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HELIO VERA (+)
05 de Junio de 1946 - 25 de Marzo de 2008
 
HELIO VERA (+)


Biografía

"... El dinero de Itaipú, si se roba, se roba para el pueblo".

Arístides Da Rosa, diputado colorado.

(Diario La Nación, 18 de enero de 2006)"

Voces del Olimpo II - Página 32.

 

HELIO VERA : Escritor, periodista, paraguayólogo, abogado, profesor universitario, amante del bolero y de la buena mesa, nació en Villarrica el 5 de junio de 1946 y falleció en Asunción el  25 de marzo de 2008 a los 61 años de edad.

Como periodista, comenzó en condición de reportero en los primeros años de ABC Color, allá por 1967. Trabajó también en tal oficio otros medios, como los diarios LA TRIBUNA, HOY y NOTICIAS. En sus últimos años de vida se reincorporó como columnista y editorialista al diario ABC Color.

A la par del periodismo, llevó la carrera de Derecho y en 1975 se graduó como abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción.

Aunque la abogacía no era el centro de su vida, realizó cursos de pos grado en Derecho Penal. En el 2008 presentó su tesis doctoral titulada “Tutela Penal de honor contra lesiones cometidas a través de los Medios de Comunicación”, publicada luego de su muerte. Por lo tanto, es doctor póstumo en Derecho. Pero en vida fue doctor en tantas cosas porque su afán fue siempre saber, y en ese afán tuvo un rigor no común en los nativos de esta patria paraguaya. Llegó a saber más cosas y con más profundidad que un montón de doctores juntos.

Según lo expresa el prologuista de su Tesis, el Dr. Wolfgang Schöne, autor del Anteproyecto de la Reforma del Código Penal –trabajo que contó con la colaboración de Helio Vera–  tal Tesis “es la contribución más personal y seguramente más duradera de Helio Vera al proceso reformador del país. La presente obra es el fruto de una exhaustiva investigación y demuestra que era mucho más que un abogado: era un jurista con ambiciones científicas que viene a ser un verdadero “homo doctos”, más allá del mundo del Derecho”.

Sabía tanto que llegó a catedrático en cursos de grado y pos grado de la Universidad Nacional de Asunción. También impartió la cátedra de Derecho Procesal Penal, Parte Práctica, en el sexto Curso de la carrera de Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica de Villarrica. En la misma facultad tuvo a su cargo la enseñanza de la materia Técnica de la Argumentación Oral, desde el primer año. Además, se desempeñó como profesor del Colegio de Policía y del Instituto de Altos Estudios Estratégicos (ex Colegio Nacional de Guerra).

Se lanzó al mundo literario en la década de 1980 con ensayos y cuentos que demostraban su afilado conocimiento de la idiosincrasia de nuestro pueblo. Como escritor y periodista se ganó un merecido prestigio gracias a su talento y a su estilo distintivo. Empleó en sus obras un lenguaje directo con una carga justa de ironía. Su talento le llevó a ganar varios premios literarios.

Fue un Maestro de las Letras. Cultivó la literatura con una calidad notable. Sus ensayos son verdaderas obras de arte. Desarrolló un finísimo sentido del humor fruto de su enorme estatura intelectual. Jamás transigió con  la vulgaridad. No fue un humorista. Fue un escritor con humor. El humor de Helio era punzante pero no agresivo. Sabía cuál era la frontera exacta entre la gracia y la mordacidad hiriente y ordinaria.

Fue creador de su propio estilo con sabiduría literaria, consecuencia de su lectura copiosa. Como Borges, pudo decir que estaba orgulloso de lo que escribió, pero más orgulloso estaba de lo que leyó.

Contribuyó con su aporte al desarrollo de una especie de sociología paraguaya, la “paraguayología”.  Es ya un referente ineludible en ese sentido. Nadie puede hablar del “paraguayo” sin tener como fuente a Helio Vera. Se dedicó con ansiosa intensidad al estudio de la cultura popular paraguaya. Pero no fue un simple observador de gabinete. Le encantaba viajar por el “Paraguay profundo” y mezclarse con la gente común para absorber la sabiduría simple pero intensa de esos paraguayos recónditos que escuchaban al tiempo: los ára andu, los arandu.

Muchos de sus textos jurídicos y obras literarias son ya hoy parte del currículum de estudios obligados en la enseñanza secundaria y universitaria. Hugo Rodríguez Alcalá afirmaba, por ejemplo, que “LA CONSIGNA" era un cuento digno del mejor Borges. Quienes lo conocieron realmente, saben cuánto amaba Helio a Borges. Casi tanto como a Guy de Maupassant, su gran maestro literario.

Su excepcional “EN BUSCA DEL HUESO PERDIDO" –tal vez el libro más reeditado en el país, con trece ediciones– es un compendio de tremendo rigor investigativo, de estudio profundo de nuestra historia en todos los órdenes. Además está escrito con un estilo diáfano que atrapa al lector desde la primera hasta la última página. Es que Helio manejaba el idioma con destreza admirable.

“ANGOLA Y OTROS CUENTOS”, su primer y consagratorio libro de ficción, revela su talento excepcional para los relatos breves, su observación certera, su depurada técnica.

El crítico literario español Vicente Peiró afirma que “Helio Vera fue la mejor pluma paraguaya de estas últimas dos décadas, tanto en el ámbito literario como en el periodístico. Helio era deslumbrante no por pedante, sino porque nos hacía comprensible el pensamiento intelectual gracias a su humor y a su capacidad para la sorpresa”.

Helio Vera es ya un grande de las letras paraguayas de todos los tiempos. Está en el Olimpo de los elegidos, aunque su muerte prematura malogró una obra que quizá estaba por dar aún los frutos más excelsos de un talento difícil de igualar.

Fuente: www.heliovera.com  (Espacio verificado y ON LINE a Abril 2013)

 

 

"DISCUSIÓN: Manera más rápida y simple de evitar que se haga la luz sobre un problema"
 

(Diccionario del paraguayo estreñido)

 

 

HELIO VERA. (Villarrica, 1946). Entre los nacidos al mediar el siglo XX, Helio Vera es quien reúne cualidades notables que como escritor, hacen de él un refinado artista, un sutil ironista, un lúcido intérprete de la idiosincrasia de su país. Helio Vera profesa ser ante todo un cuentista. Y, en efecto, el autor de Angola y otros cuentos (1984) se revela maestro del relato breve. "La consigna", cuento inserto en este libro, exhibe esta maestría en su más cabal expresión. Angola y otros cuentos ha tenido dos ediciones; pero no constituye lo más conocido y admirado de este ironista. Su estudio de lo que él llama paraguayología ha alcanzado ocho ediciones, cinco su Diccionario contrera. Aunque muy amenas y penetrantes sus obras de observador irónico de la realidad nacional, es de lamentar que Helio Vera no haya cultivado más asiduamente la ficción breve, género en que descuella el artista literario con tanto brillo.

La nombradía nacional de Helio Vera se debe en gran medida a su columna dominical en el diario Noticias titulada "Bolsa de gatos" en que el escritor, desde hace muchos años, hace semanal alarde de su regocijado humorismo. Afirma él que sucumbe a menudo a la tentación de incursionar en el más serio de los géneros: el humor. Su último libro hasta la fecha Antiplomo- es, como su título lo anuncia, una obra humorística. Helio Vera escribe con respecto a este libro: "En el prólogo de su Crepúsculo de los ídolos (1888) Federico Nietszche explicaba que su obra era una `declaración de guerra civil', una obra que empleaba el intelecto en vez de las armas. El Antiplomo tiene un carácter parecido. Más que un discurso acerca de la pesadez, es una declaración de guerra contra ella, en el sentido más nietszhiano de la expresión. Una guerra civil sin cuartel y si piedad. No hay otro medio de sacarse de encima esta pesadilla".

Anuncia Helio Vera una obra de ficción sobre el pasado reciente de su país, esto es, una novela histórica. Para tal obra el autor está muy bien documentado merced a una labor de varios años acerca de ese pasado que se propone novelar. H.R.A.

Fuente: HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA. Por HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ. Universidad de California, RIVERSIDE - Colección Studium-63 - México 1970 © HUGO RODRÍGUEZ – ALCALÁ/ DIRMA PARDO CARUGATTI. Editorial El Lector, Diseño de tapa: Ca´avo-Goiriz. Asunción – Paraguay. 1999 (434 páginas)

 

 

VERA, HELIO  : Cuentista y periodista. Abogado de profesión, ejerce el periodismo desde 1967. Comenzó a publicar cuentos en suplementos literarios de la prensa local. Varios de sus relatos han sido incluidos también en antologías literarias, suplementos culturales y colecciones de cuentos locales y extranjeros.-

Su producción literaria incluye, hasta la fecha, “Angola y otros cuentos” (1984; Premio El Lector) y “En busca del hueso perdido. Tratado de paraguayología” (1990), especie de ensayo novelístico y obra galardonada en 1988 con el «Premio V Centenario» de la Embajada de España y del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI). Ganador del Premio (en el Concurso Cuento) 1992 del diario Hoy por su cuento “Destinadas”, Helio Vera es además coautor (con Julio César Frutos) de “Pacto político” (1993) y autor de un libro de humor, “Diccionario Contrera”, publicado en 1994. En 1994 salió también la segunda edición de “Angola y otros cuentos” con el agregado de “Destinadas”, cuento premiado en 1992.-

(De "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA"/ 2da. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH , Editorial EL LECTOR - Asunción - Paraguay 1998).

 

 

HELIO VERA (VILLARRICA, 1945 - ASUNCIÓN, 2008)

(3-I-1993 - ABC)

“ESTAMOS EN UN MOMENTO CRUCIAL”

Entrevista por VICTORIO SUÁREZ

( GENERACIÓN DEL 60 - LITERATURA PARAGUAYA )

 

Para ir teniendo ideas más específicas acerca de nuestra realidad, esta vez conversamos con el escritor Helio Vera, excelente narrador y ganador del último concurso de cuentos “Premio Néstor Romero Valdovinos”. Cabe consignar que el entrevistado es abogado y periodista de profesión. En 1984 la colección Ara Verá presentó su obra:

“En busca del hueso perdido. Tratado de paraguayología”. Los cuentos de Helio Vera fueron incluidos en numerosas antologías nacionales y extranjeras.

 

—¿Cómo ves el momento actual? ¿Hacia dónde transitamos realmente en este tiempo de intensidad política? ¿Qué lugar ocupa o debería ocupar la literatura?

—Lo histórico y lo político gravitan siempre sobre la labor de un escritor, incluso a pesar suyo. Pero su prioridad es una creación estéticamente válida y no el panfleto político. Ahora bien, creo que estamos actualmente en un momento crucial en el proceso de transición. Como todo proyecto que se hizo a medias, nos encontramos hoy ante la posibilidad concreta del retorno de un modelo autoritario; atenuado, tal vez, pero autoritario en cuanto a sus valores fundamentales. Qué actitud debe tomar un creador, dependerá de su sensibilidad; es algo que sólo podrá ser evaluado con el tiempo, pero me interesa más la conducta que asumirá como ciudadano.

—¿Qué nos falta para que nuestra literatura gravite internacionalmente?

—Creo que ahora hay por lo menos media docena de escritores “nuevos”–y digo nuevos para diferenciarlos de los monstruos sagrados– que pueden ser fácilmente presentables afuera. Falta una mayor vinculación con el mundo editorial internacional. Pero la promoción cultural lleva tiempo y recursos. Y en esta labor el Estado debe cumplir un papel fundamental. Se tendrá que entender que un escritor es parte de la imagen externa de una nación, tan importante como un tenista de raza o un sereno mediocampista. No pidamos ese sacrificio a los escritores, porque el escritor paraguayo cree que promocionar al colega es un pecado mortal que sólo se purga con un milenio en el infierno.

—Varias opiniones vertidas, no todas, manifiestan pesimismo acerca de nuestra literatura. Se da a entender que el escritor paraguayo no se ha innovado, que se dejó estar. ¿Qué podrías decir respecto a eso?

—No creo en esas suposiciones. Aquí hay para todos los gustos, como en los supermercados. En cuanto a lo de “innovación”, si la entendemos como una frecuentación constante de nuevas técnicas, entendiendo que no estamos en un momento muy brillante. De todos modos, no creo que eso sea lo fundamental.

—Se habla del protagonismo en la transición, ¿cuál es el papel del escritor en ese sentido?

—Los escritores son actores muy importantes en este proceso. Y no sólo desde el punto de vista de una labor cultural consubstanciada con los valores humanos fundamentales, sino incluso desde el plano de la pura lucha política y social. Son muy pocos los que han permanecido encerrados en sus torres de cristal. En ese sentido, casi todos han compartido el protagonismo de los demás actores sociales, con una consecuencia que me parece ejemplar.

—¿Qué podrías señalar sobre la literatura bilingüe? ¿Y el jopara? ¿Qué tipo de lenguaje se debería utilizar para facilitar la tarea comunicativa que exige la literatura?

—Para mi gusto, preferiría que se escriba en castellano o en guaraní. En realidad, lo que importa es que se escriba bien. Pero también hace falta una crítica seria y responsable. De todos modos, no hay que inquietarse. A la larga siempre prevalecerá lo que es bueno. Y lo que es malo, aunque sea presentado con el prólogo más laudatorio, será condenado por el olvido eterno.

—Es llamativo que ningún partido político tenga ideas claras acerca de nuestra problemática cultural. En ese sentido, ¿cuál sería la fórmula para salir del agobio y la falta de planificación?

—En general, en todos mis cuentos, trato de expresar el universo cultural paraguayo. Me preocupa menos la experimentación que la validez del contenido. En cuanto al cuento premiado, es un ejemplo de esta línea de trabajo, aunque tal vez no satisfaga las expectativas del chauvinismo local.

—No voy a citar nombres, pero algunos críticos me dijeron: “Si Helio tomara en serio y con mayor dedicación la producción literaria puede llegar a ser el mejor narrador paraguayo”. ¿Es cierto que tu labor literaria es sólo ocasional?

—En Paraguay, los escritores, salvo Roa, quizá escribamos para nuestra propia satisfacción. No somos escritores profesionales en el sentido sociológico de la palabra. De ahí que dedicarme completamente a la literatura lleva a suponer que debo convertirme en un ermitaño. Pero eso es muy difícil.

—Una lección de paraguayología. ¿Es “kaigue” el escritor paraguayo, se abandona realmente a la “modorrienta siesta paraguaya” en vez de producir?

—La gloria no justifica el sacrificio de la siesta, ni tampoco el lento ritual de una cerveza helada en un crepúsculo incendiado por el verano.

—¿Los escritores que influyeron en tu formación? ¿Cuáles son tus planes?

—Es un difícil rastreado, sobre todo para alguien como yo que sobrelleva una lectura tan vasta y desordenada. Cervantes, desde luego. Pero también Quevedo, Chesterton, Flaubert, Wilde, Dostoiesvsky, Malraux, Borges, qué sé yo. Ahora, en cuanto a planes, cuento con la posibilidad de escribir una novela, centrada en un burdel mítico desde el cual se ve pasar el tiempo, los últimos cuarenta años de la vida paraguaya.

—La séptima edición de “En busca del hueso perdido”, ¿es un récord en Paraguay?

—Si bien no es mi primer libro, creo que sí fue el más aceptado por la gente. No entiendo muy bien el motivo. La gente debiera haberlo rechazado, porque allí hay cosas que seguramente nadie quiere escuchar.

—¿Podrías ejemplificar algunas de esas cosas?

—Nuestro temor a la cultura nos lleva a un igualitarismo cuyo trasero es la profunda mediocridad general. Y también el cepillismo, la simulación, la idolatría del poder, la jerarquización de la lealtad grupal por sobre el conocimiento, el requecho.

—Sin embargo, muchos maestros lograron sobresalir con gran solidez intelectual: Eligio Ayala, Eusebio Ayala, Manuel Gondra, Natalicio González...

—Brillantes excepciones. Pero sumergidos en un aluvión de palurdos. No te olvides que a Gondra lo echaron dos veces. A Eligio lo soportaron poco tiempo, y luego de una guerra civil. A Eusebio y a Natalicio los despidieron a patadas. Malos ejemplos.

—“En busca del hueso perdido” habla del “mbatara”. ¿Era una crítica al entonces candidato a la presidencia de la República, Juan Carlos Wasmosy?

—Para nada. Mbatara es una alegoría que no tiene nada que ver con nadie en especial. Además, yo escribí el libro en 1987, en plena época del “noble jefe”. Con ese libro, gané el concurso ICI/Embajada de España, 1988. La primera edición apareció en 1990.

—Un capítulo de tu libro se consagra al estudio del “requecho”. Allí se mencionan los tres famosos gestos de José Gill, que al parecer son más elocuentes que el mejor discurso de Demóstenes. ¿Creés que esos rasgos siguen vigentes? ¿El fenómeno de la corrupción tiene relación con el requecho?

—Creo que sí. El paraguayo todavía tiene el instinto del cazador-recolector del neolítico que acecha el paso de un carpincho, de un venado. Ahora ocurre lo mismo, la diferencia está en que en vez de dispararle el flechazo a un chancho montés, lo hace con una empresa pública, un ministerio o un banco. El Estado es simplemente el coto de caza. Hay un internarse en él y afinar la puntería. Eso es todo.

—Hablemos de la literatura en general. ¿Cómo estás viendo la escritura en Paraguay? ¿Se puede mencionar por lo menos cinco libros de calidad competitiva?

—Se está escribiendo mucho. Para que haya calidad, primero debe haber cantidad. Dentro de todo eso, creo que hay más de cinco libros citables.

—¿No será, como dice Augusto Roa Bastos, que en el Paraguay no hay literatura sino sólo artes plásticas?

—Con las artes plásticas ocurre lo mismo. Hay tres exposiciones por día. Pero de todo ese montón, no estoy muy seguro de que haya muchos artistas que la historia del arte se empeñará a preservar de la quema.

—¿Cuál es la renguera de la literatura paraguaya? ¿Qué nos hace falta?

—Hace unas cuantas noches tuvimos una reunión con un escritor argentino muy conocido: Mempo Giardinelli. Nos dijo lo que ya sabíamos, pero parece que necesitábamos escucharlo de alguien con más autoridad. Hay que escribir novelas. Ese es el desafío. De todos modos, en los diez últimos años se escribieron más novelas que en todo el siglo anterior. Creo que vamos por buen camino.

—La literatura paraguaya no llega al mercado internacional. ¿Será por el pozo cultural que menciona el escritor Carlos Villagra Marsal?

—Hay un poco de eso. Por ejemplo, me dicen que la revista literaria más importante de los Estados Unidos editó números especiales para casi todos los países latinoamericanos. Salvo dos: Paraguay y Panamá. Además, me cuentan que el Gobierno español, a través de uno de sus organismos, ayudó a la edición de unos quinientos títulos de autores latinoamericanos. De Paraguay hubo sólo tres: Augusto Roa Bastos, Azara y Barrett. Los dos últimos, obviamente, no son paraguayos. Si la información es real, nos ayuda a entender dónde estamos.

—¿Acaso no tenemos buenos productos para “vender”?

—Falta la conexión con el sistema editorial europeo y norteamericano. Esto debería ser parte de la política cultural del Gobierno. Hay que promover los productos culturales paraguayos y crear los contactos, menos imaginería jesuítica del siglo XVIII y más productores contemporáneos: poetas, novelistas, músicos, cuentistas, compositores, grabadores, escultores, pintores. Una muestra selectiva, pero variada. Todavía nos falta un buen “marketing cultural”.

—¿Cómo ves el puente entre Paraguay y España?

—Con España se produce algo curioso. Debería ser el puente natural del Paraguay. Pero los caminos para llegar al mismo son como los de Dios: misteriosos e inescrutables. Sólo pocos elegidos pueden transitar por los senderos. Los que consiguieron abrir las puertas esconden cuidadosamente las llaves de acceso. Es un secreto celosamente guardado.

Fuente: PROCESO DE LA LITERATURA PARAGUAYA - PERFIL HISTÓRICO, BIBLIOGRAFÍA Y ENTREVISTAS A LOS MÁS DESTACADOS ESCRITORES PARAGUAYOS. Por VICTORIO V. SUÁREZ. Edición corregida y aumentada. Asunción, Paraguay. 2011 (654 páginas)

 

 

 

 



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