Portal Guaraní - FUE EL PROYECTO, NO LA PRENSA - Por JESÚS RUIZ NESTOSA

SALAMANCA. Si quedaba todavía un diminuto rescoldo de esperanza que pudiera salvarlo de la catástrofe total, Santiago Peña se esforzó por apagarlo al admitir que había creído a pie juntillas que Horacio Cartes le había elegido como su sucesor en la presidencia de la República por considerarlo el más capacitado para el cargo y no una simple marioneta tan del gusto del primer mandatario. Lo hizo en declaraciones a Radio Monumental diciendo que su derrota se debió a que los medios hicieron una campaña en su contra favoreciendo al presidenciable colorado Mario Abdo Benítez (más conocido como Marito). Hasta la Edad Media fue muy frecuente que se matara al mensajero que había llevado malas noticias. En la actualidad el mensajero está encarnado por la prensa y la decapitación simbólica se ejecuta a través de su descalificación.

La derrota sufrida por el movimiento Honor Colorado en las internas del partido podría haber sido un buen momento para detenerse a reflexionar qué significaba ese vuelco del electorado a favor del grupo Añetete, que era el más débil ya que no contaba con el apoyo de todo el aparato logístico del gobierno, enormes recursos económicos cuyo origen se tendría que investigar pues posiblemente una buena parte salieron del Estado, además de la enorme presión que ejercieron unos cuantos paniaguados, pero con mucho poder, sobre el funcionariado público. No solo se les amenazó con perder su puesto, sino que en numerosísimos casos esas amenazas se hicieron reales. Esto también debería ser investigado.

Santiago Peña tendría que entender, a estas alturas, que no fue derrotado por la prensa; fue derrotado por el proyecto de gobierno que él significaba. Se tiene que estar muy sordo y muy ciego, se tiene que vivir muy alejado de la gente para no conocer el hartazgo que se siente ante la manera en que esta administración ha gobernado. Aunque muchos consideran que Horacio Cartes es el mejor presidente que ha tenido el país desde que llegó la democracia, no se debe olvidar que es la primera vez, siempre en democracia, que la ira de la gente terminó en un intento de quemar el edificio del Congreso. Fue durante las protestas que se desataron a causa del intento de Cartes de violar la Constitución para poder gobernar por un periodo más, cosa que legalmente no podía hacer.

La elección de Santiago Peña hecha sin consulta alguna a las bases del partido, debido única y exclusivamente al dedo mayestático de Cartes, significaba la continuación de un proyecto de gobierno que el primer magistrado bautizó como “nuevo rumbo”, que mucho mejor sonaría como “nuevo tumbo” ya que así han sido las cosas. En sus declaraciones a Radio Monumental Peña dijo que esa campaña en su contra: “Fue un acto de cinismo de los periodistas que utilizaron esto para finalmente hacer ganar a quien ellos querían hacer ganar”. Cinismo, en todo caso, es tratar de ignorar que desde que estamos en democracia nunca se conoció en el país un grado tal de envilecimiento de las autoridades, especialmente de la administración de la justicia al mismo tiempo que un nivel asfixiante de corrupción.

En cuanto al gigantesco escándalo de las grabaciones que pusieron en evidencia la corrupción de la justicia y la forma en que fue manipulada incluso por gente ajena al gobierno, como los gerentes de las empresas particulares del presidente Horacio Cartes, Peña dijo “aseguro que en esos audios hay personas involucradas muy cercanas al senador Mario Abdo Benítez” y por eso fueron escondidos. Si el señor Peña está seguro de ello, tiene la obligación de denunciarlo ante los tribunales o corre el peligro de ser considerado cómplice de esos delitos.

Hubiera recordado, pero lo calló, que por primera vez en la historia de estas casi tres décadas de democracia, un senador, Óscar González Daher, fue expulsado de la Cámara de Senadores. Y corremos el peligro de que regrese en la próxima legislatura, ya que figura en el tercer puesto de la lista elaborada por el señor Cartes, que se reservó el primer lugar para sí mismo. A partir de estos hechos haría bien el señor Santiago Peña de tratar de entender que estamos hartos hasta la náusea del mal llamado “nuevo rumbo”, aunque pienso que estamos comenzando a encontrar el camino, el único que tenemos, para revertir este sistema perverso que nos ha tocado vivir.

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