 movió a muchos americanos a ofrecer sus servicios a uno u otro sector en pugna. Uno de ellos fue el aviador argentino Vicente Almandos Almonacid, un avezado piloto que organizó la aviación militar paraguaya.

En la guerra que sostuvo con Bolivia por la posesión del Chaco Boreal, el Paraguay contó con la participación de numerosos extranjeros, muchos de ellos argentinos y varios de los cuales dejaron sus vidas abonando con su sangre el suelo chaqueño.

Al ocurrir los primeros incidentes que desencadenaron la Guerra del Chaco, los ánimos en los países del Plata estuvieron abiertamente a favor del Paraguay. Muchos fueron los ciudadanos argentinos y uruguayos que ofrecieron sus servicios y se alistaron como voluntarios en el Ejército paraguayo.

También es sabido el papel desempeñado por el Gobierno argentino en el trascurso de la guerra y en los trabajos que concretaron la paz, en 1935.

Algunos de los argentinos que actuaron en el Chaco durante el conflicto fueron el correntino Abraham Schweitzer o el riojano Almonacid, aviador argentino que tuvo importante actuación en la organización de la aviación paraguaya en campaña.

Es justamente a él a quien nos referiremos en estas páginas.

El mayor (H.C.) Vicente Almandos Almonacid, conocido con el romántico mote de Cóndor Riojano, nació en Todos los Santos, provincia de La Rioja (Argentina), el 25 de diciembre de 1882.

Como si estuviera predestinado, su mismo apellido significaba –en árabe– lo que fue en vida: “Señor de la alta montaña”. Estudió en la Escuela Naval Militar y, posteriormente, ingresó a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Trabajó en la Gobernación Provincial de Buenos Aires y para una empresa ferroviaria.

Fue enviado a Francia para estudiar y planificar sistemas de obras sanitarias. Estando en aquel país, decidió seguir estudios de pilotaje en la escuela Farman y, poco después, en octubre de 1913, recibió su brevet de piloto del Aeroclub de Francia.

Al año siguiente, al estallar la Primera Guerra Mundial, el argentino Almonacid ofreció sus servicios a la Legión Extranjera y, poco después, se incorporó a la aviación francesa, donde se destacó logrando sucesivos ascensos; llegó inclusive a realizar arriesgados –y no autorizados— vuelos nocturnos, se ganó la consideración de sus superiores y fue nombrado jefe de una escuadrilla especializada en vuelos nocturnos.

Al finalizar el conflicto, en 1918, ostentaba el grado de capitán y numerosas condecoraciones en el pecho.
En 1919, Almonacid regresó a su país. Poco tiempo después, empezarían sus hazañas para la aviación argentina, como la realizada el 29 de marzo de 1920: el cruce, en vuelo nocturno, de la cordillera de los Andes por su parte más alta. Había partido del aeródromo de Los Tamarindos (Mendoza) pilotando un biplano Spad XIII, con motor Hispano-Suiza de 220 hp, y luego de sobrevolar las altas cumbres, aterrizó de manera accidentada sobre la playa de Vergara, próxima a Viña del Mar, tras 2 horas y 40 minutos de vuelo. Su aparato quedó destruido por completo. En 1922 integró una Comisión pro Vuelta al Mundo.

La fundación de una compañía aérea

Después del conflicto mundial, el industrial francés Pierre George Latécoére tuvo la visión de que el aporte de la aviación no solo podía estar restringido al uso militar, como lo fue durante la guerra, sino que podía tener un gran papel en el transporte de personas.

Fue esta la razón por la que en 1918 fundó una compañía aérea llamada Lignes Aeriennes Latécoére, con el propósito de unir a Francia con países suramericanos.

Almonacid estuvo vinculado a esta empresa, y fue a instancias suyas que se firmaron convenios entre la compañía y el Gobierno argentino para el transporte de correspondencias.

En 1927, Latécoére vendió su compañía a otro industrial, Marcel Boilloux–Lafont, quien la rebautizó con el nombre de Compagnie Aeropostale Generale.

Boilloux–Lafont solicitó a Almonacid la fundación de una compañía subsidiaria en la Argentina. De esa manera, el piloto argentino fundó, el 5 de septiembre de 1927, la Aeroposta Argentina S. A., que al poco tiempo inició la cobertura de vuelos entre Natal, Brasil, y Buenos Aires; y, desde el 1 de marzo de 1928, realizó enlaces con Francia.

Vuelos Buenos Aires-Asunción

Una vez consolidada la compañía, comenzaron los vuelos de reconocimiento para abrir la ruta hacia el Paraguay. Estos vuelos estuvieron a cargo del piloto argentino Pedro Manuel Ficcarelli, quien realizó el primero de ellos en abril de 1928.

En noviembre de ese año, a raíz del viaje realizado por el piloto Paul Vachet, se resolvió establecer una ruta con una sola escala, Monte Caseros. La inauguración de los vuelos regulares entre Buenos Aires y Asunción, de la Aeroposta Argentina, se realizó el 1 de enero de 1929.

Aquellos vuelos inaugurales se efectuaron en dos aviones Laté 25, uno pilotado por Paul Vachet y Pedro Ficcarelli, y el otro, por Leonardo Aurelio Selvetti.

Meses después, el 16 de agosto de 1929, Ficcarelli —nacido el 17 de junio de 1895— tuvo un fatal accidente de aviación al chocar contra la ladera de unos cerros en la zona de Sapucái, convirtiéndose en la primera víctima de la aviación comercial internacional en el Paraguay. Sus restos fueron llevados a la Argentina en un arriesgado vuelo –el féretro sobresalía del fuselaje del avión y dificultaba la navegación– realizado por el as de la aviación, el francés Jean Mermoz.

Por su parte, el aviador Selvetti, nacido en el Uruguay el 26 de julio de 1897, fue el responsable del transporte de las primeras correspondencias vía aérea desde el Paraguay hacia la Argentina. En más de una ocasión realizó vuelos hasta Asunción con el célebre aviador y escritor francés Antoine de Saint Exúpery. Selvetti se casó con la asunceña Graciela Cuevas y falleció en Asunción, el 3 de septiembre de 1984.

El servicio de Aeroposta se interrumpió en 1931 y, en marzo de 1932, canceló definitivamente sus vuelos. Fue reemplazada por la empresa Aeroposta Nacional, que funcionó hasta 1946, en que se creó Sociedades Mixtas de Aeronavegación –con participación estatal–, que operó con el nombre de Sociedad General de Aviación S. A. En 1949, se unificaron las administraciones de las compañías de aeronavegación, dando origen a la compañía Aerolíneas Argentinas.

Ya durante el conflicto mundial había inventado dispositivos lanzabombas para aviones, que fueron adoptados por toda la aviación aliada. En 1925, inventó sistemas de aeronavegación nocturna y otros portentos tecnológicos, adoptados por la aviación militar francesa.

Un cóndor en el Chaco

A principios de la década de 1930, vientos de guerra empezaron a soplar en las tórridas planicies chaqueñas.
Al estallar el conflicto, Almonacid ofreció sus servicios al Paraguay, lo que motivó a otros jóvenes a ofrecerse a luchar por el Paraguay en la contienda chaqueña.

Tuvo que vender sus pertenencias y condecoraciones para costearse su misión en el Paraguay. Fue ampliamente correspondido: la trayectoria, experiencia y el prestigio de Vicente Almandos Almonacid, el legendario Cóndor Riojano, fueron vitales para que el Gobierno paraguayo decidiera nombrarlo director general de la Aeronáutica paraguaya, arma que ayudó a organizar.

El mayor (HC) Vicente Almandos Almonacid, grado con que fue admitido en la Aviación paraguaya, hizo honor a la tradicional amistad paraguayo-argentina. Los paraguayos debemos honrar su nombre, porque fue grande y enalteció a su país cooperando en la defensa chaqueña a favor del Paraguay.

Entre los aportes del Cóndor Riojano a nuestro país, podemos destacar la publicación de un manual de aviación para operaciones en el Chaco, la organización de la Primera Escuadrilla de Caza, y la Primera Escuadrilla de Reconocimiento y Bombardeo de la Aviación Paraguaya en Campaña.

Estas escuadrillas tuvieron importante actuación en la batalla de Boquerón, a finales de septiembre de 1932, al realizar vuelos de reconocimiento, bombardeos y reglaje de tiro de artillería.

Al inicio de la guerra, el Paraguay contaba con un plantel de unos 25 pilotos, algunos mecánicos y montadores. Almonacid entrenó a algunos observadores y organizó el Cuerpo de Aviación como un pequeño escuadrón de cazabombarderos.

La escasez de aviones –y la superioridad boliviana en ese sentido– obligó al alto mando paraguayo a limitar la actuación de la aviación durante la guerra chaqueña. Almonacid, amante de los riesgos y las aventuras, respetuoso de las directivas de sus superiores, tuvo que acatar la orden, muy a pesar suyo, contrario a esa línea de pensamiento.

Para conseguir colocar a la aviación militar paraguaya a la par que la boliviana y de esa manera obtener rotundos éxitos aeronáuticos, recomendó la adquisición de determinados tipos de aviones, pero los celos y resentimientos de algunos oficiales superiores obstaculizaron sus proyectos, pues lograron convencer al Gobierno de ignorar las recomendaciones de Almonacid.

Ofendido, el Cóndor Riojano presentó su renuncia en abril de 1933 y regresó a su país. Ya en la paz recoleta de su hogar, salió a luz su vena poética y, en 1938, publicó un poemario. Ese mismo año, fue designado cónsul argentino en Boulougne–Sur–Mer, y tuvo la ocasión de defender con resolución sus oficinas del empeño alemán por tomar ese sitio, durante la Segunda Guerra Mundial. De regreso a su país, vivió modestamente y, luego de volar por los cielos de Francia, la Patagonia, cruzar los Andes en vuelo nocturno, organizar la aviación paraguaya en los primeros meses de la Guerra del Chaco, falleció en medio de la pobreza en Buenos Aires, el 16 de septiembre de 1953.

La inauguración de los vuelos regulares entre Buenos Aires y Asunción de la Aeroposta Argentina se realizó el 1 de enero de 1929.  

 

Fuente:  Revista Dominical de ABC Color (Impreso e Online)

Domingo, 23 de Diciembre de 2012

www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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